sábado, 29 de abril de 2023

Apuntes sobre nobleza local para la historia de Piqueras del Castillo y sus alrededores

Para conocer a fondo el pasado de municipios como Piqueras del Castillo, es muy importante partir del contexto histórico de aquellas localidades que lindan con su término, así como de esas familias que interactuaron con las nativas de esta población, definiendo con un mayor grado de claridad, parte de esa mentalidad e idiosincrasia que marcaba las pautas o hábitos de su gente.

Piqueras es un municipio que limita con varias localidades, es el caso de Chumillas, Valera de Abajo, Barchín del Hoyo y Buenache de Alarcón. No cabe duda que todas ellas han jugado un papel importante en las relaciones personales como del ámbito sociopolítico del lugar, siendo por su proximidad o líneas de comunicación las tres primeras muy importantes, así como tampoco sin olvidar el caso de Buenache, y que a pesar de hallarse separada por un mayor recorrido, ha contado con numerosos linajes en el ámbito municipal, y que han tenido una repercusión considerable en las riendas de la historia de esta zona, por lo que consideramos su análisis desde el punto de vista histórico como social una cuestión primordial, que nos ayudará a acercarnos mucho mejor a la reconstrucción de una realidad social que se extrapola por todo este territorio.

Así pues, Buenache refleja por si solo el ejemplo de una sociedad labriega en la que su gente sacará a la palestra muchos de los mecanismos de mejora social que les permitirán el intentar destacar su apellido, bien sea a través de un personaje con méritos que sirviese como una especie de credencial para futuras generaciones, o también a través de la inserción de integrantes dentro del brazo eclesiástico o directamente (siempre y cuando se dispusiera de recursos o contactos) dentro del privilegiado eslabón de la nobleza.

Heráldica de los Reyllo en la capilla de la Inmaculada Concepción de Buenache de Alarcón (imagen de Alicia Izquierdo). Como sabemos por la documentación parroquial de Piqueras, los Reyllo fueron un linaje que siglos atrás también estuvo presente en este municipio, gozando de una buena posición, pero sin nunca llegar a revindicar una nobleza como la que sacarán a relucir tras su entronque con los Castillo de Buenache.

Como se ha indicado, eran diversas las formas de conseguir ese ansiado reconocimiento social, por lo que los métodos para alcanzarlo eran diferentes (dependiendo en buena medida de la disponibilidad de recursos con los que cada uno podía maniobrar). Y es que la historiografía actual ha demostrado por activa y por pasiva, que detrás de esas gestas épicas de la reconquista y logros caballerescos en el campo de batalla a la que invocan muchos linajes de la nobleza, son pocas las familias que llegarán a demostrar de forma fehaciente una implicación y consiguiente justificación con pruebas y hechos sobre su intervención en actos del tal calibre.

La entrada por la puerta grande o de manera oficial se llevaba a cabo a través de las Chancillerías, donde la persona encargada de demostrar su hidalguía pasaba por un interrogatorio, que consistía en un proceso costoso en términos económicos, que si podía salir bien, llegaba a asentar delante del vecindario su condición de miembro de la nobleza, al margen del argumento contrario que como veremos muchas veces salía a relucir, pues como se ha indicado, aquí la inversión económica era una cuestión fundamental. 

Conocemos casos como el de los Castillo-Reyllo, Buedo, Lizcano y Zamora. Estos últimos presentes en Piqueras, y que con ejecutoria en la localidad en el caso de los Zamora, demostraba como de importante era el contar con gente de peso que respaldara o defendiera tu argumentario en el momento de sacar adelante este tipo de pretensiones.

No obstante, como decíamos, este mecanismo no estaba al alcance de todos, por lo que muchas veces eran una minoría quienes lo materializaban, pues había otros variados engranajes, que de modo alternativo, y en los que de nuevo con la ayuda inestimable de escribanos que manipulaban la documentación, se trasladaban referencias escritas que tenían como propósito el alcanzar un objetivo similar, como podía suceder cuando un vecino deseaba ingresar dentro de una corporación, tal y  como veremos en Buenache con los Saniz de Zafra en la Orden de Carlos III. 

