Los orígenes del nombre de Caracenilla nos conducen como mínimo hasta los tiempos del medievo, cuando esta franja de territorio comienza a afianzarse bajo el dominio de la reconquista cristiana, a pesar de que mucho tiempo antes, ya veamos como por todo su entorno existen multitud de asentamientos tardoromanos y visigodos en los que las comunidades mozárabes irán perpetuándose y prologando su presencia incluso durante los tiempos de la dominación musulmana.
Sobre la etimología de la palabra Caracenilla, apreciamos como el erudito Helidoro Cordente (1993) en su “toponimia conquense”, señala que este nombre procede del arabismo “karazi”, es decir, un lugar o superficie de terreno en el que abundaban los cerezos, y de cuya deformación acabaría surgiendo la mención de esta localidad. No obstante veremos como existen otras posibilidades, y que obviamente abren el abanico de candidaturas a explicar el nombre de este lugar, ya que sucedía en multitud de ocasiones que había topónimos resultantes por comparaciones entre zonas, bien por una diferencia de tamaño u otros rasgos, que daban pie a menciones contrapuestas que a pesar de estar distantes, solo podían entenderse cuando se englobaban ambas de forma conjunta. Cosa que podría haber sucedido con la cercana Caracena, y cuya etimología según se cree podría referirse a un hidrónimo. Incluso tampoco hay que descartar que la raíz de la palabra arrancase de una etimología pre-romana, ya que la forma (cara o “kara”) la presenciaremos en diferentes zonas de las tierras de Castilla en alusión a una peña o roca que sobresale en el terreno.
Como vemos son diversas las posibilidades que se nos presenta, y que por tanto complican esclarecer con detalle cual podría haber sido el origen del nombre con el que se bautizaría a esta localidad. No obstante, lo que si parece estar más claro son los cimientos del área urbana sobre la que se fueron asentando los primeros habitantes. Y ello en parte podemos deducirlo por diferentes elementos paleogeográficos que pasamos a describir a continuación.
Caracenilla estaba delimitada por una serie de escorrentías o paleobarrancos que sellaron su perímetro primitivo. Obviamente esto cuesta de imaginar si partimos de la actual imagen que conocemos del lugar, al haber quedado buena parte del terreno aterrado y modificado por completo, aun así, las curvas de nivel todavía dejan entrever esa líneas de aguas pluviales, que desde el sur descendían a través de la franja del Monte de Valdibáñez como del Vallejo, y que a las afueras de la localidad convergían, creando una única vía, sumándosele otra que transitaría por dentro del actual casco urbano, donde ya se encajaba para luego incorporarse al referido colector que descendía desde el piedemonte. Esta comenzaba a zapar el terreno a la altura de la actual calle chopera para buscar más abajo el barranco anteriormente referido, y que a la altura del cascajar ya se incorporaba en las cuencas del Valdibáñez y el Vallejo.
Siguiendo este modelo, comprobaríamos como queda delimitado un espacio muy concreto, que ocuparía el perímetro extendido por la iglesia, integrando además su plaza, la calle de bajada, así como la conocida calle consuelo, donde muy posiblemente pensamos que en tiempos del medievo estaría la trama embrionaria a partir de la cual comenzaría a extenderse el municipio a medida que fue creciendo en habitantes.
Partimos de esta hipótesis urbanística al aplicar los criterios paleogeográficos antes referidos, además de la propia morfología del parcelario urbano, tras comprobar como es en las zonas periféricas a ese punto, donde ya se desarrolla una planificación más lineal, propia de los arrabales que van emergiendo con el incremento del número de habitantes, a través de los ejes que parten desde el señalado núcleo primigenio, y que no por designios del azar, queda conectando por dentro del antiguo camino que desciende desde la montaña hasta el curso de la vega del río mayor, aproximándonos más si cabe al aspecto que conformó la evolución urbana de Caracenilla siglos atrás.
David Gómez de Mora