miércoles, 26 de agosto de 2020

Los Zamora de Piqueras del Castillo

Entre las muchas familias que hemos estudiado en la historia de este municipio, una de las más antiguas e importantes, es sin lugar a dudas la de los Zamora. Una estirpe de labradores y ganaderos que al menos desde el siglo XV estaría afincada en este lugar. Sobre sus orígenes conocemos dos artículos publicados por José Antonio Espejo Zamora en la página parroquiasierranevada.blogspot.com, donde se extraen datos de sumo interés relativos a la probanza de hidalguía de Jorge de Zamora, y que posteriormente se profundizan en una segunda parte con una entrada que lleva por título “Linaje Zamora”. No cabe duda que la posición privilegiada de esta estirpe radicaba en la pleitesía mostrada al señor de Piqueras, pues sabemos por los testimonios recogidos en los artículos de la referida documentación, que su familia llegaría a vivir dentro de la torre del municipio tras ocupar el cargo de alcaide. Obviamente esto hubo de ser un catalizador social que catapultaría a la descendencia del linaje.

Gracias a las reseñas que hemos consultado en el fondo del Archivo Diocesano de Cuenca, queda claro que los Zamora desde épocas tempranas ocuparon cargos destacados como alcaldías o regidurías, ostentando por ello algunas líneas un patrimonio agrícola que les servirá para subsistir sin complicaciones. Su genealogía más remota ha sido estudiada por Sebastián Hernández de Luján, quien nos ha proporcionado datos sobre la ascendencia de Esteban de Zamora, marido de Quiteria de la Orden. Este Esteban era hijo de Pedro de Zamora y Quiteria Mateo.

Obviamente el relato que hace ascender a la familia del Conde don Fernando de Aguilar y su esposa doña Urraca de Saavedra, es a estas alturas insostenible desde la perspectiva historiográfica, respondiendo más bien a una estrategia de promoción del linaje y que como saben los investigadores versados en genealogía, era un argumento habitual a la hora de querer legitimar el honor e importancia de cada casa de la nobleza que intentaba proyectarse. Es por ello que a partir de la generación de Fernando de Zamora e Inés de Padilla, deberíamos más o menos empezar a plantear muchas dudas acerca de su verdadero origen. Siguiendo las informaciones de algunos testimonios (y siempre dentro de esta corriente alimentada por el interés de engrandecer el pasado familiar) los Zamora se harán descender de la casa de los Valencia.

No olvidemos que la raíz de la hidalguía de este linaje radicaba en el propio don Juan, tal y como mencionará un testigo de Valera de Yuso. Y es que los buenos servicios debían de pagarse de alguna manera. Otro dato que no podemos pasar por alto, y que como ya hemos visto sucederá en muchísimos municipios, es el de sus intentos por querer desvincularse de las diferentes líneas que tenía la familia, hecho que apreciamos cuando se da a entender que en un lugar tan pequeño como Piqueras había dos ramas diferentes con idéntico apellido. Algo ilógico en un vecindario que ni tan siquiera sobrepasaba el centenar de casas. Un hecho que se demuestra claramente cuando Pedro de Zamora (testigo que interviene en el pleito de Jorge de Zamora) decía ser pechero por no habérsele “dado nada y dejar perder” la posibilidad de sacar una prueba de nobleza, a diferencia de la línea de sus parientes. Esto demostraría que había una línea noble y otra “plebeya” residiendo en el mismo enclave, pero no por ello sin dejar de guardar un mismo origen familiar. Al respecto, en el expediente de la orden de Santiago para el ingreso de don Pedro de Cevallos Escovedo de Zamora, y que se recoge en el artículo del blog de parroquiasierranevada, leemos que el alcaide de los hidalgos de Villanueva de la Jara dice en 1613 que “todos los Zamora de esta tierra a quienes este testigo conoce, como son los del Cañavate, los de San Clemente, Alcaraz y Cuenca sabe son tales hijodalgos”, al estar conjuntamente ligados por vínculos familiares.

Escudo de los Zamora en Cuenca. Imagen de parroquiasierranevada.blogspot.com

La llegada de los Zamora a estas tierras se producirá a finales de la Edad Media, cuando según el piquereño Pedro de Zamora, sus antepasados procedentes del mismo lugar del que portaban su apellido, trayendo consigo criados, acabaron estableciéndose en el área conquense. No sabemos que hay de cierto en esa historia, por ello este testimonio se apoyará en la información del pleito que su tío Diego mantuvo con el concejo de Vara de Rey, y en el que se invocará a que el abuelo del susodicho se crio junto a Lope Ruiz de Alarcón, a quien suponemos le acompañaría como uno más de sus fieles escuderos.

En cuanto a la línea de Piqueras, Sebastián Hernández de Luján ha sido uno de los primeros estudiosos que se ha preocupado en desentrañar la descendencia de esta familia, aportándonos como dato que Pedro de Zamora (y que era sobrino de Diego García de Zamora), tenía un padre que se llamaba y apellidada igual que su tío. Pedro casó con Quiteria Mateo, dejando por descendiente a Esteban de Zamora, esposo de Quiteria de la Orden, quienes a su vez tendrá por vástagos a Pedro de Zamora, María de Zamora, Juan de Zamora, Ana de Zamora y Alonso de Zamora (este último marido de Isabel Moreno).

Nosotros por nuestra parte hemos investigado los libros más antiguos de bautismos y matrimonios que existen de la villa de Piqueras, y la conclusión a la que llegamos, es que por la repetición de los nombres y viendo su escaso vecindario, apreciamos como todos estarían asociados a un mismo tronco, tal y como se desprende por el testimonio de Pedro de Zamora o el alcalde de la Jara, y que no hacen otra cosa más que ratificar ese dato. Al respecto, sólo por línea de varón vemos como entre los años setenta y ochenta del siglo XVI se producen al menos cinco enlaces que dejarán varios hijos: Juan de Zamora con María de Zamora; Diego de Zamora y Catalina López (de donde nacerá Diego de Zamora, casado con Isabel de la Fuente en 1608); el citado Esteban de Zamora, marido de Quiteria de la Orden; Esteban de Zamora y María López (cuya hija María de Zamora casaría con Simón Herráiz en 1606), así como Diego de Zamora -el mozo- marido de Ana Saiz, y que entre sus varios hijos tendrán a Juan de Zamora, esposo de María López a partir de 1627.

Recordemos que los Zamora poseían un vínculo que estuvo relacionado con Diego de Zamora y Aguilar (vecino de Iniesta), y que venía asociado con la fundación de Pedro de Zamora y su esposa Quiteria Mateo, pues no olvidemos que estos eran antepasados suyos. Sabemos que Esteban de Zamora no fue el único hijo de Pedro y Quiteria, pues descubrimos que tendría al menos dos hermanas y que siguiendo la costumbre de Piqueras, pudieron intercalar el apellido de la familia sin necesidad de recaer el del padre por línea recta de varón. Estas fueron Catalina López y Quiteria de Zamora.

Otro dato de interés es que durante el año 1765 Julián de Zamora figura como hijo de un Esteban de Zamora que era descendiente de esta familia y que testó en 1754. Julián tenía además otros hermanos que se llamarían Esteban de Zamora y Ana de Zamora. Ana era la mujer de Pedro Ruiz de Alarcón, quien dejaría por descendiente a Pedro José Ruiz de Alarcón, una de las familias mejor asentadas que había por aquellas fechas en Piqueras del Castillo.

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Capellanías y fundaciones de Piqueras del Castillo (1759-1769). P-2593, Sig. 130/13

* Archivo Gómez de Mora-Jarabo. Apuntes de la genealogía familiar. Inédito

* Archivo Histórico Nacional. Orden Militar de Caballeros de Santiago. Expediente 1947, Pedro de Cevallos Escobedo de Zamora, natural de Ocaña

* Archivo de la Real Chancillería de Granada. Pleito de hidalguía de Jorge de Zamora, sig. 4882-06

* Espejo Zamora, José Antonio (2014), “Probanza de hidalguía de Jorge de Zamora”. En: http://parroquiasierranevada.blogspot.com/2014/01/piqueras-del-castillo-valera-de-yuso.html

* Espejo Zamora, José Antonio (2015) “Linaje Zamora”. En: http://parroquiasierranevada.blogspot.com/2015/06/linaje-zamora.html

martes, 25 de agosto de 2020

Apuntes históricos sobre diversas familias de la nobleza bonachera

Uno de los documentos que se adjuntan dentro de las informaciones genealógicas que se le realizaron a Pedro del Castillo Reyllo y su esposa María Saiz Chicano, es el de un padrón en el que se recoge con nombre y apellido las diferentes personalidades del Buenache del siglo XVI, con motivo de la averiguación sobre que vecinos estaban reconocidos como caballeros hidalgos dentro de la localidad. Ciertamente hay que partir del contexto en el que se produce esta información, pues viene a colación de la demostración de nobleza de los antepasados de uno de los pretendientes que deseaba ingresar en el Santo Oficio conquense. 

