martes, 30 de marzo de 2021

Cuando los sacederos expandían sus influencias sobre La Peraleja

Mucho ha llovido desde aquellos tiempos en los que Saceda del Río y La Peraleja eran dos enclaves de un peso relativamente importante, dentro de lo que será la estructura económica que conformaba el área agrícola de esta franja de la demarcación optense. Un espacio geográfico que todavía en los tiempos del Catastro de Ensenada (mediados del siglo XVIII), mantenía muchos de los linajes que desde periodos remotos estaban poblando unas tierras dedicadas casi exclusivamente a lo que hoy denominaríamos como sector primario.

Resulta más difícil imaginar como la localidad de Saceda, y que hace alrededor de unos 270 años contaba con un centenar de casas habitadas por vecinos (lo que nos vendría a dar una cifra de alrededor 300 ó 400 personas), comparada con La Peraleja y que contaba con 233 viviendas, es decir, más del doble de personas, acabara expandiendo sus influencias dentro del término peralejero. Dato que puede llamar la atención si partimos de que en Saceda durante el siglo XVIII la totalidad del término cultivado se componía de 12.210 almudes de tierra, entre los que el trigo y la cebada tenían mucha importancia, a la vez que en La Peraleja la superficie de tierra disponible era de 14000 almudes (un 37% dedicado a la sementera de grano, mientras que sólo un 4% al cultivo de olivos y un 2% al de vid), es decir, cantidades prácticamente similares.

Sabemos por ejemplo que el pósito de pobres de La Peraleja lo fundó un sacedero, miembro de una de las familias más acomodadas del municipio: los López-Lobo. Concretamente se trataba del Licenciado Miguel López-Lobo. Representante de un linaje de curas, labradores y escribanos locales, que si en el siglo XVI eran los mayores aglutinadores de una ingente cantidad de bienes raíces en su localidad natal, hábilmente expandirán su patrimonio en la contornada a través del hacendado Juan López-Lobo, quien creará dos capellanías que llevaban adscritas un centenar y una ochentena de propiedades respectivamente, lo que proporcionaba en su conjunto una cantidad de tierras bastante amplia. Entre los bienes de esta familia hallamos documentadas diferentes viviendas, censos y especialmente tierras en las que el producto que se extraía mayoritariamente era el trigo.

Miguel López-Lobo fundó el pósito peralejero, aglutinando en 1705 un total de 684 almudes de trigo, 8 celemines y un cuartillo -según las cuentas tomadas por Francisco de Hernán-Saiz (su último depositario)-, lo que distaría de la cantidad abarcada en el año 1658, cuando ésta tenía 937 fanegas, 4 celemines y dos cuartillos.

Que un sacedero fuese el artífice de una obra de esa índole a nadie le habría de sorprender, pues hubo más familias de labradores de esta misma localidad muy bien posicionados, que ya remarcan la tenencia de patrimonio en la localidad. Por ello no será casual que otro (precisamente entroncado con estos López-Lobo) creara un patronato en La Peraleja. Nos estamos refiriendo al Licenciado Lorencio Fernández, quien lo dejó con un cargo de 52 misas cantadas anualmente. Recordemos que fruto del matrimonio entre Lorencio Fernández y Ana López-Lobo, nacerá Domingo Fernández, marido de María Vicente del Olmo, también representante de distinguida familia de labradores peralejeros y con la que casará en 1587. A raíz de ese enlace nacerán varios hijos, entre los que cabe mencionar al clérigo Lorencio Fernández y Francisco Fernández, éste último marido en primeras nupcias de Juliana de Olmedilla.

Todo ello sin olvidar que Pedro Felipe, vecino de Saceda del Río se hará durante varias décadas con el control de un vínculo fundado por la peralejera Ana de la Cruz, del cual curiosamente en una visita pastoral de 1728 se nos informa que le lleva sus tierras arrendadas el peralejero Juan Benito. También estaría el caso de la la famosa capellanía de Juan Benito Carboneras, y que era una de las más antiguas del pueblo, además de estar en posesión del licenciado don Bernardo Felipe (también de raíces sacederas).

Mapa de la Provincia y Obispado de Cuenca. Comprende el Señorío de Molina, los Partidos de Cuenca, Huete y S. Clemente (1766). B.N.E.

Obviamente de todo ello se desprende que Saceda del Río, a pesar de haber sido históricamente una localidad más pequeña que La Peraleja, y tener una cantidad similar de tierra disponible para trabajar, supo ver la importancia que jugaba el tener a gente dentro del clero. Y es que a estas alturas nadie dudaría del peso que ha jugado el catolicismo y el tradicionalismo entre sus gentes, cuando en Saceda a mediados del siglo XVIII llegaron a haber hasta 9 curas, cifra elevada teniendo en cuenta que en la localidad no había más que noventa y pico casas. La Peraleja por su parte, a pesar de ser un municipio con fuerte devoción entre los suyos, sólo tenía cuatro clérigos.

Sorprende el poder de estas casas sacederas, y que como veremos en momentos cruciales unirían sus fuerzas como se apreciará en el caso de los Fernández y los Vicente. Igualmente veremos como los Vicente de La Peraleja se afincarán en Saceda, destacando así entre una de las casas de labradores mejor posicionadas del momento.

A grandes rasgos Saceda representará un bloque de familias de curas y labradores acomodados encabezado por linajes que llevarán los apellidos de López-Lobo (ya sin el Lobo), Saiz-Mateo (hoy sin el Mateo), Felipe o Martínez (luego con el compuesto “Unda”), entre otros, y que nada tendrán que envidiarles a las históricas del lugar compuestas por los Jarabo, Vicente, Olmo, Benito, Hernán-Saiz, González-Breto o Vicente, con las que trascurridos los siglos acabarán emparentado, y retroalimentando una serie de alianzas matrimoniales de las que nosotros somos parte de su herencia viva.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones de La Peraleja (1694-1779), Sig. 30/16, P. 817

* Catastro de Ensenada. La Peraleja. http://pares.mcu.es/Catastro

* Catastro de Ensenada. Saceda del Río. http://pares.mcu.es/Catastro

* Gómez de Mora, David (2018). “Las élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII. Notas personales y apuntes genealógicos sobre las familias destacadas del área Este de Huete siglos atrás”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

viernes, 19 de marzo de 2021

Las cláusulas de los Señores de Villarejo de la Peñuela

En la ciudad de Huete, el 1 de mayo de 1481, se establecieron las cláusulas del mayorazgo que fundaron don Esteban Coello y doña Violante de Ribera (su mujer). Una fundación en la que también se insertaban las propiedades de los lugares de Valmelero y Cabrejas.

El mayorazgo era una institución que formaba parte del derecho civil y permitía mantener la tenencia de determinados bienes en el seno de una familia, representando de este modo un sistema de reparto de las propiedades que beneficiaban al mayor de los hijos, consiguiendo así que el grueso patrimonial aumentara.

Con esta operación se conseguía que el primogénito poseyera la práctica totalidad de los bienes, los cuales no podían dividirse con la herencia ni venderse.

En el referido documento presente en el Archivo Histórico de la Nobleza se estipulan 18 cláusulas, y que a continuación hemos intentado resumir:

Nº1: Los bienes del mayorazgo habían de recaer sobre el hijo Fernando de Ribera, para luego pasar a sus descendientes.

Nº2: Luego del referido Fernando, el mayorazgo debía suceder en su hijo varón mayor, legítimo y natural, nacido de legítimo matrimonio.

