Entendemos por hagiotoponimia aquella rama de la toponimia encargada de estudiar los nombres relacionados con santos, así como vinculados con la santidad o lo sagrado. En este sentido, y como ocurre en la mayoría de localidades, no pueden faltar aquellos parajes o lugares que han sido designados durante siglos con una denominación concreta, que los engloba con este conjunto de referencias que a continuación vamos a comentar.
En La Peraleja una de las más conocidas es el área denominada como “vallejo de los Santos”. Una zona deprimida entre dos lomas (el cerro Benito y los cerros de San Sebastián), cuyo origen ahonda precisamente en cuestiones de tipo religioso de los peralejeros, tal y como lo demuestra la documentación eclesiástica que hemos consultado.
Comentamos en el caso de otras localidades cercanas como de importante ha sido la festividad de Todos los Santos, en la que desde la víspera del día 1, hasta el 2 de noviembre (día de los fieles difuntos), se llevaba a cabo toda una serie de preparativos y actos, con motivo del fervor religioso y las tradiciones ancestrales que venían transmitiéndose generacionalmente entre las gentes del pueblo.
Las cofradías de las ánimas eran solo un ejemplo palpable de la preocupación que existía entre los vecinos el poder asegurarse la salvación de su alma o seres queridos, convirtiéndose en un tema capital entre los lugareños, tal y como veremos en uno de los procesos de inquisición que inmiscuirá alguno de sus vecinos. Una cuestión constantemente candente en la mentalidad del peralejero, que con mucho respeto y temor miraba constantemente al cielo, suplicando una buena temporada para la cosecha, pero también en lo que concierne a su protección y limpieza espiritual.
El vallejo de los Santos era uno de aquellos lugares particulares, que junto con los ermitorios desperdigados, y otros puntos con un notable peso religioso, formaban parte de esa geografía sacra que los vecinos conocían como la palma de su mano. Este área referida se halla en dirección norte desde la población, todavía dentro del término municipal. Un entorno hoy repleto de campos de gramíneas, surcado por una serie de caminos, donde se halla la partida conocida como de los pilares (topónimo bastante sintomático), quedando desde ahí hacía el lateral una serie de lomas entre las que se encuentran las que denominamos como cerros de San Sebastián.
Sabemos que este punto tenía una importante carga simbólica para los creyentes del municipio por ser una de las áreas que se bendecían en determinados momentos. No olvidemos que desde ella parte uno de los accesos que lleva hasta la vega del río Guadamejud. El acceso por la zona del vallejo nace de la bifurcación que se realiza en el camino que va hacia Portalrubio de Guadamejud, puesto que a la altura de esta zona se desdobla.
Evidentemente el nombre de estas lomas no fue casual, ya que San Sebastián como sabemos es el santo al que el feligrés se dirige en momentos críticos, especialmente durante la propagación de enfermedades. Así pues, durante el medievo, este mártir era unos los protectores más difundidos para combatir la peste, el hambre, las guerras, e incluso para hacer frente a los riesgos que conllevaba el mantenimiento de los campos y rebaños.
Es importante entender el papel que juegan cada una de las figuras religiosas en las localidades que estudiamos, para así acercarnos a las problemáticas y vivencias de nuestros ancestros, y que si la documentación se conserva (como en el caso que nos ocupa) viene a reflejar esa relación y consiguiente idiosincrasia de esa olvidada sociedad, cuyas vivencias de modo indirecto apreciamos en las partidas de defunción de los libros sacramentales. Unas reseñas importantísimas, las cuales en posteriores artículos vamos a tratar con mayor detalle para explicar estas y otras cuestiones que implican de lleno las preocupaciones y vicisitudes a las que hubieron de hacer frente los peralejeros de centurias atrás.
La fuente de los curas, el cerro de Santa Ana (y cuyo nombre ya veremos designado en documentación de principios del siglo XVII), son solo algunos de los topónimos complementarios que junto con caminos y otros parajes del término forman parte de esta colección de denominaciones, y que integramos dentro una misma tipología de sumo interés.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja