martes, 18 de febrero de 2020

Los antepasados paternos de Don García Ruiz Girón de Alarcón (el párroco de Piqueras del Castillo). Apuntes sobre una familia poderosa de la Manchuela. II parte


Existen numerosas cuestiones acerca de la familia del párroco de Piqueras, García Ruiz Girón de Alarcón, tal y como ya evidenciamos en un primer artículo publicado en 2019, donde se esbozaban retazos de tipo histórico como genealógico, que en el presente escrito volvemos a retomar. Tanto en la línea paterna como materna de este personaje y sus hermanos, se plantean múltiples interrogantes acerca de su ascendencia, explicados como resultado del pasado converso de un número considerable de sus ancestros.
El contexto social y político del momento, responden a buena parte de estas cuestiones. Sabemos que la Inquisición acechaba a las familias judías, y en este sentido la de los Ruiz de Alarcón era una de ellas, pues por línea recta de varón descendía de la casa de los Castillo, una de las más conocidas por los sambenitos que arrastró dentro de la nobleza conquense.
García Ruiz Girón de Alarcón era hijo del Señor de Albaladejo, don García Ruiz de Alarcón, así como de la Señora de Piqueras, doña Guiomar Girón de Valencia. Ahora bien, las dudas que se nos plantean y que queremos abordar en este artículo son fundamentalmente tres. La primera es la ascendencia de los abuelos paternos del párroco de Piqueras, así como de qué manera llega hasta las manos de sus padres el Señorío de Albaladejo, y finalmente que familias fueron entroncando con este linaje.

I. Las lagunas genealógicas
García Ruiz de Alarcón casó con Guiomar Girón de Valencia a finales del siglo XV, por lo que sus padres vivieron durante la segunda mitad de dicha centuria. Las genealogías tradicionales lo hacen hijo de Pedro Ruiz de Alarcón y María Carrillo. Un dato que cobra interés, si seguimos el planteamiento que nos presenta Paloma Torrijos, quien estudiando el Archivo de los Condes de Cervera, apreció como la mujer de Diego del Castillo y Señor de Altarejos, no era en realidad la María Carrillo que cita en su genealogía Rodríguez Llopis (1999)1, sino que se trataría de Mayora Álvarez de Toledo, por lo que María Carrillo de Guzmán sería la esposa de la línea de los Señores de Albaladejo, es decir, la abuela materna del cura de Piqueras y hermana de esta Mayora.
Este hecho se aprecia en el mismo testamento de don Juan Álvarez de Toledo 2, quien fue Señor de Cervera, y padre de dicha María Carrillo de Guzmán. La esposa de Juan Álvarez de Toledo y madre de María fue Leonor Coello Carrillo de Guzmán. No olvidemos que Leonor era hija de Pedro Coello, segundo señor de Montalbo, El Hito y Villar de Cañas hasta su muerte en 1449, y de su segunda mujer María Carrillo de Guzmán (con la que casa hacia 1437). Maldonado nos informa que María Carrillo de Guzmán es mencionada en el testamento de su padre el Señor de Cervera, siendo identificada como la mujer Pedro Ruiz de Alarcón, a quien se le concede el lugar de Cañada Negrita como dote de su boda 3 .
La ascendencia del abuelo paterno del párroco la conocemos gracias a las referencias genealógicas aportadas por Rafael Girón Pascual 4. Estos datos ofrecen un vacío que es completado por la documentación de la Real Academia de Historia, motivo por el que nos surgen diferentes dudas que pasamos a comentar:
Primeramente apreciamos una generación que en nuestra hipótesis preliminar desconocíamos, ya que la familia Ruiz de Alarcón, de acuerdo a los datos de Maldonado aparece en dos ocasiones, por un lado tenemos al licenciado Hernando Gutiérrez del Castillo (hijo del Doctor Pedro González del Castillo), quien casa con Guiomar de Alarcón. Fruto de este matrimonio nacerá Pedro Ruiz de Alarcón, conocido como “burro de oro”, quien casa con otra miembro del linaje Alarcón, en este caso Catalina de Alarcón (hija de Lope Ruiz de Alarcón, Señor de Valverde).
De dicho matrimonio nacerá Pedro Ruiz de Alarcón, que tras celebrar su matrimonio con María Carrillo de Guzmán dejaría como vástago a García, el padre del párroco y Señor de Albaladejo que alrededor de 1497 celebrará sus esponsales con Guiomar Girón de Valencia.
Obviamente estas últimas dos generaciones son las que tantas dudas han planteado a diferentes investigadores, pues Maldonado menciona como hijo de Pedro Ruiz de Alarcón y Catalina de Alarcón a un “N. de Alarcón, dueño de la dehesa de Olivilla y de los molinos entregados por su abuelo materno a su padre cuando se caso”. En cambio, otros autores identifican a sendos Pedros (padre e hijo) como una misma persona.
De lo que no hay ninguna duda es que la línea bastarda de Hernando Gutiérrez del Castillo es probablemente el detonante que obligará a la descendencia a invertir el apellido, puesto que con el linaje de los Ruiz de Alarcón se ocultaba el sambenito de los Castillo.
W. King5, ya advertía de los comprometido que podía resultar esta situación para los integrantes de la casa. No obstante bien es cierto que la herencia patrimonial y consiguiente prestigio lo obtenían por los Ruiz, de ahí que había una justificación más que suficiente para desechar el apellido Castillo y así disuadir cualquier vinculación con la familia del doctor, que como sabemos era de ascendencia conversa.

