martes, 28 de febrero de 2023

Apuntes sobre religiosos de finales del siglo XVI y primera mitad del XVII en los municipios de Saceda del Río, Caracenilla y Carrascosilla

El papel del clero ha sido notorio en pequeñas localidades como las que estamos estudiando desde la perspectiva social, debido a que además de dar consideración y una representación a las principales familias del lugar, ha otorgado una influencia destacada a aquellos linajes que consiguieron contar con un sacerdote dentro de la iglesia de su respectivo pueblo.

En Saceda del Río durante la segunda mitad del siglo XVI, ya veremos nombres como el de Miguel López, Juan Sánchez o Alonso de Fernández, una serie de apellidos que no siempre por designios del azar se repetirán en generaciones posteriores, pues algunas de aquellas familias estarán representadas generacionalmente gracias a capellanías que estos habían fundado.

Conocemos el caso de Laurencio Fernández, Juan López Lobo, Juan Fernández, Alonso Mateo Sánchez, el doctor Sánchez Caballero o Juan Bautista López. Todo ello sin olvidar a los integrantes de la familia de la Fuente, donde veremos tanto el nombre de don Andrés de la Fuente o también a Esteban de la Fuente.

Cierto es que en Caracenilla ocurría algo similar, puesto que como ya habíamos comentado previamente, desde finales del siglo XVI y durante la primera mitad del siglo XVII, leeremos los nombres de algunos sacerdotes, que de la misma forma nos recuerdan el peso ejercido por algunas casas del lugar, es el caso del Licenciado Pedro Fernández Infante, Juan Fernández, el licenciado Juan Muñoz, u otros entre los que estaba don Andrés de Montemayor, el licenciado Alonso Martínez, o clérigos más antiguos como será el caso del Bachiller Rojo o el Bachiller Ocaña.

Con esto quedaba demostrado que algunas de las familias que tenían poder en Saceda del Río, eran las mismas o estaban emparentadas con las que luego apreciaremos en enclaves no tan lejanos como Caracenilla.

Si los López o los Saiz vieron que Saceda era un lugar idóneo en el que proyectar a sus integrantes, los de la Fuente y Fernández pensarían lo mismo de su ramas parentales al poder gozar de nombre no solo en la localidad, sino también en Caracenilla, donde todavía por aquellas fechas los León no habían entrado dentro de lo que era el círculo del poder.

Mientras tanto en un pequeño lugar como Carrascosilla y que estaba estrechamente conectado por su cercanía con Saceda del Río, veremos ejerciendo como párrocos a Alonso de la Fuente, al licenciado Orenes, al licenciado Asensio García (cuya familia también estaba asociada con Saceda del Río), al bachiller González de la Peña, Gabriel del Horno, Alejo Pérez, el licenciado Pedro Fernández-Infante (quien también aparecerá en alguna de las parroquias de los municipios anteriores), Alonso Martínez, Esteban de la Fuente o el licenciado Juan Cano García.

Con esto quedaba clarísimamente evidente que muchas veces estos sacerdotes ejercerán a lo largo de diferentes épocas, en distintas parroquias de un mismo territorio, por lo que no es un error el afirmar que algunos de esos apellidos, y que de manera cotidiana se repiten en los libros sacramentales, son un indicador de aquellos linajes que tenían un cierto control en esos municipios donde estas personas por su cargo serán consideradas una de las autoridades más importantes del ámbito local.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Caracenilla y Saceda del Río


Referencias:

*Archivo Parroquial de Huete. Libro I de matrimonios de Saceda del Río

*Archivo Parroquial de Huete. Libro II de matrimonios de Saceda del Río

*Archivo Parroquial de Huete. Libro III de matrimonios de Saceda del Río

*Archivo Parroquial de Huete. Libro I de defunciones de Saceda del Río

*Archivo Parroquial de Huete. Libro I de bautismos, matrimonios y defunciones de Carrascosilla

*Archivo Parroquial de Caracenilla. Libro I de matrimonios de Caracenilla

*Archivo Parroquial de Caracenilla. Libro I de defunciones de Caracenilla

*Archivo Parroquial de Caracenilla. Libro II de defunciones de Caracenilla

Apuntes sobre el clero de Villarejo de la Peñuela entre la segunda mitad del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII

La documentación eclesiástica que nos ha llegado de la parroquial de San Bartolomé Apóstol, nos aporta los nombres de algunos de los párrocos que pasaron por la iglesia del municipio, siendo el caso del Bachiller Feliciano de Ojeda, cuya familia como ya se indicó estaba asociada con los Castro, y es que Cornelia-Cipriana de Ojeda, a finales del siglo XVI casó con Juan Fernández de Castro.

El bachiller Ojeda llegaría a ejercer como mínimo hasta finales del siglo XVI, no obstante, debido al vacío documental que tenemos en un intervalo de tiempo a partir del año 1595, no sabemos de la existencia de algunos párrocos hasta que finalmente llegamos a la década de los años veinte de la centuria siguiente, cuando el cura de la localidad era Cristóbal Ballestero. Ya en los años treinta, veremos entre 1630-1635 al licenciado Martín de Urra, seguido del doctor Miguel Muñoz de Aguilera, quien entre 1632 y 1640 aparece firmando los libros sacramentales del pueblo.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Villarejo de la Peñuela

Referencias:

*Archivo Diocesano de Cuenca. Libro I de matrimonios de Villarejo de la Peñuela (1626-1764), Sig. 113/10, P. 2121

*Archivo Diocesano de Cuenca. Libro II de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1578-1595), Sig. 113/14, P. 2125

El clero de Piqueras del Castillo durante la primera mitad del siglo XVII

A pesar de la devoción y el peso que la tradición católica ha jugado históricamente en Piqueras del Castillo, veremos como desde inicios del siglo XVI serán escasos los sacerdotes que se dejarán ver por la localidad, debido en parte a que algunos de estos mantuvieron su cargo durante mucho tiempo en el lugar, es el caso de Domingo Sánchez, apareciendo antes de 1604, y haciéndolo así de manera ininterrumpida hasta 1621, cuando justo en el año siguiente seguirá su estela Miguel Sánchez Abad (este alrededor de un intervalo de años que va entre 1622-1634 aproximadamente).

