domingo, 8 de agosto de 2021

El nacimiento de la filosofía. Pensamiento y religión

Si hablamos sobre los orígenes de la disciplina encargada del estudio filosófico de la naturaleza y el universo físico, resulta imposible obviar el nombre de Platón. Defensor de la teoría que explicaba como el alma vive a modo de prisionera dentro de nuestro cuerpo desde el instante de nuestro nacimiento, y como de importante es filosofar para aprender a morir.

Sin lugar a dudas los griegos habían conseguido avanzar de manera satisfactoria en un terreno en el que hasta la fecha nadie lo había conseguido. Factores favorables de tipo socioeconómico, una mayor disponibilidad de tiempo para el ocio, además del fomento del pensamiento y la religión, son sólo algunas de las claves.

Del mismo modo es imposible obviar la influencia que tuvo sobre este personaje Sócrates (su mentor), quien entiende a la perfección la significación que supone el bien moral y la sabiduría como dos cualidades que están estrechamente interconectadas.

El encuentro de la filosofía y el cristianismo viene de la mano del magisterio primitivo, donde se refleja la importancia del amor cristiano ligado a la palabra de Dios dentro de su comunidad. Autores como San Agustín de Hipona, a pesar de criarse con un padre pagano y vivir una parte de su vida alejado de la palabra del Señor, entiende la necesidad de acercarse al mensaje que su madre como creyente le había transmitido.

En su persona emergen el estudio de la filosofía, retórica o derecho. Y es que a pesar sumergirse en el mundo del maniqueísmo, es capaz con el tiempo de entender la clave del mensaje divino.

Obviamente él será un producto de una sociedad cambiante, que en aquellos instantes se veía sumamente agitada por nuevos vientos de cambio social, y que sabiamente sabe canalizar en su pensamiento, donde demuestra hábilmente en su “Ciudad de Dios”, como la paralización del paganismo romano hubiera evitado males mayores entre sus gentes.

El neoplatonismo que desencadena aquella corriente de pensamiento reformada, permite una mejor asimilación de Platón, desde el prisma de la dicotomía alma y cuerpo en el campo de la religión. Siglos después Santo Tomás de Aquino demostrará con una mentalidad más propia de lo que hoy denominaríamos como científica, como de importante es saber interpretar los fundamentos de los dogmas cristianos.

La escolástica medieval tomará parte importante en esta actividad, generando un poso filosófico dentro de la teología cristiana que ya desde hacía mucho tiempo estaba empezando a extenderse por nuestro globo entre las mentes de los grandes pensadores del cristianismo.

Nuestra sociedad occidental entenderá el sistema productivo desde un modelo feudalizado, en el que premiará por encima de todo el derecho divino. Autores como Santo Tomás reflejarán una visitón dualista desde la perspectiva social, en las que obviamente la tenencia de la tierra se acabaría convirtiendo en un elemento regulador que consolidará el sistema económico desarrollado por nuestros antepasados.

Al fin y al cabo todo estaba estrechamente interconectado, por ello es ahí donde uno debe de empezar por entender la importancia que la religión y la forma de pensar tienen en la creación de una cultura, en la que cada lugar acaba moldeando y distinguiéndose para bien o para mal de sus vecinos.

Afortunadamente el cristianismo incide en la importancia del amor y la ayuda comunitaria, y es que a pesar de que con el trascurso de los años vemos un alejamiento de determinados preceptos que en la base paleocristiana nada tendrán que ver con las tensiones liberadas en tiempos del medievo, el poso del mensaje siempre seguirá estando presente.

Con Guillermo de Ockham llegaremos al post-pesimismo, a pesar de su intento por buscar una teología que respondiera a las necesidades ofrecidas desde la filosofía como la ciencia. No olvidemos que en tiempos de San Agustín se remarcaba que la consecución del conocimiento se alcanzaba a través de la iluminación divina, mientras que después Santo Tomás le da un cariz más sensitivo.

Durante el la Baja Edad Media los franciscanos vuelven a recuperar parte de esa esencia que impregnaba los valores de las primeras comunidades, distinguiendo que la filosofía beberá de la razón, así como la teología de una palabra revelada, aunque al final filosofía y religión acababan convergiendo, pues la primera tiene como objetivo buscar una verdad, mientras que la religión ya la da por asentada en la revelación gracias a la fe. Es decir, al final uno podía entender que la filosofía es la búsqueda de Cristo.

Además, como bien expone San Francisco de Asís, esa idea debe de llevarse a la práctica a través de su imitación, bien por la ascética, el estudio de los textos y la vivencia de la penitencia. Al final se comprende que el hombre por naturaleza busca la felicidad, y está radica en el encuentro con la verdad, por lo que ese camino obviamente debe de realizarse desde el conocimiento y la práctica de la religión.  

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).