II. El Señorío de Albaladejo
En cuanto a como llegó hasta las manos de García Ruiz de Alarcón el Señorío de Albaladejo, King comenta que Hernando del Castillo heredó de su padre algunas propiedades en Castillo de Garcimuñoz. Al casar con su esposa, aglutinan por compra en 1474 la villa de Albaladejo, y que recaerá sobre su hijo Pedro Ruiz de Alarcón. “La compra de Albaladejo (al comendador Alonso de Iniesta) y creación del mayorazgo, están atestiguadas por el ms. M-71, fols. 13 v-16, y por el ms. M-90, fols. 232-239, respectivamente. En la segunda mitad del siglo XV la propiedad de Albaladejo había pasado por muchas manos: Juan Pacheco, Marqués de Villena, se lo vendió en 1458 a Lope de Alarcón, Señor de Valverde y doncel del Rey Juan II (ms. D-14, fols. 123-124); Lope le cedió la villa a su segundo hijo, Pedro de Alarcón, el cual se la vendió a Alonso de Iniesta en 1472 (ms. M-90, FOLS. 254 v-256v” (King, 1970, 63).
Probablemente deba de verse aquí, junto con los motivos anteriormente expuestos, las razones que expliquen esa confusión entre las generaciones de Pedro Ruiz de Alarcón esposo de la hija del Señor de Valverde, con el de la generación siguiente, en donde otro Pedro que casa con María Carrillo es también Señor de Albaladejo. De acorde a la información que aporta King, Pedro Ruiz de Alarcón (hijo de Hernando Gutiérrez del Castillo), consigue el señorío por la compra producida en 1474 a Alonso de Iniesta, personaje que precisamente lo adquiere previamente a través de Pedro de Alarcón, hijo de quien en otras genealogías se le adscribirá como suegro de “burro de oro”.
¿Puede explicar esta relación entre la repetición de nombres y obtención del señorío, el motivo que confundiera a varios historiadores a pensar que existan varios Pedros diferentes dentro de la línea de los Señores de Albaladejo?, ¿es Hernando Gutiérrez del Castillo bisabuelo o tatarabuelo paterno del párroco?, la respuesta varía dependiendo de que genealogías consultemos.
Maldonado como decíamos era de la opinión de quienes dan por hijo de Hernando a Pedro Ruiz de Alarcón, esposo de Catalina de Alarcón (la hija del Señor de Albaladejo), añadiendo que el señorío de Albaladejo no lo había poseído por compra a Alonso de Iniesta, sino que le venía heredado de su madre Guiomar de Alarcón, por ser propiedad de su abuelo, García Ruiz de Alarcón.
Al margen de como sucedieran los hechos, de todo este embrollo, lo que sí parece tenerse claro, es que Hernando Gutiérrez del Castillo casó con una Alarcón, así como que Pedro Ruiz de Alarcón (para unos hijos y para otros nieto de ambos), fue esposo de una de las hijas de Juan Álvarez de Toledo (Señor de Cervera).

III. Los Ruiz de Alarcón
Desde el siglo XIV el linaje de los Alarcón se documenta y relaciona en diversas referencias históricas. Ciertamente en tiempos de Enrique III es cuando la familia cobra el protagonismo que marcará un antes y un después en el poder de sus descendientes, ya que a partir de esa fase, los Alarcón controlarán señoríos guarnecidos por puntos de defensa y fortalezas, que consolidaron su nombre en este área de la Manchuela conquense.
La casa de los Ruiz de Alarcón tuvo claro desde un primer momento que el área meridional de la provincia podía servirle como base desde la que medrar y crecer como miembros de la nobleza territorial. A los dominios de Ranera y Talayuelas, se le sumaron otros como el de Veguilla de las Truchas, tras su enlace con los Castilblanque. No obstante, las posesiones que habían hacia el oeste, ampliaban y dispersaban su posición, así sucedió con Valverde y Zafra.
Enclaves como Ranera (donde todavía quedan los restos de una torre) o Torrefuerte de las Veguillas de las Truchas, y que los Ruiz de Alarcón rehabilitaron con sus bienes, muestran parte de esa notoriedad. Será a partir del siglo XV cuando el bastión de las Veguillas se adaptará a otras necesidades arquitectónicas.
Castillo de Torrefuerte (Salvacañete). Imagen de reservabiosferavalledelcabriel.com
No olvidemos los intereses ganaderos y lanares que reportaba esta franja geográfica, y que se complementaban con los que otra línea de la familia poseería después en Piqueras, Buenache y alrededores. Si Piqueras contaba con su respectiva torre de defensa, desde la que se divisaba el trasiego de las reses que circulaban por sus dominios, dentro de una línea similar se encontraría la torre del mulatón, ubicada en los dominios del Señorío de Buenache de Alarcón, y de la que sólo quedan unos escasos vestigios que son el testimonio de su existencia desde la Edad Media.
Tampoco se nos puede pasar por alto el Señorío de Zafra, y que los Ruiz de Alarcón consiguieron controlar en el siglo XV durante una serie de años, fruto de los servicios y fidelidad de la familia al Marquesado de Villena. Esa primera mitad de la centuria fue sin dudas crucial para el linaje, ya que amplió su radio de influencia. Zafra tenía desde la época musulmana una fortaleza que destacó por su envidiable defensa, hecho que se manifiesta en el interés albergado posteriormente por los Pacheco en recuperarla. Y es que no hemos de olvidar que el enclave ni tan siquiera pudo ser tomado durante la guerra contra los Reyes Católicos. No cabe duda de que ese espacio ofrecía buenas prestaciones, ya que el propio Lope de Alarcón residió en su interior.
Genealogía de los Ruiz de Alarcón. Elaboración propia

IV. Otros antepasados
La ascendencia de la esposa de Pedro Ruiz de Alarcón nos conduce por diferentes puntos de la provincia, en los que siguiendo la situación geopolítica del siglo XV, se evidencia un claro interés por un conjunto de alianzas matrimoniales, entre las casas de los hidalgos conversos respecto con aquellas familias integrantes de la nobleza portuguesa. Belmonte será uno de los núcleos principales, desde donde apreciamos una conexión con otros enclaves satélites, conectados a través de familias de estas características.
A mediados del siglo XV los Álvarez de Toledo consiguen el Señorío de Cervera. Ya dentro de sus dominios existían algunas construcciones levantadas con anterioridad, es el caso de la designada como Torre del Calabozo (una estructura defensiva de mampostería y planta cuadrada, que dispone de buenos sillarejos). Dentro del mismo municipio existe otra obra, designada con el nombre de la antigua torre-palacio, en la que vivían los señores de este municipio. Ésta tiene planta rectangular y se elaboró a base de sillarejos junto con argamasa de cal y arena.
Torre del Calabozo (Cervera del Llano). Imagen de turismocastillalamancha.es
Los Álvarez de Toledo eran una familia conversa de raíces judías, que gracias al poder concentrado por el Comendador, adquirió una influencia destacada, que inmediatamente quedará reflejada en su descendencia. Así sucederá con el Señor del lugar e hijo, Juan Álvarez de Toledo. Este linaje, tras entroncar con los Carrillo, aportaban a la prole el prestigio de la familia Coello y los Pacheco, unas de las más influyentes del panorama político por aquellos tiempos en el territorio conquense.
Tampoco se nos debe de olvidar Montalbo y su castillo, que una vez desalineado del marquesado como de la corona, al igual que otros tantos emplazamientos, Enrique III lo incluyó junto con varios señoríos en un mismo dominio que acabó recayendo en el noble don Egas Coello. El portugués, marido de Leonor Alfonso Pacheco, guardaba los mismos intereses que el linaje de su suegro. Obviamente este emplazamiento será uno de sus principales asentamientos, desde el que la familia afianzará su posición.
Los Pacheco desde Belmonte desplegaron un foco de poder señorial y eclesiástico. La colegiata será sin ninguna duda el edificio que la familia empleará como panteón, en el que proyectará más si cabe su estatus acumulado.
De esta forma la hija del Señor de Cervera, se convirtió en una figura clave, que aportó un conjunto de intereses a los Ruiz de Alarcón, ayudando a que García pudiera establecer un matrimonio a la altura de sus aspiraciones con la heredera de Juan de Valencia.
Genealogía de los Ruiz de Alarcón, antepasados de García Ruiz Girón de Alarcón. Elaboración propia

