NOTAS
PERSONALES Y APUNTES GENEALÓGICOS SOBRE LAS FAMILIAS DESTACADAS DEL ÁREA ESTE DE HUETE SIGLOS ATRÁS
Por
David Gómez de Mora
(Chorographia del obispado de
Cuenca, Ldo. Bartholome Ferrer)
I.
El área Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII
El entorno
de la Alcarria conquense ha gozado históricamente de un prestigio, que nada
cuesta entender si nos damos un paseo por las calles de muchos de sus pueblos.
La fabricación de múltiples iglesias de gran factura, la riqueza de las tallas
religiosas y demás objetos de enorme valor que albergan sus interiores, o la
presencia de variados escudos de armas en viviendas palaciegas junto a la
abundancia de casas grandes de labranza, son diferentes elementos, que sumados
e interpretados con evidencias documentales, nos relatan el modo de vida de
muchas de las grandes familias que fueron asentándose. Y es que estos vestigios
son sin ningún tipo de dudas, elementos que confirman y hablan de un pasado en
el que existieron múltiples personas, que ostentaron cierto poder en sus
respectivos lugares de residencia.
Ciertamente,
son varios los siglos y el tiempo trascurrido, que dificultan más si cabe la
labor de poder imaginar cómo era el día a día, en un espacio geográfico, donde existían
diversas comunidades de personas, que desde tiempos antiquísimos, jamás habían
abandonado aquel lugar, a pesar de que en la actualidad, muchos de ellos se encuentren
deshabitados o en el mejor de los casos, en una irremediable fase de
desaparición de cara a años venideros.
Desde los
tiempos de la reconquista, la zona de Huete fue un entorno codiciado y bastante
rico, que hasta finalizado el periodo medieval, podríamos decir que rivalizaba
con la propia capital de Cuenca. Ello se debió a las ganancias generadas en el
campo, así como al flujo de familias destacadas, que fueron dando vida y
asentándose en aquellos parajes, en los que la agricultura y la tenencia de un
patrimonio permitieron el afloramiento de una clase rural, que podía vivir
medianamente bien. Se trataba de un sistema de producción claramente agrícola, el
cual en ocasiones se combinaba con un complemento ganadero, así como otros
oficios, que perfilaban la clásica sociedad rural del interior de Castilla.
Sobre ese
escenario fueron manteniéndose los lugares que rodeaban a Huete, su “capital”. La
franja de estudio que nos interesa, se reduce a su flanco este, un área que
antaño dependía obviamente de la localidad optense, y sobre la que existían
muchos lugares que se distribuían en la fértil zona baja del corredor que corta
este entorno de la Alcarria.
El espacio geográfico
que vamos a analizar, comprende los municipios de La Peraleja, Saceda del Río,
Carrascosilla, Caracenilla y Villarejo de la Peñuela. Todos tienen en
común el hecho de ser pequeños enclaves, que se ubican en la parte Este de
Huete. A día de hoy, dos de estos lugares (Saceda y Carrascosilla), se hallan
sin habitantes, mientras que las restantes poblaciones, siguen resistiendo a
los avatares del éxodo rural.
El entorno
referido se ubica en medio de un eje, que va a medio camino entre la ciudad de
Huete y la localidad de Bonilla, esta segunda, históricamente ya más
dependiente de lo que sería el área de influencia política de La Ventosa.
Como
decíamos, la actividad agrícola fue el principal motor de este entorno: cebada,
trigo, vid y demás cultivos de secano, a los que podía sumarse otras
actividades, como la explotación de colmenas o el sector de la ganadería,
serían los recursos más explotados. Parece ser que de entre todas estas
localidades que vamos a reseñar, Caracenilla fue la que hasta el siglo XVIII
mantuvo diferentes servicios, que le valieron despuntar como un pequeño foco de
atracción o dominio que abastecía a muchas de las poblaciones de sus
alrededores y donde obviamente como veremos, se forjó una pequeña burguesía
rural, con una capacidad de influencia bastante notoria.
La unión
histórica que ha habido entre estos municipios, se debe en parte a la
geomorfología del relieve de la zona. Recordemos que por el flanco noreste, La
Peraleja fue un núcleo con relativa importancia, que descendiendo hacia Huete
conecta más abajo con Saceda del Río, pues el camino natural que enlaza ambas
localidades es la vega del río Peñahora. Esta arteria fluvial que se prolonga
con el río Mayor, y circula junto a Huete, ha sido un punto de paso, que desde
siglos atrás, unió a dichos municipios. A partir de ahí, si salimos en
dirección sureste y siguiendo el trayecto del referido río Mayor, veremos como
se le incorpora un arroyo que baja desde Villarejo de la
Peñuela, pasando por la vega en la que
se asientan las localidades de Valdecolmenas de Abajo y
Valdecolmenas de Arriba. Es por lo tanto, en este medio geográfico, donde estos ríos trazan de modo natural aquellos caminos y puntos en los que
se establecieron los principales municipios que quedaban en el área más
inmediata al Este de Huete. Mención a parte sería el caso de Carrascosilla, que
nunca tuvo un acceso que la enlazara medianamente bien, por lo que quedara “aislada”
de este punto, a pesar de que el vial con la que comunicaba no distaba muy
lejos de la vecina localidad de Saceda del Río.
Área
de estudio (imagen de google maps)
Visto así,
nuestro estudio pretende enfocar un análisis de aquellas familias que se
ubicaban en esta región concreta de la geografía conquense, y entre las cuales
mantuvieron bastantes nexos ya no sólo genealógicos, sino que también de
carácter económico.
Obviamente,
Huete será el principal foco de influencia. Luego, desde el mismo se bifurcarán
diversos caminos que conectarán estos puntos. Como decimos, por el noreste los
más inmediatos son el camino que va hacía Gascueña, donde tendríamos Saceda y Peraleja
(así como Carrascosilla adjuntándose a los mismos). En cuanto a la zona sureste,
en dirección a Cuenca, la vega baja desde Caracenilla hasta Villarejo de la
Peñuela, punto en el que el relieve se modifica, y cambia por tanto la dinámica
geomorfológica de este espacio.
Para la
realización de este pequeño estudio, hemos partido de fuentes que son de
obligatoria consulta, puesto que nos ayudan a comprender cual fue el destino que
vivieron muchas de las familias de estos lugares, fenómeno que podemos entender
especialmente a través de los testamentos que hay en los respectivos libros
parroquiales de cada lugar o en los volúmenes de defunciones. Otro indicador a
valorar debidamente, es el Catastro de Ensenada, pues resulta una referencia
esencial en la que se aportan datos valiosísimos respecto a la situación
económica del lugar, en un momento donde todavía no se estaba presintiendo el
declive socioeconómico, que poco después comenzaría a agudizarse en este
entorno.
Por lo que respecta
a los datos genealógicos e históricos de los siglos XVI-XVII, hemos consultado
la documentación eclesial de cada municipio, las cuales hallamos en los libros
parroquiales, la mayoría de estos presentes en el Archivo Diocesano de Cuenca,
así como en el Archivo Parroquial de Huete y el de Caracenilla.
En el
municipio de La Peraleja, en el momento de la realización del Catastro de
Ensenada, los alcaldes ordinarios eran Juan Jarabo y Juan de Hernán-Saiz, dos
familias históricas del lugar, que gozaron de enorme poder a nivel comarcal,
siendo muy destacada la primera.
Los
regidores eran Juan de Villalba, Juan Jarabo Martínez y Felipe Vicente. Respecto
a los jurados vemos los nombres de José Notario, Andrés González y Juan
Vicente. De los González, sabemos que la mayoría de sus miembros pertenecían al
estado noble, puesto que descendían de un linaje de caballeros, conocido como
González-Breto, no obstante, el apellido muchas veces se mutilará, y aparecerá
la forma González de manera aislada.
Los Vicente
fueron también otra de esas grandes familias, que desde tiempos antiguos tuvo
sus influencias de poder, creando incluso un Mayorazgo, una fórmula jurídica
muy extendida entre los linajes nobles, para así no disgregar su patrimonio.
El síndico
procurador era Manuel Muñoz, y entre los expertos labradores son citados José
Martínez, Gerónimo de Peña, Pedro Martínez Mayor y José de la Fuente.
Había un
molino harinero, que estaba arrendado a Gregorio Gómez, así como existían 200
colmenas, repartidas entre miembros de diferentes familias, y donde se repite
muy a menudo el apellido Molina, es el caso de Miguel de Molina, Ignacio de
Molina, don José de Molina y Francisca de Molina.
Sobre esta
familia, sabemos que gozó de un destacado poder más allá de la economía local,
puesto que en Huete consiguieron establecer contacto con linajes influyentes. En
un escenario similar se movieron desde el siglo XVI en la vecina localidad de
Villanueva de la Peñuela, en donde adquirieron un papel importante.
Respecto a
los Jarabo, debido a la proyección de muchos de sus personajes y el nivel de
patrimonio con el que se movían, podemos considerarlos como una de las grandes
familias de terratenientes de la Alcarria, tal y como se desprende de los
testimonios que aparecen por el control de las tierras de Preguezuelo, entre
las villas de Tinajas y Gascueña desde el siglo XVI, esta última localidad, de
donde procede el progenitor de la familia.
I.
II Familias destacadas de la sociedad de Saceda del Río a mediados del siglo
XVIII
A
diferencia de La Peraleja, en Saceda del Río había una mayor diversidad de
oficios en su economía local, posiblemente un hecho motivado por la fuerza de
algunas de las familias que allí se asentaron, como sucede con el caso de los
hidalgos Martínez-Unda, o el esparcido linaje de los López-Lobo, y que la documentación
de la época lo reseña como uno de las más distinguidos y ricos de la localidad.
En cuanto a
las máximas personalidades que en ese momento representan el Ayuntamiento, nos
encontramos con Manuel de la Fuente y Manuel de Sevilla. Los regidores son
Matías González y Tomás Muñoz, así como los jurados Juan Ballesteros y Pedro
Saiz.
Los vocales
vienen representados por don Juan Martínez Garrido, José Cañada, Manuel García,
José de Vellisca, Sebastián Cantero, Nicolás García, Manuel de la Fuente y Sebastián
García.
El
presbítero es el señor don Juan de la Fuente, y que viene a ser la persona más
rica del pueblo, pues poseía muchas tierras que arrendaba, además de dedicarse
al negocio de la compra-venta de mulas y bueyes, ya que poseía una cantidad
considerable de ganado.
El
municipio cuenta con un solo molino, que es propiedad de don Juan Martínez, y
que arrienda a Pedro del Olmo. A diferencia de otros enclaves, las colmenas
estaban repartidas entre cuatro familias, y que eran las del antes referido don
Juan Martínez, Matías González (también regidor), Pablo Martínez y María de la
Fuente.
Había un
ganadero, que era Pedro Romero, además de dos sastres (Carlos Saenz y Juan
Muñoz), así como una zapatería llevada por la familia Vellisca y varios
tejedores de lienzos, como sucede con Gregorio González, Francisco Febrero,
Nicolás Febrero, Francisco Delgado y Francisco Vellisca.
Hay un
rastrillador de tierras (Pedro Febrero), así como un arrendador de los
servicios del Almotacén llamado Francisco de la Fuente.
A ello
habría que sumarle una cooperativa industrial, en este caso controlada también
por el linaje de los Martínez. En lo que concibe al ámbito religioso, había
hasta siete clérigos (don Juan de Mochales, don Tomás de Sevilla y don Isidro
de Sevilla, el antes referido don Juan de la Fuente, don Pedro de Olmedilla,
don Eugenio de la Fuente y don Francisco Rubio). Una cifra nada baja, si
tenemos en cuenta que en la localidad había poco más de 100 casas. Lo que nos
refleja un municipio modesto en tamaño, pero con variados recursos y que sólo
se explican por la presencia de una burguesía local, beneficiaría de unas
condiciones que permiten una calidad de vida bastante aceptables para la época.
Este
municipio representará sin lugar a dudas el ejemplo de una pequeña sociedad
agrícola, que generará bastantes riquezas y en donde se fusiona el poder de la
burguesía rural con el de la nobleza municipal. Y es que si los Martínez eran
una familia de caballeros, los de la Fuente
fueron también otro de los grandes linajes que realizará sucesivos entronques
con familias muy bien posicionadas, como sucederá con una de las ramas de los
García de Galarza de Bonilla.
Igual de
destacados son los miembros del apellido Sevilla, descendientes de una estirpe
de terratenientes, que gozó de notable importancia durante siglos, así como el
de otras familias que destacaron en el gremio artesanal, es el caso de los
Febrero y los Vellisca, y cuyos miembros dejarán un notable patrimonio en
muchos de los casos.
Tampoco
habría que olvidar al linaje noble de los García-Vaquero, y que durante parte
del siglo XVII como del XVIII, tuvieron diversos representantes que atesoraron
un patrimonio considerable.
El auge de
muchas de estas familias en un único lugar, nos señala la capacidad productiva
de su entorno, y es que esta actividad, no sólo venía existiendo desde los
tiempos de la reconquista, pues si marchamos más atrás en el tiempo
(concretamente hacia el período romano), veríamos gentes de origen patricio que
explotaron el sustrato de sus alrededores, ya que en sus entrañas se hallaban
las mejores minas de Lapis Specularis de todo el Imperio Romano, de acuerdo a
la descripción que detalla Plinio el Viejo.
I.
III Familias destacadas de la sociedad de Carrascosilla a mediados
del siglo XVIII
El
municipio de Carrascosilla fue otro ejemplo más de esas pequeñas localidades,
con un escaso número de familias que durante toda su historia no creció
numéricamente, y donde se sufrió en épocas concretas, como consecuencia de las
adversidades de ámbito climático o económico.
Sabemos por
un pleito que data del año 1676, relacionado con un privilegio a Benito Galindo
Piquinoti, del Archivo Histórico Nacional, en la sección de Colección de
códices y cartularios, como alrededor de 1669 el municipio se despobló, y cinco
años más tarde algunas familias volvieron a asentarse. El hecho de que el
término fuese un mayorazgo controlado por un par de familias, generó enormes
desigualdades que durante un tiempo considerable no hicieron prosperar el nivel
de vida de sus habitantes, puesto que se encontraban trabajando para sus
señores. Afortunadamente, con el paso del tiempo, parte del espacio comenzó a
liberalizarse y surgió una pequeña burguesía rural, que comenzó a aglutinar su
propio patrimonio. Sólo como ejemplo cabe citar que hasta hace escasas décadas cuando
finalmente quedó deshabitado por parte de los últimos pobladores, la localidad
todavía era conocida con el mote de la “aldea millonaria”, ya que sus
pobladores eran grandes terratenientes que tenían varias personas trabajando a
su disposición, incluso dentro de sus casas.
Carrascosilla
es un ejemplo más del estilo de vida que desempeñaron algunas de las familias de las élites rurales, y cuya clave
residía en la disponibilidad de un terreno considerable, cuando la agricultura
todavía era una actividad productiva y que generaba riquezas. En el caso del
catastro, vemos cómo aparecen básicamente tres linajes, que son los que
controlan la localidad a mediados del siglo XVIII, fundamentalmente a través de
la figura de la familia Cantero.
Y es que si
el presbítero era Manuel Cantero, su alcalde se llamaba Juan Felipe Cantero
(ambos parientes), del mismo modo que el alguacil, también era de apellido
Cantero. El Regidor era Agustín Mateo, y los peritos Alfonso Felipe y Francisco
Felipe, junto Francisco Sevilla.
Sabemos que
los Cantero fueron una familia con poder, que comenzó sirviendo al Señor del
lugar, pero que tiempo después consiguió aglutinar un patrimonio que los
desmarcaría del resto, y que en el caso de lugares cercanos como la Ventosa
descendían de un linaje hidalgo, tal y como ha analizado a fondo su cronista
local Guillermo Fernández, desconociendo por ahora si se trata de la misma
línea que la existente en Carrascosilla. Respecto a los Felipe, sabemos que
estos pertenecían a una pequeña familia de la nobleza rural.
No
obstante, aunque Carrascosilla gozaba de un buen patrimonio agrícola, ya en
tiempos del catastro se remarca la escasez de servicios que existían, problema
que nunca se remedió y que con el paso del tiempo se fue agudizando, hasta que
finalmente se abandona el municipio. Tengamos en cuenta que durante el momento
del catastro ya se señala la carencia de oficios auxiliares. Esto provocó que
mucho de sus habitantes migrasen hacia la vecina localidad de Saceda del Río,
donde el tejido económico y la posibilidad de oportunidades era mucho más “amplia”
si se comparaba con lo que allí había.
I.