Nº3: Si el hijo primogénito de Fernando falleciese y estuviesen sus nietos vivos, el mayorazgo habría de recaer primero sobre el hijo mayor vivo de Fernando antes que en sus nietos.

Nº4: Siempre quien hereda ha de ser el hijo mayor del que antes tenía el mayorazgo.

Nº5: Cuando muera el nieto de Fernando de Ribera, el mayorazgo habría de seguir la línea recta de varón.

Nº6: Si Fernando de Ribera no dejase vivos hijos legítimos naturales que viniesen por línea masculina legítima, pero sí nietos, entonces el mayorazgo había de recaer preferentemente en un nieto en lugar de un biznieto, así como también antes en un biznieto que en un tataranieto, siempre guardando la preferencia del varón por encima de la hembra.

Nº7: Si el hijo de Fernando de Ribera muriese sin dejar hijos varones por línea legítima masculina, los bienes recaerían en el siguiente hijo mayor (varón) legítimo por edad.

Nº8: Si el nieto y biznieto u otros descendientes del segundo hijo no existiesen, el mayorazgo pasaría entonces al tercer hijo de Fernando (siempre y cuando fuese procedente de un matrimonio legítimo).

Nº9: Si no hubiese hijos varones descendientes el mayorazgo recaería por línea de mujer, siendo preferente la hija mayor.

Nº10: Si una mujer heredase el mayorazgo, el derecho prioritario siempre irá hacia el hijo varón mayor, aunque hubiese hembra de edad superior, y a pesar de que éste fuese menor de edad.

Nº11: Si cuando falleciesen los firmantes de las cláusulas (don Esteban y doña Violante), Francisco ya estuviese muerto, así como sus hijos y nietos por línea recta del primogénito, el mayorazgo recaería hacia el hijo mayor vivo o en su defecto el nieto.

Nº12: El mayorazgo podía transmitirse de mujer en mujer siempre y cuando no existiera varón preferente.

Nº13: Si por falta de hijos de Fernando de Ribera no hubiese descendencia, el mayorazgo debería recaer en la línea del que tuviese el mayorazgo del Señorío de Montalbo y demás lugares adscritos.

Nº14: Si el heredero del mayorazgo de Montalbo no estuviese vivo, que éste recayese por el pariente más cercano de doña Violante.

Nº15: Independientemente del destino que corriera la posesión del mayorazgo, que éste siempre se transmitiera siguiendo los órdenes establecidos en los puntos anteriores, yendo de grado en grado, con preferencia del hombre por encima de la mujer.

Nº16: Ante un fallecimiento de la línea masculina, que heredasen el mayorazgo los hijos legítimos.

Nº17: Ante la ausencia de herederos por todas las posibilidades planteadas, el mayorazgo podía recaer en una línea bastarda si la hubiese. Indicándose que quedaban excluidos los clérigos, religiosos, sordos, ciegos, mudos o gente que cometiera delitos de herejía o contra su Majestad.

Nº18: En ausencia de línea bastarda el mayorazgo debía pasar al pariente más cercano por línea transversal.

Armas de los Ribera

En cuanto a los personajes citados en este documento podemos añadir que Violante vivió muchos años, estando al mando de los señoríos de Villarejo junto con los de Cabrejas y Valmelero. Se cree que pudo morir alrededor de 1502, aunque para entonces, ya había casado con el noble don Esteban Coello (quien era Señor de Montalbo, el Hito y Villar de Cañas). Obviamente en este enlace se aprecia un salto cualitativo en las aspiraciones matrimoniales de los Ribera, pues la familia portuguesa, ya era propietaria de diferentes dominios, lo que incrementó el estatus del señorío de Villarejo. Fruto de aquel matrimonio nació a mediados del siglo XV don Fernando de Ribera, marido de María Téllez. María procedía de una familia distinguida. Ella y su esposo dejarían por sucesor a su vástago don Perafán Coello de Ribera y Téllez, quien casaría después con doña Isabel Sánchez de Pisa.

La figura de estos personajes comienza a resultar interesante, pues vemos en los primeros libros de defunciones del municipio, algunas referencias sobre los mismos, así, en 1563 se menciona el testamento del Señor Perafán, de quien podemos leer algunas mandas, como la de “dos ducados anuales para un cirio que arda desde el jueves de la cena que le encienda el Santísimo Sacramento hasta el viernes Santo”. Por la misma época fallecería su mujer Isabel, quien mandaría un pago de 500 misas. El hijo de ambos y sucesor, era don Fernando de Ribera (el mozo), encargado de dar forma al palacio que los señores alzarán en Villarejo, y del que todavía se conservan algunos restos.

Decir que previamente Esteban y Violante se encargaron de separar los bienes en dos líneas, por un lado la de Montalbo, y que recaería en Pedro Coello (portando los apellidos paternos), hijo mayor de ambos, así como su hermano Fernando, sería quien acabaría aparejando el apellido materno con las propiedades de Villarejo y sus lugares adyacentes.

David Gómez de Mora


Referencias:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro I de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1557-1578), Sig. 113/13, P. 2124

* Archivo Histórico de la Nobleza. Torrejón, C.4, D.1

* Gómez de Mora, David (2020). “Notas sobre los primeros Señores de Villarejo de la Peñuela”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

La familia Pintado de La Peraleja

Los Pintado, como muchos de los linajes que se movían en su círculo social, se dedicaron a trabajar los campos, invirtiendo mucho esfuerzo en la producción y cultivo de tierras en las que se explotaban diferentes gramíneas, las cuales irían traspasando generacionalmente. Gracias a los testamentos del Archivo Municipal de Huete, podemos hacernos una idea de como funcionaba este proceso.

Otra fuente de información que nos ayuda a entender el destino que correrá la propiedad de la tierra, se halla en los libros sacramentales del Archivo Diocesano de Cuenca. Más concretamente, los volúmenes que para nosotros guardan mayor interés son los tomos de defunciones, en los que se aportan datos decisivos para establecer las relaciones de poder, como la situación económica en la que se encontraban muchos de sus integrantes.

Concretamente, en el año 1717, fallecía don Jerónimo Pintado, hacendado que volcaría los bienes rústicos y su hogar sobre su sobrino el Licenciado Juan Pintado, presbítero del municipio. El lote comprendía un total de siete vínculos que Juan administraría, hasta que los acabaría repartiendo entre sus hermanas y primos.

Es importante conocer esta línea de la familia Pintado, ya que los veremos de manera asociativa con los Muñoz. Dos casas de labradores acomodados que en esos instantes gozaban de cierta entidad en la localidad, pues además de tener miembros dentro del clero, ya habían obtenido en años pasados el control de la alcaldía, además de diferentes regidurías.

El licenciado Juan Pintado, por la escritura entregada ante el escribano Juan Nicasio Parrilla, invocando a la figura de su tío don Jerónimo, recordaba como el lote patrimonial de su estirpe se dejaba divido en siete fundaciones.

La primera era un vínculo sobre una yunta y media de tierras, donde se adscribía la mitad de la casa en la que vivía don Jerónimo, y cuyas ganancias iban directamente hacia la fábrica de la Iglesia de La Peraleja.

La segunda fundación es un vínculo de otra yunta y media de tierras, y que comprendía la mitad restante de la casa. En esta ocasión recaía sobre el primo hermano del licenciado Juan, Manuel Muñoz, también natural de La Peraleja.