Como ya comentamos en artículos anteriores, los Castillo-Reyllo arrastraban el sambenito de algunos antepasados conversos, como será el caso de los Flores, quienes acabarán reconociendo que fueron penitenciados, señalando de este modo a la mujer del matrimonio de Hernando de Flores (Mencía de la Muela), o al tío de este, de quien también había constancia sobre su proceso. Es por ello que muchas veces este tipo de documentación ha de ser tomada con cautela, no obstante, su funcionalidad al final acababa siendo la que a nosotros nos interesa para estudiar a fondo este tipo de sociedades rurales, pues se convierte en una herramienta indispensable para comprender los intereses que premiaban a la hora de legitimar socialmente el estatus de un linaje, independientemente de las reglas del juego que hubiesen establecidas. 

Si analizamos los nombres que aparecen descritos en el listado, veremos como se mencionan un total de diez caballeros y dos clérigos. Cifra ciertamente baja, puesto que tenemos constancia de que había otras familias que poseían este tipo de reconocimiento, de ahí que el traslado documental se podría haber centrado sólo en la parte que únicamente interesaba a la familia del aspirante, tal y como nos lo harían intuir sus dos antepasados y que aparecen subrayados. Los nombres recogidos vienen a ser los siguientes:

Juan de Lezcano 

Bernabé de Reyllo (subrayado) 

Fernando de Flores (subrayado) 

Cristóbal de Sepúlveda 

Pedro de Hergueta 

Alonso de Guzmán 

Juan González 

Pedro Muñoz 

Jaime Pérez 

Quílez Martínez (clérigo) 

Pedro Carrasco (clérigo) 

Gerónimo de Zamora 

Obviando a los representantes de la Iglesia, comprobamos una serie de apellidos sobre los que hemos podido recopilar diferentes datos. Algunos en cambio desconocemos parte de su historia y procedencia, motivo por el que nos gustaría tratarlos más a fondo en un futuro artículo, en el que dispusiéramos de más información, es el caso de Cristóbal de Sepúlveda, o el de los González, y que debido a su elevada profusión, por lo que respecta a este último, preferimos reservarnos para más adelante, con un desglose detallado de la línea bonachera. 


Padrón de hidalgos de Buenache de Alarcón (AHN, fol. 28)

Los Lizcano son una familia procedente de tierras vascas que se asentarían en la población durante la primera mitad del siglo XVI, estos invocaban a su sangre vasca que les otorgaba la famosa hidalguía universal, apoyándose en la casta de la casa de los Urreta de Lezcano. Recordemos que los Ruiz de Alarcón (Señores de la villa, a través de Diego Ruiz de Alarcón, con quien Juan mantendrá un nexo muy estrecho), resultaron cruciales en la situación que vivirá el linaje durante las primeras décadas desde que se empadronaron en el municipio. Y es que la relación entre ambas familias calaría hondo, de lo que queda testimonio en las reiteradas ocasiones en las que sus dos nombres aparecen ejerciendo mutuamente de padrinos o testigos en los nacimientos de algunos de sus hijos. 

El caso de los Reyllo es bastante conocido, pues lo hemos analizado en diversas ocasiones, pues además de conseguir ser una de las familias más poderosas e influyentes del lugar, se harían con una capilla privada dentro de la Iglesia de San Pedro, materializando el ensalzamiento social de bastantes representantes del linaje cuando ostentaron el cargo de Prior en la Colegiata de Belmonte, hasta vivir en la ciudad de Cuenca, donde entroncarían con las grandes familias de la capital (es el caso de los Mendoza), sin olvidar la posesión del Señorío de Marín y Zarza. 

Sobre los Flores ya hemos reseñado anteriormente como surge su hidalguía, pues esta parece ser producto del intento de demostrar su sangre cristiana ante las acusaciones que inmiscuían a la familia de los Castillo-Reyllo. Por otro lado, tenemos el caso de otros linajes de la pequeña nobleza local, como los Ergueta/Hergueta, una familia que entablará enlaces con casas de labradores del municipio y que no tendrá unas miras de proyección que abarquen más allá del ámbito local. Un fenómeno similar les sucederá a los Guzmán, quienes siguiendo una política matrimonial bastante similar a los anteriores, harían todo lo posible para enaltecer el nombre del linaje. No olvidemos que en las acusaciones del informe sobre la ascendencia de los Castillo-Reyllo, algunos de ellos aparecerán como testigos, lo que comportará una serie de comentarios críticos hacia sus testimonios, como cuando se recoge que en una conversación mantenida entre Miguel López de Cisneros y María de Guzmán “estando los dos en la huerta le dijo a esta el dicho Miguel López que hay Jimena, o, Guzmana que no se cual apellido de los dos te llame que solo que ambos son buenos, y estos trinchados de Pedro del Castillo se firman Ximénez y aunque son buenos por este apellido no son de los nuestros, y esta testigo le dijo al dicho Miguel López que callase y no se metiese en estas cosas” (fol. 153).

Obviamente los Guzmán sabían los problemas que ya había arrastrado su familia anteriormente, tras haber tenido una causa con el Santo Oficio, de ahí que era importante no hacer mucho ruido y mantener un apellido que en la ciudad de Cuenca, como en el resto de la provincia era alarde de hidalguía y solera. Idéntica operación establecieron los Ximénez, que acompañado con un Cisneros cargaba de fuerza la línea familiar al pretender hacerla descendiente de la casa del famoso cardenal. Este tipo de operaciones estaban a la orden del día, de ahí que la estrategia se repetirá con otras familias, como sucederá con los López de Molina, y que en alguna ocasión acabarían invocado a la poderosa casa de los Malo de Molina. 

Tampoco podíamos pasar por alto a los Muñoz, otro linaje afincado desde tiempos antiguos en el municipio, y con una reputación sobradamente conocida, lo que le permitirá tener a lo largo de los siglos diferentes representantes ostentando la vara de alcalde, además de entroncar con familias de labradores acomodadas. En el padrón de hidalgos se apuntó el nombre de Pedro Muñoz, personaje que veremos en diferentes reseñas de los libros parroquiales. Como sabemos en ocasiones intercalaron su apellido con la forma Muñiz, perteneciendo por tanto en realidad a la misma familia. 

Sobre los Pérez ya hemos dedicado algunas publicaciones, la última de ellas la vinculada con el Bachiller Alonso Pérez y Pérez, de quien precisamente se nombra en su expediente al personaje recogido en el padrón, y que como podemos comprobar, ya era tenido como miembro del estado noble, cuando un testimonio en relación con el padre de Alonso, dice que “a los parientes de Álvaro Rubio, como son Jaime Pérez, el cual Jaime Pérez era muy hidalgo, y el dicho Julián Pérez era por la madre primo hermano del dicho Álvaro Rubio”. Obviamente este dato guarda bastante interés, pues hace que debamos plantearnos si la casa de los Pérez asentada en Buenache, pudo tener en realidad vínculos con el ámbito de la nobleza local. 

Ya para finalizar nos encontraríamos con la mención de Gerónimo de Zamora, apellido que en la vecina localidad de Piqueras del Castillo también tenía reconocida su hidalguía. No olvidemos que esta familia fue la mano derecha de los Señores de ese lugar, especilamente en tiempos de Juan de Valencia, lo que obviamente tuvo que ayudar de manera decisiva a su ennoblecimiento. Salvando paralelismos o comparaciones, creemos que en Buenache los Lezcano ejercieron un mismo rol social que los Zamora con sus respectivos Señores, pudiendo estar ahí la clave de su proyección, funcionando como linajes locales que obtendrían favores al demostrar su pleitesía a la principal figura del poder local. 

David Gómez de Mora 


Bibliografía: 

* Archivo Histórico Nacional. Informaciones genealógicas de Pedro del Castillo Reyllo y de María Saiz Chicano. Inquisición, 1551, expediente 6. Año 1661 

* Gómez de Mora, David (2019). “Los Urreta de Lezcano en Buenache de Alarcón. Apuntes genealógicos”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

El linaje Flores en Buenache de Alarcón. Notas genealógicas

A lo largo de diferentes artículos hemos destacado la importancia que han jugado las políticas matrimoniales entre determinados grupos de familias en esta localidad con el trascurso de los siglos. Una estrategia de carácter social, que muchas veces reportaba beneficios a sus descendientes, bien fuese por la posibilidad de heredar un lote de tierras, o poder contar con una ayuda para cursar unos estudios religiosos. El caso que nos ocupa es bastante interesante, ya que implica a tres apellidos que desde el siglo XVI los veremos estrechamente asociados.

