domingo, 24 de noviembre de 2019

El linaje de los López de la Osa y Saiz de Gonzalo. Notas sobre la proyección nobiliaria en Buenache de Alarcón

Entre la documentación del Archivo Histórico Nacional, en la sección vinculada con la Orden de Carlos III, existe un expediente de notable interés que nos permite indagar genealógica y socialmente, sobre varias familias de la localidad de Buenache, que a lo largo del siglo XVIII comenzaron a cobrar un enorme protagonismo. Fenómeno que sin lugar a dudas propició el ingreso en esta corporación civil de don Pedro Andrés Burriel y López de Gonzalo, presidente de la Real Chancillería de Valladolid y Consejero de Castilla.

Gracias a este documento podemos ver como los Burriel a finales de aquella centuria se encontraban ocupando los puestos de mayor estatus social que podríamos ver en una sociedad local como la bonachera. Un linaje con raíces foráneas, del que fue uno de sus grandes representantes el padre don Andrés Marcos Burriel y López de Gonzalo, hermano del referido don Pedro Andrés, quien estudió filosofía en Toledo, así como Teología en Murcia, para acabar ejerciendo como profesor y llegar a ser director supernumerario del Seminario de Nobles de Madrid.

El padre Burriel era todo un erudito, por ello se dedicó al estudio del Archivo de la Catedral de Toledo, donde se cree que pudo transcribir alrededor de un millar de documentos. Se le ha considerado como uno de los principales artificies del movimiento literario entre el periodo de Felipe V y Fernando VI, hecho que atestiguan sus varias publicaciones. Bajo ese paraguas del ámbito académico y aristocrático su hermano presentó la genealogía familiar, resaltando además las facetas de su línea materna, ya que su madre Ana, era hija de don Marcos López Saiz de Gonzalo, quien casó con una destacada mujer que era descendiente de los Pozo, la misma casa que según la documentación tuvo tanto peso en la ciudad de Cuenca, y cuya historia es sobradamente conocida.

El referido expediente nos evidencia la dificultad que comportaba en esta localidad el que se pudiera reconocer una hidalguía, a pesar de contar con un cargo tan influyente como el del propio solicitante. Sin lugar a dudas estamos ante una cuestión que puede abrir en un futuro muchas líneas de investigación, que explicarían la dificultar de medrar por parte de algunos linajes, y que desistirían en emprender tal iniciativa, ya que desde la documentación parroquial, se citan apellidos como el de los Ramírez de Arellano, Ximénez de Cisneros o López Malo de Molina, que junto con otros tantos, pudieron haberse adscrito al estrato nobiliario, pero que finalmente nunca llegaron a hacerlo.

La relación de la familia del padre Burriel junto con su hermano por Buenache, venía de su abuelo materno, el referido don Marcos López Saiz (familiar y notario del Santo Oficio), quien había nacido del enlace entre sus padres Marcos López de la Osa y Ana Saiz de Gonzalo. La unión de estas dos familias dio origen al apellido López de Gonzalo, y que será el que todavía recaerá en segundo lugar hasta el presidente de la Real Chancillería de Valladolid. Marcos López de la Osa había nacido en Buenache, en el seno de una familia bien posicionada de la pequeña burguesía rural. Los López disponían de bienes raíces, mientras que los Osa eran conocidos por su patrimonio ganadero.
 
La información del expediente es recogida en 1789 por el abogado de los Reales Consejos el Licenciado don Sebastián Buenaventura Martínez Gabaldón, también vecino de Buenache, y sobre cuya familia no descartamos en un futuro redactar un trabajo más pormenorizado. Entre las referencias de ese año aparecen los alcaldes Alonso Martínez Carrascosa (miembro del linaje Ramírez por línea de varón y esposo de Juana de Herrero de Moya), junto Juan Antonio de Zamora y Barambio.

Genealogía de Marcos López de Gonzalo, AHN (1789).

