Conocer a fondo la historia de Piqueras nos obliga a mencionar dos de
las familias más destacadas con las que ha contado este municipio
siglos atrás, debido al papel y poder desempeñado en una modesta
sociedad local como la que tratamos, pero no por ello insignificante. Siendo una pieza importante dentro del sistema económico
que en el ámbito ganadero como agrícola, potenció la vida en este
espacio geográfico.
Los
Lizcano invocaban sus raíces en tierras guipuzkoanas, tras llegar su
progenitor hasta Buenache de Alarcón a principios del siglo XVI. Por
otro lado, los Ruiz, eran en realidad una prolongación de la noble
familia de los Ruiz de Alarcón, señores de Piqueras, a través de
la descendencia dejada por el que fuera párroco e hijo de esta
familia.
Nos
encontraríamos pues ante dos linajes con solera, los Urreta de
Lizcano y los Ruiz de Alarcón. Sendos tenían en común el nunca
haber hecho alarde de su pasado, probablemente por no resultarles
necesario, al estar siempre residiendo en el mismo lugar. Estas
familias siguiendo con las costumbres de las casas rurales, se
dedicaron al oficio de la labranza, y que compaginaban con otras
tareas como la política local (pues fueron numerosos los alcaldes y
regidores que afloraron de ambas familias). En el caso de los Ruiz de
Alarcón la escribanía municipal estuvo controlada por ellos de
manera ininterrumpida desde principios del siglo XVII hasta entrado
el siglo XX.
Evelio
Moreno (2013, 209) nos informa que precisamente el documento privado
más antiguo de carácter civil que se guarda en el pueblo de
Piqueras, es un testamento nuncupativo otorgado entre don Pedro José
Ruiz Herráiz y su esposa doña Rosa Lizcano de Barambio en la
notaria de Campillo de Altobuey, con fecha del 25 de julio de 1881.
Pedro José y Rosa instituyeron a sus cinco hijos, Justa, Ambrosia,
Melitona, José Julián y Baldomero.
La
alianza del señor Pedro José Ruiz y su esposa Rosa Lizcano en 1855,
no fue desde luego un hecho casual, pues supuso la unión de lo que
fueron las dos familias más ricas e influyentes que había en
Piqueras del Castillo durante aquel periodo del siglo XIX.
La
casa de los Ruiz (y que siglos atrás los veremos portando el
apellido Alarcón, por ser en origen Ruiz de Alarcón), junto con los
Lizcano, venían atesorando un poder importante desde siglos atrás.
A continuación les seguían otras casas de labradores bien
asentadas, Barambios, Checas..., y que como muchas más,
representaban lo que denominaríamos las élites locales de un
modesto municipio, donde el nivel de vida era lo suficientemente
aceptable, gracias a la consolidación de un sector agrícola y
ganadero que se mantenía y que arrastraba un dilatado pasado en esta
tierra.
Fotografía
familiar de don José Julián Ruiz Lizcano, año 1909. Ayuntamiento
de Piqueras
Así lo apreciamos en las personalidades que componían la localidad a mediados del siglo XVIII cuando se mandó completar las preguntas del Catastro de Ensenada, estando la Comisión Local conformada por el cura párroco Don Matías de Barambio (poseedor del vínculo de tierras más numeroso de toda la historia del municipio), junto con los alcaldes ordinarios Marcos de Cuenca y Juan de Alarcón; los regidores Gabriel de Lizcano y Manuel de Alarcón; así como Alonso de Checa en representación de la Hermandad.
Los Ruiz, a pesar de ser descendientes directos por línea recta de varón de los mismos señores del lugar, e incluso hasta finales del siglo XVIII llevar solapado el apellido completo, nunca efectuaron alarde del mismo, probablemente por lo anteriormente dicho, pues desde sus inicios, era sabida y notoria la paternidad de su progenitor (el párroco García Ruiz Girón de Alarcón) y cuyos hijos reconocerían posteriormente en testamentos. Un hecho que se comprende mucho mejor cuando apreciamos que el linaje no saldrá desde el siglo XVI hasta ese momento del reducido espacio que abarcaba el término de la localidad. Si a esto le sumamos que desde ese instante, hasta entrado el siglo XX, controlaron de manera ininterrumpida durante más de cuatro siglos la escribanía municipal, además de las fundaciones eclesiásticas que perduraron hasta la revolución liberal del siglo XIX, poco más queda por añadir al respecto.
