En varias ocasiones hemos ido
comentando el papel que ha jugado la burguesía y la nobleza rural en la
historia del área meridional de la provincia conquense. Es por ello
indispensable analizar a fondo la documentación local, para entender con
precisión qué grado de influencia e importancia, jugaron muchas de ellas en su
momento de mayor auge.
Una de las fuentes de información parte
de los libros de defunciones, pues cada vez que fallecía un personaje, indirectamente
se nos están proporcionando una serie de datos de enorme valor, que sirven para
hacer un pequeño boceto del panorama social que se vivía en ese instante.
Respecto a los oficios de aquellas
fechas, vemos como hay una abundante bibliografía, y que se refleja en diversos
artículos. Entre la enorme cantidad de publicaciones, hemos realizado una
selección muy escueta, que, sin necesidad de extendernos, nos ayuda a
comprender el papel que jugará cada linaje.
Sí en un artículo pasado remarcábamos
que las alcaldías solían estar representadas por personas que procedían de una
familia importante (bien fuese por su cargo o patrimonio rural), observamos
como cuando nos dirigimos al clero (además de los curas), las adjudicaturas del
Santo Oficio o la posesión de una escribanía, se convertía en algo que muchas
veces podía heredarse, fenómeno que ayudaba enormemente a que la familia se
posicionara en un espacio cómodo dentro del ámbito local. Para conocer a fondo
esta cuestión, recomendamos la tesis realizada por Lorena Ortega Gómez, y cuyo
título es el de “Inquisición y sociedad: Familiares del Santo Oficio en el
mundo rural de Castilla la Nueva (siglos XVI-XVIII)”, año 2013.
Otra de las profesiones que gozaban de
buena reputación, era la de los escribanos. Sobre este oficio se desvelan y
tratan muchas claves en un artículo de Miguel Extremera Extremera, y que lleva
por título, “Los escribanos de Castilla
en la edad moderna. Nuevas líneas de investigación”, (Chronica Nova nº28, 2001,
159-184). En el mismo dicho autor nos aporta citas que reflejan de modo
detallado, que rol jugaban aquellos oficios en espacios geográficos como los
que estamos estudiando, y de las que aquí hemos efectuado la siguiente
selección:
“El
protagonismo de este grupo profesional fue tal que llegaron a estar
estrechamente relacionados con las élites sociales, actuando como una especie
de -intermediarios del poder-, entre la mayoría iletrada y una minoría poderosa
constituida por la nobleza y el clero para la que trabajaban desde el ámbito
público (concejo municipal, cabildo catedralicio, funcionarios de otros
organismos públicos) como a nivel privado y particular (Pardo Rodríguez, “El notario
de Sevilla en el tránsito a la modernidad”). De esta forma, se convirtieron en
el eslabón entre los gobernantes y los gobernados, y ahí radica su importancia
(Bernardo Ares, 1998, 537)” (Extremera, 2001, 160). Añade
que una vez que el cargo era controlado por una familia, si en el momento de
querer dejar de desempeñarlo, en el caso de que “la renuncia fuese a favor de algún miembro familiar, el oficio
vitalicio pasaba a convertirse en algo prácticamente hereditario” (Extremera,
2001, 165).
Como decíamos, no estábamos ante
oficios que se escogían por un motivo baladí, ya que normalmente, sus
poseedores solían ser personas que gozaban de una buena reputación en el lugar,
debido al patrimonio que atesoraban, así “por
ejemplo, una copia de las pertenecientes a los escribanos de Córdoba nos
permite saber que para acceder a los dos cargos más elevados dentro de la
cofradía, el de prioste -que gobernaba la cofradía- y el de mayordomo
-encargado de cobrar las rentas pertenecientes a la misma-, se imponían los requisitos
de ser caudalosos económicamente y de haber tenido y usado los oficios al menos
diez años, -porque son de la edad e autoridad-” (Extremera, 2001, 169).
