En el presente artículo queremos mostrar algunos de los
personajes más destacados, con los que contó la población de Caracenilla,
durante los siglos XVI-XVIII. Concretamente nos queríamos ceñir a las
informaciones de dos de los colectivos que gozaron de una notable reputación a
nivel local, como fue el caso de los clérigos junto los escribanos.
Si por algo se caracterizó este pueblo, fue precisamente
por contar con destacadas familias, que tuvieron un peso importante dentro de
las élites locales, que por aquellas fechas dejaron una notable influencia, más
allá de su espacio de residencia, y llegar a ser conocidos en todo lo que sería
el área de la Alcarria conquense.
Los libros de defunciones, y que en este caso hemos
escogido para realizar nuestro trabajo, corresponden a los tres primeros
volúmenes presentes en el Archivo Eclesiástico de Caracenilla, y que en varias
ocasiones, durante estos últimos años, tuvimos la suerte de poder consultar
(libro 1 -1561/1631-; libro 2 -1631/1701- y libro 3 -1701/1767-), ya que son
una fuente indispensable para escarbar las diferentes informaciones personales,
de cada uno de los protagonistas que les vamos a presentar.
A pesar del escaso número de habitantes con los que
históricamente ha contado, Caracenilla, ha sido un espacio donde han convivido
diferentes linajes de la baja nobleza conquense, así comode la burguesía rural,
y que permitirán que incluso contando con un modesto vecindario (alrededor de
un centenar de familias a mediados del siglo XVIII), creciese un núcleo
poblacional, donde podíamos ver representantes de diversos gremios económicos,
muestra como decimos de esa riqueza que se generó, y que se manifiesta en la
redacción de testamentos, en el pago de misas, así como otras informaciones, en
las que se vislumbra el patrimonio rural de muchas de sus familias.
Como decimos, nuestro propósito, es enmarcar genealógica
e históricamente, aquellos nombres de gentes, de los que sí sabemos que hubo
alguna relación parental o directa con la localidad. De ahí que entre los
diferentes clérigos y escribano, sólo nos remitimos a aquellos de los que
tenemos certeza que estuvieron arraigados al municipio. Las fuentes
parroquiales, junto los apuntes que poseemos de nuestra genealogía familiar,
son los datos con los que intentaremos reconstruir una parte de la historia
eclesiástica y escribanil de Caracenilla.
Hemos de destacar que una cantidad considerable de hojas
del libro I, a pesar del magnífico proceso de restauración al que se vieron
sometidas, es muy complicado poder leerlas de modo completo, debido al desgaste
de la tinta, de ahí que se hayan podido omitir datos que reportarían una mayor
información.
También es de reseñar, que en muchas ocasiones la mayoría
de los testamentos, son recogidos por los clérigos, especialmente durante las
primeras décadas, de ahí que la información de los escribanos locales,
comenzaremos a verlade manera más precisa, a partir del siglo XVII, cuando una
familia asentada en el municipio, será la encargada de realizar esta tarea.
Si algo tienen en común curas y escribanos, es su
formación académica, ya que eran gentes que sabían leer y escribir, además de
poseer unas nociones mínimas en diferentes aspectos de cultura general, que los
elevaban sociológicamente entre las personas más distinguidas del pueblo,
puesto que las tasas de analfabetismo por aquellos tiempos eran muy altas, ya
que no todo el mundo podía tener acceso u optar a este tipo de oficios, pues se
requería de unos ingresos, que como decimos sólo estaban al alcance de las
gentes más pudientes de la localidad. Resulta igual de interesante destacar el
clientelismo que existía en torno a estos sectores, especialmente en el de los
escribanos, en donde se generaban literalmente “linajes de escribanos” que
continuaban heredando la labor que sus ancestros habían realizado, casi del
mismo modo como aquellas familias que disponían de una capellanía en la que
generación tras generación se opositaba, para que alguno de sus parientes
optara a la plaza de clérigo en el pueblo. También quisiéramos incluir en este
apartado a los miembros del Santo Oficio, pues tenemos constancia de algunas
familiaturas.
