martes, 2 de diciembre de 2025

La devoción a Sant Llop en la provincia de Barcelona

De la misma forma que en la provincia de Girona, el lobo fue un animal que marcó profundamente a la sociedad catalana a lo largo del territorio barcelonense. El caso que en este artículo nos ocupa, es el de la referida provincia, cuestión que ya ha sido estudiada por diferentes autores, tratándose la afección, la presencia, así como la toponimia que este cánido ha ido dejando a lo largo del tiempo en esta área geográfica.

Igualmente, el peso ejercido por el lobo en las creencias, como especialmente en la religión católica, también se ha ido plasmando a través de la veneración a la advocación de Saint-Loup o Sant Llop. Esto lo presenciamos en diferentes localidades barcelonesas, como ocurre con el caso de Centelles, Dosrius, Figaró, Sant Vicenç de Montalt, Sant Andreu de la Barca, Montmajor y Hortsavinyà (por poner algunos ejemplos).

Es importante tener en cuenta que esta criatura no solo se movía por zonas montañosas, de ahí que se podía presenciar en áreas costeras, como por ejemplo veremos en el caso del municipio gerundense de Sant Antoni de Calonge, donde incluso todavía se ha mantenido entre sus habitantes la devoción a Sant Llop.

Respecto al caso barcelonés, son como decíamos variados los municipios en los que esta advocación estrechamente asociada con las historias que nos hablan de lobos (además de males en la zona del cuello) se ha seguido manteniendo entre los habitantes del lugar.


Centelles

Esta localidad de la comarca de Osona, sabemos que desde siglos atrás mantendrá una importante devoción hacia Sant Llop. Tanto es así que es el copatrón de la población. Los gozos dedicados al santo ya datan como mínimo del año 1632.

Imagen de Sant Llop en la Iglesia de Santa Coloma de Centelles. Esta se sitúa en la zona superior del retablo del altar mayor (imagen del autor)

Podemos leer gracias a un escrito de Joan Font i Rius (1969), como se aprecia una evidente similitud entre las advocaciones de Sant Llop y San Blas. Este autor ya comenta que durante el siglo XV, en Centelles se manda realizar un retablo en el que aparecerá la figura de Sant Llop.

Gozos dedicados a Sant Llop en Centelles. En: https://algunsgoigs.blogspot.com/2021/01/goigs-sant-llop-centelles-osona.html

Antaño no era extraño encontrar lobos por este territorio, siendo el relieve de los alrededores, un lugar idóneo en el que los ejemplares resistirían hasta hace más de un siglo. Su movilidad se extendía por las áreas montañosas como será el caso de la Serra de l'Arca.


Dosrius

En esta localidad de la comarca del Maresme, la devoción hacia Sant Llop ha sido muy importante con el paso de los siglos, siendo también copatrón de este lugar, además de reconocerse como abogado contra las epidemias, contando al mismo tiempo con una ermita en la que su festividad se celebrará como es costumbre cada 1 de septiembre.

Ermita de Sant Llop de Dosrius (imagen del autor)

Al mismo tiempo, se recordará entre la gente de la localidad, una leyenda en la que este santo ejercerá la función de protector contra el ganado de los ataques de lobos. Repartiéndose antaño una coca de forma triangular al primer pobre que se encontraba.

Su forma simbolizaba la Santísima Trinidad. Esta coca estaba hecha “de harina de trigo, cebada y avena, con tres huevos y tres cucharadas de sal. Esta coca se daba al primer pobre que se encontraba, restante así inmunizados contra cualquier maleficio o embrujo” (1).

En los gozos de Sant Llop de esta localidad, se recuerda la labor protectora de este santo contra los lobos: “Quant en Senona y Orleans los bestiars se'ls morien de mal de llobas, venien a vos aquells ciutadans: cessaba al punt la dolencia, beneint les aigues vos”.

Gozos dedicados a Sant Llop en Dosrius. En: https://algunsgoigs.blogspot.com/2020/09/goigs-sant-llop-dosrius-maresme.html

La relación de Sant Llop y el lobo creemos que no es un fenómeno casual, tal y como se aprecia en el caso de esta ermita, la cual tiene a poco más de un kilómetro en dirección hacia el norte, el denominado "Turó del Llop", nombre bastante alusivo por la presencia de este cánido tiempo atrás en toda esta área. El entorno está rodeado de una abundante vegetación que permite la existencia de un espacio boscoso.


Figaró

La preocupación en este municipio por la presencia del lobo, ya no sólo se refleja en los gozos que se conservan en este lugar de Sant Llop. Así pues, Ígor Grabulosa (1987, 63) comenta que “Fenàndez i Real, en un recull recent (1985) sobre l'evolució histórica del llop al Vallés, reuneixen diverses informacíons del segle passat, com la construcció d'una creu al terme de Can Planas (entre el Figaró i la Garriga) en record d'una persona morta pel llop”

Gozos dedicados a Sant Llop en Figaró. En: https://assocamicsdelsgoigs.blogspot.com/2018/07/goigs-del-glorios-sant-llop.html

En este municipio, el arraigo que ha tenido Sant Llop, se aprecia también gracias a una tabla perteneciente al santo en la iglesia de la población, y que en la actualidad se encuentra en el Museo Diocesano de Barcelona. Esta parece ser que dataría de la segunda mitad del siglo XVI.

Iglesia de Sant Rafael i Santa Anna de Figaró-Montmany (imagen del autor)

Veremos que la población un siglo después poseerá una cofradía dedicada a esta advocación (Oliver, 2020, 14), siendo “creada amb posterioritat a una indulgència plenària papal del 14 d’agost de 1679 adreçada als fidels que en fundessin. El 1680 es parlava de la confraria com que ja estava “erigida o que pròximament se esperaba erigir y fundar”.

