viernes, 19 de abril de 2024

Los Collada. Una familia de hidalgos de las tierras de Huete

El origen del linaje Collada, sigue siendo hasta el momento una cuestión que no hemos podido profundizar. Lo poco que podemos decir, es que los Collada poseyeron una capilla en Verdelpino de Huete. Siendo esta casa una de las muchas destacadas, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XVII. Un momento de auge, que los consolidará dentro de la élite local.

Esto mismo ya venía ocurriendo desde tiempo atrás en la anexa ciudad de Huete, ya que allí los Collada a principios del siglo XVII, eran reconocidos como miembros del estado noble. Un dato que recogimos a través de una dispensa matrimonial, y que tuvimos la fortuna de consultar en el Archivo Diocesano de Cuenca, y de la que a continuación pasamos a describir las referencias más relevantes.


En este documento, se nos indica que Pascual de Aterido (hijo de Juan de Aterido y Catalina de Tomelloso), sellaba su alianza matrimonial en 1611 con Ana de Collada (esta hija de Francisco de Collada y Quiteria de Lara Aterido). Los abuelos de ambos (Juan de Aterido, por el costado de Pascual; así como María de Aterido, por el de Ana), eran hermanos, y por tanto, los contrayentes guardaban un nexo parental de primos segundos.

Esto evidentemente obligó a la solicitud de una dispensa matrimonial, en la que se justificaba entre otras razones que “sabe por causa de que la dicha Ana Collada, es hija de padres honrados y hijosdalgo, no tiene dote competente para que con ella se pueda casar”  otro mozo del lugar (ADC, 1611, fol.1), razón por la que los testigos justificarán que la boda entre primos, era poco menos que la única alternativa a la que se podía agarrar.

Los argumentos serán claros, cuando poco después se indicará que en Huete, Ana “no tiene dote competente para que con ella pueda hallar varón de su igual estado, calidad y condición con quien pueda contraer matrimonio, si no es casándola con deudo pariente suyo por consanguinidad o afinidad dentro del cuarto grado prohibido” (ADC, 1611, fol. 1-v). Con esto se incidía que ante la falta de un hombre que socialmente se pudiera asemejarse a su posición, la opción de su familiar era el mejor escenario.

Sabemos que Ana Collada era residente en el barrio de Santa María de Atienza, donde su familia tenía casa, lindando esta con la de los optenses Bartolomé de Villanueva, así como del hidalgo Bartolomé de la Calzadilla. No cabe duda que la presencia de estos apellidos, y los vínculos entre linajes como los Aterido y Lara, explicarán ese tipo de políticas cerradas entre miembros de una misma área residencial del municipio.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Verdelpino de Huete


Referencia:

*Archivo Diocesano de Cuenca. Dispensa matrimonial entre Pascual Aterido y Ana de Collada. Año 1611

jueves, 18 de abril de 2024

Apuntes varios sobre linajes de hidalgos en la localidad de Huete

La estratificación social en un enclave histórico como la ciudad de Huete, será algo fácil de percibir, habiendo por ello muchas familias con intereses por acrecentar su poder, tanto dentro del lugar, como en las inmediaciones de su área geográfica. Y es que el insertarse en el selecto grupo de la nobleza, dará pie al surgimiento de diferentes casas, que para demostrar su pertinencia a este sector, habrán de remontar su historia a gestas y relatos, muchas veces carentes de rigor, pero al mismo tiempo necesarios en un escenario que prácticamente demandaba este tipo de prácticas.

Es por ello que pasamos a recoger algunos de esos linajes allí afincados, y que tendrán en común el haber sido integrantes del estado noble o definirse como hidalgos.


Ayllón y Díaz de Montalvo

La presencia de linajes que arrastrarán un pasado converso, como ya se ha comentado en multitud de ocasiones, será algo normal entre los caballeros instalados en esta localidad. 

Un buen ejemplo lo apreciamos con los Ayllón. Una familia insertada entre la élite y la nobleza conversa optense, de la que emergerán nombres como Álvar Rodríguez de Ayllón o Blanca Rodríguez de Ayllón. 