David Gómez de Mora

Referencias:
1 Rodríguez Llopis, M. (1998). “Procesos de movilidad social en la nobleza conquense: la Tierra de Alarcón en la Baja Edad Media”, en Tierra y familia en la España Meridional, siglos XIII-XIX. Francisco González García (Ed.), Universidad de Murcia, pp. 45-85
2 Testamento de don Juan Álvarez de Toledo, y que conocemos por los datos que nos ha proporcionado Paloma Torrijos, quien ha investigado el Archivo de los Condes de Cervera.

3 Dato aportado por Paloma Torrijos a través de la documentación consultada en el Archivo de los Condes de Cervera.

4 Mediante la documentación de la R.A.H., D-27 204 y 204-v, junto con el artículo de Ramón José Maldonado y Cocat, que lleva por título “Genealogías Manchegas II, familias de Barrionuevo, del Castillo, Galiana, Hurtado, Loaisa, Marín, Muñoz y Sosa”, podemos hacer una reconstrucción sobre la ascendencia de García Ruiz de Alarcón, esposo de Guiomar Girón de Valencia (Señora de Piqueras del Castillo).

5 King, Willard. F. (1970). “La ascendencia paterna de Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza”. Nueva Revista de Filología Hispánica, Vol. 19, Nº1 (1970), 49-86 pp.

jueves, 13 de febrero de 2020

La fuerza del clero en Buenache de Alarcón


Entender la importancia del tradicionalismo y la devoción católica en la sociedad buenachera, es una cuestión crucial para reconstruir parte de su historia general, así como de los diferentes sucesos que irían viviéndose entre sus gentes desde siglos atrás.

Este enclave durante el pasado se presentó como una apacible localidad, asentado sobre una economía poco diversificada, proclive a políticas matrimoniales escasamente abiertas a pesar de las posibilidades de las que se disponía para estar conectado con otros focos cercanos. Desde el mismo, se afianzará el nacimiento de muchos linajes locales, que poco a poco consiguieron darle nombre tanto al propio emplazamiento como a sus familias.

De obligada consulta es la obra de Tomás López (Diccionario Geográfico de España), cuando entre los folios 189-190, se dedican una serie de reseñas a personajes ilustres de la localidad, y que cabe matizar, no vemos precisamente en todas las poblaciones que el autor describe. Hecho que resulta especialmente llamativo, pues como bien sabemos el número de residentes en Buenache no era excesivamente elevado.

La evolución demográfica es un tema sobre el que queda muchísimo por investigar, aunque ciertamente las primeras líneas sobre la cuestión ya han sido abordadas por Domingo Terencio (2016, pg. 71), y de quien podemos interpretar como la hebilla de las 1600-2000 personas, fue una de las cantidades medias sobre la que se moverá el número de vecinos durante el trascurso de la época moderna.


Mapa de Buenache de Alarcón representado en la obra de Tomás López, Biblioteca Nacional de España


Ahora bien, resulta necesario contextualizar estas cifras, puesto que en momentos concretos (como ocurrió a principios del siglo XVIII), ni tan siquiera se superó el millar de almas. Datos que nos sorprenden cuando los extrapolamos con la profusión de linajes que consiguieron prosperar desde dentro del ámbito eclesiástico.

El referido Tomás López cuando describe Buenache llega a mencionar hasta una quincena de personalidades vinculadas con el brazo del clero (y eso sólo en un margen de varias centurias), que en cuestión de escasos siglos consiguieron medrar y dar a conocer su figura más allá del ámbito local. Pasamos a describirlas a continuación:

-Bachiller Alonso Pérez Parra, Comisario del Santo Oficio en 1599.

-Don Bartolomé de la Parra, cura y Comisario del Santo Oficio a principios del siglo XVII.

-Don Francisco de Torres, Sargento Mayor de la Plaza de Maniela y Alguacil Mayor de la Inquisición de México. Este caballero envió a la imagen de Nuestra Señora de la Estrella un vestido de plata, todo de filigranas, guarnecido de varias piedras preciosas como rubís y diamantes.

-Don Fray Juan de Rojas. Religioso de la Merced Calzada, Obispo de Nicaragua y escritor, quien además donó un rico cáliz para la Ermita de San Cristóbal y que luego pasaría a integrarse a la colección de la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol.

-Doctor Don Diego de Reyllo, Calificador del Santo Oficio, Prior de la Colegiata de Belmonte, fundador a su vez de varias capellanías, memorias y un mayorazgo con Señorío en las villas de Marín y Zarza, contiguas al río Júcar y ermita de Nuestra Señora de la Estrellla.

-Don Marco de la Parra, Comisario del Santo Oficio.

-Don Julián de Moya, Comisario del Santo Oficio.

-Maestro Andrés García, capellán Mayor de Su Majestad.

-Don Mateo de la Parra, Comisario del Santo Oficio.

-Don Francisco Ximénez-Moreno, Racionero de la Catedral de Cuenca y Comisario del Santo Oficio.

-Doctor Don Francisco de Barambio y Blanco, confesor de las descalzas de Madrid y teólogo destacado por su nivel de erudición.

-Don Francisco López de Gonzalo, Doctor en Sagrada Teología y capellán mayor de su Majestad Felipe V.

-Don Diego Vieco, Racionero de la Iglesia de Cuenca, Secretario de su Ilustrísima con gracia de canónico.