De esta forma, desde inicios de dicha centuria hasta 1634, prácticamente Domingo Sánchez, y luego Miguel Sánchez serán quienes representen a la iglesia piquereña. La cosa se volverá más dinámica a partir de 1635 cuando tendremos al licenciado Gabriel Díaz y Valdés, para luego dar entrada en 1639 al licenciado Juan Fernández de Peralta, y que hasta el año 1643 fue la cara más visibles de este linaje. Recordemos que los Peralta en algunas localidades de la zona tuvieron el reconocimiento de hidalguía. El caso de Juan Fernández lo conocemos por ser este uno de los curas que a lo largo de la historia aprovechó las prestaciones de la capellanía que fundó el hijo de los terceros Señores de Piqueras (don Garci Ruiz de Alarcón). Finalmente en 1643 se hace cargo del sacerdocio Domingo de Priego, quien seguirá ejerciendo como cura local hasta pasada la primera mitad de dicha centuria.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

Referencias:

*Archivo Diocesano de Cuenca. Libro II de bautismos de Piqueras del Castillo. P-2584

*Archivo Diocesano de Cuenca. Libro I de matrimonios de Piqueras del Castillo. P-2587

miércoles, 22 de febrero de 2023

Los grabados exteriores de la iglesia de Piqueras del Castillo

La torre de Piqueras del Castillo es sin ninguna duda el emblema arquitectónico que sintetiza una parte de la historia de este municipio. No obstante, su iglesia parroquial, vendría a ser otro de esos iconos más destacados dentro de su casco urbano, por ser como veremos, un edificio sobre el que quedan muchísimas cuestiones por investigar, tal y como presenciamos días atrás, tras haber estudiado con detalle algunos de los elementos que integran esta construcción.

Concretamente nos estamos refiriendo al revoque de la pared exterior del templo (en su cara norte), donde alguien decidió elaborar un grabado que estaría representando lo que a nuestro juicio puede ser una especie de cruz de Caravaca.

A grandes rasgos, y teniendo en cuenta que una parte se ha desprendido, podemos apreciar dos líneas incisas sobre la mezcla de cal y arena, en la que a modo de dos travesaños paralelos desiguales, y que cortan perpendicularmente la parte central de una cruz que podría tener una decoración superior, leemos un texto en el que intuimos la palabra “Carabaca”.

Grabado en la pared de la iglesia de Piqueras del Castillo

En cuanto a trazas de esta tipología, la representación o tenencia de una cruz de Caravaca, se decía que protegía de ser alcanzado por un rayo, además de enfermedades producidas por animales, tal y como ocurrirá con la rabia. 

Desconocemos hasta el momento el origen de este grabado (como de otro que podría indicar la marca de un año en la misma parte del edificio). Cabe citar que esta cruz es una representación habitual dentro de esos antiguos graffitis que veremos en las paredes externas de los templos cristianos.

Detalle del grabado donde parece leerse la palabra Caravaca

No hemos de olvidar que las iglesias son lugares sacros donde es habitual observar representaciones de cruces grabadas, recordándoles de paso a los feligreses cuando visitaban el lugar, que estos se hallaban ante un espacio sagrado, motivo por el que no será casual que en muchas ocasiones este tipo de elementos los veamos alrededor de las zonas de acceso. No obstante, el hecho de que este en concreto aparezca en la parte trasera, y por lo tanto, la zona más alejada de la puerta principal, podía deberse a que las costumbres y hábitos irrespetuosos de algunos vecinos, obligaban a que hubiese de recordarse constantemente que alrededor de estos espacios no se lanzaran desperdicios o se cometieran actitudes reprochables.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

sábado, 18 de febrero de 2023

El lobo. Apuntes sobre su percepción histórica en nuestras áreas rurales

El lobo es uno de los animales que más ha marcado la mentalidad y costumbres de nuestros antepasados, debido tanto a la percepción como consecuencias en un espacio geográfico, en el que la explotación animal ha sido uno de los principales sustentos que daba de comer a la población.

Durante el medievo el lobo se asoció con lo demoniaco y el mal. Esto evidentemente influyó de manera decisiva en una concepción negativa que se extendió como la pólvora, generando una idea irreconciliable que poco o nada tenía que ver con la que los soldados en época romana tenían de este, al ser considerado todo un símbolo que representaba la valentía, la fuerza y el coraje en el campo de batalla.

No faltan referencias que nos recuerdan el temor que el lobo ocasionaba en corrales y zonas de explotación ganadera, donde esa percepción de enemigo irreconciliable se insertará dentro de una amalgama de creencias que lo vincularán con el mismísimo diablo.

Recordemos por ejemplo que la figura de San Antonio fue primordial en esas sociedades rurales, donde el protector de los animales será frecuentemente invocado, siendo especialmente aclamado el día de su onomástica, ya que además de salvaguardar el ganado, la costumbre recordaba como la bendición de las campanillas portadas por las reses, siempre se decía que además de evitar la caída de rayos en el rebaño, repelía la presencia del cánido.

Aquella imagen nefasta divulgada en los bestiarios, ayudaba menos a cambiar una percepción, en la que se entremezclaban manías y rumores, como la de que si el animal miraba fijamente a una persona, esta podía sufrir una especie de maldición o mal de ojo incurable.


En este sentido, dentro de la botánica, serán muy sintomáticos los nombres con los que se irán conociendo a determinadas plantas, debido a las creencias y usos que históricamente se les fueron asignando.

Así por ejemplo, conocido es el arbusto que denominamos vulgarmente como espantalobos (Colutea arborescens), del cual la tradición popular indica que si sus semillas eran movidas a modo de sonajero, estas podían ahuyentarlo.

Esta planta y que es fácil de ver tanto por las tierras de Castellón, como en Cuenca y otros muchos lugares de nuestra geografía, será uno de esos tantos remedios empleado por nuestros ancestros, y que distaría bastante de algunos más directos y agresivos, como ocurrirá con una planta denominada “haba de lobo” (Helleborus foetidus) o también mencionada con el nombre de hierba de los ballesteros, ya que a través de su jugo tóxico, esta se impregnaba en las puntas de las flechas que se disparaban al enemigo, de modo que la víctima en caso de ser alcanzada, tenía con ello todavía más posibilidades de fallecer.

En la misma línea, y aprovechando la toxicidad de algunas especies, veremos el uso que se le dará al matalobo o matallops (Aconitum napellus), la cual es extremadamente venenosa, por lo que aprovechando sus raíces, hojas o savia, era introducida dentro de un trozo de carne a modo de cebo, o bien en los cadáveres de las reses muertas, al ser destinada para un mismo fin.

David Gómez de Mora

sábado, 11 de febrero de 2023

Notas sobre el carlismo en Cinctorres

A estas alturas nadie discute el papel jugado por el tradicionalismo dentro de la comarca dels Ports a lo largo de las guerras carlistas. Tanto es así que no resulta necesario argumentar el rol geoestratégico como político que aglutinó el municipio de Morella y su extrarradio, especialmente durante la primera contienda. Un espacio del que tan ingeniosamente algunos estudiosos como amantes de este periodo histórico, no han dudado en calificar como de la efímera génesis de un microestado gobernado por el Tigre del Maestrazgo.

Las políticas liberales marginaban a muchos pequeños labradores, que durante la centuria anterior ya habían asistido a un proceso de desposesión patrimonial. Las nuevas formas de entender el estado y la sociedad auguraban fuertes cambios en áreas rurales donde la rutina y las costumbres regían el día a día de sus gentes.

