Hace
un par de años tratamos a fondo que familias del viejo Buenache,
poseían cierto estatus entre los muchos vecinos que se fueron
asentando
en
este municipio durante el trascurso de varias centurias. Un ejercicio
de aproximación a la realidad social de este lugar, en el que un
conjunto de linajes, gracias a las referencias documentales de
partidas parroquiales y apoyadas en otra serie de reseñas, nos han
ayudado a establecer con nombre y apellidos, que habitantes se
pudieron integrar en lo que nosotros denominaríamos como los grupos
de poder del ámbito local, cuyo marco de influencia en la mayoría de
los casos no sobrepasaría el área que delimitaba su término
municipal.
En
su inmensa mayoría se tratará de gentes que mejoraron su situación
económica gracias a la posesión de un patrimonio agrícola, a través del que irían medrando y pactando enlaces matrimoniales con
personas de un mismo rango social, entre las que se apreciarán una
serie de intereses conjuntos. Sin lugar a dudas la Iglesia sería su
principal punto de apoyo, de ahí que muchos de estos
harán
todo lo posible para que algunos de sus vástagos ejerzan cierto rol
dentro del clero local.
Si
atendemos a las referencias que nos ofrecen los libros parroquiales
de Buenache,
y que se encuentran custodiados en el fondo del Archivo Diocesano de
Cuenca, podemos apreciar claramente como en la mayoría de ocasiones
muchos integrantes de aquella élite local, dejaban por costumbre
muestra de su poder en el momento de su último adiós. Un fenómeno
que se vislumbra en las correspondientes partidas de defunción,
donde se efectuarán una serie de mandas, que irán desde el pago de
varios centenares de misas por sus almas, además de otra serie de ofrendas que ayudarán a
expandir el nombre del clan dentro de ese espacio geográfico.
El
paso al mundo de los muertos no suponía el fin de la existencia,
pues la sociedad bonachera,
como la gran mayoría de las que veremos en los pueblos de nuestro
país, era fiel al catolicismo, y como bien sabían, era necesaria la
consecución de unos méritos que ayudaban a la salvación del alma
de sus seres queridos. Es precisamente a raíz de esa situación
cuando las personas verán indispensable invertir parte de su capital
en la dedicación de misas (mientras más mejor), además de la
fundación de vínculos y memorias, que ayudarán a limpiar los
pecados del difunto. Todavía durante aquellas fechas las cofradías
de las ánimas tenían un peso importantísimo en muchas de las
localidades de nuestra geografía, de ahí que el temor en recaer
durante un tiempo indefinido en el purgatorio, les llevaba a gastar
ingentes sumas de dinero.
Este
ejercicio religioso, se solapaba con otro de índole social, donde
aprovechando la inversión de carácter económico que inmiscuía
aquella acción protectora, los linajes a modo de imitación de las
grandes familias que había afincadas en las ciudades
principales
(tal y como sucedería en este caso con Cuenca), intentaban ensalzar
su nombre, a través de la posesión de una tumba en el interior de
la Iglesia, que mientras más cerca estuviese del altar, otorgaba un
mayor prestigio a los propietarios (ya que su coste era superior),
además de garantizar un mayor acercamiento al lugar más sagrado del
edificio. Los linajes con mayor capacidad de recursos potenciaban
estas acciones con la adquisición de una capilla privada, que se
engalanaba artísticamente con elementos decorativos, entre los que
solían destacar los trabajos de forja y cantería, donde se
representaban los escudos o blasones que realzarán el estatus de sus
integrantes. Así lo hicieron en el caso que nos ocupa los señores
del lugar, los Castillo-Reyllo
o
los Ximénez-Moreno.
Partiendo
pues de esa idea y riqueza histórica que albergan los libros de
difuntos, comentamos a continuación cuáles
de
aquellos linajes plasmaron su nombre en las respectivas partidas
parroquiales que abarcarían desde finales del siglo XVI hasta los
primeros años del XVII.
I.
Alcaraz
Fueron
una de las familias más influyentes y que tendrán un papel
destacado en la sociedad local de finales del siglo XVI como
principios del XVII. Bien es cierto que con el paso de las
generaciones el apellido iría perdiendo fuerza, siendo sus
representantes más destacados, aquellos que se remontan a los
registros más antiguos que conocemos por los libros de la Iglesia, y
que a aquí hemos recogido.
