Los
libros de defunciones son una fuente de información muy importante para esclarecer
determinados aspectos sociológicos, sobre las familias que había residiendo en
cada localidad. Sin lugar a dudas los datos que nos pueden proporcionar son
curiosos, tales como el modo de celebración del funeral, las últimas voluntades
del difunto, el pago de misas, el lugar de enterramiento dentro del templo, la
fundación de vínculos, memorias perpetuas o capellanías, así como otros
detalles de su testamento, siendo estas sólo algunas de las variables con las
que los investigadores del ámbito local, podemos desentrañar muchas de las
características que definieron el estatus de cada familia.
En
el presente artículo nos gustaría tratar el caso de cuatro linajes locales,
sobre los que hemos leído datos interesantes en lo que se refiere al primer
volumen de difuntos de Buenache, y que abarca los años de 1571-1592.
Se
trata de los apellidos Hortelano, Merchante, Pérez y Salonarde.
Sobre
ellos ya hemos escrito algunas líneas, donde hemos comentado determinados
aspectos que pueden ayudarnos a comprender un poco mejor como era la sociedad
agrícola rural de un municipio como este, donde no nos cabe la menor duda que
los labradores como otros oficios de ámbito gremial jugaron un papel importante
incluso en lo que hoy denominaríamos la escala comarcal del territorio.
Por
lo que corresponde al primero, sabemos que el linaje de los Hortelano está
bastante diseminado, hasta el punto de que a finales de esa centuria, son
varias las líneas del apellido que hemos observado. Nos interesan
principalmente dos, puesto que atesoraron cierto protagonismo, lo que nos llevó
a que las consideremos como unas de las más destacadas.
Entre
los datos de las partidas de defunción leemos como Pedro Hortelano y su esposa
María de Flores, tuvieron por hija a Catalina González de Hortelano, quien pagó
en 1584 un total de 560 misas el día de su defunción. El mismo año, su hermano
Pedro Hortelano manda un total de 1220 misas, que se repartirán entre
Villanueva de la Jara, Buenache y Valverde. Poco después, y ya en 1586 falleció
Cristóbal Hortelano -el viejo-, mandando un total de 200 misas (éste era el
marido de Juana Díaz) y familiar de los anteriores. El referido Cristóbal dejó
por descendencia una de las líneas más importantes de este linaje, además de
mandar 300 misas y crear una memoria perpetua que recaería sobre su hijo de
idéntico nombre y apellido.
La
familia Hortelano se dedicó a las labores agrícolas, aunque también se les
designa como mercaderes. Y a falta de documentación más detallada que nos
informe del marco económico sobre el que se movían, existen en el fondo de la
Inquisición datos de sumo interés en donde se vislumbra su implicación en la
venta de producción, relacionada con textiles y otros tipos de paños.
Otro
de los linajes es el de los Merchante, quienes ya se habían posicionado durante
la primera mitad del siglo XVI entre una de las casas destacadas de la
localidad. Por un lado habían entroncado con labradores, es el caso de los
Carnicero o Saiz-Carnicero, e incluso con otras familias de la nobleza
territorial, como sucederá con los Espinosa. A partir de ahí sus movimientos se
centrarán en medrar a través de alguna familiatura, como la que poseyó el
referido Pedro Merchante, quien no olvidemos además de mandar 444 misas, efectúa
varios donativos a la iglesia, sin olvidar la creación un patronazgo para su
hijo Felipe Merchante, que se fijaba sobre una producción total de 100 almudes.
Precisamente
una de las familias con la que los Hortelano establecen lazos estrechos es con
la descendencia de estos Merchante. Ambos ejercerán el control de varias
alcaldías años después, así como incluso contralarán la escribanía de Gascas mediante
la figura de Alonso Merchante.
Genealogía de las familias
Hortelano y Merchante. Genealogía familiar (elaboración propia).
Otro
de los apellidos con más historia en este municipio es el de la familia Pérez.
Un linaje local que también pretendió proyectarse a través del clero, y que
comprobamos en el proceso del Bachiller Pérez y Pérez, de quien en el Archivo
Histórico Nacional se conserva una gran cantidad de información, a raíz de los
muchísimos testigos que declaran en relación a las averiguaciones de limpieza de
sangre que se habían efectuado sobre su familia. Concretamente se trata de un
Expediente de información genealógica para admisión a beca en el Colegio Mayor
de San Ildefonso de Alcalá de Henares de Alonso Pérez Pérez Rubio Sáiz, y que
como ya advertimos en un artículo anterior no tiene desperdicio.