IV Familias destacadas de la sociedad de Caracenilla a mediados del siglo XVIII
Otro de los
núcleos rurales donde hubo varias familias con poder e influencias a nivel
comarcal, fue el de Caracenilla. Por aquellas fechas eran alcaldes ordinarios
Diego de Alcázar de la Fuente y Jacinto de la Fuente, así como regidores
Francisco García Garrote y Pedro Alhambra Pérez. El síndico procurador era Juan
González de Arcas y el escribano Francisco Pérez López.
Llama
bastante la atención el hecho de que a pesar de su reducido tamaño, el
municipio cuenta con diversos servicios que no vemos en muchos de los enclaves
de sus alrededores, puesto que además de los peritos Juan Antonio Martínez
Patiño y Juan Garrote Saiz, nos encontramos con un vendedor de pan cocido,
llamado Andrés González y un abastecedor de carnes, Juan Pérez de Culebras. Los
arrendadores del almotacén eran José y Domingo González.
El cirujano
y sangrador era también autóctono, Diego de la Fuente. Contaba además con dos
notarios, don Juan Antonio González (presbítero) y Miguel Francisco de Cañas
(sacristán).
Poseía un
horno y estaba arrendado a cinco personas: Juan Caballero (además de sastre),
Manuel de Igualada, Gabriel de Torrecilla, Bernardo de Torrecilla y Manuel de
la Fuente. El albañil y carpintero era Alonso de la Puerta, así como el
escribano Bernardo de Torrecilla.
El mesonero
era Miguel González. También había un estanco de tabaco llevado por Alonso
Ibáñez. El zapatero de viejo era Andrés Crespo.
Por lo que
concibe al resto de oficios artesanales, vemos como la herrería era propiedad
de Fernando González, al igual que entre los cardadores se encontraban Juan
González y Manuel González. Luego habría varios tejedores, como Blas García y
su hijo Francisco, de la misma manera que Antonio Caballero y Domingo González.
Finalmente, otro empleo era el de los rastrilladores de cáñamo y que
desempeñaban Francisco Martínez y José Infante.
En cuanto a
la producción de miel y cera, parece ser que en Caracenilla había 193 colmenas,
y cuyos propietarios eran bastante variados, entre los que se destaca a Diego
de Alcázar de la Fuente (el alcalde), Francisco Alhambra Pérez (hermano del
regidor), Manuel Pérez de Alcázar, Juan Garrote Saiz, Pedro Benito Pérez, Pedro
de la Fuente Recuero, Felipe de Alcázar de Medina (también procurador), Alonso
Pérez de Alcázar (hermano del anterior Manuel), Juan José de Gascueña y Josefa
de Fuentes, además de otros.
En el caso
de Caracenilla podemos observar cómo pocas familias son las que controlan la
mayoría de oficios, ejerciendo varios al mismo tiempo. Esto generó una
situación de riqueza en la localidad, que se refleja en situaciones concretas,
como por ejemplo el pago de misas en los libros de defunciones.
Respecto a
los linajes, tenemos a los Alcázar como una de las grandes familias, yendo más
allá del marco local, pues parece ser que descendían de un linaje destacado,
que ya desde tiempo atrás enlazó con familias igual de importantes, además de
poseer el control de las familiaturas del Santo Oficio de Caracenilla.
Fenómeno
similar sucede con los miembros del apellido de la Fuente, los que del mismo
modo que en Saceda tuvieron una notable influencia y ocuparon sitios
destacados.
Tampoco
podemos olvidar a los González, y que controlaron diversos oficios del
municipio, organizándose entorno a muchos de los empleos artesanales.
Otro linaje
muy importante fue el de los Pérez, pues los familiares entroncarán con gentes
que como ellos, poseían un amplio patrimonio. Una estrategia que seguirán
igualmente los Garrote, y que a pesar de tener su origen en Villar del Horno,
se asentarán en la localidad desde principios del siglo XVII y establecerán
enlaces matrimoniales con el resto de miembros de su misma condición social.
Los
Alhambra también sellarán diferentes tácticas matrimoniales, junto con los
Torrecilla, y que en su caso controlaron la escribanía municipal durante varias
generaciones.
Bien es
cierto que en las partidas del municipio podremos ver apuntados los apellidos
de los Montemayor, Orozco o Espada, aunque estos en realidad no llegaran a
vivir físicamente en el municipio, practicando simplemente una aparición
esporádica, que se refleja en la celebración de actos concretos, como el
bautismo, casamiento o defunción de algún personaje de la familia. Algo
habitual y extendido entre las diferentes familias de la nobleza que hemos ido
estudiando en la provincia, y cuyo emplazamiento prioritario solía ser la misma
ciudad de Cuenca.
I.
V Familias destacadas de la sociedad de Villarejo de la Peñuela a mediados del
siglo XVIII
Villarejo
de la Peñuela contaba con dos alcaldes ordinarios, que fueron Miguel de
Torrijos y Alfonso de la Fuente. Sus regidores eran José Pérez y Fulgencio
López, además de un síndico procurador que estaba representado por José
Torrijos.
El
escribano era Miguel Saiz, quien a su vez también hacía de perito labrador,
junto con tres vecinos más, Juan Delgado, Juan del Rincón y Andrés López.
Había un
molino harinero, arrendado a José de Cañas, así como también un horno, que
estaba arrendado al referido José y a Ramón Saiz.
Existían en
la localidad alrededor de 90 colmenas, repartidas entre miembros de las mismas
familias, como sucedía con el presbítero don Pedro López, María de Cañas, Inés
de Torrijos, Josefa de Cañas, Juan del Rincón, Francisco de Cañas, Francisco
López, Domingo Pérez y Miguel Saiz, además de algunos otros vecinos.
Había un
almotacén y una correduría, arrendado a Manuel López Torres. Resulta curioso
destacar la cantidad de gente que aparece censada como poseedores de
caballerizas para descargar, de los que trasladamos varios apellidos que vemos
muy repetidos entre las familias que aparecen citadas en este documento como
sucede con el caso de: Pedro de Cañas, Inés de Torrijos, María de Cañas, Josefa
de Cañas, José de Cañas, José Pérez, Andrés López, Juan del Rincón, Juan
Delgado, Francisco López, Francisco de Cañas, Domingo Pérez, Juan Pérez, Miguel
de Torrijos, Miguel Pérez, Miguel Delgado, Félix López, Juan Pérez, María
Delgado y Juan Pérez.
En el
contexto sociológico, vemos como a pesar de encontrarnos en un núcleo con
escasa cifra de habitantes, hay una serie de linajes locales que son los que
mantienen un control casi absoluto de los diferentes sectores económicos de la
localidad, de modo que los Pérez, García, Saiz y López, junto con los Cañas,
Torrijos, Delgado, forman el conglomerado burgués de Villarejo. Cabría añadir
el linaje de los Rincón, y de los que hemos averiguado que en muchas
poblaciones son reconocidos como una estirpe de judíos conversos, pero que
gracias a su poder consiguió ennoblecer alrededor del siglo XVI, motivo por el
cual gozarán de un poder considerable en muchos de los lugares en los que se
asentaron.
LA PERALEJA
Linaje Benito
Los miembros de la familia Benito gozan de una larga
historia que los remonta hasta el siglo XV. Aunque
la escala de proyección fuese casi siempre dentro de su ámbito local, algunos
de los integrantes consiguieron posicionarse en puestos importantes, llegando
incluso a ocupar cargos de relieve, como serían el control de la escribanía de
La Peraleja.
Esto les permitió relacionarse con gentes del mismo
gremio, y por lo tanto, tener un papel visible. Sus lazos tempranos con el
linaje de los Jarabo, les ayudó a catapultarse y adquirir un renombre que hasta
las fechas la familia no había conseguido.
Sabemos por nuestros apuntes, que ya durante el siglo XVI
la familia aglutina patrimonio en una fundación, tal y como registran en una
capellanía que efectúa Juan Benito, tras fallecer en 1609 y pagar un total de
170 misas.
Parece ser que esta capellanía iba adjunta con un
vínculo, fundada junto con su mujer Francisca de Carboneras. El mencionado Juan
fue acusado por la inquisición, por una serie de comentarios que resultaron
ofensivos para la moral de la época y que se detallan en la documentación del Archivo Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición, legajo
249, nº 3353. Al margen de que finalmente al procesado no se le amonesta
severamente, resulta interesante cómo se reafirma en varias ocasiones que el
susodicho es cristiano viejo y hombre de bien, a pesar de que unos primos suyos
(Marcos de Ayllón y Cristóbal de Ayllón), se les tilda de conversos.
Otro personaje destacado fue Asensio Benito, fallecido en
1647 que pagó un total de 100 misas. Su padre fue un personaje destacado, que
del mismo modo que su abuelo, ya gozaban de nombre en la localidad. Y es que no
fue casual que la familia materna acabara emparentando con la línea de los
Mateo-Saiz y que tanto poder llegaron a acumular en la vecina localidad de
Saceda del Río.
Tronco originario y línea principal de los
Benito de La Peraleja. Genealogía familiar (elaboración propia).
Linaje Catalán
Nos encontramos con un linaje documentado en estas
tierras desde los primeros instantes en que afloran los datos procedentes de
los libros parroquiales. Como curiosidad señalar que el protocolo notarial más
antiguo de Huete, está relacionado con ellos, y en diversas ocasiones los
veremos entroncando con familias distinguidas de la nobleza rural.
En el caso de la Peraleja, establecerán nupcias con los
Jarabo, además de los Vicente, Hernán-Saiz y otras líneas conocidas de la
localidad.
Por ejemplo en la corporación municipal de 1611, los
alcaldes son el hidalgo don Juan Suárez de Salinas, junto Gregorio Catalán.
Fenómeno que nos demuestra la importancia que poseía la familia, a pesar de que
el apellido no se extiende de forma excesiva.
En 1614 falleció Isabel Catalán (esposa de Alonso
Vicente), quién mando un total de 90 misas. Luego el referido alcalde Gregorio
muere en 1623, figurando el pago de 56 misas en su partida de defunción.
Otro miembro distinguido del linaje fue María Catalán,
mujer de Francisco Gómez, quien murió en 1679, y dejó un pago de 200 misas. Su
hermano era el Licenciado Catalán, no siendo el único que mantendrá contacto
con el brazo clerical, puesto que a varios Catalán los veremos como
representantes de la iglesia.
Linaje Crespo
Desconocemos el origen de este apellido en Peraleja,
aunque parece ser que ya había varias líneas con el mismo en otros lugares
cercanos, como será el caso de Gascueña.
En La Peraleja se tiene constancia durante la segunda
mitad del siglo XVI de un vecino llamado Francisco de Crespo, marido de Elvira
Ballestero. Desde él surgirá una nutrida línea de descendientes, entre los que
destacará su hijo, Pedro de Crespo, y que en 1615 celebrará sus nupcias con la
señora Juana Jarabo y Vicente-Campanero, una familia bien posicionada, y que
obviamente le permitirá adquirir más renombre a la familia.
Éste tendrá dos hijas que realizarán nupcias con personas
igual de importantes de La Peraleja. Por un lado, Ana de Crespo Jarabo, quien
casó en 1644 con Juan Palenciano Domínguez, mientras que Isabel de Crespo lo
hará en 1633 con Miguel Martínez de Villanueva, otro agricultor con patrimonio.
La referida Isabel fallecerá en 1677 y fundará una capellanía. Recordemos que
su hijo era el Licenciado Asensio Martínez.
Tenemos referencias en el libro de defunciones de María
de Crespo, mujer de Simón Vicente, como mandante de 100 misas. O el caso de Ana
de Crespo, mujer de Alonso Parrilla (e hija de Francisco de Crespo y Elvira
Ballestero), que mandará un total de 200 misas. Otra integrante destacada fue
Ana Crespo, viuda de Lorencio Ramón, y que en 1681 pagó 140 misas. No sin
olvidar a María de Crespo (hermana de Miguel de Crespo) y mujer de Miguel
Vicente, quien mandó un total de 300 misas tras su muerte en 1696.
Linaje Daza
Los Daza son una de las familias más destacadas del
estado noble, que veremos en diversos puntos de la Alcarria. Si en la ciudad de
Huete consiguieron posicionarse entre uno de los linajes más potentes, idéntica
operación efectuaron en La Peraleja, y que consiguieron demostrar mediante una
ejecutoria de hidalguía.
Siguiendo a don Manuel de Parada
y Luca de Tena, en sus Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y
Genealogía, vol. 8, 2. Año 2004 (página 701), se dedica una genealogía
sobre la ascendencia del doctor don Juan de Orozco y Daza, hijo de Francisco
Daza y Catalina de Figueroa, y que sube hasta Juan Daza y María Álvarez (y que
podrían enmarcarse como los representantes más antiguos que conocemos por
ahora, y que nacieron en el siglo XIV). Tampoco deberíamos olvidar a su hijo,
marido de la conversa Catalina de Yllanes (y que como su padre Juan Daza, ocupó
la alcaldía del Castillo de Huete).
Respecto a La Peraleja, sabemos que el hidalgo don Tomás
Patiño, celebró su enlace con María Daza, antes de la mitad del siglo XVI,
fruto del mismo nació doña Isabel Baptista Patiño, y que casó en 1565 con el
noble don Francisco Suárez de Salinas.
A pesar de que la línea de Dazas no es muy extensa,
parece ser que María tenía algún hermano más. Otros familiares entablaron
relaciones con linajes como los Cantero (es el caso de María Daza de
Hernán-Saiz en 1592 con Sebastián Cantero).
Linaje Domínguez
Se trata de una familia perteneciente a la burguesía
rural del entorno de La Peraleja. Desconocemos si guardan relación genealógica
con los vecinos de Gascueña del mismo apellido, y que también tuvieron una
importancia destacada, tal y como recogemos por los matrimonios con los que
enlazan, así como los datos vinculados que se dan de los mismos en el pleito
sobre el término de Preguezuelo, que se produce entre Tinajas y Gascueña.
En los libros de defunciones de La Peraleja, en 1614
falleció Domingo Domínguez, quien mandó 105 misas. Lo mismo hizo Ana Domínguez
tras fallecer en 1623 (pagó 100 misas). Otro miembro del linaje fue Juan
Domínguez, que ordena en 1642, un total de 190 misas.
Entre las fundaciones, cabe remarcar una capellanía que
dejó el Maestro Baltasar Domínguez, y que era primo de Juan Domínguez -el
viejo-, así como de Francisca de la Cruz, también prima suya y monja.
Magdalena Domínguez, muere en 1665, y paga un total de
130 misas. Aunque si hay que destacar un personaje con poder dentro de este
linaje, ese fue el señor Francisco Domínguez Saiz, fallecido en 1667, y
encargado de mandar la increíble cifra de 1000 misas (este Francisco creemos
que pudo ser hijo de Diego Domínguez e Isabel Saiz). Luego vemos cómo Ana
Domínguez Saiz, casada en 1646 con Juan Herráiz, y fallecida en 1689, manda 100
misas.
Datos relativos al maestro Baltasar Domínguez, los tenemos
en los apuntes sobre capellanías y vínculos, del libro referido de La Peraleja,
presente en el Archivo Diocesano de Cuenca, con la
signatura P.820, Sig. 30/20. En él podemos leer cómo entre los bienes de su
capellanía hay una finca de 12 almudes de trigo, otra de 10 almudes, junto 2 de
cuatro almudes, también de trigo. Por último se incorpora una propiedad
agrícola de 800 viñas.
Linaje Escolar
La historia del linaje Escolar
no está del todo definida, ya que desconocemos dónde radica el origen de los
primeros habitantes de esta familia procedente de Huete. Por lo que respecta
a la Peraleja, vemos cómo una de las personalidades más destacadas, fue la
esposa de Miguel Jarabo Rojo (en otros documentos como “de la Rosa”), María de
Escolar, quien descendía de una de las familias más importante del lugar, tanto
por su costado paterno, como especialmente la línea materna, y que nos lleva a
los varios hidalgos de la zona. Éste es el caso de los Suárez de Salinas, Núñez
de Guadalajara o Patiño. Sabemos que los
Suárez Carreño controlaron la alcaldía de la fortaleza de Huete a mediados del
siglo XV, así como los Núñez tienen su casa solariega en la misma localidad,
entroncando a su vez con otros linajes igual de destacados (los Nieto). No
debemos olvidar tampoco la línea de varón de la que procedía María, y que asciende
hasta Juan Manuel de Escolar, quien casó con María Guijarro, siendo éste hijo
de Julián de Escolar y Catalina Díaz, oriundos de la ciudad de Huete, y
presumiblemente descendientes de la familia noble de los Escolar, así como de
los históricos Díaz de Montalvo.
Genealogía
de doña María de Escolar Suárez de Salinas y su marido Miguel Jarabo (genealogía
familiar).