En cuanto al aspecto genealógico, el
autor define muy bien algunas particularidades, entre las que estaba la de
demostrar un poder simplemente reseñando en el apellido la descendencia de la
que procedía el individuo, pues recordemos que en cada uno de estos pueblos
existían linajes locales, que luego competían o intentaban fusionarse con otros
presentes en la comarca, y que les servían para seguir acaudalando méritos en
su proceso de proyección social, así por ejemplo, “se ha hablado de que poseer una escribanía se podía convertir en una
excelente plataforma para ascender en la escala social (Bravo Lozano e Hidalgo
Nuchera, 1995, 35), cosa que es perfectamente admisible, llegándose a dar casos
verdaderamente chocantes en los que se alargaba el cognomen de forma excesiva o
incluso se entroncaba la genealogía de la familia con algún apellido prestigioso”
(Extremera, 2001, 173).
Una vez esbozadas las ideas principales
que nos aclaran los beneficios de este gremio, centrémonos en el contenido de
los libros de defunciones de la localidad, en donde podemos detectar este tipo
de oficios y familias. Las fuentes se ciñen a los tres primeros volúmenes de
defunciones de la localidad, presentes en el Archivo Diocesano de Cuenca: Libro
I de defunciones (1571-1592), 180 fols., Sig. 24/37, P. 585; Libro II de
defunciones (1593-1629), 232 fols., Sig. 24/38, P. 586 y Libro III de
defunciones (1629-1693), 411 fols., Sig. 24/39, P. 587
Vaciando su información, nos hemos
centrado en los primeros 80 años, apareciendo los siguientes escribanos:
1571-1582, Bartolomé de Santacruz
1571-1584, Bartolomé de Cuenca -el
viejo-.
1571-1588, Pascual Pérez
1572-1613, Martín Rubio Gallego, vecino
de Gascas, aunque parecer ser que durante la última década se traslada desde
allí a Buenache.
1573-1580, Diego de Bayllo
1578-1590, Francisco Sánchez (fallece
en 1607, tiene por hijos a Sebastián Sánchez, Fernando Muñoz y Julián García). Manda
54 misas. Poco después, fallece su nuera Ana García, quien paga 72 misas, y es mujer
de Sebastián Sánchez. En 1611 fallece María Muñoz (paga 82 misas), mujer de
Francisco Saiz. Él es hijo de Pedro Sánchez y María Saiz de Flores.
1581-1582, Francisco de Torres
1581-1587, Pedro de Torres
1583-1592, Bartolomé de Cuenca -el
mozo-.
1583-84, Miguel Martínez
1587-1606, Julián García Muñoz
1587-1588, Diego de Zafra
1603-1612, Alonso de Moya Santoyo
1607-1613, Pedro de Torres Ramírez
1615-1647, Domingo de Rojas
1629-1646, Antonio Martínez Vinuesa
1648- , Pedro de Rojas
Armas
de los Reyllo (heraldicablog.com)
En cuanto a las personalidades
destacadas que aparecen dentro de los volúmenes de la parroquia, apreciamos
como no es casualidad que la gran mayoría hacen alusión a gentes que, si no
eran curas, en su defecto trabajaban para la iglesia, ya que eran miembros del
Santo Oficio. Comentamos aquí quienes fueron, siguiendo la información de los
libros de defunciones:
En 1571 fallece el padre Miguel Moreno
-clérigo-. Era hijo de Juan López Moreno y nieto de otro Juan López Moreno, enterrándose
en su sepultura, la cual estaba en el coro de la iglesia. Creó una memoria con
el patrimonio que poseía.
En 1579 fallece el padre Rodrigo Pérez
-clérigo-, era hijo de Alonso Carrasco, también perteneciente de una familia
bien posicionada, y que en el siglo XVI y XVII tuvo bastante protagonismo,
mandó un total de 117 misas.
En 1584 falleció Baltasar Rubio,
procurador de la villa de Buenache. Éste se enterró en el Hospital de Santa Ana
de Granada, al localizarse allí en el momento de su defunción. Dejó por
heredero universal a Juan López Moreno (su sobrino), el cual era hijo de Ana
Martínez (hermana de Baltasar), y esposa de Martín Ramón, quien descendía de la
familia del clérigo anterior, Miguel Moreno. Éste mandó 150 misas, y donó 200
ducados, además de crear dos memorias perpetuas.