Bartolomé
de Alcaraz muere en 1602 con pago 225 misas, solicitando que a su
entierro acudan todos los señores clérigos del lugar. Se hizo con
una sepultura propia y fundó una memoria perpetua con casas que
recaerá sobre su descendencia. Siete años más tarde fallecerá
Bartolomé de Alcaraz y de la Mota, quien también adquirirá su
propia sepultura, creando una memoria perpetua que recaerá en su
sobrino Agustín de Alcaraz sobre una viña de 500 cepas “para
ayudar a su patrimonio para que sea sacerdote de misa”. Obviamente
en este tipo de operaciones se vislumbran los intereses de la familia
al intentar favorecer a su pariente para que este
consiga
hacerse con un puesto dentro del clero local, pues tal y como
comentábamos anteriormente, el hecho de tener a un integrante entre
las filas religiosas reportaba un estatus adicional al linaje dentro
del pueblo. En 1626 moriría uno de los últimos Alcaraz que dio
cierta solera al linaje, Bartolomé de Alcaraz Monteagudo,
este
se
encargaría de fundar tres memorias perpetuas (lib. II,
fol. 202-203).
II.
Barambio
La
llegada de los Barambio
se
produce durante la segunda mitad del siglo XVI. Sabemos que con el
trascurso del tiempo irían prosperando hasta convertirse durante la
segunda mitad del siglo XVII en una de las casas más importantes del
municipio, debido al papel que ejercerían dentro del clero algunos
de sus integrantes. En 1682 moría Francisco Barambio,
padre de don Francisco de Barambio
el
mozo. Este
solicitó
un pago de 214 misas y mandó la creación de una memoria. Once años
después fallecería Pedro de Barambio,
marido en primeras nupcias de Ana López, y que citará como
testamentario a Juan de Barambio
Ruiz.
Este
pidió
un total de 220 misas (lib. III, fol. 403).
III.
Beltrán
Nos
encontraríamos
ante
un linaje que consiguió cierto renombre al ocupar algunos cargos
dentro del Santo Oficio, además de alcaldías que les permitieron
codearse con personas destacadas de un rango similar. Al respecto
merece la pena destacar la figura de Pedro Beltrán, familiar del
Santo Oficio fallecido en 1630 (lib.
III, fol. 5v-6)
y casado con Ana Cortijo. Pedro fundó una memoria perpetua, mandó
300 misas y cita a su sobrino el Licenciado Alonso Beltrán, junto a
su primo Bartolomé de Cuenca (quien fue alcalde de la villa).
Recordemos que los Beltrán se
asociaron con los Parra desde finales del siglo XVI, convirtiéndose
en una de las familias que por aquellos tiempos gozaron de buenas
influencias, de ahí que no sorprenda ver a distintos de sus
representantes ostentando la vara de mando local.
IV.
Buedo
Los
Buedo
eran
miembros del estado noble, y uno de los pocos grupos de poder que
consiguió sacar ejecutoria de hidalguía, lo que incrementó más si
cabe el nombre del clan. Recordar que estos
se
encontraban entre algunas de las familias que se asentaron en las
fundaciones de Vara del Rey o Valera de Yuso,
donde ya destacarían por sus enlaces con otros representantes del
mismo grupo social. En el año 1687 muere Bartolomé de Buedo,
presbítero, hermano de don Gaspar de Buedo,
encargado de solicitar 375 misas y la creación de una memoria
perpetua (lib.
III, fol. 376).
Fragmento
de la genealogía de los Buedo
de Buenache de Alarcón. Archivo de la Real Chancillería de
Valladolid. Sala de Hijosdalgo. Caja 1237, 0031
V.
Castillo
Otro
linaje que no podemos pasar por alto es el de los Castillo, quienes
en origen eran un grupo de conversos procedentes del Castillo de
Garcimuñoz,
de donde precisamente vendrán las dos líneas que veremos asentadas
en la localidad tras su llegada durante el siglo XVI a Buenache
de
Alarcón. La proyección de la rama que entroncará con los Reyllo,
fue sin lugar a dudas una de las más prósperas
fuera
del ámbito municipal, llegando a poseer el Señorío de Marín y
Zarza. Ambas líneas conseguirán reconocer su hidalguía (una
mediante ejecutoria, mientras que la otra por una alusión cruzada en
un expediente de la Orden de Carlos III).
