A raíz de la tesis realizada por Lorena
Ortega Gómez, y cuyo título es el de “Inquisición y sociedad: Familiares del
Santo Oficio en el mundo rural de Castilla la Nueva (siglos XVI-XVIII)”, año
2013, podemos leer diferentes reseñas de notable interés por lo que respecta al
municipio de Buenache de Alarcón. Y es que recordemos que Buenache gozó de un considerable
protagonismo siglos atrás, debido al asentamiento de diferentes familias de la
burguesía como la nobleza rural, que alimentaron la situación económica que por
aquellas fechas se vivía en esta región de la actual Manchuela.
Algunos de estos linajes destacados, solían
guardar una relación muy estrecha con el clero, de ahí que el Santo Oficio, era
sin lugar a dudas, un punto de conexión, desde el que estos podían proyectarse
y alcanzar un prestigio reconocido, que además de proporcionarles una serie de comodidades y ventajas (tanto
sociales como económicas), permitían a sus integrantes ubicarse en una
situación de influencia política a nivel local. Y es que “las familiaturas siempre fueron cargos atractivos. La
protección jurisdiccional de un tribunal especial, ciertos privilegios
sociales, el poder portar armas, la limpieza de sangre que se consideraba
implícita, la exención de alojamientos, etc. eran prerrogativas que les
asimilaban a la nobleza y marcaban cierta distancia entre los servidores
inquisitoriales y el resto de convecinos. Los familiares, que no eran nobles
por nacimientos, es decir, la mayoría, jurídicamente no dejaban de pertenecer
al estado llano, pero su posición tampoco era la del común” (Ortega, 2013,
189).
Como decíamos, en la tesis de Lorena leemos
diversas referencias a personajes de esta localidad. Por un lado, tenemos al
Licenciado don Miguel Luís Sánchez, quien fue un vecino de la villa Alarcón,
pero que estuvo muy arraigado a Buenache tal y como veremos. Sabemos que Miguel
ejerció la abogacía, además de formar parte del Santo Oficio. Este personaje es
citado junto con otro del municipio, el señor Pedro Merchante, vecino de
Buenache de Alarcón, y de oficio mercader. Ambos serán la cabeza visible del
Santo Oficio durante los años de la segunda mitad del siglo XVI en esta zona.
Ortega Gómez añade que Miguel Luís Sánchez,
era un servidor de la alta nobleza que llegó a ejercer el cargo de corregidor
de la villa de Cuenca (2003, 113), referencia que extrae de los protocolos del
archivo histórico provincial de Cuenca, P-2001, fol. 63. Dentro de este completo
estudio, podemos ver también que oficios desempeñaban los integrantes de este
colectivo, siendo en su mayoría los que por normal general encuadramos dentro
de las ocupaciones propias de las élites que por aquellos tiempos integraban la
nobleza y la burguesía rural, pues además del referido abogado o mercader,
también tenemos muchos representantes que ejercían labores administrativas, es
el caso de juristas, notarios, secretarios, contadores y escribanos. No
olvidemos el ámbito de la sanidad, en donde a médicos, cirujanos y boticarios
se les adjudicaron muchas familiaturas. Igualmente son muy destacados los
presbíteros y clérigos que desde el brazo eclesiástico integrarán las filas. De
igual mención son aquellas personas dedicadas a oficios mecánicos, donde
agruparíamos a los labradores y ganaderos, y otros de carácter más gremial o
asociados por tradición a las clases burguesas, es el caso de barberos,
mesoneros, carpinteros o tundidores, así como otros muchos que darían para una
extensa lista. Entre todos estos uno de los más llamativos era el de aquellos
miembros que ocupaban el cargo de criado. En realidad, esos criados solían
servir a grandes familias destacadas de la nobleza, con las que muchas veces guardaban
algún nexo parental.
Escudo de un miembro del Santo Oficio (Priego, Cuenca). Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008).
Por lo que respecta a los Merchante, son
sin lugar a dudas una de las familias destacadas que en esas fechas hay en la
villa. Los veremos ejerciendo el control de alcaldías, además de ocupar cargos
destacados. Esta influencia se extiende por otros lugares de la zona, pues en
nuestras anotaciones personales tenemos constancia de que por ejemplo en 1595
Alonso Merchante era escribano de Gascas.
Y es que
como bien añade la autora, “el Santo
Oficio se construyó como un foco de poder y de encuadramiento social a lo largo
del siglo XVI. Fue entonces cuando las rivalidades o las ansias de exclusivismo
despertaron el interés por las familiaturas entre individuos ricos y pudientes
quienes hasta el último cuarto del Quinientos, no se convencieron plenamente de
que pertenecer al Santo Oficio les podría ayudar a ver cumplidas sus
expectativas o asentar su posición social” (Contreras Contreras, J., 1982, 107; en Ortega, 2013, 73).
