sábado, 9 de julio de 2022

Los cementerios de La Peraleja

Los cementerios son una de las construcciones indispensables en la creación de cualquier foco de población, por ello y como en el caso que nos ocupa, su evolución y cambio de lugar, fue algo habitual dentro de la dinámica natural que iremos viviendo con el trascurso del tiempo en todos los municipios. Sabemos que a pesar de la costumbre enquistada en las sociedades de antaño de dejar los restos de los difuntos en una zona anexa o dentro de la misma iglesia, esta tradición solo estaría vigente hasta principios del siglo XIX, periodo en el que las nuevas reformas borbónicas inmiscuirán esta y otras cuestiones vinculadas con la planificación urbana y las políticas de higiene del momento.

Por norma general cuando había epidemias, no era raro que se dispusiera de un espacio alejado de la zona de enterramiento habitual, para así mantener unos mínimos parámetros de higiene y seguridad, evitando de esta forma la propagación de enfermedades. Cabe recordar que las cuarentenas no eran un invento de hoy, por lo que en ese sentido no fueron pocos los llamados cementerios de apestados o fosas externas en las que se enterraron a multitud de personas que quedaban dispuestos en zonas un tanto alejadas de los cascos urbanos.

Camposanto medieval ubicado junto al templo parroquial de San Miguel Arcángel

Igualmente, y a pesar de la idea que había impregnada en una parte de la sociedad de aquellos tiempos, veremos como la gente consideraba importante que sus restos descansasen en un lugar sagrado como el subsuelo de la iglesia, y donde como es sabido, había una jerarquía interna en la que no daba lo mismo tener la sepultura en una capilla familiar, al lado del altar, o en una zona concreta de la nave del templo. Esto obviamente junto con otros elementos de índole social y cultural, influyeron notablemente en la evolución y cambios de usos que irán adquiriendo muchas de nuestras parroquias como zonas de enterramiento.

Veremos que la cuestión de las sepulturas en el interior de las iglesias se trató a fondo a lo largo del siglo XVIII entre el clero y el estado. Cierto es que en los años ochenta de esta misma centuria Carlos III ya dictaminó que desde ese momento los cuerpos no fuesen enterrados dentro de los edificios religiosos, cosa que como sabremos no se llevará a la práctica realmente hasta unas décadas después, pues la resistencia de los católicos, como los problemas de tipo económico que acechaban a la reforma, no ayudaron a acelerar todo ese procedimiento.



Camposanto posterior al existente en la zona de la Iglesia

En La Peraleja, como cualquier otro municipio, además de la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel, en sus alrededores se disponía de un espacio destinado para el enterramiento de personas, que debido a diferentes motivos, podían disponerse en aquel espacio externo, anexo a la Iglesia, pero fuera del edificio. Podemos suponer que este lugar funcionó hasta el momento de la aprobación de inhumar los cuerpos en una zona más alejada del municipio. Es decir, la primera década del siglo XIX, cuando se entiende por los libros de defunciones que los cuerpos de los peralejeros fuesen llevados hasta lo que conocemos como el “callejón camposanto”, nombre alusivo por la finalidad que se le daba a un espacio que la trama urbana ha dejado fosilizado como un solar de planta cuadrada de unos 300m2, distante a solo un centenar de metros del templo parroquial, una distancia prudencial teniendo en cuenta que esta zona quedaba más o menos fuera del perímetro de lo que nosotros denominamos como el casco antiguo de la localidad.

Como sucedió en muchos lugares del país, al expandirse la trama urbana y el número de cuerpos enterrados, las exigencias y necesidades por guardar una mayor distancia respecto las viviendas habitadas, como la consiguiente disposición de espacio, hizo que los cementerios volviesen a trasladarse todavía más lejos, siendo este caso el del último camposanto que ha habido en la localidad y que es el que conocemos en la actualidad, estando ubicado en la zona norte de la población, a poco más de 250 metros respecto el cementerio medieval y que como sabemos era el de la zona anexa que ocupa la actual Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de La Peraleja

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).