Mazarulleque
es otro de esos pueblos que albergan las tierras de la Alcarria Conquense. Un
enclave donde siglos atrás labradores y jornaleros representaban la gran
mayoría de su tejido económico, y que tradicionalmente apostó por el cultivo de
productos como el trigo, centeno, aceite y vid. En el caso de Mazarulleque la
ganadería no fue menos, y por ello también tuvo su importancia, destacando
especialmente la explotación de ganado lanar y cabrío.
Sobre
este espacio, que tenía anexo el desaparecido municipio de Cuevas de Santiago,
y que ya en tiempos de Madoz se encontraba completamente abandonado, fue
forjándose el día a día de muchas familias, que a lo largo de los siglos
mantuvieron relaciones muy estrechas con los pueblos de los alrededores.
Gracias
a parte de la documentación que hemos podido investigar sobre nuestros
antepasados en el Archivo Diocesano de Cuenca (donde se custodia todo el fondo
de los quinque libri que décadas atrás había en su Iglesia Parroquial),
cualquier curioso puede esbozar algunos retazos sobre el pasado de las familias
que residieron en la localidad, y que junto con otro tipo de referencias de
ámbito histórico, nos ayudan en su conjunto a situar la importancia y destino
que corrieron algunas de las gentes que desarrollaron su vida en ese marco geográfico
tan preciso.
Si
queremos hablar de linajes, sin ningún tipo de dudas, el más destacado por
antonomasia es el de los Garrido. Una antigua familia, asentada en este lugar
desde como mínimo finales del Medievo, que con el paso de sucesivas
generaciones, consiguió medrar y reconocer su privilegio de nobleza durante el
siglo XVII.
Los
Garrido, junto con los apellidos Domínguez y de Lirio, serán algunas de las
principales casas con las que contará Mazarulleque, especialmente en el
intervalo que comprenderá el periodo de entre finales del siglo XVI hasta parte
del siglo XVIII.
Imagen de Mazarulleque, mispueblos.es
Como
relatábamos, el linaje Garrido se encuentra arraigado en este territorio desde
las primeras referencias que nos llegan por los libros eclesiásticos. Mediante
la información parroquial, hemos conseguido identificar dos líneas de la
familia, una que sería la más afortunada, y que en este caso, fue la que pudo
ennoblecer, y una segunda, que a pesar de hallarse instalada en la anexa
pedanía de Cuevas de Santiago, no consiguió proyectarse de la misma forma, de ahí
que se viese abocada a ser una línea segundona, que desarrollará su forma de
vida entre las Cuevas y Mazarulleque.
La
estrategia de ascenso social de los Garrido comienza como siempre desde una
escala municipal, en la que sus representantes irán estableciendo relaciones
matrimoniales con familias del vecindario, y que una vez que han consolidado un
estatus a nivel local, a continuación ponen
sus miras en zonas más grandes, donde la nobleza y la burguesía rural, les
permite seguir en esa fase de desarrollo patrimonial y de renombre.
Bien
entrado el siglo XVI, Pedro Garrido casó con Juana García. Con mujer de
idéntico apellido lo hizo Sebastián Garrido, de quién descenderá una prole que
representará la familia mejor asentada de Mazarulleque, y que serán
inmediatamente los que buscarán el reconocimiento como hidalgos. La estrategia
de ascenso era clara, por ello ya a finales de esa centuria, los Garrido sitúan
sus miras más allá del pueblo, así se demuestra con el enlace que en 1588
celebrará Pedro García Hidalgo, vecino de Torrejoncillo, con María Garrido,
hija de Sebastián Garrido. La jugada será idéntica, a la que efectuará Pedro,
cuando casa a su hija Isabel con el bien posicionado Pedro de Soria (vecino de
Alcohujate), y de cuyo matrimonio nacerán varios hijos, destacando
especialmente el que será el cura de la localidad, don Marcos de Soria Garrido.
Además de Marcos, nacieron otros hermanos, como Bernabé de Soria, quien selló
alianzas con una familia del municipio, así como Francisco de Soria, que en 1604
fue casado con su tía Juana Garrido, es decir, la hermana de su madre Isabel
Garrido.
