miércoles, 23 de febrero de 2022

La toponimia rural en Caracenilla

Caracenilla es una pedanía optense ubicada en un espacio de elevado peso geoestratégico y que antaño le permitió estar comunicada debidamente con otros enclaves vecinos de sus alrededores. Su disposición en la franja piedemontera de lo que es el Cerro del Olivar entre un cruce de barrancos que descendía hasta lo que hoy son las afueras del casco urbano de la localidad, convirtieron este entorno en una zona resguardada, con disponibilidad de tierras fértiles, que además la posicionarán a tan solo un kilómetro de la vega por donde discurre la principal arteria fluvial de este territorio: el río mayor.

Es sobre ese enclave donde se desarrollará una sociedad que tendrá como principal eje económico el trabajo de la tierra, fenómeno que motivará diferentes designaciones toponímicas de sus alrededores, en las que como solía ser natural se emplearán nombres de plantas (fitónimos) y geotopónimos que servirán para ubicar e identificar cada uno de los parajes aledaños de su entorno.

Caracenilla

Conocemos nombres de árboles, arbustos y plantas que servirán para designar diferentes zonas, así ocurrirá con el antes citado Cerro del olivar y que alcanza una cota máxima de 1062 m.s.n.m., así como el corral de la chopera (por la presencia de chopos), además del paraje del cascajar (por la abundante coscoja que siempre hubo en la zona) o el vallejo de las nogueras, junto con diminutivos como las carrasquillas, las olivillas o los espinillos (este en alusión a un espacio natural con alta proporción de espinos).

Igualmente la presencia de hidrónimos como el área de la lagunilla, y formaciones como el vallejo o las cuevecillas nos recuerdan hitos que llamaron la atención a nuestros antepasados hace muchos siglos atrás. Tampoco podemos obviar el Cerro Peñarrubia y que alcanza la cota más elevada del entorno, al encontrarse su cima en una cota de 1071 m.s.n.m.

Otros nombres vinculados con personas como el Monte valdeibáñez, o santos que darán designaciones a lomas, siendo el caso de la ermita de San Antón, son solo ejemplos más de esa riqueza lingüística que conforma el sustrato identitario de enclaves rurales, en los que la agricultura, la religiosidad y las tradiciones marcaron el día a día del espacio en el que se movían aquellas gentes.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).