Durante esa centuria, comprobaremos como el linaje empieza a sacar diferentes ejecutorias, siendo el caso de Gascueña (a pesar de que en el lugar durante determinados momentos de su historia la nobleza no era reconocida). Lo mismo ocurrirá en otros focos más apartados como Palomares del Campo o Villar del Águila.
La información que nos proporcionan las hidalguías del Archivo de la Chancillería de Granada, indica que el linaje tenía una movilidad bastante fluida, así pues, Bernardino de Castro a mediados del siglo XVI es vecino de Gascueña, figurando como hijo, nieto y biznieto de personas juzgadas por la Inquisición. Su padre era Alonso de Castro (vecino de Buendía y alcalde de las Mestas), su abuelo Sancho García de Castro, marido de Beatriz Gómez y el bisabuelo Alonso Gómez de Castro y Beatriz González, todos ellos como decíamos presos por el Santo Oficio de la ciudad de Cuenca.
Otro ejemplo de interés es el de Alonso de Castro, quien pleitea hidalguía en Ciudad Real. Este fue alcalde mayor de Buendía, teniendo además una capilla en la Iglesia de San Pedro de Huete, en la cual como sabemos se enterró él y su familia. Dicho Alonso era el padre del antes referido Bernardino y estaba casado con Elvira García. El personaje falleció en Gascueña, pero para entonces ya había dejado varios hijos, como será el caso de Sancho de Castro, casado con María de Lima (padres de Pedro de Lima) o Fernando de Castro, marido de Beatriz de Parada (hija de Alonso de Parada).
Precisamente, en Palomares del Campo, se nos cita a otro Castro sobre el que resulta difícil buscar una filiación con las líneas antes descrita, se trata de Fernando Fernández de Castro, quien era hijo legítimo de Pedro Fernández de Castro y Cornelia de Ojeda, nieto de Julián Fernández de Castro y Catalina García, así como biznieto de Juan Fernández de Castro y Catalina González, y tercer nieto de ¿Suero? Fernández de Castro y Catalina Fernández. La información genealógica que nos proporcionan estas fuentes es notoria, ya que permite ascender muchas generaciones haciendo una investigación muy somera del linaje.
Será precisamente esta última rama la que nos aguarda un mayor interés por el hecho de que en las anotaciones que tenemos registradas en nuestro archivo genealógico sobre los diferentes linajes afincados en Villarejo, veremos como a finales del siglo XVI aparecen en los registros matrimoniales los nombres de Julián Fernández de Castro y su esposa Cornelia Cipriana Ojeda. Es decir, el mismo nombre del padre de aquel Fernando que quiere demostrar su hidalguía en Palomares del Campo.
Cabe decir que en un documento lo veremos como Pedro y en el otro como Julián, siendo sin lugar a duda el mismo personaje que casa con la señora Cornelia Cipriana de Ojeda. De ser así quedaría más que confirmado que el escudo de la familia que vemos en Villarejo pertenece a esta línea de los Fernández de Castro, no obstante, hemos de remarcar que los nombres que leemos en otras ramas como sucede tanto con la de Juana como María de Castro, omiten el Fernández y nos llevan a vincularlas con la línea de Gascueña y Buendía antes referida, de ahí que pensemos que tanto los Fernández de Castro como los Castro de Villarejo sean un mismo linaje, del mismo modo que las líneas conversas que aparecen en los expedientes de Inquisición, aunque en algunos casas únicamente ampliando su apellido y así poder diferenciar y distinguirse unas líneas de las otras. Recordemos que todavía durante el siglo XVIII hay evidencias que confirman la presencia de algunos descendientes portadores de este apellido, aunque habiendo omitido la forma compuesta de Fernández. Concretamente tenemos constancia de una línea que para nosotros resulta interesante, se trata de la vecina María de Castro, esposa de Domingo Saiz.
Entendemos pues que los Castro de La Peraleja pueden adscribirse a la línea ennoblecida en Gascueña y Buendía, mientras que la de Villarejo se vinculará con las de los Fernández de Castro, pero que a la par acabarán siendo un mismo apellido que igualmente empleará los seis roeles como distintivo heráldico de su casa nobiliaria en uno u otro lugar.
Recordemos que los Castro aparecen documentados en las tierras de Huete durante el siglo XII, no obstante, cabe advertir que estos teóricamente nada tendrán que ver con los citados durante el siglo XVI. Igualmente resulta interesante marcar una distinción entre los que aparecen apellidados como Castro, siendo el caso de las ramas de Buendía y Gascueña, respecto la de los Fernández de Castro de Palomares del Campo y Villarejo. En cuanto a la primera línea estamos ante una serie de familias con un pasado converso, que como solía ser habitual, bebían de relatos y jugaban al despiste, con tal de mantener su preeminencia social, en una zona donde como era sabido el conocimiento del pasado religioso de los linajes nobles estaba a la orden del día. Desde luego la línea escurridiza de los Castro o Fernández de Castro de Villarejo de la Peñuela no era una excepción, por lo que sus integrantes efectuarán una movilidad fluida desde finales del siglo XVI hasta entrada la centuria siguiente.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de
Villarejo de la Peñuela
Bibliografía:
*Archivo de la Real Chancillería de Granada. Real Provisión de Bernardino de Sancho García de Castro y Alonso Gómez de Castro. Gascueña (Cuenca). Año 1550, Ref. 302-188-301 y 304-583-120
*Archivo de la Real Chancillería de Granada. Ejecutoria de Alonso Castro García. Buendía (Cuenca). Año 1551, Ref. 301-22-8
*Archivo de la Real Chancillería de Granada. Real Provisión de Rodrigo de Castro. Villar del Águila (Cuenca). Años 1568-1621, Ref. 302-188-117 y 304-593-217
*Archivo de la Real Chancillería
de Granada. Ejecutoria de hidalguía de Fernando Fernández de Castro. Palomares
del Campo (Cuenca). Año 1620, Ref. 301-106-3