Reproducció de la tabla de Sant Llop que se encuentra en el Museu Diocesà de Barcelona, para su restitución en la iglesia de Sant Pere de Vallcàrquera (Figaromemorial.cat). En la representación de esta imagen puede apreciarse como el santo está acompañado por un lobo

Sabemos que siglos atrás, en las áreas montañosas de los alrededores, como ocurre con la Serra del Soler y la Serra del Castellar, eran frecuentes las incursiones de lobos que podían llegar hasta los alrededores de esta localidad.


Sant Vicenç de Montalt

Sabemos que por estas tierras del Maresme la devoción hacia Sant Llop ya se remonta como mínimo a finales del medievo. Por ejemplo, Graupera (2007, 83) comenta que en Sant Andreu de Llavaneres, en el año 1495 ya se menciona la Cofradía de Sant Llop. En el caso de Sant Vicenç de Montalt, apreciamos que se le cantaban desde siglos atrás gozos en la ermita de Sotarriba.


Gozos dedicados a Sant Llop en Sant Vicenç de Montalt. En: https://patrimonicultural.diba.cat/element/goigs-en-llahor-de-sant-llop-bisbe-i-confessor-ques-canten-en-lermita-de-sotarriba-sant

No podemos olvidar que en la actualidad este municipio cuenta con una ermita dedicada a Sant Llop, pero que dataría de mediados del XX. Se trata de un pequeño edificio de una sola nave, con tejado a dos aguas, campanario y porche.


Sant Andreu de la Barca

Esta localidad de la comarca del Baix Llobregat, fue otro de los muchos enclaves de nuestra geografía afectado por la presencia de los lobos, hasta casi finales del siglo XIX, cuando esta especie todavía podía llegar a ser vista. Hoy veremos como existe una iglesia dedicada a Sant Llop, y a cuya advocación supimos que los oriundos le tenían mucho cariño, especialmente entre la gente del campo, ya que en caseríos o masías ubicadas en puntos alejados de las áreas con mayor presión demográfica, no era extraño que sus inquilinos antaño se encomendasen al santo, al tiempo que depositaban limosnas, para que así este les protegiera de los ataques que los lobos podían generar.

Iglesia de Sant Llop de Sant Andreu de la Barca (imagen del autor)

Sabemos por ejemplo que Albert Manent (2000, 147), en su estudio sobre el lobo al Baix Llobregat, comentará que el abuelo de un entrevistado en Sant Andreu de la Barca, indicaba que de pequeño había visto lobos, por lo que le decían que «Si veus el llop, crida».

Obviamente, el miedo que existía por parte de la población a la aparición de criaturas como estas, explicará este tipo de indicaciones a los menores. Precisamente el área de la Serra de l'Ataix, era uno de esos puntos, que antaño siempre preocupaba a pastores y gente que se hubiese de mover por esa zona. No siendo por ello raro que en este punto pudiesen verse lobos hasta el siglo XIX.


Montmajor

La devoción a Sant Llop en este municipio de la comarca del Berguedà, se remonta a tiempos pasados, como se apreciará en los restos de la iglesia de Sant Sadurní del castillo de Montmajor, en cuyo interior ya existía una capilla dedicada a este santo.

Gozos dedicados a Sant Llop en Montmajor. https://algunsgoigs.blogspot.com/2013/11/goigs-sant-llop-montmajor-el-bergueda.html

En la actualidad el santo se encuentra en una hornacina del retablo lateral de la iglesia de Sant Sadurní. Sabemos que antaño esta área geográfica albergaba bastantes lobos, lo cual para nada es un hecho casual que nos lleva a pensar que los pobladores del lugar viesen en Sant Llop una advocación en la que dirigir sus plegarias para que esta les ahuyentase de este tipo de criaturas.

Imagen de Sant Llop de Montmajor. https://patrimonicultural.diba.cat/element/imatge-de-sant-llop-de-sant-sadurni-del-castell-de-montmajor

Una de las masías que veremos por esta zona y cuyo nombre es bastante evidente, es el de la casa de campo de Cruallops. Igualmente, no muy lejos de este lugar se encuentra la ermita de la Mare de Déu del Bosc, una advocación que como se verá antaño fue muy preciada en este sitio.

Señal para desviarse hacia la Masía de Cruallops (imagen del autor)

Preciamente, esta Virgen será considerada como una efectiva protectora contra el ataque de animales salvajes, por lo que no muy lejos de este espacio, se alzará la referida ermita de la Mare de Déu del Bosc, a la que como se verá acababan encomendándose muchos vecinos, ya que se decía que protegía a la gente de los peligros del bosque, y entre los que evidentemente estarían los que pudiesen ocasionar los lobos. Así pues, no muy lejos de esta zona, creemos que no será casual la existencia de diferentes topóninos alusivos a esta criatura, tal y como veremos en el caso del Serrat del Portell del Llop, así como también en el Serrat del Llop.

Ermita de la Mare de Déu del Bosc en Espunyola (imagen del autor)


Hortsavinyà (Tordera)

Sant Llop d'Hortsavinyà o Santa Eulàlia d'Hortsavinyà es una ermita que remonta sus raíces arquitectónicas como mínimo a la segunda mitad del siglo XI, aunque es muy factible que incluso esta llegase a ser un poco más antigua.

En este espacio sagrado, a pesar de los daños infligidos durante la guerra incivil de 1936, llegó a poder salvaguardarse la imagen de Sant Llop, gracias a la intervención de unos vecinos que consiguieron sacarla de aquel lugar antes de que acabase desapareciendo.