El tercer vínculo se consolidaba por varias tierras que irían destinadas a la sobrina del licenciando (Isabel de la Peña).

El cuarto vínculo es otro lote de tierras para una hermana de Juan.

El quinto es un vínculo en origen fundado por Alonso Parrilla, pero que según desprendemos acabaría cayendo en manos de los Pintado. En esta ocasión se trataría de una viña que de nuevo pasaría a formar parte de los bienes de la hermana del cura.

En cuanto al sexto vínculo este irá adscrito a la hermana de Juan, Jerónima Pintado, estando compuesto por un conjunto de tierras.

Finalmente, el séptimo era una huerta dada a su primo Julián Muñoz.

La importancia de los vínculos como fuente de riqueza no es un tema baladí, especialmente si analizamos en realidad que suponía su creación. Estas fundaciones estaban cedidas a las autoridades eclesiásticas, desde donde se velaba por el cumplimiento de unas cargas impuestas, las cuales eran como podemos leer en los libros de defunciones, una de serie de diferentes misas, y que habían de rezarse o cantarse en determinadas onomásticas o festividades. Esta actividad era algo habitual y constante en sociedades católicas como la que estamos estudiando, pues movilizaba ingentes cantidades de dinero, sin olvidar la dedicación de miembros al brazo clerical, para en cierto modo, además de conseguir un nombre o estatus que realzaba el linaje, pudieran también rezar de manera permanente por sus familiares o seres queridos, consiguiendo así acelerar la limpieza del alma que reducía el tiempo de estancia en el Purgatorio.

Decir que igualmente otros linajes emplearán la figura del vínculo para conseguir desviar una parte de su patrimonio hacia las líneas segundonas de la casa, permitiendo de esta forma que no todas las tierras fuesen destinadas a una misma persona (el primogénito). Y es que no hemos de olvidar que los mayorazgos impedían cualquier tipo de partición, por lo que la capacidad de generar múltiples vínculos dentro de una misma familia, era la solución con tal de repartir de manera más equitativa aquel patrimonio del que se disponía.

David Gómez de Mora


Referencias:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones (1694-1779), Sig. 30/16, P. 817

Breves notas sobre los Felipe de Saceda del Río

Durante el siglo XVIII se vivirán una serie de cambios sociales en la tranquila sociedad peralejera que motivarán la aparición de algunas familias no relacionadas directamente con la localidad, y de las que hasta la fecha poco o casi nada se sabía. Este será el caso de los Felipe, un linaje de la pequeña nobleza rural, originariamente vecinos de Saceda del Río. Cabe recordar que la primera vez que dedicamos una mención sobre su origen fue a colación de un estudio vinculado con las élites rurales asentadas en la franja este de la ciudad de Huete.

El origen de su primer integrante no lo conocemos a ciencia cierta, ya que únicamente disponemos de las reseñas que hemos extraído a partir de los primeros libros sacramentales de Saceda, más concretamente cuando se nos menciona el bautismo de un niño llamado Gregorio Felipe (celebrado en 1551). Este personaje años más tarde casaría con una vecina natural del mismo municipio, María López. Todo nos hace pensar que podría pertenecer a la rica familia de los López-Lobo, la cual ya por aquel entonces estaba considerada como una de las más poderosas afincadas en el lugar.

Los padres de Gregorio eran Diego Felipe y María Martínez, quienes a priori también se reseñan como naturales del Saceda. Es pues este nombre el más antiguo que hemos podido recabar sobre el linaje, lo que cronológicamente nos conduciría hasta la primera mitad del siglo XVI.

Si analizamos la descendencia de esta casa, apreciaremos como la familia pactará algunos enlaces matrimoniales con diversas familias de labradores y cuyo radio de movilidad irá entre Saceda y Carrascosilla.

Los Felipe sellarán alianzas con los Muñoz y otras estirpes de mayor entidad como los referidos López-Lobo e incluso los Culebras. Estos últimos con muchos paralelismos sociales dentro de Carrascosilla. Y es que en ocasiones parecían haber medrado hasta el punto de recibir el tratamiento propio de una familia de la nobleza local, siendo este el caso de la optense doña Ángela de Culebras y de Alcázar, quien fallecería en 1735, cuando su hijo don Francisco Javier del Campo ejercía como párroco en La Peraleja.

Será por mediación de la visitas pastorales que se producirán en dicha localidad, cuando volvemos a tener noticias de interés sobre la familia Felipe, esta vez como consecuencia de la posesión de un vínculo y una capellanía que había recaído en sus manos. Así pues, la famosa capellanía de Juan Benito Carboneras, y que era una de las más antiguas del pueblo, estaba en posesión del licenciado don Bernardo Felipe, quien durante un tiempo ejerció como cura en Montalbo. A principios del siglo XVIII apreciaremos como su nombre aparece relacionado con esta capellanía, hasta que en 1734 recae en poder de un Martínez.

Genealogía de los Felipe (elaboración propia) 

Por otra parte, uno de los nombres que nos ha llamado la atención es el de Pedro Felipe, vecino de Saceda del Río que se hará durante varias décadas con el control de un vínculo fundado por la peralejera Ana de la Cruz, del cual curiosamente en una visita pastoral de 1728 se nos informa que le lleva sus tierras arrendadas Juan Benito.

Obviamente, estos datos que a simple vista pueden resultar insignificantes, reflejan como la casa de los Felipe durante esta centuria tenía cierta influencia en la zona, comenzando a dejar sus primeras huellas en el lugar de La Peraleja, pues hasta la fecha, más allá de Saceda y Carrascosilla no teníamos ningún tipo de noticia.

En tiempos del Catastro de Ensenada veremos como en Carrascosilla el alcalde era don Juan Felipe Cantero, así como los dos peritos labradores encargados de especificar las informaciones sobre el término municipal son Alfonso Felipe y Francisco Felipe.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones (1694-1779), Sig. 30/16, P. 817

* Archivo Histórico Nacional. Catastro de Ensenada (1749-1756)

* Archivo Parroquial de Huete. Libro I de bautismos de Saceda del Río

* Gómez de Mora, David (2018). “Las élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

jueves, 18 de marzo de 2021

Puig Roda, símbol d'identitat

El 18 de març de 1865 naixia un dels grans pintors que ha donat la terra de Castelló: Don Gabriel Puig Roda. Autor costumista de reconeixement internacional, i que malgrat el seu prometedor futur va decidir tornar als seus orígens. Ja ho diuen, la cabra tira a la muntanya, i Puig Roda no va dubtar a instal·lar-se a Vinaròs quan els seus quadres ja estaven escampats per diferents parts del globus terraqüi. En aquell moment tenia 38 anys. 

Gabriel representava el romanticisme d'aquells que estimen el lloc del qual procedeixen. Eixos que no obliden l'essència més pura de l'entorn en el que s'han criat. 

Fill d'una família llauradora de Tírig, va ser becat en diverses ocasions, la qual cosa li va permetre eixir de les terres del Maestrat (Madrid, Roma, París...). Casaria amb una veïna del seu poble, i en 1903 decideix instal·lar-se de manera permanent a Vinaròs. Allí en una sénia de la raval de Càlig li arribaria la inspiració de moltes de les seues obres. 

 Tipus del Maestrat (1914) 

Amb el seu pinzell plasmarà tradicions, indumentàries i personatges que defineixen la cultura del poble valencià. Sempre que podia s'escapava pels entorns de la comarca, i com a home forjat en el camp, va adquirir algunes terres, en les quals va plantar ametlers on a banda s'entretenia amb la seua escopeta. 

