Entre los diferentes municipios que integran la Alcarria conquense, merece nuestra atención el caso de una localidad con una larga historia como La Peraleja. Un enclave moldeado por una sociedad labradora, que a lo largo de los siglos fue trabajando y antropizando un territorio, al que acabaría dándole una serie de nombres, que con la finalidad propia de cualquier población que pretende marcar unos hitos o espacios de referencia, ayudaron a la creación de un rico vocabulario, mediante el que sus habitantes se orientaban o empleaban para delimitar aquellas zonas en las que se movían de forma cotidiana.
En este sentido, los orígenes que nos conducen hasta el periodo bajomedieval en el que se conforma la localidad de La Peraleja, y sobre la que se creará el sustrato de una población que con el trascurso de las generaciones irá bautizando cada uno de los rincones del lugar en el que habitará, nos demostrará que siguiendo los patrones paleogeográficos, como las curvas de nivel o la disponibilidad de terreno, nos indica como esa Peraleja medieval posterior a la reconquista aprovecharía el emplazamiento existente en lo alto de un cerrillo que estaba posicionado al norte de lo que hoy se denomina “el barranco del lugar”, un entorno con una buena visual, en el que la trama urbana y la dificultad de poder planificar un urbanismo regular como el que veremos por esas fechas en otros enclaves que hemos estudiado, nos da pie a plantear la hipótesis de que el núcleo embrionario del municipio, se asienta sobre un entorno previamente ya habitado, y del que parecen desprenderse determinados elementos, propios de un urbanismo desordenado, cuyo viario pudo haber quedado fosilizado entre la trama que fue creciendo por sus alrededores.
Como suele suceder en la mayoría de localidades, la plaza del ayuntamiento y la iglesia ocupan parte de ese centro medieval que iría extendiéndose como una mancha de aceite. Dicho perímetro comprendería el casco antiguo de La Peraleja. a la que invoca la tradición oral, como un municipio llenado por gentes venidas desde lo que hoy son las tierras Castilla y León. Ese área, hoy integrada por la casa de la villa y la iglesia, así como por algunos de sus viarios circundantes, como son una parte de la calle López Ochoa, la calle Ruiz de Alda, la calle mártires y General Mola, son el espacio probablemente más antiguo de la población.
No debemos de olvidar que dentro del ámbito de la toponimia podemos encontrarnos con diferentes tipologías en el momento de clasificar conceptos, y que dependiendo de su etimología o designación, nos servirán para agruparlas en varias clases que nos permiten a los investigadores poder reconstruir o especular sobre diferentes cuestiones que implican de lleno el pasado de un territorio. En nuestro caso hemos elaborado una clasificación general que parte de seis tipologías, en las que encontraremos nombres referentes a personas (antropónimos), menciones de árboles y plantas (fitónimos), accidentes geográficos, caminos y lindes (geotopónimos), santos o elementos religiosos que han dado pie a las denominaciones de parajes o lugares (hagiotopónimos), así como otros directamente vinculados con la presencia de agua (hidrónimos) y los referentes a animales (zoónimos) que podemos ver designados en los diferentes entornos que componen los casi 35 kilómetros cuadrados de su término municipal.
Antropónimos:
-Cabezo Gil
-Cerro Benito (topónimo referente a uno de los linajes que dará lugar a este nombre en La Peraleja entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI)
-Valdeolaya (zona depremida alusiva al nombre o apellido de Olaya)
Fitónimos:
-Camino de la carrasca
-El cambrón (área donde abundan arbustos espinosos)
-El carrascoso
-El chaparral (paraje en el que hay notable presencia de arbustos)
-La Higuera
-La Peraleja
-Las hongueras
-Portillo tocón (zona donde se acumulaba la leña cortada)
-Sierra de La Peraleja
-Valdelaleña
Geotopónimos:
-Cerro del melgar (etimológicamente la palabra melgar designa un espacio de vegetación o zona de cultivo)
-Covata alta
-El covatón
-El prado
-La nava (entorno poco accidentado que tiende a encharcarse o empantanarse en momentos de lluvias. De este topónimo veremos muchas derivaciones).
-Los cabezuelos (referente a peñascos o montículos redondeados)
-Los calderines (diminutivo de calderón o caldera, y que se emplea para referirse a una zona deprimida u honda)
-Montuenga (antiguo asentamiento cuya etimología podría derivar de la forma Monte luenga, o lo que vendría a significar Monte largo. Hecho que quedaría todavía reflejado en parte de su geomorfología)
-Peña horadada (que está agujereada)
Hagiotopónimos:
-Cerro de San Sebastián
-Ermita de San José
-Fuente de los curas
-Santa Ana
-Vallejo de los Santos
Hidrónimos:
-Los chorreaderos
-Los chorros
-Valdelagua
Zootopónimos o zoónimos:
-Barranco mochuelo
-El Bú (se trata de un ser mitológico, representado con el aspecto de un gigantesco búho antropomorfo, que según se decía perseguía a los niños que no obedecían a sus padres. Tenía el rostro de un ave, fuertes garras en sus brazos y piernas, además de unos característicos ojos rojos, junto con un gran pico afilado con el que podía entrar por las ventanas de las viviendas, en busca de aquellos zagales que no hacían caso a sus progenitores, especialmente cuando llegaba la hora de dormir. Conocemos diferentes referencias del Bú tanto en la zona de Castilla y León como en La Mancha. Los adultos también solían acordarse de él cuando los niños se alejaban del área urbana, de ahí que como veremos el topónimo aparezca en una franja apartada de la localidad. La presencia de otros topónimos en la zona como el del barranco del mochuelo o el propio búho, estarían señalando un rico sustrato folclórico en el que convergerá la presencia de esta ave de rapiña con la leyenda difundida por los habitantes del lugar)
-El búho
-Cabezota del águila
-Fuente culebras
-Las madrigueras
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de La Peraleja