-Don Matías de Buedo y Alarcón, confesor del Serenísimo Infante Don Manuel de Portugal.

-Reverendo padre Don Marcos Burriel, quien además fue un prolífico escritor.

Mencionar que Tomás López se dejaría otras tantas igual de importantes en el tintero, por lo que el computo final sería superior. Es por ello que las familias de la burguesía local y la nobleza rural, integrarán un conglomerado heterogéneo que conformará la élite local, que a través del poder que ofrecía el clero, aprovecharán como plataforma para proyectarse, como especialmente para extender el nombre de su familia. Obviamente el escenario de base era más que proclive, si entendemos que en ese lugar con poco más de un millar y varios centenares de habitantes se han documentado hasta 10 cofradías, así como una cifra similar de edificios de carácter religioso, básicamente integrados por ermitas.

En este sentido conocemos algunas como la de San Antón, San Antolino, San Sebastián, San Miguel, u otras como la de las Nieves, Trinidad, o de la Estrella, sin olvidar el principal edificio religioso, la iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol. Dentro de la misma línea, las cofradías serán igual de variadas, como sucedió con la del Santísimo Sacramento, Ánimas, Cristo de la Viga, Virgen de las Nieves, Concepción, Santísima Trinidad, Virgen del Rosario, Nuestra Señora de la Estrella, Jesús y de San Pedro ad Víncula.


Iglesia de San Pedro Apóstol en Buenache de Alarcón. Imagen de wikipedia.org


Es evidente que Buenache ha sido durante siglos (a pesar de su escasa dimensión) un municipio profundamente católico, en el que la fundación de capellanías ha ido acompañado por una notable devoción, que de nuevo vuelve a manifestarse en el número de capellanes que afloraron en la localidad. Obviamente este clima religioso explica la importancia que tuvo el ideario carlista entre el vecindario tras el estallido de la primera guerra, y que todavía veremos en los años setenta de la misma centuria. No será por ello casual que Don Domingo Forcadell (Comandante General del Ejercito de Aragón, Valencia y Murcia), y que en 1837 iba acompañado por Don Ramón Cabrera, se uniera precisamente a la Expedición Real justamente en este mismo emplazamiento.


David Gómez de Mora


Referencias:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Sig. 24/50. Capellanías de Buenache de Alarcón. Años 1791-1864

* Biblioteca Nacional de España. Diccionario geográfico de España de Tomás López

* Terencio Silvestre, Domingo (2016). Buenache de Alarcón, arte, historia y religiosidad popular: V Centenario de la creación del Archivo Parroquial. 1514-2014

martes, 11 de febrero de 2020

Notas sobre la familia de los Coronado en Buenache de Alarcón


El linaje de los Coronado es uno de los grandes desconocidos de esta localidad, y que vemos como a partir del siglo XVIII crece en el ámbito social, hasta formar parte de las élites del municipio. La consecución de una escribanía, sumada a la incorporación de diversos miembros dentro del clero, fueron sin lugar a dudas un conjunto de catalizadores, que iban adscritos paralelamente a la acción satisfactoria de medrar por parte de sus integrantes, hecho que queda manifestado en la consecución de alcaldías como mayordomías en las principales cofradías de Buenache. Sólo por citar un ejemplo, en 1732 Gregorio Coronado era el alcalde más antiguo que había en la villa.
Don Mateo Coronado y Blanco, fue un miembro más de esta estirpe, que muestra de manera ejemplar la trayectoria recorrida por la familia. Mateo era bonachero de pura cepa, hijo legítimo de don Mateo Silverio Coronado y doña Julia Blanco, siendo reconocido miembro del estado noble por ser hijodalgo de sangre. Aquí se crió y una vez que pudo comenzó sus estudios, adquiriendo protagonismo hasta conseguir ser Alcalde Mayor de la villa de Villafranca de Córdoba.
Gracias a la relación de méritos que se conserva en la sección de consejos del Archivo Histórico Nacional 1, sabemos que este personaje estudió en el Seminario Conciliar de Cuenca, además de obtener el grado de Bachiller en Derecho Civil, con grado de nemine discrepante. Fue también individuo de la Academia de Jurisprudencia y abogado de la Chancillería de Granada y Reales Consejos.

Paraje de Fuente Agria, en Villafranca de Córdoba. Uno de los muchos lugares en el que don Mateo Coronado promovió sus políticas de forestación. Imagen de alberguefuenteagria.com

Desde 1799 hasta 1810 fue Alcalde Mayor por la casa de Medinaceli, en las villas de Monturque, Carcabuey y Villafranca de Córdoba. Además, se alistó como soldado en la Milicia Nacional para luchar contra las tropas napoleónicas, mejorando la policía en aquellos pueblos donde estuvo como alcalde
Mateo desempeñó seis comisiones en la Real Chancillería, además de las Subdelegaciones del Pósito, de Bienes Mostrencos y de Montes y Plantíos de Villafranca de Córdoba, siendo también Conservador General de Montes del Interior y de la Comisión de Caminos de Granada, con destacadas políticas de repoblación forestal.
Tampoco debemos pasar por alto que en 1621 fue propuesto para la segunda judicatura de la provincia de Cádiz, así como que un año después aparece mencionado como juez cesante en Villafranca de Córdoba 2.

David Gómez de Mora

1 Archivo Histórico Nacional. “Relaciones de méritos de Mateo Coronado y Blanco, natural de Buenache de Alarcón”. Consejos, 13371, Expediente 228. Año 1823”.

