jueves, 25 de junio de 2020

Los Reyllo piquereños

Ya son varios los artículos que hemos dedicado a la historia de este linaje de la pequeña nobleza bonachera, y que se encontraba asentado en este lugar durante la primera mitad del siglo XVI. No obstante, es más bien poco lo que sabemos sobre una de sus líneas residente en Piqueras. El poder de los Reyllo quedará reflejado en la figura de Juan de Reyllo, esposo de Catalina López. Ésta era hija de Juan de Zaorejas y Catalina López, quien en el año 1559 ya se encargaría de realizar una fundación con los bienes que le vendrían adscritos de su familia. Sabemos que Catalina la moza y esposa del señor Reyllo, incorporaría nuevas propiedades que aumentaron la cantidad de fincas (aquello sucedería durante 1596). Por los datos recolectados, desprendemos que el enlace de Juan de Reyllo supuso una consolidación económica para ambas casas, y por lo tanto, una herramienta útil para el realzamiento de una posición privilegiada entre sus descendientes, pues éstos obtendrán uno de los vínculos más conocidos del municipio. De esta estirpe de labradores nacerán personajes destacados que estarán al frente de la alcaldía local en diferentes ocasiones.
Los citados Juan y Catalina tuvieron un hijo, quien casaría con Juliana Saiz, otra piquereña bastante desconocida, pero que fallecería el mismo año que su suegra, por lo que efectuará una ampliación patrimonial, mandando además 150 misas y dejando entre sus bienes una taza de plata y una borrica. En la generación siguiente apreciaremos como los integrantes del clan seguirán gozando de cierta posición, es el caso de Juan de Reyllo (marido de María Beltrán del Barco), o incluso su hermana Catalina, quien creó otro vínculo, además de pagar un total de 550 misas. Una cifra ciertamente elevada, si tenemos en cuenta que por aquellos tiempos este tipo de pagos eran muy inferiores, además de no tan habituales en el lugar de Piqueras.
Cuadro al oleo de una escena rural de Castilla. Oleo sobre lienzo, 40×30 cms, Rubén de Luis.
Sobre las primeras referencias de la familia, consultando los datos del libro de bautismos del municipio, veremos como todas apuntan hacia el tronco de la familia de Pedro de Reyllo y Catalina Gil, quienes en 1563 bautizan a su hijo Bartolomé. Tres años más tarde, éstos volverían a hacerlo con otro hijo, así como en 1573 con Quiteria Gil. Sin olvidar que la línea se ampliaría, al registrarse las confirmaciones en 1575 de sus hermanos Ana y Pedro. Lo cierto es que estos datos no nos sirven para extraer muchas conclusiones, simplemente la de que en los años sesenta del siglo XVI vivían en Piqueras dos miembros del linaje, que bien pudieron ser hermanos, pero sobre los que por ahora desconocemos cualquier conexión genealógica respecto la línea afincada en Buenache.
Recordemos que los Reyllo ya se había asentado en el municipio vecino, de ahí que no sea descabellado relacionar los nombres de Pedro y Juan de Reyllo con la familia de Bernabé de Reyllo y Estefanía de Silva, progenitores de la casa establecida en Buenache de Alarcon, y que como bien sabemos, prosperó de manera meteórica en generaciones posteriores, conformando una de las familias más destacadas de la nobleza conquense.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
-Archivo Diocesano de Cuenca, libro I de bautismos de Piqueras del Castillo. Sig. P-2583

Los Oliva y los de la Fuente en La Peraleja

Existen familias con un arraigo muy profundo en el territorio alcarreño, sobre las que resulta casi imposible averiguar en que momento se fundaría el nombre de su linaje, así como quien fue el primer representante llegado hasta estas tierras. Un fenómeno que vuelve a sucedernos con dos de las casas que en el presente artículo quisiéramos reseñar. Y es que sobre las mismas hemos encontrado referencias que nos apartan de las fechas en las que se mueve la investigación genealógica de los libros parroquiales, y que por lo tanto, nos conducen como mínimo hasta el periodo del siglo XV, fecha en la que ya escasean las herramientas necesarias para establecer paralelismos que permitan solapar unas ramas con otras de forma más efectiva.

