Existen familias con una dilatada historia en
las tierras septentrionales de la provincia conquense, cuyas raíces nos
conducen hasta los tiempos del Concilio de Trento, fase en la que comienza a
recopilarse de manera fehaciente la información de la gran mayoría de linajes
que veremos en nuestro país, especialmente a través de los libros parroquiales
del lugar en el que se encontraban asentados.
Ese será el caso de los Martínez o Martínez de
Unda, una casa de la pequeña burguesía rural de la Alcarria que vivía a
mediados del siglo XVI en la tranquila localidad de Saceda del Río, pero que
poco a poco consiguió aglutinar un poder importante, que le ayudó a medrar a través
de un interesante proceso de proyección social.
El caso de los Martínez de Unda, no deja ser un asunto
más como otro de los muchos que hemos
estudiado, pero con un trasfondo que rompe con la tónica habitual, puesto que no
estamos ante una familia con raíces conversas que desea huir de las garras del
Santo Oficio, sino que de un linaje de cristianos viejos, con abundantes propiedades
agrícolas que acrecientan un poder remarcable, que no interrumpiéndose en su
senda de ascenso durante varias centurias, hemos creído conveniente encuadrar
en tres fases o etapas históricas que van desde el siglo XVI hasta el XIX.
Como decíamos, la familia de los Martínez, era
en origen una casa con varias líneas genealógicas, al menos asentada en este
lugar desde la primera mitad del siglo XVI. La documentación menciona tres
hermanos (Gonzalo, Pedro y Juan), pero de los que intuimos otros tantos parientes,
que engrosarían más si cabe la base de la familia.
El estudio de la documentación de Saceda, y que
se puede efectuar a través del Archivo Eclesiástico de Huete, revela casi sin
ningún tipo de dudas, como los Martínez, emplean la designación completa del
apellido Martínez de Unda, después de un lapso de casi 300 años, del que hasta
finales del siglo XVIII no conocíamos referencias escritas en esta franja geográfica.
Obviamente, pensamos que ello ha de entenderse tras el proceso de
ennoblecimiento de algunos de sus integrantes, y que se relata en una genealogía
apoyada en la ejecutoria de hidalguía, donde se acaba invocando a las tierras
vascas, lo que les permite insertarse dentro del ámbito nobiliario.
Tumba de la familia
Martínez-Unda. Cementerio Municipal de Huete
I. El despegue de la
familia (los entronques con la burguesía local)
Las primeras referencias de los Martínez nos
llegan a través del libro de bautismos del municipio, y que fecha de los años
cuarenta del siglo XVI. En esta fase, la familia establece matrimonios con casas
fuertes de Saceda, es el caso de los López-Lobo, Vicente, Saiz, de la Fuente,
Fernández, y que ya tratamos en un artículo redactado el año pasado, bajo el
título “Las élites locales en la franja
Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII”.
Pensamos que probablemente la ausencia de una
presión señorial en este lugar, permitió el auge de diferentes familias de la
burguesía rural, que a pesar de las limitaciones que podían existir en un espacio
territorial tan reducido, al menos les sirvió para aglutinar un conjunto de
bienes, que desde la figura del vínculo u otro tipo de fundaciones
patrimoniales, acabaron ayudando a que se consolidaran con el tiempo como ricos
labradores. Marcamos como fecha final de este período las últimas décadas del
siglo XVII, instante en el que apreciamos como los Martínez consiguen un
renombre incomparable hasta el momento, y que les ayudará a tener sus miras
puestas más allá de Saceda.
Sabemos que Gonzalo Martínez, el progenitor de
la línea sobre el que se proyecta la hidalguía, es marido de la señora María
López-Lobo. María pertenecía al linaje del Licenciado Juan López-Lobo,
personaje popular en la localidad por sus bienes. Tanto es así que pensamos que
éste sería uno de los vecinos más ricos de la localidad, pues la cantidad de
tierras que poseía eran numerosas. Intuimos que una de las hijas de Gonzalo
pudo casar con un miembro de la familia del Horno, deducción que extraemos por
el fallecimiento del Licenciado Martínez, quien cita en 1579 a su sobrina María
del Horno, además de efectuar un pago de 348 misas.