Linaje
de la Fuente
La familia
de la Fuente tuvo un papel importante en la localidad de La Peraleja, y cierto
protagonismo en otros muchos municipios donde estaban asentados, es el caso de
Bonilla, Valdecolmenas de Abajo, Caracenilla, Saceda del Río y demás enclaves.
Línea
destacada de la familia de la Fuente de La Peraleja. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
Durante los
siglos XVII y XVIII, los linajes de los Jarabo y Vicente, fueron sin lugar a
dudas una de las familias más ricas de la localidad, fenómeno por el que no
resultará un hecho casual que establezcan de manera reiterada relaciones de
parentesco entre los mismos.
Referencias
de ellos, podemos apreciarlas en 1651, cuando falleció Juan de la Fuente, quien
pagó 100 misas. Años después Juan de la Fuente Serrano (el marido de María
Vicente-Rubio), pagó en 1662 un total de 140 misas.
Linaje
González-Breto
Nos
encontramos ante otra familia de la nobleza local, y cuya hidalguía era notoria
en varios municipios de la Alcarria, como pasaba en Villalba del Rey o la
ciudad de Huete.
Resulta
interesante ver cómo existe durante siglos una relación de parentesco muy
estrecho entre los González y los Rojo en el municipio de La Peraleja, y que
observamos en los matrimonios de los siglos XVII y XVIII.
Entre los
personajes destacados de esta familia, tenemos la línea de Francisco
Gónzález-Breto, quien tuvo por hijo a Gonzalo González-Breto, y que en 1619
casó con María Muñoz Rojo (hijo de ambos fue Laurencio González-Breto, marido
de Ana Parrilla Vicente). De estos últimos, nació Alfonso, quien seguía
haciendo uso del apellido entero, fenómeno a tener en cuenta, ya que otras
líneas de la familia, que sólo empleaban la forma González, eran en realidad
pertenecientes al mismo linaje.
De entre
los González destacados, tenemos el caso de la capellanía que creó Tomás
González, marido de María Herráiz (casados en 1649), y que en primeras nupcias
lo hizo con Magdalena Parrilla de Crespo (durante 1639). Esta fundación se
encontraba compuesta por siete fincas (una de cuarenta, otra de doce y una de
ocho almudes de cebada; luego habría una de ocho almudes de trigo, y dos de
cuatro de la misma gramínea, así como un viñedo, con unas 300 cepas). Su hijo
Juan, fruto del primer enlace, casó en 1650 con Ana Parrilla Muñoz, y fundó un
mayorazgo en el que acumuló en un mismo dote, el patrimonio que controlaba su
familia.
Linaje
Hernán-Saiz
Se trata de
una de las familias con más historia en la localidad, dado que su presencia se notifica
desde los inicios en los que hay documentación eclesiástica en el lugar. Tanto
es así, que partiendo de las varias líneas que existían del apellido durante la
primera mitad del siglo XVI, queda claro que su asentamiento en La Peraleja,
nos conduciría hasta los tiempos de la Edad Media.
Tantas
centurias residiendo en un mismo lugar, sumado a una nutrida descendencia que
dejaron en muchas de sus líneas, han permitido que varios representantes de
este linaje, atesoraran un patrimonio considerable.
Los
Hernán-Saiz los veremos ocupando capellanías, creando fundaciones, al igual que
representando alcaldías, además de celebrar enlaces matrimoniales con las gentes
más destacadas del municipio.
En este
sentido, serán muy repetidos los matrimonios que a lo largo de los siglos entablarán
con el linaje de los Jarabo, así como con otras familias de la nobleza rural.
Su foco de
proyección será la Peraleja, aunque varias líneas se expandirán por otros
enclaves. Por la
documentación que hemos ido consultando hasta la fecha, podemos determinar con
total seguridad que nos encontramos ante una familia, con una trayectoria muy
antigua, considerando a sus integrantes como cristianos viejos del lugar, por lo
que nos resulta imposible, concretar el momento de formación del apellido, ya
que probablemente hiciera alusión a un tal Hernan o Fernán Saiz, y que nos
llegaría solapado hasta el presente.
Entre las
personalidades destacadas de esta familia, tenemos el caso de Francisco de
Hernán-Saiz, como su hijo Simón Sainz (o Hernán-Sainz). El referido Simón trabajó
como Familiar del Santo Oficio por la localidad de La Peraleja, y sobre él
podemos leer un expediente del Archivo Diocesano de
Cuenca (legajo 277, nº 3816), al respecto del conflicto que hay sobre una
herencia con su cuñado, Juan de Oliva (hidalgo del lugar).
Una mujer destacada
de este linaje fue Francisca de Hernán-Saiz, fallecida en 1627, hermana de
Francisco de Hernán-Saiz y esposa de Juan Vicente. El día de su entierro mandó
205 misas.
Una línea
bastante notoria, es la que entronca con los Jarabo, a través de la figura de
Isabel de Hernán-Saiz, fallecida en 1671, y esposa de Francisco Jarabo. El día
de su entierro mandó 300 misas. Otra Isabel, muere en 1678, y manda 150 misas. Ésta
tuvo por hijo a Miguel Vicente de Hernán-Saiz, marido de María del Olmo y de
Torrecilla.
Aunque por
aquellas fechas, otra de la descendencia más importante se concentra en la
línea de Alonso de Hernán-Saiz y su esposa Ana Parrilla, quienes fundaron un
vínculo con cargo de 8 misas, y que otorgaron ante el escribano Juan Benito. El
referido Alonso deja marcada su fundación como mayorazgo, figura jurídica que
servía para concentrar el patrimonio familiar, y que tan característica fue entre
los miembros de la nobleza.
Alonso y
Ana tuvieron varios hijos, es el caso de Juan de Hernán-Saiz Parrilla o el
Licenciado Manuel de Hernán-Saiz. Otros personajes con este apellido fueron
Francisco de Hernán-Saiz Rodríguez, que en 1680 pide 120 misas o Francisco de
Hernán-Saiz Peñalver, que además de mandar 140 misas, era hijo de Lucas de
Hernán-Saiz de Oliva, personaje que hemos visto documentado varias veces, y cuya
madre pertenecía a la familia hidalga de los Oliva.
Podríamos
mencionar muchos otros nombres de esta familia, con testamentos y mandas
destacadas, aunque por ello quisiéramos remitirnos sólo a algunos casos
concretos para no extendernos, como sucede con Blas de Hernán-Saiz, fallecido
en 1708 y en cuya defunción manda 300 misas del mismo modo que el Licenciado
Miguel de Hernán-Saiz, presbítero de la Peraleja, que en 1714 ordenó el pago de
200 misas.
Otra línea
destacada fue la del fundador de la capellanía de los Hernán-Saiz, y que
realizó en su día Gerónimo de Hernán-Saiz, viudo de Inés González, y fallecido
en 1735, momento en el que paga un total de 200 misas. En 1751, la fundación
religiosa estaba bajo el control de Silvestre de Hernán-Saiz, el cual era menor,
y por lo tanto cuya administración de la misma recayó en su padre Miguel de
Hernán-Saiz. Esta capellanía estaba relacionada con los bienes que aglutinó Ana
de Hernán-Saiz, esposa de Alejandro Parrilla.
Como
decimos, la capellanía tenía una dote importante, de ahí que estuviese formada
por unas casas y corrales que tenían bodega, además de un par de viñedos que
sumaban 800 cepas, junto con más de una quincena de fincas dedicadas al trigo, también
varios olivares, otras tierras de varios cultivos e incluso un manantial, que
era conocido con el nombre de la fuente de la Peña.
Linaje Jarabo
El origen de este apellido radica en el municipio de
Gascueña, concretamente durante el siglo XV. A raíz de ahí, irá expandiéndose
por localidades colindantes, hasta extenderse por el ancho del territorio
(especialmente en el área conquense). No siendo casualidad que su aparición en
lugares cercanos como Saceda del Río, La Peraleja, Villalba, Caracenilla,
Mazarulleque y otros varios enclaves, nos conduzcan hacia un mismo progenitor.
En el caso de La Peraleja, será Bonifacio Jarabo el difusor de su linaje.
A la
familia Jarabo podemos considerarla como una de las más ricas y poderosas de
esta zona de la Alcarria, tal y como reflejan las varias personalidades que han
destacado entre sus integrantes, y que como decimos se encuadran en el mismo
tronco genealógico. Quisiéramos remarcar que la persona que más ha estudiado
este linaje ha sido su descendiente, el Magistrado don Alberto Jarabo de
Calatayud, quien conoce de primera mano el poder que atesoraron sus miembros.
Célebres y
reputados historiadores como don José María Álvarez
Martínez del Peral en su artículo “Los Jaraba. Apellidos conquenses. El día de
Cuenca, num. 2412, 1-11-1929)”, nos relata la grandiosidad del linaje de
los Jarabo.
Creemos que
este apellido sufre una mutación durante el Medievo, que le llevará a modificar
su vocal final, de modo que el apellido Jaraba se masculinizará en Jarabo.
Fenómeno que podría explicarse por recaer sobre un varón, que a su vez
implicaría una modificación de género, un fenómeno muy habitual en la
antroponimia.
De acuerdo
a la leyenda romántica que relata parte del mito de los Jarab@, ésta los
remonta a los tiempos de la reconquista, estando ligada a la Corona Aragonesa,
ya que según se relata, Petronila, hija de Ramiro II, casó con Ramón Berenguer,
X Conde de Barcelona. La tradición menciona que uno de sus hijos es llamado
Alfonso de Xaraba por devoción a la Virgen de ese lugar, ubicada en la
zaragozana comarca de Calatayud. Esta historia será difundida a través de la
“Estoria de Cuenca” (supuestamente fechada en 1212), así como posteriormente
por otros autores locales como Martir Rizo (1629) en su
“Historia, antigüedades y familias nobles de la muy noble y leal ciudad de
Cuenca”. Leeremos que aquel hijo no reconocido de los monarcas participó en
el famoso asedio de la ciudad conquense, y que se inicia durante el 6 de enero
de 1177, prolongándose unos cuantos meses, y de donde nacerá una histórica
gesta, que relata como un pastor cristiano llamado Martín Alhaja, habiendo
sacado a pastar sus carneros fuera de la muralla (todavía bajo dominio
musulmán), iba acompañado junto con otros dos pastores sarracenos. Éstos fueron
vistos por las tropas cristianas, de modo que se dio muerte a ambos musulmanes,
dejando únicamente vivo a Martín. Justo después de lo sucedido, el pastor
indicó a las tropas la manera de penetrar en la fortificación, para ello,
sacrificó a sus carneros, y así poder cubrir con sus pieles a las hordas
cristianas.
Luego
Martín y los soldados se acercaron a la puerta del Aljaraz (actual puerta de
San Juan), que se encontraba custodiada por un guardián ciego que permitió el
paso de un centenar de hombres, quienes bajo las pieles de carnero, se hallaban
sobre las órdenes del anteriormente mencionado Alfonso de Xaraba (y que se
encontraba acompañado por su sobrino Mateo de Jaraba). Una vez flanqueado el
acceso, los soldados derrotaron a toda la guarnición, tomando posesión de la
ciudad en la mañana del 21 de septiembre del mismo año, onomástica de la
festividad de San Mateo.
Obviamente
esta leyenda tenía como objeto remarcar la importancia del linaje. Sabemos que
los Jaraba llegarán a ser enterrados en una capilla propia, y cuyos descendientes
obtendrán en el antiguo convento de Franciscanos de la ciudad.
Al margen
del mito que envuelve este relato sobre la historia de la familia, lo que sí
puede saberse con certeza es que los Jarabo siempre ocuparon cargos destacados,
los cuales se reflejan en la consecución de regidurías, alcaldías, y otros
oficios igual de importantes como escribanías o en el brazo del clero. Gracias
a la conservación íntegra de los libros de bautismos y matrimonios de La
Peraleja, hemos podido reconstruir la descendencia de una de las líneas más
destacadas de esta familia, y que mejor tenemos documentada.
Será a
través de Bonifacio Jarabo García, quien, tras casarse hasta en tres ocasiones,
dejará una notable descendencia, destacando a Juan Jarabo Catalán, quien de
acorde a las referencias parroquiales mencionadas, casará en 1593 con Juana
Vicente-Campanero del Olmo, donde nacerá posteriormente Miguel Jarabo
Vicente-Campanero, y que celebrará sus nupcias en 1623 con Magdalena Rojo de
Hernán-Saiz. Fruto de este enlace nacerá Miguel Jarabo Rojo, quien en 1653
casará con doña María de Escolar y Suárez de Salinas (descendiente de las más
notables familias hidalgas de la Alcarria).
Es por ello
que hemos optado por representar en una genealogía la ascendencia del
mencionado Miguel Jarabo Rojo. Los resultados son bastante interesantes, ya que
nos muestran las relaciones parentales que existieron especialmente durante los
siglos XVII y XVIII, entre el linaje de los Rojo, Catalán, del Olmo, García,
Vicente, Hernán-Saiz y Muñoz respecto a la familia de los Jarabo. Un entramado
familiar, que ayudó a consolidar el poder de estas élites del lugar.
Relación
de linajes que entroncan con la familia Jarabo de La Peraleja. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración
propia).
Sabemos que
la familia de la que procedía Miguel era de las más notorias del lugar. De
igual modo, quedaba probada la limpieza de sangre de algunas líneas que se solapan
a los Jarabo, caso concreto que podemos leer en lo referente a los Hernán-Saiz
en una información para su ordenamiento como sacerdotes. Y que vemos en Gaspar
de Hernán-Saiz (1593), clérigo de corona y grado, vecino de Arrancacepas,
registrado en los expedientes sacerdotales del Archivo Diocesano de Cuenca, así
como de nuevo a través de otras referencias con la familia de los Rojo en el
expediente nº 72, sección Universidades 390 (Miguel Muñoz Espada López
Colmenero) del Archivo Histórico Nacional.
Linaje Muñoz
Otra de las grandes líneas es la de los Muñoz, con
asentamiento en La Peraleja desde muy temprano, y que de acorde a la
documentación recabada, como mínimo nos confirma que estarían instalados desde
el siglo XV, desconociendo si todos sus componentes pertenecen a una misma
línea, al margen de la frecuencia del apellido.
Revisados los libros parroquiales, nos encontramos ante
dos líneas (ambas igual de destacadas e interesantes). Por un lado están los
descendientes de Lope Muñoz, y que tras entablar su hijo Juan nupcias con Juana
de Segovia, se genera una especie de vínculo en el que se solapan los dos
apellidos, bajo la forma Muñoz de Segovia. De éstos surgirá una rica
descendencia, que entroncará con familias bien posicionadas, incluso más allá
de La Peraleja. Cabe añadir que Juan Muñoz de Segovia, y que se identifica por
su apellido compuesto, fallece en 1688, pagando un total de 150 misas.
A posteriori, tendríamos la línea de Verdelpino, y que
procede de Francisco Muñoz y su esposa Juana Martínez de Villanueva.
Ascendencia de la línea de los Muñoz-de
Segovia de los siglos XVI-XVII de La
Peraleja (genealogía familiar).
Respecto a la línea procedente de Verdelpino, vemos como
la hija de Francisco (Catalina), fallece en 1602, y funda un vínculo con pago
de 93 misas, operación casi idéntica a la de su hermano Francisco (fallecido en
1601). La descendencia sigue aglutinando el patrimonio a través de Alonso (el
que casa en 1605), y cuya hija María Muñoz, funda otro vínculo, al morir en
1681.
Línea de los Muñoz de La Peraleja,
descendientes de Verdelpino (elaboración propia).
Es preciso añadir que los Muñoz controlaron los cargos
más altos a nivel municipal, además de incluso llegar a obtener una familiatura
en el Santo Oficio, tal y como se desprende del expediente de universidades,
390, nº 72 de Miguel Muñoz de Espada, presente en el Archivo Histórico
Nacional. El referido Miguel nació en 1672, y era hijo de Miguel Muñoz López,
nieto de Pedro Muñoz de Amores, bisnieto de Juan Muñoz Parrilla y tataranieto
de Miguel Muñoz. Parece ser que su abuelo Pedro, fue familiar del Santo Oficio,
alcalde y regidor en diferentes ocasiones.
Linaje de Oliva
Los Oliva son otro de los grandes linajes, sobre los que
poco o casi nada se ha escrito, a pesar de que gozaron de un papel destacado
durante los pasados siglos. El cronista de La Ventosa Guillermo Fernández, ya
nos comentó que en sus investigaciones apreció la importancia de este apellido,
tras ver que estaba adscrito al estado noble, poseyendo incluso su propio
escudo de armas.
