Sin lugar a duda la existencia de agua dulce aprovechable para reses, plantas y consumo humano es indispensable para la prolongación en el tiempo de cualquier asentamiento humano, simplemente hemos de recordar sin necesidad de irnos muy lejos que uno de los grandes problemas que complicaban la vida en la hoy despoblada Carrascosilla, era precisamente la falta de agua dulce en puntos estratégicos para el desempeño de los quehaceres diarios propios de cualquier sociedad agrícola o ganadera.
Analizando la documentación del
archivo municipal de Huete, en la sección de protocolos de Verdelpino, veremos
la mención de un largo listado de fuentes, muchas de ellas dentro del término
municipal de Verdelpino, o en su defecto en los pueblos anexos que colindan con
este. Registramos aquí el nombre de algunas de estas, puesto que muchas han
desaparecido con el paso de los siglos, debido a que estamos ante topónimos que
cuenta con más de 400 años de historia.
Entre las que hemos visto escritas merece la pena indicar las surgencias de la Fuente el álamo, Fuente el espino, Fuente el ronco, Fuente la rana, Fuente la Teja, La fuente de la cepa, La fuente de la hozuela, La fuente de los ceremeños, La fuente de Mingo Caro, La fuente de Pedro Pérez, La fuente del portillo, La fuente el ciego, La fuente el pradillo, La fuente el prado, La fuente la Calera, La fuente la laguna, La fuente la puerca y La fuente los Olmos.
Analizando con un mayor
detenimiento el espacio que delimita el área de Verdelpino, apreciamos como todavía
se conservan los nombres de algunas de estas como ocurre con La fuente la Teja
(a 3800 metros del lugar en dirección este), La fuente del rey (a poco más de
un kilómetro del municipio y quedando a un lado de la actual carretera CUV-2021),
La fuente de la laguna del saz (a 3800 metros de Verdelpino en dirección
suroeste), La fuente la calera (a un kilometro y medio al sur del pueblo), sin
olvidar tampoco otros focos de afloramiento como el existente junto a la ermita
de Santa Ana o uno de los que históricamente abasteció al municipio y que luego
se aprovecharía para la construcción del lavadero y fuente que como sabemos se
llevó a cabo en el año 1936. Esta por una de sus caras servía para dar de beber
al ganado a través de un abrevadero con forma de “L” formado por varios caños.
Dentro de la misma línea, apreciamos que por su cara trasera existen diversos elementos
decorativos que en su conjunto ensalzan el valor artístico de todo el conjunto.
David Gómez de Mora