Paraje natural de Hortsavinyà (imagen del autor)

Cuando uno camina por el paisaje de esta área montañosa, y aprecia la cantidad de áreas naturales, así como algunas fuentes que hay a lo largo del entorno dominado por los árboles, entiende rápidamente como era normal hasta hace poco más de un siglo que los lobos llegasen a resistir en este entorno. Creemos por ello, que no será precisamente un hecho casual que en medio de esta zona, los habitantes que residían en hábitats dispersos, optaran por encomendarse a la protección de un santo tan apreciado para estos menesteres, como ocurriría con el caso de Sant Llop.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Font i Rius, Joan (1969). “Sant Llop, compatró de Centelles”. Col.lecció de Goigs “Santa Eulalia”, nº54. Barcelona

*Grabulosa Santos, Igor (1987). “Història i llegenda del llop a les comarques gironines”. Revista de Girona, 1987, núm. 123, pp. 60-65

*Graupera i Graupera, Joaquim (2007). «Les veracreus gòtiques i del temps del renaixement al Maresme». Sessió d’Estudis Mataronins, núm. 24, pp. 79-96

*Manent i Segimon, Albert (2000). “Memòria històrica del llop al Baix Llobregat”. Nº 6 (Ejemplar dedicado a: Els mitjans de comunicació al Baix Llobregat i altres escrits), pp. 145-150

*Oliver i Bruy, Jaume (2020). “Reforma catòlica i renovació de les esglésies medievalsContextualització històrico-arquitectònica del retaule de Sant Pere de Vallcàrquera (1595)”. Monografies del Montseny, N.º 35, pp. 141-152


Webgrafía:

https://algunsgoigs.blogspot.com/2013/11/goigs-sant-llop-montmajor-el-bergueda.html

https://algunsgoigs.blogspot.com/2020/09/goigs-sant-llop-dosrius-maresme.html

https://algunsgoigs.blogspot.com/2021/01/goigs-sant-llop-centelles-osona.html

https://assocamicsdelsgoigs.blogspot.com/2018/07/goigs-del-glorios-sant-llop.html

(1) https://patrimonicultural.diba.cat/element/llegenda-de-lermita-de-sant-llop

https://patrimonicultural.diba.cat/element/goigs-en-llahor-de-sant-llop-bisbe-i-confessor-ques-canten-en-lermita-de-sotarriba-sant

https://patrimonicultural.diba.cat/element/imatge-de-sant-llop-de-sant-sadurni-del-castell-de-montmajor

viernes, 14 de noviembre de 2025

San Blas y el lobo en el territorio conquense

La vinculación de San Blas con el mundo lupino es más estrecha de lo que nos podemos imaginar. Como sabemos, este santo fue un obispo que optó por llevar la vida propia de un ermitaño, al cual hasta la cueva en la que se hallaba, acudían animales salvajes a los que había conseguido amansar.

Se dice que, debido a su formación en medicina, este mismo los curaba. Aquello derivaría en que incluso según la tradición, se le acercasen criaturas como osos y lobos, y que acabarán relacionando a San Blas como un gran domesticador de fieras, al mismo tiempo que como un protector contra los ataques de cualquier especie salvaje.

Como ya se ha comentado en más de una ocasión, en estas tierras San Blas ha sido un santo al que muchos de nuestros antepasados se encomendaron, especialmente cuando padecían molestias o enfermedades de la garganta, algo que precisamente, también apreciaremos en la advocación de San Lupo o Sant Llop, y que de la misma forma que ocurrirá con San Blas, también estará relacionado con las demandas de protección de los temidos ataques de lobos, y que se producían tanto en cabañas ganaderas como hacia las personas.

Joan Font i Rius (1969), aprecia una evidente similitud entre ambas advocaciones, al indicar que Sant Llop “viene a ser como San Blas en la Catalunya Nueva”. Es por ello que las cualidades protectoras que históricamente la población le ha asignado a Sant Llop en el territorio catalán, serían las equivalentes a San Blas en la zona castellana.

Precisamente, relacionado con esto, estará la creencia que antaño advertía que aquella gente que se encontrara con un lobo, podía no recuperar el habla, corriendo el riesgo de enmudecer, y así no poder solicitar auxilio, de ahí la necesidad de disponer de voz y así demandar socorro en el caso de que se produjese un ataque. Es por ello que puede no ser casualidad que tanto San Blas como Sant Llop, sean santos protectores contra problemas de la garganta, como en este caso ocurrirá con la afonía.

Grabado de San Blas con varias fieras. Archivo Histórico de Barcelona (https://interbenavente.es/archive/20186/refranes-de-san-blas)

Cabe tener en cuenta que además de la acción que relata como San Blas sanó a un niño atragantado por una espina, está aquella que rememora como este obligó a un lobo a regurgitar vivo un cerdo que había devorado a una anciana sin recursos.

En diferentes localidades de la provincia de Cuenca, apreciaremos que San Blas ha sido una de las principales advocaciones, sirviendo como ejemplo los municipios de Albalate de las Nogueras, Almonacid del Marquesado, Enguídanos, Pozoamargo, Santacruz de Moya, Torrejoncillo del Rey o Torrubia del Campo.

Sobre el lobo en nuestra área de estudio, ya hemos comentado que alrededor de las tierras de Huete, este se movía de forma frecuente hasta principios del siglo XX. Veremos que en el caso de Caracenilla existe todavía un paraje llamado “La Hoya del lobo”.

En La Peraleja, sabemos que se creará una cofradía dedicada a San Blas, y cuyo primer libro arranca del año 1742. Por otro lado, conocida es la fuente del lobo entre Huete y Verdelpino de Huete, así como alguna historia que nos remonta a finales del siglo XIX, cuando todavía se producía la entrada nocturna de estos cánidos dentro del área urbana de esta actual pedanía optense, y en la que los perros de las casas ladraban de forma desenfrenada, advirtiendo a los vecinos de esa presencia en el exterior.

Recordemos que precisamente en Verdelpino de Huete, la festividad de San Blas en tiempos pasados gozó de bastante notoriedad. No siendo por este motivo un hecho casual que el nombre de Blas aparezca entre algunos de los vecinos documentados en las primeras referencias del archivo de protocolos notariales de Verdelpino de Huete. Por otro lado, a mediados del siglo XVII veremos que San Blas aparece como patrón en este lugar, poseyendo además una ermita bajo su advocación.