Otro hijo de Gonzalo casa con una represente de
los Saiz, y que podría estar vinculada con la línea local de los Saiz-Mateo,
que como bien sabemos creó nexos estrechos con los García-Galarza de Bonilla.
La hermana de Juan, Isabel Martínez (bautizada
en 1547), casó con un miembro destacado del linaje Olmo, y cuya descendencia
recaerá por varios lugares, especialmente en La Peraleja y Saceda del Río
(focos de proyección a escala local de la estirpe).
Pero, si alguien supo que su familia estaba
destinada a poseer un protagonismo destacado, ese era Juan (bautizado en 1551).
De su matrimonio con María Saiz deja una rica descendencia, y que hemos podido
rescatar por la referencia de su testamento en 1599, al citarse el mismo dentro
de las reseñas de la ejecutoria de hidalguía de su descendiente. Una hija es
Catalina Martínez, que casa con Esteban de la Fuente, quién dejará nutrida descendencia
a través de su hijo Juan de la Fuente Martínez, y que a su vez casará con una Fernández
(de posición social bastante similar). Por otro lado tendríamos a Pedro
Martínez (bautizado en 1575), marido de Catalina Vicente.
Sin lugar a dudas la descendencia de esta línea
será la más fuerte, pues los Vicente contribuyen de modo decisivo al ingente
aglutinamiento de tierras para labrar. No nos cabe la menor duda que esta
familia debemos catalogarla como de labradores bien posicionados, que a
diferencia de sus parientes los Martínez, sólo se proyectará de modo
satisfactorio desde dentro del marco local, tal y como sucede en La Peraleja. Siendo
en ese enclave los Jarabo sus principales aliados a lo largo de los siglos
XVII-XVIII.
Siguiendo nuestros apuntes genealógicos, comprobamos
como los Vicente se encuentran también estrechamente relacionados con los Olmo,
Fernández y López-Lobo. Una serie de
políticas que en ocasiones definiríamos como de cerradas y endogámicas, puesto
que los vínculos matrimoniales y patrimoniales reforzaban la seguridad de tener
controladas su propiedades. Conformando de este modo el eslabón de la pequeña
burguesía local.
Del libro de defunciones de Saceda, se desprende
el estatus de algún Vicente, ese es el caso de Juan Martínez Vicente (fallecido
en 1677), con pago de 1060 misas. Recordemos que Juan era a su vez marido de
María Vicente. Conocemos otras hermanas del mismo, como María y Catalina
Martínez Vicente, ésta última fallecida en 1675 con pago de 860 misas.
Sabemos que los tres hermanos son precisamente
sobrinos del Licenciado Miguel López (fallecido en 1679), así como del señor
don Francisco Vicente, ambos personajes notablemente ricos debido al patrimonio
que habían atesorado.
Relaciones genealógicas
de los Vicente y los Martínez de Saceda (apuntes del archivo familiar).
Elaboración propia.
II. Las relaciones con
la nobleza comarcal
Son varias las generaciones que separan el
matrimonio de Gonzalo con sus descendientes. Lo cierto es que trascurridas
cuatro apreciamos como los Martínez empiezan a entroncar con personas
procedentes de pueblos vecinos de la comarca, que además de gozar de poder, son
reconocidas como hidalgos.
Obviamente la pequeña burguesía local resultaría
insuficiente en las aspiraciones de crecimiento patrimonial, lo que sumado a la
estrecha endogamia practicada en el pueblo natal, obligaba a los integrantes a renovar
su sangre y poner así sus miras más allá de las casas de Saceda.
No olvidemos que a lo largo de la Alcarria
conquense existían muchos linajes que ya habían sido reconocidos mediante ejecutoria
de hidalguía y por lo tanto, se les trataba a partir de ese instante como
miembros del estado noble, de ahí que emparentar con ellos era un paso más. Pasado
el tiempo, y viendo la fuerza que adquieren algunas líneas de aquella antigua
casa de labradores, sus representantes se ven capaces de dar el salto más
complicado, es decir, conseguir que se les reconozca su privilegio mediante una
ejecutoria de hidalguía.
