Existen muchas familias de la
nobleza conquense, sobre las que desconocemos bastantes datos que nos ayuden a
comprender con claridad cómo funcionaba la sociedad rural que desde siglos
pasados, marcó claramente la distinción entre los miembros del estado noble con
el resto de pobladores.
En ese sentido, es interesante
remarcar el papel que jugaron los linajes de la nobleza local, puesto que en la
mayoría de ocasiones, fueron los agentes que aglutinaron un mayor protagonismo,
al ostentar los principales cargos dentro de la administración municipal.
Partiendo de esa base, resulta primordial analizar el caso de los integrantes
de la familia Ramírez y Toro de Buenache, quienes en origen pertenecen a una
misma casa, que durante la primera mitad del siglo XVI, a través del enlace de
su progenitor, dispersan su descendencia en diferentes ramas, en las que cada
una adoptará un apellido diferente, que les permitirá distinguirse, a pesar de
proceder de un mismo tronco genealógico, puesto que no dejaban de ser una de
las variadas familias que conformaban la nobleza local.
Sabemos que serán dos los
principales focos de proyección donde desempeñarán sus funciones: Santa María
del Campo Rus y Buenache de Alarcón. Para ello deberíamos remontarnos hasta
mediados del siglo XVI, y partir de la figura de Leonardo de Toro, asentado en
el primer municipio, y marido de la señora María de Herrera.
No olvidemos que esta familia procedía
de la casa de los Ramírez de Arellano, de ahí que siguiendo la costumbre tan
propia de estas tierras, sus integrantes adoptarán los apellidos de sus
ancestros, sin seguir el orden establecido por el que hoy nos regimos, intercalando
y mezclando sus formas, aunque difiriesen entre hermanos.
Escudo
de la familia Ramírez de Arellano. Fuente: www.alamy.com
Leonardo tuvo varios hijos, de
los que hasta la fecha hemos llegado a conocer cuatro, una mujer, llamada Ana
de Toro, y luego tres varones, Leonardo de Toro, Francisco Martínez Ramírez y
Juan de Toro. Sobre los hombres, sabemos que los dos primeros residieron en
Buenache, barajando los apellidos Toro, Martínez y Ramírez (en ocasiones
acompañado por el “de Arellano”), mientras que Juan se quedó residiendo en el
municipio de su madre, Santa María.
Todas estas líneas de las que
hablamos, supieron proyectarse de forma efectiva, especialmente la de Francisco
y Juan. Si la primera tuvo una notable representación, que pervivirá hasta el
día de hoy, la segunda alcanzó desde un primer momento puestos importantes en Santa
María del Campo.
Árbol
genealógico de los Ramírez de Buenache de Alarcón (genealogía familiar).
Juan de Toro, reconocido como
Licenciado, fue familiar del Santo Oficio en Santa María del Campo. El hecho de
la consecución de la familiatura nos revela ya de por si el estatus de la
familia, si tenemos en cuenta que este tipo de cargos se reservaban para
aquellas gentes bien posicionadas, que obviamente seguían efectuando un proceso
de ascenso social. Aunque Juan y su padre Leonardo eran miembros de la nobleza,
era necesario seguir medrando escalafones, que, mediante este tipo de méritos,
ayudaran a engrandecer la historia de la familia. No olvidemos que eran
portadores de la sangre de una de las casas más destacadas de la nobleza de la
Manchuela, y es que, aunque sólo algunos de sus integrantes hicieran alarde del
apellido completo, no olvidaban donde radicaban sus raíces. Parece ser que la
línea que nos compete prefirió un mayor uso del apellido Toro, y que del mismo modo
que el Ramírez, tenía su origen en una casa de hidalgos, cuya historia muy
probablemente se hallaba conectada con la que por aquellas fechas existía en la
misma ciudad de Cuenca, y de la que como mínimo desde finales de la Edad Media hay
diversas referencias al respecto.
Como decíamos, la línea de Santa
María del Campo es la que vendrá representada por el Licenciado Juan de Toro. Gracias
a la información que nos proporcionó Ignacio de la Rosa, sabemos que este
personaje fue la mano derecha del Señor de Santa María del Campo Rus; Antonio
del Castillo Portocarrero. Las vicisitudes que se vivirían por aquellos tiempos
en la localidad, y que se reflejan en los continuos enfrentamientos entre
familias, harían del entorno un espacio que se asemejaba más bien a un
polvorín, en donde la lucha por el control del poder fue más que constante, y
que no sabemos hasta que punto pudo perjudicar a la familia de los Toro-Ramírez
de Arellano, al estar ellos estrechamente relacionados con la casa del Señor.
De lo que no nos cabe la menor
duda es que la descendencia de Leonardo de Toro sabría proyectarse en las
generaciones posteriores, cosa que se evidencia en el trabajo de “Notas sobre
la historia de Santa María del Campo”, publicado por Juliana Toledo Algarra, de
donde podemos extraer diversas referencias que apuntan en esta línea y que
inmiscuyen de pleno la descendencia de esta línea. Por ejemplo el 27 de abril
de 1620, Andrés Ramírez de Arellano es alcalde de la villa por don Fernando de
Alarcón (Toledo, 2015, 32), así como en la Cofradía de la Sangre de Cristo, los
alcaldes son los Señores Gerónimo de Toro y Juan de Toro Ramírez (y que
precisamente en 1632 ocupan el cargo de diputados). Añadir que se cita a otro
Licenciado Juan de Toro, ejerciendo de capellán en esa misma fecha (Toledo,
2015, 77-78).