VI.
Cerrillo
La
familia Cerrillo obtuvo el control de muchos de los puestos
destacados que se presentaron en esta localidad. Tanto es así que
alguno de sus integrantes llegó a hacerse con una capitanía
militar, fenómeno que los acercó prácticamente al tratamiento que
podían tener los miembros que componían la nobleza local. En 1673
Juan García de la Cerrilla fallecía con manda de 300 misas (lib.
III, fol. 244v).
La familia había entroncado con las principales casas de la
población, y que por aquellos tiempos eran de las más importantes
por sus cargos e influencias dentro del municipio, siendo ese el caso
de los Parra o los Pérez, con quienes conjuntamente estaban
asociados. En 1686 moría precisamente Elvira Pérez, viuda de
Francisco Cerrillo, quien había pagado un total de 263 misas (lib.
III, fol. 366v).
VII.
Hortelano
Se
trata de otros de los grandes linajes desconocidos de la historia de
este municipio, y sobre los que recientemente descubrimos una
referencia en la que reclamaban ser descendientes de hidalgos, hecho
que por otro lado que sepamos nunca se les acabaría reconociendo, y
que se apoya en una reseña presente en la ejecutoria de los
Castillo-Reyllo,
donde precisamente se denuncia la falta de apoyo desde el área
municipal a la hora de reconocer que familias portaban este tipo de
privilegios, puesto que siempre acababan siendo ignorados por no ser
reflejados en los registros municipales, tras ignorarse en la villa
la distinción de estados. Como gente de recursos, desde el siglo XVI
los veremos ejerciendo cargos importantes en la localidad, así como
entroncando con algunas de las principales casas del municipio.
Conocemos algunos nombres de la familia que dispusieron de recursos,
especialmente mujeres, que además pactarían enlaces estratégicos,
es el caso de Isabel Hortelano, quien casó con Alonso Moreno y mandó
un total de 250 misas (lib. III , fol. 182), además de la creación de una memoria. Decir que su
hijo era el comisario del Santo Oficio Francisco Ximénez-Moreno,
linaje que como ya hemos estudiado en más de una publicación
consiguió una de las capillas de la Iglesia de San Pedro.
VIII.
Lezcano
El
origen de los Lezcano de Buenache deriva de don Juan de Lezcano,
quien casó con Luisa Ximénez alrededor de 1520-1530, cuando desde
las tierras vascas esta familia hidalga procedente de la pequeña
localidad guipuzcoana de Albiztur decidió desplazarse. Veremos el
nombre de algunos de sus representantes como labradores bien
posicionados, es el caso de la familia de Francisco López Lezcano,
quien era marido de “la Mondéjar”. Este cuando falleció solicitó
un total de 234 misas. Decir que esa Mondéjar era en realidad la
señora Catalina Mondejar, quien moriría años más tarde (en 1651),
con manda de 251 misas, además de indicar que su cuñado era el
bonachero Sebastián López (lib. III, fol. 114). No obstante había
por la misma fecha otra línea igual de destacada, y que era la
descendencia de María de Moya Lezcano, esposa de Andrés López de
la Osa. En el año 1692 Andrés de Lizcano, hijo de Juan de Lizcano,
muere con manda de 213 misas (lib. III, fol. 402).
IX.
López de Gonzalo
Representantes
del Santo Oficio, y una de las familias mejor posicionadas de la
localidad durante el siglo XVIII, los López de Gonzalo fueron otra
de esas grandes casas con las que contó la población, pues fundaron
un vínculo y patronato con aniversario y misa perpetua en la Iglesia
de San Pedro, siendo su promotor el señor don Francisco López de
Gonzalo y del Pozo, quien fuera capellán mayor del Rey en el Sitio
del Buen Retiro de Madrid. El referido Francisco (hijo de Marcos y
Catalina), fue sepultado en la capilla del Santísimo Cristo de la
Redención en la Iglesia de San Lorenzo de la Parrilla. Precisamente
en 1697 moriría su padre, Marcos López de Gonzalo, sin lugar a
dudas una de las figuras más representativas de este linaje en la
localidad. Marcos era esposo de la noble doña Catalina López del
Pozo, solicitando un total de 1000 misas por su alma y la de sus
seres queridos (lib. IV, fol. 35).
