sábado, 28 de abril de 2018

Las Salonarde, tres mujeres emprendedoras en Cuenca (siglos XVIII y XIX)


Sí queremos introducirnos en la historia de la economía conquense del siglo dieciocho, es indispensable consultar las obras de dos autoras, que han invertido mucho tiempo en esta cuestión, se trata de María Teresa Marcos Bermejo, cuya tesis sobre “La fabricación artesanal de papel en Castilla-La Mancha” (1993) es un trabajo riquísimo donde se plasma amplia información documental de la época, así como por otro lado, María Luz N. Vicente Legazpi, quien estudió a fondo “La ganadería en la provincia de Cuenca en el siglo XVIII” (2000), una detallada monografía en la que se abarca el protagonismo que desempeñó el sector primario hace más de dos siglos atrás.

Durante la centuria del XVIII, la ganadería trashumante goza de cierto protagonismo a nivel provincial. Por ejemplo, en el caso de la Alcarria, María Luz Vicente destaca especialmente la actividad que se lleva a cabo en los municipios de Saceda del Río y Castillejo del Romeral (página 1066). Sabemos que en el caso del primero, el linaje de la Fuente, controla una destacada cantidad de ganadería mular y de yeguas, de la que saca buen rédito mediante su compra-venta. En los municipios de esta área la burguesía rural tuvo un notable peso, tal y como queda manifestado en el número de labradores y terratenientes que existían, sólo como ejemplo cabe citar el caso de enclaves como Caracenilla, Mazarulleque, el citado Castillejo o Carrascosill , en donde el porcentaje de propietarios de tierras agrícolas engloba alrededor del 85%-90% de los habitantes que trabajaban este sector. Obviamente, en este escenario, surgirán muchísimas familias, que consolidarán un papel destacado a nivel local, y que veremos despuntar en muchas ocasiones, una vez que el linaje consigue proyectarse más allá de la frontera municipal.

De esta segunda autora, ya hicimos énfasis en un artículo que publicamos hace ahora un año en este mismo blog: “Los Salonarde. Un linaje de la nobleza rural conquense vinculado con la trashumancia rural”, pues la ingente cantidad de datos notariales que nos aporta sobre una de las grandes familias de la ganadería conquense (los referidos Salonarde), nos muestran una estirpe de gentes arraigadas a la economía rural, que supieron ver y conectar el negocio de la ganadería (a través de la venta de lana) con el aprovechamiento de la producción industrial que se podía ejecutar desde los molinos, y en donde también se realizaba la fabricación de papel. De entre los documentos que cita la autora, para nosotros lo más llamativo es la posición relevante que adquieren dos de sus mujeres, debido a la gran cantidad de ganado que controlaron y gestionaron. Y es que aunque parezca que dichas costumbres tuvieran una raigambre masculina, está demostrado, que también había mujeres (de ese estatus al menos), que podían ejercer un poder destacado, en torno a la explotación de las reses. Una serie de datos, que pensamos, todavía no se han valorado del todo, y que son de especial importancia, pues reflejan que el nivel adquisitivo y la actitud emprendedora de las señoras Salonarde llegó a ser de los más importantes de la provincia, pues del 66’49 % de todo el lanar, incluido el churro, éste pertenecía sólo a tres ganaderos de cabañas merinas. Uno de esos, era el de Quiteria Salonarde, el resto correspondía a Francisco de Borja y Julián Cerdán.” 

Así pues, las mujeres de la familia Salonarde consiguieron potenciar una de las grandes producciones de ganado más importantes de la provincia de Cuenca. Además de adquirir la vivienda palaciega que luego llevará por nombre el apellido de uno de sus maridos, ubicada en plena zona central del casco antiguo de la ciudad, y que conocemos como casa de los Clemente de Arostegui. Por desgracia, los méritos empresariales de estas mujeres, no han sido hasta la fecha del todo lo suficientemente reconocidos, en una sociedad en la que los hombres controlaban la práctica totalidad de las actividades económicas, fenómeno que a su vez, realza aun más el mérito de sus logros.