En 1595 fallece el padre Domingo de
Campos -clérigo-, uno de los personajes más destacados del Buenache de finales
del siglo XVI. Su hermano y heredero era Juan Ibáñez, otro personaje con mucha
historia, así como su hermana María de Campos. Mandó 626 misas y una casulla
roja violácea para la iglesia de San Pedro. Creó una memoria perpetua, además
de pedir que se comprara un paño y se diera limosna a los pobres de la
localidad el día de Nuestra Señora de la Concepción. Fundó una segunda memoria,
de la que era patrón su hermano Juan, así otra tercera.
En 1597 fallece el padre Quílez
Martínez -clérigo-, miembro también de una destacada familia de la localidad,
hijo de Martín Gómez y Elvira Martínez. Es hermano de otro clérigo, don Juan
Martínez. Fundó un patronazgo en el que nombra por patrón a Bartolomé Ximénez,
quien era hijo de su hermana Elvira Martínez (esposa de Amador Ximénez).
Sabemos que era también sobrino del beneficiado Juan Gómez, otra de las
personalidades destacadas del área de Buenache y Barchín por aquellas fechas, y
es que no debemos de olvidar que la familia de los Gómez tuvo un notable peso
en el clero de esta zona, y no por casualidad, enlazan a su vez con los Pérez,
otro linaje igual de importante, y que se movía en el mismo círculo, tal y como
veremos con el siguiente difunto. De modo que los linajes de los de la Parra (a
través del Santo Oficio), así como los Pérez y los Gómez, mediante el control
de las parroquias, se convertirán entre representantes de las élites locales de
aquellos tiempos.
En 1599 fallece Alonso Pérez -clérigo-,
quien mandó un total de 400 misas, además de crear una capellanía y memoria
perpetua. Su sobrino era don Mateo de la Parra. Creó una capellanía, una
memoria perpetua, así como dejó una fiesta anual para el día de San Gerónimo.
En 1602 fallece Mateo de la Parra,
familiar del Santo Oficio. Su mujer es María Pérez, y su mujer es Ana Laynez
Ramírez. Sus hermanos son el Licenciado Bartolomé de la Parra y Alonso Pérez
-el clérigo-. Mandó 264 misas.
En 1603 fallece el padre Rodrigo de
Silva, clérigo. Su hermano es Francisco de Reyllo, quien tiene por hijo a
Francisco Reyllo -clérigo-. Su sobrina es Catalina de Reyllo, esposa de Pedro
de Artiaga.
En 1608 fallece el padre Pedro
Hortelano, clérigo. Su primo es Julián García Muñoz. Se enterró en la sepultura
de sus padres, junto al púlpito. Su sobrina es Ana Sánchez. Se nombra a un
“hijo” que es Pedro Hortelano García o también llamado Pedro García Hortelano,
del que tiene por nieto a su hijo del mismo nombre. Alejo Hortelano, es el hijo
de su primo hermano, que reside en Honrubia. Los Hortelano establecerán nexos
parentales con los de la Parra, también miembros del Santo Oficio, de este modo
se conseguían mantener en una buena posición a los descendientes, ya que
algunos podían optar a esta ocupación.
En 1615 fallece don Juan González de
Lancera, familiar del Sto. Oficio y alférez), su mujer es María del Collado. Su
abuelo es Lorencio Herrero.
En 1622 fallece el Comisario del Santo
Oficio y presbítero, don Bartolomé de la Parra, mandó 400 misas.
En 1625 fallece Diego Martínez
Merchante, sus hijos son Juan Martínez, Diego y Miguel de Chumillas y
Magdalena, paga 128 misas. Su yerno es Miguel Sánchez.
En 1625 fallece el presbítero Juan de
Cuenca -el viejo-, dice que su primo Cristóbal Hortelano es familiar del Santo
Oficio. Los hermanos del fallecido son Francisco de Cuenca, Tomás de Cuenca,
Pedro de Cuenca y Juliana García (esposa de Francisco Saiz).
En 1626 fallece Francisco Martínez de
la Parra, familiar del Santo Oficio. Manda 203 misas, su mujer es María Pérez.