Ambos tienen en común el hecho de que en algún momento de su historia han reivindicado ser poseedores de una hidalguía, que como veremos en determinados casos, ha llegado a ser plasmada a través de documentación paralela, sin necesidad de quedar reflejada por vía oficial, como podría suceder con una ejecutoria de hidalguía. Yendo por partes, el caso que ocupa a los Flores podría explicarse por el hecho de que estos exigían un tratamiento como miembros del estado noble, seguramente en respuesta a las acusaciones que veremos volcadas contra la familia cuando uno de sus descendientes será tachado de conversos por el Santo Oficio. El suceso se origina durante el siglo XVII, y en el mismo se indica que el antepasado más cercano con este apellido, Hernando de Flores, tenía el reconocimiento de caballero hidalgo. 

No obstante, como decimos la información sale a colación de la acusación que inmiscuía al personaje como hijo y sobrino de una familia de raíces judías, sobre la que poco o nada sabemos hasta la fecha. De acuerdo con las referencias que parten de los testimonios que intervienen en el interrogatorio de esa limpieza de sangre, veremos como Alonso de la Osa y Miguel García (vecinos de Buenache), junto con Diego Pacheco (este de Huete), apuntan a que el padre de Hernando de Flores era converso. Del mismo modo se señala que su tío paterno, Miguel de Flórez acabaría siendo penitenciado por idénticos motivos (AHN, fol. 38). No sabemos que hay de cierto en las referencias que se adjuntan en la defensa de la familia implicada en esa investigación por lo que concibe a su hidalguía, no obstante, Hernando de Flores se dice que fue alcalde de la población al menos entre los años 1550-1551, además de regidor en 1535. Al respecto, un testigo incluso llega a precisar que este llegó a Buenache sobre 1518, viviendo un tiempo en Cardenete con un medio hermano suyo llamado fulano de Villaviciosa.
 

Grabado alemán sobre la masacre de Lisboa de 1506 

Junto a estas fuentes, se adjuntará una hoja, que según se dice era un traslado de una lista de los antiguos miembros de la nobleza que había empadronados en la localidad, con la particularidad de que precisamente se incluye el nombre de Hernando de Flores. De ser así, este tipo de documentos en muchas ocasiones era prueba más que suficiente para que un descendiente consiguiera ser aceptado como hidalgo, a pesar de que la base sobre la que se sostuviera fuese de dudosa credibilidad. 

En esta misma línea se movería el apellido Muñoz, otro de los históricos de la localidad, y que en esa escueta lista de caballeros hidalgos, también aparece citado bajo la figura de Pedro Muñoz, vecino bonachero, cuya descendencia gozó de cierta posición en el pueblo. Con ello ya casi todo estaba dicho, pues no olvidemos que a los Hortelano se les citará en la ejecutoria de hidalguía de la familia Castillo-Reyllo como ejemplo de un linaje que estaba siendo víctima de la inoperancia por parte del poder local, a la hora de no hacer una distinción de estados o grupos sociales, pues denunciaban que familias como ellos no eran reconocidas como miembros del estado noble, puesto que en el lugar se ignoraba cualquier tipo de distinción entre los vecinos que habían de pechar, respecto de aquellos que estaban exentos por ser portadores de tal privilegio. 

Mateo Muñoz de Flores, fue mayordomo del Duque de Béjar. Este era hijo de Mateo Muñiz e Isabel Hortelano. Por otro lado Fernando de Flores confesaba el día 22 de agosto de 1523 que era hijo de padre converso, además de que su tío paterno (Miguel de Flórez), había sido penitenciado por el Santo Oficio. Su esposa Mencía de la Muela fue quemada por la Inquisición de acuerdo con el testimonio de algunos vecinos que habían recibido esa información de manera oral. 

Queda claro que la familia pudo haberse establecido como tronco del linaje durante la primera mitad del siglo XVI, un relato que va en contra del que intentarán aportar sus descendientes en el momento en que decían que existían varias líneas. Recordemos que incluso un familiar afirmaba que en un lugar como Buenache no había 2 ó más personas llamadas y apellidadas por igual, de ahí que existía un único progenitor. 


Árbol genealógico de la familia Flores de Buenache de Alarcón (elaboración propia a través de referencias recogidas en los libros parroquiales, apuntes de la genealogía familiar, así como notas sueltas sobre el linaje) 

Entonces, ¿Quiénes eran en realidad los Flores?. Gracias a las referencias que se recogen en el proceso de Inquisición, y mediante los datos que nosotros hemos podido ir recabando, sabemos que algunos de los integrantes conseguirían enaltecer su estatus, tal y como es el caso de Francisco Muñiz de Flores, de 38 ó 39 años de edad, quien decía en las informaciones de 1661 que este “tomó el apellido de Francisco de Flores y Pedro Hortelano de Flores, vecinos de Honrubia y primos suyos por ser su apellido más rumboso que el de Muñiz que es el suyo propio por asistir dicho apellido de Flores a la casa del Duque de Béjar, de quien fue criado y muy válido suyo de suerte el dicho Mateo Flores que tomó este apellido de línea transversal” (fol. 210, AHN). 

Parece ser que Hernando, y que sería sin lugar a dudas el progenitor de la familia, trabajaría como sastre, ejerciendo sus labores en un taller de tejedores, donde probablemente tendría ocupados a una parte de sus hijos. Hernando gozaría de cierta reputación en el municipio a pesar de ser la primera generación afincada, pues en el año 1535 ya figura como regidor, además de alcalde entre 1550-1551. 

Suponemos que sus vínculos con los Hortelano no serán casuales, debido a que estos eran comerciantes, que como ya pudimos apreciar a través de una causa de Inquisición, se les acusaba de comercializar con textiles infringiendo determinadas obligaciones que había establecidas en la población. 

La alianza entre los Hortelano y los Flores sería bastante estrecha por lo que respecta a la simbiosis de sus intereses económicos, donde cabría sumar el papel ejercido por los Muñoz o Muñiz, una familia con posibles de la localidad, y cuya reputación por aquellos tiempos estaba en alza. Recordemos que este triángulo se cerraría con las alianzas matrimoniales pactadas entre los Muñoz y los Hortelano, de donde saldrán algunas líneas genealógicas que solaparán el apellido, que por lo tanto unían a estos tres clanes dentro de una misma red parental. Por ejemplo en 1611 fallecía María Muñoz, esta era mujer de Francisco Saiz, así como nuera de Pedro Sánchez y María Saiz de Flores. 

En 1628 el alcalde de la localidad fue Diego Muñiz Hortelano. Recordemos que su familia estaría estrechamente relacionada con el clero, tal y como apreciamos en algunos de sus descendientes. Mención a parte merece el testamento del padre don Pedro Hortelano, clérigo que mandó enterrarse en la sepultura de sus padres (que estaba junto al púlpito), y que se hizo cargó de 210 misas, además de pagar los costes de una casulla para la iglesia del municipio. 

David Gómez de Mora 

Bibliografía: 

* Archivo Histórico Nacional. Informaciones genealógicas de Pedro del Castillo Reyllo y de María Saiz Chicano. Inquisición, 1551, expediente 6. Año 1661. 

* Archivo de la Real Chancillería de Granada (301-130-12). Ejecutoria de don Diego Ventura Joseph del Castillo y Reyllo Villaviciosa y Collado

lunes, 24 de agosto de 2020

Los Castillo y los de la Muela. Dos familias con raíces conversas asentadas en Buenache de Alarcón

Corría la segunda mitad del siglo XVII, cuando la casa de los Castillo-Reyllo estaba proyectándose de forma satisfactoria más allá del área circundante de Buenache de Alarcón. Eran tiempos proclives para una familia que ya había conseguido tener a un representante como Prior de la Colegiata de Belmonte, además de integrarse dentro de la Inquisición conquense. No obstante todavía quedaba mucho por hacer, pues poco después el linaje conseguiría dar su gran salto al ejercer como secretarios del secreto del Santo Oficio, ejercicio inmediatamente seguido de la consolidación de un conjunto de bienes patrimoniales, que se traducirían en la materialización de los que serán los Señoríos de Marín y Zarza.

Durante ese periodo de transición, en el que Pedro del Castillo y Reyllo era familiar del Santo Oficio, veremos como se verterán una serie de duras acusaciones, de las que suponemos que tiempo después y gracias al cargo controlado dentro del seno inquisitorial por sus descendientes, se conseguirá maquillar una parte de los testimonios que fueron saliendo a la luz en un expediente informativo del año 1661, y del que a pesar de todo lo intentando por salvaguardarse la reputación del linaje, este no saldrá bien parado, pues a aquellas alturas el apellido Castillo junto con sus asociados, arrastraban una marca casi imposible de ocultar.