Para materializar esta operación era importante
arriesgar una suma considerable de dinero, en donde se abría un proceso de contratación
de testigos, adecuación documental y que solía efectuarse bajo la figura de un
escribano o el párroco del municipio, que medianamente asesorado en
conocimientos históricos como genealógicos, podía enlazar a sus representantes
con gentes que habían sido insertadas en el ámbito de la nobleza. La abundancia
del apellido Martínez era una baza a favor, que obviamente tuvo que ser
aprovechada, cuando se invoca a una casa de este mismo apellido, asentada en
las lejanas tierras de Euskadi tras un privilegio de vizcainidad. La conexión
de los Martínez de Unda de Durango, con los Martínez de Saceda, se gestará a
través de la figura de Gonzalo. El enlace documental vemos que se apoya sobre
un libro de defunciones, que a tenor de su paleografía tuvo que redactarse varios
siglos después de la fecha que marcan las partidas de su interior.
Libro I de defunciones
de Saceda del Río, 1546-1595. Archivo Eclesiástico de Huete
Este volumen, probablemente realizado durante la
segunda mitad del siglo XVIII, y que coincide con el momento de petición de la
nobleza por parte de la familia, evidencia junto con la defunción del propio
Gonzalo (en donde casualmente se remarca su ascendencia paterna y materna, y
que no solemos ver en el resto de partidas), la fase en la que se agrega la
raíz Unda al apellido.
Antes de llegar hasta aquí, los Martínez ya han
celebrado matrimonio con algunas casas de hidalgos de la zona. Por un lado estarían
los Garrido, miembros del estado noble y reconocidos como tales en
Mazarulleque, donde poseían su casa solariega. Tampoco debemos de olvidar a los
García-Vaquero, gentes con raíces en Portalrubio, aunque también con una
notable presencia e influencia en la sociedad sacedeña. En este sentido nos
interesa el caso de la señora doña Teresa García, esposa de Juan Martínez
Garrido (quien era hija de Sebastián García-Vaquero y María Martínez de
Bonilla).
Recapitulando y siguiendo el hilo de la descendencia de Gonzalo, los
anteriores Juan Martínez Vicente y su esposa María Vicente, tienen por hijo a
Diego-Felipe Martínez (fallecido en 1721 con pago de 530 misas), que casará en
Mazarulleque con la noble doña María Garrido Aparicio, fruto de esta unión
nacerán el Obispo de Cartagena de Indias, don Diego Martínez Garrido y Juan
Martínez Garrido, este último el marido de Teresa García.
Partida de defunción de
Gonzalo Martínez, donde se señala como fecha de su muerte el día 15 de septiembre
de 1559. Libro I de defunciones de Saceda del Río, Archivo Eclesiástico de
Huete.
Por los datos recabados, el padre del suegro de
Juan Martínez Garrido era don Ignacio García-Vaquero, fallecido en 1682 con
pago de 520 misas, hijo a su vez de don Francisco García-Vaquero y doña María
García (viuda de un Juan Martínez), y cuyos cuerpos descansan en la sepultura
que poseían en la capilla mayor de la iglesia de Saceda. Estos datos los hemos
podido comprobar tras estudiar los libros de defunciones de esa época.
Intuimos que los Vicente pretenden gestar una
sistema de proyección similar al de sus parientes los Martínez, aunque como
veremos los resultados no serán los deseados, prueba del mismo lo tenemos a
través de una escritura del año 1698, existente en el Archivo Municipal de Huete,
sección de protocolos notariales, nº 199. Concretamente se trata de la
escritura matrimonial de don Francisco Vicente-Vaquero, vecino de Portalrubio,
e hijo de Francisco Vicente Vaquero y Juliana Martínez, quien casó con la
señora doña Isabel de la Cuesta y de Duarte, hija de don Andrés de la Cuesta y
doña María de Duarte y Orozqueta, vecinos de Gascueña.
En el documento se menciona a la hermana de
Francisco, quien efectúa su testamento ante Miguel de la Cuesta, escribano de
Gascueña, y que sería pariente de su suegro. En la misma, se cita a un sobrino,
y que podría ser el hijo de Francisco, el Licenciado Felipe Vicente-Vaquero.
Este documento guarda mucho interés por el hecho de que se menciona el
mayorazgo de los Vicente, estableciendo el correspondiente orden sucesorio del
mismo, y que conocemos por los apuntes genealógicos que poseemos de sus antepasados
en la Peraleja. A diferencia de los Martínez, los Vicente no consiguieron sacar
una ejecutoria de hidalguía, aunque poco les pudo faltar, teniendo en cuenta
que llegaron a poseer un mayorazgo con reconocimiento del Rey.