La familia Oliva está muy esparcida por diferentes
lugares de la Alcarria, de ahí que la veamos en Tinajas, Saceda del Río y otros
municipios, aunque casi siempre con la particularidad de que sus representantes
mantienen lazos matrimoniales con familias de un estatus social similar.
En el caso de la Peraleja son varias las líneas de
miembros que hemos localizado, de ahí que ahora mismo nos resulte imposible
adscribir a un mismo conjunto todas ellas.
Martín de Oliva, marido de Ana Martínez, tuvo varios
hijos que casarán con gentes destacadas de La Peraleja. Por ejemplo su hija Ana
de Oliva, lo hace en 1580 con Simón Vicente del Olmo, su hermano Juan de Oliva
casa en 1569 con Ana de Santacruz y en 1587 con Ana de la Fuente en segundas
nupcias. Otra hermana es Catalina de Oliva, mujer de quien fuera Simón de
Hernán-Saiz (familiar del Santo Oficio). Sus hermanos realizarían la misma
operación, es el caso de Isabel de Oliva y Asensio de Hernán-Saiz, velados en
1574.
Linaje del Olmo
La familia del Olmo fue una de las principales en la
localidad de La Peraleja, especialmente durante los siglos XVI y XVII. Son
varias las líneas que existen desde los inicios de los libros parroquiales,
destacando algunas, como será el caso de Julián del Olmo e Isabel Martínez. El
referido Julián muere en 1607 y fundó un mayorazgo, teniendo por hijos a
Brígida del Olmo, que muere en 1597 y también crea un mayorazgo, y dos años
antes casa con Cristóbal González (suponemos que el mayorazgo del que hace
mención su padre es el mismo que cita su hija), después tendríamos a Alonso del
Olmo, hermano suyo y casado en 1567 con Francisca Rubio. Otra hermana será
María del Olmo, que celebró nupcias con Francisco Vicente en 1588.
Tenemos referencias de otra María del Olmo, casada con
Pedro López, y fallecida en 1597, fundadora también de dos vínculos. Menciona a
su hermana Quiteria del Olmo, como esposa de Alonso García.
Francisca del Olmo, viuda de Juan Vicente, fallece en
1606, mandando 154 misas, así como un testamento que demuestra el poder de la
familia. Sus padres son Alonso del Olmo y Catalina García.
Otro personaje destacado es el cura de Tinajas (natural
de los Olmo de La Peraleja), Miguel de Oliva y del Olmo, quien fallece en 1628,
con el pago de 400 misas. Éste hizo una memoria para casar a huérfanas de su
linaje.
En 1640, Isabel del Olmo, soltera de más de 60 años,
fallece y manda 300 misas, creando un vínculo con pago de 30 misas. Más tarde,
Ana del Olmo, muere en 1664 y pide 160 misas, realizando varias memorias. En
1668, Isabel del Olmo, realiza una manda de 350 misas. Remarcar que los Olmo
tenían una capellanía, de ahí que algunos familiares optaran al cargo de
clérigo.
Linaje Palenciano
La familia Palenciano tiene una historia muy arraigada
con el lugar de La Peraleja, puesto que durante siglos y hasta la actualidad
han dejado numerosas líneas genealógicas, que les permitieron entroncar con
múltiples linajes del municipio.
Juliana Palenciano, hermana de Miguel Palenciano y María,
casó con Francisco de Hernán-Saiz. Ésta fundó un vínculo en el que aglutinó
aquellos bienes que poseía.
Entre personajes destacados tenemos a Miguel Palenciano,
fallecido en 1587 y que pagó 100 misas. En 1607, Juana Palenciano, mujer de
Cebrián de Porras, ordenó 119 misas. Hay que recordar que los Porras eran
hidalgos, como también los Oliva, siendo Ana de Palenciano, quien un año
después, y esposa de Martín de Oliva (de familia destacada de La Peraleja),
pagó 244 misas, casando en primeras nupcias con Juan García. Como curiosidad cabe
señalar que Martín falleció sólo 6 días después de la muerte de Ana.
Una de las líneas más destacadas fue la de Juan
Palenciano Domínguez y su esposa Ana de Crespo Jarabo. La hija de ambos, Ana
Palenciano, casó en 1664 con Tomás González Parrilla.
En el año 1649 Pedro Palenciano, muere con el pago de 300
misas. El mismo año fallece José Palenciano, y manda también un total de 160
misas. En 1673 tenemos a Diego Palenciano, con pago de 300 misas el día de su
defunción.
En 1681, Ana Palenciano, esposa de Pedro Muñoz, mandó
pagar 200 misas. Magdalena Palenciano, mujer de Juan de la Fuente, ordenó 100
misas en 1689.
Ya en el siglo XVIII, en 1707, Gabriel Palenciano, marido
de Ana Vicente, paga 100 misas. Otro miembro del mismo linaje es Domingo
Palenciano, quien fallece en 1712 con 150 misas y otorga tres fundaciones, una
para su hermano Julián Palenciano, otro para su hermana Isabel Palenciano y la
restante para su sobrino Pablo Palenciano.
Linaje Patiño
Los Patiño han sido una de las familias más destacadas de
la Alcarria, debido a su estatus social y poder acumulado a lo largo de
diferentes generaciones. Se trata de miembros del estado noble, que ocuparon
los cargos más codiciados, ya no sólo en sus respectivos municipios, sino que
dentro de la misma ciudad de Huete, y que era el centro neurálgico del área
estudiada.
Tomás Patiño consiguió su reconocimiento con ejecutoria
de hidalguía, y aunque éste era caballero hidalgo, parece que como otras
familias del mismo eslabón social, su origen pudo ser converso.
Esta cuestión, y que consideramos importante debería
tratarse en otro trabajo, y así comprender el poder que acaudalaron muchas familias
de origen judío, que para conseguir proyectarse optaron por su reconocimiento
como caballeros.
Las alcaldías eran uno de los cargos más codiciados, y
desde las que podían seguir proyectándose.
Sobre los Patiño, veremos diferentes líneas en otros
lugares de la zona, entroncando y emparentando con los linajes más importantes
de la nobleza conquense, como será el caso de los Parada o los Sandoval.
Linaje Peñalver
La familia Peñalver tiene su origen en dos alianzas que
efectúan con otro par de miembros de la familia Caballero. Será a partir de
ahí, cuando nacerán varias líneas de descendientes, que gozaron de una buena
posición a lo largo del tiempo.
Durante el siglo XVI, Martín de Peñalver casó con Águeda
Caballero, mientras que Bartolomé de Peñalver lo hizo con María Caballero. En
el caso de Martín sabemos por ejemplo que su esposa fundó un vínculo tras
fallecer en 1599, para que así lo disfrutaran sus descendientes. De este
matrimonio nacerán varios hijos, como Martín de Peñalver -el mozo- y Juan de
Peñalver casado con Isabel Palenciano.
El referido Martín, falleció en 1595, mandando un total
de 73 misas. Luego tenemos el caso de María de Peñalver, esposa de Alonso Saiz,
y que muere en 1625, pagando 224 misas.
En 1632 Catalina de Peñalver fallece y ordena un total de
106 misas. Así como María de Peñalver con 120 misas, en el año 1669. Esto nos
indica el poder que obtuvieron algunos de los representantes de linajes, que si
bien es cierto no entroncaron con las grandes casas de La Peraleja, si supieron
establecer alianzas con familias que estaban bien asentadas, y que seguían
efectuando un proceso de proyección social como el que iban desarrollando ellos
desde un primer momento.
Linaje Pintado
Los Pintado son otro de esos linajes que supieron proyectarse
de modo efectivo, yendo más allá de su marco municipal. Simplemente hemos de
recordar como en la ciudad de Huete una línea de esta familia, con asiento en
Verdelpino, consigue establecer alianzas destacadas.
Línea principal de los Pintado de La Peraleja
(elaboración propia).
Entre los miembros más importantes, tenemos a Miguel
Pintado, fallecido en 1623 y pagador de 70 misas. Otra de las familias con las
que entronca, son los Jarabo, así lo sabemos por Miguel Pintado, y cuya esposa,
María Jarabo, muere un año después. En 1686, Victoria Pintado, pidió 110 misas
el día de su defunción. Cuando Juan Pintado casó en 1632 con María Parrilla,
era sabedor del patrimonio de su familia, así como posteriormente su nieto el
Licenciado Juan Pintado, quien acumulará parte del mismo, permitiéndose la
fundación de ocho vínculos.
Linaje
Rojo
La familia
Rojo también tuvo su protagonismo, especialmente durante los siglos XVI y XVII,
fase en la que celebrarán alianzas con las principales líneas de La Peraleja,
es el caso de los Jarabo y los Vicente, entre otras.
En municipios cercanos, como fue el caso de Bonilla,
gozaron de una considerable importancia, manteniendo lazos estrechos con los
miembros de la nobleza rural.
Un personaje señalado de La Peraleja de la segunda mitad
del siglo XVI fue Martín Rojo, quien en su partida de defunción de 1601 manda
105 misas.
En el caso de Pedro Rojo Conde, fallece en 1623 y paga un
total de 130 misas, mientras que en 1658 Juan Rojo (el viejo) pedirá 100. Dos
años después Alonso Rojo mandará la misma cantidad, y en 1667, Martín Rojo
pedirá 300 misas.
Ya en 1675, Alonso Rojo encargará 150 misas. Aunque entre
los más destacados tenemos a Juan Jarabo Rojo, fallecido en 1679 con pago de
500 misas. En 1680, Juana Rojo, esposa de Pedro de Molina, murió pagando 150
misas. En 1689, María Rojo, mujer de Pedro Parrilla, mandó100 misas.
Linaje Suárez
Los Suárez son un linaje de caballeros hidalgos, y que
podríamos considerarlos como de los más importantes que se han asentado en el
municipio de La Peraleja.
La descendencia de Gonzalo Suárez-Carreño (marido de
Catalina de Salinas) estaba asentada en la ciudad de Huete, ocupando cargos
destacados, y representando el origen su línea, y que entablará relaciones con
las familias más notables, como será el caso de los referidos Salinas, Patiño,
Núñez de Guadalajara (todos miembros del estado noble), junto otras igual de
importantes, como los Vicente y los Escolar.
Los Suárez irán perdiendo su apellido a medida que
trascurran las generaciones, no obstante, los veremos realizando pagos
importantes de misas, así como con cargos de alto rango: es el caso de Juan
Suárez de Salinas, quien en 1611 era alcalde por el estado noble de La
Peraleja.
Linaje Vicente
Como otras muchas familias aquí citadas, el linaje de los
Vicente fue sin lugar a dudas uno de los más destacados, de ahí que sus
relaciones con los Jarabo, Rojo, Olmos y otras tantas casas de la nobleza rural
fueran muy habituales, además de una reiterada endogamia entre miembros de su
mismo grupo.
En el caso de este municipio, veremos diversas líneas,
que ya desde el siglo XVI empiezan a proyectarse de forma repetitiva.
Recordemos cómo algunos de sus miembros solapan el
apellido, y fundan vínculos que permitirían distinguir una línea de otra, a
pesar de que en origen pudiesen venir de un mismo progenitor, de ahí que se
distinga entre los Vicente-Rubio y los Vicente-Campanero.
En estos momentos no sabemos con total seguridad cuándo
se forja cada una de estas estirpes, cuestión que en un futuro creemos que se
puede resolver fácilmente, pues existe bastante documentación relativa a La
Peraleja, y en consencuencia, sobre muchos de los integrantes de los Vicente.
Detalles más exactos los tenemos en el caso de Juan
Vicente-Campanero y Francisca del Olmo, a través de cuyo hijo Miguel, que en
1598 casa con María Sánchez de Tudela, se encarga de la fundación de un
vínculo. La endogamia del apellido será más que real, cuando la hija de estos
últimos, Juana Vicente-Campanero Sánchez casa en 1617 con Miguel Vicente-Rubio,
hijo de Francisco Vicente-Rubio y Catalina de Saceda. Consolidando así una
unión entre ambas familias que proyectó más si cabe a sus representantes dentro
del marco local.
Respecto a los Vicente- Rubio, reseñable es que Juan
Vicente-Rubio, fundara tras su defunción en 1691, un mayorazgo que incluía un
patrimonio considerable.
La viuda de Juan Vicente-Campanero, y que en segundas
nupcias casó con Juan Rodríguez (también de buena posición), redactó uno de los
testamentos más importantes del siglo XVI tras fallecer en 1602, con un pago
total de 224 misas. Otras líneas de interés son Francisca Vicente, mujer de
Francisco Vicente, y que en 1602 pagó 150 misas; Miguel Vicente-Campanero que
falleció en 1606 mandó 160 misas; María Vicente que fue viuda de Juan Rojo paga
128 misas en 1608; o Miguel Vicente-Campanero, que en 1631 manda 250 misas,
realizando diversas donaciones de tierras a las cofradías. Es importante comentar
que Miguel era hermano de Francisco Vicente-Campanero, el marido de Catalina de
Saceda, este hecho nos lleva a pensar que ambas líneas, proceden de una misma,
y que por lo tanto para distinguirse a nivel local, así como a la hora de
recibir herencias por fundaciones, se haría necesario la unión de dichos
apellidos.
En 1637, Juana Vicente, esposa del bien posicionado Juan
Jarabo, pagó 120 misas. Un año más tarde Catalina Vicente, y mujer de Francisco
Jarabo, manda la misma cifra. Idéntico año, Gabriel Jarabo manda 100 misas; en
1646 Catalina Vicente, pagó 120 misas; mientras que en 1664 Miguel
Vicente-Rubio creó un vínculo muy potente, que será de los más destacados de la
localidad durante el siglo XVII; en 1668 Bárbara Vicente, mujer de Juan Jarabo
Vicente-Campanero paga 200 misas; junto con Juan Vicente Suárez de Salinas,
quien tras fallecer en 1675 manda 300 misas; en 1676 Gabriel Vicente pide 200
misas; en 1679 Catalina Vicente-Rubio y Vicente-Campanero, mujer de Juan de la
Peña, manda 300 misas.
Aunque si alguno de los Vicente mencionados destacó por
su nivel de riquezas, ese fue Miguel Vicente, fallecido en 1698, quien además
de pagar 580 misas, cita entre su patrimonio varias casas y la creación de tres
fundaciones. Lo cierto es que la lista sería larga, por lo que no vamos a
extendernos más, pues no resulta complicado hacerse una idea del patrimonio que
los Vicente llegaron a amasar en el municipio de La Peraleja, incluso en siglos
posteriores a los que nos hemos referido.
SACEDA DEL RÍO
Linaje del Cubo
El apellido del Cubo lo veremos asentado durante el siglo
XVI en la ciudad de Huete, enclave en el que a pesar de su abultada competencia,
despunta entre una de las familias emergentes de la burguesía local, y que
establecerá a través de un representante del linaje su asentamiento en Saceda.
La familia del Cubo, ya en Saceda, casará con gentes
importantes. En este caso, sabemos que Bartolomé del Cubo y de la Zeza, padre
del progenitor optense, por vía materna descendía de una familia reconocida
como hidalga (los Zeza, y que del mismo modo que los Cubo, estaba comenzando a
dejarse conocer en el círculo de las casas pertenecientes a la emergente
pequeña burguesía rural), éste en 1595 casó con María de Vellisca y Muñoz
(quién a su vez era biznieta de Lope Muñoz, el padre de los progenitores del
linaje de los Muñoz-de Segovia de La Peraleja), ejemplos como éste nos sirven
para relacionar y entender las estrategias matrimoniales que entre los
diferentes lugares se establecían, a través de las familias principales.
El referido Bartolomé tuvo por hijo a Agustín del Cubo y
de Vellisca, dejando su descendencia la creación de un vínculo, fundado por
Bartolomé del Cubo con una misa el día de San Sebastián con una viña de 4
almudes. El apellido Vellisca le venía de Saceda, y que también gozaba de un lugar
destacado, como se aprecia a través Miguel de Vellisca, quien al fallecer en
1670 paga 600 misas, además de fundar un mayorazgo.
Linaje Febrero
De un modo similar a los anteriores, los Febrero son otra
familia de la pequeña burguesía local, que a través de matrimonios con miembros
de clases similares, y arraigadas al ámbito de la economía mercantil y agraria,
comenzaron a hacerse un nombre y que en generaciones futuras les servirá para
casar con gentes bien asentadas.
Los Febrero también se proyectaron en Huete, siguiendo un
proceso como decíamos, parecido al de los Cubo. La referencia más antigua que
nos dan los libros de Saceda, es el municipio de Langa, entorno de donde era
natural Marco Febrero. Es muy probable que familias que en lugares donde había
muchas casas de un estrato social similar, optasen por instalarse en puntos
cercanos, donde seguían manteniendo su grado de influencia, además de tener una
mayor libertad para crecer y ganar terreno desde la perspectiva social, puesto
que en su punto de origen era mucho más complicado. De ahí que la obtención de
una herencia considerable o la apuesta a través de un enlace matrimonial,
fuesen movimientos habituales mediante los que se conseguía materializar este
tipo de estrategias.