La casa de los Reyllo-Castillo, y que se antepuso en muchas ocasiones a la forma Castillo-Reyllo, era sobradamente conocida en la ciudad de Cuenca durante las últimas décadas del siglo XVII. Así le sucedió a la familia de Pedro, familiar del Santo Oficio, hijo de Diego de Reyllo, quien también ejerció idéntico cargo. Los padres de Diego eran Pedro del Castillo y Francisca de Reyllo, línea “complicada” de la familia por los rumores que se extendieron acerca de su ascendencia.

La genealogía de Francisca estaba fuera de toda sospecha, al haberse redactado un informe sobre el que también hay mucho que decir, donde remontaba el origen de la familia a la localidad de Arcas, cuando un capitán llamado Francisco de Reyllo Magrobejo, aparecía como el progenitor ennoblecedor del linaje a finales del siglo XV. No obstante, el principal escollo no estaba en los Reyllo, pues como decimos, estos ya habían escurrido unas sospechas, y que en el peor de los casos le podían portar hacia un deudo de Francisca, el clérigo Rodrigo de Silva, acusado de morisco y amancebador. Aunque, como comentabamos, el núcleo de la acusación acabaría derivando hacia la genealogía de Pedro del Castillo, puesto que esta vez era doble, de ahí que en el interrogatorio sobre su limpieza de sangre, veremos dos líneas en las que los testimonios enfocarán sus acusaciones. Por un lado nos encontraríamos con su padre Antonio del Castillo, apellido con notables cargas de ser sospechoso, aunque para fortuna de este, el principal problema partía desde su madre Catalina de Valdolivas Flores, de quien nada bueno se decía. Siguiendo la estrategia de enaltecer el nombre del clan, veremos como se cita una reseña del año 1572, donde la corporación municipal estaba encabezada por los alcaldes Antonio del Castillo (el padre de Pedro) y Francisco Ximénez, así como los regidores Gabriel Chacón y Sebastián Hortelano, junto los diputados Álvaro de Alcaraz y Diego de Santacruz. Con ello se le daba buena fama a la línea recta de Pedro, y se difuminaba en cierto modo la problemática que podía acarrearle una investigación más minuciosa.

Herejes en la hoguera en Lisboa. Imagen ficticia después de un auto de fe según Bernard Picart. Grabado del siglo XVIII

Sobre Antonio del Castillo, sólo se menciona que este era vástago de un tal Alonso del Castillo (personaje que pudo vivir durante la segunda mitad del siglo XV y la primera mitad del XVI). No obstante, los vecinos de Buenache señalarán duramente a los antepasados de Catalina de Valdolivas y de Flores (esposa de Antonio), de quien se tirará por tierra toda su ascendencia al ser portadora de sangre conversa. La relación genealógica que mantuvieron los Valdolivas de Garcimuñoz con los Castillo, será un arma de doble filo desde la que se podrá atacar conjuntamente a ambas casas, añadiendo como extra los sambenitos de los Flores, y que como veremos la familia intentará proteger al invocar a una supuesta hidalguía que les valdrá para ser considerados como miembros del estado noble.

Al respecto, y centrándonos en el contenido vinculante con las indagaciones de las raíces del familiar de la Inquisición bonachero, leemos que Agustín Bejarano de Chaves, secretario del secreto del Santo Oficio de la ciudad de Cuenca, certificó que hay un libro que se titula “primer de inaviles” (fol. 11), del que se extrae el testimonio de Juan del Castillo, vecino de San Clemente que durante 1522, con 55 ó 60 años de edad, dice ser hijo de Fernán Sánchez de Valdeolivas y María Sánchez (ambos condenados por el Santo Oficio). De sus abuelos paternos no recordaba ni su nombre, pero matiza que “ni oyó decir como se llamaban, ni oyó decir que fuesen condenados por este Santo Oficio, ni si murieron judíos” (fol. 11v), así como de su abuelo materno Juan Sánchez del Castillo, “que no oyó decir que fuese llamado preso, ni penitenciado, ni condenado por este Santo Oficio) (fol. 11v). Lo cierto es que Juan faltaría bastante a la verdad, ya que además de sus tías maternas y que fueron condenadas por la Inquisición (Juana de Valdeolivas, así como Leonor y Guiomar), veremos como su abuelo materno también corrió el mismo destino. Y es que tanto su padre, como madre, y esos abuelos de que los que ni tan siquiera recordaba su nombre y apellidos, serían con toda seguridad otros más de los conversos penitenciados por el Santo Oficio. Sabemos que Juana era esposa de Diego de Peñafiel, personaje de otra familia que también arrastraba sus sambenitos. La casa de los Peñafiel ya había empezado a lavar su imagen, pues veremos como uno de los hijos de Diego, Juan de Peñafiel, ya estaba ejerciendo de clérigo (encontrándose en Roma durante el año 1525), del mismo modo su hermano Miguel de Peñafiel “estaba en Italia en el campo del Emperador”. Los intentos por ocultar el pasado converso del abuelo de Juan del Castillo quedarán en vano, cuando uno de sus parientes recordaba como Juan Sánchez del Castillo y Valdeolivas fue condenado por la Inquisición (fol. 12).

Genealogía de los Castillo. AHN, 1551, exp. 6 (elaboración propia)

El informe hará especial reseña en Catalina de Valdolivas, vecina de Buenache de Alarcón, y abuela paterna de Pedro de Reyllo, quien era a su vez hija de Hernando de Flores y Mencía de la Muela, a quienes en el posterior informe los Castillo harán llamar Burgos, y sobre la que se contará un relato inventado con tal de ocultar su pasado converso. Fernando de Flores, realizó una confesión ante la Inquisición el 22 de agosto de 1523, declarando que era converso por parte de padre. Este personaje fallecería en el año 1561 a la edad de 96 años, lo cual le situaba como nacido durante la segunda mitad del siglo XV. Mientras tanto, Mencía era acusada de ser hermana del regidor de Cuenca penitenciado en 1533, don Íñigo de la Muela, un conocido descendiente de judíos, pero que luego veremos por otros testimonios que se matizará en que era en realidad deudo de ella.

Entre la documentación se recogen la referencias de interés, como la de que en el Obispado de Sigüenza había genealogías del apellido Burgos acusándole de judaismo. Otro dato clave que se aporta, será la figura de Miguel de Flórez, tío de Hernando y penitenciado por el Santo Oficio. También se añadirá que el apellido Valdolivas procedía de Gómez Ruiz de la Muela Valdolivas, vecino de Huete y señalado de converso.

La genealogía de Pedro de Reyllo se va aclarando cuando se informa que este descendía de Diego Núñez, vecino de Alcocer, hijo de Álvaro Núñez de la Muela y Beatriz de Molina, ambos vecinos de Cuenca. Parece ser que Diego casó en segundas nupcias con Luisa de Valdolivas, hija de Cristóbal de Valdolivas, natural Huete o Alcocer, y cuya familia aparecería en los cuadernos de la Inquisición de Segovia.

Otra relación que aporta un testigo es la de que Pedro del Castillo, es del mismo linaje que Pedro Suárez de la Muela, quien vivió en la calle de la correría de la ciudad de Cuenca. La historia de los Burgos que enmascaran el apellido Valdolivas intentaba conducir la ascendencia de Catalina hacia el municipio de Campillo de Altobuey, donde se le hacía pasar por la hija de un tal Bartolomé de Burgos -el viejo-, quien para ser más cristiano que nadie, se comenta que descendía de una familia bien asentada, con sepultura propia dentro de la Iglesia del lugar, ubicada junto al altar de Nuestra Señora del Rosario. Otra persona que se asocia al mismo tronco de Mencía es la familia de Juan de la Muela y su esposa Catalina de Cañete, esta hija de Juan de Cañete. Al respecto se dice que “los descendientes de Íñigo de la Muela, y Catalina Cañete, mujer de Juan de la Muela, y los de Huete y Valdolivas, son de un mismo linaje, lo cual es público” (fol. 470). Incluso parece ser que Íñigo elaboró una falsa genealogía, que emplearía para enmascarar las raíces de la familia, hecho que no fue pasado por el Santo Oficio, y que también estaba anotado en sus referencias sobre el linaje.