Gracias a la información que se traslada como por las aportaciones de los testigos que aparecen contando detalles de la familia materna del pretendiente, sabemos que Marcos López de Gonzalo, siguiendo con la tradición de su padre, trabajó para el Santo Oficio, testando en 1689 con pago de 1000 misas por su alma. Éste casó con Catalina López del Pozo (natural Almodóvar del Pinar). Su madre, Ana Saiz de Gonzalo, procedía de Hontecillas. Su familia encabezaba un linaje de la nobleza local, que será conocido como el de los Saiz de Gonzalo o Gonzalo.

Por los testimonios de la documentación, sabemos que Marcos López de Gonzalo y Catalina López del Pozo, tuvieron varios hijos: el doctor don Francisco López de Gonzalo,  Marcos López de Gonzalo, Andrés López del Pozo, Catalina López, doña Ana López y María López.

Resulta interesante la información aportada por el alcalde Alonso Martínez Carrascosa quien al hablar de la nobleza que existía en Buenache añade como “es notorio que en esta villa ningún hidalgo goza de su nobleza porque la villa no admite nobles, y todos pagan los mismos tributos, y no tienen mitad de oficio como en otras villas de la comarca. Y todo el lugar sabe, que los Buedo y Castillo, vecinos de esta villa, tienen sus ejecutorias, pero sin gozar aquí distinción alguna, aunque lo han pretendido como sucedió con Don Pedro del Castillo, a cuyos hijos trató mucho el testigo, que habiendo pretendido el goce de nobleza en esta villa para que se le guardasen como en la ciudad de Cuenca” (AHN, 1789).

De las palabras de Alonso Martínez se desprende que Buenache no era el lugar idóneo para revindicar un privilegio de nobleza. Seguramente este testigo lo sabría en primera persona, pues era descendiente directo de los Ramírez de Toro. Desconocemos el motivo exacto, aunque es evidente pensar que en lugares de behetría como era el caso del municipio que nos ocupa, desde tiempos lejanos los labradores ya habrían luchado por exigir la desaparición de privilegios fiscales para los miembros de la nobleza, lo que impedía una exención tributaria. Es factible que ahí recayera la cuestión por la que diferentes familias tuvieron problemas a la hora de demostrar sus respectivos privilegios en el momento de no querer pechar.

Sabemos que la familia de don Andrés López de Gonzalo y Pozo, familiar del Santo Oficio, alojaba al Señor Comandante del Batallón de Guardias Valonas y Españolas cuando visitaba la localidad, por ser su “casa la más distinguida de este pueblo y de mayor comodidad”. El hermano de don Andrés se llamaba don Francisco López de Gonzalo, siendo capellán de honor de Su Majestad, y cuyo mayorazgo de la familia poseía su sobrino don Marcos López de Gonzalo.

En cuanto al apellido López se decía “que es verdad que por los López es esta familia muy distinguida, y de los López nobles del Villar del Saz de Navalón, en donde están gozando, y también en la villa de la Hinojosa (…) tiene entendido de oídas a personas antiguas que les corresponde las capellanías fundadas en la villa de Olivares por un tal Poveda, y lo cierto es que los de es este apellido son de los más distinguidos del país, avecinados por nobles en la villa del Castillo de Garcimuñoz” (AHN, 1789). El testigo Alonso Martínez comentaba que don Marcos López de Gonzalo se quejaba de que “en San Lorenzo de la Parrilla le corresponde el patronazgo a una capilla con panteón despojada de este derecho por descuido y ausencia de sus parientes” (AHN, 1789), teniéndolos por nobles. Esto reforzaba más si cabe la nobleza de las líneas femeninas que se habían incorporado al tronco bonachero, pues tanto los Saiz de Gonzalo, como los López del Pozo procedían de fuera, aportando así su grano de arena, a un expediente donde se pretendía resaltar la hidalguía de sus ancestros.

A continuación, un segundo testigo llamado don Alfonso García (62 años), presbítero teniente de cura de la villa y vecino de Buenache remarcaba que eran nobles las familias “Buedo, López, Castillo, Peiró y Otoneli, y otros como ¿Matías?, y Hortelano con ejecutorias, no gozan en esta villa, y si en otros pueblos, como en la ciudad de Cuenca, Palomares del Campo, San Lorenzo de la Parrilla y otras partes del país” (AHN, 1789). Éste decía que Alonso Saiz de Gonzalo vecino de Olivares, era miembro de las nobles familias de los Gonzalo y los Poveda, además de propietario de capellanías. Enfatizando que los López tenían capilla con escudo en San Lorenzo de la Parrilla.

