viernes, 13 de agosto de 2021

Notas sobre antropología filosófica y religión

Esta disciplina se encarga del estudio del ser humano desde una perspectiva filosófica, teniendo sus raíces en la escuela alemana de los años veinte del siglo pasado.

El teocentrismo medieval es indispensable tenerlo en cuenta pues gracia al mismo apreciamos la relación del hombre con Dios. Ya en los tiempos de la Grecia clásica comienzan a realizarse diversas preguntas muchos filósofos, acerca de las notas que definen en sí a una persona. ¿Aunque cambie por fuera el ser humano, deja de ser la misma persona?, ¿cómo de necesaria es la espiritualidad que le acompaña?, ¿qué rasgos nos hacen ser diferentes de cualquier otro ser vivo?

La dignidad humana es una de las cuestiones que han de entenderse como esenciales a la hora de tratar a cualquier persona, y que de la misma forma la teología se encarga de enfatizar. El valor de la persona es algo de lo que no podemos desprendernos, por lo que la dignidad ha de entenderse como un pilar fundamental de los derechos humanos, ya que éstos son insustituibles.

El hombre por naturaleza se socializa con su familia, en el lugar de trabajo o con su grupo de amigos. Los mecanismos empleados pueden ser varios, bien por imitación como hacen los niños, o a través de un aprendizaje en el que se motiva a la persona. Las formas de relación pueden englobarse dentro de tres modelos:

-Colectivista (en el que la persona está al servicio de la sociedad, bien por unas ideas, decisión propia o por elección).

-Individualista (caracterizado por la autonomía del sujeto).

-Personalista (alternativa al colectivismo y el individualismo, en donde la solidaridad es muy importante).

Precisamente, una acción indispensable en los principios cristianos, es la del amor al prójimo, un acto en el que se demuestra cuando uno desea el bien a otra persona, y donde el sacrificio no es algo ajeno. Y es que no hemos de olvidar que esta actitud se nos recuerda que va intrínsecamente o de serie ya en la esencia del propio ser humano.

Otra acción que nosotros desarrollamos para la toma de decisiones es la de pensar, en la que la reflexión y la inteligencia nos ayudan a comprender cuál es el verdadero conocimiento que tenemos de la cosas. Aristóteles ya nos recordaba tres procesos cognoscitivos:

La abstracción, como mecanismo en el que desechamos o eliminamos aspectos sensibles, a los que le siguen un juicio, en el que hemos relacionado conceptos, hasta que finalmente nos encontramos con un racionamiento, en el que para llegar hasta el hemos desarrollado una serie de conocimientos, que nos llevan a tomar decisiones, una vez que hemos deducido lo que ha de hacerse.

Igualmente, es importante saber que es el sentimiento, y que implica el término sentir. La imaginación es igual de importante, pues nos ayuda a dar una prolongación a esa sensibilidad. Autores como Aristóteles ya nos hablan de su necesidad a la hora de la creación de cualquier concepto.

 


El tema del alma

La cuestión de la unidad y dualidad del cuerpo/alma ya es tratada a fondo en los preceptos de la filosofía platónica. Recordemos que el monismo (alma y cuerpo es una sustancia o cosa), se presenta de diversas formas:

Por un lado están quienes creen que el hombre es puro espíritu (monismo espiritual), así como luego veremos las posturas de quienes reducen el espíritu a algo meramente conceptual sin ningún tipo de relevancia (monismo materialista).

Otro concepto que cabe añadir en esta cuestión, es el divulgado por los escépticos respecto a la existencia de alma, aludiendo a que el alma puede ser que exista, a pesar de que dicha cuestión nunca llegan a afirmarla con seguridad.

Tampoco podemos olvidar la mentalidad dualista, y que nos recuerda como alma y cuerpo son dos cosas diferentes, siendo su referente el filósofo Platón.

 

Autores clásicos sobre el tema del alma

Platón es quien dividirá en tres partes el alma, sobre la que dará una jerarquía vertical, destacando una parte superior (y que vinculara con la razón). Por su lado, Aristóteles hablará de unidad hilemórfica, en la que sentencia su existencia en el momento en el que fallece el ser humano.

Con San Agustín y su visión neoplatónica el hombre está compuesto por un alma y un cuerpo, en el que la primera goza de una primacía respecto a la segunda. Asociando una tendencia negativa a la parte corporal, que se contrapone con la asociación benévola del alma, no obstante, rechazará el dualismo estrictamente platónico, al afirmar que el cuerpo era también creación de Dios. Y es que para Platón éste quedaba reducido a una simple jaula que encerraba el alma.

Santo Tomás beberá de la influencia aristotélica, no obstante, ello no será problema para que se distinga de ciertas cuestiones respecto del autor griego, al hablar de incorruptibilidad del alma, o que ésta desempeña una funcionalidad indispensable en el descenso de Dios al hombre en el momento de la Encarnación.

Finalmente, la Iglesia se pronunció al respecto en el Concilio Vaticano II, concretando que no es lícito despreciar el cuerpo, porque como ya decía San Agustín, éste ha sido creado por Dios, de ahí que “el hombre es uno en cuerpo y alma” (GS 14).

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).