Una de las familias más importantes que han existido y que siguen manteniendo su apellido en diferentes puntos de la Alcarria Conquense es la casa del linaje Jarabo. Esparcidos durante centurias por municipios como Gascueña, La Peraleja, Saceda del Río y otros enclaves en los que en muchas ocasiones representaron las casas de labradores más acomodados del lugar, su origen genealógico sigue siendo una cuestión que investigadores como el magistrado Alberto Jarabo de Calatayud ya emprendieron décadas atrás.
A día de hoy, el estado de la cuestión ha permanecido casi estático, sin conseguir averiguarse datos relevantes que nos permitan estirar alguna generación más allá de un vecino de Gascueña llamado Pedro García Jarabo, y que nacería durante la segunda mitad del siglo XV, y que entre sus diferentes hijos, emergerá la línea prolífica de su vástago Juan Jarabo, quien fallecería durante la década de los años sesenta del siglo XVI, y que gracias a las referencias extraídas por los testimonios de una carta de pasajeros a Indias, se señala que su fecha de nacimiento correspondería con el año 1499.
Hasta ahí la cuestión parece estar clara, no obstante, varias referencias que hemos recopilado y que vienen fruto de diversas investigaciones efectuadas por el Cronista de la Ventosa Guillermo Fernández, nos demostrarían que el linaje arranca mucho más atrás en el tiempo, pues veremos como aparecen varios representantes de esta casa, y que habríamos de enmarcar durante la primera mitad del siglo XV, siendo con seguridad diferentes personajes adscritos al tronco del que procede el antes referido Pedro García Jarabo.
Pedro García Jarabo vivió en Gascueña, aunque queda claro por los libros de tazmías y cuentas parroquiales que hemos investigado en el Archivo Diocesano de Cuenca, que éste era el único miembro del linaje en habitar ese lugar. La pregunta relativa a su origen, nos lleva a preguntarnos si pudo ser un hijo único todavía oriundo de Gascueña, o realmente procedía de otro enclave cercano, pues no veremos líneas paralelas del apellido por esas fechas en este municipio.
La respuesta puede hallarse en dos integrantes con idéntico apellido, asentados en núcleos vecinos, cronológicamente anteriores a éste, y que además señalarían una vinculación de los Jarabo con el lugar de La Peraleja, cosa que nos llevaría a pensar en la idea de que si el hijo de Juan, y que es uno de los principales genearcas del linaje, se fue a vivir a La Peraleja, por el hecho de que precisamente ese era el pueblo del que pudiera proceder su abuelo Pedro.
En una reseña de Fernández-Rabadán (2022), que leemos en su blog personal, dentro del artículo titulado “Repartimiento de 1430 en la ciudad de Huete y su tierra”, se nos indica que en el año 1430 el rey Juan II de Castilla solicitó a la ciudad de Huete y su tierra un empréstito por una cantidad de 6.000 florines, hecho por el que se detalla en un largo listado los vecinos de cada lugar que colaborarán, y que como era obvio eran los mejor posicionados económicamente, siendo mencionado un Pedro Sánchez Jarabo, vecino de La Peraleja ese mismo año.
Ciertamente esta referencia es hasta la fecha la más antigua de un Jarabo en este lugar, pero no la única, pues a través del mismo autor nos llega información de otro Jarabo documentado una década antes en la vecina Tinajas, cosa que evidentemente no será casual, y que nos invita a especular que muy probablemente debido a la cercanía geográfica de sendas localidades, ambos habrían de adscribirse al mismo linaje.
No obstante, sigue quedando en el aire la pregunta de cuándo los Jarabo hacen aparición en este territorio, y qué vinculo genealógico poseen con los Jaraba, un linaje de la nobleza conversa conquense, que según se cree, podría tener sus reminiscencias durante un tiempo no muy lejano al que estaríamos tratando en esta familia, ya que la singularidad y coincidencia de ambos apellidos en un espacio tan delimitado, son bazas más que suficientes para pensar en un tronco en común de los Jaraba y Jarabo, pero que por ahora no llegamos a atinar.
Tradicionalmente se ha pensado que los Jarabo masculinizan su apellido de la familia Jaraba, no obstante, tampoco cabe desecharse la posibilidad de que esto ocurriera a la inversa, y que por lo tanto estemos ante una feminización de la misma línea de Jarabo que aquí hemos presentado. El hallarnos entre un abanico de fechas tan parecido, ante dos formas escritas prácticamente idénticas, y que socialmente prevalecen allá donde están, apunta claramente a una misma génesis genealógica.
Esta es por tanto otra nueva aportación a tener en cuenta en el estudio del linaje, y sobre el cual, como queda constatado en la documentación parroquial de Huete, durante el siglo XVII, donde todavía llega incluso a intercalarse dentro de la línea nobiliaria afincada en Cuenca, gente de la familia Jaraba con la forma Jarabo. Casualidad o suma de errores, nosotros seguimos abogando por la hipótesis de que ambos apellidos proceden el uno del otro, debido a una leve mutación en su parte final en algún momento de esa fase final del medievo, sobre la que tanta documentación queda por desempolvar en los archivos del territorio conquense, especialmente en lo que concierne al fondo de Inquisición del Diocesano de Cuenca, como en el de la Real Chancillería de Granada.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja