viernes, 10 de diciembre de 2021

La memoria de Isabel de Moya

A finales del siglo XVI se fue conformando una de las fundaciones de patrimonio agrícola más antiguas que conocemos por la documentación piquereña. Se trataba de la memoria de Isabel de Moya, viuda de Sebastián de Fuentes. Una familia asentada en el municipio, y que a pesar de perder su apellido generaciones después por falta de varón, representó una parte de aquella sociedad labriega del lugar.

En este tipo de memorias se dejaba en herencia todo el lote patrimonial a un miembro del linaje, por lo que a cambio se exigía a este una serie de obligaciones, como será en el caso que nos ocupa la de encargar anualmente dos misas cantadas con sus nocturnos en la festividad de la Santísima Trinidad, así como en la Natividad de Nuestra Señora.


Isabel de Moya deja bien claro según el traslado que recoge el escribano Pedro Ruiz y Alarcón en 1745, que ésta deposita sus bienes con preferencia a la línea de su hijo Matías de Fuentes, quien se los trasmitirá a su vástago Pedro de Fuentes, remarcando que durante las jornadas de las misas, abone en cada una, tres reales al cura y otro medio real al sacristán. Sabemos que a mediados del siglo XVIII esta memoria estará en posesión de un descendiente, perteneciente a la familia Cambronero y afincada en Barchín del Hoyo.

Llama nuestra atención que esa fundación por aquel entonces tenía cerca de una veintena de tierras. También comprobamos que alrededor de una cuarta o quinta parte de los lindes que se describen junto a estas fincas son bienes de la Iglesia, particulares que los tenían agrupados en una memoria, así como cofradías, capellanías y otros vínculos que imposibilitaban su despiece. De modo que a falta de un estudio más profundo de este tipo de documentación, podemos ver como la tierra no estaba tan dividida como ocurrirá tras la llegada del siglo XX, cuando el modelo de tenencia será muy diferente.

Entre los topónimos que se recogen llama nuestra atención (algunos todavía existentes) el de Fuente el Espino, la cañadilla del Pino, el Prado de la Cruz, el cerro de la Cruz, Hoya Navarro, las carrascalejas, la sabiná, las Hontecillas, el Vallejo Cambronero, la Fuente el dado y la ladera del pino gordo.

David Gómez de Mora


Referencia:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajos de varios papeles, nº5. P-2606

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).