Los Ayllón, arrastraban duras acusaciones del Santo Oficio, que no impedirán que acabasen ocupando la cúspide de la nobleza peralejera, así como a principios del siglo XVI, ser una de las casas bien aposentadas de Huete, estando mencionada en la obra Manuel de Parada (2019, 294) cuando cita como vecino del lugar a Alonso de Ayllón.

Otro linaje con un pasado religioso similar fueron los Díaz de Montalvo. A esta familia pertenecería el famoso jurista don Alonso Díaz de Montalvo, y sobre quien de nuevo Parada (2019, 127) menciona el hallazgo de su lápida, a través de una carta en la que se notifica la adquisición de esta pieza sepulcral en septiembre de 1872.

En los libros sacramentales de la población, apreciaremos que se marcarán algunas de las líneas del apellido Díaz y que podrían guardar relación con este linaje, pues sabida es la descendencia que dejará dentro de la ciudad con el trascurso de los siglos, en algunos casos también incluso bajo el apellido Montalvo.


Chacón

Ni que decir que todos los hidalgos no habían de arrastrar un origen converso, ya que simplemente gracias a un mejoramiento de su posición económica, estos podían alcanzar unas aspiraciones, que los llevarán a codearse con gente poderosa, y por tanto, insertarse entre los integrantes de la nobleza que aquí estamos comentando.

Esto lo apreciaremos con los Chacón y de quien Amor Calzas (facsímil, 1987, 90), indica que la familia “de los Chacones, que tantos hombres célebres ha dado, tuvo la casa solariega intramuros, en el callejón del Lavadero, hoy convertida en una tenería y huerto; y, últimamente, la casa de la calle de la Civera, núm. 13, que continúa en propiedad de su descendiente D. Vicente Cano Manuel. Las armas concedidas a esta familia fueron un escudo partido en cuatro, teniendo en el superior derecho dos lobos negros andantes en campo de plata; otros dos lobos en la misma forma en el opuesto; una flor de lis en campo azul en el superior izquierdo, y otra en el opuesto”.

Armas de los Chacón de Huete recogida por Amor Calzas


El caso de los Redondo

Otro ejemplo que cabe sumar a la lista, es el de un linaje del que pocos datos conocíamos hasta la fecha, y que Amor Calzas (facsímil 1987, 93) asocia como una familia también representante de la nobleza local: los Redondo. De estos, Amor aporta una descripción heráldica, extraída de los tradicionales tratados sobre blasones, a partir de donde describirá un escudo con un castillo, en cuya ventana superior asoma una dama con un par de leones, sobre una bordura con ocho veneras.

Armas de los Redondo (arte23.com)

El historiador optense (facsímil 1987, 93) añadirá que los Redondo de Cuenca, proceden de las sierras de Burgos, precisando más concretamente de un rico linaje de ganaderos, a través de "un descendiente directo de ella, que se estableció con la misma industria en Santillana, el que, a su vez, mandó otro suyo a la Motilla del Palancar, siendo este el origen de los de Huete y el de los de otros puntos de la provincia de Cuenca. Sucesos nacionales, cuyo relato omitimos por la naturaleza de este trabajo, hicieron desaparecer en esta familia el considerable caudal pecuario y efectivo en que consistía toda su fortuna y el porvenir de sus hijos, determinando en estos tal decadencia, que tuvieron necesidad de descender a ganarse el sustento con el trabajo manual, cosa tan amarga como honrosa para los que, descendientes de ricos, aceptan la pobreza y la remedian respondiendo dignamente a sus tradiciones, hasta que la Providencia dispone cambiar y trae al mundo un individuo que eleva su nivel y hace resurgir la desahogada posición de los suyos. Este individuo ha sido Don Vicente Redondo de la Plaza".


De la Peña y del Monte

Otras familias que serán citadas por Parada, y que veremos en algunas referencias del ámbito nobiliario son los Peña y los Monte. De los primeros, en verano de 1506, estos aparecen entre los hidalgos de la ciudad, siendo el caso de Miguel de la Penna (de la Peña) y Gerónimo de la Peña (Parada, 2019, 125).