La familia Oliva se extenderá por diferentes puntos de la tierras de Huete, es el caso de Saceda del Río, La Peraleja, y otras tantas localidades del entorno. A estas alturas ya nadie discute el papel que ejercieron algunos de los integrantes de estos grupos rurales, tanto es así que por ejemplo el cronista de La Ventosa Guillermo Fernández, nos comentó que fruto de sus investigaciones, apreció la importancia de este apellido al ver que el mismo estaba adscrito al estado noble, poseyendo incluso su propio escudo de armas. Como solía suceder en muchas ocasiones, estos apellidos en sus lugares de origen estaban reconocidos como familias de labradores con recursos, que cuando llegaba el momento en que alguien de su seno medraba socialmente fuera del territorio, adquirían una mayor consideración. 

En el caso de La Peraleja son varias las líneas de miembros que hemos localizado. Una de las más prósperas es la de Martín de Oliva, marido de Ana Martínez, quien tuvo varios hijos que casarán con gentes destacadas del municipio. Por ejemplo, su hija Ana de Oliva, lo hace en 1580 con Simón Vicente del Olmo, mientras que su hermano Juan de Oliva lo hará en 1569 con Ana de Santacruz, y en 1587 con Ana de la Fuente (en segundas nupcias). Otra hermana, Catalina de Oliva, fue mujer de Simón de Hernán-Saiz (familiar del Santo Oficio). Recordemos que sus hermanos realizarían la misma operación, es el caso de Isabel de Oliva y Asensio de Hernán-Saiz, velados en 1574.
Armas de los Oliva de La Peraleja. Imagen proporcionada por Guillermo Fernández Rabadán

Por otro lado tendríamos a los de la Fuente, un linaje de características similares al anterior, puesto que la familia tuvo notable cantidad de eclesiásticos a lo largo de los diferentes puntos de la comarca donde el apellido de manera idéntica proliferó en proporciones abundantes. Esto nos conduce a la misma problemática, pues resulta imposible adscribir un foco de origen que como mínimo nos remonta a los tiempos del medievo. 
Recordemos que esta casa ostentó un papel importante en la localidad de La Peraleja, además de cierto protagonismo en otros muchos municipios, es el caso de Valdecolmenas de Abajo, Caracenilla, Saceda del Río o Bonilla. En este último llegó a entroncar con la familia del que fuera Obispo de Coria (los García de Galarza), fundando por tanto algunas de las líneas directas como parentales, capellanías que sirvieron para ensalzar el nombre del linaje más allá del marco local. Por otro lado, tampoco podemos obviar que entre los Oliva y de la Fuente se sellaron alianzas matrimoniales dentro de la misma Peraleja, hecho que demuestra de nuevo la conexión establecida entre sendas familias.