Entre los personajes destacados tenemos a Isabel Febrero,
fallecida en 1677, y esposa de Joseph Delgado, quien mandó 266 misas. Años más
tarde, y en 1691 falleció su hermano, Juan Febrero Muñoz, pagando un total de
165 misas.
Linaje Felipe
Los Felipe son una familia de la pequeña nobleza rural.
Sus representantes consiguieron proyectarse de modo efectivo durante varios
siglos, entablando relaciones con gentes destacadas como fueron los
Martínez-Unda, lo que les llevó a estar ocupando cargos de nivel considerable
dentro del marco local.
Uno de los miembros de este linaje, llegó a principios
del siglo XVII a Carrascosilla, donde casaría con Catalina de Culebras.
Entre algunos de los miembros de esta familia tenemos a
Isabel Felipe, viuda de Juan Vicente García, que mandó enterrarse en la
sepultura de sus suegros, situada en la capilla mayor, pidiendo 120 misas o
María Felipe que falleció en 1672, y mandó 220 misas.
Genealogía de los progenitores de los Felipe
en Saceda del Río. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
Linaje
Fernández
Los
Fernández de Saceda del Río son una familia bastante importante, que supo
ocupar durante siglos un lugar destacado en el municipio.
Controlaron
capellanías, además de varios puestos dentro de la administración local. Su genealogía,
nos conduce hasta Lorencio Fernández y Ana López-Lobo, de donde nacerá Domingo
Fernández, marido de María Vicente del Olmo, de distinguida familia de La
Peraleja y con la que casará en 1587. A raíz de ese matrimonio nacerán varios
hijos, entre los que cabe mencionar al clérigo Lorencio Fernández y Francisco
Fernández, marido en primeras nupcias de Juliana de Olmedilla.
La línea
establecida en Saceda tendrá un papel destacado, tal y como por ejemplo nos
demuestra María Fernández, esposa de Francisco García Vicente, que tras
fallecer en 1674 pagó un total de 600 misas. Destacada fue María Fernández, que
tras morir en 1677, mandó enterrarse con su sobrina en la sepultura que ésta
tenía en el coro. En el mismo año, Juan Fernández moría como patrón de la
fundación de María Rojo, mandando enterrarse en la sepultura de su padre Juan
Fernández, y que se ubicaba en la capilla mayor. Hizo además una manda de ni
más ni menos que 1212 misas, junto una memoria.
Linaje
López-Lobo
La familia
de los López-Lobo consideramos que es probablemente una de las más destacadas
de la historia de la localidad, por el patrimonio y papel que jugaron muchos de
sus integrantes en el trascurso de los siglos.
Sus
descendientes supieron formar alianzas, que nos ayudarán a crearnos una idea del
estatus que alcanzaron, tras entablar relaciones con muchas de las familias de
la nobleza local e incluso del ámbito comarcal.
Entre el
denso patrimonio aglutinado, tenemos el caso de la capellanía que fundó Juan
López-Lobo, con un cargo de 105 misas rezadas, así como una fiesta para el día
de la Concepción. De la importancia del linaje hacemos mención incluso en una
ejecutoria de hidalguía de finales del siglo XVIII de un Martínez-Unda, donde
se les cita como una de las familias más ricas del lugar, y con las que
emparentaron en diversas ocasiones. Existe otra capellanía de Juan López-Lobo
con el mismo cargo, al igual que otra de María López-Lobo, sobre unos 45
almudes de tierra, con unas casas, mazuelo con cargos de unos oficios y 15
misas anuales. Tampoco habríamos de olvidar el vínculo de Juan López-Lobo, que
tenía hazas de viñas en Valdecolmenas con cargo de una misa el día de San Juan.
En cuanto a
las partidas de defunciones, conocemos referentes vinculados con sus personas,
como es el caso de María López-Lobo, mujer de Pascual Mateo, quien pagó en 1563,
un total de 140 misas; otro personaje fue Juan López (el mozo), fallecido en
1585, e hijo de Pedro Lobo, quien pagó un total de 255 misas; en 1677 falleció
Bartolomé López-Lobo, con pago de 201 misas; en 1672, María López-Lobo pagó 200
misas, del mismo modo que en 1679 muere Juan López-Lobo, quien manda 196 misas.
Estos son sólo algunos ejemplos de las muchas familias que descienden de este
linaje, y que ya venían asentadas, como mínimo, desde finales del siglo XV, de
acorde a la documentación que estamos trabajando.
Linaje de los
López-Lobo de Saceda. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
Linaje
García-Vaquero
Hablar de
los García-Vaquero, sería referirnos a una de las familias más ricas del
municipio de Portalrubio, y que como miembros del estado noble que eran,
supieron sellar alianzas con algunas de las líneas más destacadas de los
hidalgos de la Alcarria. Así de idéntica forma lo hicieron en Saceda del Río.
El origen
de sus miembros en Saceda se remonta a la primera mitad del siglo XVII,
cuando Francisco García, celebró nupcias con María García (viuda de Juan
Martínez) en el año 1617. La boda se pudo efectuar a pesar de que hubiese
tercer y cuarto y segundo y tercer grado de consanguinidad, pues los padres de
Francisco eran Sebastián García y María García (vecinos de Portalrubio),
mientras que los de su esposa María, eran Asensio García y María García (vecinos
de Valdemoro del Rey).
Enlaces
matrimoniales como éste, nos resaltan las políticas de endogamia que se
practicaban entre las élites rurales, para así concentrar el patrimonio, y
consolidar el estatus de su familia.
Línea
de los García-Vaquero de Saceda del Río (elaboración propia).
De entre
los personajes destacados de esta familia, y que vemos documentados en los
libros de defunciones, tenemos a dos hijos de Ignacio García-Vaquero fallecido
en 1682, quien fundó un vínculo y pagó un total de 520 misas, enterrándose en
la sepultura de su padre Francisco, y que sitiaba en la capilla mayor. Su
hermana Isabel muere en 1683, y manda 574 misas. El referido Ignacio tuvo
varios hijos, dos de los cuales estuvieron vinculados con el clero, uno fue José
García-Vaquero, doncel que en 1699 falleció y al igual que su padre mandó 520
misas, además de ayudar a la construcción del Retablo Mayor de la iglesia y
enterrarse junto a él en la tumba familiar. Otro hijo fue el Licenciado
Francisco García-Vaquero, cura de Saceda fallecido en 1709; mandó enterrarse en
la sepultura para sacerdotes que había en la primera banda de la capilla mayor
de la iglesia. Creó una memoria y dio varias piezas textiles.
Linaje
de las Heras
Los Heras
son otra de las familias que aunque no dispongamos de un mayor detalle que nos
precise el nivel de riquezas que controlaron, si vemos como durante los siglos
XVI y XVII, gozan de una buena posición, que se manifiesta en el control de un
patrimonio bastante notorio.
Sabemos que
Francisco de las Heras casó con María Hernández y calculamos que a mediados del
siglo XVI, tuvo por hija a Quiteria de las Heras, quién celebró su matrimonio
con Miguel Vicente en 1570 (Miguel era vecino de La Peraleja y descendía de una
de las líneas bien posicionadas que antes nos hemos referido). Luego estaría su
hermana Magdalena de las Heras, Beata y encargada de fundar una capellanía para
la descendencia de su sobrina María Vicente (vecina del lugar de su padre) y
casada con Domingo Fernández y López-Lobo (ambas familias destacadas de Saceda
y sobre las que también hemos destacado sus correspondientes reseñas en anteriores
apartados). Veremos pues como estas líneas se harán fuertes en la localidad, y
durante generaciones estuvieron bien consideradas.
De entre
los personajes reseñables nos encontramos como en 1578, Francisco de las Heras,
mandó 120 misas tras haber fallecido; mientras que en 1582 falleció Francisca
de las Heras, con pago de 82 misas; y en 1696 Isabel de las Heras, mujer de
Bernabé de Torrecilla, con manda de140 misas.
Linaje
León
Los León
son un linaje de la nobleza local, que supo proyectarse en diferentes lugares,
aprovechando su condición de hidalgos, tal y como veremos en el caso de
Caracenilla. Su origen derivaría de la localidad de Valdemoro del Rey, de donde
también provienen los miembros de Saceda.
Bartolomé
de León, vecino de Valdemoro del Rey, casó con Catalina López-Lobo, fruto de
ese matrimonio nació Bartolomé de León, quien en primeras se veló en 1647 con
Juliana García, y en segundas (en 1658), con Ana de Torrecilla.
Su hijo
Gregorio de León (fallecido en 1716), casó con Ana de la Fuente, de donde
nacerá el Licenciado Juan de León y Francisco de León. Otro hijo llamado
Bernardo de León (fallecido en 1731) casó con Juana Rubio (hija de Asensio
Rubio, también de una familia destacada de Saceda).
El
Licenciado Francisco de León (murió en 1712) y era otro de los hermanos, así
como Juan de León (muerto en 1682), y que un año antes casó con Teresa de
Torrecilla. Del segundo matrimonio, con la señora Torrecilla, Bartolomé tuvo a
Manuel de León, casado en 1690 con María Cañada, así como a Greogorio de León,
quien en 1693 celebra su boda con Ana de la Fuente.
Línea
de los León de Saceda del Río (elaboración propia).
Linaje Martínez-Unda
Los Martínez eran una familia con supuestos orígenes que los remontaban a la nobleza vasca. Desde el siglo XVI, entroncaron con las casas principales
del lugar. Éstos aprovechando su condición de hidalgos y que consiguen con
ejecutoria a finales del siglo XVIII, supieron establecer matrimonios con
variadas familias que a nivel político, tuvieron un peso reseñable en el área
de la Alcarria.
Conjuntamente con el cronista de la Ventosa, Guillermo
Fernández, hemos podido extraer datos interesantes que hacen alusión a esta
familia.
Siguiendo los primeros bautismos de la localidad, vemos cómo
Gonzalo Martínez que casa con María López Lobo, tiene por hijos a Ana (antes de
1546), junto Catalina (también anterior a 1546), Isabel (1547), María (1549),
Gonzalo (1550) y Juan (1551), este último mantuvo nupcias con María Saiz, de
quien tendrá por hijos a Magdalena, Marina, Catalina (nacida en 1569 y esposa
de Esteban de la Fuente), Isabel (nacida en 1571), Pedro Martínez (casado en
1617 con Catalina Vicente), Juan (nacido en 1573) y Juliana (nacida en 1577).
Después tendríamos la ascendencia por línea recta de varón
del referido progenitor, Gonzalo Martínez y marido de María López-Lobo. Este
Gonzalo se dice que era hijo de Sancho Martínez de Unda (de Durango) y su esposa Alfonsa de
Avellaneda (quienes celebraron su boda en Villafrechós); su abuelo era Sancho
Ibáñez de Unda (natural de Durango) y marido de María Pérez de Ajuría, así como
biznieto de Martín Sanz de Unda y su esposa María Pérez de Lejarregui. Gonzalo Martínez falleció en 1559, mandando un total
de 150 misas.
Linaje Mochales
La historia de los Mochales nos conduce hasta el siglo
XVII, cuando el primer progenitor y descendiente de Moncalvillo, esparce la
línea y enlaza entre las gentes más influyentes del lugar.
Los Mochales tenían reconocida la condición de caballeros
hijosdalgos, lo que seguramente les sirvió para proyectarse con mayor
notoriedad, especialmente a través de puestos dentro del clero local.
Linaje de los Mochales de Saceda del Río. Apuntes de la genealogía familiar (elaboración propia).
El progenitor Diego de Mochales falleció en 1705,
mandando un total de 250 misas. Su estrategia familiar giraría en torno a
enlaces con dos líneas principales del lugar, por un lado los Vicente, y cuyas
raíces les remontaba un siglo atrás a la localidad de La Peraleja, donde estaba
asentada la casa fuerte de la familia: así como por otro lado con los Sevilla,
y que fueron un linaje que tuvo un control bastante destacado en Saceda,
ocupando alcaldías, regidurías, hecho que les sirvió para aglutinar un
patrimonio considerable que veremos reflejado en algunos de los testamentos de
sus familiares.
Linaje Muñoz
Aunque no hemos establecido una relación precisa en
varios de los miembros de esta familia, observamos algunas líneas, y que en
ocasiones convergen, donde se evidencian una serie de políticas matrimoniales
que seguramente tuvieran como objetivo fortalecer el estatus de sus
representantes. Los Muñoz de Saceda son una casa de labradores con un
patrimonio nada despreciable, que se dedicarán primordialmente al sector
agrícola, fenómeno que les valdrá para atesorar un patrimonio señalado en
algunas de sus líneas, y que les permitirá representar un bloque fuerte de
terratenientes dentro de la economía local.
Tenemos ejemplos de personajes de este linaje que
demostraron disfrutar de una buena condición social como veremos en algunos casos,
gracias a referencias indirectas, así como mediante sus últimas manifestaciones
en el momento de redactar las partidas de defunción, ese será el caso de Juan
Muñoz, hijo de Domingo Muñoz y María de Sevilla, que mandó en 1727 un total de
100 misas; o Domingo Muñoz, que en 1707 manda 200 misas; en 1695 Manuel Muñoz
paga 150 misas; Pedro Muñoz, hijo de Domingo Muñoz paga en 1693 unas 90 misas;
Juan Febrero Muñoz pide 165 misas en 1691; en 1681 Juan Muñoz Rodríguez, manda
300 misas, así como crea una misa de aniversario; mientras que su hijo Felipe
Muñoz, fallecido en 1677, paga un total de 100 misas.
Línea destacada de la familia Muñoz de Saceda
del Río (elaboración propia).
Linaje Rubio
Se trata de otra de las grandes familias de Saceda, que
adquirieron un protagonismo relevante, especialmente durante los siglos XVI y
XVII. Parece ser que guardaban una conexión con la línea del mismo apellido que
existía en el área de Villanueva de Guadamejud-Bonilla y que intuimos a través
de diferentes enlaces, que a su vez los proyectan más si cabe entre las élites
del lugar.
La familia Rubio estará entroncada con gentes de la
nobleza rural, como el caso de los León y otras casas con renombre, buen
ejemplo serán los Vicente, Muñoz, López-Lobo, además de linajes procedentes de
los alrededores, tal y como sucederá con los Rojo, y por donde los Rubio
obtendrán riquezas gracias al vínculo que fundó la señora María Rojo Rubio, una
de las grandes figuras del linaje, que de acorde a los bienes que encierra en
su memoria, podemos hacernos una idea del patrimonio que atesoraron sus
herederos.
En el Archivo Eclesiástico de Huete, hemos consultado
algunos libros, que se dedican exclusivamente al vínculo de María, y que tras fallecer
en 1591, decide aglutinar en un patrimonio indivisible que irá dentro de dicha
fundación, y que acabará recayendo sobre su tío.
El progenitor de la familia será Juan Rubio, a partir del
cual veremos cómo sus hijos van dejando diferentes descendientes en la zona de
Saceda.
Relación genealógica de la familia de María
Rojo, rica fundadora de su vínculo (elaboración propia).
De entre los miembos destacados nos encontramos con Gil
Rubio, hijo de Ignacio Rubio y María de Vellisca, que en 1728 mandó 120 misas;
en 1709 Juana Rubio, mujer de Bernardo de León, mandó 300 misas además de
realizar diversas donaciones en tierras y otro tipo de bienes; en 1707 Ignacio
Rubio mandó 200 misas; en 1705 Gabriel Rubio y que era hijo de Ignacio Rubio
mandó 200 misas, pudiendo enterrarse en la sepultura de don Alonso Mateo-Saiz,
ya que era poseedor de su capellanía; en 1696 Catalina Rubio, hija de Asensio
Rubio y María López pagó 400 misas.
Intuimos que los Rubio tenían una sepultura destacada,
cuando en 1686, Marcos de Torrecilla fallece y manda 197 misas, además de ser
sepultado en la tumba de su rebisabuelo Juan Rubio; en 1677, Francisco Rubio
pagó 110 misas y creó un vínculo.
Linaje Rubio de Saceda del Río, a través de
su progenitor Juan Rubio durante el siglo XVII. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Linaje Saiz-Mateo
La familia Saiz de Saceda es otra de las casas históricas
de la localidad, y que hasta el siglo XVIII será sobradamente conocida en el municipio
por el poder de sus ancestros. La línea se distinguía por el apellido Saiz-Mateo,
y al menos, durante la segunda mitad del siglo XVI, había dos ramas de hermanos,
a través de los que se expande su descendencia.