Aquellos enclaves formados por pequeños y medianos propietarios, veían con mucho temor las reformas que podían tirar al traste la única forma de entender la vida que esos hombres del campo tenían. “La legislación aprobada por los liberales incidía y aceleraba este proceso (…) se iniciaba de esta forma el proceso revolucionario burgués español, donde la consolidación de la propiedad privada se convertía en paso indispensable en la consolidación de las relaciones de producción capitalista de mano de la burguesía” (Sanz, 1999, 65).

Bandera de combate del General don Ramón Cabrera “A muerte en el campo de batalla”. Fuente: elpeliciego.com/la-historia/

Cinctorres además de ubicarse en uno de los puntos calientes del carlismo peninsular, partía de unos precedentes antes del estallido de la primera contienda, que ya hacían presagiar movimientos convulsos. En 1833 la rebelión carlista supo canalizar esta situación con el apoyo de numerosos hijos del pueblo que se enrolaron en las filas sublevadas.

La presión y el apoyo al carlismo desde Cinctorres como todo su territorio adyacente fue siempre una cuestión innegable. Javier Urcelay, en su obra sobre el Maestrazgo carlista, indica que durante la tercera guerra hubo actividad entre sus calles, viviéndose episodios como entre los años 1869 y 1875. Sabemos por ejemplo que “el 14 de agosto de 1869 se apoderaron de Cinctorres doscientos carlistas armados contra la Revolución Gloriosa” (Urcelay, 2002, 157). Antonio Caridad nos informa que durante la tercera guerra facciosos entraron en el municipios sin encontrar ninguna resistencia, hecho que como sabemos también se repetiría durante la primera contienda.

Sobre la devoción católica de los vecinos del lugar, nadie ponía en tela de juicio su arraigo a la fe cristiana, y es que cabe recordar que la Iglesia de San Pedro Apóstol, y que fue finalizada durante el siglo XVIII, se financió únicamente a través de los 130 hogares con los que contaba por aquel entonces la villa. El peso de la devoción era tal que a pesar de haber una cifra de habitantes no muy alta, en el término municipal había hasta cuatro ermitas.

La presencia de masías habitadas por aquellas fechas era también otra de las cuestiones que aquí habríamos de destacar. Si seguimos el padrón publicado por Mn. Josep Alanyà (el cual se convierte en una fuente indispensable para efectuar una radiografía social del Cinctorres inmediato al desarrollo de la primera guerra), veremos que este cita la existencia de un total de 17 masías habitadas (Alanyà, 2004, 96-100):

- Mas de Costa (familia Prats-Monfort)

- Mas de Clarà (familia Segura-Jordà)

- Mas de Sant Pere Màrtir (familia Borràs-Deusdat)

- Mas de Sorribes (familia Sorribes-Beltran)

- Mas de Gasulla (familia Gasulla-Escorihuela)

- Mas del molí de Borràs (familia Grau-Conesa)

- Mas del hostal nou (familia Milián-Querol)

- Mas de Mossèn Batiste (familia Guardiola-Quadroy)

- Mas Roig (familia Casanova-Polo)

- Mas del Coll (familia Climent-Montserrat)

- Mas de Guardiola (familia Guardiola-Casanova)

- Mas de Moles (familia Moles-Ripollés)

- Mas de Frai Ximeno (familia Altava-Tena)

- Mas de Frai Ximeno (II) (familia Borràs-Climent)

- Mas de la Llonguera (familia Cortés-Ripollés)

- Mas de Carceller (familia Carceller-Carbó)

- Mas del Molí de Costa (familia Sabater-Querol)

Las masos eran puntos logísticos muy destacados, ya que proveían de pertrechos y cobijo a aquellos guerrilleros que estaban en constante tensión, a la búsqueda de espacios que les guareciesen y otorgaran cierta tranquilidad respecto los núcleos poblados, al ser en estas casas de campo mucho más difícil ser interceptado. El 16 de noviembre de 1874 fue capturado en el Mas de Clarà don Ignacio Polo i Guardiola, personaje conocido en el pueblo con el mote del “Confiter de Cinctorres”.

Don Ignacio fue comandante del Batallón Maestrazgo nº8, además de ser arrestado junto con otros 24 carlistas (M. Salvador -Vivencias de la última guerra-, pp. 236; en Urcelay, 2002, 158). Los descendientes de la familia Segura, como los miembros de otras de las masías que había en la zona, se implicaron muchas veces permitiendo esconder entre sus paredes a muchos de los cabecillas sublevados. Así pues, este mismo mas “sirvió de refugio a la partida de Vallés y de Joaquín Mestre en la insurrección de agosto de 1869” (Urcelay, 2002, 158). Antonio Caridad ya nos informa de la importancia de estos lugares como puntos claves para los rebeldes, especialmente para los jefes “cuando se movían acompañados de un pequeño número de personas” (Caridad, 2013, 274).

No obstante, si tuviésemos que destacar dos linajes locales volcados con la causa rebelde a lo largo de los diferentes enfrentamientos que se desarrollaron en esta tierra durante las diferentes varias en las que duró este conflicto, sería imposible no citar algunos miembros de familias locales como los Ripollés y los Polo.


La familia Ripollés

A diferencia de los Polo, el linaje de los Ripollés tenía un importante número de integrantes en esta localidad, destacando entre ellos la figura de don José Joaquín Mezquita i Ripollés, un personaje que dará al carlismo cinctorrá un nombre en los anales de su historia durante la primera guerra. Este personaje fue estudiado por Antonio Caridad en su trabajo “Cabrera y compañía. Los jefes del carlismo en el frente del Maestrazgo” (2014, 430-432). Don José nació en Cinctorres el 4 de julio de 1804, siendo hijo de Joaquín Mezquita (alpargatero, nacido en 1771) e Ignacia Ripollés (un año más joven que su marido).

Su familia vivía en la casa número 4 de la plaza de la Iglesia, uno de los lugares más céntricos del municipio. En aquel hogar también residía su hermana María Manuela Mezquita i Ripollés, esposa de Manuel Artola. José Joaquín vivía en compañía de otros tres hermanos (Manuel, Cosme y Juan de Dios) (Alanyà, 2004, 54). En cuanto sus padres pudieron enviaron a don José a una escuela de primeras letras, lo que motivó “que en 1814 estudiara latín para seguir la carrera eclesiástica. Concluida la gramática, Mezquita marchó a Tortosa para continuar sus estudios en el seminario conciliar, donde realizó tres cursos de filosofía. Pero su carrera se vio truncada cuando en 1820 abandonó las aulas y regresó a su casa, ante el cambio de gobierno que se había producido. Dos años después se unió a la partida realista de Rambla, siendo nombrado sargento primero y secretario de Chambó, debido a que sabía leer y escribir. Posteriormente, cuando su jefe se hizo con el mando de la partida, Mezquita ascendió a alférez, combatiendo más tarde en la acción de Almenara, en el sitio de Valencia y en la toma de Morella (1823)” Caridad (2014, 430).