Como dato curioso añadir que Doña Isabel de la
Cuesta, es sobrina carnal del párroco de la Iglesia de San Martín de Portalrubio,
el Licenciado don Sebastián de Duarte.
Sobre la familia de los García-Vaquero de Saceda
conocemos algunas informaciones que refuerzan su estatus, es el caso del
Licenciado don Juan Antonio García-Vaquero, Beneficiado y pagador de 840 misas
el día de su fallecimiento en 1709, siendo a su vez hermano de Sebastián
García-Vaquero (el marido de María Martínez de Bonilla). Sabemos de la
existencia de otro hermano, se trata de don José García-Vaquero, doncel
fallecido en 1699 con pago de 520 misas y que contribuyó con sus bienes a la
construcción del retablo mayor y tabernáculo de la iglesia de Saceda.
Ahora bien, para llegar al punto de inflexión
que transforma a los Martínez de Saceda en los Martínez de Unda, es crucial la
mediación de las familias Cantero y Sevilla, quienes se prestaran como testigos
que acreditaban en la ejecutoria de hidalguía ese pasado noble del linaje. Para
ello se tirará del diputado local, Sebastián Cantero de Sevilla, miembro que
tenemos bien estudiado a través de nuestra genealogía familiar, y que junto con
el linaje de su madre, consolidarán en su testimonio el pasado hidalgo de sus
vecinos y amigos los Martínez.
Ciertamente el procedimiento será simple, pues se invocará de manera repetida a la
genealogía descendiente desde la línea de Gonzalo, y que conectaba hasta los miembros que solicitan la hidalguía. No
olvidemos que los Cantero también tenían casa solariega en la cercana localidad
de La Ventosa, tal y como ya redactó Guillermo Fernández en su artículo:
“Bernardo Cantero de la Cueva: Caballero de la Real Orden de Carlos III,
Ministro del Consejo Real de Castilla y Superintendente General de Policía de
Madrid”.
El diputado y testigo Sebastián Cantero, era
hijo de Sebastián Cantero Guijarro y doña Isabel de Sevilla y de Mochales, descendiente
también de varias familias de la nobleza local junto la pequeña burguesía, en
la que la casa de los Sevilla acabó teniendo un peso importante en la localidad
de donde procedían los Martínez. Por aquel entonces había algunos representantes
del clero local vinculados a esta familia, es el caso del párroco don Isidoro
de Sevilla, y que ya estaría al corriente del proceso de ennoblecimiento de los
Martínez de Unda.
Genealogía del testigo
Sebastián Cantero (genealogía familiar). Elaboración propia
III. El gran salto a la
ciudad (asociación con las familias de la media y alta nobleza española)
Finalmente, ya conseguido el reconocimiento nobiliario,
los Martínez comienzan a proyectarse hacia la capital, a través del ámbito político,
lo que se plasma en la línea del Senador don Andrés María Martínez de Unda.
Por la ejecutoria de hidalguía, sabemos que Juan
Martínez Garrido, dejará dos hijos bien asentados, que ya llevarán el apellido con
la forma de Unda, ese será el caso de don Carlos Martínez de Unda García, y que
en primeras nupcias casará con doña Juana de Pernía, de donde nacerá el
presbítero, don Gregorio Martínez de Unda, y con quien se fue a vivir a
Castillejo del Romeral, así como más tarde, tras enviudar, casará por segunda
vez con la señora doña Isabel de Valencia, fruto de cuyo enlace nacerá don
Andrés María Martínez de Unda, el referido Senador por la ciudad de Cuenca, que
falleció en la legislatura de 1838, tal y como extraemos de su expediente
personal (Senado, 1838). Otro hermano de don Andrés fue don Juan Manuel
Martínez de Unda. Sabemos que Andrés tenía diversidad de bienes en Valdemoro
del Rey, Mazarulleque, Saceda, Portalrubio, Bonilla y Valparaiso de Abajo, estando
compuesto su patrimonio por muchas fincas rústicas, así como varias haciendas y
reses.