Los Ruiz, a pesar de ser descendientes directos por línea recta de varón de los mismos señores del lugar, e incluso hasta finales del siglo XVIII llevar solapado el apellido completo, nunca efectuaron alarde del mismo, probablemente por lo anteriormente dicho, pues desde sus inicios, era sabida y notoria la paternidad de su progenitor (el párroco García Ruiz Girón de Alarcón) y cuyos hijos reconocerían posteriormente en testamentos. Un hecho que se comprende mucho mejor cuando apreciamos que el linaje no saldrá desde el siglo XVI hasta ese momento del reducido espacio que abarcaba el término de la localidad. Si a esto le sumamos que desde ese instante, hasta entrado el siglo XX, controlaron de manera ininterrumpida durante más de cuatro siglos la escribanía municipal, además de las fundaciones eclesiásticas que perduraron hasta la revolución liberal del siglo XIX, poco más queda por añadir al respecto.
Situación
un tanto parecida ocurría con los Lizcano, quienes tras llegar a
Buenache de Alarcón a principios de siglo XVI, se encargarán años
después de presentar su carta de nobleza, invocando a las tierras de
Guipuzkoa, sobre una pequeña aldea, donde los Urreta (y que darán
lugar al apellido entero de Urreta de Lizcano en Buenache),
alardeaban de su sangre hidalga, como del caserón o baserri, que
incluso a día de hoy sigue estando en pie.
Yendo
por partes, la historia de los Ruiz de Alarcón y su influencia
señorial sobre Piqueras, comienza a ser palpable en la documentación
histórica a partir del siglo XVI. Pues a pesar de que en la centuria
anterior, éstos ya aparecen referenciados, sabemos que en 1507
García Ruiz de Alarcón, efectuó alguna incursión en dirección a
Valera de Abajo, acompañado por cerca de medio centenar de
hombres, como resultado de su disputa con Francisco Bazán, Señor de
Valera, y que posteriormente, éste último le responderá con una
ofensiva contra Piqueras.
Intuimos
que la vida de García Ruiz de Alarcón sería bastante agitada,
cuando leemos que un año antes del conflicto con Bazán, se le
menciona en una referencia documental del Archivo General de Simancas
(AGS), respecto a una licencia para dirigirse donde quisiera, además
del Consejo en el caso de ser requerido, como resultado de una causa
en la que fue acusado por el Deán y Cabildo de la Iglesia de Cuenca. Es
probable que por aquellas fechas la torre de Piqueras tuviera un uso
constante de vigía, ante el temor de posibles nuevas ataques, en una
época en la que los señores actuaban como caziques y reyezuelos de
pueblo, y que perfectamente se podía compaginar con la empleada
desde sus inicios, tal y como proponía en su tesis Ruiz Checa, en lo
que se refiere al control de paso trashumante entre la red de
comunicaciones que existía desde Albarracín a Murcia en los siglos
siguientes al período de la llamada reconquista cristiana.
Sobre
ese escenario, los Ruiz de Alarcón consiguieron un poder sin igual,
creando de Piqueras su “pequeña Taifa”, un señorío que
adquirieron por lo que en origen era propiedad de los Girón, y que
después de entroncar con la casa de los Valencia, recaerá
finalmente por línea de varón en los Ruiz. Será precisamente a
través de la figura del García Ruiz de Alarcón cabecilla del
conflicto de 1507, y que ya poseía el Señorío de Albaladejo,
cuando tras su enlace matrimonial con Guiomar de València
Téllez-Girón y Pacheco, esta familia se hace con el señorío. De
modo que uno de sus hijos y que según parece estaba destinado a la
vida contemplativa (o al menos así él lo quiso decidir durante la
última etapa de su vida), es de donde procede la descendencia de los
Ruiz que ha llegado hasta el presente de forma bastante prolífica.