En Saceda del Río, la devoción a San Blas se refleja en uno de sus vecinos, Diego de Mochales, quien dona a principios del siglo XVIII un cuadro de este santo a la parroquia del municipio. De la misma forma, en Villarejo de la Peñuela veremos que eran sobradamente conocidas las incursiones de este cánido.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Font i Rius, Joan (1969). “Sant Llop, compatró de Centelles”. Col.lecció de Goigs “Santa Eulalia”, nº54. Barcelona

sábado, 8 de noviembre de 2025

El lobo en la zona fronteriza de Cuenca y el área de Requena-Utiel. Apuntes de toponimia

La historia de buena parte de lo que hoy denominados como la comarca de la Plana de Utiel-Requena, es imposible desligarla del territorio conquense. De ahí que si pretendemos estudiar la presencia del lobo en estas tierras siglos atrás, es necesario hacerlo desde un marco territorial que englobe todo en su conjunto, y donde la presencia de este animal fue una realidad incluso hasta entrado el siglo XX.

Para ahondar en la cuestión, es imposible no tener presente el estudio publicado por Ignacio Latorre (2018), donde el autor analiza la historia de la evolución de este animal a lo largo de la Meseta de Requena-Utiel.

El término municipal de Requena abarca un amplio entorno y por ende de diferentes topónimos relacionados con este animal, como ocurre con el caso del Azagador del Lobo, el Barranco de Lobero y la Casa del Lobero. Al respecto, Madoz dice de este lugar que se ven “algunas cabras monteses, corzos, zorras y lobos”. Algo similar sucede con Utiel donde veremos algunos nombres como el de la partida de La Lobera y el Matorral de la Loberuela.

Ignacio Latorre (2018, 420) comenta sobre las medidas llevadas a cabo para reducir la presencia de este animal, que “a partir del primer tercio del siglo XVII, el pago de la captura de lobos se realizaba no con el dinero de propios del Ayuntamiento, sino con el reparto de gastos entre los ganaderos locales y foráneos, que pagaban acorde con la magnitud de su rebaño. Así lo indica la provisión real de Felipe IV de 8 de febrero de 1634, dirigida al corregidor de Requena, a partir de una petición de Diego García de Menaca, en nombre del Concejo de Requena, que había manifestado que en el término de Requena iban muchos ganados a pastar y que debido a las características montuosas y quebradas del territorio habían muchos lobos, zorras y otros animales dañinos”.

La localidad de Camporrobles también posee algunas designaciones alusivas al cánido, como ocurre en el caso de la pedanía de La Loberuela, además de la Hoya de dicho nombre. En Sinarcas conocida es la historia del “lobo de la ras” y que sirve para situar la presencia de esta especie en pleno siglo XX, tal y como relata en su obra Eliseo Palomares (1981), además del antiguo caserío de Lobos-Lobos, debido a que antaño estos cánidos abundaban en la zona. 

Sabemos que al lado de este caserío existirá una fuente, que permitirá un flujo de agua permanente, que obviamente atraerá más si cabe a estos animales hacia la zona. Cabe sumar que además del barranco de mismo nombre, alrededor existía un área boscosa, que ayudaba a que antaño el lobo se mantuviera por estos entornos.

Caserío de Lobos-Lobos (imagen del autor)

Sobre Lobos-Lobos, Eliseo Palomares (1981, 305), comenta que debe su nombre a la abundante presencia de lobos en las inmediaciones del lugar. El autor indica que todavía es frecuente oír hablar a los ancianos de las andanzas del famoso lobo de la Ras, que se presentaba a la hora de comer donde estaban comiendo las gentes campesinas y no se marchaba hasta que le echaban algo de comida”.

Pensamos que tampoco es un hecho casual que en Sinarcas exista una ermita dedicada a San Marcos Evangelista, el cual como recuerda la tradición cristiana, es una advocación a la que se le invocará para la protección del ganado contra los ataques de alimañas. 

Pinar en la entrada al caserío de Lobos-Lobos (imagen del autor)

Madoz dice que en Venta del Moro: “se cría ganado lanar y cabrio, y alguno de cerda, caza de liebres, conejos, perdices, cabras monteses, corzos y lobos”. De la misma forma, nos llama mucho la atención, la trama urbana originaria de la localidad de Fuenterrobles y que Ignacio Latorre (2018 441) recoge en su artículo, la cual estaba diseñada para guarecerse de las inclemencias y especialmente ataques de animales como este, y que nos recuerda a las acciones preventivas que como ya hemos comentado más de una vez, se llevaron a cabo en los municipios castellonenses de Fredes y Bel.

Ignacio Latorre, a través de los datos que recopila del cronista Fernando Moya Muñoz, relata como algunos puntos del urbanismo de Fuenterrobles, obedecen a unas pautas de protección contra este tipo de animales, con residencias que se sitúan alrededor de un corralón con varias entradas, para así tener este bien seguro y aislado de la entrada desde el exterior de alimañas. Indica que: “las ventanas al exterior eran muy pequeñas para que ni siquiera por los ventanucos pudieran entrar los lobos. La memoria oral se retrotrae al siglo XIX y recuerda como en los nevascos, cuando el pueblo estaba aislado, se acercaban los lobos y otros animales al pueblo rascando las puertas y casas buscando comida, por lo que se dejaban los mínimos vanos al exterior” (Latorre, 2018, 441). Este fenómeno también se puede advertir en el barrio de Turquía (San Antonio) y en Venta del Moro (Latorre, 2018, 442), en el caso de este último municipio, “con veinte callejones sin salida y encerrados en sí mismos, se puede explicar en parte como medio de protección contra animales dañinos. De hecho, muchos de ellos se cerraban por las noches y conservan la estructura de las puertas”.


