lunes, 6 de junio de 2022

Los Barambio. Retazos de su historia familiar

A día de hoy son muchas las dudas que nos acechan en lo que se refiere al origen de varios de los linajes que conforman el corpus de familias conquenses, asentadas en los diferentes municipios de la provincia desde hace más de cuatro siglos de antigüedad.

Una de estas por la particularidad de su apellido es la de los Barambio, nombre que por su etimología salta a la vista que nada tiene que ver con la toponimia local de esta franja castellana, y que veremos disperso por diferentes puntos de la Manchuela Conquense.

Ahora bien, cabe preguntarse de dónde procede realmente el origen del primer Barambio afincado en el área conquense, pues la documentación hasta la fecha poco nos ayuda. Por un lado tenemos que en los libros parroquiales de Buenache de Alarcón, y más concretamente durante la segunda mitad del siglo XVI, aparece la primera mención de un Barambio en el lugar.

Ese primer Barambio pudo venir de otro municipio de la zona o más alejado, o directamente descender desde las tierras del norte peninsular. Como decimos este interrogante solo podremos despejarlo cuando veamos con datos escritos la referencia geográfica sobre el origen de esa primera generación de la familia, y que como creemos, tuvo que darse entre mediados del siglo XVI y década siguiente (al menos en el caso de Buenache de Alarcón y sus aledaños).

Durante esa centuria son diversos los movimientos de familias procedentes de la zona vasca hasta las tierras conquenses, solo como ejemplo podemos citar el caso de sus vecinos los Lizcano, afincados en Buenache durante la primera mitad de siglo, siendo la mano derecha de los Ruiz de Alarcón; señores del lugar, y que no tuvieron ningún problema en reconocerlos como miembros del estado noble al demostrar su hidalguía ante la Chancillería, apoyándose en el privilegio de la nobleza universal vasca.

Es lógico presuponer que en algún momento el apellido Barambio estuviese relacionado con la localidad de mismo nombre, un concejo del municipio de Amurrio, y que encontramos en la provincia de Álava. Incluso no es descabellado hipotetizar que la familia acabaría portando este apellido como indicativo del lugar de origen, al ir complementado con otro que podría causar confusión al estar repetido, tal y como les ocurrió a sus vecinos los Saiz de Aceta. Recordemos que Martín Saiz (vecino de Aceta), se apellidó Saiz de Aceta, para así distinguirse del resto de vecinos tras afincarse en Buenache, ya que al principio era conocido como Martín Saiz el “vizcaíno”. El calificativo era una clara reseña que indicaba su procedencia geográfica, tal y como apreciamos en un par de partidas del primer tomo de bautismos del libro parroquial, donde se anotan los nombres de dos hijos suyos, y que este bautizó en 1550 y 1552. Nuestro personaje siguiendo la costumbre de sus paisanos, optó por precisar el foco concreto de aquel amplio territorio del que descendía, de ahí que justo tras la generación de su hijo Martín el mozo, comencemos a leer el apellido Aceta o Saiz de Aceta, desapareciendo el Saiz de forma aislada.

Los Aceta, al igual que los Lizcano, al ser vascos aprovecharon el derecho que les correspondía a ser reconocidos como miembros del estado noble, aunque en este caso sin pasar tan siquiera por la Chancillería, de ahí que su apellido se transcriba en algunos padrones que luego familias de la nobleza local como los Reillo emplearán para intentar justificar también su hidalguía.

Ahora bien, cabe preguntarse que pudo pasar para que los Barambio, si realmente eran procedentes del territorio vasco, nunca hiciesen prevalecer ese derecho que los equiparaba a los nobles castellanos. Incluso resulta mucha casualidad que sea precisamente durante el siglo XVI cuando en Buenache aparecen tres linajes vascos en poco tiempo (Lizcano, Aceta y Barambio), y sean precisamente estos últimos quienes en el caso de venir del norte, nunca reclamaran ese reconocimiento social.

Hemos de decir que este caso no sería algo inusual, pues investigando los linajes de la no tan lejana localidad de Altarejos, apreciamos como durante el siglo XVI, la casa de los Iturbe (con su respectivo baserri y reconocimiento hidalgo en su tierra de origen), ni tan siquiera se molestaron en reclamar su hidalguía, cuando sabido era que en su zona de procedencia estaban considerados como tales. Suponemos que en este caso entrarían en juego una serie de factores locales, en los que la falta de recursos económicos no fue una escusa, pues al menos estos, que sepamos no estaban en mala situación, por lo que disponían de bienes.

Volviendo a los Barambio, otra de las preguntas que cabe hacerse es la de cuando realmente la familia crece en términos sociales, pues hemos de recordar que durante la segunda mitad del siglo XVII, estos son sin ninguna duda una de las casas mejor aposentadas económicamente en el municipio. Es factible que aquí encontremos una respuesta relacionada con la pregunta esbozada líneas arriba. Ya que un siglo antes, veremos por las defunciones de los libros parroquiales de Buenache, que la primera generación que tenemos registrada con este apellido, no realiza ningún tipo de manda especial o que nos haga pensar en una disponibilidad de bienes, argumento que podría explicar la razón por la que estos durante las primeras décadas de su asentamiento en Buenache, nunca se vieron con posibilidades de sacar adelante un proceso de reconocimiento de nobleza como si habían conseguido sus paisanos los Lizcano. Posiblemente esta sea una parte de la historia que explicará como los Barambio, en el caso de ser descendientes de las tierras del norte, nunca pudieron costearse un privilegio de nobleza tras llegar al municipio conquense.