En este caso en concreto, para que un Zafra alcanzara la nobleza (con apellido invertido por línea recta de varón tal y como sucedía de forma cotidiana en estas tierras), se alegó sangre hidalga conjunta de todos aquellos apellidos de abuelos y bisabuelos que acompañaban al litigante, por lo que se justificará a través de traslados que no hemos podido comprobar de ninguna forma, una serie de cargos y puestos de honor en los variados apellidos que iban asociados a esa persona. Un argumento que valdrá para engrosar dentro de ese grupo privilegiado a familias de casas como los Sainz, Montero, Martínez-Herráiz, Olivares o Nieves, que hasta la fecha no parecían por la documentación parroquial insertarse dentro del brazo nobiliario, pero que gracias a esta reseña, reunían técnicamente las mismas cualidades que el resto de familias que eran nobles. Y es que si entre la documentación de una corporación como la de Carlos III, se llegaba a afirmar por escrito que esas personas eran poseedores de una nobleza inmemorial, no habríamos pues de marcar líneas que diferencien una forma diferente en el reconocimiento social de otra, pues al fin y al cabo, ese apellido ya quedaba recogido como integrante del estado noble.

Igualmente, veremos como había quienes sin aportar excesivas pruebas, se les citará de pasada dentro del documento de otro linaje, la supuesta nobleza de su apellido, invocando a que por diferentes motivos este no había llegado a ser reconocido en la localidad, cuando supuestamente debería haberlo sido, un argumento que veremos por ejemplo que se invocará en el caso de los Hortelano en la ejecutoria que presentarán los Castillo-Reyllo de Buenache de Alarcón.

Otros directamente dentro de una misma acusación ante el Santo Oficio por un pasado converso, optarán como defensa por un ataque directo, en el que para disfrazar sus raíces judías o moriscas, alegarán que eran tan nobles, que incluso su apellido aparecerá asociado en censos de hidalgos de la época. Hecho que hemos comprobado en el caso de los Flores, a través del traslado de una documentación que acredita el escribano, pero que todo apunta a que jamás existió, pues tal y como hemos comentado, estos profesionales eran grandes manipuladores que acababan dando por buenos muchos datos que a lo mejor nunca habían existido, siempre y cuando se les pagasen unos honorarios.

En un grupo a parte tendríamos a los Ramírez (de Arellano), y que en el caso que nos ocupa entroncan con los Toro y los Haro. Estos eran reconocidos por su solera en otros municipios de la comarca, aunque en el caso de la localidad que hemos estudiado, pasarán prácticamente de puntillas, bien por falta de recursos o innecesariedad de invocar a las raíces hidalgas que otras líneas del linaje habían asentado en otros pueblos de esa demarcación geográfica. Un hecho similar al de los Ruipérez u otras casas que dependiendo del municipio al que nos dirijamos serán tratadas como hidalgos o pecheros.

Luego veremos linajes como el de los Salonarde, en origen labradores y ganaderos de esa burguesía rural, que al contar con un amplio patrimonio y haber entroncado con casas de la nobleza local, aprovecharán en algún documento en el que ingresará uno de sus descendientes, el invocar a la nobleza de un antepasado, que si bien nunca se le había tenido como tal en su localidad de origen, aquello ya servía por la ley de transmisión de la línea recta de varón para marcar un precedente, que del mismo modo valdrá como una prueba para justificar esa nobleza entre los miembros del linaje incluso muchísimas generaciones a posteriori.

También había familias como los Coronado, que sin nunca haber estado asociados a ese conglomerado de hidalgos históricos, tras crecer algunos de sus representantes en el ámbito social entre los siglos XVIII y XIX, estos se atreverán a catalogarse como miembros de la nobleza, consiguiendo a partir del reconocimiento de ese primer individuo, una prueba que si se sabía aprovechar hábilmente, era una credencial adicional que se insertaba dentro de un discurso trufado, y por tanto, en una forma de entrar aunque fuese por la puerta de detrás.