David Gómez de Mora

Los Lucas y los Moya de Piqueras del Castillo

Hablar del origen de algunas familias piquereñas, es remontarnos hasta un momento preciso del siglo XVI, periodo en el que muchas de éstas aparecen registradas en los libros parroquiales del municipio, y que como los investigadores versados en la materia ya saben, se hallan custodiados en el fondo del Archivo Diocesano de la ciudad de Cuenca. El caso que nos ocupa esta pequeña reseña viene a colación del origen de dos linajes que por aquellos tiempos ya estaban asentados en este lugar. Por un lado tendríamos a los Lucas, un apellido extendido entre algunas de las líneas de Barchín del Hoyo, y que probablemente pudo haber llegado desde aquí hasta Piqueras. Luego estaría la línea de los Moya, la cual desaparecerá rápidamente del municipio, aunque no por ello dejará de ser menos importante, pues la veremos estableciendo entronques con casas de labradores y ganaderos del pueblo.
Analizando el primer volumen de bautismos de la parroquia piquereña, veremos como ya aparecen vecinos que son sus portadores, es el caso de una hija de Fernando de Moya y Ana de Lucas, y que recibió el sacramento iniciático en 1566. Será precisamente ese mismo año cuando Francisca de Moya y Buedo también lo obtendrá. Ésta era hija de Sebastián de Fuentes e Isabel de Moya. Una hermana más pequeña de Francisca se llamará Ana de Moya.
Por la misma fecha Pedro de Lucas bautizaría en 1568 a su hija Juana. En 1579 de nuevo se nos recuerda que otro residente llamado Pedro Lucas (marido de Catalina Ruiz), bautiza a su hija Quiteria. En la década de los setenta veremos este nombre de nuevo (ignoramos si es el mismo Pedro de antes), como marido de Francisca Torrente, de quienes nacerán varios hijos, todo ello sin olvidar a Juan de Lucas, marido de Ana López, quienes aparecen registrados como vecinos de Barchín del Hoyo, aunque responsables de haber dejado una variada descendencia que finalmente se acabará asentando en Piqueras.
Arada y siembra (dibujos de De la Rosa). En quintanilladetresbarrios.com
No debemos olvidar que la familia Buedo estaba residiendo en Barchín, razón por la que pensamos que probablemente la ascendencia de Isabel estuviese estrechamente relacionada con la línea de hidalgos de este linaje establecida en dicho municipio. En 1584 será bautizada Inés de Moya y Lucas, hija de Fernando de Moya y Ana de Lucas. Un año después lo hará un retoño de Miguel de la Orden y Ana de Moya.
Sabemos por una referencia de 1741 que el vinculo fundado por la citada Isabel se componía de 45 almudes, los cuales poco después acabarían recayendo en la casa de los Cambronero, una familia también asentada en Barchín. La herencia pasaría a manos de uno de sus hijos, sobre quienes aparecen algunas referencias entre los legajos sueltos que se conservan del municipio. Sus nombres serán Matías de Fuentes y Pedro de Fuentes.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
-Archivo Diocesano de Cuenca, libro I de bautismos de Piqueras del Castillo. Sig. P-2583

Los Catalán y los Escolar. Dos antiguas familias de La Peraleja

Entre los linajes documentados en los libros parroquiales de La Peraleja, los Catalán y los Escolar, serán dos apellidos que establecerán de manera paralela una serie de políticas matrimoniales muy parecidas, que a la par les permitirán asentarse con garantías durante el trascurso de sucesivas generaciones entre varias de las familias acomodadas que había instaladas en La Peraleja. Por un lado los primeros conformarán una estirpe de labradores que seguiría el modelo tradicional de crecimiento social que veremos en estas localidades, proyectando sucesivamente a algunos de sus hijos dentro del clero local. Sabemos por ejemplo que el protocolo notarial más antiguo de Huete está relacionado con ellos, por lo que su asentamiento en esta tierra vendría como mínimo desde tiempos antiguos, remontando su arraigo a finales del medievo. Su descendencia se integrará en el núcleo de los grandes propietarios, tal y como sucederá con los Jarabo, Vicente y Hernán-Saiz. 
Otro dato que conocemos, es que en el año 1611, los dos alcaldes que había en el municipio eran el hidalgo don Juan Suárez de Salinas, junto con Gregorio Catalán, este último como representante por el estado llano. Veremos por tanto la distinción de las dos varas, y que en más de una ocasión supuso un choque de intereses. Tema que nos gustaría tratar más a fondo en un futuro artículo, y que como veremos implicará en parte a algunas de las familias de la pequeña nobleza local. Tampoco podemos obviar el dato procedente del fallecimiento de María Catalán, mujer de Francisco Gómez, quien murió en 1679, dejando un pago de 200 misas. Su hermano era el Licenciado Catalán, no siendo precisamente el único familiar que mantendrá un contacto estrecho con el brazo eclesiástico.
El Ángelus (1857-1859). Jean-François Millet. Óleo sobre lienzo, 66 x 55’5 cm. Museo de Orsay de París, Francia
Por otro lado, la historia de los Escolar no está del todo definida, pues desconocemos dónde radica el origen de su progenitor. Sólo sabemos que el primer allegado aparece súbitamente durante la primera mitad del siglo XVI en la ciudad optense, siendo uno de sus descendientes quien marchará hasta La Peraleja. Al respecto, entre las personalidades más destacada tenemos a la mujer de Miguel Jarabo Rojo, María de Escolar. Ésta portaba la sangre de los Suárez de Salinas, Núñez de Guadalajara y Patiño. Sabemos que los Suárez Carreño controlaron la alcaldía de la fortaleza de Huete a mediados del siglo XV, así como los Núñez mantendrán su casa solariega en la misma localidad. No debemos olvidar tampoco su ascendencia paterna, pues nos conduce hasta Julián de Escolar y Catalina Díaz, un matrimonio oriundo de la ciudad de optense, que a tenor de las referencias y notas estudiadas en los libros parroquiales, llevaría a pensar en que presumiblemente Catalina estuviese vinculada con la noble y conversa familia de los Díaz de Montalvo, cuestión que en un futuro nos gustaría desentrañar.

David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro I de defunciones de La Peraleja (1586-1614), Sig. 30/14, P. 815
* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro II de defunciones de La Peraleja (1614-1693), Sig. 30/15, P. 816

Los Cano de Piqueras del Castillo

Los Cano fueron una familia muy extendida por diversos enclaves de lo que hoy se conoce como la Manchuela, siendo en algunas ocasiones uno de los linajes más representativos del lugar, buen ejemplo lo tenemos en Santa María del Campo Rus, como en otros puntos de su área circundante.
En el caso de Piqueras, la línea principal nos conduce hasta el siglo XVI, fruto del matrimonio entre Juan Cano y María Gil, de donde nacerá su hijo Juan Cano y que en 1603 casará con María López (“la del alguacil”). Poco después su hija Ana, y que llevará su apellido paterno, celebrará nupcias con Juan López y López, éste procedente de otra línea de labradores que vivían en el municipio. De esta forma en 1642 se selló una unión, desde la que veremos como el apellido se extiende de forma reiterada entre muchos vecinos de la localidad.
Recordemos que los Cano enlazaron con la casa de los Gil, y que a su vez estaba emparentada con la familia Ruiz de Alarcón por la línea bastarda del hijo de los Señores del lugar. Sabemos que Juan Cano y Martín Cano fueron hijos de María Gil. Éstos dejarían una notable descendencia que entroncará con las familias mejor asentadas del municipio, es el caso de los López, Herráiz o Reyllo, entre otras.
Obra de Eugène Verboeckhoven
La familia Cano, como todos aquellos linajes que se encontraban bien posicionados, poseía un vínculo propiedad de Quiteria Cano Gil. Sabemos que más adelante el labrador Manuel López y López tenía bajo su control 45 almudes (básicamente centrados en trigo), gracias a la fusión de tres pequeñas fundaciones reclamadas, entre las que se hallaba la de los Cano además de la procedente de los Fernández de Peralta. Los Cano también tuvieron el control de algunas alcaldías y regidurías, hecho que haría prevalecer la importancia de su apellido durante momentos concretos de la historia del lugar. Sin ir más lejos, el rico labrador bonachero Fernando Saiz Moreno celebró sus nupcias en 1597 con la piquereña Quiteria Cano.
Hasta la fecha el origen de esta familia es incierto, aunque si nos basamos en las referencias registradas en el primer volumen de bautismos de la localidad (y que arranca a finales de los años cincuenta del siglo XVI), observaremos que las únicas líneas son las procedentes de un Pedro Cano, y que tendrá varios hijos (Elvira Martínez y Pedro Cano), así como los descendientes de Juan Cano y María Gil, quienes bautizarán en 1563 a María, Ana en 1566 y Martín en 1571.


David Gómez de Mora
Bibliografía:
-Archivo Diocesano de Cuenca, libro I de bautismos de Piqueras del Castillo. Sig. P-2583
-Archivo Diocesano de Cuenca, libro I de matrimonio de Piqueras del Castillo. Sig. P-2597

Linajes de Piqueras del Castillo (los Barco, Herráiz y Peralta)

Es cierto que la gran mayoría de familias asentadas en un municipio, raramente han estado conviviendo en ese preciso lugar desde el momento de su fundación, un dato en parte difícil de demostrar, si tenemos en cuenta que las relaciones histórico-genealógicas sobre cualquiera de las casas que pretendamos investigar son muy complicadas de esclarecer una vez que se sobrepasa la primera mitad del siglo XVI, momento a partir del que habitualmente los municipios comienzan a poseer libros sacramentales, en los que se puede vincular de forma precisa las relaciones existentes entre las personas y su adscripción a ese lugar.

El caso de Piqueras es bastante interesante, ya que poco o casi nada sabemos sobre su época más lejana. Por ahora la primera referencia nos conduce hasta la segunda mitad del siglo XII, cuando en el año 1186 don Nuño Sánchez dona al monje Pedro López una heredad situada junto al río de las Piqueras. Ni que decir que en esta localidad proliferaron las relaciones matrimoniales entre habitantes procedentes del mismo pueblo, fenómeno que explicaría la escasa movilidad y constante repetición de muchos de sus apellidos. No obstante, como veremos, esto no siempre fue así, ya que mientras algunos se extinguirán, otros comenzaban a multiplicarse, hecho que queda reflejado en los documentos eclesiásticos a partir del siglo XVI.

Así lo veremos con los Herráiz, un linaje del que existirían varias líneas con orígenes diferentes. Una era la del piquereño Domingo Herráiz, casado con Quiteria Ruiz, y que daba nombre a una de las ramas que podría ser de las más antigua con dicho apellido. Otra era la vinculante con Simón Herráiz y María Herráiz, ambos naturales de Solera de Gabaldón, y cuyo hijo Simón Herraíz y Herráiz casaría con María de Zamora. Ciertamente carecemos de datos precisos sobre el destino de muchos de sus descendientes, aunque podemos confirmar con seguridad su representación en alcaldías y otros puestos destacados con el trascurso de las generaciones.

Del huerto de la Sangrera (óleo de De la Rosa). En quintanilladetresbarrios.com

Un apellido menos conocido, pero no por ello de escaso interés, es el de la familia Barco, una estirpe asentada en la cercana Olmeda del Rey, y sobre la que hemos llegado a ver algún tratamiento en el que se anteponía el distintivo de don, probablemente por su vinculación con puestos ocupados dentro del Santo Oficio. Por último, nos quedaría el caso de los Peralta, otro linaje importante, que llegó incluso a estar adscrito al brazo nobiliario, y que en el caso de Piqueras aparece súbitamente en el siglo XVII, tras desplazarse desde Monteagudo de las Salinas.
Ni que decir que aquella nobleza era puesta en tela de juicio a ojos de Inquisidores y expertos genealogistas que conocían sobradamente sus sambenitos, acusándoles de portar sangre conversa, y que irían extendiendo entre diferentes líneas asentadas a lo largo de la actual franja meridional del territorio conquense.

David Gómez de Mora

miércoles, 17 de junio de 2020

La familia Montes y la presunta descendencia de los Pacheco


Hace unos años dedicábamos varías líneas a la historia de la familia Montes, un linaje prácticamente desconocido, que durante los siglos XVI y XVII alcanzó cierta relevancia en Buenache de Alarcón. El apellido lo podremos ver escrito de diversas formas, presentándose como Monte, del Monte o Montes. Algunos de sus miembros gozarían de una buena posición, ejerciendo como médicos o incluso representando la alcaldía del municipio, tal y como veremos con Cosme del Monte en el año 1649. Cabe recordar que Cosme tuvo por hijo a Gerónimo Saiz del Monte, quien también acabará ostentando el mismo cargo.
Recordemos que en 1628 Cosme del Monte casó con doña Catalina del Castillo, cuya descendencia adoptará mayoritariamente el apellido materno, al ser portador de una hidalguía que poco después catapultaría socialmente a una parte del clan. Este Cosme era a su vez hijo de Cosme de Monte Peinado y María Esteban, personajes indispensables en esta historia, para comprender la polémica originada tras unas duras acusaciones efectuadas por un miembro de su familia.
Murillo: Mujeres en la ventana  (1665-1675).

Sabemos que en Buenache durante la segunda mitad del siglo XVI vivía una niña llamada María Montes, a la que la gente del pueblo de forma malintencionada se dirigía con el alías de “la Pacheca”. Su historia se refleja en un proceso de Inquisición, en el que leemos como María , se decía que no era hija biológica de Domingo de Montes (esposo de su mujer Ana López), sino que del señor Juan Pacheco. 
El referido Cosme de Monte Peinado, que en 1587 contaba con 46 años, será de los testigos elegidos en la causa abierta contra la hija que había mancillado el nombre de su madre Ana López. Cosme relataba como él y su mujer María Esteban habían visto a Domingo y Ana riñendo con su hija, tras haber renegado ésta la figura de Dios, además de reprochar a Domingo que vivía engañado, incidiendo en que su auténtico progenitor era el señor Pacheco. Finalmente la Inquisición tomaría cartas en el asunto, acordando como decisión que María fuese reprendida sin autoinformar de su sentencia.
David Gómez de Mora

Bibliografía:
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 207, número 2.393 de la Inquisición de Cuenca

Los Santacruz en Buenache de Alarcón

Una de las familias conversas que prosperó satisfactoriamente en la sociedad bonachera de siglos pasados fue el linaje de los Santacruz. Una estirpe que representará a través de algunos de sus miembros a varios de los vecinos que para bien o para mal popularizaron su nombre dentro del municipio, especialmente a lo largo del siglo XVI. Su pasado religioso no fue un inconveniente que les impidiera gozar de cierta reputación, consiguiendo hacerse con el control de una de las escribanías existentes en el pueblo además de la vara de alcalde. No cabía duda de que éstos supieron rodearse de las mejores influencias, tal y como veremos en el caso de los Ruiz de Alarcón (Señores de Buenache). Parece que a más de uno de sus ancestros no les preocupaban las acusaciones que pesaban sobre ellos como portadores de sangre morisca. Manteniendo así unas aspiraciones sociales, a través de las que estrecharon lazos con gente que durante aquellas fechas estaba vinculada con el brazo eclesiástico, tal y como fue el caso de la familia Pérez.

Precisamente en la investigación sobre la limpieza de sangre del bachiller Pérez, se acusa a éste de ser ascendiente de conversos por su parentesco con los Santacruz (AHN) al ser bisnieto del señor Pablo de Santacruz. Otro caso sonado fue el que afectaba a la descendencia de Bartolomé de Santacruz, quien era esposo de Isabel de Sotomayor. Recordemos que estos Sotomayor invocaban su asentamiento en tierras zaragozanas, alternando el apellido con los de otros ancestros como los Loaysa y Urrea, a priori dos casas de notable importancia, pero de las que seguimos ignorando sus raíces. Lo cierto es que podemos hacenos una idea teniendo en cuenta que Bartolomé fue acusado del mismo modo que Pablo...

Trascurrido el siglo XVI los Santacruz ya se habían proyectado de forma satisfactoria. Al respecto sabemos que Juana Gómez de Santacruz había casado con Juan Herráiz, fruto de cuyo matrimonio nacerá el fraile Juan Herráiz de Santacruz. Durante la misma época Bartolomé de Santacruz ejecutaría idéntica operación con Violante de Mejía, mientras que Gerónima de Urrea Soto(mayor) y Santacruz lo hará con el Maestre Juan. Su hermana Isabel de Sotomayor sería la última en celebrar esponsales (en el año 1574) con el bien posicionado Juan Bermejo.

Procesión de la Cruz Verde. Grabado holandés del siglo XVII

Por otro lado en el expediente 5506 del fondo de Inquisición, podemos leer que Gerónima de Santacruz era la esposa del Bachiller Jara (personaje reseñable, pues ejercía como gobernador de la villa). De nuevo, en el proceso nº5119, otra vez se señalaba a este clan, añadiendo que uno de los suyos vacilaba sobre las posibilidades que su familia tenía para sobornar al Santo Oficio. No olvidemos que el yerno de Pedro Herráiz de Santacruz ostentaba precisamente el cargo de familiar, por la “buena negociación y favor” que le debían, según la declaración reflejada en este legajo. Como guinda del pastel veremos que se pondrá el acento en que un abuelo o bisabuelo de su familia fue pasto de las llamas, precisamente por la misma acusación con la que estaban siendo perseguidos muchos de sus integrantes.