Su primo hermano es el teniente de cura don Bartolomé de la Parra. Su hermano
es Bartolomé de la Parra, y su primo Pedro de la Parra.
En 1627 fallece el señor Fernando
Muñoz, clérigo. Su tío es Julián García Muñoz y su hermano Sebastián Sánchez.
Su padre es ¿Francisco? Sánchez.
En 1627 fallece la señora doña Violante
Morán y Buitrón, viuda de Juan Ibáñez de Campos. Mandó 280 misas. Sus padres
eran don Alonso Morán y doña Catalina Navarro Navarrete, y nieta materna del
capitán Antonio Navarro Navarrete y María López de Salinas, así como biznieta
de Antonio Navarro Navarrete y Catalina Florencia, y tataranieta de Juan
Florencia. A través de su hermano el capitán don Andrés de Morán y Butrón hemos
averiguado que desciende el Duque de la Santa Fe, y quien fuera presidente de
Ecuador, Gabriel García-Moreno y Moran Butrón -1821/1875-.
En 1627 fallece la señora doña Ana
Vélez, mujer del Licenciado Damián de Moya. Mandó 135 misas. Roque de
Castillejo es su cuñado. Sus padres son don Juan Vélez y doña Luisa del
Castillo, así como sus suegros el Doctor Moya y María Ruiz. El Licenciado Bautista
del Castillo y doña Sebastiana del Castillo son sus tíos. Sus hermanas son
Juana Vélez y Sebastiana Vélez. Su hijo es Gregorio de Moya.
En 1630 fallece Cristóbal Hortelano,
familiar del Santo Oficio. Manda 100 misas. Su hijo es Pedro Hortelano.
En 1630 fallece Pedro Beltrán, familiar
del Santo Oficio. Manda 300 misas. Su sobrino es el Licenciado Alonso Beltrán,
su primo Bartolomé de Cuenca -alcalde ordinario- y su mujer Ana Cortijo.
En 1633 fallece el Licenciado Alonso
Pérez y Parra, Comisario del Santo Oficio, mandó 396 misas. Se enterró en la
sepultura de su madre María Pérez, y que estaba en medio de la nave mayor. Dice
que es familiar del Santo Oficio Alonso Beltrán. Su sobrina es doña María
Ramírez, esposa del Licenciado don Miguel Luís Sánchez.
En 1633 fallece Pedro Ramón,
presbítero. Manda 600 misas. Sus hermanos son Miguel Moreno Ramón y Martín
Ramón. Sus sobrinas son Juliana y Catalina.
En 1633
fallece doña Catalina Morán Butrón, mujer de Pedro de Alarcón. Se enterró en la
sepultura de sus padres de la Iglesia de San Pedro de Buenache, y que sita
junto a San Nicolás. Mandó 402 misas. Su hermano es Juan Morán, clérigo. Fundó
un patronazgo de legos, donde se le obliga a llevar sus apellidos al
propietario, así como a residir en Buenache. Otro hermano es el capitán Andrés
Morán y Butrón, de quien se dice que, si reclama un descendiente de éste el
patronazgo, en el caso de caer en manos de la iglesia por falta de
descendencia, que éste cumpla los requisitos estipulados.
En 1633
fallece don Francisco de Reyllo, canónigo de Coria. Mandó 1378 misas. El
Licenciado Alonso Beltrán es su sobrino.
En 1636 fallece Diego de Reyllo,
familiar del Santo Oficio. Su mujer es Juana Saiz, mandó 300 misas.
En 1643 fallece Fernando Gómez de
Olivera, familiar del Santo Oficio. Su hermano es el clérigo de la villa. Pagó
400 misas.
Partiendo de lo escrito y cruzando los
datos que poseemos, vemos como se repiten varias familias, las cuales son en
realidad las que más protagonismo tuvieron durante este periodo de tiempo en la
localidad.
Así, vemos como los Santacruz eran una
familia con un claro origen judío, pero que supo posicionarse en un lugar
cómodo, gracias al patrimonio que atesoraban, incluso corriendo el riesgo
alguno de sus miembros al ser procesados por la Inquisición, tal y como refleja
la documentación del Archivo Diocesano de Cuenca.