El tercer testimonio de Buenache era don Bartolomé de Cuenca (58 años), presbítero y vecino del lugar, quien comentaba que por el apellido Pozo “son del tronco de los Señores Pozos que en la ciudad de Cuenca fundaron el Convento de Santo Domingo que obtuvieron bula de Su Santidad para que en este Obispado se rezase el dulce nombre de María Santísima, y después se extendió a toda España” (AHN, 1789).

A continuación Mateo Silverio Coronado (81 años), “advierte que en este pueblo la nobleza sólo sirve para saber la buena familia de cada uno, pero se gobierna por behetría, y no hay distinción de estados para tributos, oficios de justicia, ni otra cosa, porque todo se lleva por estado general, y esto lo sabe el testigo por haber sido muchas veces regidor, procurador, síndico general, alcalde ordinario y repartidor de reales contribuciones en esta villa, y tener muy vistos los libros, y acuerdos del ayuntamiento, en los que no se hace distinción entre los nobles de esta villa, y su estado de hombres buenos” (AHN, 1789). Mateo vuelve a citar como nobles de la villa a los Buedo, Hortelano, Castillo, López de Gonzalo y otras familias del lugar, que en algunos casos como en otros municipios circundantes ya tenían su ejecutoria de hidalguía reconocida, a pesar de que en Buenache las cosas eran diferentes. Para ello el testimonio se apoyaba en el escandaloso caso de don Pedro del Castillo y Reyllo, quien derrochó una ingente cantidad de dinero para demostrar una nobleza que para más inri si le fue reconocida en la ciudad de Cuenca, con plaza de Regidor Perpetuo incluida, estando incluso acreditada por la propia Chancillería de Granada, aunque a los ojos de Buenache seguía resultando invalida. Se menciona también el caso de los Otoneli, quienes tampoco llegarían muy lejos en su intento de consolidar su hidalguía, a pesar de tener pruebas que demostraban un origen noble.

Un quinto testigo llamado Manuel López de Vera (75 años), comentaba que en Buenache muchos hidalgos, a pesar de tener acreditada su hidalguía fuera del lugar, veían como se obviaba cualquier referencia sobre su condición, hasta el punto de que incluso en ese mismo siglo los libros nunca habían dado el tratamiento de “don” a quienes legítimamente deberían portarlo.

Interesante también es el testimonio del señor Benito de la Fuente (60 años), alcalde de la Santa Hermandad, quien comenta como conoció a los hijos de Don Pedro del Castillo, y que acabaron pobres por el capital que invirtió de manera poco provechosa su padre, por los continuos impedimentos que le sacaba el municipio en el instante de querer reconocer su hidalguía.

Entre la documentación que se transcribe en el expediente, nos encontramos con el testamento de Marcos López de la Osa (año 1653), donde cita a su hijo Marcos López, hijo de Ana Saiz de Gonzalo, su primera mujer. Así como a otros dos, llamados Sebastián López y Juan López, hijos de su segunda esposa Teresa García. Inmediatamente se transcribe el testamento de Ana Saiz de Gonzalo (año 1645), quien cita a sus hijos Marcos López y Ana de la Osa, fruto de su matrimonio con el referido Marcos López de la Osa.

La familia de los López de Buenache vivirá un crecimiento meteórico durante la segunda mitad del siglo XVII, cuando tras haber incorporado la solera y bienes de los Gonzalo de Hontecillas, su hijo casará con una miembro de los Pozo, lo que catapultará la familia hacia las grandes esferas del clero conquense, y en donde su relación con el Santo Oficio será una constante para sus futuras generaciones.