No cabía duda de que a esas alturas, en poco menos de un siglo la casa de los Santacruz había conseguido coleccionar una serie de tachas que explicarán como muchos descendientes teniendo la posibilidad de portar el apellido, optarán por alternarlo con otros menos “chirriosos”. El acercamiento a los Ruiz de Alarcón, junto con el papel que ejercerán como escribanos en beneficio de sus señores, pudieron ser credenciales más que suficientes, gracias a las que harían frente a las problemáticas que se les irían planteando con el paso del tiempo, pues con aquel currículum y un apellido tan poco discreto, era casi imposible llevar una vida como la que tuvieron, de no haber contado con la ayuda de contactos capaces de proteger sus intereses.

David Gómez de Mora

Bibliografía:
* Archivo Histórico Nacional. Sección Universidades, 533, expediente nº4
* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 358, nº 5102 de la Inquisición de Cuenca
* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 361, nº 5119 de la Inquisición de Cuenca
* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 387, nº 5506 de la Inquisición de Cuenca

martes, 16 de junio de 2020

Los Martínez-Herráiz de Buenache de Alarcón


Una de las familias de la baja nobleza bonachera sobre la que casi nada se ha escrito es la estirpe de labradores conformada por la casa de los Martínez-Herráiz, un linaje autóctono que dio alcaldes y mayordomos en las principales cofradías de la localidad. El origen del apellido se remonta a la primera mitad del siglo XVII, cuando Miguel Herráiz-Martínez (hijo de Miguel Herráiz y Ana Martínez), casó en 1623 con María Moreno Hortelano, hija ésta de otra familia de labradores con recursos, sobre los que ya hemos tratado en más de una ocasión varios artículos. Como otras tantas casas del municipio, la referencia sobre su hidalguía se produce de manera fortuita con motivo de la entrada de uno de sus descendientes en la Orden de Carlos III (don Antonio Saiz de Zafra), quien a través de su información genealógica recalca como los Martínez-Herráiz eran una familia del estado noble.


Genealogía de don Martín Saiz de Zafra y Martínez-Herráiz (Archivo Histórico Nacional)

La relación de don Antonio con esta estirpe proviene por Alonso Martínez-Herráiz, quien casó en 1662 con María de la Fuente y Ramírez de Toro. Su hijo don Alonso Martínez-Herráiz, tildado de caballero hidalgo, enlazaría con Magdalena de Olivares. Se dice que el referido Alonso aparece en los padrones municipales como noble, siendo durante el año 1743 alcalde por dicho estado. Fruto de su matrimonio nacería doña Catalina Martínez de Olivares, mujer de don Alonso Saiz de Zafra, cuyo nieto conseguirá ingresar en la referida corporación.

Los miembros adscritos a este tipo de nobleza, hemos de entenderlos como integrantes de una élite local, dedicados durante buena parte de su vida a los quehaceres propios de cualquier campesino, donde a pesar de pechar y pagar sus impuestos, en momentos determinados, debido a los méritos o actos positivos alcanzados por algunos de sus descendientes con el trascurso de las generaciones, irían consolidando una solera que se manifestaba en la consecución de cargos como concejalías o alcaldías, que junto con otros de carácter simbólico, a pesar de no ir más allá del ámbito municipal, desglosados y compilados en informes como el señalado, eran pruebas más que suficientes para argumentar un estatus, que acababa insertándolos dentro de aquel sector, al margen de sus pocas ganas o posibilidades de medrar más allá del pueblo en el que habían estado residiendo durante siglos y siglos. Recordemos que en Buenache de Alarcón diferentes familias denunciarán como en este lugar no se reconocía en multitud de ocasiones la hidalguía a muchos de los linajes que reclamaban una exención de pagos. Cuestión que esperamos tratar a fondo en un futuro artículo.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Apuntes de la genealogía familiar Gómez de Mora y Jarabo. Inédito

* Archivo Histórico Nacional, 1827. Expediente de la Orden de Carlos III, nº1936. Sáinz de Zafra y Martínez del Castillo Martínez Olivares y del Castillo, Antonio.