Igual de destacados son los Cuenca,
quienes ocuparon escribanías y puestos notorios dentro del clero. No sabemos
nada acerca de su origen, aunque existen precedentes en la provincia de Cuenca
de personas portadoras de tal apellido con un pasado judío, e incluso ennoblecidas,
como en el caso de Huete. Los Cuenca de Buenache son un linaje que siempre
mantendrá su estatus a nivel local, emparentando con familias destacadas a lo
largo del tiempo, lo que les valdrá que aparezcan de forma común tanto en
escribanías, clericato y alcaldías.
Otros imposibles de obviar, y que
también vemos tanto en escribanías como en el estamento clerical es una línea
concreta de los Pérez, los cuales contarían con una enorme influencia, hasta el
punto de que, incluso siendo acusado de conversos, siguieran trabajando desde
dentro de la iglesia, puesto que de algún modo consiguieron callar las
acusaciones que pesaban sobre el nombre de la familia.
En el siglo XVI vemos una clara
alineación conversa que da lugar al apellido Pérez de Santacruz, en donde ambas
familias estrechan sus lazos, aglutinando así un mayor poder. Cabe recordar que
esta estrategia la hemos presenciado en otros lugares como Huete, o el mismo
Santo Oficio de la ciudad de Cuenca, donde la estratagema se plantea de igual
modo. Es decir, la creación de una casta conversa, que, en lugar de buscar
difuminar su pasado, ejecuta una operación contraria, que pretende consolidar
su poder, fenómeno que a partir de esa centuria resultará molesto para muchas
familias de la baja nobleza empobrecida, y que acabarán criticando
constantemente.
Igual de destacados serán los Muñoz y
los Zafra, los segundos reconocidos como caballeros hijosdalgos de devengar 500
sueldos, y de los que siguiendo nuestros apuntes podemos afirmar que son otras
de las grandes familias asentadas en esta tierra desde los tiempos del Medievo.
En el caso de los Moreno, sabemos que
su período de mayor progresión, se detecta especialmente a partir de mediados
del siglo XVII, no obstante, ya hay antecedentes de su poder, gracias a los
vínculos y patrimonio que consiguen aglutinar. De acorde a las anotaciones y
datos que hemos ido añadiendo sobre el linaje, tenemos muy claro que su origen
se remonta a la línea de los López-Moreno, con gran influencia en el área
comarcal ya desde el siglo XV, y de la que después irán surgiendo diferentes
ramas que al entroncar con ésta, irán fundado diferentes vínculos en los que el
patrimonio se irá disgregando, al recaer en otros apellidos.
También serán destacados respecto a las
alcaldías y el Santo Oficio los linajes de los Beltrán y Merchante, estos
últimos con un notable peso e influencia más allá del marco municipal.
No debemos de olvidar a los Rojas, una
familia hidalga que no era natural de Buenache, pero que comenzó a destacar en
la primera mitad del siglo XVII.
Por último, resultaría imposible no
mencionar otros tres linajes, que hay que reseñar entre de los más importantes
a nivel local. Por un lado los Parra, una de las familias más destacada durante
los siglos XVI-XVII en cuanto a su papel dentro del Santo Oficio, así como en
la iglesia de la ciudad de Cuenca.
En esta línea también nos
encontraríamos con los Silva y los Reyllo, ambas familias estaban estrechamente
unidas a través de un enlace que fue crucial para la proyección de los dos apellidos.
Y es que los Silva aunque fueron acusados de no ser cristianos viejos, e
incluso alguno de sus miembros fue puesto contra las cuerdas por acusaciones
bastantes deshonestas, las consecuencias nunca llegaron a ser preocupantes,
cosa que pensamos que no fue casual, si entendemos el peso y poder que jugaron,
algo entendible en cuanto a la relación que poseían con el linaje hidalgo de
los Reyllo, otro de los más influyentes de esta área respecto al Santo Oficio,
y desde donde consiguieron incluso alcanzar el Priorato de Belmonte.
David Gómez de Mora