Gabriel va morir amb només 54 anys. Encara així el llegat artístic que deixaria serà tremendament ric. Puig Roda va ser més que un pintor. 

Puig Roda va ser un home del seu temps, compromés plenament amb els valors de la recuperació de les arrels dels pobles, amb una aguda i particular sensibilitat per la vida quotidiana de les societats rurals de la qual venia i sempre es va sentir orgullós. 

David Gómez de Mora

Las relaciones ganaderas entre la Sierra de Albarracín y la tierra de Huete

La conexión ganadera que había entre la Sierra de Albarracín y las tierras de la Alcarria Conquense era más estrecha de lo que nos podemos imaginar. Un oficio primitivo, caracterizado por esa mezcla sonora de cencerros y silbidos de pastores entre paisajes de montaña, propensos para el desarrollo de unas actividades que poco o casi nada habían cambiado desde tiempos remotos.

Durante el medievo la mesta será una de las agrupaciones gremiales más importantes que veremos en este territorio. Por desgracia con el trascurso de los siglos iría mermando, sobreviviendo hasta que en el siglo XIX la Reina María Cristina acabaría disolviendo lo que se conocía como el Congreso de la Mesta, punto de inflexión, y que sin lugar a dudas supondrá una decaída paulatina de esta actividad.

La vida de los ganaderos y pastores se desarrollaba sobre una rutina ruda pero llena de emociones. Demasiado tiempo fuera de casa, apartados del núcleo familiar, sacrificándose constantemente para garantizar cierta calidad de vida a su hogar. Una actividad mecánica, que se heredaba de padres a hijos si partimos de que desde bien pequeños los zagales se implicaban de lleno con el oficio.

Sin lugar a dudas un trabajo complicado donde los hubiese, pues quienes por su naturaleza eran gente sociable, lo pasaban bastante mal como consecuencia de la soledad que invadía unas travesías interminables, todo ello sin olvidar el temor a ser sorprendido por repentinas tormentas, en las que casi siempre se buscaba la clemencia del Altísimo. Algo lógico en la base social de un pueblo cuya existencia se había forjado sobre los cimientos de unos valores católicos y tradicionalistas.

Tampoco hay que olvidar los ataques de lobos y otras alimañas, especialmente cuando caía la noche, uno de los grandes quebraderos de cabeza en los que se había de lidiar cooperativamente entre los pastores y sus perros, fieles acompañantes que siempre lo daban todo con tal de reforzar las medidas de protección del ganado.

Rebaño en Moscardón (Teruel)

La cañada conquense tenía su cabecera en la zona de la Sierra de Albarracín, conectando abajo con la que descendía desde Molina. Existía el ramal de Beteta que en lugar de seguir el trayecto tradicional en busca de Cuenca, partía en dirección a la Alcarria hacia las tierras de Huete. Una vía de conexión ganadera que durante la segunda mitad del siglo XVIII, así como la primera del XIX, dará lugar a la celebración de diferentes alianzas matrimoniales entre familias dedicadas al gremio.

Conocemos algunos casos por datos genealógicos, como sucederá con el sacedero Manuel García, quien casaría con la vecina de Moscardón Felipa Gil. Aunque si había un municipio donde fue más habitual este tipo de pactos conyugales, ese será sin lugar a dudas el enclave de Orihuela del Tremedal. De aquí emanará la rama de los Jiménez que luego acabarán dejando su descendencia en Caracenilla o los Prelado-Milla afincados en Castillejo del Romeral. Localidad que por cierto tiraba de tradición ganadera. Así lo veremos en algunas de sus familias como sucederá cuando Juan de la Puerta y su esposa Ana Saiz a finales del siglo XVII poseían más 300 cabezas de ganado (256 de ovejas y 82 becerros) aprovechadas para la extracción de lana.

En el caso de La Ventosa, y cuya red de comunicaciones conectaba con el ramal trashumante que descendía desde Beteta, Guillermo Fernández (2020) nos informa de que el apeo, deslinde y renovación de mojones del término llamado “La Bacariza” ya está plasmado en documentación del siglo XVIII. Paraje actualmente denominado como “Vacariza” y que se encuentra en el camino que hay entre La Ventosa y Castillejo del Romeral, sobre una altitud cercana a los 1000 metros.

David Gómez de Mora

Referencias:

*Archivo Municipal de Huete. Libro de protocolos notariales, nº 197. Año 1698.

*Fernández Rabadán, Guillermo (2020). “Apeo, deslinde y renovación de mojones del termino -La Bacariza-. Año 1751”. En: rolloventosa.blogspot.com

martes, 16 de marzo de 2021

Breves apuntes sobre los Redondo de Villarejo de la Peñuela

Durante el siglo XVII una de las familias que se había proyectado dentro de Villarejo de la Peñuela era la casa de los Redondo. Una estirpe de labradores con ciertos recursos, que sin perder de vista las costumbres de la época, consiguió mejorar la posición y nombre del linaje, especialmente cuando algunos de los suyos conseguirían insertarse dentro del brazo eclesiástico.

De forma satisfactoria así lo lograría don Francisco Redondo, quien ejercerá como presbítero en la misma ciudad de Cuenca. Por aquel entonces la familia ya había establecido alguno de sus integrantes en la capital. Tanto es así que Juan Redondo (hermano del referido Francisco), se encargaría de redactar su testamento allí mismo ante el escribano Juan González, además de recibir los Santos Sacramentos de la Penitencia, Eucaristía y Extrema Unción por el Teniente Cura de la Parroquial de la Santa Cruz de Cuenca.

Juan solicitó un total de 123 misas por la salvación de su alma y demás. El hecho de tener entre los suyos a un religioso siempre fue bien visto en una sociedad rural donde existía una gran predilección por la vida tradicional y el catolicismo, pues aquello les suponía disponer de un rezo continuo por la memoria de sus seres queridos, ya que esto aceleraba el tránsito de su alma en el purgatorio.

Villarejo de la Peñuela. Imagen: wikipedia.org

Sabemos que Juan mandaría ser enterrado en la sepultura que tenía en Villarejo de la Peñuela. Y es que al fin y al cabo, allí era donde descansaban sus raíces, cosa que no quitaría que para el ritual interviniese un religioso y compañero de su hermano afincado en la ciudad de Cuenca, hecho nada casual, puesto que realzaba más si cabe la ceremonia de despedida del difunto.

No hemos de olvidar que todos estos rituales y protocolos guardaban un enorme peso desde el punto de social, donde la preocupación por demostrar a la gente del lugar que papel desempeñaba y posición ocupaba cada familia se calibraba al milímetro, incluso llegada la muerte.

El vínculo del apellido Redondo en Villarejo con la devoción cristiana era más estrecho de lo que nos podemos imaginar, pues sabemos que en 1570 falleció en la localidad la que era conocida popularmente como la Beata María Redondo, ésta hija de María Grueso, otro linaje villarejeño de la época sobre el que en un futuro iremos desentrañando más datos.

David Gómez de Mora

Gregorio Martínez. Un peralejero que marchó a las Indias

A finales del siglo XVI en las tierras de la Alcarria conquense se estaban viviendo una serie de cambios sociales que comenzaban a romper con la dinámica habitual acaecida durante décadas pasadas. Por aquel entonces la ciudad de Huete iniciaba una decaída paulatina, que a pesar de ser contrarrestada en momentos puntuales, señalaba indiscutiblemente una clara tendencia hacia la pérdida de poder e influencias en comparación con aquellos tiempos del medievo, en los que desde su judería florecieron algunas de las familias más importantes de la provincia, y que ahora quedaban insertadas en el corpus de la nobleza municipal.