Se trata de Pascual Saiz-Mateo, marido de Catalina de
Oliva, y cuyos hijos casarán alrededor de la década de los noventa, como será
el caso de Isabel Saiz-Mateo de Oliva con Juan Ballesteros López en 1594, Juan Saiz-Mateo de Oliva con María López
Escribano en 1596, María Saiz-Mateo con Asensio Benito en La Peraleja, o Pedro
Saiz con María López en Culebras, sin olvidar al Licenciado Mateo Saiz, fundador de un mayorazgo.
La otra línea era la de Alonso Saiz-Mateo, marido de
Catalina García, de donde conocemos la descendencia que procede de su hija
Quiteria Saiz-Mateo, casada en 1569 con Miguel de Alcázar López, así como otros
hijos, entre los que destaca el Licenciado Alonso Mateo Sánchez.
Cabe decir que hubo al menos un tercer hermano, y que tuvo por hijo al Licenciado don Juan
Mateo-Sánchez, y que llegó a ser canónigo de la Catedral de Coria.
Los miembros de esta familia realizaron varias
fundaciones, como la creada por el presbítero Alonso Mateo en 1609, o el
patronato de Mateo Saiz, así como un vínculo de este mismo licenciado.
Entre los datos que nos hablan de sus descendientes tenemos
por el libro de defunciones varias referencias: Es el caso de Pascual Mateo,
marido de María López-Lobo, que en 1578 mandó 170 misas; Alonso Mateo (el
viejo, en 1585 pagó 61 misas); así como María Saiz, esposa de Juan Muñoz
Rodríguez, quien fallece en 1677 y deja 106 misas o María Saiz, mujer de Julián
de Torrecilla, que en 1716 mandó 100 misas, entre otros más.
Los Saiz hicieron valer su poder, y entablarán enlaces
con gentes distinguidas de la nobleza local así como diversas líneas de la
burguesía rural, ya no sólo de Saceda. Su origen estribaría en el siglo XVI, a
raíz de dos de los hijos que tuvo el portador de este apellido, y del que
adjuntamos un árbol genealógico para su mejor comprensión. Será a partir de ese
instante, cuando el apellido aparece solapado bajo la forma Saiz-Mateo o Saiz.
Linaje de los
Saiz-Mateo. Primeras generaciones. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Linaje de Torrecilla
La familia de los Torrecilla, arrastra una nutrida
historia en Saceda, así como en otros lugares donde se ha asentado, tal y como
podemos comprobar en el caso de Caracenilla (donde poseyeron durante varias
generaciones la escribanía municipal), así como en el caso de Bonilla (de donde
el linaje era natural) y casó con familias principales.
En el caso de Saceda, la operación de proyección social
será idéntica al resto de sitios donde se instala, de ahí que sus relaciones
con miembros de la nobleza sea más que evidente, además de estrechar lazos con familias
como los López-Lobo y los Rojo.
Esto permitirá que desde un primer inicio los miembros de
la familia aglutinen un patrimonio destacado, que veremos reflejado en el pago
de algunas misas o mandas que efectúan en sus correspondientes partidas de
defunción, así como en sus testamentos.
Ejemplo de ello lo tenemos en María de Torrecilla, mujer
de Miguel López-Lobo, fallecida en 1584 y pagadora de 112 misas; en 1593,
Quiteria de Torrecilla paga 110 misas; María de Torrecilla, esposa de Francisco
Rubio, fallecida en 1678, pagó otras 110 misas; Pedro de Torrecilla, hijo de
Domingo de Torrecilla, contribuyó en 1679 con el pago de 150 misas.
Destacado también fue Francisco Torrecilla -el mayor-,
marido de Quiteria de la Peña, quien mandó 100 misas en 1682 y se enterró en la
capilla mayor donde su esposa tenía la sepultura. Es importante señalar que su
hijo fue el Licenciado Juan de Torrecilla, cura de la Sierpe (perteneciente al
Obispado de Salamanca).
Marcos de Torrecilla, pagó 197 misas en 1686; en 1687 Ana
de Torrecilla manda 120 misas; Pedro de Torrecilla paga las mismas en 1696; así
como Catalina de Torrecilla, mujer de Francisco García Fernández, y nieta de
Pedro de Torrecilla, manda 120 misas el mismo año; en 1726 Francisco de
Torrecilla, viudo de María Sierra e hijo de Pedro de Torrecilla y María Muñoz,
pide 120 misas; en 1727 Teresa de Torrecilla, viuda de Miguel de la Fuente
manda otras 120 misas y se entierra en la capilla mayor en la sepultura de sus
padres Francisco de Torrecilla y Quiteria de la Peña; en 1728 Bernarda de
Torrecilla, mujer de Andrés de la Fuente, se enterró en la capilla mayor, donde
descansaban sus padres Lucas de Torrecilla y María Martínez.
Linaje de los Torrecilla, junto con la línea
de Saceda del Río (elaboración propia).
Linaje Vicente
Los Vicente de Saceda están relacionados en su origen con
la línea de La Peraleja. Esta conexión genealógica, podría explicarse
precisamente porque la línea que marcha a Saceda disponía de recursos como la
de sus parientes.
Algunas de las líneas de los Vicente de
Saceda del Río. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Si nos ceñimos al pago de misas, veremos como algunos de
su integrantes remarcan sus posibilidades, como sucede en el caso de Ana
Vicente, fallecida en 1671, mujer de Esteban García y pagadora de 350 misas;
María Vicente, mujer de Juan Martínez Vicente, pagó 550 misas, así como el
mismo Juan, fallecido seis años después, mandó un total de 1.060 misas; en 1682
el Licenciado Francisco Vicente, mandó 502 misas, además de enterrarse en la
sepultura de su padre que sitiaba en la capilla Mayor. Otra de sus mandas
destacadas es la donación de 80 ducados a su sobrino Diego Martínez, para que
con 40 de los mismos alzase una capilla junto a la Ermita de Nuestra Señora de
la Paz, colocándose en su interior una imagen de San Guillermo.
CARRASCOSILLA
Linaje Arana
La familia Arana tiene un origen que los parece
relacionar con miembros de la pequeña nobleza rural, y que sin llegar a
despuntar de manera excesiva, supieron mantener enlaces con familias que
gozaron de una buena posición social.
Sabemos por ejemplo que Juan de Arana era el alcalde
ordinario de esta aldea en 1674, así como posteriormente fue nombrado alguacil
mayor Francisco de Arana. Tanto uno como el otro eran renteros de don Juan
Antonio de Amoraga. Juan estuvo casado en primeras nupcias con Jacinta de
Agraz, esposa con la que tuvo varios hijos (Juan, Isabel, José, Asensio y
Antonio); por otro lado, Francisco lo hizo con Ana de Moya.
Las políticas matrimoniales entre los Agraz y los Arana
eran mutuas, si atendemos a que Greogrio de Agraz, había casado con María de
Arana.
Los Arana tenían su origen en Canalejas, y esto lo
sabemos porque Juan de Arana, que nació en 1640 y falleció cuarenta y ocho años
después, casó con Jacinta María de Agraz. El referido Juan era hijo de Asensio
de Arana y María Cantero, ambos velados en 1634. Asensio era hijo de Domingo de
Arana y Catalina Muñoz, los cuales ya vivían en Canalejas.
Linaje Cantero
Los Cantero de Carrascosilla, fueron una familia que
dentro de la dificultad para proyectarse que suponía el vivir bajo el control
del mayorazgo de los Señores del lugar, supieron mantener su estatus,
entablando relaciones con familias de cierto nombre, a través de las nupcias
que algunos de sus varones realizarán con mujeres, casi siempre procedentes de
fuera. La estrategia resultaba efectiva, ya que por un lado podían adquirir
tierras que estaban fuera del control de los Amoraga y Graciano (más allá de
las que trabajaban como renteros), además de romper con las políticas
extremadamente arriesgadas que suponía en términos biológicos la endogamia para
la descendencia en un lugar como Carrascosilla, donde podía haber sólo cerca de
una docena de casas.
Como decíamos, los Cantero son una familia que ocupará
los cargos más simbólicos de esta aldea, así en esa misma fecha, Sebastián
Cantero (el marido de Francisca García, y con quien tuvo 6 hijos), y que
falleció en 1684 con un pago de 90 misas, fue nombrado regidor.
Genealogía de los Cantero de Carrascosilla. Genealogía familiar (elaboración propia)
Linaje Culebras
Los Culebras son otra de las familias importantes con las
que contó Carrascosilla entre los siglos XVI y XVII. Sabemos por ejemplo que en
1630 se bautiza a un hijo de Francisco de Culebras, y el padrino es el señor
don Fernando Ruiz de Alarcón, caballero de la Orden de Santiago y Regidor de
Murcia.
De la misma forma, parece ser que los Culebras están estrechamente
ligados con los Graciano.
Uno de los matrimonios más importantes de esta familia
fue el de Martín de Culebras (mayordomo de la Iglesia de Carrascosilla y
padrino de la familia de los Señores del lugar) casado con Librada de Miguel,
fruto del enlace nació Catalina de Culebras y que casó con Gregorio Felipe en
1605 (de donde surgiría la línea de este linaje en el lugar). Este Martín
falleció en 1629 y mandó un total de 219 misas.
El referido Miguel de Culebras y Librada, bautizó un hijo
el 29 de enero de 1596, llamado Sebastián, y entre los padrinos se menciona a
Francisco Graciano (el viejo) y don Rodrigo de Gaona.
Linajes Gaona
La familia Gaona formaba parte del estado noble, y su
vinculación con Carrascosilla aunque no es excesivamente larga, sí tendrá su
influencia durante el siglo XVII, puesto que entroncará con otra de las
familias más representativas del momento, los Graciano-Nieto, a través del
matrimonio de Gaspar de Gaona, un personaje que fallecerá en 1611 y mandará un
total de 360 misas. Su hija María de Gaona, casaría poco después con Martín
Rodríguez de la Peña, un miembro descendiente de la burguesía rural de la
Peraleja, y que será el heredero de la hacienda de su suegro, aglutinando así
los Rodríguez aquellos bienes principales de la familia Gaona de Carrascosilla.
Los Gaona, del mismo modo que los Graciano, se movieron
por el área de Huete y su periferia, puesto que Carrascosilla no era el lugar
más idóneo en el que pudiesen proyectarse con la grandeza que una familia de la
nobleza hubiera deseado. El hermano de Gaspar, Rodrigo de Gaona, murió en 1616,
aunque antes casó con Isabel de Libraja, y de cuyos hijos, podemos destacar a
Inés de Gaona (nacida en 1592 y casada con Pedro Ruiz de Gaona), Margarita
(nacida en 1593), Isabel (nacida en 1594), Juan (nacido en 1598), Catalina
(nacida en 1599), Gerónimo (nacido en 1602 y fallecido en 1616), así como a
Diego de Gaona (casado en 1621 con Gerónima de Arboleda).
Linaje Gaona de Carrascosilla (elaboración
propia)
Linaje Graciano
De modo paralelo a los Gaona, el linaje de los Graciano
buscará enlaces con familias de la nobleza y burguesía rural, y aunque tampoco
estuviesen asentados de modo permanente en Carrascosilla, y su lugar natural
fuese más bien la ciudad de Huete, éstos intentarán no perder el control de la
zona, debido a las muchas propiedades que poseían. Recordemos como los Amoraga
controlaban el Señorío y mayorazgo que abarcaban muchas de las tierras de
Carrascosilla, de ahí que no será casual ver como la descendencia de Juan
Graciano e Isabel Méndez de Amoraga, se proyectará especialmente con linajes
influyentes del entorno.
Ese es el caso de su hijo Francisco Graciano, que casará
con Ana Nieto, donde surgirá la línea principal de la familia. Recordemos que
los Graciano demostraron su nobleza con ejecutoria de hidalguía, no obstante,
de su pasado sabemos que era converso, y los relacionaba con muchísimos de los
linajes judíos que se convirtieron al cristianismo para luego ennoblecer, una
operación difundida de manera casi sistemática en la tierra de Huete entre las
grandes familias de la nobleza rural.
Sólo como ejemplo, es preciso recordar que los Núñez de
Guadalajara reunían un mismo perfil genealógico (una familia asentada entre la
nobleza de Huete, con pasado converso, miembros del estado noble con ejecutoria
de hidalguía reconocida, y que se proyectaba casando con gentes de su mismo
estatus social y pasado religioso).
Los Graciano serán una familia importante, tal y como
veremos en generaciones posteriores, cuando uno de sus descendientes será ni
más ni menos que el Marqués de La Peraleja, reiterando más si cabe el poder que
este linaje ya desde tiempo atrás venía atesorando en esta franja de nuestro
estudio.
Linaje Graciano de Carrascosilla (elaboración
propia)
Los Señores de Carrascosilla
Son escasas las aportaciones que podemos realizar al
respecto, puesto que Manuel de Parada ya nos indica diferentes datos sobre el
Señorío de Carrascosilla, y a los que nos remitimos para indagar más a fondo en
la cuestión. Destacado es su artículo publicado en los Anales de la Real
Academia Matritense de Heráldica y Genealogía VIII (2004), Huete y la Guerra
contra Francia. El origen de esta familia se remonta al mayorazgo que poseía a
finales del siglo XVI don Juan Sánchez de Amoraga, y cuyo nieto, Pedro de
Amoraga y Salcedo, compra como Señorío en 1627, el cual incorporó al mayorazgo
de su abuelo.
Entre las notas que hemos extraído del libro sin
catalogar del Archivo Municipal de Huete, referente a los bautismos,
matrimonios y defunciones de Carrascosilla de los años 1550-1693, quisiéramos
destacar que a principios del siglo XVII, el señor Gómez de Amoraga (y que era
poseedor del territorio de Carrascosilla), tuvo por aquellas fechas
varios hijos con doña María Méndez de Parada. No podemos situar
genealógicamente a estos personajes, aunque bien podrían ser tíos del referido
Pedro que en 1627 compró el Señorío.
El hecho de que prácticamente el mayorazgo de los Amoraga
tuviera buena parte del término de Carrascosilla, nunca ayudó a que otras
familias de la pequeña nobleza o la burguesía rural, llegaran a consolidar un
patrimonio propio, que les ayudara a proyectarse, fenómeno que repercutirá
siempre a largo plazo en la economía del entorno; No fue por ello casual que en
Carrascosilla hubiese problemas con el poblamiento, como consecuencia de la
desigualitaria distribución de riquezas, e imposibilidad de crecimiento
patrimonial de otros linajes, si a ello le añadimos las dificultades que de por
sí arrastra la agricultura en zonas de escasa presión demográfica, donde además
faltan medios, entendemos que escenario existía desde el punto de vista
económico. No será por ello casual que Carrascosilla emerge en una época de
bonanza, una vez que transcurre ese periodo de retención y control del
patrimonio rústico en manos de unos pocos.
Si atendemos a los pueblos que estamos analizando en este
estudio, es más que notorio que Caracenilla, debido a la distribución heterogénea
que tuvieron varias familias, consiguió generar el nacimiento de una pequeña
burguesía rural, que junto con la nobleza del entorno, mejoraron la situación
económica del lugar en siglos posteriores, debido a la posibilidad de
crecimiento que existía. Fenómeno similar ocurrió por el siglo XVIII en Saceda
o Peraleja, donde la tenencia de tierra estaba muy repartida. Este proceso será
como vemos contrario en Carrascosilla, al igual que guardará ciertos
paralelismos en Villarejo de la Peñuela, donde los Señores controlaban una
proporción de tierras importante, contra las que las familias locales debían
luchar para prevalecer y mantener así algo de patrimonio, no teniendo que verse
dependientes como trabajadores de sus tierras.
CARACENILLA
Linaje Alcázar-Montoya
La familia de los Alcázar fue una de las más poderosas
que se asentaron en Caracenilla, y prueba de ello, lo vemos incluso en lugares
diferentes, como sucedió en la vecina localidad de Verdelpino, o alguna línea
que gozó de protagonismo en la misma ciudad de Huete.
En Caracenilla existen dos líneas bien posicionadas de
este apellido, una de ellas fue la de los Alcázar de Montoya, y que nos remonta
a principios del siglo XVI a Juan de Alcázar y la hidalga Francisca de Arcas. Conocemos
su relación con el Santo Oficio a través de su vástago Diego de Alcázar y
Montoya, fallecido en 1632 y que mandó un total de 148 misas; el hijo de dicho
Diego, Juan de Alcázar-Montoya, muere en 1678 y paga un total de 700 misas, así
como su hermano Gabriel, fallecido en 1681 y encargado de mandar 250 misas.