La Loberuela (imagen del autor)

De nuevo Ignacio Latorre, comenta precisamente sobre Venta del Moro, debido a la continua problemática que tenían con los lobos, que incluso una niña llegó a morir a finales del siglo XIX, posiblemente por el ataque de uno de esos animales: “Una de las últimas noticias sobre el lobo en la comarca nos la aportó el diario requenense “El Eco de la Región” en su número del 24 de junio de 1894: “En el término municipal de Venta del Moro un pastor encontró días pasados un hueso y una alpargata, que al parecer pertenecen a la niña Ángela Valiente, de dos y medio años de edad, y natural del mismo pueblo, extraviada hará unos dos meses. Se supone fue devorada por algún lobo u otro animal de esta especie”.

No podemos pasar por alto el nombre de una pequeña aldea denominada como “La Loberuela”, denominación a nuestro juicio, bastante indicativa de la relación de este animal con dicho lugar. La mención de topónimos en algunos municipios del área conquense es bastante alusiva, como veremos en La Pesquera con el Rincón del Lobo, el Vallejo del Lobo en Enguídanos, en Mira el Charco de los Lobos, en Talayuelas la partida de La Lobera o la Hoya del Lobo en La Puebla del Salvador.

Respecto este área conquense, también contamos con los datos que nos aporta Madoz, donde leemos de Enguídanos como este comenta que “hay muchas liebres y conejos, algunos ciervos y corzos y no pocos lobos y zorras”. Sobre Minglanilla indica que “se cría ganado lanar y cabrio; caza de liebres, perdices, conejos, algunas cabras monteses, lobos y zorras”, mientras que de Aliaguilla añade que “abundan los pastos y la caza de perdices y liebres, sin que falten algunos conejos, lobos, corzos y venados”.


Zorro (Vulpes vulpes) visto en las afueras de La Loberuela (imagen del autor)

Estas referencias de mediados del siglo XIX junto con las anteriores, dibujan claramente un escenario que confirma como a mediados de esa centuria, esta área geográfica, junto con lo que hoy viene a ser la zona valenciana de Requena-Utiel, era un espacio en el que este animal no era todavía extraño de ver, a pesar de que su población se habría reducido respecto épocas pasadas.

Sobre la presencia del animal en Mira, Latorre (2018, 416), apoyándose en una referencia del Archivo Municipal de Requena, comenta como ya en el siglo XVI “son varios los lobos cazados en Mira por loberos mireños. Además, existía un acuerdo por el cual los lobos cazados en Mira también los pagaba Requena y viceversa (Pago de 200 maravedíes a Juan de Buega, vecino de Mira”.

Como ya hemos indicado en alguna ocasión, el siglo XVIII marcará un punto de inflexión en la evolución de la población de la especie, y es que además de que las políticas de deforestación y que mermaban el espacio ocupado por el animal, cabe incluir un mayor uso de las armas de fuego, que incrementarán la letalidad en las batidas que se realizaban contra estos animales.


Callejones de Venta del Moro (imagen del autor). Todavía pueden apreciarse los diferentes espacios cerrados que han quedado dentro de la trama urbana del municipio, y que antaño podían sellarse del exterior

Calle Huertas de Fuenterrobles (imagen del autor). Esta manzana de casas es un claro ejemplo de la finalidad protectora que antaño tenían este tipo de espacios urbanos

Añade Latorre que “En Hortunas, Fermín Pardo, cronista oficial de Requena, recuerda como en 1952-1953, los mozos de la aldea exhibieron y pasearon incluso un lince capturado vivo que a su temprana edad le pareció de gran fiereza. Era habitual exhibir y pasear zorros, zorras y tasones (tejones) y que los vecinos le dieran la voluntad en forma de dinero a los alimañeros. Las pieles de los zorros servían para confeccionar prendas de abrigo” (Latorre, 2018, 431).  


Barrio de Turquía, en San Antonio de Requena (imagen del autor). De la misma forma que en los casos anteriores, en esta zona de la población, las viviendas y paredes altas se hallaban agrupadas alrededor de una manzana, pudiendo cobijar así corrales interiores

El punto y final a la presencia del lobo en esta zona, Ignacio Latorre (2018-b) comenta que se produjo alrededor de 1952 entre Henarejos y Garaballa, cuando fue abatido el último ejemplar. Este tenía un gran tamaño, siendo visto por muchos vecinos del momento, ya que fue exhibido. Creemos que sería muy pausible pensar que la treintena de cabras que el autor comenta que murieron atacadas un par de años antes en esta misma zona, se debiesen a esta criatura.

David Gómez de Mora

Referencias:

*Latorre Zacarés, Ignacio (2018). “La Meseta de Requena-Utiel: Tierra histórica de lobos”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, Nº. 33, 2018 (Ejemplar dedicado a: I Congreso de Naturaleza, Meseta de Requena-Utiel), pp. 403-460

*Latorre Zacarés, Ignacio (2018-b). Requena (08/05/18). La historia en Píldoras: https://iv.revistalocal.es/columnas/ultimo-lobo/

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

*Palomares Pérez, Eliseo (1981). Sinarcas (Geo-historia, folklore, lenguaje y toponimia). Valencia, 337 pp.

domingo, 2 de noviembre de 2025

Breves apuntes sobre los Alcázar

La historia de la familia Alcázar ya fue tratada en nuestro trabajo sobre los linajes de Verdelpino de Huete (2022), recordando además que Manuel de Parada (2003, 179), indicaba en su artículo sobre el Colegio de San Lucas Evangelista, el testimonio del licenciado don Juan de Torres y Vargas, al mencionar que: los Alcázar son de muy buena familia y que el convento de Uclés prometió el hábito a todos cuando mercó “Buenamesón”, una gran heredad que está en la orilla del Tajo y que fue de estos Alcázar.