Presentamos a continuación los nombres e historia
familiar, de algunos de los personajes que en estos más de dos siglos,
estuvieron al frente de los cargos clericales y de escribanía local.
En el
ámbito religioso:
* Juan Hernández, clérigo (es el cura más antiguo que
tenemos en los libros, ya que desde antes de 1559 ejercía dicho oficio).
Aparece como párroco de la vecina localidad de Uterviejo ya desde 1560. Nosotros lo relacionamos como un miembro más de un destacado linaje, que dejó notables influencias en diferentes municipios de la Alcarria, especialmente entre Caracenilla y Verdelpino, ya que su familia era bastante amplia. Su firma también la vemos plasmada en las primeras partidas del libro de Caracenilla, de ahí que llevara como mínimo ambas parroquias en el momento de ejercer su oficio.
Firma
de Juan Hernández. Libro I de defunciones, fol. 5
* Juan Muñoz, licenciado.
Su primera mención la encontramos en el año 1584,
haciéndolo así hasta llegar a su testamento, y que podemos leer en las páginas
62-v y 63 del volumen I. Sabemos que falleció el 28 de enero de 1626, y entre
sus mandas aparecen 200 misas por su alma, además de una vinagrera de plata y
la concesión de una arboleda con un nacimiento de agua. Su lugar de
enterramiento como todos los miembros el clero, era en un lugar destacado de la
iglesia, en este caso en el coro del templo.
Sabemos por la referencia del párroco Pedro de Alcázar, que el referido Juan mandó realizar una sepultura para los párrocos, y que sitiaría justo en la capilla de San Roque.
Firma de Juan Muñoz. Libro I de
defunciones, fol. 24
* Pedro Infante, licenciado (lo
vemos documentando en escasas partidas entre 1613 y 1614).
Se trata de otro
personaje destacado queejercerá sus funciones poco tiempo después del
fallecimiento del licenciado Juan Muñoz. Los Infante fueron otro de los linajes
destacados, que especialmente durante los siglos XVII y XVIII, adquirieron
poder en el municipio. Sabemos que los Infante asentados en Caracenilla
procedía de Verdelpino, a través de un enlace entre Juan Infante y su esposa
Catalina Fernández. La referida Catalina obviamente también descendía de una
buena familia de la zona, pues era hija del señor Garci Fernández de Alcázar,
un personaje con bastante patrimonio, que dejó como mínimo siete hijos, que
gracias a sus testamentos, sabemos que gozaban de buena posición.
* Cristóbal de
Ballesteros, licenciado.
La mención de Cristóbal como párroco es bastante breve, ya que el mismo año que aparece, es cuando fallece, concretamente el 17 de septiembre de 1631 (fol. 329 del II tomo). Mandó por su alma 200 misas, y como aspecto curioso, decir que solicitó ser enterrado en la sepultura de los pobres como acto de humildad, aunque el Ayuntamiento y los cabezaleros, finalmente decidieron que merecía descansar en el vaso del coro, y que parece ser era el lugar destinado para los curas de la localidad, tal y como mandó años antes el Licenciado Juan Muñoz.
Firma de Cristóbal de Ballesteros. Libro
II de defunciones, fol. 328
Los Ballesteros
de principios del siglo XVII, son una familia destacada dentro de Caracenilla.
Sabemos que por ejemplo Catalina de Ballesteros, casó en segundas nupcias con
Gerónimo de Torrecilla, el cual descendía de Bonilla, también de una familia
que estaba relacionada con los linajes principales del municpio. Dicha Catalina
era familiar de Isidro Ballesteros, otro nombre importante, que tuvo
descendientes con un patrimonio considerable.
* Juan de Alcázar y de Montoya,
familiar del Santo Oficio (falleció en 1632).
Perteneciente a
una familia de la pequeña nobleza de Caracenilla, puesto que algunos de sus
parientes han sido reconocidos y relacionados con los miembros de este linaje
de tierras Alcarreñas, mandó en el momento de su muerte un total de 100 misas,
además de fundar una memoria y una fiesta el día de su onomástica. Tuvo varios
hijos, como don Diego de Alcázar (abogado del Santo Oficio), o María de
Alcázar, mujer de don Juan Alonso de Medina, hijo de otro miembro del Santo
Oficio, y que demuestra una vez más la conexión genealógica entre personas de
este organismo. El referido don Juan Alonso era hijo de don Bartolomé de Medina
y Juana Garrote (ella también procedente de una familia con notables
influencias que descendía de Villar del Horno).
Sabemos por
nuestras anotaciones genealógicas que el referido Diego estaba casado con Juana
de la Fuente, y era hija a su vez de los señores Miguel de la Fuente y Elvira
Sánchez.
* Pedro Pérez de
Albendea, licenciado (empieza a firmar en los libros a partir el año 1636).
Se trata de otro
personaje, procedente de uno de los linajes más poderosos de Caracenilla, los
Pérez de Albendea, y cuya unión del apellido se produce durante el siglo XVII,
gracias al enlace entre Pedro Pérez y Francisca de Albendea. Los Albendea eran
una familia hidalga, con cierto bagaje incluso en la localidad de Huete.
Tras el
fallecimiento del escribano municipal, irá realizando el mismo los testamentos
de los vecinos, hasta que los Torrecilla se incoroporen a la escribanía.
Éste aparecerá
durante mucho tiempo ejerciendo como párroco en la localidad, y volviendo a
tener un mayor protagonismo a partir de 1662. En el testamento de su hermana Elvira Pérez
(1668), se dice que es sobrino del Licenciado Juan Muñoz.
En su testamento
puede leerse (fol. 397) una manda de 1000 misas, así como solicita enterrarse
en la sepultura de San Roque, junto con el resto de capellanes en el año 1674,
momento de su muerte.
Firma de Pedro Pérez de Albendea. Libro
II de defunciones, fol. 338-v.
* Pedro Pérez de
Alcázar, presbítero (falleció en 1666).
Gracias a su
testamento (fol. 386 del libro II de defunciones), sabemos que mandó un total
de 500 misas, enterrándose en la sepultura de los capellanes, y que de acorde
al dato que nos proporciona, era la de la capilla de San Roque.
Entre sus mandas
figura además la elaboración de un mantón para la Virgen de Loreto.Sabemos que
fundó una capellanía, puesto que más tarde, en el fol. 102 (año 1732), aparece
como poseedor de la misma, el licenciado don Juan José de León.
* Francisco
Pérez de Albendea y Garrote, licenciado (empieza firmando a partir de 1674).
Sobre este
personaje tenemos poca información, aunque gracias a su testamento, sabemos que
no poseía grandes bienes, y que del mismo modo que sus compañeros, fue
enterrado en la sepultura de San Roque, realizándose 150 misas en su memoria
tras fallecer en 1677. Parece ser que su hermano era Diego Pérez (fallecido en
1708), marido de Catalina Pérez (hija de Julián Pérez y Catalina Pastor),quien
pagó un total de 3000 misas el día de su muerte, y donde deja como heredero a
su sobrino Agustín Pérez.
Firma de Francisco Pérez de Albendea.
Libro II de defunciones, fol. 398
Las 3000 misas se dividen entre
diferentes iglesias y curas de toda la comarca como Castillejo, Saceda,
Villanueva de Guadamejud, Huete… e incluso la ciudad de Cuenca, fol. 35 del
libro III de defunciones.
* Sebastián Saiz Pérez, licenciado
(en 1675 empieza a aparecer en los libros parroquiales).
Firma de Sebastián Saiz Pérez. Libro
II de defunciones, fol. 399
* Andrés de León, clérigo.
Andrés procedía
de una familia hidalga con orígenes en Valdemoro del Rey. Éste falleció en 1699
(fol. 445) y mandó enterrarse en la sepultura de sus padres. Mandó un total de
600 misas. Menciona como único heredero a su sobrino Julián de León de la
Fuente, quien heredó un vínculo fundado por dicho Andrés (fol. 451 del libro
II). El referido Andrés era hijo de don Andrés de León y María de la Fuente.