En este
sentido, nos gustaría reseñar las relaciones parentales que existen entre este
conjunto de familias, ya que como en muchas ocasiones se ha publicado, y en
relación con lo que comenta Lorena Ortega, entre las élites locales, era
habitual que mantuvieran lazos sanguíneos mutuos, que fortalecía más si cabe un
puesto seguro dentro de las familiaturas.
Por
ejemplo, en el tomo I de matrimonios de Buenache de Alarcón, vemos como Juan
Martínez Merchante es marido de María Moreno. Fruto de ese matrimonio nació
María de Espinosa, quien optó por portar el apellido de sus antepasados. Decir
que los Espinosa eran una familia hidalga, reconocida con solar en el cercano
municipio de Iniesta, fenómeno que remarca de nueva esa conexión entre la
nobleza rural y las élites burguesas del entorno.
Otro
miembro de esta familia es Diego Martínez Merchante, marido de Ana de
Chumillas, y cuya hija Magdalena Merchante, casa en 1604 con Gaspar García
(vecino del Peral).
Por otro
lado vemos al referido Pedro Merchante (miembro del Santo Oficio), quien está
casado con Juana Gómez. Éste tiene una hija que nace en 1556, y casa en 1579
con Martín Donate (vecino de Quintanar, y de una familia también influyente en
el lugar). Dicho Pedro, falleció en 1590, y entre sus hijos menciona a Felipe
Merchante así como a Magdalena Merchante, dice que su abuela es María de
Monteagudo, además de que sus suegros son naturales del lugar de Arguisuelas. La
cifra total de misas que deja en su testamente son 444, además de efectuar una
memoria perpetua. Este tipo de enlaces como decimos no son casuales, ya que
podemos comprobar como buscan en muchas ocasiones que sus hijos casen con
miembros de otras familias destacadas de lugares cercanos, de modo que así
expandían su área de poder en lo que hoy denominaríamos como la escala comarcal
del lugar.
El poder integrar
este selecto grupo, comenzó acentuar su exclusivismo, de modo que “algunos autores han relacionado la presencia
de individuos ricos desde finales del siglo XVI en las filas inquisitoriales
con el aumento de los costes de obtención de título” (Ortega, 2013, 74).
Todos
estos personajes están relacionados entre sí, pues gracias a los libros
parroquiales de Buenache hemos conseguido establecer la relación de parentesco.
El citado Pedro Merchante, familiar del Santo Oficio, es el tio-abuelo de la
referida María de Espinosa, ya que su padre, Juan Martínez Merchante, marido de
María Moreno, era su sobrino, puesto que su padre, Juan Martínez Carnicero
Merchante (casado con Elvira de Torralba) era su hermano. Respecto a Diego
Martínez Merchante, el marido de Ana de Chumillas, sabemos que era hermano del
referido Juan Martínez Merchante, y por lo tanto, sobrino de Pedro Merchante
(familiar del Santo Oficio).
Por lo que
respecta a la familia de los Sánchez antes referidos, vemos como se produce un
matrimonio entre don Miguel Luís Sánchez en 1618 con doña María Pérez de la
Parra Laínez. Ahora bien, sabemos que los padres del referido Miguel Luís son
miembros de la alta nobleza tal y como escribe Lorena Ortega en su tesis. Pero,
¿Quiénes son los de su esposa?, Pues precisamente gentes de Buenache, también
relacionadas con el Santo Oficio, fenómeno que vuelve a demostrar esas
relaciones que retroalimentan el poder entre las élites del lugar.
En el tomo
II de matrimonios de Buenache no se dice nada respecto a los padres del matrimonio
de don Miguel Luís y su esposa. No obstante, tenemos en nuestros apuntes datos
sobre la familia de ella, y de la que podemos sacar diversas conclusiones que
van en la línea de los matrimonios entre las élites.
Hemos
averiguado que María Pérez de la Parra Laínez, era hija de don Mateo de la
Parra y doña Ana Laynez Ramírez, y nieta paterna de don Martín de la Parra y
María Pérez Rubio (ésta hermana de Licenciado Alonso Pérez). El referido don
Martín era primo hermano de don Francisco de la Parra, también familiar del Santo
Oficio.
Entonces,
¿todas estas relaciones parentales eran fruto de la mera casualidad?,
obviamente no, y muy probablemente en la mayoría de casos se trataría de
enlaces planificados, que perseguían como principal objetivo, fomentar la
proyección del linaje, en este caso, con miras más allá del ámbito municipal.
David
Gómez de Mora