La relación de este linaje con Uclés, no cabe duda de que con el paso del tiempo fue muy estrecha. Algo que por ejemplo se revela en el expediente (AHN, nº10747) de don Diego Pérez de Alcázar Torrecilla, quien para ingresar como religioso en la Orden de Santiago, irá recordando los vínculos que su familia previamente había tenido con los integrantes de dicha Orden, siendo el caso de su pariente Domingo de Solera, y con quien tenía en común el apellido Alcázar, ya que las madres de estos eran familiares.

Al mismo tiempo, menciona una larga lista de parientes que habían conseguido servir al Santo Oficio, muestra de la limpieza de sangre que este decía portar, y que, por lo tanto, le servía como credencial para reivindicar su derecho a conseguir el ingreso que tanto ansiaba.

Convento-Palacio de Buenamesón

Otro Alcázar que quería mostrar los vínculos de su familia con la Orden de Santiago fue don Juan José de Alcázar de la Vega y Medina, quien como el anterior, aportará en un expediente (AHN, nº10504), diferentes pruebas que irán en la misma línea que en el caso de don Diego.

Por ejemplo, este argumentará muchos actos positivos, recordando que su familiar, el Ilustrísimo señor Fray Diego Pérez de Alcázar, fue Prior del Convento de Uclés, así como que también era pariente del Ilustrísimo señor Bernabé Cano, este también perteneciente a dicha orden y Prior en ese momento en aquel lugar.

Río Tajo a su paso por las cercanías de Buenamesón

De la misma manera que mencionará al antes referido don Domingo de Solera y Alcázar-Montoya, aquel aportará más nombres de personas destacadas, entre quienes estará el de don Diego Cano Aguilar, quien también obtuvo el hábito de Santiago, así como don Pedro de la Fuente de Alcázar.

Ahora bien, ¿qué era ese lugar de Buenamesón?

Como ya nos recuerda María Pilar Moya en su tesis doctoral “Arquitecturas de conquista”, Buenamesón o Buena-mesón sobre el río Tajo, nunca fue una aldea, sino una heredad, que ya aparece documentada en 1320 (Moya, 2017, 149), estando con el paso de los siglos ligada a Uclés a través de la Orden de Santiago.

La autora nos comenta que: “En la visita de 1537-1538 (Jiménez, Retuerce y Segura 2009, 2:141-206) la heredad fue nombrada como propiedad del priorato y en ese momento los visitadores encontraron tres paradas de molino además de casas, un corral, una fragua y un horno y una casa para las personas que venían del convento” (Moya, 2017, 149).

Parece ser que en el lugar por aquellas fechas no había vecinos, simplemente los colonos a los que estaban arrendadas las explotaciones, habiendo como únicas construcciones “unas casas principales de aposento y recreación del dicho convento; dos casas de paradas de molinos, una con nueve ruedas y otras con dos, un batán, dos casas de servicio para los molinos y el batán y dos casas que se daban al barquero y hortelano de la heredad. No había ninguna iglesia, únicamente una capilla en la casa principal” (Moya, 2017, 149).

Reconstrucción de la casa principal de Buenamesón. Elaboración de María Pilar Moya (Moya, 2017, 300)

Parece ser que algunos relatos sobre los orígenes genealógicos de la familia Alcázar, ahondaban sus raíces, en linajes que poco tendrían que ver con la historia originaria de esta casa. Veremos que la genealogía de esta familia aposentada en la tierra de Huete, en muchos casos nos lleva por varias de sus ramas hasta Rodrigo de Alcázar, un hidalgo de Alcocer, y que a través de su testamento (AHN, Clero Secular), menciona el nombre de algunos hijos e integrantes de su linaje, entre los que aparecerá el de un Ruy Gómez de Alcázar.

Como bien sabemos, muchas veces este tipo de familias que ennoblecían con el transcurso del tiempo, al no ser reconocidas como hidalgas desde tiempos inmemoriales, buscaban todo tipo de estrategias, que les permitiesen demostrar su pertenencia a ese estamento privilegiado, y que siempre era un punto de partida, para alcanzar las pretensiones sociales que sus integrantes ansiaban.

Una de las formas, era la de reflejar la coincidencia de nombres y apellidos entre sus familiares, con los de otras personalidades que en el pasado habían sido reconocidas como pertenecientes al estado noble, validando y reivindicando de esta forma su solera, al tiempo que poder esquivar cualquier tipo de acusación que recayese sobre estos, pues siempre existía el peligro de que alguien sospechase o recordase el verdadero origen genealógico del apellido que portaban. Tengamos en cuenta que por aquellos tiempos, el arrastrar un vínculo de sangre con una familia cuyos antepasados habían sido conversos, era siempre un problema que incluso afectaba a la descendencia de la casa, a pesar de que hubiesen trascurridos muchas generaciones.

No debemos de olvidar el nombre de un caballero que portaba entre sus apellidos el de “Alcázar”. Concretamente se tratará del noble don Ruy Gómez de Alcázar (yerno de Antón Díez de Ríos), tras casar con doña Constanza. Estos eran vecinos de Cifuentes, y la documentación recuerda que en el siglo XV vendieron el lugar de Cívica a los monjes de San Blas de Villaviciosa.

Cívica

Obviamente, la coincidencia de nombres de personajes con un mismo apellido a lo largo de una familia en diferentes generaciones (al margen de posibles coincidencias), fue como hemos visto una estrategia que permitirá a descendientes de linajes como el de los Alcázar de Huete, el poder invocar un lazo familiar, que por ejemplo en este caso, le valía a más de uno el dar a entender, que estos guardaban nexos de sangre con los antiguos poseedores de aquel lugar, y que en el caso que nos ocupa se halla en las tierras de Guadalajara (estando hoy adscrito como pedanía de Brihuega).