Sobre los del Monte, sabemos que arrastraban un origen converso. Del mismo modo, sobre su genealogía, Parada (2019, 261) la trata con profundidad en un estudio referente a Fray Ambrosio Montesinos (Parada, 2002), en el que indica que este era “hijo de mosén Pedro del Monte, regidor de la Ciudad por su estado noble, joyero de la reina doña Blanca y escribano de Cámara por renuncia y traspaso de su padre el escribano público de Huete Pedro López del Monte, -del que se conocen escrituras del año 1423- , y merced del príncipe don Alfonso como Rey fechada en Olmedo el año 1467” (Parada, 2019, 261). 

Heráldica de los Monte de la tierra de Huete


Los Garrido

Los Garrido serán también otra de esas familias con una nobleza que afianzará su nombre. Veremos que el tronco originario de la línea ennoblecida procedía de la localidad de Mazarulleque. De estos, Parada (2019, 15) señala que “el apellido Garrido se conoció en la ciudad y comarca desde muy antiguo. Véase entrada a Fray Jacinto Garrido. De ellos fue doña Isabel Garrido, que casó con don Carlos Fernando de Austria, hijo natural de Felipe IV nacido en Granada en 1639 y que se crio en la Corte y en Flandes, sacerdote y canónigo de Guadix después de enviudar de su segunda mujer doña Francisca Díez de Labandero. Carlos Fernando declara en su testamento que contrajo un primer matrimonio en Madrid (que debió producirse entre 1657 y 1661) con doña Isabel, hija de don Alonso Garrido y de doña Isabel Muñoz, vecinos de Huete (Cuenca)”


Los Núñez de Guadalajara

En cuanto a los Núñez, quedan claros desde el primer momento sus orígenes conversos, a pesar de que estos intentarán difundir un discurso genealógico que les asociaba con una casa noble procedente de las montañas de León.

El relato histórico llegaba a vincularlos con caballeros de la espuela dorada que ya durante el siglo XIV acabarían siendo armados, llegando incluso a invocar un trato con el mismísimo Príncipe de Gales. No obstante, sabido era que desde el siglo XV, estos se hallaban perfectamente visibles en la tierra de Huete, sin tener nada que ver con ninguna de esas familias de la aristocracia europea, estando más bien cerca de las comunidades conversas, y que desarrollaron un flujo migratorio constante entre las tierras de Cuenca y Guadalajara.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Amor Calzas, Juan-Julio (1987). Curiosidades históricas de la ciudad de Huete y apéndice. Gaceta Conquense. Edición limitada y numerada, facsímiles de las ediciones de 1904 y 1930

*(de) Parada y Luca de Tena, Manuel (2019). Apuntes para una bibliografía sobre la noble y leal ciudad de Huete. Ayuntamiento de Huete. En: Huete.org, 582 pp.

jueves, 4 de abril de 2024

Estatus y poder. El ejemplo de doña Francisca de Alcázar y Medina

Remarcar la situación económica en la que se encontraba una familia, era importante en esa sociedad jerarquizada y clasista de la época. Es por ello, que los Alcázar de Verdelpino de Huete, no dudarían en dejar constancia de su posición, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XVII, punto de inflexión en el crecimiento social de este linaje, esparcido entre las localidades de Verdelpino de Huete y Caracenilla, y que ya había entroncado con casas de similar situación económica como los Medina.

El fortalecimiento que suponía asociarse con linajes que se insertaban dentro de un mismo núcleo de poder, era vital para mantener esas aspiraciones de medrar. No será por ello casual que los Medina, insertados dentro del Santo Oficio, viesen en los Alcázar (por aquellas fechas también vinculados con el mismo), una posibilidad que permitía retroalimentar un crecimiento recíproco de ambas casas.