El rédito que se podía extraer de un censo falsificado por otra familia, como ocurriría en la defensa del pasado converso de los Flores, llevará a la elaboración de un censo de hidalgos, en el que estos se incluirán, y de paso, al realizar, habrán de engrosar con otros nombres, sobre los cuales, sin haber indicios en la documentación municipal de la mayoría, estos pasarán por tanto a asociarse como  nobles. Una forma que servirá de rebote para que se inserten conjuntamente en ese grupo otras tantos casas. Así lo veremos con apellidos bonacheros como los de Guzmán (que nada tenían que ver con la línea noble enterrada en la Catedral de Cuenca), Carrasco y Aceta (por citar varios ejemplos).

Tampoco podemos olvidarnos de esas familias procedentes de las tierras vascas, que al gozar del privilegio de la hidalguía universal, invocando los orígenes de su sangre y remarcando la pertenencia de sus antepasados a esa demarcación geográfica, gracias al traslado de sus partidas parroquiales, y resaltando la casa solariega o baserri del que procedían sus ancestros, estos podían demostrar con garantías su pertenencia al estado noble. En este sentido resultará curioso el caso de los Lizcano o Lezcano bonacheros, que aprovechando su relación estrecha con el señor del lugar, sacarán ejecutoria de hidalguía, aunque en cambio no lo llegarán a hacer en el caso de Piqueras.

Conocemos otro caso peculiar en esta localidad, donde una línea bastarda de los señores del lugar (los Ruiz de Alarcón), omitirán cualquier relación a través de documentos que en este caso comprometían a la rama principal, pero donde a cambio estos dispondrán de una serie de prestaciones que los convertirán en la familia mejor aposentada de la localidad. Así pues, la descendencia del clérigo e hijo de los señores, don García Ruiz de Alarcón, contó tanto en Barchín como Piqueras con miembros que disfrutarán de los beneficios de las capellanías que fundó, lotes de tierras e incluso escribanía, lo que lds hará destacar con creces sobre el resto del vecindario a lo largo de varios siglos en algunas de sus líneas, por lo que eso de demostrar nobleza les debería parecer innecesario, cuando estos realmente vivían mejor que muchos hidalgos de su zona.

También los habrá que sin tener ningún respaldo documental, gracias a la posibilidad que podía suponer el disponer de una capilla o lugar privilegiado de enterramiento dentro de la iglesia, se aprovechará la disposición de ese espacio para remarcar su estatus adjuntando un escudo de armas en el sepulcro familiar  o la rejería de la capilla, que de esta forma les asimilará un poco más a esas familias de la nobleza local, hecho que nosotros entendemos que pudo haber efectuado la casa bonachera de los Ximénez-Moreno.

Dicho todo esto, todavía resulta sorprendente ver como algunos investigadores intentan justificar un modo de inserción formal en el ámbito nobiliario, como si a través de unas pautas rígidas se hubiese establecido, cuando por mediación de todos los mecanismos que hemos expuesto, únicamente con los datos extraídos a través de una indagación a nivel municipal de un par de localidades, salta a la vista que la cantidad de formas por acumular pruebas o directamente insertarse dentro de este estamento, eran tan variadas como la capacidad o interés de esas personas por querer medrar en el lugar donde se encontraban.


David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

jueves, 27 de abril de 2023

La Virgen de Nuestra Señora de la Paz de Saceda del Río

La tradición sacedera relata que la imagen de Nuestra Señora de la Paz apareció en tiempos remotos en las afueras del área urbana de esta pedanía optense, más concretamente en lo que se conoce como el barrio de la Solana, el cual se conforma por un conjunto de viviendas ubicadas al oeste del municipio.