Cívica

Consideramos necesario comentar que, en algunas de las partidas sacramentales de municipios como Huete, Caracenilla y Verdelpino de Huete, hemos comprobado que por las líneas genealógicas de este apellido, se invoca un origen con el citado Rodrigo de Alcázar, que automáticamente a muchos de estos les sirvió para ser reconocidos como miembros del estado noble.

Cívica

Ahora bien, es importante matizar que hemos apreciado como será a partir de los siglos XVII y XVIII, cuando algunas de esas ramas mejor aposentadas, comenzarán a invocar una nobleza, que antes nunca se les había sido reconocida en los documentos de la época, por no haber sido anteriormente hidalgos. Algo que apreciaremos en el caso de los Alcázar-Montoya, quienes antes de incorporar el apellido Montoya, salta a la vista por la documentación que hemos trabajado, que pechaban como la mayoría de la gente.

Este tipo de estrategias de crecimiento social, serán habituales entre las élites del territorio conquense, tal y como hemos podido comprobar en variopintos linajes pertenecientes a diversos enclaves, tanto de la tierra de Alarcón como de Huete.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Verdelpino de Huete


Bibliografía y fuentes documentales:

*Gómez de Mora, David (2022). Historia y linajes de Verdelpino de Huete, 198 pp.

*Moya Olmedo, María Pilar (2017). Arquitecturas de conquista. La arquitectura de la Orden de Santiago, la reconquista de la Encomienda de Uclés; y la arquitectura de conquista de Nueva España. Tesis doctoral. Madrid: Universidad Politécnica de Madrid, 2017. Disponible en: https://doi.org/10.20868/UPM.thesis.48002.

*Parada (de) y Luca de Tena, Manuel (2013). “El Colegio de San Lucas Evangelista”. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, vol. VI (2000-2001), pp. 155-189

*Archivo Histórico Nacional. Clero secular, 1969. Testamento de Rodrigo de Alcázar, año 1594

*Archivo Histórico Nacional. Expediente de pruebas de Juan José de Alcázar de la Vega y Medina, para el ingreso como religioso de la Orden de Santiago. Nº10504

*Archivo Histórico Nacional. Expediente de pruebas de Diego Pérez de Alcázar de Torrecilla y Pérez, para el ingreso como religioso de la Orden de Santiago. Nº10747

miércoles, 29 de octubre de 2025

El lobo siglos atrás en la zona de La Serranía de Valencia

La presencia del lobo en muchos puntos del interior de las tierras de la provincia de Valencia fue una realidad hasta principios del siglo XX, y que todavía se aprecia en la toponimia de bastantes localidades.

A falta de un mayor conocimiento de la toponimia local que nos permita aportar más nombres relacionados con este cánido, la lista que poseemos hasta el momento no es escasa. Cabe recordar que esta se puede consultar en la obra del Corpus Toponímic Valencià, donde se recoge de forma detallada los diferentes topónimos que se han conservado hasta la fecha en cada uno de los enclaves del territorio valenciano.

La elevada cifra de nombres relacionados con el lobo se debe a la abundancia de la especie en una de las comarcas interiores de la provincia, que por sus características geomorfológicas, fomentaría más si cabe su resistencia, a pesar de la persecución a la que fue expuesto.

Las zonas montañosas con terrenos de difícil acceso, la presencia de abundantes barrancos cercanos a puntos de agua, y el mantenimiento de zonas boscosas que este aprovechaba como refugio, le permitieron alargar su existencia, a diferencia de otros lugares donde antes ya acabó desapareciendo.

Hoy hablar del lobo en estos lugares, es hacerlo de una criatura que nadie ha llegado a conocer, a diferencia de cuatro o más generaciones atrás, donde la gente que vivía en el campo, entendía a la perfección la importancia de la agricultura y especialmente la ganadería, por ser estas las principales fuentes de alimento que sustentaban a la población, siendo por ello este animal una amenaza de cara a los intereses de esos habitantes que dependían de aquel sustento.

Las políticas de caza, con batidas que paulatinamente fueron reduciendo la cifra de lobos, incluirían también otras especies que fueron consideradas como nocivas para el mantenimiento de explotaciones animales, siendo este el caso del zorro o el gato montés.

Esa visión negativa, que afectará especialmente a la supervivencia del lobo, se deberá a los daños que ocasionaba en corrales, caseríos o pequeños núcleos poblacionales en medio del campo, donde las incursiones hasta esos puntos o zonas de pasto, solían ser frecuentes.

Vistas desde Alpuente (un enclave montañoso donde los lobos fueron vistos hasta las primeras décadas del siglo XX). Imagen del autor

Como era costumbre en las localidades de antaño, los lobos cazados eran muchas veces expuestos de pueblo en pueblo, especialmente cuando se trataba de piezas de gran tamaño, así como también si previamente se sabía de la existencia de daños ocasionados por estos en esos lugares.

Si nos ceñimos a la toponimia de la zona, veremos la variedad de parajes que nos recuerdan tantos puntos en los que estos aparecían, así como lugares donde se colocaban trampas para dar con ellos.

Los aullidos nocturnos, su presencia recurrente en un espacio concreto, o simplemente una aparición fortuita, acompañada de un relato o una leyenda, eran muchas veces motivos suficientes para designar un enclave con el nombre de ese animal.

En Gestalgar es conocido el Alto de la Lobera, además de la Ceja de la Lobera o la partida de La Lobera. Igualmente en Chulilla, veremos otro punto designado como el Alto de la Lobera y la partida de Cantalobos. En Andilla también existe un paraje denominado como La Lobera, así como en Domeño el Barranco del Lobo y el área de Cantalobos.

Evidentemente, las localidades de Chelva y Tuéjar tampoco se quedaban cortas en cuanto a la presencia de este tipo de designaciones, siendo en el caso de la primera la zona del Barranco del Lobo y La Lobera, mientras que en Tuéjar tendremos de nuevo la zona de Cantalobos, el Barranco del Cavo de los Lobos y el Corral de Lobera.