X.
Moreno
Nos
encontraríamos con otra de las familias más influyentes y poderosas
de Buenache durante el siglo XVII. Sin lugar a dudas la descendencia
que más prosperó fue la dejada por el señor Fernando Saiz Moreno,
marido de Quiteria Cano, quien fundó un vínculo y patronazgo para
el linaje. Este vínculo aglutinaba casas, corrales, tierras con
huertas, trigales y demás tipos de cultivos. Durante el año 1623
moría Miguel Moreno de la Fuente, marido de Elvira de la Parra. Este
era hijo de una de las casas de labradores más acomodadas que había
en el municipio. Miguel mandó 460 misas y tenía por primo al Padre
don Pedro Ramón, su funeral fue todo un acontecimiento por las
diferentes exigencias que este dejó plasmadas. Además de ello fundó
una memoria perpetua, dos patronatos de legos, de los que uno
recaerían sobre su hermano Alonso Saiz-Moreno, estando formado por
varias casas de moradas y un conjunto de tierras, sin olvidar la
elaboración para la Iglesia de una naveta de plata “para que se
ponga el incienso”. En 1676 Fernando Saiz-Moreno, esposo de María
Díaz, llegará a mandar más de 900 misas, junto la fundación de un
patronato y una memoria (lib. III, fol. 264v). Su esposa María Díaz
moriría cuatro años más tarde con un pago de 705 misas (lib. III,
fol. 304v).
XI.
Moya
El
caso de los Moya de Buenache es bastante curioso, ya que presenta dos
líneas que acabarán emparentadas, pero que a priori nada tienen en
común. Una nos conduce hasta Valera de Arriba, mientras que la otra
al enclave septentrional de Priego. Sus representantes llegarán a
alcanzar cierto renombre, ocupando la notaria del municipio, además
de integrarse dentro de las filas del clero local y el Santo Oficio.
En el año 1673 moría Catalina de Moya, viuda de Bartolomé de
Cuenca, con manda de 246 misas, además de la creación de una
memoria perpetua (lib. III, fol. 55v-56).
XII.
Muñoz
Otra
estirpe destacada de Buenache, es la de los Muñoz, y que en
ocasiones veremos cómo cambian su apellido bajo la forma Muñiz.
Gozaron de enorme protagonismo durante los siglos XVI y XVII, de ahí
que establezcan nexos con muchas de las casas nobles del entorno. En
1628 es alcalde de la localidad Diego Muñiz Hortelano.
XIII.
Parra
Una
de las familias importantes que veremos en la historia de la
localidad son los integrantes del linaje de la Parra. Sobre sus
orígenes poco o casi nada sabemos, sólo que desde el siglo XV ya
estarían asentados en la villa, y ocuparían cargos destacadísimos,
que les llevarían a controlar los puestos municipales del Santo
Oficio, así como proyectar algunos de sus miembros en cargos
relacionados con la iglesia, desde capellanías locales, hasta llegar
a ser canónigos de la misma catedral de Cuenca. Ya en 1593 moría el
Licenciado Bartolomé de la Parra, encargado de solicitar un total de
400 misas por su alma y la de sus seres queridos (lib. II, fol 1-1v).
Mateo
de la Parra fallecerá en 1604 siendo familiar del Santo Oficio (lib.
II, fol. 60v-61), mandando enterrarse en la sepultura de su tío el
Bachiller Alonso Pérez, y que era conocida en el municipio como la
tumba de los Pérez, además de solicitar 264 misas. En 1621 moría
Elvira de la Parra con pago de 250 misas, esta era hermana de Pedro
de la Parra (lib. II, fol. 167 v-168). Al año siguiente fallecería
don Bartolomé de la Parra, presbítero y comisario del Santo Oficio
en Buenache, mandando 400 misas, y haciendo varias donaciones.