* Antonio Solera
de Alcázar (lo vemos activo a partir de 1706, tras la muerte de Antonio de
Torrecilla y Martínez, hasta que fallece en 1735), pues aun no se había
repuestoal nuevo escribano, motivo por el que durante unos años él se encargará
de realizar dicha función. Éste era hijo de Domingo Solera y Dorotea de
Alcázar, siendo nieto paterno de Domingo Solera y Juliana Fernández, vecinos de
Verdelpino, y nieto materno de Juan de Alcázar Requero e Isabel de Palomares,
vecinos de Caracenilla.
Su acta de
defunción puede consultarse a partir del folio 116 del volumen III, y en ella
queda claro el poder y posición con el que contaba, cuando mandó un total de
800 misas.
Firma de Antonio Solera de Alcázar. Libro
III de defunciones, fol. 14
* José de Alcázar, clérigo
(fallece en 1706).
Hizo su
testamento ante el licenciado Antonio Solera de Alcázar por falta de escribano,
mandando ser enterrado en la sepultura de su padre Diego de Alcázar, y
solicitando por su alma un total de 250 misas (fol. 19).
* Julián Saiz Herrero, licenciado
(fallece en 1719).
Mandó ser
enterrado en la sepultura de su madre Josefa López de Cañas, y que se hallaba
en la bancada de al lado de la epístola.Julián era hermano de Juan Saiz
Herrero, quien casó con María de la Fuente (hija de otra familia bien
posicionada con influencias en la zona, y cuyos padres eran Pedro de la Fuente
y María Pérez de Albendea).
* Bartolomé de la Fuente,
presbítero.
Su defunción
aparece a partir del fol. 76-v del tomo III. En ella podemos leer como manda un
total de 500 misas, además de ser enterrado en la sepultura de San Roque, donde
descansan sus otros compañeros (precisa que ésta se encuentra pegada a la
tarima del altar, por el lado de la Epístola). Deja por herederos a su hermano
Jacinto de la Fuente, así como a Francisco Pérez Pérez, marido de su sobrina
Ana de Alcázar de la Fuente. A continuación menciona a su sobrino Diego de
Alcázar de la Fuente. El referido Jacinto fallece en el año 1732 y deja un
testamento muy extenso (fols. 105-112), en donde además de una capellanía, nos
aporta datos de un notable interés, en los que se vislumbra el patrimonio
atesorado por el linaje de su familia. Era también descendiente de los Pérez de
Albendea, fenómeno que vuelve a evidenciar las relaciones con el clero que
tenían los Pérez y los Fuente, y que apreciamos claramente en la posesión de
las capellanías.
* Juan Antonio
González Pérez, licenciado.
Comienza a
firmar documentación del libro de difuntos tras el fallecimiento de su
compañero el licenciado Solera. Ejerció también como escribano religioso tras
el fallecimiento del último Torrecilla.
Firma de Juan Antonio González Pérez,
libro III de defunciones, fol. 118-v.
* José de la Fuente, licenciado
(falleció en 1741)
Dejó sus
voluntades finales en manos de sus hermanos, Pedro, Juan, Josefa, Jacinto y Ana
de la Fuente. Recordemos que este linaje gozó de un enorme protagonimos en el
ámbito eclesiástico de la localidad. Sus ancestros llegan a Caracenilla alrededor
de principios del siglo XVII, momento a partir del cual comienzan a expandir su
descendencia y consiguientes relaciones entre las élites del lugar.
Firma de José de la Fuente, libro III
de defunciones, fol. 125
* Juan José de León y Felipe de la Fuente Pérez, son ya los últimos párrocos autóctonos de la localidad que veremos firmando de manera simultánea en el III tomo de defunciones.
Ambos controlaban la mayoría de las
capellanías que había en la localidad, puesto que desdecendían de los linajes
que se habían encargado de fundarlas.
Firma conjunta de ambos en el año
1763, tomo III de defunciones.