El destino de José Joaquín cambió bruscamente durante el año 1832 cuando este fue expulsado del ejército tras una depuración de oficiales absolutistas, pasando al año siguiente a instalarse de nuevo en “su pueblo y esconderse en casa de un amigo, hasta que se unió a los rebeldes de Morella. Se agregó entonces al batallón de aragoneses, dirigido por Carnicer, a quien siguió hasta la acción de Calanda, y que fue un completo desastre para los partidarios de don Carlos” (Caridad, 2014, 431). Sobre nuestro personaje, de nuevo Caridad (2014, 431) añade que “permaneció allí hasta enero de 1834, cuando fue convocado por Carnicer, a cuya llamada acudió inmediatamente. Participó entonces en una reunión, en la que se le pidió que marchara al norte para pedir órdenes e instrucciones a Zumalacárregui”. Uno de los aspectos más importantes del hijo de Ignacia Ripollés, fue que al haber estado como oficial del ejército, acabó convirtiéndose “en profesor de táctica militar de Cabrera, aprovechando para las clases los momentos de descanso o en los que no había peligro” (Córdoba, B., Vida militar…, v. 1, pp. 52 y 53; Caridad, 2014, 431). Su involucración con la causa durante el desarrollo de la primera contienda fue una realidad que debemos entender también desde las relaciones parentales que la familia tendrá con otras familias del lugar, pues como hemos sabido hubo nexos ideológicos entre muchos de los parientes que orbitaban a su alrededor. Por desgracia nuestro personaje acabaría siendo capturado, por lo que incluso a pesar de su arrepentimiento, fue condenando a muerte, siendo ejecutado al garrote vil (Caridad, 2014, 432).

José Joaquín, como otros muchos vecinos de su municipio, tenían clara la importancia de lo que suponía la defensa del carlismo, es por ello que si analizamos su genealogía familiar, veremos evidentes relaciones con aquellas familias que también guardaban parentesco con la casa de los Polo. Y es que a pesar de que nos separen varias décadas entre los hechos de la primera y la tercera guerra, en muchos hogares poco cambiaron las ideas con las que padres, hijos y abuelos, a lo largo de diferentes generaciones, se vieron convencidos en la necesidad de defender una forma de vida que arraigaba en los cimientos de una idiosincrasia tradicionalista, que poco o nada había variado con el trascurso del tiempo.


Genealogía de la familia de don José Joaquín Mezquita Ripollés (Elaboración propia. Apuntes genealógicos del autor)

La casa de los Ripollés entabló relaciones con familias del lugar como es el caso de los Climent y Guardiola, quienes tal y como comprobaremos en el siguiente apartado también lo habían hecho con los Polo. Las asociaciones entre linajes con vínculos que procedían de masías, además de nexos de apoyo al carlismo, y con quienes existían lazos muy estrechos, propició un conjunto de políticas matrimoniales muy cerradas, y que entraban dentro de las que por normalidad se habían extendido desde siglos atrás en estas tierras. Los tíos de don José Joaquín (el maestro militar de Cabrera), eran Carlos Ripolles y su esposa Josefa Borràs (esta hija de los propietarios del mas de Sant Pere mártir).


La familia Polo

Los Polo eran portadores de un apellido que como veremos en diferentes lugares llegó a tener un reconocimiento de hidalguía, fenómeno que los podía convertir en representantes de una pequeña nobleza rural, y que por aquellas fechas muchas veces se posicionó del lado del bando sublevado. Como ocurría en el caso de la familia del personaje que a continuación nos ocupa, sus antepasados y parientes no vivían del todo mal, pues precisamente veremos como a principios del siglo XIX uno de los grandes propietarios que había en la localidad era un miembro de los Polo (Sanz, 1999, 64). Aquellas familias de la burguesía rural, la pequeña nobleza, junto con el clero local, y con el que muchas veces guardaban una relación muy estrecha por tener algún miembro de la familia ordenado dentro del brazo eclesiástico, mostraban una enorme preocupación por las reformas políticas que podían comportar un ataque a los cimientos tradicionales de esa sociedad que había permanecido estática en lo que respecta a muchos de los grandes cambios que empezaban a extenderse por todo el territorio.

Es ahí, dentro del seno de una familia que reunía muchas de las características que hemos descrito, donde nacerá don Ignacio Polo i Guardiola, hijo de los labradores Antonio Polo y María Antonia Guardiola. Nuestro personaje se crió en la casa nº112 de la calle de la plaza. Entre sus hermanos estaba María Antonia Polo i Guardiola, además de un criado a su servicio que se llamaba Andrés Peñarroya.

Don Ignacio es sin lugar a duda una de las figuras más ilustre del carlismo cinctorrá durante la tercera contienda. Así pues, conocido en el lugar con el mote del “Confiter de Cinctorres” (en alusión a su profesión), participó en algunas acciones destacadas. Sabemos que acabaría formando su partida en la localidad de Ares del Maestrat en verano del año 1869. Pero es un poco más tarde, en 1872, cuando don Ignacio saldrá al paso con su propia partida, incorporándose al mando de Joaquín Ferrer. Entre sus acciones cabe destacar una intervención que sorprendió a la guarnición liberal de Cantavieja el 10 de diciembre de 1872, y en la que iba acompañado por un grupo de 150 hombres. Este hecho será notable, pues tras aquel ataque consiguió desarmar a más de una veintena de guardias civiles.

En esta ocasión, como sucedió en la mayoría de los enclaves, todavía seguía viva la herida y el recuerdo del daño que ocasionaron las tropas liberales en muchos de los pueblos de esta zona hacía unas cuatro décadas atrás, de ahí que sin dudarse un instante, y a pesar de no arrastrarse el apoyo de una figura como la del histórico Cabrera de la primera guerra, muchos de los hijos de este territorio no dudaron en lanzarse al monte a defender lo que consideraban un ataque contra los intereses de sus familias.