Por otro lado desde el frente de los Flores la familia intentaba engalanar su pasado, olvidando las feas acusaciones de Hernando y su tío, argumentándose que en Buenache había hasta tres líneas diferentes, dato que como hemos podido comprobar era falso. Al respecto cuatro testigos (uno de ellos nieto de ambos) reconocen que Hernando había casado con Mencía de la Muela, indicando que en un lugar como Buenache no había 2 ó más personas llamadas y apellidadas por igual, de ahí que existía un único tronco del linaje, y que era del que obviamente procedía el citado personaje. Pero sin lugar a dudas uno de los testimonios más interesantes es el de Pedro Saez de Guzmán, albañil de 60 años de edad, quien oyó decir a su abuela paterna, Catalina de Guzmán, que la esposa de Hernando (Mencía de la Muela), fue quemada en Cuenca. Esta información sería respaldada por Juan de Guzmán, quien siendo tío-abuelo de Pedro, afirmaba lo mismo. En este sentido “tres testigos dicen que la susodicha Mencía de la Muela fue hermana de Íñigo de la Muela, Regidor de Cuenca”.

Otro dato que podemos leer es el de que “fueron llamados por el Santo Oficio otras muchas personas del apellido de la Muela, originarias de dicha ciudad de Cuenca, Huete y Valdolivas”. De las múltiples referencias que se pueden leer a través de los testimonios presentados en este informe, se llega a la conclusión de que Catalina de Valdolivas era hija de Hernando de Flores y Mencía de la Muela, tal y como afirman un total de 25 personas (fol. 3), del mismo modo se reconoce que Hernando de Flores “en una confesión que hizo en este Santo Oficio en tiempo de gracia en 22 de agosto de 1523, declaró que era converso por parte de su padre” (fol. 3). Incluso el propio Castillo-Reyllo, ni tan siquiera negaba el parentesco de su bisabuela con Íñigo de la Muela, de quien afirmaba ser su deudo (fol. 3v).

En el año 1664, don Cristóbal Arnedo de las Muelas y Ortega, natural de Cuenca, es el procurador del Real Fisco de la Inquisición, y este dice que “hubo antiguamente dicho apellido de la Muela un solo y originario de ella, del cual a oído decir hubo cuatro hermanos, Íñigo de la Muela, Tristán de la Muela, Isidro de la Muela y Yuste de la Muela, vecinos y naturales de Cuenca” (fol. 446v). Esta información es repetida por un testigo llamado Bartolomé de la Muela, quien en el folio 456 añade lo mismo, remarcando que había un solo apellido, así como que Íñigo de la Muela, estuvo viviendo en Molina de Aragón, siendo la familia “judía de nación”. Parece ser que el sambenito de Íñigo de la Muela estaba señalado en la Catedral de Cuenca, justo en la puerta de afuera de la capilla del Obispo.

Genealogía de los Castillo-Reyllo de Buenache de Alarcón (elaboración propia)


David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Archivo Histórico Nacional. Informaciones genealógicas de Pedro del Castillo Reyllo y de María Saiz Chicano. Inquisición, 1551, expediente 6. Año 1661.

domingo, 23 de agosto de 2020

Linajes destacados en Buenache de Alarcón durante el siglo XVII. Notas históricas y genealógicas a través de sus libros de defunciones

Hace un par de años tratamos a fondo que familias del viejo Buenache, poseían cierto estatus entre los muchos vecinos que se fueron asentando en este municipio durante el trascurso de varias centurias. Un ejercicio de aproximación a la realidad social de este lugar, en el que un conjunto de linajes, gracias a las referencias documentales de partidas parroquiales y apoyadas en otra serie de reseñas, nos han ayudado a establecer con nombre y apellidos, que habitantes se pudieron integrar en lo que nosotros denominaríamos como los grupos de poder del ámbito local, cuyo marco de influencia en la mayoría de los casos no sobrepasaría el área que delimitaba su término municipal.

En su inmensa mayoría se tratará de gentes que mejoraron su situación económica gracias a la posesión de un patrimonio agrícola, a través del que irían medrando y pactando enlaces matrimoniales con personas de un mismo rango social, entre las que se apreciarán una serie de intereses conjuntos. Sin lugar a dudas la Iglesia sería su principal punto de apoyo, de ahí que muchos de estos harán todo lo posible para que algunos de sus vástagos ejerzan cierto rol dentro del clero local.

Si atendemos a las referencias que nos ofrecen los libros parroquiales de Buenache, y que se encuentran custodiados en el fondo del Archivo Diocesano de Cuenca, podemos apreciar claramente como en la mayoría de ocasiones muchos integrantes de aquella élite local, dejaban por costumbre muestra de su poder en el momento de su último adiós. Un fenómeno que se vislumbra en las correspondientes partidas de defunción, donde se efectuarán una serie de mandas, que irán desde el pago de varios centenares de misas por sus almas, además de otra serie de ofrendas que ayudarán a expandir el nombre del clan dentro de ese espacio geográfico.

El paso al mundo de los muertos no suponía el fin de la existencia, pues la sociedad bonachera, como la gran mayoría de las que veremos en los pueblos de nuestro país, era fiel al catolicismo, y como bien sabían, era necesaria la consecución de unos méritos que ayudaban a la salvación del alma de sus seres queridos. Es precisamente a raíz de esa situación cuando las personas verán indispensable invertir parte de su capital en la dedicación de misas (mientras más mejor), además de la fundación de vínculos y memorias, que ayudarán a limpiar los pecados del difunto. Todavía durante aquellas fechas las cofradías de las ánimas tenían un peso importantísimo en muchas de las localidades de nuestra geografía, de ahí que el temor en recaer durante un tiempo indefinido en el purgatorio, les llevaba a gastar ingentes sumas de dinero.

Este ejercicio religioso, se solapaba con otro de índole social, donde aprovechando la inversión de carácter económico que inmiscuía aquella acción protectora, los linajes a modo de imitación de las grandes familias que había afincadas en las ciudades principales (tal y como sucedería en este caso con Cuenca), intentaban ensalzar su nombre, a través de la posesión de una tumba en el interior de la Iglesia, que mientras más cerca estuviese del altar, otorgaba un mayor prestigio a los propietarios (ya que su coste era superior), además de garantizar un mayor acercamiento al lugar más sagrado del edificio. Los linajes con mayor capacidad de recursos potenciaban estas acciones con la adquisición de una capilla privada, que se engalanaba artísticamente con elementos decorativos, entre los que solían destacar los trabajos de forja y cantería, donde se representaban los escudos o blasones que realzarán el estatus de sus integrantes. Así lo hicieron en el caso que nos ocupa los señores del lugar, los Castillo-Reyllo o los Ximénez-Moreno.

Partiendo pues de esa idea y riqueza histórica que albergan los libros de difuntos, comentamos a continuación cuáles de aquellos linajes plasmaron su nombre en las respectivas partidas parroquiales que abarcarían desde finales del siglo XVI hasta los primeros años del XVII.


I. Alcaraz

Fueron una de las familias más influyentes y que tendrán un papel destacado en la sociedad local de finales del siglo XVI como principios del XVII. Bien es cierto que con el paso de las generaciones el apellido iría perdiendo fuerza, siendo sus representantes más destacados, aquellos que se remontan a los registros más antiguos que conocemos por los libros de la Iglesia, y que a aquí hemos recogido.

Bartolomé de Alcaraz muere en 1602 con pago 225 misas, solicitando que a su entierro acudan todos los señores clérigos del lugar. Se hizo con una sepultura propia y fundó una memoria perpetua con casas que recaerá sobre su descendencia. Siete años más tarde fallecerá Bartolomé de Alcaraz y de la Mota, quien también adquirirá su propia sepultura, creando una memoria perpetua que recaerá en su sobrino Agustín de Alcaraz sobre una viña de 500 cepas “para ayudar a su patrimonio para que sea sacerdote de misa”. Obviamente en este tipo de operaciones se vislumbran los intereses de la familia al intentar favorecer a su pariente para que este consiga hacerse con un puesto dentro del clero local, pues tal y como comentábamos anteriormente, el hecho de tener a un integrante entre las filas religiosas reportaba un estatus adicional al linaje dentro del pueblo. En 1626 moriría uno de los últimos Alcaraz que dio cierta solera al linaje, Bartolomé de Alcaraz Monteagudo, este se encargaría de fundar tres memorias perpetuas (lib. II, fol. 202-203).


II. Barambio

La llegada de los Barambio se produce durante la segunda mitad del siglo XVI. Sabemos que con el trascurso del tiempo irían prosperando hasta convertirse durante la segunda mitad del siglo XVII en una de las casas más importantes del municipio, debido al papel que ejercerían dentro del clero algunos de sus integrantes. En 1682 moría Francisco Barambio, padre de don Francisco de Barambio el mozo. Este solicitó un pago de 214 misas y mandó la creación de una memoria. Once años después fallecería Pedro de Barambio, marido en primeras nupcias de Ana López, y que citará como testamentario a Juan de Barambio Ruiz. Este pidió un total de 220 misas (lib. III, fol. 403).