2 Gómez Rivero, Ricardo (2006). Los jueces del Trienio Liberal. Ministerio de Justicia. 327 pp.

Los Merchante en Buenache de Alarcón


La familia de los Merchante tuvo un papel destacado en la sociedad bonachera del siglo XVI. En realidad, el apellido de nuestros personajes era oriundo de Cañete, procedente de Magdalena Merchante, quien casaría con Juan Martínez Carnicero durante la primera mitad de esta centuria. Sabemos que diversos familiares de Magdalena establecerán relaciones con linajes socialmente bien posicionados. Bien es cierto que los Martínez tampoco andaban nada mal, pues no olvidemos que eran fundadores de un vínculo que en cuestión de varias generaciones fue de los más importantes con los que contó el municipio, siendo parientes del rico hacendado Juan Saiz del Pozoseco.
Obviamente esta posición boyante motivó que buscaran opciones de medrar que fueran más allá de la posesión de patrimonio agrícola, hecho que comprobamos con Pedro Merchante, quien de oficio era mercader además de familiar del Santo Oficio durante varios años.
No olvidemos que esta familia se hará con el control de alcaldías, además de ocupar cargos destacados, incluyéndose el de mayordomo en algunas de las cofradías. Esta influencia se extiende por otros lugares de la zona, pues en nuestras anotaciones personales tenemos constancia de como por ejemplo en 1595 Alonso Merchante era escribano de Gascas, con el que suponemos podría haber existido algún grado de parentesco, pero que hasta la fecha no hemos podido averiguar con certeza.
Sus enlaces con labradores bien asentados como los Moreno, son sólo una muestra más de su interés por ampliar su radio de poder. Igual de destacado es el enlace entre María de Espinosa Merchante (quien invocaba por encima de todo un apellido ya reconocido como noble en Iniesta) con Alonso de Vinuesa.
No obstante, quien más nos interesa es el referido Pedro Merchante y que estaba casado con Juana Gómez. Ambos tuvieron una hija que bautizaron en 1556, que más tarde selló sus alianzas en 1579 con Martín Donate (vecino de Quintanar, y de una familia también influyente en el lugar). De acorde a nuestras anotaciones, Pedro falleció en 1590, y entre sus hijos menciona a Felipe Merchante así como a Magdalena Merchante, indicando que su abuela es María de Monteagudo y la familia de su esposa oriunda de Arguisuelas. La cifra total de misas que deja en su testamento es de 444, además de efectuar una memoria perpetua.

Genealogía de la familia Merchante de Buenache de Alarcón. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
Su hijo Felipe Merchante lo hemos visto documentado con el oficio de alférez en Quintanar, y no nos cabe ninguna duda que tanto su línea genealógica como la de su hermano Juan progresó por aquellas fechas. Del patrimonio que aglutinaba la fundación familiar tenemos constancia por los libros parroquiales, así en nuestro reciente artículo1, sabemos que Pedro Merchante, bisnieto del creador de esa fundación y miembro del Santo Oficio, en 1589 fundó un vínculo que ampliaba las posesiones del linaje. Su esposa Juana Gómez creó también un patronato de legos. Como decíamos Magdalena estableció enlace con Martín Donate, vecino también de Quintanar y miembro de una familia que se movía en el mismo círculo social, lo que ayudó a los Merchante allí instalados a disponer de un lugar de enterramiento personal y privilegiado dentro de la Iglesia Parroquial de este municipio.
Sin lugar a dudas la familia tuvo algunos representantes que destacarán por sus trifulcas y encontronazos con varios vecinos, es el caso de nuestro protagonista Pedro, quien junto con algunos miembros de la casa (al menos desde 1564 hasta 1578) aparecen implicados en diferentes conflictos, como resultado de lo informes que hemos consultado en el fondo del Archivo de la Inquisición conquense, pues existen hasta cuatro denuncias, en las que aparece el nombre de este sujeto junto con otros familiares, manchados obviamente por diversas acusaciones.
En el año 15642 siendo ya Pedro Merchante familiar del Santo Oficio, se informa de que éste no quiere sacar de la Iglesia al criado de Pedro Sánchez, quien por diferentes motivos tenía prohibido su acceso al templo. Parece ser que Francisco Rodríguez -Ayo Mayor de Buenache-, exigió al señor Merchante que le ayudara a efectuar la expulsión del individuo, cosa a la que se negó.
Pedro Sánchez era un labrador pudiente, que había casado a mediados del siglo XVI con María Saiz de Flores (linaje converso el de María), y sobre el que en un futuro nos gustaría tratar más datos, ya que sus raíces eran bastante conocidas por la Inquisición con motivo de los sambenitos que portaban a sus espaldas alguno de sus ancestros. No olvidemos que en 1566 son alcaldes ordinarios Benito Saiz de Cervera, junto con el referido Pedro Sánchez.
Suponemos que las consecuencias serían mínimas, cuando en 1565 se vuelve a abrir otro proceso contra él mismo personaje. En este caso3 Pedro es acusado de intentar descalabrar en una disputa a Juan de la Orden, a quien llegó a herir de manera severa en su cabeza. Al producirse la reyerta se informa que el alcalde de la localidad era el señor Martín Pérez, hijo de Juan Pérez y Juana Saiz de los Abades, sobre cuya familia hemos dedicado algún escrito en el trabajo sobre las élites locales de Buenache. Además también se cita a un criado del familiar del Santo Oficio llamado Alonso Martínez.
Cuatro años después, los Merchante vuelven a ser noticia de nuevo4, esta vez por una denuncia producida como consecuencia de que el alcalde mayor prohibió la fabricación de paños. En la causa se presentan Pedro Merchante -el mozo- y Pedro Merchante -el viejo-, defendiéndose de que el alcalde mayor (el Bachiller Peralta) sólo quiere hacer daño a su familia. Parece ser que Pedro es acusado de haber pactado un contrato sobre la manufacturación de textiles con varios vecinos del municipio (Pedro Hortelano -el viejo-, Pedro Hortelano -el mozo- y Bartolomé Martínez), y que de acorde al reglamento establecido estaba prohibido. El documento resulta interesante, ya que se citan a los alguaciles Juan de Santacruz y Tomás Martínez, además del que fuera comisario del Santo Oficio en la villa de Valera, Julián Serrano, linaje también con una destacada importancia en esta zona durante varios siglos.
Pasado el tiempo, en 15785 siendo alcalde mayor y gobernador de la villa Francisco de Moya, se abre una causa entre Pedro Merchante y su hermano Diego Martínez-Merchante. El motivo es una disputa por la herencia que les venía de su padre Juan Martínez Carnicero, concretamente se trataba de cinco hazas que ambos reclamaban. Entre los nombres que aparecen en el documento resultan de interés el del clérigo Pedro Pérez Carrasco, así como el escribano Gerónimo del Castillo (procedente de la familia conversa y ennoblecida de los Castillo de Buenache). Otro dato es que Pedro Merchante es primo hermano de Juan Saiz del Pozoseco, propietario acomodado que residía por aquel entonces en Villanueva de la Jara, sobre el que Juliana Toledo y Sebastián Hernández trataron los bienes de su patrimonio 6.
David Gómez de Mora

