Desde la segunda mitad del siglo XVI, cuando Caracenilla tenía poco más de un centenar de habitantes, hasta las 400 almas que ya alcanzaría durante la primera mitad del siglo XVIII, se trascurrirá por un intervalo que comprenderá la fase de mediados del siglo XVII, en el que la localidad llegará a poseer alrededor de 250 habitantes, describiendo de esta forma una dinámica demográfica ascendente a lo largo de unos trescientos años de historia.
Un hecho que indica como en menos de un siglo la cifra de gente en esta población se había duplicado, lo que se traducirá en la necesidad de expandir lo que nosotros denominamos como el casco antiguo, es decir, el callejero que desemboca en la Iglesia Parroquial, y que se trasladará hacia arriba, rebasando de esta forma el linde medieval y creando por tanto arrabales que empezarán a situarse en la franja que queda por encima del paleobarranco de la chopera, el cual consideramos atendiendo a sus características paleogeográficas, uno de los grandes hitos que marcó el linde urbano de los primeros siglos de vida del municipio.
De la misma forma que empezaba a manifestarse esa evolución del casco urbano durante el siglo XVIII con motivo del incremento poblacional que la localidad registraba a medida que trascurría el tiempo, la Iglesia Parroquial viviría la misma suerte, habiendo de necesitar una mayor disponibilidad de espacio. Fenómeno por el que entendamos que no es un hecho casual ese avance paralelo del templo y el área poblada, sino una necesidad natural que explicará porqué las obras del edificio religioso se enmarcan en una misma centuria, ante la urgencia de albergar mayor cantidad de feligreses en el interior del edificio.
Alrededor de la Iglesia Parroquial se consolidará el casco antiguo de la población, y que a tenor de la información que disponemos no sobrepasaría más allá de una cuarentena de casas durante el siglo XVI, las cuales como planteamos en nuestra hipótesis serán las que se distribuirán en las inmediaciones del templo románico, y que por ese entonces comenzaba a sumergirse en una nueva fase de remodelación.
Como resaltábamos, el paleobarranco de la Chopera es en nuestra opinión un elemento natural a tener en cuenta que influyó decisivamente en la trama del antiguo casco urbano de la población, y que hasta su posterior expansión con el auge demográfico de los siglos XVII-XVIII, hizo innecesario rebasar de forma continua la trama residencial, no obstante, cabe matizar que no por ello dejaríamos de encontrar viviendas desperdigadas con sus correspondientes corrales desde tiempos antiguos, ya que como solía ser habitual, algunas de estas solían posicionarse de manera aisladas respecto al corazón del pueblo.
Entendemos por ello que la metamorfosis demográfica a la vez que urbana vivida en Caracenilla desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta la primera del XIX, es un reflejo del recorrido histórico que ya se apunta en la disponibilidad de recursos y familias bien asentadas que desde los tiempos del Catastro de Ensenada dejan entrever la dinámica evolutiva que venía produciéndose en este lugar.
Detalles de cruces en la parte externa de la Iglesia Parroquial de Caracenilla
No olvidemos que la iglesia medieval, alzada a raíz de la reconquista y de planta románica, no comenzará alterarse hasta entrado el siglo XVI, momento en el que se expondría a una nueva remodelación, probablemente intuyéndose el incremento de la población que durante la primera mitad del siglo XVII había llegado a duplicar la cifra de habitantes.
Igualmente, las diferentes actuaciones que presenciaremos tanto en la ermita como la iglesia parroquial, posteriormente y tras el álgido intervalo para la vida en las casas del pueblo, reflejarán una situación boyante que permitirá ese conjunto de obras, las cuales siempre estarán aseguradas por la disponibilidad de un conjunto de linajes que desde hacia varias centurias llegaron a consolidar un grupo de labradores con recursos, incentivando más si cabe su ejecución final.
David Gómez de Mora