Esto sin lugar a duda es lo que pensaría la familia de doña Francisca de Alcázar, cuando decidió dar un paso más, al sellar alianza matrimonial con una casa procedente de fuera de la órbita geográfica en la que se habían movido sus antepasados. Y es que después de Verdelpino y alrededores, la ciudad de Cuenca era sin lugar a duda por aquellos tiempos el enclave donde se hallaban los apellidos más granados de lo que hoy es su provincia.

Doña Francisca de Alcázar y Medina, fue la mujer del vecino conquense don Juan Ramírez de Mesa. Esta mandó redactar su testamento en el año 1688, solicitando que el día que falleciese su cuerpo fuese sepultado en el Convento de San Francisco de la capital conquense, justo donde estaba enterrado su primer marido, don Julián de Burgos.

La petición de misas fue muy grande, demostrando de esta forma la disponibilidad de bienes que poseía. Así pues, doña Francisca solicita “que se diga por mi ánima dos mil misas rezadas, dando limosna a dos reales y medio de vellón por cada uno y que se digan las quinientas misas en mi parroquia, y otras quinientas misas en el dicho Convento de mis santo padre San Francisco, y ciento cincuenta misas en el Convento de San Pablo orden de predicadores, y trescientas misas en el Convento de la Santísima Trinidad, y doscientas en el Convento de Nuestra Señora de la Merced, y ciento cincuenta en el Convento de Nuestro Padre San Agustín, y las doscientas misas restantes se hagan decir por sacerdotes de la dicha ciudad o fuera de ella, a disposición de mis albaceas” (AMH, caja nº14, fols. 77v-78).

Salta a la vista que Francisca quiso que los rezos por su alma se efectuasen en diferentes espacios religiosos, dejando de concentrar todas sus mandas en la parroquia de la localidad, o en alguno de los conventos de Huete, tal y como solían hacer algunos de los representantes de la nobleza local o labradores con recursos. Esto obviamente era una muestra más de esa distinción que la élite quería marcar respecto las familias bien aposentadas de su pueblo.

Por aquel entonces los Alcázar eran en Verdelpino entre los nativos del lugar, una de las familias más ricas, por no decir la que más. Un hermano de doña Francisca era el doctor don Juan de Alcázar, este cura de dicha localidad. Otro primo era Antonio de Sepúlveda, integrante de una casa de hidalgos que también veremos en la tierra de Huete.

Resulta interesante una mención que se recoge en el testamento de doña Francisca, en la que se especifica que “digo y declaro que por fin y muerte de Julián de Burgos, mi primer marido, se me dieron y adjudicaron cuatro manadas de ovejas para en pago y satisfacción de mi dote, las cuales se están hoy en ser con más de tres manadas de vacío que desde aquel tiempo hasta hoy se han aumentado, todo lo cual con los bienes muebles y alhajas que hay en mi casa son bienes propios míos libres” (AMH, caja nº14, fols. 78-78v). 

Tengamos en cuenta que la tenencia de animales, era uno de los recursos que reportaba beneficios cuando el número de cabezas iba más allá del consumo familiar. Entendemos que con el término de “manada”, estaría refiriéndose a un rebaño, no estipulándose la cantidad, aunque suponiendo que por cada uno de estos se incluirían varios centenares de ejemplares.

Entre las prendas que se citan, leemos un vestido de picote de Mallorca, además de otras piezas y que repartirá entre sus familiares. Igualmente no podían faltar los donativos y limosnas para la gente más pobre y necesitada, pues con esto quedaba claro su compromiso, como los actos positivos que iba efectuando de cara a la purgación de su alma, además de demostrar ante el vecindario, la capacidad económica de la familia. Y es que no debemos de olvidar que este tipo de acciones, además de la benevolencia y preocupación espiritual que arrastraba su práctica, también cabría incluirlas junto con la demostración de poder que significaba el poder llevarlas a cabo, puesto que obviamente, había un claro componente desde la perspectiva social.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Verdelpino de Huete


Referencia:

*Archivo Municipal de Huete. Protocolo notarial de Verdelpino de Huete, caja nº14. Años 1686-1692

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).