La Madre de Dios o Virgen de Nuestra Señora de la Paz de Saceda presenta su indumentaria de color blanco con un bordado dorado, estando coronada con una aureola plateada de doce estrellas que nos recuerda la docena de tribus que representaban el pueblo Israel. El niño Jesús aparece con los brazos abiertos de cara al fiel, tal y como apreciamos en la iconografía de otras imágenes, siendo el caso de las de la Virgen del Carmen o la del Rosario.

Este tipo de apariciones marianas, pero que en el caso que nos ocupa no se detalla nada más que la ubicación del lugar de su hallazgo, nos recuerdan bastante a las que veremos en localidades vecinas, como sucede en La Peraleja con su Virgen del Monte, donde se precisa por un escrito que esta apareció envuelta en un lienzo blanco dentro de una caja de madera que sobrevivió a la ocupación musulmana.


David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Saceda del Río

lunes, 24 de abril de 2023

El corral de Badal

Entre los barrancos dels mongells y de moles se hallan las ruinas de un antiguo corral, cuya superficie en su día ocupaba una extensión total de unos 440 metros cuadrados. Su planta rectangular, y las diferentes zonas que todavía dejan entrever sus muros en los que se podía separar al ganado, son de lo poco de aquellos vestigios que se han conservado de una construcción cuya entrada estaba abierta en la franja suroeste.

Los restos de argamasa de las paredes y la zona que estaba cubierta con sus tejas y que como suele ocurrir se posiciona en la parte más elevada, son el testimonio de lo que hoy queda de una obra ganadera con capacidad para una cierta cantidad de reses.

Además de la clásica caseta o habitáculo destinado para guarecerse el pastor, la disposición interior del corral obedece a tres áreas comunicadas a través de una zona de paso u obertura entre los muros, junto con las respectivas zonas cubiertas que apreciamos en la parte alta de cada uno, de forma que el pastor podía disponer de diferentes clases de ganado, pues tal y como sabemos era habitual combinar especies de tipo ovino y caprino.

El enclave en el que se posiciona el corral tiene cierto peso estratégico, ya que además de ser fácil de acceder hasta el lugar, sobre ese área convergen dos caminos rurales que antaño eran transitados por ganaderos y labradores que acudían hasta las entrañas de los mongells para pastar con sus animales, además de trabajar una tierra muy ruda donde la falta de sustrato edáfico complicaban la proliferación de zonas aptas para este tipo de actividad económica.

David Gómez de Mora

El corral de Mossèn Andreu

Siguiendo con la descripción y catalogación de las antiguas construcciones para almacenamiento y cría de ganado que veremos extendidas a lo largo de la Serra d'Irta peñiscolana, no podemos pasar por alto el caso del corral de Mossèn Andreu, el cual podemos definir como otro de los históricos y que por su aspecto y mal estado de conservación nos está reflejando parte de la historia que arrastran este tipo de instalaciones.

Posicionado en la zona alta de la montaña, en una cota cercana a los 200 m.s.n.m., su superficie ocupa un espacio superior a los 500 metros cuadrados, disponiendo de la clásica caseta para el pastor, pero que debido al abandono e invasión de la vegetación que ha ido ocupando su interior resulta imposible poder acceder hasta ella. El corral presenta una planta semicuadrada, junto la construcción anexa del pastor, y cuya entrada se halla en la cara sur. En su interior la distribución sigue el clásico modelo de emplazamiento de las zonas cubiertas en la parte más alta, discurriendo ladera abajo la edificación, y estando conectadas estas a través de los clásicos arcos reforzados con argamasa, dejando tres secciones en las que se podía separar al ganado.

Cabe destacar la obra de argamasa con la que se realzó la obra, tal y como se aprecia en la chimenea y muro de poniente, así como la piedra caliza del dintel que da acceso al antiguo hábitat del pastor. El estado de abandono del corral es tal que resulta difícil poder transitar por su interior ya que la cantidad de maleza que invade la superficie es remarcable, ofreciendo unas paredes altas su parte baja, tal y como apreciamos en el flanco este, y cuya calidad de construcción es remarcable.