David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Archivo Histórico Nacional (1789). Expediente de la Orden de Carlos III, nº 340.  Burriel y López de Gonzalo Gorriz y López, Pedro Andrés

Bienes fundacionales a mediados del siglo XVII en Buenache de Alarcón


En los libros parroquiales de Buenache de Alarcón podemos leer un listado de fundaciones que solían reflejarse en las visitas parroquiales, mediante las que comprobamos como un conjunto de familias con un destacado patrimonio en bienes raíces, legaban su tenencia a sus descendientes y parientes, para que estos pudieran seguir preservándolos, a cambio de un pago concreto de misas  anuales que los vinculaba con la Iglesia.

A mediados del siglo XVII en esta localidad tenemos el caso de los Ximénez de Cisneros, García de la Vela, García de Villora, Moreno, Ramón, Rentero, como principales fundadores de esta agrupación de propiedades. Una serie de linajes locales que en el caso concreto de los que veremos, bien mediante la creación de capellanías, obras pías, memorias o patronatos, seguían demostrando que influencia tenían en un mundo rural donde el clero y la riqueza que daban los campos, eran los principales baluartes que identificaban el poder dentro de aquellos escuetos y modestos ámbitos municipales.

Esta serie de familias en numerosas ocasiones guardaban un parentesco bastante estrecho, lo que fomentaba la propagación de relaciones endogámicas, entre las que la concentración de riquezas podía gestar una consolidación de líneas de labradores, con un patrimonio nade despreciable, que acercándose al Santo Oficio, y planificando un conjunto de políticas matrimoniales acertadas, podían servir como una herramienta útil con la que medrar socialmente, ampliando así su radio de influencia en esa área geográfica.

Sabemos por ejemplo que Juana Martínez, esposa de Bartolomé de la Parra, casó en 1573, y entre sus muchos hijos, fue precisamente su vástaga de mismo nombre y apellido la agraciada en recibir un grueso de las tierras que tenía. Ésta tras llegar a la edad adulta casó con Bartolomé Alcaraz, vecino bien posicionado, que falleció en 1606. Juana además de mandar la realización de un paño labrado de seda para la Iglesia del pueblo, llegó a crear dos memorias perpetuas, donde seguían integrándose esos bienes a los que antes nos referíamos. Sabemos que dicha fundación estaba a mediados del siglo XVII en manos de Mateo de la Parra. No olvidemos que los Parra o Martínez de la Parra, eran un linaje asociado al ámbito eclesiástico, pues muchos de sus representantes integraron las filas del Santo Oficio, además de llegar a tener una capellanía en la misma Catedral de Cuenca. No será por ello casual que Francisco Martínez de la Parra, será el segundo integrante de la familia, que volvería a crear otro patronato tras fallecer en 1626.

Francisco estaba casado con la burguesa María Pérez, familia sobre la que hemos dedicado muchas líneas y que no por designios del azar se movía también en el mismo circulo de poder que había en el municipio. La vinculación entre ambos fundadores (Juana Martínez y Francisco Martínez de la Parra) era muy estrecha, pues la primera era hermana del padre del segundo, es decir, tía del referido Francisco.

Otro caso fue el de los García de la Vela, un linaje que por un lado creó un patronato a través del Maestre Andrés García de la Vela, quien llegó a ser capellán de Su Majestad. El hermano de Andrés fue el Licenciado Felipe García, presbítero, artificie de otro patronato. Pensamos que tampoco resultó ser un hecho casual que Andrés y Felipe fuesen hijos de Pedro García y García, junto su esposa Quiteria Rentero, y es que este último apellido era sobradamente conocido por identificarse con la familia del Licenciado don Domingo Rentero de Campos, responsable también de dar pie a varias fundaciones. El citado Domingo fue todo un personaje con mucha historia, que mandó en su testamento celebrar 626 misas, además de realizar una casulla rojo-violeta para la iglesia, crear tres memorias perpetuas y dar limosna a los pobres el día de Nuestra Señora de la Concepción. No olvidemos que una de estas memorias era para socorrer a todas las descendientes de su familia que necesitaban ayuda económica. Llegó a enterrarse en la misma sepultura de doña María de Andrade (la que fuera ni más ni menos que Señora de Buenache de Alarcón). La relación de Domingo con la aristocracia local era más que evidente, hasta el punto de que veremos cómo su hermano estableció lazos muy destacados con familias de este grupo social más allá del territorio manchego.