III. Beltrán

Nos encontraríamos ante un linaje que consiguió cierto renombre al ocupar algunos cargos dentro del Santo Oficio, además de alcaldías que les permitieron codearse con personas destacadas de un rango similar. Al respecto merece la pena destacar la figura de Pedro Beltrán, familiar del Santo Oficio fallecido en 1630 (lib. III, fol. 5v-6) y casado con Ana Cortijo. Pedro fundó una memoria perpetua, mandó 300 misas y cita a su sobrino el Licenciado Alonso Beltrán, junto a su primo Bartolomé de Cuenca (quien fue alcalde de la villa). Recordemos que los Beltrán se asociaron con los Parra desde finales del siglo XVI, convirtiéndose en una de las familias que por aquellos tiempos gozaron de buenas influencias, de ahí que no sorprenda ver a distintos de sus representantes ostentando la vara de mando local.


IV. Buedo

Los Buedo eran miembros del estado noble, y uno de los pocos grupos de poder que consiguió sacar ejecutoria de hidalguía, lo que incrementó más si cabe el nombre del clan. Recordar que estos se encontraban entre algunas de las familias que se asentaron en las fundaciones de Vara del Rey o Valera de Yuso, donde ya destacarían por sus enlaces con otros representantes del mismo grupo social. En el año 1687 muere Bartolomé de Buedo, presbítero, hermano de don Gaspar de Buedo, encargado de solicitar 375 misas y la creación de una memoria perpetua (lib. III, fol. 376).



Fragmento de la genealogía de los Buedo de Buenache de Alarcón. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Sala de Hijosdalgo. Caja 1237, 0031


V. Castillo

Otro linaje que no podemos pasar por alto es el de los Castillo, quienes en origen eran un grupo de conversos procedentes del Castillo de Garcimuñoz, de donde precisamente vendrán las dos líneas que veremos asentadas en la localidad tras su llegada durante el siglo XVI a Buenache de Alarcón. La proyección de la rama que entroncará con los Reyllo, fue sin lugar a dudas una de las más prósperas fuera del ámbito municipal, llegando a poseer el Señorío de Marín y Zarza. Ambas líneas conseguirán reconocer su hidalguía (una mediante ejecutoria, mientras que la otra por una alusión cruzada en un expediente de la Orden de Carlos III).


VI. Cerrillo

La familia Cerrillo obtuvo el control de muchos de los puestos destacados que se presentaron en esta localidad. Tanto es así que alguno de sus integrantes llegó a hacerse con una capitanía militar, fenómeno que los acercó prácticamente al tratamiento que podían tener los miembros que componían la nobleza local. En 1673 Juan García de la Cerrilla fallecía con manda de 300 misas (lib. III, fol. 244v). La familia había entroncado con las principales casas de la población, y que por aquellos tiempos eran de las más importantes por sus cargos e influencias dentro del municipio, siendo ese el caso de los Parra o los Pérez, con quienes conjuntamente estaban asociados. En 1686 moría precisamente Elvira Pérez, viuda de Francisco Cerrillo, quien había pagado un total de 263 misas (lib. III, fol. 366v).


VII. Hortelano

Se trata de otros de los grandes linajes desconocidos de la historia de este municipio, y sobre los que recientemente descubrimos una referencia en la que reclamaban ser descendientes de hidalgos, hecho que por otro lado que sepamos nunca se les acabaría reconociendo, y que se apoya en una reseña presente en la ejecutoria de los Castillo-Reyllo, donde precisamente se denuncia la falta de apoyo desde el área municipal a la hora de reconocer que familias portaban este tipo de privilegios, puesto que siempre acababan siendo ignorados por no ser reflejados en los registros municipales, tras ignorarse en la villa la distinción de estados. Como gente de recursos, desde el siglo XVI los veremos ejerciendo cargos importantes en la localidad, así como entroncando con algunas de las principales casas del municipio. Conocemos algunos nombres de la familia que dispusieron de recursos, especialmente mujeres, que además pactarían enlaces estratégicos, es el caso de Isabel Hortelano, quien casó con Alonso Moreno y mandó un total de 250 misas (lib. III , fol. 182), además de la creación de una memoria. Decir que su hijo era el comisario del Santo Oficio Francisco Ximénez-Moreno, linaje que como ya hemos estudiado en más de una publicación consiguió una de las capillas de la Iglesia de San Pedro.


VIII. Lezcano

El origen de los Lezcano de Buenache deriva de don Juan de Lezcano, quien casó con Luisa Ximénez alrededor de 1520-1530, cuando desde las tierras vascas esta familia hidalga procedente de la pequeña localidad guipuzcoana de Albiztur decidió desplazarse. Veremos el nombre de algunos de sus representantes como labradores bien posicionados, es el caso de la familia de Francisco López Lezcano, quien era marido de “la Mondéjar”. Este cuando falleció solicitó un total de 234 misas. Decir que esa Mondéjar era en realidad la señora Catalina Mondejar, quien moriría años más tarde (en 1651), con manda de 251 misas, además de indicar que su cuñado era el bonachero Sebastián López (lib. III, fol. 114). No obstante había por la misma fecha otra línea igual de destacada, y que era la descendencia de María de Moya Lezcano, esposa de Andrés López de la Osa. En el año 1692 Andrés de Lizcano, hijo de Juan de Lizcano, muere con manda de 213 misas (lib. III, fol. 402).


IX. López de Gonzalo

Representantes del Santo Oficio, y una de las familias mejor posicionadas de la localidad durante el siglo XVIII, los López de Gonzalo fueron otra de esas grandes casas con las que contó la población, pues fundaron un vínculo y patronato con aniversario y misa perpetua en la Iglesia de San Pedro, siendo su promotor el señor don Francisco López de Gonzalo y del Pozo, quien fuera capellán mayor del Rey en el Sitio del Buen Retiro de Madrid. El referido Francisco (hijo de Marcos y Catalina), fue sepultado en la capilla del Santísimo Cristo de la Redención en la Iglesia de San Lorenzo de la Parrilla. Precisamente en 1697 moriría su padre, Marcos López de Gonzalo, sin lugar a dudas una de las figuras más representativas de este linaje en la localidad. Marcos era esposo de la noble doña Catalina López del Pozo, solicitando un total de 1000 misas por su alma y la de sus seres queridos (lib. IV, fol. 35).


X. Moreno

Nos encontraríamos con otra de las familias más influyentes y poderosas de Buenache durante el siglo XVII. Sin lugar a dudas la descendencia que más prosperó fue la dejada por el señor Fernando Saiz Moreno, marido de Quiteria Cano, quien fundó un vínculo y patronazgo para el linaje. Este vínculo aglutinaba casas, corrales, tierras con huertas, trigales y demás tipos de cultivos. Durante el año 1623 moría Miguel Moreno de la Fuente, marido de Elvira de la Parra. Este era hijo de una de las casas de labradores más acomodadas que había en el municipio. Miguel mandó 460 misas y tenía por primo al Padre don Pedro Ramón, su funeral fue todo un acontecimiento por las diferentes exigencias que este dejó plasmadas. Además de ello fundó una memoria perpetua, dos patronatos de legos, de los que uno recaerían sobre su hermano Alonso Saiz-Moreno, estando formado por varias casas de moradas y un conjunto de tierras, sin olvidar la elaboración para la Iglesia de una naveta de plata “para que se ponga el incienso”. En 1676 Fernando Saiz-Moreno, esposo de María Díaz, llegará a mandar más de 900 misas, junto la fundación de un patronato y una memoria (lib. III, fol. 264v). Su esposa María Díaz moriría cuatro años más tarde con un pago de 705 misas (lib. III, fol. 304v).


XI. Moya

El caso de los Moya de Buenache es bastante curioso, ya que presenta dos líneas que acabarán emparentadas, pero que a priori nada tienen en común. Una nos conduce hasta Valera de Arriba, mientras que la otra al enclave septentrional de Priego. Sus representantes llegarán a alcanzar cierto renombre, ocupando la notaria del municipio, además de integrarse dentro de las filas del clero local y el Santo Oficio. En el año 1673 moría Catalina de Moya, viuda de Bartolomé de Cuenca, con manda de 246 misas, además de la creación de una memoria perpetua (lib. III, fol. 55v-56).


XII. Muñoz

Otra estirpe destacada de Buenache, es la de los Muñoz, y que en ocasiones veremos cómo cambian su apellido bajo la forma Muñiz. Gozaron de enorme protagonismo durante los siglos XVI y XVII, de ahí que establezcan nexos con muchas de las casas nobles del entorno. En 1628 es alcalde de la localidad Diego Muñiz Hortelano.