Al estar en una zona montañosa, entendemos la necesidad del alzamiento de estos muros que aseguraban una protección del ganado, puesto que hasta hace menos de 150 atrás era normal que los lobos todavía se dejarán ver por esta franja en la que campaban con cierta comodidad. 

Como ocurre con la mayoría de corrales, a su alrededor se dispone una amplia zona de cultivo, que aprovechando el abancalamiento de la montaña, permite que en la zona de la obra hubiese varias hectáreas de terreno dedicadas a la agricultura de secano, y que como ya nos indica el topónimo de la construcción bien pudieron integrarse bajo la propiedad de un religioso de la localidad al que en su día pertenecían, y que con toda seguridad algún pariente o vecinos se encargarían de mantenerle, pues tanto por la extensión de sus campos, como por la dimensión del corral, podemos intuir que no sería poca la faena que daría en su conjunto el mantenimiento de este espacio insertado dentro del tradicional sector primario de la economía peñiscolana.

A diferencia de otras obras de la misma tipología, esta se posiciona en la parte alta de la estribación montañosa de la franja septentrional de Irta, pudiendo accederse a través de un caminillo empinado que conduce hasta el lugar.

David Gómez de Mora

domingo, 23 de abril de 2023

El corral de don Pedro

En plena Serra d'Irta, justo en la zona próxima a la caseta del mellat, y a unos 700 metros de distancia de la font de Canes, encontramos los restos de un antiguo corral cuyas paredes han sido elaboradas siguiendo la técnica ancestral de la piedra en seco. Su planta es cuadrada, estando dividida en dos secciones, una de las cuales se halla cortada en diferentes partes, siendo esta la franja donde estarían las zonas cubiertas o puntos en los que aislar determinadas partes del ganado.

La explotación se complementaba con una zona de cultivo, que a pesar de la erosión del terreno, bien abancalada y trabajada con mucho esmero, podía dar cabida a olivos, vides y algarrobos que irían ocupando los alrededores de esta propiedad.

Todavía podemos presenciar los accesos entre estos niveles a través de escaleras trabajadas con la misma técnica que los muros, en los que hábilmente el labrador podía acceder sin complicaciones. La superficie del corral ocupa unos 400 metros cuadrados, mientras que la zona agrícola una extensión superior a la hectárea.


La pendiente del terreno permitiría un desagüe en momentos de lluvias. Este se posiciona en una cota cercana a los 200 m.s.n.m.; además, podemos intuir por el lugar que ocupa, que hasta el siglo XIX esta zona era un punto poco seguro para el cuidado de los animales, pues tenemos precisamente constancia de la presencia de lobos justo en esta zona de la sierra peñiscolana.

Al igual que sucede en el resto de los corrales, todavía quedan en pie los vestigios de unas pequeñas paredes elaboradas igualmente en piedra seca, y que corresponderían a las dependencias en las que el pastor podría guarecerse mientras tendría vigilado a su ganado.

David Gómez de Mora

El corral de la clapissa

El corral de la clapissa són les restes d'una construcció ramadera que té molt d'interés per la seua ubicació en una zona molt concreta del terme municipal de Peníscola, i de la qual en un futur seria interessant continuar publicant noves entrades. D'una banda aquest corral es posiciona molt prop de l'antiga pedrera dels mongells, nom que delimita una àmplia zona dominada per vessants amb vegetació de coscolla, argilagues, romers, i que abasta també un barranc en el mateix topònim que talla aquest punt. 

Pel que fa al topònim mongells, aquest procedeix del llatí monticellus, tal com ens ho recorda en el seu Onomasticon Cataloniae Joan Coromines, fent al·lusió a una xicoteta muntanya o monticle. No hem d'oblidar que la paraula mongells deriva d'eixa toponímia mossàrab que trobem amb tanta freqüència en aquesta zona del territori valencià. Aquesta secció de l'àrea geomorfològica de la serra representa el que anomenem com la part septrentional i que ja delimita amb la planícia litoral quaternària de Benicarló-Vinaròs. 