El 16 de noviembre de 1874, “en la masía de Clarà, situada entre el Portell y Castellfort, dentro del término de Cinctorres, es hecho prisionero el teniente coronel del ejército carlista Ignacio Polo Guardiola, el 'confiter de Cinctorres'. Un chivatazo permitió el hecho. A las dos de la madrugada, cincuenta soldados isabelinos bajo el mando del capitán Antolí rodearon la masía, llamaron a la puerta y los carlistas que esperaban la llegada de un compañero, confiados, abrieron la puerta permitiendo el paso de su enemigo. Creyendo que el enemigo era más numeroso se rindieron sin condiciones y fueron llevados a Morella al frente de su teniente coronel Ignacio Polo, antiguo capitán de Cabrera y organizador y jefe del 8º batallón del Maestrazgo” (Segarra Capsir, 2011)

La familia Polo no era excesivamente nombrosa en el municipio en relación con otras como la de los Ripollés, y prueba de ello lo vemos en la lista electoral del año 1895, en la que se recogen algunos de los integrantes de este linaje, mayores de 40 años, y que reunían las condiciones exigidas para poder ejercer su derecho a voto, siendo estos:

- José Aguilar i Polo, 60 años, sangrador, plaça (nº 2)

- Joaquín Guardiola i Polo, 76 años, jornalero, carrer de Sant Roc (nº 6)

- Joaquín Polo i Dolz, 44 años, traficante, carrer de Sant Lluis (nº 131)

- Francisco Polo i Moles, 53 años, pastor, carrer de Sant Vicent (nº 52)

- Juan Polo i Moles, 51 años, labrador, carrer de Sant Vicent (nº 12)


Genealogía de la familia de Ignacio Polo Guardiola (Elaboración propia. Apuntes genealógicos del autor)

Tal y como ocurre con el caso de la familia de José Joaquín Mezquita, los Polo como los Guardiola guardaron relaciones muy estrechas con la casa de los Ripollés y los Climent, los cuales como sabemos estaban asociados con algunas líneas de masoveros del municipio. Precisamente la rama de los Climent-Ripollés era la que a principios del siglo XIX estava vinculada con el mas d'en Coll, por ser sus propietarios Isidro Climent y Francisca Altava.

La fuerte endogamia que se practicaba en la localidad, unida a los vínculos ideológicos que solían haber entre muchas de las casas, fomentaban una política de alianzas matrimoniales muy herméticas, heredadas de tiempo atrás, y que como se verá hasta el siglo XX fueron una práctica muy habitual.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Alanyà i Roig, Mn. Josep (2004). El padró de Cinctorres. Any 1817 (Ports de Morella). Ajuntament de Cinctorres, 128 pp.

* Arxiu Parroquial de Cinctorres. Volum I de baptismes (comença l'any 1800).

* Boletín Oficial (Suplemento), Año 1895. Cinctorres. Electores correspondientes a dicho Ayuntamiento por el primer y segundo distrito.

* Bordás Marcoval, José (1997). La Guerra del Groc. Memoria de un voluntario carlista forcallano [Tomás Peñarroya Peñarroya]. A. 1833-1874. Ayuntamiento de Forcall. Jordi Dassoy, Impresor, Sant Carles de la Ràpita.]

* Caridad Salvador, Antonio (2013). El ejército y las partidas carlistas en Valencia y Aragón (1833-1840). Universitat de València, 364 pp.

* Caridad Salvador, Antonio (2014). Cabrera y compañía Los jefes del carlismo en el frente del Maestrazgo (1833-1840). Colección Estudios Historia. Institución «Fernando el Católico» (C.S.I.C.) Excma. Diputación de Zaragoza Zaragoza, 623 pp.

* Cuerpo del Estado Mayor del Ejército. Tomo XII, pag. 82

* Segarra Capsir, Francisco (2011). Los horrores en el Maestrazgo carlista (el desastroso siglo XIX español). Ed. Antinea. Vinaròs

* Urcelay Alonso, Javier (2002). El Maestrazgo carlista. Una visita a los escenarios de las Guerras Carlistas del siglo XIX. III Edición. Editorial Antinea. 383 pp.

* Sanz Rozalén, Vicente (1999). “Revolució i contrarrevolució a la batllia de Morella”. Cinctorres. Els nous temps, Tortosa, vol. II, pp. 59-74

Breves notas sobre los Sangüesa peñiscolanos

Entre los apellidos afincados en Peñíscola durante las últimas centurias y que a continuación de manera muy breve quisiéramos tratar, tenemos el caso de los Sangüesa. Un linaje que sin lugar a duda durante el siglo XIX deberíamos integrar dentro de aquella élite peñiscolana, y que a pesar de proceder de fuera, gracias a su capacidad económica y control de un patrimonio a tener en cuenta, supo granjearse una posición social entre las casas más destacadas del lugar, insertándose dentro del sector liberal, que como veremos dirigirá las riendas del municipio durante esa centuria.

La familia Sangüesa entroncará con las familias principales, tal y como veremos en el caso de doña Manuela Sangüesa y Ayza, quien era hija por línea materna de una rama de labradores con posibles del municipio, y no por designios del azar acabaría sellando sus esponsales con don Juan Bautista y Sanz y Bayarri, médico de la localidad, y fruto de cuyo matrimonio nacerá el abogado don Hilarión Sanz y Sangüesa, quien con sus 72 años no tuvo ningún inconveniente en casarse con doña Herminia Alandiz y Albiol, esta por línea materna descendiente de una de las familias mejor aposentadas de Peñíscola, y cuya madre era la nativa doña Manuela Albiol y Castell.


Zona conocida como del Corral de Sangüesa (Peñíscola)

La adquisición de propiedades en diferentes zonas del término municipal, bien por herencia de sus entronques o por compra directa, llevarán a que el linaje poseyera variadas propiedades, llegando hasta el día de hoy una zona que queda alejada del área poblacional, y que se conoce como del Corral de Sangüesa. Un topónimo que nos recuerda la permanencia de este apellido, en este caso descendiente de esa casa que tanta importancia jugó en la historia del municipio durante el siglo XIX y primeras décadas del XX.

David Gómez de Mora

Edificios religiosos y sus advocaciones (Saceda del Río)

La Iglesia Parroquial de la Natividad de Nuestra Señora es el principal edificio religioso que ha existido en la historia de esta pedanía. Como suele ocurrir en la gran mayoría de localidades, por muy pequeñas que estas sean, siempre veremos otros lugares de veneración, como es el caso de las ermitas.

En Saceda conocemos las ruinas de la antigua ermita de San Gregorio, esta un tanto apartada de la zona poblada, y a la que como solía ser costumbre, se acudía durante las celebraciones de las tradicionales romerías.

Las festividades que recuerdan la advocación a la que están dedicados estos edificios se celebran el día 8 de septiembre, en el caso de la Natividad, así como el 9 de mayo para San Gregorio Ostiense.

La Natividad es una fiesta mariana, que según muchos expertos, presume de ser una de las más antiguas en ser celebradas entre los cristianos, pues se dice que su origen se remonta al siglo IV, aunque no sería hasta cuatro centurias más tarde, cuando el papa Sergio I empezaría a festejarla de manera oficial en la ciudad de Roma.

Por otro lado, San Gregorio ha sido fruto de muchas confusiones, como ocurrirá en la ciudad de Jaén y otros tantos enclaves de nuestra geografía peninsular, al ver similitudes iconográficas y por coincidencia de nombre entre el que conocemos como el San Gregorio Nacianceno (un teólogo nacido en el año 329 y fallecido 60 años más tarde, y que fue una figura decisiva en el afianzamiento de la teología trinitaria, tras la aparición de la herejía arriana), respecto el otro Gregorio (el Ostiense), un personaje del siglo XI, y que además de ser Obispo de Ostia, acabaría ocupando el cargo de Cardenal. Su advocación resulta de notable interés en las zonas rurales, pues como sabemos este es considerado el abogado contra las plagas del campo, de ahí que casi siempre que lo veamos venerado en algún lugar, ello suele suceder por el hecho de que los habitantes de ese enclave mostrarían su agradecimiento o buscarían la protección de su imagen, para que este intercediera en la protección de las tierras de cultivo.