Insertados
en el siglo XVII la línea hidalga de los Garrido comienzan efectuar enlaces que
los conducen hasta la ciudad de Huete, principal feudo de la nobleza de la Alcarria
Conquense, ya que allí se sitúa la casta de las tierras septentrionales de la
provincia.
Si
atendemos al volumen más antiguo de defunciones, leeremos que en 1604 Sebastián
Garrido -el viejo-, mandó el día de su entierro un pago de 500 misas, así como
su mujer dos años después otras 200 misas. Ya en el siglo XVII, los integrantes
de la familia, ahora con un don antepuesto, efectuarán pagos más
espectaculares, tal y como sucedió con don Manuel Garrido, quien en 1677
solicitó el pago de 1800 misas, o el caso de don Juan Garrido, que fue a su vez
el padre de otro don Juan Garrido, y que falleció siendo alcalde por el Estado
Noble, donde pagó para su entierro en 1681 un total de 2000 misas (además de
donar varios cientos de reales). Obviamente en esta época la familia Garrido
nada tenía que ver con la de sus ancestros que 100 años antes, a pesar de ser
gente bien posicionadas y con recursos, todavía estaban medrando, en busca de
un refortalecimiento de su estatus. Sólo transcurrieron tres años, cuando en
diferencia de seis días murió el alcalde antes citado, don Juan Garrido, quien
se enterró en la primera grada que subía al altar mayor, pues junto con su
esposa habían adquirido este lugar para descanso de sus restos mortales. En
esta ocasión se solicitó un pago de 1012 misas. Por otro lado, su mujer doña
Margarita de Aparicio Pizaño, tenía su sepultura en la grada última del altar
mayor, al lado del Evangelio. Esta mandó un total de 500 misas, y al entierro
acudió su hermano don Juan de Aparicio y Pizaño, Caballero Religioso de la
Orden de Santiago de Uclés. El hijo de don Juan Garrido y doña Margarita era el
Licenciado don Nicolás Garrido Pizaño, que en 1715 aparece como párroco en la
Iglesia del pueblo.
Durante
el año 1636 se celebró la boda entre Sebastián Garrido (viudo de Úrsula Muñoz),
quien casó con doña Isabel Cabeza, hija de los optenses don Juan Cabeza y María
Domínguez. Dicho Sebastián mantuvo un pleito contra su cuñado Pedro Muñoz,
estudiante de la Universidad de Alcalá y heredero de su padre Nicolás Muñoz,
por una de deuda de 12.156 maravedís por la restitución de la dote de la
difunta Úrsula Muñoz (AHN, 1652/1653).
Por
otro lado, moviéndose entre Cuevas de Santiago y Mazarulleque se hallaba la
línea segundona de los Garrido, que hacía alarde del mismo apellido, aunque con
la gran diferencia de que no formaba parte del Estado Noble. La estrategia de
esta rama era muy parecida a la de sus primos de Mazarulleque, aunque
obviamente con políticas matrimoniales de un escalafón social menor, donde
pequeños labradores sellaban alianzas conjuntas entre varios hermanos de otras
familias. Así resultó con los Pérez de Rejas o los Tinajas. Estos últimos a
mediados del siglo XVII tuvieron como figura destacada al Licenciado Juan
Maestre de Tinajas, quien falleció en 1702 con pago de 200 misas. Sus
testamentarios fueron don Sebastián Garrido y Manuel Gregorio Garrido (el
escribano de la localidad por aquellas fechas).
Línea segundona de los
Garrido. Apuntes genealógicos (elaboración propia)
Corría
principios del siglo XVIII, y en los libros de fundaciones de Mazarulleque
podemos leer como había una memoria creada por María Garrido, un vínculo
fundado por el Licenciado Marcos de Soria Garrido, un patronato de Juana
Garrido, así como una capellanía que fundó Fabián de Lirio. Quedaba claro quien
mandaba en el pueblo, de ahí que era indiscutible el dominio de los Garrido,
pero curioso tampoco dejaba de ser el caso de los Lirio, otra familia asentada en
este municipio desde antes de que se iniciaran los libros parroquiales, y que
obviamente buscó como sus vecinos, un ascenso social entre varios de sus
integrantes.