Firma de don
Juan José de León, libro III de defunciones, fol. 140
Firma de Felipe de la Fuente, libro
III de defunciones, fol. 493
En el
ámbito escribanil:
A diferencia de los clérigos, los escribanos aparecen
citados en el momento del testamento cuando se redacta la partida de defunción,
aunque no de modo habitual, puesto que durante los primeros años la mayoría de
los capellanes los omitían. Recordemos que si el difunto no hacía testamento,
entonces ya no se les mencionaba, algo que también sucedía si el escribano era
eclesiástico, de ahí que será a partir del siglo XVII cuando empezaremos a verlos
descritos de modo regular.
Cabe reseñar que en las primeras hojas de los libros de
defunción sí que hemos podido leer alguna mención sobre escribanos ya presentes
en Caracenilla durante la segunda mitad del siglo XVI. En el caso del siglo
XVII, el escribano municipal será Francisco Martínez, quien antes de 1626 aparecerá
de modorepetido a la hora de la realización de testamentos, así como en la
entrada del tomo II.
* Francisco Martínez (años de oficio, <1626-1636).
Podemos considerarlo como el primer escribano del que de
una manera continua comenzamos a ver su nombre en los documentos parroquiales
de Caracenilla. Falleció el 6 de abril de 1636 (fol. 341), mencionando como
yernos a Juan de la Fuente y Antonio de Torrecilla. Éste último será quien heredará el oficio familiar,
al no haber varón que se encargue de ello.
Sabemos que Antonio casó con María Martínez Pastor (guardando
el tercer grado de consanguinidad) y solicitando dispensa el año 1637. Antonio era
hijo de Gerónimo de Torrecilla y Catalina deBallesteros, una familia bien
posicionada y natural de la localidad de Bonilla. Será a partir de esta línea,
cuando el linaje de los Torrecilla obtendrá el control de la escribanía de
Caracenilla durante un tiempo considerable.
* Antonio de Torrecilla y de Ballesteros (años de oficio,
1639-1668).
Yerno del anterior escribano, ejerció la profesión
durante un tiempo considerable.Parece ser que no realizó testamento en el
momento de su defunción (fol. 390), enterrándose en la sepultura de su madre
Catalina de Ballesteros. Mandó un total de 118 misas, y dejó por herederos a
sus hijos Antonio, Juana y Catalina de Torrecilla.
* Antonio de Torrecilla y Martínez (años de oficio, 1668-1706)
Heredó la profesión de su padre, y falleció en el año
1706 (fol. 13, ya dentro del tomo III), mandando enterrarse en la sepultura familiar,
es decir, la de la familia Ballesteros. Menciona a su hijo Francisco Antonio de
Torrecilla (quien estaba casado con Teresa López -vecina de Bonilla-, fallecido
en 1711), así como a su cuñado Pedro Saiz Herráiz. Mandó por su alma 150 misas.
En el fol. 14-v se dice que no hay escribano público, ya que, al morir Antonio,
debía reponerse el puesto. Motivo por el que veremos al licenciado Antonio
Solera de Alcázar, junto con alguien más de apoyo, ejerciendo momentáneamente
esa función.
* Juan Antonio de Torrecilla y Martínez (años de oficio,
1710-1742)
Tras unos años en los que no se dispone de escribano,
aparece de nuevo otro miembro de la anterior familia que regentaba la
escribanía.Era marido de la señora María Duque, y aunque en el acta de su
defunción no se especifique mucha información,menciona que el pago de misas
corra a voluntad de sus hijos, Bernardo de Torrecilla y María de Torrecilla
(fol. 149-v). Sabemos que tras su fallecimiento el licenciado Solera se
encargará de realizar tales tareas, hasta llegar a Pedro Benito Pérez, que será
el encargado como oficio reconocido.
Durante un siglo los Torrecilla fueron sin lugar a dudas
la familia de los escribanos de Caracenilla, posicionándose como un linaje acomodado
dentro de la localidad, que supo establecer enlaces con personas destacadas a
nivel municipal, aunque a medida que transcurrieron
los años, fueron perdiendo su estatus y poder en el marco local.
David
Gómez de Mora