Imagen de San Gregorio en el altar mayor de la Iglesia Parroquial de Saceda del Río

Sabemos que la reliquia de San Gregorio Ostiense creaba una importante cantidad de movimiento entre peregrinos hacia el norte de España. Pues su imagen se veneraba con llegada de gente de todo el país en la Basílica que veremos emplazada en una loma del municipio navarro de Sorlanda. El relicario que allí se tiene de este santo, tiene la forma de su cabeza, estando trabajado en plata, datando de la primera mitad del siglo XVIII. En su interior se hallan un hueso de la mandíbula, una costilla, junto un fragmento del espinazo.

Madoz a mediados del siglo XIX, además de la ermita de San Gregorio, cita también a las afueras de Saceda otra pequeña construcción dedicada a San Santiago, una advocación que veremos en diferentes partes de la provincia conquense, y que nos recuerda la figura del hijo de Zebedeo y Salomé.

Siguiendo el versículo de Juan 19:25, muchos autores han interpretado que esta Salomé era la hermana de María (la madre de Jesús), motivo por el que se emparentaría a Zebedeo como tío de este, y por lo tanto al referido Santiago el apóstol como primo hermano del Mesías. Al Apóstol durante el medievo se le representará como un caballero armado, de ahí que tras la reconquista su figura comenzase a extenderse por muchas iglesias y ermitas que recordarán las gestas bélicas de los caballeros cristianos, en donde Santiago era el protector que siempre estaba presente.

Sabemos por referencias escritas del siglo XVII y que ya publicamos en nuestro trabajo sobre la historia y linajes de Saceda del Río, Carrascosilla y Caracenilla, que el Licenciado Francisco Vicente (un personaje que atesoraba un patrimonio importante) tras fallecer en 1682 mandó más de 500 misas por su alma y las de sus seres queridos, además de enterrarse en la sepultura que su padre tenía en la capilla mayor de la iglesia del pueblo, indicando el deseo de construir una capilla dedicada a San Guillermo en la Ermita de Nuestra Señora de la Paz (con festividad el 24 de enero), y que también restauró con el dinero sobrante.

Otras dos ermitas que tenemos referencias son la de Nuestra Señora de Gracia, con festividad el primer domingo de agosto, así como la de la Visitación de María, y que nos recuerda el momento en el cual la Virgen, embarazada de Jesús, se dirigió a su pariente Isabel, quien estaba también esperando el nacimiento de Juan el Bautista, tal y como recoge en su Evangelio Lucas.

Como sabemos, algunos de estos edificios, al no seguir manteniéndose, fueron desapareciendo con el tiempo. Y es que como nos demuestra la documentación, muchas de estas ermitas eran sufragadas por particulares, por lo que si la familia o sus descendientes no eran capaces de poder afrontar los costes que comportaba su mantenimiento, muchas acababan cayendo en estado de ruina, tal y como hemos presenciado en diferentes municipios que hemos investigado de esta zona, cosa que no sucedía con las iglesias parroquiales, debido a su regularidad de culto, además de que el municipio al completo tenía una implicación económica que no se daba en el caso anterior.

Muchas de esas ermitas que debían ser costeadas por particulares o vecinos, a pesar de que se dejaba explícitamente indicado en sus mandas testamentarias que aquella edificación había de mantenerse en buen estado, veremos que con el trascurso de las generaciones, y los problemas que empezarán a surgir a partir del siglo XIX (ante una notable secularización, que complicaba muchas veces el ejercicio de estos deberes), acabarán cayendo en el olvido y desaparición, quedando hoy simplemente como el recuerdo de un pasado, que nos sirve al menos para entender cómo y de qué forma pensaban muchos de esos antepasados que vivían en este territorio de la Alcarria Conquense.

David Gómez de Mora

viernes, 10 de febrero de 2023

Apuntes sobre el hisn de Banískula y sus alrededores

Los castillos de nuestra franja geográfica son en muchos casos de tipo roquero, adaptándose a las prestaciones de un relieve escarpado, que siempre dificultará el acceso al enemigo. Cierto es que el mal estado en el que se encontrarán muchos de ellos, junto con los usos y adaptaciones que irán sufriendo con el trascurso de los siglos, modificarán su aspecto originario.

Cuando analizamos nuestro territorio, no podemos ignorar el papel jugado por las tribus bereberes, las cuales asentadas en muchos casos en modestas alquerías y que contarán con algún tipo de sistema defensivo (por muy precario o modesto que fuere), guarecerán a los habitantes de esta zona, ante la ocurrencia de un ataque sorpresa que no permitiese la posibilidad de huir hacia el hisn.

Como ya hemos comentado en diferentes ocasiones, pensamos que el hisn baniskulano se articularía gracias al apoyo de una serie de pequeñas alquerías desperdigadas por lo que hoy es el llano de Vinaròs-Peñíscola, y sobre las cuales a día de hoy ignoramos la existencia de muchas de ellas. Estas mediante una especie de muralla, así como una zona desde la que poder comunicarse mejor con el resto de poblados o puntos habitados, serían lugares suficientemente importantes para esas personas que residían de modo aislado, y que como sabemos, se regían por un planteamiento urbanísticamente espontáneo y desordenado.

No obstante, sería casi imposible pensar en la ausencia de torres o atalayas, que mediante señales de humo bien durante el día, así como con fuego por la noche, mantendrán una mínima vigilancia del lugar. En cambio, otras como las que hay en la zona de Sòl de Riu o la famosa torre Badum de la Serra d’Irta, quedará claro por la toponimia en el caso de esta última, que no siempre beberán de unas raíces tardías, como nos da a entender su edificación durante el siglo XVI, ya que simplemente se reaprovecharán de una estructura previa, a pesar de que esta se llegue a modificar por completo.

Entre estos tramos se hará uso de guardas y jinetes, que estarán en constante contacto con los principales lugares de población, pudiendo ser un buen ejemplo el caso de la Garrotxa, unos restos constructivos ubicados en los confines del término municipal de Peñíscola, casi literalmente marcando una línea medianera que beberá del medievo, entre los dominios de Cervera y la ciudad de la roca, donde pensamos que radicaría la clave de esta cuestión para entender la ubicación de ese espacio de control.

Las ruinas de esta construcción se hallan a una cota de 284 m.s.n.m., en los lindes con el término de Cervera, sobre los restos de una obra que se alzó con material procedente del mismo lugar, y que aprovechando su posición geográfica, cubría un amplia visual desde la que se controlaban los dominios de las sierras de las Atalayas de Xivert a Irta, además del corredor que conectará con el llano de Vinarós-Peñíscola, junto una sección importante de la línea de costa.

