Como señalábamos en nuestro anterior artículo, la geografía urbana alcanzará un gran impulso en el campo de los estudios internacionales entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se puede considerar que las dos escuelas de geógrafos más importantes (la alemana y la francesa), comienzan a efectuar avances en sus estudios, en los que se refiere a perfeccionar y sistematizar de manera metódica la forma de interpretar el territorio en el que vivimos las personas.
El análisis del espacio, a través de su plasmación en un plano, remarcando los detalles de su morfología, funciones, recursos e intereses, además de la comparación y explicación evolutiva de los diferentes barrios que lo forman, permiten jerarquizar y por tanto aplicar un modelo más detallado a la hora de comprender ese lugar.
En el caso de Verdelpino de Huete salta a la vista que precisamente su casco antiguo ofrece los parámetros propios de una localidad ex-novo de la reconquista siguiendo los patrones clásicos ya extendidos en época romana con el cardo y decumanus como ejes directores del parcelario. Esto que lo apreciamos en su viario, junto la presencia de su iglesia en una zona escarpada, donde se ha ganado terreno hasta el último palmo, nos invitan a pensar en la presencia en ese punto de un puesto fortificado, probablemente desde la época de la instalación islámica, cuando enclaves elevados y con una buena panorámica, casi obligaban a reforzar este tipo de posiciones.
Es por ello que tras la toma y consolidación de la cultura cristiana durante la reconquista de este territorio, comenzará a aplicarse un modelo de poblamiento sobre ese espacio precedente, en el que una nueva reforma orientaría y adaptaría las futuras expansiones a las que se adaptó la localidad, y que como sabemos en momentos de máximo auge llegó a superar la cifra de más de medio millar de almas.
David Gómez de Mora