Campos de Buenache de Alarcón (julio de 2016). Foto del autor

No menos importante fue el caso de los Ximénez y los Villora. Sabemos por ejemplo que Antón García de Villora y que estaba casado con María Gómez, dejó un patronato que acabó recibiendo el Licenciado Francisco Ximénez. No olvidemos que este personaje, hijo de Antón García y su esposa María Ramón Ximénez, era nieto paterno de Antón García-Patrón y Ana Rubio Salonarde, así como nieto materno de Francisco Ximénez y María Ramón Moreno. Precisamente Ana Ramón fundó una memoria tras fallecer en 1634, y que recayó en Miguel de Villora. El hermano de María era Bartolomé Saiz de Villora.

Todo este conjunto de asociaciones familiares comportaba una telaraña de alianzas entre miembros de varios linajes locales, pues el marido de Ana Ramón, el señor Pedro García Redondo, creó otro patronato tras fallecer en 1645 con pago de 400 misas. El patrón de aquella fundación fue el Licenciado Diego Rentero, pariente pues del famoso don Domingo de Campos Rentero. Los Ximénez, con ganas de proyectarse, supieron de la importancia de retener parte de aquellas propiedades que les otorgaban las fundaciones, por ello Benito de la Casa, cuando fundó una memoria a finales del siglo XVI, mandó que su patrón fuese Miguel Ximénez de Cisneros, línea de los Ximénez de Buenache, que como veremos pretendía revindicar un hipotético nexo genealógico con la figura del histórico Cardenal, de la que hemos averiguado como por la línea de los Muñoz dejó descendencia en el lugar durante el siglo XV.

Genealogía de los Gómez de Cañizares. Apuntes genealógicos (elaboración propia). En este árbol puede apreciarse como la hija de Alonso de Villora y María Gómez celebra segundas nupcias en 1640 con Juan de la Vela, miembro de la anteriormente referida familia de los García de la Vela.

La creación de intereses entre los Ximénez, los Ramón y los Villora era más que estrecha, pues la abuela del Licenciado Francisco Ximénez fue la señora Ana Rubio Salonarde, quien pertenecía a la misma familia que Pedro Rubio Salonarde, clérigo de epístola, fundador de otro patronato y cuya familia en generaciones posteriores alcanzará unas cotas de poder sin parangón en la misma ciudad de Cuenca.

No sabemos hasta que punto los Salonarde ciñeron lazos con los señores de Buenache, pero tenemos la certeza de que estos últimos fundaron tres capellanías: don Rodrigo de Pacheco, doña Catalina Pacheco y doña María de Mendoza. En el caso de doña María, durante 1663 su poseedor era el Licenciado Salonarde Rubio. Este conjunto de capellanías se crearían durante el siglo XVI, pues don Pedro Ruiz de Alarcón, Señor de Buenache y Alcalde de Ves, casó alrededor de 1518 con doña Catalina Pacheco, fruto de su matrimonio, nació don Diego Ruiz de Alarcón, que ostentará las mismas dignidades y cargos que su padre, el cual casó con doña María de Mendoza, Señora de la Frontera, Valdecabras y Behamud.

Nexos parentales de los Ximénez. Genealogía familiar (elaboración propia)

Para finalizar con el conjunto de fundaciones del siglo XVII tampoco se nos puede pasar por alto las de la familia Moreno, uno de los linajes más importantes con los que contó la localidad durante esa centuria y la siguiente. Asociados con los Ramón, sendas familias consiguieron aglutinar un conjunto de bienes que convirtió a los Moreno en ricos labradores, lo que les llevó a tener la vara de la alcaldía en numerosas ocasiones.

