En plena Serra d'Irta, dentro del término municipal de Peñíscola y pegada junta a la línea de costa, hallamos la partida de la baseta, o también conocida como “Pla de la Basseta”, una superficie llana de terreno, que al ubicarse en medio de este paraje natural, antaño nuestros antepasados aprovecharon como zona de cultivo, al tener cierta fertilidad sus tierras por ubicarse en la zona de piedemonte de la sierra, lo cual permite la incorporación sedimentaria de los abanicos aluviales que descienden desde las lomas, y que gracias al material aportado por barrancos, escorrentías y pendiente del lugar, permiten la disposición de un enclave apto para desarrollar este tipo de usos edáficos.
Del mismo modo, la aparición de espacios deprimidos, donde tanto de forma natural, como gracias a obras de encauzamiento de piedra en seco, se consigue retener el agua que en momentos de lluvias precipita en la zona, veremos la aparición de espacios aptos para que el ganado de antaño (ovejas y cabras especialmente), pudiera abastecerse de agua, permitiendo así que los agricultores o pastores que transitaban por la zona, llegaran a contar con una reserva mínima que sirviera para saciar la sed de sus animales.
Leyenda del croquis que se adjunta:
1- Balsa
2- Restos de una casa de labranza
3- Casa de labranza
4- Casa de labranza
5- Balsa
6- Casa de labranza
7- Balsa
8- Corral de Eusebio
9- Casa de labranza
10- Casa de labranza
11- Balsa
12- Casa de labranza
Como se indica en el mapa y correspondiente leyenda que lo acompaña, en esta área tan precisa, veremos más de media docena de las antiguas casas de labranza. Un espacio de escaso tamaño, en el que el agricultor contaba con unos enseres mínimos, acompañados por estructuras como el cocó o pozo para almacenar agua, además del habitáculo en el que dejar sus aperos, e incluso disponer de un lugar de descanso, que se acompañaba con un espacio y comedero para dejar la mula, sin olvidar la clásica chimenea, que como bien sabemos durante las estaciones frescas era indispensable poner en funcionamiento, ya que no eran pocos los los días en los que estos labradores para maximizar y aprovechar el trabajo, habían de pasar varias jornadas al estar apartados de sus hogares.
El paisaje llano en el que comprobaremos como cada senda suele conectar con una casa de labranza que luego desembocaba en el camino paralelo al mar y que hoy seguimos empleando para dirigirnos a este lugar, es solo una ejemplo más de como se han ido manteniendo los restos de unas construcciones, que a pesar de encontrarse su mayoría en ruinas, durante mediados del siglo XIX, sabemos que llegaron a representar en todo el término peñiscolano alrededor de unas 150. Cifra nada escasa, y que describe en parte como de importante era el tejido agrícola, en una sociedad que aunque mirase de cara al mar, veía indispensable el poder explotar los frutos de sus campos.
Entre las construcciones que aquí se han catalogado, merece nuestra atención la que se conoce como el corral de Eusebio. Una estructura ganadera, que contaba con una espacio disponible de más de 360 metros cuadrados, en el que se guarecía el ganado, no obstante la mayor parte de este sería el patio que en caso de necesidad, tenía anexa una zona cubierta de pared abovedada refugiada con tejas y reforzada con vigas, que al estar dispuesta en la dirección natural de la ladera, permitía que el agua de lluvias discurriera hacia el mar, de forma que el corral nunca se inundaba.
De la misma forma, tampoco podía faltar la clásica casa para descanso del pastor junto a esta edificación, en la que el aljibe, chimenea y un espacio mínimo para sus necesidades siempre era indispensable. Llama la atención en el caso de este corral, como se aprovechan los orificios de la zona caliza presentes tanto en la estructura como en sus inmediaciones, ya que en ellas se retenía el agua pluvial, debido a su escasez por falta de fuentes en la zona, tal y como veremos en lo que hoy se denomina el "despoblat d'Irta". Cierto es que la baseta principal, y que dio lugar a la designación de este entorno, fue siempre el punto abastecedor más destacado para los ganados que transitaban este perímetro.
El Pla de la Basseta se halla en medio de otras dos áreas de las mismas característica geomorfológicas, y que son al norte lo que se conoce como el Pla del Pebret, y al sur el Pla de l'Argilaga, zona limítrofe del término de Peñíscola, y que da su entrada a la tierras de Alcalà de Xivert. Sabemos por testimonios orales, que durante la tercera guerra carlista, toda esta extensión, a pesar de no contar con una accidentalidad reseñable, sirvió como lugar para guarecer a los muchos hijos que la causa obligó a militar como hombres forajidos.
David Gómez de Mora