XIII. Parra

Una de las familias importantes que veremos en la historia de la localidad son los integrantes del linaje de la Parra. Sobre sus orígenes poco o casi nada sabemos, sólo que desde el siglo XV ya estarían asentados en la villa, y ocuparían cargos destacadísimos, que les llevarían a controlar los puestos municipales del Santo Oficio, así como proyectar algunos de sus miembros en cargos relacionados con la iglesia, desde capellanías locales, hasta llegar a ser canónigos de la misma catedral de Cuenca. Ya en 1593 moría el Licenciado Bartolomé de la Parra, encargado de solicitar un total de 400 misas por su alma y la de sus seres queridos (lib. II, fol 1-1v).

Mateo de la Parra fallecerá en 1604 siendo familiar del Santo Oficio (lib. II, fol. 60v-61), mandando enterrarse en la sepultura de su tío el Bachiller Alonso Pérez, y que era conocida en el municipio como la tumba de los Pérez, además de solicitar 264 misas. En 1621 moría Elvira de la Parra con pago de 250 misas, esta era hermana de Pedro de la Parra (lib. II, fol. 167 v-168). Al año siguiente fallecería don Bartolomé de la Parra, presbítero y comisario del Santo Oficio en Buenache, mandando 400 misas, y haciendo varias donaciones. Sabemos por la referencia parroquial que tenía a su servicio varias criadas (lib. II, fol. 175v-176). En 1626 muere el familiar del Santo Oficio, Francisco Martínez de la Parra, esposo de María Pérez y primo hermano de Bartolomé de la Parra, quien era teniente cura de la población, junto con don Pedro de la Parra (alcalde de Buenache). Solicitó más de 200 misas y creó una memoria perpetua. Más adelante lo hará Martín de la Parra (padre del teniente de cura don Mateo de la Parra), solicitando para su descanso un total de 300 misas. En 1654 moría el Licenciado Pedro de la Parra, presbítero, hermano del comisario Parra y primo de Luis de la Parra, quien dejó un patronazgo además de mandar 300 misas (lib. III, fol. 128-129). En 1697 muere Juan de la Parra, hermano de los fallecidos Martín de la Parra y Mateo de la Parra, este solicitó 300 misas (lib.IV, fol. 30v).


XIV. Pérez

A pesar de ser uno de los apellidos más frecuentes en el municipio, su historia en Buenache refleja datos de enorme valor, puesto que durante el siglo XVI los Pérez fueron una familia que gozó de un prestigio y que en un futuro nos gustaría seguir investigando más a fondo, pues algunas ramas consiguieron ocupar puestos importantes, además de establecer enlaces matrimoniales con miembros de la burguesía local. Conocemos el caso de Alonso Pérez y Pérez, quien en el año 1587 aparece como miembro del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares.

En 1599 moría el Licenciado Alonso Pérez, solicitando 400 misas, además de la realización de una casulla para la Iglesia del pueblo y un patronato de legos sobre una “veintena de hazas” que recaerán en su familia (lib. II, fols. 36v-37). En 1621 fallecía Juan Pérez, hijo de Martín Pérez, así como sobrino de Pedro Pérez (clérigo), quien en vida recibió por parte de su tío la hacienda mayor que el linaje poseían en Gascas. Este creó una memoria perpetua y aglutinó sus bienes en torno a la figura de un patronato. Cinco años más tarde moriría Mateo Pérez (esposo de la señora Ramón), quien mandó un pago de 336 misas además de la fundación de dos memorias perpetuas. En el año 1633 fallece el Licenciado Alonso Pérez de la Parra, comisario del Santo Oficio, mandando casi 400 misas, y enterrándose en la sepultura de su madre, la cual se ubicaba en la nave mayor de la Iglesia de San pedro. Su hermano era el Licenciado Parra y dejó una cláusula de una memoria perpetua. Esta línea de los Pérez es sin lugar a dudas una de las que mejor se proyectó dentro del clero local. Su asociación con los Parra fue una constante, lo que ayudó notablemente a que los integrantes de ambas familias medraran socialmente.

Más adelante veremos referencias sobre la defunción de Alonso Pérez Párraga, esposo de Bárbara Ximénez, quien era hijo del Licenciado Párraga. Alonso mandó un total de 600 misas el día de su defunción. En 1673 moría Fernando Pérez con manda de 300 misas, su sobrino era Sebastián López de la Parra (lib. III, fol. 247v). En 1686 lo hacía Mateo Pérez -el mayor-, esposo de Catalina Moreno, con pago de 300 misas (lib. III, fol. 370).


XV. Ramón

Los Ramón son una familia estrechamente vinculada con los Moreno, debido a que en origen proceden de una misma línea en la que convergen ambos apellidos. Queda claro que aprovechando la situación de alianza con la línea de los López-Moreno, el linaje desvinculará una parte del patrimonio en forma de fundaciones, que en este caso para distinguir a los descendientes interesados en heredarlas, deberán de llevar siempre este apellido.

María Ramón (esposa de Mateo Pérez), falleció en 1621 redactando un testamento bastante extenso, en el que se detallaban varias solicitudes como la de diversas donaciones a la Iglesia del pueblo entre propiedades y la elaboración de textiles, además de la creación de una memoria perpetua y un patronato de legos sobre una viña con más de 2000 cepas y tierras adicionales. También fundó otra memoria perpetua que estaba a cargo de su sobrino Juan Gómez (canónigo). En el año 1633 moría el Licenciado Pedro Ramón, presbítero de la villa que solicitó un total de 600 misas. Un año después lo hará Ana Ramón, mujer de Pedro García Redondo, quien mandó 270 misas, además de la creación de una fundación y un patronazgo que recayó en su sobrino Mateo de Villora (lib. III, fol. 31-31v). En 1673 Ana Ramón moría con manda de 239 misas. Su esposo era el bonachero Gil Hortelano (lib. III, fol 245v-246).


XVI. Rentero-Campos

Otra de las líneas que nos resultaría imposible de obviar, es la de la familia Rentero, y que en origen estuvo entroncada con los Campos. La relación de este linaje a través de María de Campos, resultará clave para comprender el vínculo sanguíneo que ambas casas establecieron.

Domingo Campos falleció en 1595, fundando tres memorias perpetuas, entregando una casulla a la Iglesia, además de realizar el pago de más de 600 misas. Más adelante, en 1627 leemos la partida de defunción de doña Violante Morán y Buitrón, viuda de Juan Ibáñez de Campos, noble que mandó 280 misas, y que además de contar con un buen patrimonio era hija de don Alonso Morán y doña Catalina Navarro. En 1690 fallece el Licenciado Diego Rentero Varela con pago de 324 misas, entre las que se encontraban las dedicadas a su tío el Licenciado Diego Rentero (lib. III, fol. 393v).


XVII. Reyllo

Los Reyllo son un linaje de hidalgos de los que ya hemos efectuado varias publicaciones, que nos recuerdan la posición destacada que alcanzaron dentro del ámbito de la nobleza municipal de Buenache, así como incluso en las tierras de esta comarca. Sabemos que durante el siglo XVI hay una clara alineación de dos familias -los Castillo (también hidalgos procedentes del Castillo de Garcimuñoz), así como los Silva (que serán acusados de conversos)-, y que intercalarán el apellido de este linaje durante mucho tiempo en sus descendientes. En 1633 moría el Licenciado Francisco de Reyllo, canónigo de Coria, quien mandó 1378 misas y cita como sobrino al Licenciado Alonso Beltrán (lib. III, fol. 27). Décadas después sorprenderá la partida de defunción (1674, lib. III, fol. 251) de una de las grandes figuras de esta familia, el doctor don Diego de Reyllo, quien llegaría a ser Prior de la Colegiata de Belmonte y que sin lugar a dudas marcaría un punto de inflexión en la historia del linaje, pues la línea genealógica de su familia entablaría con el trascurso de las generaciones una serie de políticas matrimoniales con familias destacadas de la nobleza conquense. Un par de años después, María de Reyllo fallecerá con manda de 340 misas, además de la creación de una memoria (su marido era Diego de Arias Calleja) (lib. III, fol. 266).


XVIII. Rubio

Ya desde los primeros siglos, la familia Rubio adquirió un peso destacado en el municipio. De acuerdo a los datos que nos proporciona el expediente de finales del siglo XVI de Alonso Pérez Pérez, se dice de este linaje, que su origen se encuentra en la cercana localidad de Valera, siendo parientes de los de Buenache y considerándolos además como una de las principales familias de Valera. Entre las personalidades con este apellido hemos de destacar al escribano Martín Rubio Gallego (lib. II, fol. 121v), quien manda 240 misas y deja como heredero a Juan Lopez-Moreno. En el año 1644 morirá María Rubio, esposa de Bartolomé Saiz. Esta mandó un total de 390 misas (lib. III, fol. 108-109), además de dejar un censo de 50 ducados y una memoria sobre su sobrina María López.