Como curiosidad, cabe remarcar que los hijos del familiar del Santo Oficio,
Diego de Alcázar, casó a tres de ellos con otros tres hermanos de la familia
Garrote-Saiz, y que como veremos en el apartado referido a su linaje, fueron
una de las familias más ricas y principales de toda la historia de Caracenilla.
Los hijos de Juan de Alcázar, casaron con Ana Garrote, dejando por descendiente
a María de Alcázar, fallecida en 1701 y mandataria de 325 misas, así como a
Diego de Alcázar-Montoya, dedicado a la abogacía, junto otros vinculados al
clero, como sucedió con Juan de Alcázar (cura de Santiago).
Línea principal del linaje de los Alcázar-de
Montoya. Genealogía familiar (elaboración propia).
Linaje Alcázar-Rubio
Los Alcázar-Rubio son otra de las líneas de esta familia,
que junto con los Montoya, destacaron por su poder dentro de la localidad.
Sabemos que Juan de Alcázar, y marido de María Cano, falleció en 1617, pagando
100 misas y enterrándose en una sepultura que había en el coro de la iglesia de
la localidad. Su nuera, Merenciana de Alcázar, no sabemos qué grado de
parentesco tenía con el linaje, falleció en 1680, pagando 342 misas.
El hijo de ambos, que como su padre ya llevaba el
apellido solapado, fallece en 1670, y paga un total de 300 misas. El siguiente
descendiente de la familia, Julián de Alcázar de la Fuente, manda enterrarse en
la sepultura que los Pérez de Albendea tienen en la iglesia, puesto que era
nieto materno de este linaje. Muere en 1726 y paga 100 misas.
Linaje Fernández
La familia Fernández de Caracenilla gozó de una buena
posición, tal y como se desprende del dinero que invierten en el pago de misas
cuando uno de sus miembros fallece. En este caso tenemos al señor Garci
Fernández de Alcázar como figura principal de la familia, un individuo que nace
durante la segunda mitad del siglo XVI y que casó con Isabel García, de otra
familia destacada, cuando al fallecer en 1615 manda más de 150 misas, junto con
un testamento interesante, donde pide enterrarse en el coro de la iglesia.
Entre los hijos de este matrimonio tenemos a Blas, nacido
en 1573 y muerto en 1594, donde ya dejó una memoria perpetua, así como a María
Fernández, mujer de Domingo de Palomares. Otro de los muchos nacidos de ese
matrimonio fue Juan, que muere en 1621, y legó un buen patrimonio además del
pago de 200 misas.
Linaje de la Fuente
La familia de la Fuente fue otra de las grandes
influyentes en el ascenso de una pequeña burguesía rural que comenzaba a cobrar
protagonismo entrado el siglo XVIII en la localidad de Caracenilla. Hasta la
fecha hemos encontrado tres líneas, y que no sabemos qué grado de conexión
tienen entre ambas. Por un lado está la procedente de Bonilla, que nos conduce
hasta Simón de la Fuente y Catalina de Torrecilla, y sobre la que sólo hemos
podido vislumbrar un matrimonio de un hijo suyo, desconociendo si hay más
descendientes que conecten con él o las otras dos familias. La siguiente es la
de Juan de la Fuente, marido de Ana Ballesteros, y cuyo origen nos lleva a
Valdecolmenas de Abajo, así como finalmente Juan de la Fuente, marido de María
Saiz, con asiento en Olmedilla del Campo, donde surgirá la descendencia más
importante de este apellido que veremos en la localidad, además de aparecer
capellanías como vínculos destacados.
Fruto de este último enlace nacerá Isidro de la Fuente,
como su hermano Pedro, casado con María Pérez en 1630, y fallecido en 1662,
cuando pagó un total de 303 misas. El proceder de una buena familia le permitió
que sus hijos establecieran enlaces con familias igual de importantes como
sucedió con María de la Fuente Pérez, que en primeras nupcias casó con Julián
de Alcázar-Rubio. Otro caso es el de Pedro de la Fuente, que casó hasta tres
veces, la primera con Ana de Alcázar en 1648, la segunda con María Pérez dos
años después, donde nacería el famoso licenciado don Bartolomé de la Fuente,
muerto en 1724 con pago de 400 misas, así como en terceras nupcias con Catalina
de Albendea, también de buena familia, y de donde nacerán varios hijos que
celebrarán alianzas con las familias que englobaban el conglomerado de las
élites locales (María de la Fuente en 1674 con Diego de Alcázar, Pedro de la
Fuente en 1679 con Isabel de León, Ana de la Fuente en 1679 con Juan de
Gascueña, Jacinto de la Fuente en 1687 con Ana Garrote…).
Línea del linaje de la Fuente en Caracenilla. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Linaje Garrote
Los Garrote podrían considerarse como la familia más
poderosa de Caracenilla desde el siglo XVI, momento en el que se establecen,
tras proceder de la cercana localidad de Villar del Horno.
Este linaje estuvo controlando cargos de la familiatura
del Santo Oficio, que obviamente le ayudarían desde un primer momento a
destacar en su zona natal. Es importante reseñar que las primeras generaciones
todavía guardaban su arraigo con el municipio de Villar, de ahí que en sus
mandas en las partidas de defunción envíen misas a la parroquia de sus
ancestros, así como ayuda a los pobres de su pueblo.
Con el trascurso de las generaciones, las políticas de
matrimonio se centrarán en conectar a sus hijos con miembros de familias
concretas de Caracenilla, siendo especialmente selectivos y repitiéndose con
los Pérez de Albendea, del mismo modo que los Alcázar, además de la práctica
endogámica entre los mismos Garrote que descendían de los hijos de Juan Garrote
y María de la Fuente. Esta estrategia surtió efecto y les permitió en el siglo
XVII estar en el eslabón elevado del estatus social de aquella sociedad rural.
Tenemos datos de los hijos de los progenitores, que nos
muestran el poder de la familia a la hora de realizar los pagos de misas. Por
un lado Juan Garrote, marido de Isabel Martínez, tuvo a Juan Garrote, fallecido
en 1681 y mandatario de 222 misas. Después estaría Pedro Garrote, marido de
María Saiz, quien tuvo entre sus varios hijos a Julián Garrote, casado en 1622
con Ana Pérez de Albendea, fallecido en 1683 y encargado de pagar 240 misas; Otro
sería Pedro Garrote, casado en 1644 con Ana María de Alcázar de Montoya, muerto
en 1694 con pago de 500 misas, así como su hermana Juana Garrote, que casó en
otro matrimonio con el hermano de su cuñada, Gabriel de Alcázar de Montoya. La
referida Juana pagó 250 misas cuando murió en 1680.
A partir de esta línea de los progenitores, fueron
surgiendo diferentes enlaces y personajes, entre los que podemos reseñar
diversos individuos que destacan por el dinero invertido en el momento de su
funeral. Es el caso de Francisco Garrote, fallecido en 1675 con pago de 620
misas; Juan Garrote, muerto en 1679 con mandas de 269 misas; Isabel Garrote,
fallecida en 1681 con pago de 675 misas; Mateo Garrote, muerto en 1681 con
mandas de 675 misas; Otro Mateo Garrote, fallecido en 1685 con pago de 760
misas; Francisca Ángela Garrote de Alcázar, muerta en 1694 con mandas de 354
misas y María Garrote, fallecida en 1695 con pago de 294 misas; Ana Garrote,
muerta en 1695 con manda de 1000 misas.
Bernarda Garrote, fallecida en 1706 pagó de 550 misas;
Ana Garrote, muerta en 1708 mandó 240 misas; Bernarda Garrote (la esposa de
Juan Pérez), fallecida en 1713 pagó de 794 misas; Pedro Garrote de Alcázar,
muerto en 1721 mandó 400 misas; Juan Garrote (marido de Juana Pérez), fallecido
en 1728, pagó 200 misas; Juan Garrote Martínez, muerto en 1735, mandó 300 misas
y Bernardo Garrote, fallecido en 1736 (párroco) pagó la friolera de 2500 misas.
La lista da para mucho, de ahí que quede como una
anécdota que Francisco Garrote, muerto en 1738 mandara 200 misas o Pedro
Garrote, difunto en 1739 lo hiciera con 400 misas. Esta continuidad y cantidad
exagerada de misas, son sin lugar a dudas un fiel reflejo del poder que un
linaje podía atesorar en un área en donde pudieron proyectarse y acumular un
patrimonio extenso.
Genealogía del linaje Garrote de Caracenilla
a partir de sus primeras generaciones. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Linaje León
La familia León era un linaje de hidalgos, que se
encontraba asentada en la cercana localidad de Saceda, y que muy probablemente
estaba conectado por una misma raíz genealógica. Por los datos que hemos ido
recabando, parece ser que los León vendrían de Valdemoro del Rey, o al menos su
asiento a finales del siglo XVI ya en esta zona de la Alcarria era una
realidad. Como nobles que eran, los León entroncaron con las familias más
destacadas del entorno, es el caso de los Garrote, Arcas o los Gascueña.
Sabemos por ejemplo que Diego de Arcas, marido de Isabel de León, falleció en
1711, pagando 169 misas, así como María de Gascueña y de Arcas, muerta en 1763,
era esposa de Francisco de León y Palomares, enterrándose en la capilla de San
José, y que era propiedad de los León (pagando un total de 400 misas). Durante
el siglo XVIII los León controlaban la práctica totalidad de las capellanías
del municipio, puesto que habían emparentado con los linajes fundadores de las
mismas, además de las fundaciones que ellos mismo se encargaron de realizar.
Conocemos el matrimonio de Manuel de Gascueña y María de
Arcas, que confirma una vez más la unión entre estas tres familias, aunque los
León serían la cabeza visible a la hora de controlar los principales cargos
locales.
El hijo del progenitor Andrés, don Francisco de León
murió en 1684, pagando un total de 500 misas, destacando su esposa Francisca de
Alcázar, que al fallecer en 1705 manda enterrarse en la capilla de los Pérez de
Albendea, pidiendo un total de 920 misas. Sus hijos también hicieron buenas
mandas, como Julián de León, con un rico testamento en 1739 o también Pedro de
León, el marido María Garrote, que murió en 1684 con el pago de 424 misas.
Linaje León de Caracenilla (elaboración
propia).
Linaje Medina
Los Medina son otra de las grandes familias que se asentaran
en Caracenilla en su época de mayor esplendor. Propietarios de una familiatura
del Santo Oficio, supieron hacer valer su poder para entablar relaciones con las
gentes más importantes del lugar. Por ahora nuestros apuntes genealógicos nos
llevan hasta Andrés de Medina y su esposa María Saiz, aparentemente vecinos de
Villarejo, pero de los que por ahora no hemos encontrado más datos. Fruto de
este matrimonio nacerá Bartolomé, que casará en Villar del Horno con Juana
Garrote, y de donde procede la línea de Caracenilla.
Juan Alonso de Medina entabló matrimonio con María de
Alcázar-Montoya en 1664, y sus hijas obviamente casarían con dos de las
familias más poderosas del lugar. Sabemos que Juan Alonso falleció en 1697 con
pago de 600 misas, mientras que su hija Bernarda en 1710, con una manda de 444
misas, y su hermana María en fechas casi cercanas, con 403 misas.
La estrategia de proyección de Juan Alonso era clara,
pues en cuestión de dos generaciones casa con las líneas principales de Alcázar
(y también controladoras de la familiatura del Santo Oficio, hecho obviamente
nada casual), así como con los Garrote.
Genealogía de los Medina. Apuntes genealógicos (elaboración propia)
Linaje Pérez / Pérez de Albendea
Otra de las familias destacadas de la historia de este
municipio y con descendencia en la actualidad, es la de los Pérez. Sabemos que
a mediados del siglo XVI hay dos personajes apellidados por igual que pudieron
casar prácticamente a la vez con dos señoras del apellido Muñoz, barajando como
hipótesis si en realidad se tratase de un doble enlace entre hermanos.
De lo que no nos cabe la menor duda es del poder de esta
familia, y que como hipótesis pensamos que estaría relacionada en origen con
los miembros del mismo linaje asentados en la vecina localidad de Verdelpino.
Como decimos las dos líneas son principales, aunque
destacando primordialmente la de los descendientes de Francisco Pérez y Ana
Muñoz, de donde nacerán muchos hijos, entre los que se celebrarán enlaces
estratégicos que ya desde el siglo XVI catapultarán a sus integrantes entre los
miembros de las élites locales, ese será el caso de Pedro Pérez, marido de
Francisca de Albendea, y de donde nacerá el apellido Pérez de Albendea.
Recordemos que esta familia hizo fundaciones importantes, entre ellas una
capellanía, además de que los Albendea estaban reconocidos como caballeros
hidalgos en la localidad de Huete. Otra línea igual de destacada fue la de los
Pérez de Alcázar, con protagonismo en muchos de sus descendientes por el poder
acumulado.
Reseñar que estas no fueron las únicas casas fuertes del
apellido, pues la historia de esta familia es más que extensa, y siempre la
veremos vinculada con los grupos de poder, de ahí que estudiarla a fondo llevaría
un trabajo mucho más largo y detallado.
Cabe mencionar que las estrategias matrimoniales entre
los Pérez y los Garrote fueron repetitivas y fomentaron la endogamia, puesto
que se consolidaron ambas como una de las más prosperas y ricas de la localidad.
Sabemos como por ejemplo Francisca Pérez de Albendea, muere en 1664 con un pago
de 600 misas, casando antes con Pedro de Alcázar Cantero (regidor de
Caracenilla). Su madre Francisca de Albendea menciona en su testamento la
sepultura que poseía el linaje de su marido Pedro Pérez (nacido en 1568), y que
se ubicaba en el altar del Santo Crucifijo. Esta sepultura será muy importante,
ya que muchos descendientes pedirán explícitamente enterrarse en ella. Un
hermano de Francisca Pérez de Albendea fue el famoso licenciado Pedro Pérez de
Albendea, fundador de una capellanía así como un personaje con poder destacado
dentro del clero local.
Líneas genealógicas destacadas de los Pérez
de Caracenilla en el siglo XVI (elaboración propia).
Linaje Torrecilla
Hablar de los Torrecilla, sería prácticamente referirnos
a la familia de escribanos que controlaron este oficio durante varias
generaciones en el municipio entre los siglos XVII y XVIII. El cargo lo
heredarán a través de los Martínez, y que eran los anteriores ocupados en estos
menesteres.
Pedro de Torrecilla y su esposa Catalina eran unos
personajes bien asentados de la localidad de Bonilla, nacidos en el siglo XVI.
Su hijo Gerónimo fue el primero en llegar a Caracenilla, y allí casó con
Catalina Ballesteros, hija de Isidro Ballesteros y Quiteria Martínez. Lo cierto
es que los Ballesteros durante aquellas fechas eran gentes importantes, aunque
poco a poco, empezaron a perder poder. Señalar que este Pedro de Torrecilla es
el mismo del que se hace mención de su familia en el apartado de Saceda, puesto
que ambas líneas se encuentran conectadas.
No es que los Torrecilla fueran una familia excesivamente
rica, pero como escribanos supieron mantener un estatus, que les ayudó a
posicionarse entre las personalidades del municipio. Gerónimo tuvo varios hijos
con Catalina, uno fue Antonio, y que casó con María Martínez Pastor (hija el
anterior escribano, Francisco Martínez). Antonio y María casaron en 1637 con
tercer grado dispensado, puesto que eran parientes. Este tipo de estrategias
era más que habitual entre los miembros de este oficio, en donde también se
practicó mucho la endogamia.
Antonio, heredando el cargo del padre de su esposa, fue
escribano de Caracenilla desde 1639 (recordemos que su suegro falleció en 1636)
hasta el año 1668, momento de su defunción, cuando deja un pago de 118 misas.
El oficio lo heredó su hijo Antonio de Torrecilla -el mozo-, que lo ocupó desde
1668 hasta 1706. Luego este recaería sobre la generación siguiente en su hijo
Juan Antonio de Torrecilla, que a su vez lo ejerció durante poco más de tres
décadas, desde 1710 hasta 1742.
Linaje de los Torrecilla del siglo XVII en
Caracenilla (elaboración propia).
VILLAREJO DE LA PEÑUELA
Linaje
Cañas
Los Cañas
son otra de las casas principales de Villarejo. Una de las líneas más
importantes fue la de Andrés de Cañas, cuyo hijo de mismo nombre, casó en 1658
con Catalina López. El marido de Catalina está documentado como escribano
notario en 1693. Éste falleció en 1698 con un pago de 100 misas. Sus hijas
casaron con otras familias de un estatus similar, entre las que veríamos a los
Torrijos, y que gozaron de su respectivo protagonismo.
Genealogía
de los Cañas (elaboración propia).