Los restos de esta edificación aprovecharán el poco espacio del que se disponía en la zona en la que se corona la loma, al divisar el paso y aprovechando el espacio defensivo del lugar, gracias a las pronunciadas paredes acantiladas, que a través de la forma troncocónica del cerro, en algunas vertientes imposibilitarán un acceso directo. La escasez de suelo para uso agrícola, nos lleva a pensar en que la erosión y baja potencia del sustrato edáfico del entorno, harían de ese punto un enclave propio para las labores de tipo ganadero.

A nuestro entender los restos de la construcción que coronan la loma, deberán de enmarcarse más bien en lo que será un punto de vigilancia que conectaba dos enclaves, en lugar de tratarse de una construcción de mayor entidad, que le dará a los restos un mayor rango arquitectónico, como presenta en su libro Joan Negre Pérez (2020), y titulado “En els confins d'al-Andalus. Territori i poblament durant la formació d'una societat islàmica a les Terres de l'Ebre i el Maestrat”. 

Al respecto, dicho autor (2020, 228) señala la Garrotxa como uno de los principales yacimientos de época emiral que habrían en esta zona de estudio. Quedando dudas por ahora sobre su posible finalidad.

En nuestra opinión la Garrotxa era un simple punto de refuerzo, que aprovechando su ubicación lindante, bien podría conectar las visuales de los husun de Banískula y Cervera, ya que debido a la interposición de esa loma entre ambos enclaves, esta resultaría necesaria para un fin únicamente de vigilancia, y que no iría más allá de los servicios que podría ofrecer una mera atalaya que divisaba o conectaba dichos puntos, además de poder asegurar la explotación ganadera que se desarrollaba en la zona, debido a las condiciones del relieve.

Mojones linderos en la zona de La Garrotxa, y que separan el término de Peñíscola. La estructura rectangular del mapa corresponde a los restos de la construcción que aquí describimos

Respecto a los restos que se disponen en la loma, apreciaremos como su planta sigue una especie de forma lineal, orientada en dirección ONO-ESE, en la que se observan algunos recodos, con alturas de hasta dos metros, como sucede con un muro trapezoidal, delimitado por varios espacios recortados, con dos esquinas de longitudes de 3'30 x 1'20 x 2'00 metros. Precisamente, a partir de ese lugar y no muy abajo veremos de nuevo la base de una construcción cuadrada dispuesta sobre una base de cuatro metros de lado y una altura de 1'5 metros.

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Joan Negre Pérez (2020). En els confins d’al-Andalus. Territori i poblament durant la formació d’una societat islàmica a les Terres de l’Ebre i el Maestrat, Be-nicarló, Onada Edicions, 476 pp.

Apuntes sobre los Luna

Pocos son los datos que conocemos de forma precisa sobre los orígenes de esta noble casa aragonesa con raíces navarras, especialmente en lo que concibe al momento de querer precisar con detalle el papel que jugaron en un periodo previo y posteriormente inmediato a la reconquista, en el que durante el siglo XIII la tradición relata que esta casa comenzó a crecer dentro de la corte, no sin antes ya ser señores, y que tras la entrada del nuevo reino cristiano de Valencia, favoreció más si cabe la posición de poder que estos controlaban.

La tradición recogida en los armoriales y obras con un claro interés propagandístico por remarcar un origen caballeresco que conduce los Luna hasta el siglo XI, se repetirá por activa y pasiva en numerosos tratados y obras genealógicas, dándose mayor cantidad de detalles tras las crónicas que nos hablan de las campañas gestadas por Jaime I.

Pintura mural de los Luna acudiendo a la reconquista de Valencia (siglo XIV). Foto del autor

Como ejemplo leeremos asociados a este monarca el nombre de un caballero llamado Artal de Luna, quien morirá endeudado, no sin antes haber casado con María Lehet, y que tras participar según se cree en el asedio fallido de Peñíscola en 1225, varias décadas más tarde, y justo un par de dias antes de su fallecimiento, entregaría a su hermano Lope Fernández de Luna parte de la herencia que le correspondía de su madre, quien era además señora de Paterna. Sabemos que el referido hermano, casaría con la hija de Ximeno de Urrea, muriendo a principios del siglo XIV.

Lápida de la familia Luna (foto del autor)

La presencia de los Luna en la empresa reconquistadora tendrá como primer gran hazaña el intento de ocupación de la localidad de Peñíscola, algo que no debería sorprendernos, especialmente si tenemos en cuenta que esta familia estuvo presente pocos años después en la toma de Valencia (1238), tal y como se refleja en la famosa pintura mural del siglo XIV, y que veremos en el castillo de la Orden de Calatrava de Alcañiz, donde se aprecian los pendones y gualdrapas de dos ramas de los Luna, y que entraron a lomos de su caballo con el rey Jaime I tras la toma de la ciudad de Valencia.

David Gómez de Mora

Sillares y restos antiguos en Piqueras del Castillo

La cantería es uno de los oficios artesanales que antaño cobró muchísima importancia en el ámbito de la construcción, donde el cantero o experto en el labrado de la piedra, comenzaba acudiendo hasta el lugar de explotación, y que como veremos en el caso que nos ocupa bien podría ser la misma loma donde se alzará la torre emblemática de esta localidad, aunque cabe matizar que igualmente encontremos otros focos dentro del término municipal destinados a estos menesteres, y en los que aquellos canteros valiéndose de sus herramientas y experiencia, podían sacar las cantidades necesarias de piedra para la ejecución de cualquiera de las obras que debiesen efectuar.

El proceso de extracción consistía inicialmente en la búsqueda de un material con unas cualidades adecuadas, aproximando la superficie que se deseaba trabajar a golpe de maza y cincel, marcando unas zonas de incisión, donde luego se colocarán unas cuñas, que valdrán para partirla y separarla de la roca madre en la que se halla.

Estas piezas posteriormente solían ser trasladadas con la ayuda de animales hasta el taller o la zona en la que el cantero podía trabajar con mayor comodidad, y en donde este ya se encargaba de ir adecuando las caras de los bloques, para así darles la forma final. Para ello los deberá ir desbastando, quitando esas partes que sobresalgan, dejando una medida adecuada de acorde a la idea del trabajo que deseará realizar.

En el caso de Piqueras, veremos la existencia de sillares en diferentes partes del municipio, que han sido desprovistos del lugar en el que se encontraban originariamente, siendo por ejemplo el caso de la zona de la plaza, donde además de la base de una columna con letras grabadas y bloques de un considerable tamaño que conjuntamente sumarán alrededor de una decena de piezas, hallaremos otros ejemplares esparcidos alrededor de la torre, tal y como sucede con algunos que acabarán empleándose para la construcción de una fuente, además de haber a sus pies una pieza que nosotros hemos identificado como lo que claramente se aprecia que es una dovela que estaría integrada en el arco de algún acceso, junto otra serie de piezas y que apreciamos a escasos metros del punto referido.