Precisament, un altre nom amb unes arrels anteriors a la instal·lació musulmana és el mateix mot que bateja aquest corral (clapissa), paraula que fa al·lusió a un paratge rocós, amb un elevat grau d'erosió, i que entenem per la disposició dels seus vessants i falta de substrat edàfic per a potenciar l'agricultura que acabaria sent útil per a definir en el seu conjunt aquesta part dels mongells.


El corral es troba en estat d'abandó com la gran majoria dels que apreciem dins del terme municipal. Encara així ofereix una sèrie de peculiaritats i que valen la pena ser destacades, com que la seua planta és semi-quadrada i ocupa una superfície total de 320 metres quadrats. Aquest aprofita la seua disposició en una zona de desnivell perquè així les aigües pluvials s'evacuen de manera natural, posicionant-se en la cota dels 100 m.s.n.m., a banda de disposar de unes bones vistes a la mar, i estar connectat al costat d'un camí de terra que circula als seus peus. 

Disposa únicament de dos espais interns, a més de la casa del pastor, i que sobre la base d'una modesta planta rectangular voltada i amb orifici a manera de ximeneia, se situa al costat de l'entrada i que trobem en la cara oest. 

Dins del que és la zona per a albergar al bestiar, apreciem que la secció superior ocupa al voltant d'una tercera part, mentre que les 2/3 restants quedarien obertes a la intempèrie. El mur de separació ofereix un parell d'arcs realitzats a base de carreus com els que apreciem en altres edificacions ramaderes del terme, sent el cas del corral de Baltasar. 

Entre les ruïnes d'aquesta obra com en les seues parets apreciem carreus treballats, procedents de la mateixa pedra de l'entorn, fet lògic ja que l'antiga pedrera dels mongells es troba a menys de 30 metres de distància d'aquest punt. No obstant això l'element que més ens ha cridat l'atenció és un carreu que està col·locat en la llinda de la casa del pastor, on pot llegir-se gravat l'any de la seua construcció (1700).


Aquesta data té molt d'interés, ja que a més de poder situar-nos el moment de construcció de l'obra, serveix perquè atenent les seues característiques puguem pensar que altres corrals amb les mateixes peculiaritats arquitectòniques podrien haver-se alçat entre la centúria del segle XVII-XVIII. 

 David Gómez de Mora

viernes, 21 de abril de 2023

Los Cañaveras de Huete

La familia Cañaveras-Guadarrama era bastante conocida en el Huete del siglo XVII por el poder que llegó a ostentar. Recordemos como doña Antonia Cañaveras-Guadarrama (quien era hija del regidor perpetuo de Huete don Juan de Cañaveras), legó en su testamento a su nuera doña Quiteria-Antonia Salonarde (esta de ascendencia bonachera), un pájaro de oro dentro de una jaula guarnecido con diamantes. 

Firma de don Juan de Cañaveras-Guadarrama. AMH, 1647 

Precisamente, en el año 1647, se firmaba ante el escribano optense Cristóbal de Rozalén, la carta de dote de doña María de Alcázar y Medina, con su esposo don Juan de Cañaveras-Guadarrama. Doña María era hija de Francisco de Alcázar e Isabel de Medina (ambos vecinos de Huete). Francisco aportó para su hija una dote de 1000 ducados, unas casas principales en la calle nueva de dicha ciudad, otras residencias más modestas, además de una escritura de censo, media docena de anillos de oro y varias piezas textiles entre las que cabe destacar "cuatro reposteros con unos escudos de armas". Por su parte Juan de Cañaveras aportará varios centenares de ducados, joyas y dos vestidos negros. 

