Hasta la fecha son pocas
las referencias históricas de ámbito social, que tenemos sobre las diferentes
familias que se asentaron en pueblos de escasa densidad demográfica dentro del
área meridional de Cuenca, en donde el modelo de economía local era bastante
simple y similar respecto al resto de enclaves de la región, que reunían las
mismas características poblacionales.
En este tipo de lugares, el
control del sistema productivo normalmente estaba cercado por una serie de familias,
entre las que el patrimonio no cambiaba excesivamente de manos. En ese
contexto, la agricultura pasaba a ser el principal motor económico, donde
existían una serie de terratenientes que configuraban el bloque de la élite
local, que dependiendo de las cualidades geográficas del entorno, podía
complementar o directamente sustituir por la explotación ganadera.
El caso de Chumillas, no
era ninguna excepción, y como sucedía en municipios que se enmarcaban dentro de
esos parámetros, hubo diversas familias que gozaron de cierto protagonismo con
el trascurso del tiempo. Una de estas fue la de los Mora, especialmente en lo
que concibe a la segunda mitad del siglo XVIII y lustro siguiente.
Ya en tiempos de Madoz,
podemos hacernos una idea sobre que tipo producción había en el lugar (allá por
1850), cuando éste nos describe las cualidades de un terreno montuoso y
abundante de pinares, que disponía de poco espacio llano. Entre los productos
agrícolas destaca primordialmente el cultivo de trigo, seguido después de avena
y patatas, aunque estas últimas especialmente dedicadas al consumo local, pues aunque
la actividad primordial era la agricultura, en Chumillas residían sólo un total
de 161 habitantes. Otro rasgo que cita Madoz, es la presencia de cuantiosos
animales salvajes (zorros, lobos, víboras y culebras; abundando la caza de
liebres, conejos, corzos y algún venado).
Los orígenes de los Mora
de Chumillas, nos conducen hasta la vecina localidad de Olmeda de las Valeras
(actual Olmeda del Rey), donde la familia estaba asentada desde hacía mucho
tiempo. Ya en los libros parroquiales de principios del siglo XVII, vemos como el
apellido está en expansión, teniendo como principal referente al padre don Lucas
de Mora.
El señor Lucas, antes de
fallecer fundó a principios del siglo XVII una memoria para viudas
pertenecientes a su linaje, que siempre que demostraran su parentesco con la
familia, podrían recibir su correspondiente ayuda. Esta memoria funcionará
durante un largo tiempo, y en ella veremos el interés de muchas personas ya no
sólo de Olmeda, sino que de distintos puntos de la comarca, que intentaban demostrar
el grado parental que guardaban con el citado religioso, por muy lejano que
fuese.
Una de las líneas descendientes
de su linaje, será la que llegará en la segunda mitad del siglo XVIII hasta Chumillas,
se trataba de Julián de Mora Moreno, quien casó en primeras nupcias con una
representante de los Zamora de Piqueras, María de Zamora y Navarro, de la que
enviudó al poco tiempo. Posteriormente casó en segundas, con Francisca de
Medina Díaz. Era mediados del siglo XVII cuando nacerán varios de sus hijos, desde
donde brotarán varias líneas del apellido que seguirán perviviendo hasta la
actualidad.
Basilio de Mora y Lorenzo
de Mora, ya naturales de Chumillas, eran hijos de Julián y Francisca, ambos
casaron con dos mujeres que estaban bien asentadas, pertenecientes a las
familias de los Palomo y Escribano respectivamente.
Basilio lo hizo con
Manuela Palomo, mientras que Lorenzo con Isabel Escribano. Los Mora a pesar de
llevar una generación residiendo en el pueblo, catalizaron rápidamente su
posición en el lugar, así, el hijo de Lorenzo, Juan Julián de Mora Escribano
ejerció de juez. Mientras que el de Basilio, llegó a ser un personaje de
notable renombre, sobre el que nos gustaría extender nuestro artículo, puesto
que su vida se vio en un continuo vaivén de situaciones bastante particulares,
desde las que controló la alcaldía del lugar un tiempo importante. El hijo de Basilio
de Mora era el señor Manuel Julián Ángel Lucio de Mora. Manuel Ángel casó con
una integrante de la familia Sancho, María de la Asunción Sancho y Sancho.
Bóveda
de la capilla lateral de la iglesia de Chumillas
Los Sancho, y que emparentaron
de manera reiterada en generaciones posteriores con diversos miembros de la
casa de los Mora, tenían una larga solera entre las élites locales. Sabemos que
Santiago Sancho era por aquellas fechas el procurador y síndico general de
Chumillas.
Gracias a un documento
presente en la Chancillería de Granada, podemos transcribir parte de la
historia de Manuel Ángel de Mora, quien llegó a Chumillas en 1806, tras haber
estado ausente en el municipio durante unos años.