Sabemos por la referencia parroquial que tenía a su servicio varias
criadas (lib. II, fol. 175v-176). En 1626 muere el familiar del Santo
Oficio, Francisco Martínez de la Parra, esposo de María Pérez y
primo hermano de Bartolomé de la Parra, quien era teniente cura de
la población, junto con don Pedro de la Parra (alcalde de Buenache).
Solicitó más de 200 misas y creó una memoria perpetua. Más
adelante lo hará Martín de la Parra (padre del teniente de cura don
Mateo de la Parra), solicitando para su descanso un total de 300
misas. En 1654 moría el Licenciado Pedro de la Parra, presbítero,
hermano del comisario Parra y primo de Luis de la Parra, quien dejó
un patronazgo además de mandar 300 misas (lib. III, fol. 128-129).
En 1697 muere Juan de la Parra, hermano de los fallecidos Martín de
la Parra y Mateo de la Parra, este solicitó 300 misas (lib.IV, fol.
30v).
XIV.
Pérez
A
pesar de ser uno de los apellidos más frecuentes en el municipio, su
historia en Buenache refleja datos de enorme valor, puesto que
durante el siglo XVI los Pérez fueron una familia que gozó de un
prestigio y que en un futuro nos gustaría seguir investigando más a
fondo, pues algunas ramas consiguieron ocupar puestos importantes,
además de establecer enlaces matrimoniales con miembros de la
burguesía local. Conocemos el caso de Alonso Pérez y Pérez, quien
en el año 1587 aparece como miembro del Colegio Mayor de San
Ildefonso de Alcalá de Henares.
En
1599 moría el Licenciado Alonso Pérez, solicitando 400 misas,
además de la realización de una casulla para la Iglesia del pueblo
y un patronato de legos sobre una “veintena de hazas” que
recaerán en su familia (lib. II, fols. 36v-37). En 1621 fallecía
Juan Pérez, hijo de Martín Pérez, así como sobrino de Pedro Pérez
(clérigo), quien en vida recibió por parte de su tío la hacienda
mayor que el linaje poseían en Gascas. Este creó una memoria
perpetua y aglutinó sus bienes en torno a la figura de un patronato.
Cinco años más tarde moriría Mateo Pérez (esposo de la señora
Ramón), quien mandó un pago de 336 misas además de la fundación
de dos memorias perpetuas. En el año 1633 fallece el Licenciado
Alonso Pérez de la Parra, comisario del Santo Oficio, mandando casi
400 misas, y enterrándose en la sepultura de su madre, la cual se
ubicaba en la nave mayor de la Iglesia de San pedro. Su hermano era
el Licenciado Parra y dejó una cláusula de una memoria perpetua.
Esta línea de los Pérez es sin lugar a dudas una de las que mejor
se proyectó dentro del clero local. Su asociación con los Parra fue
una constante, lo que ayudó notablemente a que los integrantes de
ambas familias medraran socialmente.
Más
adelante veremos referencias sobre la defunción de Alonso Pérez
Párraga, esposo de Bárbara Ximénez, quien era hijo del Licenciado
Párraga. Alonso mandó un total de 600 misas el día de su
defunción. En 1673 moría Fernando Pérez con manda de 300 misas, su
sobrino era Sebastián López de la Parra (lib. III, fol. 247v). En
1686 lo hacía Mateo Pérez -el mayor-, esposo de Catalina Moreno,
con pago de 300 misas (lib. III, fol. 370).
XV.
Ramón
Los
Ramón son una familia estrechamente vinculada con los Moreno, debido
a que en origen proceden de una misma línea en la que convergen
ambos apellidos. Queda claro que aprovechando la situación de
alianza con la línea de los López-Moreno, el linaje desvinculará
una parte del patrimonio en forma de fundaciones, que en este caso
para distinguir a los descendientes interesados en heredarlas,
deberán de llevar siempre este apellido.
María
Ramón (esposa de Mateo Pérez), falleció en 1621 redactando un
testamento bastante extenso, en el que se detallaban varias
solicitudes como la de diversas donaciones a la Iglesia del pueblo
entre propiedades y la elaboración de textiles, además de la
creación de una memoria perpetua y un patronato de legos sobre una
viña con más de 2000 cepas y tierras adicionales. También fundó
otra memoria perpetua que estaba a cargo de su sobrino Juan Gómez
(canónigo). En el año 1633 moría el Licenciado Pedro Ramón,
presbítero de la villa que solicitó un total de 600 misas. Un año
después lo hará Ana Ramón, mujer de Pedro García Redondo, quien
mandó 270 misas, además de la creación de una fundación y un
patronazgo que recayó en su sobrino Mateo de Villora (lib. III, fol.