 Casa-Palacio de los Clemente de Arostegui, en la ciudad de Cuenca. Adquirida por doña Quiteria Salonarde y Salonarde en el siglo XVIII. Imagen: www.unaventanadesdemadrid.com

El éxito de las Salonarde, se explica por la concentración de un patrimonio destacado, que en buena medida procedía de las posesiones que sus antepasados fueron adquiriendo en las localidades de Barchín del Hoyo, así como de Buenache de Alarcón, enclaves de donde procedía la familia, y que hemos ido estudiando modestamente a través de nuestros apuntes y notas genealógicas, y de los que en un futuro seguiremos aportando más información. Tanto poder, les permitió posicionarse entre una de las familias más influyentes de la pequeña nobleza rural que había entre los siglos XVI-XVIII en esta zona de la Manchuela. No sabemos si será un fenómeno casual, pero en esta área hubo una cantidad remarcable de gentes que se dedicaron a las labores de tipo pastoril, ejemplo de ellos son algunos municipios como en el caso de Piqueras del Castillo. En cuanto a las Salonarde, fue través de la compra-venta y prestación de dinero, cuando sus integrantes empezaron a engrosar sus riquezas, donde además de la zona de lavadero y esquiladero para el ganado, se hicieron con la propiedad de los molinos de papel. La clave sin lugar a dudas, fue la figura del mayorazgo, en donde la familia fue acumulando una ingente cantidad de patrimonio que nunca llegó a dispersarse.  Además, habría que añadir varios bienes inmuebles, como la residencia palaciega antes citada, y que en su conjunto las situaron entre una de las familias más ricas que por aquellas fechas había en la ciudad de Cuenca.

Iglesia-Panteón de la familia Cuba Clemente, ubicada en los terrenos heredados de sus ancestras las Salonarde, en la localidad de Molinos de Papel.

Obviamente esta familia (mediante la figura de doña Quiteria Salonarde y Ana Josefa de Herrera Salonarde) supo consolidar e incrementar el patrimonio durante los siglos XVIII y XIX, para que de este modo nunca se dividiera y así quedara adscrito a su casa, de ahí que no fuera casual que acabara integrándose en el enlace del señor don Antonio Clemente de Arostegui Salonarde, con su esposa y antes citada, Ana Josefa de Herrera Salonarde. Ambos primos y descendientes de don Benito Salonarde y doña Quiteria Salonarde, enlace que refuerza más si cabe las relaciones conyugales entre sus miembros. Antonio y Ana Josefa (quien de su tía conseguirá el lote patrimonial), seguirá al mando de la gestión económica, de modo que será mediante su hijo Antonio José, cuando tras mantener nupcias con María Francisca Neulant, los Clemente de Arostegui dejarán sus bienes al linaje de la Cuba, ya que la hija única de ambos, doña María Josefa Rita Clemente y Neulant, casó con don Félix de la Cuba Aguirre, procedente también de otra gran familia muy bien posicionada. De este matrimonio nacerá su hija doña Gregoria de la Cuba y Clemente de Arostegui, quien falleció a finales del siglo XIX, y será la última gran representante de esta ilustre descendencia.

Ascendencia de doña Gregoria de la Cuba y Clemente (apuntes personales).

Sobre su biografía hay diferentes apuntes, de entre los que destacaría la información dada por José María Rodríguez en la Tribuna de Cuenca, en un artículo del 22 de febrero de 2014, y que describe de la siguiente manera: doña Gregoria poseía una inmensa fortuna, otorgó testamento en Madrid, disponiendo en él, que se redujesen a metálico sus bienes y se levantase un panteón, junto al Molino de Papel, en donde debían dar sepultura a sus restos y a los de sus padres y hermanos. Murió el 3 de noviembre de 1896. Por deseos de ella se construyó un edificio para escuelas, inaugurándose en noviembre de 1903. Con el patrimonio que legó  se sufragaban los estudios de los niños, pensionaba a los artistas jóvenes sin recursos, sufragaba el aprendizaje de oficios, concedía dos o tres dotes a doncellas humildes que contraían matrimonio, realizaba obras para colocar a los obreros en las épocas difíciles, entregaba sus huertas a los campesinos exigiendo una renta tan baja que difícilmente alcazaba para el pago de las contribuciones, perdonándola en caso de pedrisco o pérdida de la cosecha. Por otras causas socorría a los menesterosos e imposibilitados para el trabajo. Esta es la obra de la testamentaria, de la ilustre señora de Cuba y Clemente”.

Escultura de doña Gregoria de la Cuba, en el parque de San Julián de Cuenca. Imagen de luismarcoperez.blogspot.com

Sólo decir, que mucho nos queda por aportar de las mujeres aquí descritas, ya que la historia de sus hazañas en el ámbito económico y social es más que notorio, puesto que su pericia y capacidad de liderazgo, en medio de una sociedad rural, en la que el papel masculino era enormemente el dominador, es un argumento lo suficientemente importante como para que a día de hoy sigan recordándose. Esperemos que los nombres de Quiteria Salonarde y Salonarde, Ana Josefa de Herrera y Salonarde, así como de Gregoria de la Cuba y Clemente de Arostegui, puedan seguir difundiéndose y darse a conocer en otros muchos lugares, tanto dentro como fuera de las tierras conquenses.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).