Los Beltrán y los Cerrillo en Buenache de Alarcón

Beltrán y Cerrillo son dos apellidos asociados a familias con cierto renombre en esta localidad durante los siglos XVI y XVII. Sus integrantes representarán varios de los miembros con los que contó el Santo Oficio en el lugar, además de alcaldes y otros puestos que alimentaron su nombre durante el trascurso de unas cuantas centurias. Ambos linajes tendrán en común el haber estado asentados en la localidad como mínimo desde finales del medievo, hecho que comprobamos a través del primer volumen de bautismos que se conserva en el Archivo Diocesano de Cuenca.

Entre sus figuras destacadas resulta imposible obviar a Nicolás Beltrán, marido de María de Posadas, quien tuvo por hija a María Martínez Beltrán, y que celebró sus nupcias con uno de los vecinos más importantes de la nobleza local, don Pedro de Buedo-Ruiz de Alarcón y Lomas. Aquello sucedía en 1596, hasta que poco después nacerán algunos de sus hijos, siendo el caso de María Beltrán de Buedo, posteriormente mujer de Francisco Martínez de la Parra.


Por otro lado los Cerrillo dejarán una descendencia muy prolífica que permitirá la prolongación del apellido hasta la actualidad. Entre las bonacheras más representativas tenemos el caso de María Cerrillo, fallecida en 1716, y hermana del licenciado don Miguel Moreno Cerrillo. Ésta llegó a fundar un patronato de legos, así como un vínculo debido a su buena posición social, mandando un total de 400 misas el día de su muerte. Sabemos que los Cerrillo llegaron a tener un capitán militar, fenómeno que les acercaba prácticamente al tratamiento que podían tener algunos de los miembros que componían la nobleza municipal. Respecto a los alcaldes de ambas familias veremos el caso de Nicolás Beltrán (quien repetiría este cargo durante varios años -1627, 1632 y 1633-) o Pedro Cerrillo de Ayuso en 1657.

David Gómez de Mora

Breves notas sobre la familia Alcaraz de Buenache de Alarcón

Poco sabemos sobre los orígenes de uno de los linajes que estaban mejor posicionados en la sociedad bonachera de la segunda mitad del siglo XVI. Hasta la fecha desconocemos sus raíces, de ahí que sigue latente el interrogante a cerca de la procedencia de Bartolomé de Alcaraz (marido de Elvira García). Un labrador que viviría durante la primera mitad de dicha centuria, y que más tarde volcará sus bienes sobre un hijo de mismo nombre, y que probablemente pudo ser el primogénito del clan.

Bartolomé el mozo casó con Magdalena de Monteagudo, una familia de labradores con cierta solera, sobre la que igualmente tenemos bastantes lagunas respecto a la vinculación de sus ancestros con el municipio. Recordemos que una de las casas que prosperó a través del Santo Oficio fue la de los Hortelano-Monteagudo. Una línea que portaría de forma compuesta ambos apellidos a lo largo de diversas generaciones.

El secreto de los Alcaraz en parte estribaba en sus políticas matrimoniales, y es que el referido Bartolomé de Alcaraz García, tras morir Magdalena, volvería a celebrar sus nupcias con María Martínez de la Parra. María procedía de una familia con recursos, pues era hija del señor Bartolomé de la Parra, otra estirpe destacada y que tenía a varios de sus hijos orbitando dentro del brazo eclesiástico y el Santo Oficio. Recordemos que Bartolomé llegó a pagar 225 misas por su funeral, estableciendo una memoria perpetua. Por otro lado, su hijo Bartolomé de Alcaraz Monteagudo (la tercera generación)fallecería en 1626, creando otras dos memorias.

Los Alcaraz eran propietarios agrícolas que vieron sus miras de proyección en los linajes que en aquel instante tenían cierto peso en el municipio. A principios del siglo XVII amasaron bastantes tierras que sumaban en total más de 50 hectáreas de extensión. La clave fue sin lugar a dudas la fusión de los vínculos de Pedro Alcaraz de Monteagudo y Bartolomé Redondo. Sabemos que esta fundación estuvo controlada por el Licenciado Joaquín de Alcaraz, quien la obtuvo por ser hijo y sobrino de los dos personajes antes referidos.

Vistas desde el castillo de nueva creación de la familia Barambio (www.airbnb.es)


David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).