Notas bibliográficas:
1 “Datos sobre linajes y propietarios agrícolas en Buenache de Alarcón durante los siglos XVI-XVIII”, 2019. En davidgomezdemora.blogspot.com
2 Legajo 232, nº 2921. Año 1564. Archivo Diocesano de Cuenca.
3 Legajo 234, nº 2981. Año 1565. Archivo Diocesano de Cuenca.
4 Legajo 243, nº 3245. Año 1569. Archivo Diocesano de Cuenca.
5 Legajo 273, nº 3757. Año 1578. Archivo Diocesano de Cuenca.
6 www.alariberadelvaldemembra.blogspot.com/2019/07/hacienda-de-juan-saiz-del-pozo-seco.html

La familia de los Mora en Chumillas (II parte)

Hace dos años publicábamos un artículo donde se trataban diferentes cuestiones que implicaban a una de las familias que durante la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX, tuvieron una notable repercusión en el pequeño municipio de Chumillas 1.
Los orígenes de los Mora en esta zona, nos conducen hasta la vecina localidad de Olmeda de las Valeras (actual Olmeda del Rey). Ya en los libros parroquiales de principios del siglo XVII, el principal referente del linaje será el padre don Lucas de Mora.
Los Sancho, y que emparentaron de manera reiterada en generaciones posteriores con diversos miembros de esta casa, tenían una larga solera entre las élites locales. Sabemos que Santiago Sancho era por aquellas fechas el procurador y síndico general de Chumillas. Gracias a un documento presente en la Chancillería de Granada, podemos transcribir parte de la historia de Manuel Ángel de Mora, quien llegó a Chumillas en 1806, tras haber estado ausente en el municipio durante unos años.
El retorno de Manuel parece que fue a lo grande, ya que, tras volver a la localidad, se hizo con la vara de alcalde. Rápidamente vemos que esto no fue del agrado de todos sus vecinos, pues las críticas y malestares que se empezaron a vivir en aquel lugar tan tranquilo, se tradujeron en disputas que desembocaron en diferentes procesos judiciales, que a medida que trascurría el tiempo iban complicándose, pues como podemos leer en la documentación, a Manuel Ángel algunos de sus vecinos no se lo podían quitar de encima “a causa de los muchos doblones que le mandaba un tío suyo (el hacendado)” 2, ya que gozaba de una buena situación económica e influencias, que dificultaban el llegar a apartarlo del poder local.
Unos años más tardes, el protagonista volvía de nuevo a ser noticia como resultado de un recurso en un pleito contra Buenache de Alarcón, en el que Manuel Ángel de Mora volvía ha hacer uso de su poder e impunidad 3 entre los años 1819-1820.
Manuel Ángel de Mora y Rosa María Sancho eran propietarios de tierras, y ambos estaban en una causa por denuncia, tras haber cortado pinos en los montes de Chumillas, y que según la documentación se hallaban regulados por la villa de Buenache de Alarcón.
Ambos hicieron “la corta de árboles en terrenos propios, roturaciones y acumulamiento de majadas de sus ganados con anticipación a la Real Cédula de 19 de octubre de 1814” (AHN, Exp. 6) argumentando que eran de su propiedad, por lo que apelaron en busca de evitar una multa que finalmente hubieron de pagar.
Éstos se acogieron a la protección de S.M. por medio del Comandante General del Departamento de Cartagena, solicitando que siguiese la causa, añadiendo que también afectaba a otras dos personas, Gabriel Sancho y Antonio Ferrer Ruiz.

Imagen de un pinar, cadenaser.com
La condena a Rosa María Sancho se evaluó en una multa de 15.911 maravedís, mientras que a Manuel Ángel de Mora le tocó abonar 26.000. La tala de más de cuatro centenares tirantes y 50 docenas de ripias, para su venta a vecinos de Valera, Buenache y otros pueblos fue la causa del delito.
Manuel Ángel fue el máximo responsable, pues se dice que cortó muchos pinos de diferentes zonas del término para así poder introducir sus ganados, además de aprovechar la operación para la fabricación de carbón. Dentro del informe se indica que los pinos que se producen en este término son generalmente de clase negral, siendo bastos y de mala calidad para la madera. El ganado de Rosa María Sancho estaba formado por una setentena cabezas de borrego.
Se denuncia además que el perito encargado de revisar la madera talada era Antonio Enrique de Mora, esposo de María Antonia Palomo y tío de Manuel Ángel, de manera que todo quedaba en familia. Se añade que Manuel Ángel edificó una casa propia en Chumillas, para lo que cortó bastantes pinos, aunque él argumentara que sólo los suficientes para la consecución de tal fin. En el pleito se reprocha esta acción, aunque el implicado alegó que toda la zona de tala era terreno propio.
La poca objetividad que se cita en el pleito se acompaña con la crítica siguiente: “de los cuatro testigos presentados por los reos, los dos son parientes y uno de ellos el alcalde Gascón, cuñado de Manuel Ángel”. Finalmente a la familia le tocaría pagar una dura multa, además de sufrir el embargó de una parte de su ganado.


David Gómez de Mora

Referencias:
1 Gómez de Mora, David (2018). La familia de los Mora en Chumillas. En: davidgomezdemora.blogspot.com

2 Archivo Histórico Nacional. Varios expedientes del año 1808 relacionados con la Administración Local, Consejos, 17790, Exp. 5

3 Archivo Histórico Nacional. Recurso del pleito entre Rosa María Sancho y Manuel Ángel de Mora, de Villanueva de la Jara contra Buenache de Alarcón. Consejos, 32203, Exp. 6

lunes, 10 de febrero de 2020

Élites y linajes en Cañete la Real durante el siglo XIX

Entre los fondos del Archivo Municipal de Cañete la Real podemos encontrar documentación de tipo recaudatorio, vital para comprender que linajes movían las riendas de la economía local en este lugar.
Las familias mejor posicionadas del pueblo ejercían diferentes oficios, yendo desde grandes propietarios o terratenientes, pasando por comerciantes, abogados y ganaderos, además de otras profesiones de ámbito liberal.
En la localidad no había ninguna duda de que los Cuevas eran unas de las personas más influyentes, no obstante, estos no serán los únicos, pues existían otras tantas casas con cierto poder, tal y como sucedió en el caso de los Martín, Mesa u Ojeda, junto un conjunto restante de linajes, capaces de generar notables ingresos, pero con la diferencia de que algunos no eran oriundos del lugar, tal y como veremos entre los mayores contribuyentes que se registran en Cañete.
En este sentido, sabemos por ejemplo que don Manuel Gómez era un comerciante procedente de un pueblo de Cádiz, así como que el Duque de Osuna controlaba bastantes propiedades, a pesar de carecer de un arraigo directo con el municipio. Fenómeno similar ocurría con los Bocanegra, puesto que eran naturales de Olvera, pues don Mateo Bocanegra era profesor de medicina, siendo a través de su enlace con Ana María Muñoz, cuando éste dejó varias líneas de descendientes en la localidad.
Sabemos que estos linajes no fueron los únicos casos de familias pudientes con raíces foráneas, habiendo diversos, en los que se evidencia como las personalidades más ricas, ven en Cañete un enclave ajeno a su foco de residencia, pero que, mantenido por mano nativa, reportaba ingresos más que suficientes para seguir gestionando sus propiedades, aunque fuese desde la distancia.