En el siglo
XVIII existen algunos representantes del linaje que merecen mención, como
Gregorio de Cañas, que falleció en 1729 con pago de 200 misas, así como a
Joaquín de Cañas, hermano de José de Cañas y Heliodora de Cañas, soltero que
falleció en 1726 con un pago de 240 misas.
Linaje Delgado
La familia Delgado es otra de las importantes que hubo en
Villarejo. Los veremos entroncando con las más ricas del municipio, y en sus
pagos de misas, en más de una ocasión reflejaran la disponibilidad de dinero
que poseían algunos de sus miembros.
Sobre el origen de la familia no tenemos datos
concluyentes, aunque todo parece apuntar a que una línea nos lleva hasta la
localidad de Valdemoro del Rey. Entre las personas destacadas, tenemos varias
referencias extraídas de las partidas de defunción. Uno de ellos fue Martín
Delgado, quien casó con la bien posicionada Leocadia de Molina; otro fue Juan
Delgado, fallecido en 1642 y que dejó un pago de 114 misas; en 1647 Ana Delgado
pagó en su funeral un total de 104 misas (era esposa de Pedro Saiz Torrijos). Destacable
fue también la partida de Juan Delgado, pagador de 120 misas tras fallecer en
1696.
Linaje López
Los López se desmarcaron como una casa con poder, dentro
de la modesta burguesía local que había en Villarejo. Existen varias
referencias en torno a miembros portadores de este apellido, al margen de que
no sepamos en algunos casos que relación de parentesco pudiesen guardar entre
ellos. Los personajes más relevantes fueron Isabel López (hermana de José López
y mujer de Juan Delgado), que en 1725 pago en su funeral 300 misas; en 1712
Catalina López mujer de Andrés de Cañas pagó por ejemplo unas 82 misas;
mientras que un año después Julián López lo hará con 150 misas. Pero si hubo un
representante con ambiciones de realizar un funeral diferente, ese fue
Francisco López, que al morir en 1696 pagó 430 misas, además de mandar ser
enterrado en la sepultura que estaba debajo de la tarima de la Virgen de la
iglesia de Villarejo.
En 1684 Bartolomé López muere con un pago de 140 misas,
mientras que el mismo año, María López, mujer de Juan López -el mayor-, lo hace
con 150 misas. En 1652 Catalina López, esposa de Miguel de la Peña, tras
fallecer deja 490 misas
Linaje
Molina
La línea de
Molinas establecidos en Villarejo, es otro de los linajes que en un futuro
habría que estudiar a fondo, puesto que varios de sus integrantes gozaron de un
buen estatus, tal y como vemos en algunos miembros desde los inicios de la
documentación eclesiástica. Así se presencia en la segunda mitad del siglo XVI
con el clérigo Domingo de Molina, quien dejó todos sus bienes, casas y viñas
sobre Miguel Sánchez; teniendo su testamento en casa del mismo Señor de
Villarejo, don Fernando de Ribera. En 1650 falleció Isabel de Molina, con pago
de 138 misas. Suponemos que Isabel descendería de la línea de Juan de Molina y
María Fernández, los cuales dejaron varios hijos, que casaron con familias
destacadas como los Saiz del lugar. Esto lo vemos con el hijo de ambos,
Francisco de Molina, que en 1590 casó con Francisca Saiz y Saiz, o su hermano
Juan de Molina, que celebró nupcias en 1582 con Catalina Saiz y Saiz, dejando
por descendiente a Leocadia de Molina, muerta en 1629 con pago de 110 misas, y
mujer de Martín Delgado (procedente de Valdemoro del Rey).
Linaje
Peña
La familia
de los Peña tuvo especial influencia entre las élites durante todo el siglo
XVII, puesto que algunos de sus personajes estuvieron estrechamente vinculados
bien con el clero o directamente con el Santo Oficio. Nuestros estudios parecen
confirmar que los Peña era una familia de caballeros hidalgos con casa
principal en la localidad de Alcocer.
El origen
del linaje arranca con Bartolomé de la Peña, fallecido en 1588 con pago de 130
misas. En 1627 muere Miguel de la Peña -el menor-, con manda de 100 misas. Otro
Miguel fue el párroco del lugar, que murió en 1682 con un pago de 1250 misas,
citando a su sobrino don Gerónimo, el cual era hijo de Isabel de la Peña,
fallecida en 1675 y dejando un pago de 300 misas. El referido sobrino de
Miguel, siguiendo la tradición familiar fue cura en Huete además de familiar
del Santo Oficio, murió en 1707, y pagó un total de 2200 misas. Éste fue una
persona popular, que estuvo de párroco en otros pueblos y mandó ser sepultado
en Huete, donde están enterrados Miguel Rubio y su padre Juan Rubio de Alcázar.
Genealogía
de los Peña de Villarejo de la Peñuela. Apuntes genealógicos (elaboración propia).
Linaje Redondo
La familia Redondo es otra de las que demos englobar
entre los componentes de la pequeña burguesía rural del lugar. De ella
surgieron personajes importantes como sucedió con la beata María Redondo, quien
falleció en 1570 y era hija de María Grueso. Pocos años antes moría Catalina
Redondo, que en 1567 dejó un testamento reseñable con pago de 123 misas. Otro miembro
de interés fue María Redondo, mujer de Cristóbal Casero, muerta en 1683 con
pago de 112 misas. Poco después, en 1689 Juan Redondo, hermano el presbítero
Francisco Redondo, y casado con Isabel López, pagó 110 misas.
Lo cierto es que los Redondo tuvieron un poder reseñable
durante los siglos XVI-XVII, pasadas estas centurias, veremos algunos casos
donde se vislumbra su condición social, pero que se alejará mucho de su primera
etapa. Del siglo XVIII es importante el matrimonio de Ana Redondo, viuda de
José del Rincón, e hija de Francisco Redondo, y que en el momento de su muerte
pagó un total de 200 misas.
Genealogía de una rama de los Redondo de Villarejo
(elaboración propia).
Linaje del Rincón
La familia Rincón parece ser que pertenecía al estado
noble, y aunque en Villarejo no estuviese reconocida por su hidalguía, a pesar
de que podrían tener un probable origen converso, si lo hicieron en otros
puntos de la Alcarria. Ciertamente en Villarejo hubo alguna familia más de
hidalgos, a parte de los Señores del lugar, un ejemplo serían los Castro,
aunque no dejaran prácticamente descendencia, viéndolos enlazar con la familia
Saiz. Hemos de señalar al respecto que en La Peraleja existía una línea, y que
no sabemos el grado de conexión que pudo tener, ya que estos procedían de
tierras Riojanas. En cuanto a los Rincón, hemos de matizar que tuvieron
integrantes destacados, que reflejan su poder en la celebración estratégica de
algunos matrimonios, como en el respectivo pago de misas y bienes que dejan en
las partidas de defunción.
En 1664 se menciona un vínculo de Domingo del Rincón. En
1703 falleció Sebastián del Rincón -menor-, y que dejó un pago total de 200
misas, en 1717 muere María del Rincón esposa de Francisco Delgado, pagadora de
100 misas. Otro personaje destacado fue José del Rincón, que en 1733 mandó en
su funeral 300 misas.
Linaje Saiz
La familia Saiz es una de las mejor posicionadas que
existieron en el lugar de Villarejo, esto les permitió establecerse entre el
bloque de las élites locales. Pues muchos de sus representantes fueron potentes
labradores, que hicieron valer su fuerza como terratenientes del lugar.
Conocemos el caso de Isabel Saiz, mujer de Lázaro Saiz,
quien en 1583 dejó una fiesta de aniversario para el día de la transfiguración;
establecieron también enlace con los Grueso, solapando ambos apellidos, lo que
les ayudó a diferenciarse de otras líneas. Destacado fue el funeral de Alonso
Saiz de Torrijos, quien falleció en 1665, pagando 580 misas. Diez años después,
Juan Saiz de Torrijos, marido de Isabel de Cañas e hijo de Francisco Saiz, al
fallecer pagó 120 misas. El hijo de Juan Saiz y Ana Martínez, Miguel Saiz,
muere en 1690 con una manda de 100 misas.
Genealogía de los Saiz de Villarejo
(elaboración propia).
Linaje Torrijos
Los Torrijos son una familia que dejó una historia
reseñable en Villarejo, a través de algunos de sus representantes que durante siglos
vivieron en la localidad. Los veremos entroncar con familias de cierto peso
como los Saiz. A falta de un estudio más profundo de la familia, y que es muy
factible debido a documentación que existe alusiva al linaje, los vemos
destacando entre una más de aquellas casas que despuntarán en el municipio
desde el siglo XVI, a pesar de que ya existían varias líneas que en origen
pudieron tener un mismo progenitor.
Una es la de Miguel Torrijos, marido de María López, de
quien conocemos algunos hijos como Miguel de Torrijos López, casado en 1611 con
Francisca Saiz Saiz, o su hermano Andrés de Torrijos López, que celebrará
nupcias en 1587 con María de Cañas Saiz. Por otro lado estaría Pedro de
Torrijos Saiz, marido de María Saiz, y quien tuvo entre sus descendientes a
Andrés de Torrijos, casado en 1588 con Ana Domínguez, o su hermano Miguel de
Torrijos, que celebro nupcias en 1591 con Catalina García. Pensamos que la
coincidencia de nombres como el marco de fechas en los que se mueven los hijos
de Miguel y Pedro, estaría indicándonos un grado de familiaridad bastante
estrecho, pudiendo incluso tratarse de ser ambos hermanos. No hay que olvidar a
Andrés de Torrijos, marido de Paula López, quien en 1688 mandó 140 misas,
además de enterrarse en una ermita de la ciudad de Cuenca.
Los Señores de Villarejo de la Peñuela
Son escasas las referencias que podemos aportar respecto
a los Señores de Villarejo, que otros autores aun no hayan indicado, no obstante
quisiéramos concluir este trabajo repasando la genealogía de las siete primeras
generaciones de sus señores, y que englobaría desde finales del siglo
XIII-principios del XIV hasta llegar a finales del siglo XVI, además de
incorporar varias observaciones que hemos apreciado en los libros de
defunciones del lugar.
Todo comienza con Alfonso Martínez, y que tiene por hijo
a don Alfonso Martínez de Ribera, casado con doña Inés Fernández (siendo el
primer Señor de Villarejo), le sucederá su hijo Lope López de Ribera, casado
con doña Violante López; seguirá su hijo don Fernando de Ribera (nacido a
finales del siglo XIV) y casado con doña Elvira García de Jaraba y Albornoz
(procedente de la línea fuerte de los Jaraba asentados en Cuenca); luego por
línea femenina la descendencia prosigue con su hija doña Violante de Ribera y
Jaraba, que vivió muchos años, y falleció en 1502, casando con el noble don
Esteban Coello. Fruto del matrimonio nació a mediados del siglo XV don Hernando
de Ribera, marido de María Téllez; de este enlace saldrá el sucesor don Perafán
Coello de Ribera y Téllez, marido de doña Isabel Sánchez de Pisa. Luego les
sucederá su hijo don Fernando de Ribera y Zapata, muerto en 1580 y marido de
Luisa Zapata; el siguiente descendiente será el hijo de ambos don Pedro o
Perafán Coello Ribera y Zapata, casado con doña Constanza de Sandoval y Coello.
Entre los datos que queremos reseñar y que hemos
localizado en el libro de defunciones de Villarejo de la Peñuela, tenemos las
partidas de defunciones de don Perafán Coello de Ribera, muerto 1563, con pago
de 60 misas, así como un año después su esposa doña Isabel Sánchez de Pisa, con
un total de 500 misas.
Años más tarde veremos la partida de su nuera, doña Luisa
de Zapata, concretamente con fecha del año 1575. Como curiosidad indicar que
dos años antes, murió el ama del Señor don Fernando, una mujer llamada Isabel
Gómez, y por la que se pagaron cerca de medio centenar de misas, enterrándose en
la capilla que poseían los Señores de Villarejo, pero que como luego veremos
tendrían a parte para sus siervos. Ya en 1580 muere el referido Señor don
Fernando, con pago de 500 misas, además de enviar una fiesta en memoria de su
anterior esposa doña Elvira de Quiñones, como otra para doña Luisa de Zapata.
Su hijo don Perafán será a quien entregará el mayorazgo. Finalmente en 1625 muere
doña Ana de Sandoval, mujer de don Perafán Coello de Ribera, especificando que
era hija de don Gaspar de Sandoval y doña Isabel de Yllanes, mandando 1100
misas y mencionando a su cuñado don Fernando Coello y su hermano don Gaspar de
Sandoval.
Otro personaje que como curiosidad se cita en la
documentación de las defunciones, fue el mayordomo de los Condes de la Ventosa,
Pedro de Vera, que murió en 1634, pagando 450 misas. Se enterró en la sepultura
de los criados, ubicada en la capilla mayor.
Sin lugar a dudas la familia de los Señores de Villarejo
atesoró un poder destacado, que influyó decisivamente en la proyección tan
limitada que vieron algunas de las familias más importantes que residían en la
localidad. Tenemos constancia del asentamiento de linajes de la nobleza rural
como los Castro, que pudieron levantar una destacada casa solariega, además de otras
diversas familias de la burguesía rural, no obstante, el dominio de muchas
tierras, dificultaba ese proceso de enriquecimiento de los pobladores que
pretendieran aglutinar su propio patrimonio, y de este modo no verse sometidos
al yugo de sus Señores, pues esto les hacía depender y trabajar para los mismos.
Afortunadamente, dentro de las localidades estudiadas, vemos como en Villarejo
la pequeña burguesía local tuvo un papel más notable, de modo que el dominio
señorial no fue llevado al extremo como en el caso de Carrascosilla. La
existencia de diversas líneas de terratenientes, que aglutinaron su patrimonio,
y supieron gestionarlo, transmitiéndoselo a sus descendientes de manera
efectiva, permitió una situación lo suficiente moderada, para que afloraran
familias importantes como las aquí descritas.
Referencias documentales y bibliográficas:
Archivo Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición, legajo
249, nº 3353
Archivo
Diocesano de Cuenca, fondo de Inquisición, legajo 277, nº 3816
Archivo Diocesano de Cuenca, capellanía de Baltasar
Domínguez, P.820, Sig. 30/20
Libros
parroquiales consultados en el Archivo Diocesano de Cuenca de La Peraleja (2 de
matrimonios y 3 de defunciones):
Libro I de matrimonios (1564-1690), Sig.
30/10, P. 811
Libro II de matrimonios (1690-1743), Sig.
30/11, P. 812
Libro I de defunciones (1586-1614), Sig.
30/14, P. 815
Libro II de defunciones (1614-1693), Sig.
30/15, P. 816
Libro III de defunciones (1694-1779), Sig.
30/16, P. 817
Libros
parroquiales consultados en el Archivo Diocesano de Cuenca de Villarejo de la
Peñuela (1 de matrimonios y 3 de defunciones):
Libro
I de matrimonios (1626-1764), Sig. 113/10, P. 2121
Libro
I de defunciones (1557-1578), Sig. 113/13, P. 2124
Libro
II de defunciones (1578-1595), Sig. 113/14, P. 2125
Libro
III de defunciones (1623-1764), Sig. 113/15, P. 2126
Libros
parroquiales consultados en el Archivo Parroquial de Huete de Saceda del Río (3
de matrimonios y 2 de defunciones):
Libro
I de matrimonios (1565-1601).
Libro
II de matrimonios -incluye bautismos- (1601-1621).
Libro III de matrimonios (1622-siglo XVIII).
Libro I de defunciones (1556-1594).
Libro siguiente de defunciones (1670-1738).
Libros
parroquiales consultados en el Archivo Parroquial de Huete de Carrascosilla (2 libros):
Libro
I de bautismos, matrimonios y defunciones (1550-1693).
Libro
II de bautismos, matrimonios y defunciones (1694-1795).
Libros
parroquiales consultados en el Archivo Parroquial de Caracenilla (2 de
matrimonios y 3 de defunciones):
Libro I de matrimonios (1594-1701).
Libro II de matrimonios (1701-1794).
Libro I de defunciones (1571-1631).
Libro II de defunciones (1631-1701).
Libro III de defunciones (1701-1767).
Archivo Histórico
Nacional. Catastro de Ensenada (1749-1756)
Archivo
Histórico Nacional. Expedientes de Universidades, nº 72, 390 (Miguel Muñoz
Espada López Colmenero)
Álvarez
Martínez del Peral, José María (1929). Los Jaraba. Apellidos conquenses. El día
de Cuenca, num. 2412, 1-11-1929)
Mártir Rizo,
Juan Pablo (1629). Historia, antigüedades y familias nobles de la muy noble y
leal ciudad de Cuenca
(De) Parada y Luca de Tena, Manuel (2004). Huete y la
guerra contra Francia. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y
Genealogía, vol. 8, 2. Año 2004