Así
se detalla la situación de Gabriel de Lirio, quien a través de un documento
presente en el Archivo Histórico
Nacional, refleja algunas informaciones sobre él y su familia, pues se le
efectuó un expediente de información y licencia de pasajero a Indias, ya que se
llevó consigo a Nueva España a sus dos criados Pedro de los Ríos, natural de
Fuente Ovejuna y a Pedro Jiménez de Alaras, natural de Los Palacios. La jugada
era clara, y Gabriel como muchísima gente de aquella época, iría a hacer las
Américas, en busca de un sueño que mejorará su calidad de vida.
Aunque
sin lugar a dudas, otra de las grandes familias que se asentaran en
Mazarulleque será la de los Domínguez, con personajes destacados desde finales
del siglo XVI, como sucederá en el caso de Miguel Domínguez, que en la década
de los noventa estaba formándose como Maestro en Artes por la Universidad de
Alcalá, así como Mateo Domínguez, escribano de la localidad en 1610.
De
los Domínguez conocemos varias líneas, en las que destacan muchos de sus
integrantes por la disponibilidad de recursos. Es el caso de Juan Domínguez
(hijo de García Domínguez), que casó con María Catalina Ballesteros, fruto de
cuyo matrimonio nació Juan Domínguez, que en 1640 celebró nupcias con María
Fernández, y que era a su vez hija de Bartolomé Fernández, alcalde ordinario de
Mazarulleque justo en el momento en que Gabriel de Lirio realiza su expediente
para partir a las Indias.
Otro
caso lo vemos en 1679, cuando Catalina Domínguez fallece con un pago de casi
200 misas y la fundación de un vínculo, o unos cuantos años después el
Licenciado don Juan Domínguez Ballesteros, quien realiza un gran testamento,
donde paga un total de 800 misas, además de mandar enterrarse en la primera
grada de la capilla mayor, al lado de la epístola. Dicho Juan efectuó una
partición de su hacienda y bienes en varias partes, que iría racionando a sus
hermanas (que adoptarían el apellido Ballesteros en primer lugar), a diferencia
de otros hermanos como Mateo Domínguez (fallecido poco antes, con pago de 250
misas), o su hermana Juliana Domínguez, quien estaba soltera y recibió todos
los bienes muebles, tanto de dentro como fuera de su hacienda, además de una
parte de la bodega y casa que tenía en la calle Real de Mazarulleque, todo ello
como resultado de que Juliana vivía con él y lo atendía siempre que podía. El mismo año, Alonso Domínguez, hijo de Alonso
Domínguez paga 250 misas el día de su entierro.
Relaciones genealógicas
entre los Domínguez, de Lirio y Conejo durante el siglo XVII en Mazarulleque. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
En
1694, falleció María Domínguez, mujer de Pedro Conejo, con pago de más de 100
misas, o por ejemplo en 1696 otra María Domínguez, viuda de Pedro Centenero, hizo
testamento y mandó el pago de 232 misas. Aunque si queremos hablar de
contundencia en la cifra de misas, esto se comprobaría en el entierro de Ana Domínguez,
mujer de Juan de la Ropa, quien solicitó un total de 2000 misas. A lo largo del
siglo XVII la familia estrechará lazos con los Centenero junto con los Conejo,
estos últimos labradores de Cuevas de Santiago, y que del mismo modo que la
línea segundona de los Garrido, establecerá nexos muy estrechos con las
familias de Mazarulleque.
David Gómez de Mora
Referencias documentales:
-Archivo
Diocesano de Cuenca, libro I de matrimonios de Mazarulleque. Años 1567-1611. P-2861.
-Archivo
Diocesano de Cuenca, libro II de matrimonios de Mazarulleque. Años 1613-1758.
P-2862.
-Archivo
Diocesano de Cuenca, libro I de defunciones de Mazarulleque. Años 1591-1610. P-2865.
-Archivo
Diocesano de Cuenca, libro II de defunciones de Mazarulleque. A partir de 1635.
P-2866.
-Archivo
Histórico Nacional. Expediente de pasajero de Indias de Gabriel de Lirio. Año 1622.
Contratación, 5381, nº 27.
-Archivo
Histórico Nacional. Pleito de Pedro Muñoz contra Sebastián Garrido. Años
1652/1653. Universidades, 199, Expediente 50.
-Archivo
Personal. Apuntes genealógicos sobre antepasados y linajes de Mazarulleque.