Lista de mayores contribuyentes de 1869 a 1870 en Cañete la Real:
  1. Manuel Gómez de las Cortinas - 151.462
  2. Excelentísimo Señor Duque de Osuna - 139.721
  3. Manuel Bocanegra Muñoz - 72.419
  4. José Ojeda Crespo - 62.697
  5. Ángel Cuevas Chacón - 60.675
  6. Fernando Cuevas Chacón - 52.184
  7. Manuel Enríquez Muñoz - 50.162
  8. Fernando Reynoso Ortiz - 49.551
  9. Antonio Martín Hinojosa - 46.551
  10. Serafín Bocanegra Muñoz - 40.450

Por debajo de esa élite enriquecida en el campo y la ganadería, estaban los linajes autóctonos, y que como decimos, eran los que realmente representaban la sociedad cañetera de la época. Los Cuevas con una política bastante cerrada y endogámica, controlaron muchas veces las alcaldías durante la centuria del XIX, recordemos como por ejemplo don Gonzalo de las Cuevas (de oficio abogado), era esposo de doña Teresa de las Cuevas, siendo una de las familias más ricas que por aquel entonces había en el municipio.
Del mismo modo, veremos linajes especializados en sectores concretos, que potenciaron su patrimonio mediante un control monoproductivo que se prolongará durante el trascurso de generaciones. Si anteriormente hemos comentado que los Cuevas eran abogados y hacendados importantes, otros gracias a la posesión de tierras, como especialmente de la ganadería, forjarán un conjunto de políticas matrimoniales, que en zonas rurales como a la que nos referimos, resultará vital para sostener su estatus dentro del municipio.
Resulta importante el peso de la ganadería entre las familias mejor posicionadas, pues la disponibilidad de un enclave montañoso dedicado al pasto, harán que esta actividad se convirtiese en una fuente de ingresos para muchos de sus vecinos.
Por lo que respecta a la labranza, observamos casas como la de los Escamilla, Jiménez, Mesa y Muñoz, representada por propietarios agrícolas autóctonos del lugar. Por otro lado, respecto a la producción ganadera, tenemos linajes como los Cruces o los Domínguez, y a los que les seguirán otros como los Fernández, González, Martín u Orozco.
Todavía durante la segunda mitad del siglo XIX, se palpa esa especialización por familias, en donde las políticas matrimoniales obedecen más a intereses económicos que de tipo sentimental. La ubicación geográfica de Cañete, y la mentalidad tradicionalista que se forjó en este municipio, explicará como durante aquellas fechas, toda su área territorial fue escondrijo y zona predilecta en la que se abrazaron las ideas carlistas.
En lo que compete a la economía local, salta a la vista su especialidad por oficios de acorde a determinados grupos sociales, llegando en ocasiones a alternarse con diversas ocupaciones, lo que podía aparentar cierta heterogeneidad. Buen ejemplo de ello fue durante la segunda mitad del siglo XIX los Orozco, quienes además de la ganadería tenían a otros integrantes trabajando la tierra, además de controlar la taberna del pueblo.
Por norma general, las mejores familias vivían o tenían un cortijo, una construcción típica de las zonas rurales del área meridional de la península, pero que además de Andalucía, podemos apreciar en la región extremeña, incluso en puntos de Castilla-La Mancha. El cortijo era una vivienda en la que se combinaba la explotación agrícola con la de tipo ganadero. Se cree que su antecedente arquitectónico era en muchos casos las alquerías de época musulmana.
Sabemos que en los cortijos de Cañete los mismos propietarios o una familia encargada de mantenerlos, podían estar acompañados por varios trabajadores que tenían alojados, puesto que se disponía de suficiente espacio para albergar habitaciones. Las parte más destacada y representativa era la cocina (inconfundibles por sus amplias dimensiones), que junto con una chimenea bastante grande, era el espacio donde se reunían los jornaleros. No obstante, también era reseñable el patio cerrado que se sellaba con un portalón desde el que se accedía a la propiedad. Alrededor del mismo, se distribuían las cuadras, gallineros y parideras, además de habitáculos para el almacenaje de grano y semillas.
Como todavía vemos en muchos cortijos, la presencia de una fuente, pozo, abrevaderos y asientos, son elementos que daban un toque distintivo a esta parte de la residencia.
Sabemos por ejemplo que los Bocanegra comenzaron a sacar rédito de la tierra tras su instalación, a pesar de que su padre era profesor de medicina. Otro vecino de mismo oficio era el Doctor don Antonio Cabrera, quien a diferencia del anterior si era oriundo de Cañete.
Desde la segunda mitad del siglo XVIII los Escamilla estrecharon lazos con los Muñoz, y es que motivos desde luego no les faltaban, pues esto les permitía unir fuerzas en la concentración de patrimonio agrícola, y por lo tanto mejorar su calidad de vida.
Sabemos por ejemplo que alrededor de 1791 nació Pedro Jiménez Ramírez, de profesión arriero e hijo de Antonio Jiménez y María Juana Ramírez. Conocemos otro cañetero de idéntica dedicación, éste era don Antonio Solís, quien llegó a ser teniente de alcalde durante el año 1847, y marido de María Flórez. Desde luego el arriero en muchas ocasiones no era un mal oficio, pues siempre que se dispusiera de carros y animales, era señal de que había faena, y de ello tenemos pruebas en algunos linajes que hemos analizado en muchos pueblos de la provincia de Cuenca, y que volvemos a evidenciar por los datos del libro de defunciones del pre-registro civil de Cañete. Otros encargados a estos menesteres fueron los Rodríguez, es el caso de José Rodríguez de Mesa, hijo de Cristóbal Rodríguez y Josefa de Mesa Sánchez.
Los oficios gremiales no podían faltar, y buen ejemplo lo vemos con los al menos tres zapateros que tenemos registrados a mediados del XIX. Una profesión mucho más tranquila y cómoda que la dura vida de los jornaleros. Por un lado estaba Lucas Solís, marido de la hidalga doña María Josefa de Osuna, así como una línea de los Cabrera, que estaba enlazada con los Escamilla, sin olvidar a un integrante de la casa de los Chito.
Los Romero eran otra de las estirpes que entroncaron con linajes destacados del municipio, sabemos que a mediados del siglo XVIII establecieron alianzas con familias pudientes, buen ejemplo es el rico labrador don Alonso Romero, quien casó con doña Francisca de las Cuevas. Este matrimonio tenía su residencia en la calle de la Iglesia, punto neurálgico en el que vivían los vecinos mejor posicionados económicamente.
Otro matrimonio que a mediados del siglo XIX era denominado como de hacendados y que estaban viviendo en este mismo viario, era el de don Francisco José de las Cuevas y su esposa doña Francisca Antonia de Milla. Estos poseían un panteón familiar para el enterramiento de sus familiares en el cementerio municipal. Una de sus hijas era doña María Jesús del Sagrario de las Cuevas, monja del convento del Carmen, y que tras morir en 1848 se le enterró en este mismo edificio religioso. No olvidemos como entre las casas de la nobleza y burguesía local, era habitual que alguno de sus hijos se alistara en el brazo eclesiástico, puesto que aquello daba todavía una mayor imagen y proyección social al resto del linaje. Curiosamente, al año siguiente sabemos que moría otro representante de esta familia, se trataba del abogado don Gonzalo de las Cuevas (a la edad de 50 años), siendo hijo de don José Quintín de las Cuevas (hacendado) y de su esposa doña Ángela Chacón, familia también de reconocida solera en Cañete.