El
citado párroco, García Ruiz de Alarcón, entabló relaciones con
una vecina de la localidad, procedente de una familia de labradores
bien asentada (los Gil). Fruto de su relación nacieron varios hijos,
entre los que destacaría don Luís Ruiz Girón de Alarcón, quien
ocuparía el cargo de escribano, del mismo modo, su hijo don Pedro
Ruiz de Alarcón, seguiría con esta misma tradición hasta que
fallecería trascurrido el ecuador del siglo XVII, y así
continuaríamos siglos y siglos, hasta ver como todavía a principios
del siglo XX, la familia, conocida en el pueblo con el mote de “los
secretarios”, seguían desempeñando esta labor. Como tan
acertadamente define Evelio (2013, 212) “eran los mandamases del
pueblo, el clan más influyente y respetado del lugar. En el curso de
tres generaciones, tuvieron al menos cinco Alcaldes, cuatro
secretarios, un juez de paz, tres maestres… etcétera. Y
concentraron casi todo el poder municipal -que era poco- en sus
manos; pero lo mismo habría sucedido (presiento) de haberse tratado
de una ciudad más importante”.
Esta
línea de los Ruiz y que entroncó con la de los Lizcano, como
decíamos dejó una rica descendencia, destacando la línea del que
fuese conocido como “el Tío Julián”, y cuya historia la
conocemos por el relato que efectúa Evelio Moreno (2013, 217).
Don
José Julián Ruiz Lizcano, casó con la señora doña Iluminada
Villalba. De él, Evelio resalta su singular personalidad, a quien
atribuye los calificativos de “muy inteligente y de carácter
introvertido, pues nadie diría que no le gustaba figurar, habiendo
sido Alcalde del pueblo en varias ocasiones, durante más de quince
años (…) tenía sin embargo un muy marcado sentido justiciero, de
tipo platónico. Y aunque seguramente jamás leyó la República de
Platón, tampoco le hacía ninguna falta: él habría sido capaz de
escribirla, -y salvando las distancias- pienso que pretendió
instaurar la justicia social en Piqueras, con algo más de éxito del
que tuvo Platón en Siracusa. Julián daba al menesteroso… que no
pedía. No era fácil de dominar, ni siquiera por su mujer Iluminada,
que tenía un fortísimo carácter y ejercía como la comadrona
imprescindible de toda la comarca”.
El
periodo de tiempo que José Julián Ruiz Lizcano fue alcalde en
Piqueras, de acorde a la información que proporciona Evelio (2013,
219), fue en tres ocasiones no consecutivas. La primera desde
1903-1910 (era precisamente su sobrino don Manuel de Lizcano Herráiz
el alcalde anterior, y que tras dimitir en abril de 1903, fue
sucedido por su referido tío). Remarcar que en 1909 José Julián
Ruiz pasó como secretario, para ser relevado por don Baldomero Ruiz
Lizcano (su hermano). La
segunda desde el 1 de enero de 1914 hasta el 1 de abril de 1922 y la
tercera desde el 26 de febrero de 1930 hasta el 19 de abril de 1931,
ejerciendo ya como secretario del ayuntamiento, al menos desde 1889,
tal y como indica Evelio.
Por
lo que concibe a los Lizcano, son bastantes las reseñas que podemos
encontrar en el municipio de Piqueras a partir de la segunda mitad
del siglo XVI. Todo comienza con la figura de Antón de Lizcano,
carpintero y propietario de un taller, desde el que hemos podido
probar una descendencia genealógica que nos conduce hasta los
últimos Lizcano de Piqueras.