XIX. Ruipérez

Se trata de un apellido bien posicionado en la localidad desde sus inicios, y que como se desprende de otros muchos, parece ser que en diversas localidades era incluso portador de nobleza. Es el caso de la zona de Motilla del Palancar y algunas otras vecinas, en donde su adscripción hidalga era indiscutible. En Buenache veremos cómo su origen nos conduce a la línea de los Pérez de Ruipérez, fenómeno que en cierta medida complica averiguar sus raíces. En 1695 moría Ana de Ruipérez, esposa de Miguel de Villora, mandando un pago de 213 misas (lib. IV, fol. 10v). Dos años después Pedro de Ruipérez solicitará 302 misas (lib. IV, fol. 34).


XX. Saiz

El apellido Saiz aparece de manera repetida en multitud de documentación, nada extraño si además de su frecuencia, partimos de que sus integrantes mantuvieron cierto protagonismo en momentos puntuales de la historia de la localidad. Existen varias líneas que acaban cruzándose entre sí, y que debido a los saltos que se da con los apellidos, no sabemos en ocasiones si se adscriben a la misma familia. Siendo los más importantes aquellos que engloban los linajes de los Saiz-Carnicero, Saiz-Asensio y Saiz-Izquierdo. No olvidemos por ejemplo que el famoso Antonio Saiz de Zafra Martínez-del Castillo que entró en la Orden de Carlos III, era en realidad por línea recta de varón Saiz, además de uno de los vecinos más ricos de su tiempo en Buenache, al margen de que este apoye sus informaciones genealógicas en el linaje hidalgo de los Zafra por el peso que tenían para conseguir su reconocimiento nobiliario. En el año 1677 Pedro Saiz-Carnicero mandará 376 misas, además de la fundación de un vínculo (lib. III, fol. 267). Durante 1682 moría Pedro Saiz Herráiz Beltrán, quien solicitó el rezo de 435 misas, además de la creación de una memoria perpetua (lib. III, fol. 316v).


XXI. Salonarde

Una de las grandes estirpes de la ganadería conquense fueron los Salonarde. Los sucesivos cruces entre primos, fueron una estrategia habitual, que veremos en las dispensas de Buenache de Alarcón. Muchos de estos matrimonios fueron alianzas planificadas, y que una vez que consolidaron a la familia en la localidad, apuntaron con una miras más ambiciosas. La jugada les salió perfecta, si tenemos en cuenta que pocas generaciones después consiguieron comprar una casa palaciega en el mismo casco central de la ciudad de Cuenca. Uno de los personajes destacados con los que entroncará la familia es la casa del Licenciado don Tomás de Sancha y Ayala, quien mandaría un total de 3000 misas tras fallecer en 1694 (lib. IV, fol. 8).


XXII. Ximénez

Nos encontraríamos ante una estirpe de labradores bien posicionados, que en algunas ocasiones intentó ennoblecer, como veremos en el caso de la línea de los Ximénez-Moreno, y que acabó adjudicándose una capilla privada dentro de la Iglesia de San Pedro. Igual de interesante nos resultarán los integrantes de la rama que se autodenominaba como descendiente de los Ximénez de Cisneros, que sin haber pruebas consistentes que demuestren tal parentesco con esta ilustre casa de la nobleza española, no deja de ser curiosa por reflejar que tipo de aspiraciones sociales albergaban algunos de los miembros de este linaje documentado desde tiempos antiguos en el municipio. En 1606 fallece Juan Ximénez con pago de 200 misas, mandando enterrarse en la sepultura de su padre de mismo nombre y apellido. Otra figura destacada de la familia fue Bartolomé Ximénez, casado en primas nupcias con Quiteria Ximénez, y que después de haber enviudado con esta, sellaría alianzas matrimoniales con la bien posicionada doña Ana Laynez. Bartolomé murió en 1695 con pago de 512 misas (lib. IV, fol. 18).


Las fundaciones religiosas

Adjuntamos a continuación un listado de vínculos, patronatos y capellanías que fueron creados por las familias aquí descritas o que con el tiempo acabarían recayendo en su poder. Como podremos comprobar algunas son las que aparecen citadas en la información que hemos recogido en las respectivas partidas de defunción de sus integrantes. Las referencias proceden de un documento sobre las capellanías de la localidad entre los años 1791-1864 (ADC).

- Vínculo de Pedro Pérez. En 1791 está en posesión de don Gregorio Fermín Coronado (presbítero).

- Capellanía del Licenciado don Mateo de la Parra (con título de las benditas almas). En 1791 está en manos de don Marcos José Coronado (presbítero).

- Patronato de Diego García Rentero, y que en 1791 todavía se encuentra en posesión de Pedro José García Rentero.

- Vínculo de don Francisco de Barambio. En 1791 se halla en manos de don Francisco de Barambio, vicario de la ciudad tarraconense de Tortosa.

- Segundo vínculo de don Francisco de Barambio. En 1791 está en posesión de don Benito de la Fuente y Barambio, clérigo de corona.

- Patronato de María Ramón, que en 1791 es de Pedro Pérez de Santacruz.

- Patronato de Francisco Martínez, que en 1791 está en posesión de don Manuel Epifanio de Buedo.

- Vínculo del Licenciado don Bartolomé de Buedo, en manos del referido don Manuel Epifanio de Buedo.

- Patronato de Pedro Alcaraz (al que hicieron agregación don Bartolomé Redondo, cura de Alarcón; Don Bartolomé Alcaraz, cura de Valverde del Júcar y su hermano el presbítero don Joaquín Alcaraz). En el año 1791 estaba bajo el control de Blas de Alcaraz, vecino de Valverde del Júcar.

- Capellanía de don Diego de Reyllo. En 1791 es su poseedor el señor don Pedro del Castillo y Reyllo, presbítero de la ciudad de Cuenca.

- Vínculo del doctor don Francisco López, y que en 1791 es posesión de don Marcos López de Gonzalo (residente en Valladolid).

- Vínculo de Ana Ramón. En 1791 está en manos de Isabel de Villora.

- Patronato de Elvira de la Parra. En 1791 es de Víctor Blanco.

- Capellanía de don Juan Cerrillo, y que en 1791 se encuentra en posesión de don Francisco Antonio de Villora.

- Patronato de don Juan Cerrillo. En 1791 está en manos de Matías Vicente Rodríguez, escribano de Sisante.

- Vínculo de Pedro de la Parra. En 1791 es de Luis de la Parra -mayor-.

- Vínculo de Ana Cortijo. En 1791 es poseedor Marcos López de Gonzalo.

- Vínculo de Fernando Saiz-Moreno. En 1791 es poseedor Bartolomé Antonio Moreno.

- Capellanía de Isabel Rubio. En 1791 es del presbítero Luis de la Parra.

- Vinculo del Padre Ximénez, y que en 1791 estaba inmerso en un pleito.

- Vínculo de Diego Hortelano Muñiz. En 1791 era propiedad de Diego Muñiz.

- Vínculo de Marcos López. En 1791 estaba en posesión de Fermín Hortelano.

- Patronato del Bachiller Alonso de la Parra. En 1791 estaba en posesión de Bartolomé de Cuenca (presbítero).

- Patronato de Miguel Moreno de la Fuente. En 1791 es su poseedor don José Clemente, canónigo de Cuenca.

- Segundo patronato de Miguel Moreno de la Fuente. En 1791 su poseedor es Miguel Moreno.

- Capellanía del Licenciado Pedro Hortelano. En 1791 se halla en manos del presbítero don Francisco Ramírez.

- Capellanía del doctor Diego de Reyllo. En el año 1791 su poseedor es el presbítero de Villaescusa del Haro, don Gabriel Ruiz de Lara.

- Vínculo de Emerenciana Pérez. En 1791 es su poseedor Juan Vicente López Beltrán.

- Vínculo de don Julián de Moya Lozano. En 1791 es su poseedor Julián Calleja.

- Vínculo de don Alonso Saiz Moreno. En el año 1826 está en manos de Julián Moreno, presbítero.

- Vínculo de Elvira de la Parra. En 1791 es de Julián Gallego.


David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro II de defunciones (1593-1629), Sig. 24/38, P. 586

* Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro III de defunciones (1629-1693), Sig. 24/39, P. 587

* Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro IV de defunciones (1694-1735) Sig. 24/40, P. 588

* Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Sala de Hijosdalgo. Caja 1237, 0031

* Gómez de Mora, David (2018). “Las élites de Buenache de Alarcón siglos atrás”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).