Pero, ¿Y qué era de los
descendientes que se asentaron en Buenache de Alarcón?, en este sentido será
importante la línea que descenderá de Francisco Martínez Ramírez, hermano del
anterior Licenciado Juan de Toro. El referido Francisco falleció dos años antes
que su padre (en 1584), mandando un total de 82 misas, cifra ciertamente
elevada par las cantidades que se dan en la segunda mitad del siglo XVI en el
municipio.
Francisco casó con María de Morales, mujer bien posicionada que
falleció en 1591, con manda de 94 misas, que como hipótesis pensamos que podría
tener alguna vinculación con los miembros de este linaje que había en la
cercana localidad de Villanueva de la Jara, donde Álvaro de Morales aparece
documentado en 1586 como litigante en una Real Provisión de ejecutoria de
hidalguía. Francisco y María tenían su propia sepultura, donde alguno de sus
hijos mandó ser enterrado, como sucedió con Francisco Martínez Ramírez -el
mozo- en 1617, y desde el que veremos el nacimiento de la línea de los Martínez
de Morales, y que alargaron su apellido para distinguirse del resto de Martínez
de la localidad, probablemente como un arma de doble filo. Francisco (el hijo)
casó en 1591 con Lucía de Montero y de la Orden, esposa que dejó una cláusula
de memoria perpetua para su hija Lucía Ramírez tras fallecer en 1628. Lucía de
Montero era hija de Pedro de Villora y Juliana Montero, considerándola por lo
tanto descendiente del linaje de los García de Villora, además de la familia
materna, cuyo nombre ya era reconocido.
Como solía suceder entre las
élites, hemos apreciado diferentes enlaces que refuerzan la endogamia entre un
conjunto de casas concretas, resultado de las políticas matrimoniales que
perseguían la concentración de bienes. Este hecho lo comprobamos en el hijo de
Lucía Ramírez (la poseedora de la memoria que fundó su madre en 1628), puesto que
casó con Miguel Herráiz de Piqueras (descendiente de la familia de ricos
labradores de los Saiz de Piqueras de Buenache), y con quien celebró sus
nupcias en 1619. Fruto del enlace nació Miguel Herráiz Ramírez, casado en 1643
con María López Pérez, hija a su vez de Miguel Saiz y María Pérez. Esta María
Pérez era precisamente hermana de Ana García, ¿y quién era la mencionada Ana
García?, pues la esposa de Juan de Toro, hermano a su vez de Francisco
Martínez, el marido de Lucía Montero. De modo que todo quedaba en familia
cuando la madre de la esposa de Miguel Herráiz Ramírez era la cuñada del
hermano del abuelo paterno de su marido. Fruto del matrimonio en 1643 entre
Miguel y María, nació Lucía Ramírez, mujer de Andrés García Calleja (fallecida
en 1707 con pago de 100 misas).
Volviendo a la línea de Ana
García y Juan de Toro, el referido Juan muere en 1626, con una manda de 214
misas, además de pedir enterrarse en la sepultura que tenían sus abuelos en la
iglesia del municipio.
Su hijo Juan de Toro, casó en 1627
con Isabel Baptista Martínez, éste falleció en 1653 con un pago de 153 misas,
naciendo varios hijos del matrimonio. Uno fue Pedro Pérez de Toro marido de
Catalina Muñoz, mientras que su hermano Juan de Toro Ramírez lo hizo con
Catalina Rentero. En este caso vuelven de nuevo a repetirse las estrategias de
política endogámica, pues no es casualidad que casen en 1650 de manera continua
Pedro y Juan, con dos hermanas, que curiosamente se llaman igual, pero se
apellidan de forma diferente. Ambas Catalinas, tanto la Muñoz Rentero (esposa
de Pedro), como la Rentero Muñoz (de Juan), eran hijas de Pedro García de la
Vela y Catalina Muñoz, personas bien asentadas de la burguesía local, pues no
olvidemos que el hermano de Pedro García de la Vela era el maestro Andrés
García, quién fundó un patronato de legos.
El hijo de Pedro Pérez y
Catalina Muñoz fue Juan de Toro, casado en 1693 con Ana de Solera, y de cuya
relación nacerá Julián Ramírez, el alguacil mayor de Buenache de Alarcón-, y
que en 1722 contrajo matrimonio con la señora Isabel de Torres. Por otro lado,
la descendencia de Juan de Toro y Catalina Rentera fue destacada, y ello se
manifiesta en la figura de Juan de Toro Ramírez, quién en 1682 celebró su
matrimonio con Isabel Martínez de Haro, y de donde nacerá una nueva estirpe con
bastante proyección en siglos posteriores, y que se conocerá en el municipio
como la de los Haro, de Toro-Haro o Haro-de Toro.
Entre medio de todas estas
generaciones tenemos constancia de varios personajes que estuvieron destacando
en la sociedad local de Buenache durante los siglos XVII-XVIII, ese será el
caso del clérigo Juan de Toro, y que vemos firmando en algún documento de la
parroquia. Igual de interesante son las alternancias entre los apellidos Toro y
Ramírez de Arellano, como sucede con el señor Juan de Toro Arellano a mediados
del siglo XVII.
David
Gómez de Mora
Referencias:
- Toledo Algarra, Juliana
(2015). Notas sobre la historia de Santa María del Campo.
- Apuntes genealógicos sobre la
familia de los Ramírez de Arellano.