Esta
estirpe acumuló un considerable patrimonio, no siendo casual que algunos de los enlaces matrimoniales que realizarán
con otras familias de labradores, giren en torno a miembros de la
burguesía rural de la zona. Este modelo de economía local les
permitió mantener su estatus de modo efectivo durante diversas
generaciones, así como ocupar puestos destacados dentro de lo que
sería la política local, ya desde sus inicios.
Durante
el siglo XIX los únicos descendientes de los Lizcano que quedan en
Piqueras celebrarán diversos matrimonios con vecinos del municipio.
Por un lado tenemos a Bautista de Lizcano, que lo hará con una
Herráiz, además de la mencionada doña Rosa de Lizcano Barambio, y
que casó en 1855 con don Pedro José Ruiz Herráiz, origen de la
familia Ruiz Lizcano. Por otro lado tendríamos a Juana de Lizcano,
que casó con Cayetano de Mora (procedente de Solera de Gabaldón, pero con sus
raíces paternas en Chumillas, de donde procedía la casa de los
Mora), además de su hermano Pedro de Lizcano, que casó en 1860 con
Luciana Lucas.
Genealogía
de la familia Lizcano de Piqueras del Castillo. Siglo XIX
Al
respecto, y siguiendo de nuevo con los relatos que rescatamos de la
obra de Evelio Moreno, merece nuestra atención otro personaje
vinculado con esta familia, se trata del “Tío Simón”, nacido en
Piqueras el año 1877, siendo hijo de Francisco Alarcón Chumillas y
su madre Victoria de Mora Gómez, por tanto nieto materno de
Victoriano de Mora y María Antonia Gómez (molinera, de la que ya
dedicamos un artículo que llevaba por título “La familia de los
molineros de Piqueras del Castillo durante el siglo XIX”). Sus tíos
eran Cayetano de Mora y Juana de Lizcano, labradores de Piqueras.
Simón
Alarcón de Mora casó con Emiliana Checa y Checa, hija también de
labradores de la localidad. Evelio (2013, 348) describía a Simón
con las siguientes palabras “era de esa -rara avis- de piquereños
que, teniendo sus tierras y labrándolas de alguna manera, se
dedicaron a una profesión distinta de la de labrador, en su caso, la
de carpintero. Fue además un poeta ocasional; su vena poética le
llevaba a resumir su filosofía vital con aquella frase de: -prefiero
ser colorín del pueblo que águila del campo-. Varios legajos
fechados el 31 de diciembre de 1924 nos hablan de las relaciones
económicas de tío Simón con la Iglesia, en su calidad de
sacristán”. El tío Simón custodió durante algún tiempo los
documentos de la Iglesia, junto a un pequeño cuaderno escrito de su
puño y letra, que originariamente pudo ser un libro de contabilidad
de carpintería, en el que anotaba los trabajos realizados en su
taller, además de acontecimientos ocurridos en el pueblo que le
impresionaban, ejemplo de ello son las fuertes lluvias del 12 de
octubre de 1919, como el suceso ocurrido el 14 de julio de 1930, tal
y como reseña Evelio Moreno.
No
me cabe la menor duda, que tanto Simón como Evelio, han sido a su
manera dos grandes cronistas con los que ha contado el municipio de
Piqueras, pues gracias a su interés y constancia por preservar la
memoria del pueblo en el que se criaron, conocemos diferentes relatos
y facetas del pasado, que al final son las que consolidan la historia
e identidad de un lugar sobre el que todavía quedan muchas hojas por
escribir.
David Gómez de Mora
Bibliografía
*
Archivo General de Simancas. 1506-3-31, Valladolid. Licencia y
obligación de García Ruiz de Alarcón de presentarse al Consejo."
Sig. CCA, CED, 8, 113-BIS, 1.
*
Gómez de Mora, David (2018). Notas históricas sobre los Lizcano de
Piqueras del Castillo. En: davidgomezdemora.blogspot.com
*
Moreno Chumillas, Evelio (2013). Crónicas de Piqueras. Bubok
Publishing, SL.
*
Ruiz-Checa, José Ramón (2015). Torres exentas en el ámbito
del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y
caracterización constructiva. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica
de València. 640 pp.