Genealogía de los Pérez de
Buenache (apuntes de la genealogía familiar). Elaboración propia
El
bachiller Alonso Pérez (clérigo), falleció en 1599, mandando un total de 400
misas, dejando una fiesta el día de San Gerónimo (nombre de su sobrino), además
de solicitar una misa de por vida semanalmente en su memoria. Éste se enterró
en la sepultura de su madre, María Pérez. Creó además una capellanía y una
memoria perpetua. Nosotros lo consideramos como una de las personas más
influyentes y poderosa del Buenache de finales del siglo XVI, y es que no
olvidemos que por aquellas fechas su familia aglutinó bastante poder. Tanto es
así, que de nada sirvieron las acusaciones en las que salieron a la palestra
sus antepasados conversos.
Por
otro lado, el primo de su madre, el señor Juan Pérez (marido de Catalina Pérez
Pastor), también gozaba de buena posición. Murió en 1621 y creó una memoria
perpetua, mandando ser enterrado en la sepultura de los Pérez, que era donde
descansaban tanto los cuerpos de su padre como esposa.
El
linaje de los Pérez supo proyectarse de modo satisfactorio, de ahí que sus
relaciones con la familia de los Parra, y que por aquellas fechas ya ponían sus
miras más allá del marco comarcal, pudieron ayudarles a adquirir un estatus que
fortalecía su posición en el ámbito local. Del mismo modo nos parecen
interesantes el resto de familias que entroncarán con ellos, puesto que en
muchos de los casos gozarán de buena posición, así como curiosidad, Quiteria
Saiz (esposa de Martín Pérez), tras fallecer en 1587, funda una memoria
perpetua que recaerá sobre uno de sus hijos, además de realizar una manda de
200 misas.
Para
cerrar este bloque, nos resultaría imposible obviar otra familia, que ya desde
esa época comenzó aglutinando un poder destacado, y que en generaciones
posteriores superó con creces la riqueza de las élites que se movían en el
marco local. Ese será el caso de los Salonarde, y que en diferentes artículos
hemos ido estudiando durante los dos últimos años.
Los
Salonarde aprovechando el patrimonio animal que fueron adquiriendo, así como
sus enlaces con linajes de la ganadería de Buenache y Barchín, fueron mejorando
su situación económica.
Si
los Hortelano, emparentados con los Merchante, buscaron el Santo Oficio como un
modo de proyección, o los Pérez, alineándose con los Parra, hicieron en cierto modo
una estratagema similar, los Salonarde optarán por una jugada completamente diferente,
que les apartará de las políticas locales y el círculo eclesiástico, llevándoles
a la gestión de los animales, además de las tierras de labranza, lo que les
comportó una fuente de ingresos que ayudó sociológicamente a su medraje en
cuestión de escasas generaciones.
La
familia Salonarde entroncó con la casa de los Rubio, otro linaje asentado en
Buenache, y que de acuerdo a las informaciones que se invocan en el proceso del
antes referido Bachiller Alonso Pérez (puesto que era también descendiente de los
mismos), les llevaban hasta la localidad de Valera de Abajo, donde según los
testimonios recogidos eran de las casas principales del lugar.
En
el caso de Benito Salonarde sabemos por ejemplo que éste manda como última
voluntad que su cuerpo descanse en la sepultura de su madre, Juana Rubio. Además,
para no perder la costumbre, registró una cláusula de memoria perpetua que ya
dejó fundada su padre Miguel Salonarde, con cargo de una misa el día de San
Agustín sobre un cebadal que recaerá sobre su hijo mayor Julián Salonarde.
Siguiendo
nuestras anotaciones, vemos que este Benito Salonarde (fallecido en 1590), casó
con María de la Osa, hija de Miguel de la Osa y Olaya Gascona, vecinos
precisamente de Barchín, y cuyo linaje estaba sumido en la economía ganadera.
Sobre ellos ya ha realizado alguna referencia Ignacio de la Rosa, cuando nos
comenta el conflicto entre ganaderos y labradores de Navodres, en relación a
los intereses que se disputaron entre los propietarios de animales y los
agricultores, vinculantes por la roturación de tierras. No es tampoco casual
que otro de los matrimonios de aquellas fechas fuese el celebrado entre Simón Salonarde
y Quiteria Isabel de Xábaga, ella también procedente de una familia de Barchín
implicada en el conflicto. Curiosamente los Salonarde tiraban hacia Barchín, en
busca de alianzas, que beneficiaran su estatus.
David Gómez de Mora
Fuentes:
-
Archivo Diocesano de Cuenca. Libro I de defunciones de Buenache de Alarcón (1571-1592),
Sig. 24/37, P. 585
-
Archivo Histórico Nacional. Expediente de información genealógica para admisión
a beca en el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares de Alonso
Pérez Pérez Rubio Sáiz, 1587, Universidades, 533, exp. 4
-De
la Rosa Ferrer, Ignacio (2008). Navodres en Barchín del Hoyo o las limitaciones
de la roturación de nuevas tierras. En historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com