El retorno de Manuel parece
que fue a lo grande, ya que tras volver a la localidad, se hizo con la vara de
alcalde. Rápidamente vemos que esto no fue del agrado de todos sus vecinos,
pues las críticas y malestares que se empezaron a vivir en aquel lugar tan
tranquilo, se tradujeron en disputas que desembocaron en diferentes procesos
judiciales, que a medida que trascurría el tiempo iban complicándose, pues como
podemos leer en la documentación, a Manuel Ángel algunos de sus vecinos no se
lo podían quitar de encima “a causa de los muchos doblones que le mandaba un tío
suyo (el hacendado)”, puesto que gozaba de una buena situación económica e
influencias, que dificultaban el llegar a apartarlo del poder local.
En la información se dice
que Manuel Ángel mantuvo varios enfrentamientos con algunos labradores y
funcionarios del ayuntamiento, por diferentes razones, que acabaron
traduciéndose en cruces de acusaciones, de los que se desprende una clara
enemistad entre dos bandos, que en un espacio tan reducido como Chumillas, creemos
que acabarían extendiéndose entre la mayoría de habitantes. La cosa llegó a los
juzgados, no obstante, para mala suerte de quienes querían tener lejos a Manuel,
el caso nunca se llegaba a resolver, pues según sus denunciantes, Manuel Ángel
de Mora dilataba la situación por “los muchos doblones que tenía”.
No cabe la menor duda del
poder de Manuel Ángel, cuando se afirma que éste “ha llenado de pleitos a los
pobres vecinos (de Chumillas), valiéndose de testigos que para el caso tiene
preparados para formar causas de oficio a los vecinos que han sacado la cara en
sus injusticias”. Entre las quejas se menciona por ejemplo que el ganado de su tío
se comía el trigo de los labradores, fenómeno por el que éstos toman cartas
sobre el asunto. Las denuncias recibidas en los Tribunales de Cuenca se
acumulaban, sin causar efecto, según se relata, como resultado de los contactos
con los que contaba la familia. Se dice que Manuel tenía por amigo en la corte
al Señor Duro y Solano, Oidor en el Santo Tribual, y del que era su protegido.
Manuel Ángel de Mora
ejerció como escribano real, aunque los testigos que aparecen en el pleito aluden
a que aquel cargo no era legítimo, fenómeno que evidenciaba aún más la brecha enorme
que existía entre éste y varios de los funcionarios del ayuntamiento.
Por un lado, el miembro
de los Mora tenía en su contra a cuatro escribanos que alegaban falta de pagos
desde dentro del consistorio, acusaciones que Manuel Ángel no estaba dispuesto
a reconocer, y que, aprovechando sus posibilidades, pretendía defender hasta el
final. Los enanos parece que no dejaron de crecerle, cuando observamos que en
la Chancillería de Granda hay otro pleito con fecha de 1815, por la venta de un
molino harinero entre el referido Manuel Ángel de Mora y Miguel Hortelano
(vecino de Valera de Arriba).
La cosa llegaría bastante
lejos, cuando leemos que la parte denunciante advertía de la tensión que se vivía
en la localidad, así como de los riesgos que podía desencadenar el alargamiento
de aquella situación. A pesar del escaso tamaño del municipio, quedaba claro
que en el lugar había dos bloques de poder, en donde cada uno pretendía
establecer sus influencias.
Hasta la fecha hemos
recabado diversas notas, y sería interesante seguir investigando la historia de
estas familias en la localidad de Chumillas, pues no sabemos de qué manera se
palió aquel conflicto.
Por lo que desprendemos
de los testimonios, Manuel Ángel, aprovechando su posición privilegiada, parece
que pudo actuar con cierta impunidad que quedaría reflejada en los intereses
personales tanto de él junto de las familias que estaban asociadas a su círculo
de influencias, mientras que por otra parte, nos encontramos con un conjunto de
vecinos, que verían como aquella situación no les era nada favorable, en donde
se hallaban los escribanos de la corporación. ¿Eran fundamentadas aquellas quejas, u obedecían
a motivos vinculados con la envidia y la resignación?
Recordemos que los Mora
no llevaban asentados en la localidad más que un par de generaciones, y esto
obviamente no haría mucha gracia en un lugar de reducido tamaño, donde la vida
monótona estaba regida por otras casas con un arraigo más extenso.
Independientemente de lo que realmente llevara a una parte enemistarse con la
otra, creemos que Manuel Ángel pudo ser una persona con bastante temperamento, prepotencia
y arrogancia, que partiendo de una buena disponibilidad de recursos tal y como
confirman los testigos, unida a una envidiable red de contactos, alimentarían
la tensión entre aquellos bandos que pretendían hacerse con el control de la
administración local.
Parece que Manuel Ángel
seguiría viviendo con tranquilidad en Chumillas, cuando todavía en 1817 el
nombre de uno de sus hijos aparece en las partidas bautismo que se registran en
la localidad. Queda claro con ello la tensión palpable por aquellas fechas
entre los principales bandos del municipio, en el que los recién llegados con
el apoyo de los Sancho, pretendieron muy probablemente establecer sus reglas,
sobre otro conjunto de familias, que obviamente también tenían sus motivos,
intereses y razones.
(Continuará…)
David Gómez de
Mora
Referencias:
-Archivo Histórico
Nacional. Varios expedientes del año 1808 relacionados con la Administración
Local, Consejos, 17790, Exp. 5
-Archivo Personal.
Apuntes genealógicos del apellido de Mora, nº 383