Como decimos en esta tercera fase la familia, a
través de don Andrés adquiere una notoria importancia, que se incrementa
generaciones después, puesto que de las dos plazas de senador que existen en la
provincia, la otra se hallaba representada por don Eusebio de Bardají y de
Azara (Diario de las Sesiones de Cortes: 13-11-1837 (1838), fol. 1). Don
Eusebio llegó a ser Secretario en las Cortes de Cádiz, y de acorde a la
información que nos proporciona don Manuel de Parada en su artículo sobre los
títulos nobiliarios austracistas, casó con la distinguida doña María del Carmen
de Parada en 1803, fruto de cuyo matrimonio nacería doña Fernanda de Bardají,
que en 1827 celebra nupcias con Vicente Cano Manuel, abogado y diputado, cuya
descendencia, casará con doña María Joaquina Martínez de Unda, hermana de doña
Angustias Martínez de Unda, ambas hijas a su vez de don Rafael Martínez de Unda
y doña María Josefa Fernández de Parada-Sandoval, tal y como de nuevo nos
relata don Manuel de Parada en su obra sobre los apuntes para la bibliografía
optense. De esta manera, vemos como durante la segunda mitad del siglo XIX, se
produce el entronque entre las dos familias de senadores por la provincia de Cuenca. Hecho que refuerza el estatus de la familia,
y que obviamente ya lo aleja de la órbita de la Alcarria, para situarlo en la
misma ciudad de Madrid.
Doña Agustina Martínez de Unda casará en 1891
con el abogado don Emilio Lledó, enlace de donde nacerá don Vicente Lledó y
Martínez de Unda, quien junto con su esposa doña Ángela Suárez y
González-Solar, poseyeron una buena pinacoteca, y de la que don Manuel de
Parada y Luca de Tena menciona obras con autoría de Paolo Matheis o Esquivel,
algunas de las cuales fueron donadas al Museo del Prado.
Don Rafael Martínez de Unda y Merchante falleció
el 25 de noviembre de 1886, así como su esposa doña María Josefa el 18 de abril
de 1892. Sus cuerpos junto con los de sus hijos descansan en la tumba familiar y
que se ubica en el interior del cementerio municipal de Huete.
David Gómez de Mora
IV. Fuentes:
- Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de defunciones de Saceda
del Río (1546-1595).
- Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de matrimonios de Saceda
del Río (1565-1601).
- Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de bautismos (1576-1602).
Incluye matrimonios de Saceda del Río (1601-1621).
- Archivo Eclesiástico de Huete. Libro II de bautismos de Saceda
del Río (1621-1723).
- Archivo del Senado. Expediente personal del senador don Andrés
María Martínez de Unda. Sig. HIS-0274-06, Senado.
- Archivo Municipal de Huete. Protocolos notariales, año 1698, nº
199. Ayuntamiento de Huete.
- Archivo Personal. Apuntes genealógicos sobre
Saceda del Río (inédito).
- Archivo Personal. Genealogía de la familia
Gómez-de Mora y Jarabo (inédito).
- Archivo de la Real
Chancilleria de Valladolid. Real
Provisión de vizcainía expedida a petición de Carlos y Juan Martínez Garrido,
el primero de ellos por sí y en nombre de sus hijos Gregorio y Andrés, naturales y vecinos de Saceda del Río (Cuenca) y descendientes de
Ibárruri (Vizcaya). Registro de Vizcainías, caja 10,20
- Diario de las sesiones del Senado en la
legislatura de 1837. Madrid.
- Fernández Rabadán, Guillermo (2018). Bernardo Cantero de la Cueva: Caballero de la Real Orden de Carlos III, Ministerio del Consejo Real de Castilla y Superintendente General de Policia de Madrid, nacido en La Ventosa en 1735. En: rolloventosa.blogspot.com
- Gómez de Mora, David (2018). Las Élites locales en la franja Este de Huete
entre los siglos XVI-XVIII. En: davidgomezdemora.blogspot.com
- Parada y Luca de Tena,
Manuel (de). Apuntes para una bibliografía sobre la noble y leal ciudad de
Huete. Ayuntamiento de Huete. En: Huete.org
- Parada y Luca de Tena,
Manuel (de) (2012). Títulos Austracistas concedidos durante la Guerra de
Sucesión en la tierra de Huete, ARAMHG, XV, 2012, 63-177