Miguel Moreno de la Fuente creó un patronato y una memoria, que acabaron recayendo en el Licenciado Alonso Saiz (su hermano). Alonso y Miguel tuvieron por hermano a Fernando Saiz Moreno, quien fue marido de María Díaz de Lizcano Gamboa (casada en 1632 e hija de Francisco López de Lizcano y María Díaz), miembro a su vez de una familia de la pequeña nobleza bonachera sobre la que hemos dedicado algún artículo. Como nota añadir que María Ramón de Santacruz fundó una cláusula de patronazgo de legos con una viña de 2050 cepas junto otras hazas. Su marido era Mateo Pérez, quien falleció en 1626 con pago de 336 misas. No es descabellado pensar que Mateo guardase alguna relación con el presbítero Licenciado Pedro Pérez de Arias, quien creó otro patronato.


David Gómez de Mora


Referencias:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Volúmenes parroquiales de Buenache de Alarcón: libro I de matrimonios (1571-1606), Sig. 24/27, P. 575; libro II de matrimonios (1606-1651), Sig. 24/28, P. 576; libro III de matrimonios (1651-1678), Sig. 24/29, P.577; libro IV de matrimonios (1678-1706), Sig. 24/30, P. 578; libro I de defunciones (1571-1592), Sig. 24/37, P. 585; libro II de defunciones (1593-1629), Sig. 24/38, P. 586; libro III de defunciones (1629-1693), Sig. 24/39, P. 587; libro IV de defunciones (1694-1735), Sig. 24/40, P. 588 y libro V de defunciones (1735-1762), Sig. 24/41

* Gómez de Mora, David (2018). Las élites de Buenache de Alarcón siglos atrás. Notas personales y apuntes genealógicos. En: davidgomezdemora.blogspot.com

domingo, 10 de noviembre de 2019

La familia López-Saiz de Villarejo de la Peñuela


Sobre un pequeño municipio de la Alcarria conquense dedicado históricamente a la labranza, junto un destacado conjunto de familias de arrieros que controlaban la ruta de transporte entre las ciudades de Cuenca y Huete, se forjó una localidad que aprovechando esa posición geográfica intermedia, generó el florecimiento de diferentes familias que a pesar de encuadrarse en un espacio muy reducido y limitado, fueron quienes realmente escribieron con el trascurso del tiempo la historia de este pueblo.

Dos de ellas serían la de los López y los Saiz, dos apellidos muy comunes, pero no por ello menos importantes. En tiempos del catastro de Ensenada ya vemos la presencia de los citados apellidos en algunos de sus vecinos, siendo el caso de uno de los regidores, Fulgencio López. El escribano local se llamaba Miguel Saiz, quien a su vez también era perito labrador. El horno estaba arrendado a dos vecinos, uno de ellos Ramón Saiz. El almotacén y la correduría se alquilaban a Manuel López,  y entre los propietarios de caballerizas para descargar se encontraban los nombres de Andrés López y Félix López.
  
Vemos pues como villarejeños con estos apellidos durante el siglo XVIII estaban más que extendidos, destacando varias líneas, que son las que para nosotros guardan un mayor interés. Yendo por partes, y en lo que concibe a los primeros, sabemos que los López fueron una familia con cierto poder dentro de la modesta burguesía local que había en Villarejo, gracias al nicho económico que supieron cohesionar entre sus representantes a través de la agrupación de tierras como de hijos que estudiaron la formación de eclesiástico.

Uno de los miembros más representativos por su riqueza durante finales del siglo XVII fue Andrés López Saiz, quien casó en 1686 con Ana Saiz Delgado, fruto de aquel matrimonio nacieron varios hijos, entre los que cabe destacar Antonio, Isabel y José López Saiz, éste último casado en 1715 con Josefa de Cañas Delgado. Andrés era escribano, y su familia vendrá a ser una de las mejor posicionadas, así su hermano don José López Saiz fue presbítero de Villarejo, de quien todavía se conserva su lápida de enterramiento dentro del templo del municipio. Otro de sus hermanos fue don Pedro López Saiz, que acabó como presbítero en la ciudad de Cuenca.