Cañete la Real. Imagen de megamineko.wordpress.com

Como decíamos anteriormente los Cruces son otra de las casas de ganaderos con los que contará la localidad. Por ejemplo Antonio de Cruces se dedicaba a este oficio, así como una larga retahíla de parientes, es el caso de Diego de Cruces, esposo de Ana Pérez, o Isabel de Cruces, mujer del ganadero Alonso Jiménez. Otros ganaderos de este linaje fueron Pedro de Cruces, esposo de María Fernández, Francisco de Cruces, marido de Ana de Vargas o Antonio de Cruces, esposo de Ana González. Podríamos mencionar más integrantes de este sector, como resultaron ser Alonso de Cruces, marido de Francisca Contero; Francisco de Cruces, esposo de María Dolores Solís; Andrés de Cruces, marido de María Cabañas; Antonio de Cruces, esposo de María Dolores de Cruces; Cristóbal de Cruces, cónyugue de María Moreno y Diego de Cruces, marido de Blasa Naranjo.
En una esfera similar se movían los Martín, otra de las familias mejor posicionadas del municipio, y dedicada también a la cría de animales. En este sentido importante fue el matrimonio de Diego Martín y su mujer Ramona Alfaro. Los Martín sellarán diferentes enlaces con los Orozco, manifestados como en el caso de Pedro de Orozco y María del Carmen Martín, así como también con Antonio de Orozco y Nepomucena Martín, sendas casas dedicadas a la labranza.
Igualmente se erigieron relaciones con otras familias poderosas como los Romero y los Mesa, así Joaquín Martín (de ocupación labrador), lo hizo con María Romero, mientras que Diego de Orozco con Isabel de Mesa.
Los Fernández también tuvieron bastantes representantes dentro de la ganadería, es por ello que no podemos olvidar el caso de Cristóbal Fernández, marido de Josefa Ferrete o Juan Fernández, esposo de Antonia López, además de Pedro Fernández, marido de María Delgado. Otro Fernández dedicado a este sector fue Juan Fernández, esposo de María Antonia García, además de Pedro Fernández, marido de Francisca de Torres.
En la misma línea se movían los Domínguez, larga estirpe de ganaderos que entroncó con los Cruces, o como veremos en el caso de Juan Domínguez con María Ramírez. Sebastián Domínguez también se dedicaba al cuidado de los animales, así como demás vecinos que no por designios del azar portaban este apellido. Parece ser que los Ramírez promovieron alianzas con otras familias dedicadas a esta ocupación, de ahí que no será casual que Francisca Ramírez, celebrará sus nupcias con el ganadero Francisco Romero.
Obviamente no toda la riqueza se concentraba en las manos de la explotación animal, pues Cañete fue como muchos de los parajes de su tierra un enclave de agricultores, que compaginó su producción con la explotación de sus montes. Es por ello que salta a la vista el peso de algunas estirpes que durante generaciones establecieron políticas cerradas, cuyo principal interés era ampliar el número de tierras, así como de cabezas de ganado. En cuanto a la tenencia de bienes raíces para el oficio de labradores, los Jiménez son también otra casa importante del municipio, así por ejemplo se nos informa que el propietario don José Jiménez Moreno, fallece en 1854 con 80 años, siendo hijo de Alonso Jiménez y María Moreno. Otro labrador con tierras era Juan Jiménez, marido de Isabel de Escamillas, además de don Joaquín Gómez y doña Antonia Jiménez, quienes residían en la calle de cabra, y tuvieron por hijo al sacerdote de Campillos, don Miguel Gómez Jiménez. No olvidemos que en un círculo social muy similar se movían los Escamilla, quienes también retuvieron diferentes tierras. Tenemos constancia de que a principios del siglo XIX nació Antonio Escamilla, labrador e hijo de Pedro Escamilla y Dolores Muñoz.
Valgan pues estas notas, como una primera aportación, necesaria para entender de que manera funcionaba la geografía económica junto con las diferentes políticas de tipo social, en este municipio del interior malagueño a lo largo del siglo XIX.

David Gómez de Mora

Fuentes:

*Apuntes genealógicos de la familia Gómez-de Mora y Jarabo
* Archivo Municipal de Cañete la Real. Libro de difuntos del Pre-registro Civil de Cañete la Real, años 1849-1854
* Archivo Municipal de Cañete la Real. Lista cobratoria de Cañete la Real de 1869 a 1870

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).