31-31v). En 1673 Ana Ramón moría con manda de 239 misas. Su esposo
era el bonachero Gil Hortelano (lib. III, fol 245v-246).
XVI.
Rentero-Campos
Otra
de las líneas que nos resultaría imposible de obviar, es la de la
familia Rentero, y que en origen estuvo entroncada con los Campos. La
relación de este linaje a través de María de Campos, resultará
clave para comprender el vínculo sanguíneo que ambas casas
establecieron.
Domingo
Campos falleció en 1595, fundando tres memorias perpetuas,
entregando una casulla a la Iglesia, además de realizar el pago de
más de 600 misas. Más adelante, en 1627 leemos la partida de
defunción de doña Violante Morán y Buitrón, viuda de Juan Ibáñez
de Campos, noble que mandó 280 misas, y que además de contar con un
buen patrimonio era hija de don Alonso Morán y doña Catalina
Navarro. En 1690 fallece el Licenciado Diego Rentero Varela con pago
de 324 misas, entre las que se encontraban las dedicadas a su tío el
Licenciado Diego Rentero (lib. III, fol. 393v).
XVII.
Reyllo
Los
Reyllo son un linaje de hidalgos de los que ya hemos efectuado varias
publicaciones, que nos recuerdan la posición destacada que
alcanzaron dentro del ámbito de la nobleza municipal de Buenache,
así como incluso en las tierras de esta comarca. Sabemos que durante
el siglo XVI hay una clara alineación de dos familias -los Castillo
(también hidalgos procedentes del Castillo de Garcimuñoz), así
como los Silva (que serán acusados de conversos)-, y que
intercalarán el apellido de este linaje durante mucho tiempo en sus
descendientes. En 1633 moría el Licenciado Francisco de Reyllo,
canónigo de Coria, quien mandó 1378 misas y cita como sobrino al
Licenciado Alonso Beltrán (lib. III, fol. 27). Décadas después
sorprenderá la partida de defunción (1674, lib. III, fol. 251) de
una de las grandes figuras de esta familia, el doctor don Diego de
Reyllo, quien llegaría a ser Prior de la Colegiata de Belmonte y que
sin lugar a dudas marcaría un punto de inflexión en la historia del
linaje, pues la línea genealógica de su familia entablaría con el
trascurso de las generaciones una serie de políticas matrimoniales
con familias destacadas de la nobleza conquense. Un par de años
después, María de Reyllo fallecerá con manda de 340 misas, además
de la creación de una memoria (su marido era Diego de Arias Calleja)
(lib. III, fol. 266).
XVIII.
Rubio
Ya
desde los primeros siglos, la familia Rubio adquirió un peso
destacado en el municipio. De acuerdo a los datos que nos proporciona
el expediente de finales del siglo XVI de Alonso Pérez Pérez, se
dice de este linaje, que su origen se encuentra en la cercana
localidad de Valera, siendo parientes de los de Buenache y
considerándolos además como una de las principales familias de
Valera. Entre las personalidades con este apellido hemos de destacar
al escribano Martín Rubio Gallego (lib. II, fol. 121v), quien manda
240 misas y deja como heredero a Juan Lopez-Moreno. En el año 1644
morirá María Rubio, esposa de Bartolomé Saiz. Esta mandó un total
de 390 misas (lib. III, fol. 108-109), además de dejar un censo de
50 ducados y una memoria sobre su sobrina María López.
XIX.
Ruipérez
Se
trata de un apellido bien posicionado en la localidad desde sus
inicios, y que como se desprende de otros muchos, parece ser que en
diversas localidades era incluso portador de nobleza. Es el caso de
la zona de Motilla del Palancar y algunas otras vecinas, en donde su
adscripción hidalga era indiscutible. En Buenache veremos cómo su
origen nos conduce a la línea de los Pérez de Ruipérez, fenómeno
que en cierta medida complica averiguar sus raíces. En 1695 moría
Ana de Ruipérez, esposa de Miguel de Villora, mandando un pago de
213 misas (lib. IV, fol. 10v). Dos años después Pedro de Ruipérez solicitará 302 misas (lib. IV, fol. 34).