Lo gracioso de esta historia, es que entre 1670-1690, en Buenache los Lizcano ya no gozaban del poder de tiempo atrás, y los Aceta tampoco eran tenidos muy en cuenta dentro de las grandes familias locales, despuntando por contra de forma contundente la casa de los Barambio.

Consideramos que para explicar este proceso de evolución social disponemos de pruebas que nos ayudan para entender este cambio de papeles. Y esto queda reflejado en los enlaces matrimoniales como partidas de defunción que veremos en los libros sacramentales de Buenache de Alarcón.

Durante la segunda mitad del siglo XVI Juan de Barambio casó con María López. Fruto de este enlace nació Juan de Barambio López, personaje para nosotros clave en la historia de la familia, pues de las dos mujeres con las que selló su boda, a nosotros nos interesa especialmente la segunda: Juana Díaz Descalzo. Una señora perteneciente a la pequeña burguesía rural, hija del señor Lucas Ruiz y su esposa Catalina Martínez. De dicho matrimonio nacerán diferentes hijos que poseerán un papel destacado, siendo este el caso de Francisco de Barambio, personaje crucial que explica parte de esa metamorfosis social que la familia conseguiría en el lugar.

Los Barambio eran labradores, seguramente sin ningún pedazo de tierra cuando llegaron hasta aquí, no obstante, pensamos que las relaciones con hijas de campesinos con bienes, y el conseguir enlazar con una casa fuerte como la de los Piqueras, permitió acelerar ese crecimiento de la familia.

El gran cambio se gesta durante la segunda mitad del siglo XVII, cuando el referido Francisco de Barambio, y que falleció en 1682 con pago de más de 200 misas, había casado previamente con María Saiz de Piqueras en el año 1633. Consideramos que es en ese punto de la historia de la familia, en el momento que se produce un punto de inflexión, y que permitirá a los integrantes del linaje comenzar a destacar y cursar estudios dentro del ámbito religioso, realzando más si cabe su nombre en el lugar.

Armas heráldicas que emplean los Barambios vascos (heraldicafamiliar.com)

La casa de los Piqueras ya comentamos que era la de unos terratenientes locales, que dentro del modesto espacio geográfico sobre el que se movían, consiguieron dar una posición eminente a algunos de sus descendientes. Desconocemos si estos Piqueras que abordamos guardan alguna relación con otros miembros, que en la ciudad de Cuenca fueron integrantes del Santo Oficio. De lo que no nos cabe duda es que los portadores de este apellido bonachero, son los que estaban vinculados con los avecindados en Barchín del Hoyo, los cuales tuvieron un peso decisivo en la disputa por el control de las tierras contra la casa de los Buedo. Sin lugar a duda la línea bonachera que procede de Ana de Piqueras (esposa de Alonso de Utiel), establecerá políticas matrimoniales con linajes locales que se encontraban en una situación acomodada (es el caso de los Pérez o los Moya, y a la que se afianzarán los Barambio). Conocemos la ascendencia de María Saiz de Piqueras, por lo que podemos aproximar en cierto modo como tuvo que influir su figura en la evolución posterior de los Barambio.

Decíamos que Francisco de Barambio casó con María Saiz de Piqueras en 1633, siendo desde ese momento hasta las décadas siguientes cuando el linaje comienza a cobrar protagonismo. El peso de los Piqueras fue esencial para que en generaciones posteriores los Barambio cuando llegaron a Piqueras del Castillo fueran una de las casas más importantes del lugar. Recordemos que María Saiz de Piqueras por aquellas fechas ya era prima hermana de Ana de Piqueras, quien sería la abuela del Licenciado don Julián de Moya. Tampoco fue casual que su otra prima hermana Ana de Piqueras casara con Benito Saiz de la Vela (los Saiz de la Vela tendrán alguno de sus miembros dentro los altos escalafones del clero nacional). Es por ello que pensamos que tanto por las conexiones que los Piqueras tenían dentro del Santo Oficio, como por aquellos parientes suyos que estaban insertados dentro del núcleo duro del brazo eclesiástico, que los Barambio viesen una posibilidad de medrar, y que obviamente supieron aprovechar, dando como resultado presbíteros y eminentes teólogos que explotando la situación social del linaje, consolidaron su nombre a partir de la segunda mitad del siglo XVII, creando una estirpe con recursos, que tanto en Buenache, como en el caso de Piqueras, siempre tuvo la suerte de dar hijos notables para el pueblo.

En el caso de Piqueras hemos de indicar que la línea afincada en este lugar es la que procede desde la rama Barambio-Blanco, y que viene a ser concretamente la que procede de Juan de Barambio Descalzo (hijo de la antes referida María Saiz de Piqueras), tras casar con Ana Blanco, fruto de cuyo matrimonio proliferará una de las líneas más destacadas del linaje.

Seguiremos investigando cuestiones como la de cual era el lugar de origen de la familia, qué tipo de conexión pudieron haber guardado con el territorio vasco, o si existen otras líneas genealógicas con personajes notables que desconocemos.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).