Si nos adentramos tierras adentro, veremos que incluso el propio Madoz en su diccionario geográfico de mediados del siglo XIX, de Alpuente llega a indicar que “también abunda en los montes la caza de liebres, conejos y perdices, y algunos lobos y zorras con otros animales dañinos”.

El poblamiento diseminado en aldeas y caseríos era un elemento a favor para aquellos lobos que merodeaban la zona, especialmente en épocas de nevadas o escasez de comida, puesto que aquellos animales se acercaban hasta estos puntos. Un ejemplo será la hoy despoblada aldea de Cañada Seca (en la zona de Alpuente). Esta zona era un lugar habitado por pastores, donde mayoritariamente se guardaba en sus corrales cabras y ovejas.

Cañada Seca (imagen del autor)

Este tipo de corrales eran zonas que los cuidadores de los animales vigilaban con mucho recelo, pues eran habituales las incursiones de lobos hasta ese lugar. Por esta razón veremos corrales bien sellados, además de sistemas seguros que garantizaran el cierre de las casas, con paredes prácticamente sin orificios, para que así ninguna alimaña pudiese penetrar en su interior.

Respecto a la actividad cinegética de La Yesa, Madoz indica que hay: “caza de perdices, conejos, liebres, lobos y zorros”. Obviamente, la toponimia dará fe de estos datos, como se presencia en el Collado de La Lobera de Alpuente, así como en el Collado de los Lobos de La Yesa.

Cañada Seca (imagen del autor)

Además de los lobos, en esta zona existían otras muchas criaturas que ocasionaban problemas para la población, motivo por el que eran consideradas como alimañas. Así pues, el zorro por ejemplo era un animal que solía entrar en los corrales, provocando daños en las aves e incluso crías de los animales más grandes que allí se guarecían. Al mismo tiempo, este afectaba a los cazadores, por ser una especie que resultaba un claro competidor para sus intereses. Un fenómeno que también ocurría con el gato montés, un animal que buscaba especialmente conejos y aves.

Tampoco podemos pasar por alto a las ginetas, las cuales cazan aves y pequeños mamíferos, así como la comadreja, y que además de gallinas, también cazará conejos. Respecto a los daños que se podían generar en los campos de cultivo, el jabalí, así como el ratón de campo, eran algunas de las criaturas que llevarán a que muchos agricultores colocasen trampas en sus explotaciones agrícolas.

Aleros con decoración de dientes de lobo en la localidad de La Yesa. Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, muchas casas todavía seguirán pintando sus aleros con este motivo, y al cual atribuían una funcionalidad protectora, entre las que estará la creencia que indica que con esto se evitaba la llegada de los lobos hasta ese punto (imagen del autor)

En el caso de La Yesa, un testigo nos comentó que incluso durante la primera mitad del siglo XX, algún lobo llegó a entrar dentro de la población, existiendo por ello el temor entre las gentes de antaño, que pudiesen acceder al interior de las casas. De ahí la creencia que indicaba que era importante que las ventanas fuesen de reducido tamaño y a una altura razonable. Algo que nos recuerda en cierto modo al dato que nos aporta Latorre (2018, 441) al tratar el caso de las viviendas de Fuenterrobles.

Foto de una vivienda de antaño en La Yesa (imagen del autor)

Igualmente, en la cercana localidad de Aras de los Olmos, no podían faltar nombres alusivos a esta especie, siendo el caso del Barranco de la Lobera, la partida de La Lobera, además del Puntal de Valdelobos, un nombre bastante sintomático, por referirse a un accidente geográfico, en el que la tradición local, advertía de la abundante presencia de este animal.

Recordemos que en esta localidad en enero del año 2024 se encendieron las alarmas, cuando se produjo un ataque que causó la muerte de diez ovejas, sobre las que en un primer momento se pensó como causante al lobo, aunque posteriormente se concluiría que estas podrían haber sido atacadas por perros asilvestrados.

Imagen que identificamos como de San Judas Tadeo en la Iglesia Parroquial de Aras de los Olmos (foto del autor)

En el interior de la Iglesia Parroquial de Aras de los Olmos todavía se pueden ver las tallas de San Judas Tadeo (abogado de las causas difíciles y desesperadas), así como también de San Benito de Nursia (advocación que en las zonas rurales era muchas veces considerado como un protector contra los lobos).

Se nos comentó que los lobos en esta franja todavía fueron vistos durante la primera mitad del siglo XX, lo cual encaja con las noticias que se han comentado de La Yesa, y que señalan como el avistamiento, aunque fuese de forma esporádica de algunos ejemplares durante las primeras décadas de aquella centuria, obviamente no era algo inusual.

Recordemos que San Benito de Nursia fue conocido como un santo capaz de amansar a las criaturas salvajes (como se recuerda con algunos animales en los relatos de su vida), sin olvidarnos de las medallas del santo, que se empleaban como un elemento protector hacia alimañas o criaturas como los lobos.

Imagen que identificamos como de San Benito de Nursia en la Iglesia Parroquial de Aras de los Olmos (foto del autor)

Conocemos incluso el nombre de algunos loberos procedentes de ese entorno geográfico (y que eran las personas encargadas de cazar estos animales). Esta gente era remunerada de acorde a las piezas que abatían, mencionando por ejemplo en un artículo Ignacio Latorre (2018, 428), el nombre de un morisco de Gestalgar llamado Juan de Ubeit.

David Gómez de Mora


Referencias:

*Corpus Toponímic Valencià (2009). Vol. I, Academia Valenciana de la Llengua.

*Latorre Zacarés, Ignacio (2018). “La Meseta de Requena-Utiel tierra histórica de lobos”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, N.º 33, 2018 (Ejemplar dedicado a: I Congreso de Naturaleza, Meseta de Requena-Utiel), pp. 403-460