XX.
Saiz
El
apellido Saiz aparece de manera repetida en multitud de
documentación, nada extraño si además de su frecuencia, partimos
de que sus integrantes mantuvieron cierto protagonismo en momentos
puntuales de la historia de la localidad. Existen varias líneas que
acaban cruzándose entre sí, y que debido a los saltos que se da con
los apellidos, no sabemos en ocasiones si se adscriben a la misma
familia. Siendo los más importantes aquellos que engloban los
linajes de los Saiz-Carnicero, Saiz-Asensio y Saiz-Izquierdo. No
olvidemos por ejemplo que el famoso Antonio Saiz de Zafra
Martínez-del Castillo que entró en la Orden de Carlos III, era en
realidad por línea recta de varón Saiz, además de uno de los
vecinos más ricos de su tiempo en Buenache, al margen de que este
apoye sus informaciones genealógicas en el linaje hidalgo de los
Zafra por el peso que tenían para conseguir su reconocimiento
nobiliario. En el año 1677 Pedro Saiz-Carnicero mandará 376 misas,
además de la fundación de un vínculo (lib. III, fol. 267). Durante
1682 moría Pedro Saiz Herráiz Beltrán, quien solicitó el rezo de
435 misas, además de la creación de una memoria perpetua (lib. III,
fol. 316v).
XXI.
Salonarde
Una
de las grandes estirpes de la ganadería conquense fueron los
Salonarde. Los sucesivos cruces entre primos, fueron una estrategia
habitual, que veremos en las dispensas de Buenache de Alarcón.
Muchos de estos matrimonios fueron alianzas planificadas, y que una
vez que consolidaron a la familia en la localidad, apuntaron con una
miras más ambiciosas. La jugada les salió perfecta, si tenemos en
cuenta que pocas generaciones después consiguieron comprar una casa
palaciega en el mismo casco central de la ciudad de Cuenca. Uno de
los personajes destacados con los que entroncará la familia es la
casa del Licenciado don Tomás de Sancha y Ayala, quien mandaría un
total de 3000 misas tras fallecer en 1694 (lib. IV, fol. 8).
XXII.
Ximénez
Nos
encontraríamos ante una estirpe de labradores bien posicionados, que
en algunas ocasiones intentó ennoblecer, como veremos en el caso de
la línea de los Ximénez-Moreno, y que acabó adjudicándose una
capilla privada dentro de la Iglesia de San Pedro. Igual de
interesante nos resultarán los integrantes de la rama que se
autodenominaba como descendiente de los Ximénez de Cisneros, que sin
haber pruebas consistentes que demuestren tal parentesco con esta
ilustre casa de la nobleza española, no deja de ser curiosa por
reflejar que tipo de aspiraciones sociales albergaban algunos de los
miembros de este linaje documentado desde tiempos antiguos en el
municipio. En 1606 fallece Juan Ximénez con pago de 200 misas,
mandando enterrarse en la sepultura de su padre de mismo nombre y
apellido. Otra figura destacada de la familia fue Bartolomé Ximénez,
casado en primas nupcias con Quiteria Ximénez, y que después de
haber enviudado con esta, sellaría alianzas matrimoniales con la
bien posicionada doña Ana Laynez. Bartolomé murió en 1695 con pago
de 512 misas (lib. IV, fol.
18).
Las
fundaciones religiosas
Adjuntamos
a continuación un listado de vínculos, patronatos y capellanías
que fueron creados por las familias aquí descritas o que con el
tiempo acabarían recayendo en su poder. Como podremos comprobar
algunas son las que aparecen citadas en la información que hemos
recogido en las respectivas partidas de defunción de sus
integrantes. Las referencias proceden de un documento sobre las
capellanías de la localidad entre los años 1791-1864 (ADC).
-
Vínculo de Pedro Pérez. En 1791 está en posesión de don Gregorio
Fermín Coronado (presbítero).
-
Capellanía del Licenciado don Mateo de la Parra (con título de las
benditas almas). En 1791 está en manos de don Marcos José Coronado
(presbítero).
