En el Archivo de Protocolos de la ciudad de València, existe una referencia modesta, pero a la vez interesante, sobre un contrato de aprendizaje para un residente de la localidad de Garcimuñoz, que marcha a la capital del Turia, para formarse como pintor de tapines o chapines.
El documento fecha a 14 de abril de 1414, en la localidad de Valencia, y se adscribe a los protocolos de Antonio Pascual (nº 23.240), y que a su vez es también recogido en la obra Documents de la pintura valenciana medieval i moderna, volumen III (1401-1425), página 328 de Lluïsa Tolosa, Ximo Company y Joan Artiga (2011).
Se encuentra escrito en latín, y en el mismo comprobamos varias cuestiones, que nos parecen sumamente reseñables, para ahondar más en la sociedad local de este municipio de la Manchuela. Como decimos el documento es un contrato de aprendizaje, efectuado por Gonzalo Gallego, pintor de tapines y ciudadano de València. Este señor llega a un acuerdo con Pedro López, vecino del Castillo de Garcimuñoz, de profesión herrero, para que durante siete años deje al servicio de Gonzalo a su hijo Juan.
Die sabbati, XIIIIª aprilis anno a Nativitate Domini MºCCCCºXIIIIª
Petrus Lópiç, faber, vicinus Castri de Garcia Monyoç, affirmo vobiscum, Gondissalbo Gallego, pictori tapinorum, civi Valentie, presenti, Iohannem, filium meum, etais novem annorum parum plus vel minus ad septem annos a presenti die in antea computandos ad addiscendum officium vestrum vel faciendum mandata, et cetera. Promittens quod durante dicto tempore dictus filius meus vobis stabit in servitio vestro non recedet, et cetera. Teneamini tamen ei providere in esu, et potu, et calciati, et vestitu secundum conditionem (…) et un sanitatis et egritudine ad forum Valentie, et cetera, et in fine temporis teneamini facere raubas, sciliet, gramasiam, tunicam, caligas et capucium panni novi valoris X sous parum plus vel minus, et cetera. Et ego, dictus Gondissalbus Gallego, acceptans, et cetera, promitto, et cetera.
Testes, discretus Iohannes Çaposa, notarius, et Lucas Gaçó, Mercator, cives Valentie.
Traduciendo el texto, apreciamos varias frases que nos llaman la atención. La primera es la referencia de “pictori tapinourm”, es decir, pintor de tapines, un tipo de calzado, con amplia difusión en la Edad Media, que a pesar de ser típicamente femenino, también podía ser empleado por los hombres.
Sabemos que a la gente pudiente le gustaba calzar de manera distintiva, y una de las soluciones era la elaboración y decoración de este tipo zapatos, en los que se tiraba de expertos en el oficio, que además de darle un toque singular a su obra, reflejaban en cierto modo el poder de su propietario. Se le podría considerar como un calzado de lujo, caracterizado por una suela gruesa que podía estar realizada con corcho o madera, y que desde la segunda mitad del siglo XIV, su decoración los resaltaba a través de las manos de pintores como Gonzalo Gallego.
Suponemos que el hijo del herrero cuando marcha a València, será para formarse y luego retornar a su lugar de origen, puesto que tendría un mercado lo suficientemente aceptable en el municipio de su familia. Y es que no hemos de olvidar que precisamente el Castillo de Garcimuñoz, contaba con una población acomodada, en donde hidalgos y ricos labradores moraban sus viviendas. La ciudad de València por aquellas fechas era todo un hervidero, y sumida en la fase de su siglo de oro, es muy probable que en la tradicional calle donde todavía se ha preservado la nomenclatura de este oficio, en alusión a la ubicación de sus talleres (carrer de la tapineria), estuviese Juan López, aprendiendo el oficio que su padre acordó con Gonzalo.
Carrer de la tapineria, València. Wikipedia
Como decimos, creemos que en Garcimuñoz mercado para este tipo de productos desde luego que habría, y la importancia de vestir o calzar de manera adecuada, suponemos que era una prioridad entre las personas con recursos económicos. Tanto que incluso las exigencias se extendían hasta los mismos artesanos, pues en este contrato Pedro López el herrero no sólo estipula que su hijo viva en unas condiciones aceptables, cuando se emplea la fórmula “teneamini tamen ei providere in esu, et potu, et calciati, et vestitu secundum conditionem” (para que se le proporcione y mantenga con comida, bebida, calzado y prendas de vestir), sino que además disponga de una serie de comodidades, que le ayuden a vestir como un caballero (“teneamini facere raubas, sciliet, gramasiam, tunicam, caligas et capucium”), es decir, que posea ropa, mudas nuevas, gramalla (una especie de sayo largo, a modo de bata que solían llevar los maceros), junto una cáliga (prenda de cuero que protegía desde la rodilla al pie en el caso de ser larga, o desde el tobillo al empeine si era corta, sirviendo de abrigo, además de otorgar cierto estatus a su propietario), así como una capa con capucha.
Desconocemos por ahora cualquier información de estos tres personajes, aunque no deja de ser llamativo que Gonzalo el pintor, sea portador de uno de los apellidos hidalgos que después florecerá en esta misma localidad, ¿es simplemente un hecho casual?, ¿o los Gallego de Garcimuñoz guardan algún nexo con esta familia valenciana?
David Gómez de Mora