Entre ellas estaba en 1593 el alcalde de la ciudad de Huete don Juan López de Madrid, quien veremos referenciado en los documentos vinculantes al peralejero Gregorio Martínez, quien con sólo 17 años optaba por partir hacia los Reinos Castellanos de las Indias como criado del clérigo Nicolás Jerónimo. Más concretamente su destino era San Cristóbal de la Habana.

Los expedientes de información y licencia de pasajeros eran cruciales para conseguir tramitar estos proyectos que arrastraban un cambio drástico de vida. En el caso que nos ocupa se nos informa de que nuestro personaje era hijo de Gregorio Martínez y Juliana Pérez, ambos naturales de La Peraleja y Villanueva de Guadamejud respectivamente.

Tal y como cita la documentación, su linaje familiar gozaba de honor y reconocimiento en la localidad, siendo una de las principales casas por estar emparentada con clérigos y familiares del Santo Oficio.

Gregorio era un buen cristiano, descendiente de la familia de los Martínez-Catalán. Una estirpe de labradores con posibles que ya había insertado a alguno de los suyos dentro del clero local, además de entroncar con linajes de la nobleza municipal.

Al fin y al cabo, este peralejero fue uno de los muchos intrépidos que osaron cruzar el charco, seguramente motivado por la necesidad que implicaba cualquier cambio de aires que le alejara de las rutinas alcarreñas con tal de conseguir una mejora social, y que le reportará el nombre o la consecución de un estatus que su tierra no le daba, aunque para ello hubiese de empezar desde lo más bajo.

Entre las hojas del expediente se incide en que Gregorio era un buen cristiano, “limpio de toda raza de judíos y moros penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición”. Precisamente, por aquel entonces era familiar del Santo Oficio y escribano público de La Peraleja Simón Sánchez, pariente de éste por ser hijo de la señora Elvira Catalán.

No olvidemos que Gregorio era nieto paterno de Juan Martínez-Catalán y María Sánchez (ambos peralejeros), así como por el costado materno de Juan de Sevilla y María Pérez (estos naturales de Villanueva de Guadamejud). Para justificar el discurso de la pureza religiosa y sus méritos sociales, se decía que los familiares de Gregorio habían sido personas honradas con cargos importantes entre los vecinos del pueblo, cosa que no era falsa si analizamos su genealogía. Además, como era habitual, se solía ensalzar un discurso en el que se comentaba y repetía como algunos de los integrantes del clan habían ostentado cargos de regidores y alcaldías. Parece ser que los padres de Juliana tenían propiedades y casa en La Peraleja, lo que ayudaría más si a cabe a que su hija se acabara instalando en el pueblo.

Como solía ocurrir en este tipo de documentación, se efectuaba una descripción física del pasajero, de quien se definen las siguientes características: “es un mozo redondo de rostro alegre, blanco, colorado de cabeza grande, y cuerpo redondo bajo ”. Poco después se alude a su estado civil, matizándose que no estaba casado y por tanto vivía como un “libre soltero”.



Entre los parientes ilustres de Gregorio aparece citado el que fuera Obispo de Coria y vecino de Bonilla, don Pedro García de Galarza, de quien se dice que enlazaba por un segundo grado parental su madre Juliana Pérez.

Realmente la familia de Gregorio, como se ha dicho anteriormente era de apellido Catalán por línea recta de varón, y es que si el padre de Gregorio Martínez -el viejo- (esposo de María Sánchez), en ocasiones lo veremos como Martínez-Catalán, precisamente su abuelo (y bisabuelo del pretendiente a Indias) se llamaba Juan Catalán.

Otro miembro de la familia (Juana Martínez-Catalán) había casado con Bonifacio Jarabo durante la segunda mitad del siglo XVI. No olvidemos que los Jarabo eran una de las casas con más recursos que había en la localidad, siendo precisamente esta línea la primera en asentarse y proyectar una rica descendencia del apellido hasta el día de hoy.

Del mismo modo averiguamos que el protocolo notarial más antiguo del archivo municipal de Huete está relacionado con esta familia, enlazando a su vez con las ramas más distinguidas de la nobleza rural, así por ejemplo en la corporación municipal peralejera de 1611 los alcaldes son el hidalgo don Juan Suárez de Salinas junto con Gregorio Catalán.

En 1614 falleció Isabel Catalán (esposa de Alonso Vicente y hermana del padre de Gregorio el mozo), quién mando un total de 90 misas. Luego el referido alcalde Gregorio morirá en 1623, figurando con un pago de 56 misas. Otro personaje distinguido del linaje fue María Catalán, mujer de Francisco Gómez, quien murió en 1679, y dejó una manda de 200 misas. Su hermano era el Licenciado Catalán, no siendo el único que mantendrá contacto con el brazo clerical, puesto que como apreciaremos varios Catalán estarán insertados dentro del mismo grupo social.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro II de defunciones (1614-1693), Sig. 30/15, P. 816

* Archivo General de Indias (1593). Contratación, 5243, N. 1, R. 4. Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Gregorio Martínez

* Gómez de Mora, David (2018). “Las élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVII”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

martes, 9 de marzo de 2021

Peníscola i Vinaròs fa gairebé uns dos-cents anys enrere

La prèvia dels rebels de 1822-1823 era el prolegòmen a la dècada posterior en la qual s'allistaran molts d'aquells integrants que representaran les files revoltades de la primera guerra carlina.

Així va succeir amb un grup d'artillers que es van establir a Peníscola, i on el governador del lloc, don Carlos Ulman Rohde (i qui com sabem es va acabar allistant en el gruix realista), va manar a un oficial i 15 d'aquells artillers que anasen a “reforçar” la bateria del fort de Vinaròs.

L'objectiu era afeblir la posició vinarossenca, consolidada en una societat liberal on emergia el prototip d'una burgesia que abanderava uns interessos polítics que la convertiran en el principal bastió anti-absolutista del Baix Maestrat. Els vinarossencs ràpidament es va adonar de la maniobra efectuada des de Peníscola, rebutjant hàbilment l'entrada d'aquell contingent d'homes que van ser retornats cap a la localitat del tómbol.

Passat el temps, sabem que Ulman ja no exercia com a governador en aquest municipi, fet que no impediria que estigués preparant un setge cap a Peníscola, gràcies al suport d'una partida de rebels d'Alcalà de Xivert i molts altres natius de la roca.

A aquelles altures ningú discutia que tot el municipi era un espai bolcat amb les idees absolutistes, doncs el nou governador sol·licitava ajuda a Vinaròs, detallant que només comptava amb 32 homes de confiança, en contra dels “molts enemics que tenia” dins de les seves muralles, tal i com va reflectir per escrit.

Al mes següent d'aquests fets, Ulman amb una columna de 1500 homes va aconseguir derrotar a 500 soldats que es dirigien cap a Vinaròs.