Como era habitual en aquellos tiempos, siguiendo con las costumbres de este tipo de familias rurales, los López fueron medrando, de ahí la necesidad de integrar alguno de sus hijos en el conglomerado eclesiástico, una situación de poder que para el linaje se retroalimentaba al ejercer cierta influencia a través de la escribanía local, y que como veremos se halló durante un tiempo en poder de los Cañas. Desconocemos si estaríamos hablando del padre de los hermanos curas y el escribano, pero coincidencia o no, en 1696 fallecía Francisco López, quien pagó una cantidad de 430 misas, además de mandar ser enterrado en la sepultura que estaba debajo de la tarima de la Virgen de la iglesia del pueblo.


  

Lápida del cura don José López Saiz. En ella puede leerse: “D.O.M. Deo Optimo Maximo (que significa -Para Dios el mejor y más grande-), Aquí yace Don Joseph López, presbítero natural de esta villa de Villarejo de la Peñuela (…) murió el 31 de mayo de 1730. Puso esta lápida su sobrino Pedro López, presbítero, año de 1739, R.I.P.”.


Sabemos que el progenitor de esta familia también se llamaba Francisco, casando al menos en dos ocasiones, la primera con María Moreno. Más tarde, en 1659 volvió a hacerlo con María Saiz-Delgado de Torrijos (fallecida en 1684 con manda de 170 misas). Otros portadores de este apellido, y que a falta de un mayor estudio genealógico que permita o no relacionarlos, fueron Bartolomé López, que en 1684 murió con un pago de 140 misas. El mismo año lo hacía María López, mujer de Juan López -el mayor-, con manda de 150 misas. En 1652 Catalina López, esposa de Miguel de la Peña, tras fallecer deja 490 misas.

Andrés López Saiz el escribano de Villarejo, casó con una represente de los Saiz, y que a priori nada tenía que ver con la familia de su madre, ya que María Saiz-Delgado era hija de Miguel de Valdecabrillas Saiz, forastero que casó con la nativa María Delgado, momento en el que se establecerá esa línea en el lugar. 

Nos resulta por ello de mayor interés la esposa del citado Andrés, la señora Ana Saiz Delgado, quien era hija de Pedro Saiz (casado anteriormente con la señora María de Castro) e Isabel Delgado. Los padres de Pedro y abuelos de Ana eran Marcos Saiz González y María Saiz Saiz, labradores bien posicionados del municipio, y que como vemos en el árbol genealógico que adjuntamos venían de líneas diferentes, esparciéndose pues este apellido de manera intensa, a pesar de las estrechas relaciones matrimoniales que se establecieron entre una y otra casa de idéntico apellido. 

Conocemos el caso de Isabel Saiz, mujer de Lázaro Saiz, quien en 1583 dejó una fiesta de aniversario para el día de la transfiguración. Los Saiz establecieron también enlace con los Grueso, solapando ambos apellidos, lo que les ayudó a diferenciarse de otras líneas en el pueblo. Destacado fue el funeral de Alonso Saiz de Torrijos, quien falleció en 1665, pagando 580 misas. Diez años después, Juan Saiz de Torrijos, marido de Isabel de Cañas e hijo de Francisco Saiz, pagó 120 misas tras morir. El hijo de Juan Saiz y Ana Martínez, Miguel Saiz, fallece en 1690 con una manda de 100 misas.


 

Genealogía de los Saiz de Villarejo de la Peñuela (elaboración propia)



David Gómez de Mora



Referencias:

-Archivo Diocesano de Cuenca, Libro I de matrimonios de Villarejo de la Peñuela (1626-1764), Sig. 113/10, P. 2121

-Archivo Diocesano de Cuenca, Libro I de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1557-1578), Sig. 113/13, P. 2124

-Archivo Diocesano de Cuenca, Libro II de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1578-1595), Sig. 113/14, P. 2125

-Archivo Diocesano de Cuenca, Libro III de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1623-1764), Sig. 113/15, P. 2126

-Gómez de Mora, David (2018). Las Élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII. En: davidgomezdemora.blogspot.com

Notas sobre acciones carlistas en puntos de la provincia conquense


El carlismo manchego ha sido hasta la fecha un tema de estudio tremendamente infravalorado desde la historiografía conquense, sobre el que quedan multitud de retazos y aportaciones por efectuar. La búsqueda de información presente en archivos de ámbito local, resulta una herramienta crucial para reconstruir parte del clima político e ideológico, que por ahora muchos han ignorado, pero que para nosotros no cabe ninguna duda que fue una realidad vivida intensamente.

