Una de las advocaciones más extendidas de la zona conquense que hemos investigado, es sin duda la del Arcángel San Miguel. Una figura clave del cristianismo, mencionada en la Biblia, con especial protagonismo durante el Juicio Final, puesto que representa el momento de la psicostasis (el pesaje de las ánimas).
Su imagen siempre se asocia con el papel que ejercerá como abogado y defensor del bien, además de estar muy vinculada su festividad con la previa a la llegada de la tradicional festividad de Todos los Santos.
San Miguel se representa con una armadura de general romano, empuñando una espada con la que vence al demonio, a la vez que en la otra mano sostiene una balanza, ya que es con esta mediante la que pesará a las almas.
Como su onomástica se celebra el 29 de septiembre, esta fecha servirá como punto de arranque en el calendario de muchas localidades, para recordar a los cristianos que quedará prácticamente un mes para las jornadas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, y en las que las cofradías como la de las ánimas (y que gozaba de una enorme importancia en muchos lugares de esta tierra), tenía gran protagonismo. Sin ir más lejos, sabemos que por ejemplo en Saceda del Río, el mayordomo de la misma, el día de San Miguel era cuando actualizaba las cuentas anuales.
En Caracenilla, San Miguel ya desde tiempo atrás tuvo un altar propio. Esto motivará que algunos vecinos buscasen su zona de enterramiento cerca de ese espacio. Sabemos por ejemplo que los integrantes del linaje Ballesteros, su sepultura se hallaba enfrente del altar de la capilla de San José, ubicándose en el coro, concretamente en la primera bancada al lado de la epístola, junto a la tarima donde se hallaba el altar de San Miguel.
La búsqueda de estos espacios de enterramiento, se deberán a esa vinculación que se asociará entre la limpieza del alma del pecador durante su tránsito por el Purgatorio y el momento en que San Miguel comenzará a efectuar el pesaje de las ánimas durante el Juicio Final. Esto sin duda motivará que a su alrededor acudiese el vecindario para dirigir muchas oraciones, en busca de acelerar el proceso de purgación en el que se encontraban las almas de sus seres queridos.
No hemos de olvidar que durante el tiempo que se trascurría en ese estado antes de entrar en el Reino de Dios, preocupaba mucho que este se alargase, y es que multitud de tratados teológicos describían ese tránsito como un periodo de sufrimiento, que prácticamente no difería en casi nada respecto lo que se vivía en el Infierno, con la gran diferencia de que del Purgatorio al menos se podía salir.
En La Peraleja su iglesia parroquial como sabemos está dedicada a San Miguel Arcángel. Esto explicará que cada 29 de septiembre fuese un día especial, celebrándose su respectiva misa. La figura de San Miguel como Príncipe de la Milicia Celestial y principal oponente de Satanás, que además se encargará de salvar las almas de los fieles cristianos, llevó a muchos peralejeros a que en el pasado se acercaran hasta el altar principal del templo, para la realización de oraciones por las almas de familiares que ya habían fallecido.
En Villarejo de la Peñuela, veremos que San Miguel ya aparece mencionado en el retablo mayor que había en 1767. Precisamente, uno de los religiosos más importantes con los que contó esta localidad fue don Miguel de la Peña, cura de Villarejo de la Peñuela, siendo uno de los personajes más influyentes y poderosos con los que contó esta localidad durante el siglo XVII. Precisamente, en su partida de defunción y que se recoge en el libro III de difuntos de la localidad (ADC, lib. III, fols. 101-101v.), entre sus mandas, este indica que la Cofradía del Santísimo Sacramento, realizara cada año perpetuamente una fiesta doble el día de San Miguel por su alma, con vísperas y misa cantada en su día.
David Gómez de Mora
Cronista Oficial de Caracenilla, La Peraleja y Villarejo de la Peñuela
Referencia:
*Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1623-1764), Signatura 113/15. P-2126