Desconocemos el uso exacto que antaño tuvieron algunas de las mismas, ya que en estos momentos el intentar plantear una posibilidad de uso sería mera especulación, al darse como sabemos el caso de que la torre del pueblo presenta bloques reutilizados, como sucede con uno que ya comentamos en un artículo anterior y que posee una inscripción romana. Y es que justo en esa zona elevada del municipio, convergen los elementos tanto arqueológica como arquitectónicamente más importantes del lugar, puesto que por un lado tenemos la torre medieval, y sobre la que desconocemos si habría algún tipo de construcción preexistente, sin olvidar que partiendo de las reseñas que nos dan las cartas arqueológicas de este término municipal, no faltan precisamente vestigios que se enmarcan en épocas pasadas como la íbera, romana e incluso tardoromana y visigoda. Del mismo modo, a escasos metros de este punto, hallamos la iglesia parroquial, de raíces medievales, y la cual como ya se advirtió sufrió una serie de reformas, que alteraron parte del edificio, de ahí que tanto si esas piedras pudiesen guardar alguna relación con la torre, la antigua iglesia, una vivienda o directamente fuese reaprovechadas de otro espacio, esta cuestión no podemos concretarla, pues lo único que queda claro es que al menos poseen cierto interés, por lo que en futuros artículos iremos aportando más detalles sobre reseñas que puedan ayudarnos a conocer un poco mejor las raíces de ese Piqueras del Castillo del que tan pocas cosas sabemos.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

La mallada de la rabosa. Territorio de raposas

El zorro es uno de los animales más audaces que han existido en nuestro ecosistema litoral, siendo un gran quebradero de cabeza, especialmente para pastores y labradores con corrales, que veían cotidianamente el daño infringido en aquellos puntos dedicados a la cría de aves.

Como sabemos este cánido siempre ha representado un problema en los lugares donde se cuidan gallinas, patos o palomas, pues una sola noche le es suficiente para generar un daño considerable.

Vistas desde la mallada de la rabosa (Serra d'Irta, Peñíscola)

Conocemos el caso de la Serra d'Irta, donde la especie se mueve con relativa tranquilidad, y en la que antaño sus poblaciones eran bastante importantes, tal y como nos lo sigue recordando la toponimia local con la mallada de la rabosa o el barranc de la rabosa. Su expansión, con especial intensidad desde el siglo XX al haberse eliminado de la cadena trófica sus principales predadores (el lobo y el lince), ayudaron a que este mamífero proliferase en cantidades remarcables. Cierto es que aunque las grandes rapaces son también una amenaza para su especie, la escasa densidad de esas poblaciones y dificultad con la que se dejan ver en esta zona, no suponen prácticamente ninguna preocupación para el animal.

Hemos de recordar que uno de los principales problemas con el que contaban los labradores, no era solo el peligro de que estos se adentraran en sus corrales, sino también el apetito del zorro por los frutos y determinados cultivos que podían estar a su alcance.

Zona de la mallada de la rabosa, al fondo con el corral de l'església vella (Serra d'Irta, Peñíscola)

Cierto es que el zorro dentro de esa cadena trófica aportaba algo positivo, pues es un buen regulador de las poblaciones de roedores, conejos y liebres, no obstante, esta función en los graneros y casas de campo era suplida por la presencia de los gatos, quienes junto con trampas caseras intentaban mantener a raya a los ratones que merodeaban el lugar. Se considera el olfato de este canido uno de los sentidos más desarrollados y potencialmente activo que tiene durante la llegada de la noche.

Décadas atrás sabemos que el zorro se persiguió con intensidad, siendo por ello habitual la realización de batidas en las que se llegaba a recompensar al cazador por cada pieza cogida. Su presencia se extiende por todo el territorio, debido a la plasticidad ecológica que posee, ya que es un animal que se adapta con facilidad a cualquier espacio, llegando por ello incluso a verse en las periferias de ciudades donde hay presencia de monte o terreno disponible para su instalación.

David Gómez de Mora

Los cortijos cañeteros. Testimonios de un pasado

La arquitectura tradicional del medio rural andaluz ha sido objeto de estudio durante las últimas décadas, en parte gracias a ese interés por querer comprender como se ha desarrollado la historia de muchos de nuestros antepasados, que afrontando duros quehaceres diarios, y sabiendo lo que costaba ganarse el pan, sacrificaron buena parte de su vida por dedicarse a trabajar la tierra y el cuidado de los animales, siendo muchas veces la única forma con la que sacar adelante unas ganancias necesarias para vivir de manera aceptable o poder llegar con lo justo.

Su distribución en espacios realzados por el terreno, donde una mota que sobresaldrá sobre ese enclave dedicado a la explotación agrícola, valdrá para dejar clara la preponderancia de sus propietarios, será al mismo tiempo un punto de excelente control que permitirá una visual más completa del lugar.

Ruinas del cortijo de las Higueras de Arriba (Cañete la Real)

Ruinas del cortijo de las Higueras de Arriba (Cañete la Real)

En los alrededores del cortijo, muchas veces era normal presenciar la compañía de gallinas sueltas, que con los machos atados, y multitud de aperos escampados, reflejaban una estampa muy auténtica, que condesaba el esfuerzo de toda una familia volcada en aquellas labores.

Cuando se comenzaba a explotar un terreno, era recomendable eliminar las piedras más pesadas, destinando muchas de estas a muros y bancales que permitirán un mayor mantenimiento de los campos, pues gracias a su estabilidad retendrán la erosión edáfica de la zona de cultivo.

Como seguiremos viendo en muchas de estas construcciones, será normal encalar la fachada y paredes de la vivienda, además de pintar las ventanas y puertas, las cuales daban una mayor vida y contraste al conjunto, siendo habitual como se comprueba en esta zona, la mezcla de colores en líneas horizontales dentro del hogar, tal y como ocurrirá con el uso del añil o el rojo, sin olvidar el característico verde en partes externas, y que todavía presenciamos en muchos de los cortijos por pequeños, medianos o grandes que sean.


Ruinas del  cortijo de la Venta del Ciego

Igualmente tampoco podrán faltar los elementos religiosos, que a través de la representación de un Cristo o una Virgen, o directamente con una cruz que recuerda la fe católica de sus inquilinos, otorgarán más personalidad al conjunto residencial.

La trama orgánica y que va evolucionando de acorde a sus necesidades, origina un espacio singular, que dependiendo de cada propiedad se adapta a una serie de usos. Cañete la Real tiene un término municipal muy extenso y con diferentes accidentes geográficos, lo que explica esa distancia y aislamiento de muchos de aquellos lugares respecto el núcleo poblacional, además de una notable cantidad de construcciones, que gracias a su alzamiento, facilitarán la vida del agricultor o ganadero, al no tener que desplazarse continuamente hacia el casco urbano, creando de esta forma un modo de vida propio de entornos como el que nos ocupa.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).