Comprender los distintos fenómenos sociales acaecidos durante esta centuria, en lo que hoy son enclaves amenazados por una imparable despoblación, se convierte en una ardua labor de investigación, vital para entender la forma de pensar de nuestros antepasados, que a duras penas conocemos por testimonios y tradiciones orales de abuelos y familiares, que tiraban en el tiempo varias generaciones atrás.

En esta ocasión quisiéramos ceñirnos a diversos episodios acontecidos durante finales de verano y siguiente estación de otoño del año 1837, que en enclaves variopintos de la provincia, registraron parte de esta tensión sobre lugares aparentemente tranquilos, pero en los que durante la Primera Guerra Carlista se sucedieron múltiples episodios trágicos.

A través de los datos que proceden de los partes recibidos de la Secretaria del Estado y del Despacho de la Gobernación, se nos informa que en Valdemoro del Rey  “una facción con la fuerza de 30 á 40 caballos sorprendió en el día de ayer el pueblo de Valdemoro del Rey en el que, y por instigación de un vecino del mismo que se había unido, asesinaron inhumanamente al Alcalde Constitucional, cuyo cadáver dejaron en medio de la plaza, dirigiéndose hacia la Peraleja”(BOE, nº1001).

Este parte que data del día 25 de agosto de 1837 fue firmado don Ramón del Exido, Excmo. Secretario de Estado. La desamortización y las políticas seculares generaron un caldo de cultivo, en el que jornaleros y labradores locales tomaron conciencia de una idea proteccionista, que potenciada desde el clero local, y con el que además guardaban un estrecho parentesco, además de poseer una fuerte influencia a principios del siglo XIX, explicarán este tipo de situaciones. Ciertos paralelismos se apreciaban en el pequeño Valdemoro, donde entre tres y cuatro párrocos vivieron en la localidad durante la segunda mitad del mismo periodo.

Grabado de la Guerra Carlista en España. La toma de Cuenca. Año 1874. Procedencia: Diario Inglés de Agosto de 1874. Título: The War in Spain, The Taking of Cuenca


Y es que aunque desde algunos círculos academicistas se pretenda dibujar una visión pobre y poco influyente del carlismo en el territorio conquense, este movimiento que algunos han querido asociar con acciones aisladas de poca monta, tuvo una repercusión notable en los muchos vecindarios de localidades, en los que sin necesidad de una implicación directa en el conflicto, se permitió y ayudó logísticamente a muchos de los sublevados.

Así lo presenciamos más hacia tierras meridionales escasos días después, cuando en Gabaldón, Olmedilla y otros enclaves surgían simpatizantes que engrosaban las filas rebeldes a medida que se desarrollaba la expedición de Don Carlos por la Manchuela. Será justo en ese espacio geográfico cuando Forcadell y Cabrera se unieron en Buenache de Alarcón. Municipio que sin lugar a dudas pudo no ser casual, debido al nutrido número de seguidores que afloraron, y que con el trascurso del tiempo siguieron apoyando intervenciones como la ocurrida en “la noche del 17 de noviembre de 1837, a consecuencia de noticia que tuvo el alcalde de Buenache de Alarcón de la aparición de unos facciosos en aquel término, que se pusieron sobre las armas (…) corriendo al término y hallándose en número de 11 en el monte de Santiago donde mataron tres, hiriendo otros tantos, entre ellos al sargento que les acaudillaba, y les hicieron prisioneros, los 11 fusiles y escopetas y otros efectos” (BOE, nº1093).

 Valgan pues estas notas, como referencias adicionales que sirvan para explicar mucho mejor de qué manera el carlismo tuvo su representatividad en determinadas zonas de la provincia conquense.


David Gómez de Mora


Referencias:

-BOE, Gaceta de Madrid, nº1001, año 1837, 28 de agosto.

-BOE, Gaceta de Madrid, nº1093, año 1837, 26 de noviembre.

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).