 David Gómez de Mora 

 Referencias: 

-Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Protocolos notariales, signatura P-1184 

-Archivo Municipal de Huete. Protocolos notariales. Caja nº13. Año 1647

jueves, 20 de abril de 2023

Apuntes históricos sobre la familia Seco de Huete

La familia Seco, Seca o de la Seca (pues la veremos escrita de diferentes formas), es un linaje afincado en Huete como mínimo desde principios del siglo XVI, e incluso probablemente con raíces que arrancan desde mucho antes, tal y como parecen señalar los libros parroquiales de la localidad.

Entendemos que el origen de este apellido podría derivar del adjetivo “seco”, el cual procede de la forma latín siccus, y que entre sus acepciones está la de referirse a una persona muy delgada.

A falta de un estudio más detallado sobre su distribución, y cuya presencia se detecta por diversas parroquias del municipio, veremos como el barrio de Santa María de Atienza será uno de los lugares en el que los Seco entablarán un conjunto de alianzas matrimoniales que reforzarán sus nexos con lo que sería la élite local de esta barriada optense.

Salta a la vista que no es un hecho casual que apreciemos una repetición de enlaces matrimoniales entre gente de la familia Seco con miembros de los Bonilla, Zafra y Gila. Unas alianzas constantes, que deben sus razones a un interés por el reforzamiento de nexos sanguíneos entre parientes, lo que ayudará a que estos empiecen a crecer socialmente. 

Los Seco como toda casa que deseaba medrar, verá en el clero una fórmula con la que paulatinamente ir impulsándose. Y es que como labradores con cierta cantidad de patrimonio agrícola que retenían, estos sabrán que aquellos hijos que podían insertarse dentro del clero local o ámbito de los estudios, sumarán un punto a favor que les permitirá acrecentar su nombre. Así pues durante la primera mitad del siglo XVII ya veremos algunos individuos, tal y como sucederá con el Bachiller Martín Seco y el licenciado Gil Seco.

David Gómez de Mora

Breves notas sobre los Seco de Huete

En 1646 testaba ante el escribano optense Cristóbal de Rozalén, el vecino Juan Seco, este era hijo de Pedro Seco y perteneciente a una de esas familias que en otros tiempos tuvieron cierto poder, pero que a pesar de haber perdido su línea parental algo de influencia social, todavía continuaban siendo gente destacada a tener en cuenta entre los pequeños labradores del municipio, pues sabemos que los Seco con anterioridad habían establecido enlaces matrimoniales con linajes locales de cierta entidad.

Como solía ser habitual, Juan tenía varias fincas, dejando por descendientes y herederos dos hijos (cada uno con mujeres distintas, pues la primera falleció), solicitando antes enterrarse en la Iglesia de San Gil, lugar en el que descansaba el cuerpo de Ana de Dosbarrios (su primera esposa).

Como mandaba la tradición el patrimonio de su progenitor Pedro Seco, se tuvo que repartir a partes iguales entre los varios hermanos que tuvo, uno de ellos llamado igual que su padre, y que casó con Jerónima de Ayllón.

Entre los bienes que aparecen en el inventario de las posesiones de Juan, veremos además de las casas de morada que tenía en el Barrio de San Gil de la ciudad de Huete, tres fincas junto distintos utensilios propios de un hogar de labradores como del que venía. Y es que además de un par de pollinas, leeremos la tenencia de calderos, jarros, ollas, sartenes, candiles, un par de cucharas, así como un listado de textiles y piezas entre las que aparecen camisas, sayas, mantellinas, sábanas, cubrecamas y colchas.

David Gómez de Mora


Fuente: Archivo Municipal de Huete. Libro de protocolos notariales, nº137. Año 1646


jueves, 6 de abril de 2023

Historiografía y nobleza

Durante los últimos años los estudios de la nobleza y la genealogía, están siendo motivo de debate dentro del ámbito académico, especialmente por la cuestión que implica qué hay de cierto en muchos de estos documentos, ya que como sabemos, en este tipo de fuentes, suele ser normal que se manipulen, además de ignorarse multitud de referencias, que podrían tirar al traste ese discurso plasmado y transmitido tradicionalmente sobre los orígenes de una familia.