Peníscola. Any 1841

No hi havia dubte que Peníscola durant el segle XIX es va acabar convertint en una plaça defensiva controlada per la corona, on els seus habitants per a res compartiran els interessos estipulats des de Madrid. Peníscola sempre havia estat representat com un enclau que malgrat mirar cap a la mar, mantindrà una mentalitat tradicional, arrelada al camp i a les seues costums. Vinaròs d'altra banda es presentava com el referent del canvi. Un espai d'acolliment, obert cap a l'exterior, on comerciants i llauradors acomodats podien demostrar com una situació economicament favorable, era una oportunitat de creixement que es materialitzarà a través del enriquiment que reportarà el cultiu de la vinya.

Mentres tant Peníscola continuava tenint multitud d'adeptes absolutistes entre els seus veïns. Encara i la llunyania en la qual es trobava Ulman, el militar seguiria guardant relació amb alguns dels insurrectes que alli vivien, per aquest motiu no ens sorpren que les seves idees poc variaren quan després de la mort de Ferran VII i residint a Sevilla, no dubtaria en conspirar per a l'aixecament carlí de Ronda i la seva regió muntanyenca.

David Gómez de Mora

Bibliografia:

* Meseguer Folch, Vicent (1991). “Vinaròs durante la sublevación realista de 1822-1823”. II Congrés d'Història del Maestrat. 189-202 pp. Ajuntament de Vinaròs

Los Mora de Piqueras del Castillo

A mediados del siglo XIX hacían entrada en esta localidad diferentes familias procedentes de algunos pueblos de los alrededores, una de ellas será la de los Mora. Cualquier investigador que consulte el índice de la documentación del Santo Oficio del fondo del Archivo Diocesano de Cuenca redactado por Dimas Pérez, apreciará al instante la cantidad de procesos abiertos contra los integrantes de un linaje disperso y escurridizo, que desde finales de la Edad Media estará en el punto de mira por la abrumadora cantidad de acusaciones sobre prácticas criptojudaícas, y que en algunos casos sorprendentemente se prolongarán hasta fechas no lejanas en el tiempo.

Los orígenes del clan parecen situarse en tierras toledanas, cantera del movimiento religioso en la zona manchega desde época romana. Como algún estudioso ya ha planteado, no sería nada descabellado especular con que la etimología del apellido deba buscarse en la localidad de mismo nombre, ubicada a menos de 40 kilómetros de la capital toledana, reconocida a su vez por ser uno de los tantos bastiones en los que estas comunidades estaban cómodamente afincadas.

Si los Castillo y su entramado familiar son toda una institución en el mundo de la conversión conquense, poco tendrán que envidiarles nuestros antepasados. Recordemos que los Mora de Piqueras del Castillo procedían de los miembros afincados en Olmeda de las Valeras.

Sabemos que el trayecto recorrido por el progenitor piquereño será en realidad de sólo una decena de kilómetros, pues esa es la escasa distancia que separa las localidades de Chumillas y Piqueras. De este modo, Victoriano de Mora se acabará convirtiendo en el progenitor de un apellido piquereño, sobre el que a día de hoy consideramos que sigue habiendo mucho por investigar. Este personaje no residirá mucho tiempo en la localidad, pues sabemos que moriría alrededor de 1855, habiendo casado antes con una vecina de Solera de Gabaldón llamada María Antonia Gómez Carralero.

La fama de los Mora en Chumillas era sobradamente conocida. Un apellido difícil de no asociar el caciquismo de la zona, tal y como testimoniza la documentación de principios del siglo XIX, cuando se nos informa de que en el año 1806 Miguel Ángel de Mora toma por su cuenta la vara de alcalde y empieza a enemistarse con bastantes vecinos del lugar.

Miguel Ángel era un labrador déspota, que decía haberse formado como escribano y ejercer como tal en Villanueva de la Jara, cosa que según parece ser era falso. Sabemos que éste acabaría llenando de pleitos al vecindario de Chumillas, para ello se valdría de testigos que para el caso tendrá preparados formando causas de oficio injustas, tal y como se desprende por la documentación de la época.

Probablemente una buena mayoría de los residentes en Chumillas eran conscientes de que los Mora para llevar tan poco tiempo en aquel lugar (pues procedían de Olmeda del Rey), ya se habían asociado con la principal familia que dominaba la localidad en ese instante: los Sancho, quienes por aquellas fechas habían enlazado con la noble familia de los Parada. Aquellos labradores y propietarios de ganado ejecutaban y deshacían a sus anchas lo que les placía. Los mismos vecinos se quejaban de como las denuncias recibidas en los Tribunales de Cuenca se acumulaban sin causar efecto, fruto de los contactos con los que contaba el linaje, de ahí que la documentación del momento cita que este personaje tenía por amigo en la corte al Señor Duro y Solano, Oidor en el Santo Tribual, y del que era su protegido.

Es probable que Victoriano antes de llegar hasta Piqueras se moviera por otros derroteros como sería el caso de Solera, donde conocería a su mujer, y fruto de cuyo matrimonio nacerá Cayetano de Mora, quien se volcará con la causa carlista durante la última contienda. Éste en 1888 celebrará sus esponsales con la piquereña Juana Lizcano y Zamora, quien sabemos que descendía de una familia de labradores de la localidad, y cuyos padres eran Nemesio de Lizcano y Gabriela de Zamora Barambio.

Cayetano de Mora era uno más de los tantos piquereños que nació en el seno de una familia trabajadora a mediados del siglo XIX, en un tranquilo y ruralizado enclave descrito por Madoz en su diccionario como lugar de inviernos largos y fríos, donde prácticamente nadie se libraba de afrontar los duros quehaceres diarios que garantizaban una supervivencia digna. Se le podría definir como un joven con una mentalidad ideológica fruto de los tiempos que corrían. Éste era hijo de los molineros piquereños (una familia que rememoraba tiempos mejores). Los mismos que recordaban con tanta nostalgia tiempos pasados, en los que premiaba la idea de que los cambios pocas cosas positivas podían traer. Siendo niño perdió a su padre, y como muchos hombres del pueblo con veintipico se involucró en la defensa de lo que creía que podía ser la mejor forma de honrar a los suyos.

Todo ello, en consonancia y perfecta armonía con un paisaje que a pesar de integrarse en un área de la franja manchuelera conquense, retendrá esa modesta accidentalidad montañosa que lo caracteriza. Un primitivo vergel en el que proliferaba una rica variedad de especies animales que sustentaron actividades cinegéticas relacionadas con la caza de liebres, perdices, corzos o ciervos.

Un Piqueras aislado, sereno, rodeado de pinares, surcado por cañadas secundarias y zonas de pasto, donde dependiendo de la temporada se mezclaban el dorado o verde de sus campos de gramíneas con el rojo intenso de las tierras de secano que consolidaban su economía agrícola.

Entre el duro trabajo del campo y el entretenimiento de la caza, fue como iba desarrollándose la vida ociosa de muchos de aquellos antepasados. Un guion rutinario, pero al menos amenizado por una estampa de película sólo al alcance de los nativos que tuvieron el privilegio de curtirse en este territorio.

Lo cierto es que aquel pobre hombre sólo fue un joven más. Otro trabajador desengañado con las perspectivas de futuro tan desalentadoras que se cernían por aquellas latitudes olvidadas de la mano de Dios, y que como a muchos de su generación le llevaron a abrazar las ideas facciosas durante la última contienda carlista. Piqueras era un enclave pequeño y apartado de los grandes bullicios, pero el tema en Buenache siempre estaba candente, por no decir como de efectiva era la labor “evangelizadora” de las gentes del Picazo, un vecindario que a pesar de su modesto tamaño se acabó convirtiendo en uno de los caladeros incondicionales del movimiento provincial, y que a día de hoy nos sigue recordando la documentación local al decir que todavía 8 de enero de 1887 el alcalde se veía en la obligación de comunicar al Gobernador Civil, como algunos vecinos se presentaban en público con boinas rojas, que por más que aunque no producían alarma, no dejaban de generar sospechas por ser quienes habían militado en las filas carlistas hacía poco más de diez años atrás.