-
Patronato de Diego García Rentero, y que en 1791 todavía se
encuentra en posesión de Pedro José García Rentero.
-
Vínculo de don Francisco de Barambio. En 1791 se halla en manos de
don Francisco de Barambio, vicario de la ciudad tarraconense de
Tortosa.
-
Segundo vínculo de don Francisco de Barambio. En 1791 está en
posesión de don Benito de la Fuente y Barambio, clérigo de corona.
-
Patronato de María Ramón, que en 1791 es de Pedro Pérez de
Santacruz.
-
Patronato de Francisco Martínez, que en 1791 está en posesión de
don Manuel Epifanio de Buedo.
-
Vínculo del Licenciado don Bartolomé de Buedo, en manos del
referido don Manuel Epifanio de Buedo.
-
Patronato de Pedro Alcaraz (al que hicieron agregación don Bartolomé
Redondo, cura de Alarcón; Don Bartolomé Alcaraz, cura de Valverde
del Júcar y su hermano el presbítero don Joaquín Alcaraz). En el
año 1791 estaba bajo el control de Blas de Alcaraz, vecino de
Valverde del Júcar.
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Capellanía de don Diego de Reyllo. En 1791 es su poseedor el señor
don Pedro del Castillo y Reyllo, presbítero de la ciudad de Cuenca.
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Vínculo del doctor don Francisco López, y que en 1791 es posesión
de don Marcos López de Gonzalo (residente en Valladolid).
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Vínculo de Ana Ramón. En 1791 está en manos de Isabel de Villora.
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Patronato de Elvira de la Parra. En 1791 es de Víctor Blanco.
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Capellanía de don Juan Cerrillo, y que en 1791 se encuentra en
posesión de don Francisco Antonio de Villora.
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Patronato de don Juan Cerrillo. En 1791 está en manos de Matías
Vicente Rodríguez, escribano de Sisante.
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Vínculo de Pedro de la Parra. En 1791 es de Luis de la Parra
-mayor-.
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Vínculo de Ana Cortijo. En 1791 es poseedor Marcos López de
Gonzalo.
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Vínculo de Fernando Saiz-Moreno. En 1791 es poseedor Bartolomé
Antonio Moreno.
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Capellanía de Isabel Rubio. En 1791 es del presbítero Luis de la
Parra.
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Vinculo del Padre Ximénez, y que en 1791 estaba inmerso en un
pleito.
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Vínculo de Diego Hortelano Muñiz. En 1791 era propiedad de Diego
Muñiz.
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Vínculo de Marcos López. En 1791 estaba en posesión de Fermín
Hortelano.
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Patronato del Bachiller Alonso de la Parra. En 1791 estaba en
posesión de Bartolomé de Cuenca (presbítero).
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Patronato de Miguel Moreno de la Fuente. En 1791 es su poseedor don
José Clemente, canónigo de Cuenca.
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Segundo patronato de Miguel Moreno de la Fuente. En 1791 su poseedor
es Miguel Moreno.
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Capellanía del Licenciado Pedro Hortelano. En 1791 se halla en manos
del presbítero don Francisco Ramírez.
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Capellanía del doctor Diego de Reyllo. En el año 1791 su poseedor
es el presbítero de Villaescusa del Haro, don Gabriel Ruiz de Lara.
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Vínculo de Emerenciana Pérez. En 1791 es su poseedor Juan Vicente
López Beltrán.
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Vínculo de don Julián de Moya Lozano. En 1791 es su poseedor Julián
Calleja.
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Vínculo de don Alonso Saiz Moreno. En el año 1826 está en manos de
Julián Moreno, presbítero.
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Vínculo de Elvira de la Parra. En 1791 es de Julián Gallego.
David
Gómez de Mora
Bibliografía:
*
Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro II de
defunciones (1593-1629), Sig. 24/38, P. 586
*
Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro III de
defunciones (1629-1693), Sig. 24/39, P. 587
*
Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro IV de
defunciones (1694-1735) Sig. 24/40, P. 588
*
Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Sala de Hijosdalgo.
Caja 1237, 0031
*
Gómez de Mora, David (2018). “Las élites de Buenache de Alarcón
siglos atrás”. En: davidgomezdemora.blogspot.com