Sin lugar a duda la historiografía está avanzando muchísimo en esta materia, prueba de ello son las conferencias y publicaciones que podemos ver y leer en redes del doctor Enrique Soria Mesa, quien por primera vez demostró con fuentes y datos cruzados, la multitud de cuestiones que revelan como detrás de esos supuesto abolengos que nos remontan a los tiempos de la reconquista (incluso hay quienes no teniendo suficiente conectan hasta la época del Imperio Romano o el panteón de divinidades griegas), se evidencian unos claros intereses por disfrazar un pasado converso, o simplemente un origen humilde, que nada tiene que ver con el discurso tradicional que se ha mantenido alrededor de la historia de ese linaje.

Como sabemos, las Chancillerías a través de sus interrogatorios eran las encargadas de realizar esta tarea, no obstante, cuando uno analiza a fondo documentación complementaria, como podrían ser los procesos del fondo inquisitorial, comprueba que muchísimas de esas familias que rememoran una supuesta sangre que nos lleva a la época de Alfonso VIII o Jaume I, no es más que la de gente que procede de personas juzgadas por el Santo Oficio entre los siglos XV o XVI, mayoritariamente por tratarse de descendientes de judíos o moriscos. Lo mismo ocurrirá con las órdenes militares, donde de igual forma, se ignoran muchísimas informaciones, en las que únicamente el componente que influye para que ese informe salga adelante es el poder y capacidad económica del aspirante que pretende dejar por escrito ese reconocimiento privilegiado.

Es por ello, que tal y como estamos comentando, surge el dilema, de qué parámetros o líneas de corte establecemos los historiadores para determinar si un linaje debería integrarse como realmente miembro del estado noble.

Desde nuestra modesta opinión, entendemos que cualquiera que ha sido reconocido en algún momento de manera oficial por las autoridades de su localidad, habría de equipararse como tal, ya que como bien sabemos los investigadores, una ejecutoria de hidalguía puede estar tan manipulada como un informe realizado por un rey de armas o un escribano que trabaja desde el despacho de una pequeña localidad, puesto que en todos los casos, se ha podido alterar la transcripción de partidas sacramentales o testimonios de interrogatorios que convierten ese documento en una fuente ex profeso, generada para un mismo fin.

De hecho, creemos que la diferencia entre unos y otros, es que por la vía de la Chancillería, esa persona ha gastado una suma mucho mayor que la de aquellos que han realizado ese accésit a través de censos o papeles falsificados, cuando algunos descendientes intentarán colocar estos dentro de la documentación municipal, demostrando por escrito lo mismo que los primeros. 

Es decir, entendemos que no debería haber distinciones entre quienes han logrado ese reconocimiento, invirtiendo una mayor cantidad de dinero, a pesar de haberlo efectuado por un cauce “oficial”, respecto aquellos que aprovechando su poder e influencias en su localidad natal, gracias a la ayuda de un escribano, o simplemente anteponiendo un don en documentación precedente, o incluso mandando esculpir un blasón en la puerta de su casona familiar, consiguieron con el trascurso del tiempo ocupar un trato igual o prácticamente similar, ya que de cualquiera de las maneras, el objetivo acabaría siendo finalmente cumplido.

Y es que como bien nos recuerda una frase célebre, lo que no importa es la forma, sino el fondo.

Recomendamos este par de enlaces referentes a dos conferencias efectuadas por el Doctor Enrique Soria para comprender de modo más profundo esta cuestión:

(208) Fraude en el Archivo (Dr. Enrique Soria Mesa) - YouTube

(208) TRAYECTORIAS DIFERENTES, MITOS COMUNES. INVENCIÓN GENEALÓGICA ENTRE LOS MORISCOS Y JUDEOCONVERSOS - YouTube

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).