Cayetano y Juana tuvieron descendencia, al igual que su hermana Victoria, quien casaría en 1864 con Francisco Alarcón Chumillas, otro autóctono del lugar, de donde nacerían al menos dos hijos, Irene y Simón Alarcón Mora (el tío Simón).

Precisamente este personaje autóctono de Piqueras, es sobre quien Evelio Moreno dedicará en su trabajo algunos fragmentos. El tío Simón era carpintero, además de un hombre de inquietudes, así pues, Evelio nos relata como además de su vena poética, este piquereño ejerció como sacristán, llegando a custodiar en su casa durante algún tiempo documentación de la Iglesia del pueblo, entre la que se encontraba un cuaderno, que como describe el autor, estaba “escrito en letra amplia, tosca, pero cuidada, casi dibujada, con algunas hojas rotas y otras arrancadas, con tachones (que deben corresponder a cuentas saldadas), con cierto desorden en las anotaciones. Debía ser un pequeño libro de contabilidad de carpintería, en el que anotaba los trabajos que hacía a cada uno de sus convecinos y el pago que éstos le hacían, normalmente en especie, pues eran aún los tiempos de la civilización del trueque. Aparecen anotaciones de los años comprendidos entre 1917 7 1922, sobre todo, aunque hay datos parciales de otros años” (Moreno, 2013, 349).

En este cuadernos se da información detallada como los objetos de madera empleados en la localidad, especialmente arados, carros, yugos o azados, incluyendo otras muchas cosas, incluyendo incluso algunos acontecimientos destacados vividos en las calles de Piqueras, es el caso de “un inmenso turbión que cayó sobre Piqueras el 12 de octubre de 1919 (llovió sobre todo por la tarde) y del suceso ocurrido el 14 de julio de 1930 (…) una mula mató a Vidal de la Cruz” (Moreno, 2013, 349-350).

La familia seguiría dando descendientes, continuando el apellido de estas líneas hasta la actualidad.


David Gómez de Mora

* Bibliografía:

-Archivo Histórico Nacional. Varios expedientes del año 1808 relacionados con la Administración Local, Consejos, 17790, Exp. 5

- Moreno Chumillas, Evelio (2013). Crónica de Piqueras. Bubok Publishing S. L.

Juan García Nebrón

Juan García Nebrón o Juan Nebrón es el nombre del bandolero más famoso de Cañete la Real. Nuestro personaje procedía de una buena familia asentada en Ronda, y sobre la que hasta la fecha pocos datos hemos podido recabar. El nombre de Juan le venía de su abuelo Juan García. Este cañetero que vivió durante el siglo XVIII comenzó sus andaduras como contrabandista de tabaco y seda. No obstante, ya con 15 años mató a su primo, hecho que le obligaría a huir de su localidad natal.

Como buen bandolero iba armado con un trabuco, y según se cuenta en una de sus primeras acciones justificaba la muerte de tres personas que se cruzaron en su camino. Por desgracia aquellas no serían las únicas experiencias con la vida criminal, pues conocido fue el desenlace acaecido en una venta de Cartagena, donde además de disparar a dos varones, asesinó a la señora que regentaba el establecimiento.

Se dice que una noche después de estar jugando a los dados mató a otras cuatro personas (tres ministros y un soldado), además de protagonizar una fuga en la cárcel, donde consiguió liberar a todos los presos detenidos, previa matanza del carcelero que los vigilaba.

En el mesón de Cañete se produciría otro triste desenlace cuando el corregidor de Osuna tramó su captura, para lo que sobornó al mesonero del lugar con un doblón. No obstante Juan se adelantaría matándolo junto a otros dos ayudantes que querían deshacerse de él. Parece ser que actuó en varias ocasiones con el apoyo de su compañero Juan Gómez. En otra de sus correrías consiguió hacerse con un caballo que valía 100 doblones tras haberse desprendido de un delincuente que se hacía pasar por monje. Nebrón asesinaría a otras tantas personas, cayendo finalmente preso, no obstante conseguiría conmutar la pena de muerte con la cadena perpetua, gracias a dos nobles que tiraron de influencias por salvar su vida.

David Gómez de Mora

martes, 2 de marzo de 2021

La ruta de la llana i Peníscola

Durant el segle XV Peníscola continuava sent un dels principals punts d'embarcament i distribució de la llana que sortia des del territori interior castellonenc. Aquesta àrea geogràfica durant les primeres centúries de l'existència del regne cristià va proveir una part considerable de la demanda càrnica i llana valenciana, gràcies a l'explotació dels seus caps de bestiar com de la fibra natural extreta de les seves ovelles. A la fi de l'edat mitjana les localitats de Sant Mateu i Catí van experimentar un creixement econòmic que va retroalimentar l'entrada de comerciants estrangers, que potenciaren més si cap aquesta zona.

El que avui seria la demarcació que engloba la comarca del Baix Maestrat estava bolcada amb un sistema de producció bastant efectiu, que a banda del conglomerat agrícola tradicional es complementava amb una potent ramaderia, resultat de l'hàbitat natural i accidentat pel qual es caracteritzarà el nostre paisatge.

A Catí entre els anys 1418 i 1437 es va executar part de l'obra que conformaria la seva llotja, la qual ofereix una planta rectangular, compartimentada amb dues naus d'arcs ogivals. Un entorn arquitectònic on no sols es reuniran els comerciants per a tractar acords econòmics (doncs tenia altres funcions), i que són fruit del naixement d'una burgesia local emergent.

Dins del complex al qual ens referim, just en la zona superior i on se situava la Casa de la Vila, es van trobar unes pintures que reflecteixen escenes marineres, i que segons es creu farien al·lusió als diferents saquejos que sofriria la nostra costa durant l'edat mitjana. Alguns autors han plantejat que fins i tot s'estaria representant la Batalla de Tedeliz, en la qual es relata el rescat de la custòdia de Torreblanca i que va ser robada per uns pirates barbarescos, encara que finalment seria retornada al seu lloc d'origen.

Embarcació representada a la Casa de la Vila de Catí (catimenu.com)

Des del vessant artístic ens trobem davant un conjunt de representacions senzilles, elaborades amb colors ocres i grafit, però que sàviament decoren les parets de la sala, ja que la finalitat és recordatòria i explicativa. No hi ha dubte que la seva execució s'ha d'entendre en un període de prosperitat econòmica de les terres del nord de Castelló, una vegada superada les crisi demogràfica de la pesta negra, i que com bé sabem va afectar de ple a aquesta demarcació del territori valencià.

Els poc menys de 60 quilòmetres que separen Catí de Peníscola formen part del tram final que avui encara connecta a mig camí amb Sant Mateu, un altre dels focus pròspers on els comerciants de llana van saber aprofitar la situació i prestacions del seu teixit econòmic municipal.

En realitat es tractava d'enclavaments amb una activitat tremendament sinèrgica, la qual estava dissenyada des dels temps inicials a la fundació cristiana, i que en part es recolzava en la xarxa de comunicacions preexistents.

La linia interior d'aquesta producció que connectava amb el litoral peniscolà, s'articulava al voltant de l'antic accés per on circulaven els musulmans, i que molt possiblement reciclarien de les adaptacions que deixarien cultures anteriors com la romana. Sense cap dubte la geomorfologia permetia aquesta possibilitat, ja que tant des de la franja de Culla, com Ares (i que estava en connexió directa amb els Ports), la llana descendia fins a la zona de Catí, on l'accidentalitat del relleu ja era inexistent.

El nivell de producció d'aquests municipis va ser tan espectacular que s'arribaran a establir nexes comercials que connectaran amb la mateixa Florència (bressol del Renaixement). En aquestes localitats abundaven els “peraires”, dedicats a la preparació de la llana per a la seua distribució.

La vida rural i masovera fomentava un model econòmic, que en el cas de Culla potenciarà el sector ramader de tot el seu entorn. I és que els pastors abundaven, i si això passava era en part gràcies al clima i a la distribució geogràfica d'aquesta regió muntanyenca. L'actual comarca de l’Alt Maestrat serà un espai idoni. Allí la llana es va convertir en un producte de qualitat que va interessar ràpidament a comerciants italians i d'altres parts de la península.

Fins a Peníscola arribaven mercaders que amb les seues embarcacions ja havien consolidat una ruta impossible de parar. Sense cap dubte el segle XIV va ser crucial en l'auge d'aquestes comunitats rurals, perquè dels seus carrers emergirà una elit especialitzada en el sector. Al respecte el paper de Morella serà crucial, funcionant com a punt de suport i enllaç amb la resta de centres adjacents.

De la mateixa manera, poblacions com Cinctorres, Vilafranca o Castellfort també van jugar un rol que no podem passar per alt. Ares era la finestra a un espai que mentres mirava directament cap a la capital dels Ports, permetia una comunicació fluida amb la zona baixa dedicada als mateixos menesters. En eixe escenari se generarà un circuit de relacions econòmiques, que pràcticament implicarien moltes de les localitats que conformaven aquesta àrea septentrional del territori valencià. Royo (2010, 27) ja recorda que aquest tipus d'enclavaments se secunden a través dels negocis de mercaders, notaris, paraires i camperols benestants, els quals compraven la llana als propietaris del bestiar una vegada que s'havia tractat, per a vendre-la als comerciants italians.

Casc antic de Culla. Municipi on van sorgir molts llinatges de ramaders

La xarxa d'assagadors, corriols i canyades potenciaran la llibertat de pastura en molts termes. Ciutats relativament pròximes a la nostra òrbita d'influència, com serà el cas de València o Barcelona, no dubtaran en importar aquest producte. Per això mateix en qüestió de poc menys d'un segle es concentrarà un model econòmic que abastarà l'espai delimitat per les tres comarques que hui defineixen el que estrictament podem considerar com a nord de Castelló (Alt i Baix Maestrat, així com els Ports de Morella). Des del Baix Aragó la línia es reenfortia, recolzant-se a Morella, ja que la seua ubicació estratègica la convertia en el nexe d'unió entre terres aragoneses i part de la nostra àrea prelitoral.

No oblidem que Catí i Sant Mateu seran dos focus que tindran molt a dir, doncs hi ha que considerar-los com a punts proveïdors de certa entitat. En aquells dies Peníscola ja era la porta d'eixida cap a Itàlia.

Encara que durant el segle XV eixa xarxa de producció continuaria mantenint-se, vorem com a partir d'aquesta centúria es marcarà un punt d'inflexió. Es podria dir que amb el final de l'edat mitjana, el comerç de la llana començaria a experimentar un canvi dràstic, atés un conjunt de nous agents socioeconòmics que li faran perdre competitivitat en el mercat internacional.

Des d'abans del període cristià, els musulmans instal·lats en aquesta zona es dedicarien a les labors ramaderes, fet que hem comentat ja en alguna ocasió i que podria explicar la hipotètica existència de topònims que arrossegarien les seves arrels des dels temps immediats a la Reconquesta.

Antiga llotja d'Ares del Maestrat 

Encara que alguns historiadors han plantejat la transmissió d'un model econòmic important i basat en la ramaderia des d'època islàmica, del que no hi ha dubte és que d'haver-se produït (cosa que nosaltres també secundem), el nivell del primer, res té a veure amb la prosperitat aconseguida una vegada que se supera la pesta negra, doncs els fluxos comercials amb terres italianes seran espectaculars.

D'aquí que advoquem pel manteniment d'un complement ramader musulmà, però que poc o res tindrà a veure amb el desenvolupat a la fi de l'edat mitjana, sent el primer més aviat el característic de qualsevol sistema de producció d'autosubsistència d'una franja rural, i que en el millor dels casos retroalimentava la línia defensiva que anava des de les terres baixes de Tortosa fins a les tres actuals comarques del septentrió castellonenc, inserint-se igualment en la demarcació del baix Aragó, i que com sabem, també formava part del seu radi d'acció.

Ja des d'abans de l'arribada de Jaume I, Peníscola era amb tota seguretat el principal punt de control, com de càrrega i descàrrega portuària d'aquest espai geogràfic. Els seus nexes comunicacionals li van permetre mantenir aquest rol. El mateix que es tornarà a avivar durant el segle XIV (especialment a partir de la segona meitat i primeres dècades del XV), quan van arribar fins a les nostres terres mercaders de llanes, bastants d'ells de procedència toscana.

El manteniment d'aquesta línia de producció podríem estendre-la en el temps pràcticament fins a poc abans del descobriment d'Amèrica. Fins a aquella data el mercat no era tan competitiu, a més caldria sumar que els pastors i mercaders començaven a apreciar la qualitat de la llana anglesa. Fenomen que havia començat a tancar moltes portes i repercutir a la nostra regió.

Fins abans d'aquesta desfeta, veurem el sorgiment de famílies de la noblesa i burgesia local que afermaran les seves posicions en els llocs on comercialitzaven, sent aquest el cas dels Santjoan a Catí, els Rossi, Datini i Comí a Sant Mateu (doncs l'Església Arxiprestal del municipi es va convertir en una mostra d'expressió d'aquest poder social que va portar a designar-la com “La Catedral dels mercaders de la llana”) o el cas dels Cardona de Vallibona, entre altres tants llinatges que consolidaran en el seu conjunt les elits rurals del nord de Castelló d'aquell moment.

Fenomen similar succeirà en les localitats de Castellfort, Morella o Cinctorres. En el cas de les dues últimes sabem gràcies a la documentació custodiada en l'arxiu morellà de la importància que tenen des de l'edat mitjana les deveses comunes dels seus termes ja que es veuran immerses en multitut de problemes i disputes per les tensions ocasionades pel control de l'explotació ramadera, tal i com exposa en el seu treball Sánchez Adell (1999).

Imatge de la creu processional regalada pel mercader de llana Ramón Comí (Sant Mateu).


David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Gómez de Mora, David (2011). El Vinaròs de época musulmana. Interrogantes. Associació Cultural Amics de Vinaròs.

* Royo Pérez, Vicent (2010). “Elits rurals i xarxes mercantils al nord del País Valencià baixmedieval. El comerç i la manufactura de la llana a Vilafranca (1393-1412)”. Associació Recerques. Història, Economia, Cultura ISSN 0210-380X Recerques 60, (2010) 25-56 pp.

* Sánchez Adell, Josep (1999). “Cinctorres: testimonis d’una vida ramadera”. Cinctorres, vol. I, 139-155 pp.

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).