Consultando la documentación del Archivo Histórico Nacional (sección del Concejo de la Mesta), comprobamos la existencia de dos ejecutorias sobre el acotamiento de las dehesas, que afectan de pleno al municipio de Piqueras.
Se trata de un par de documentos bastante indicativos, de cómo era la situación que se vivía a finales del siglo XVI, en el seno de la economía ganadera de este lugar, en detrimento de los intereses de los pastores procedentes de la Cañada Real, y que se veían afectados por una circunstancia concreta.
El proceso se desarrolla sobre una ejecutoria dada a instancia del Concejo de la Mesta, por el pleito que se produjo con la localidad de Piqueras (al impedir la entrada de los ganados trashumantes), tras una situación de aparente ilegalidad, en la que los pastores de la Cabaña Real se presentaban como parte afectada.
El Concejo de la Mesta fue creado por Alfonso X el Sabio, agrupando a todos los pastores de León y Castilla en una asociación que les permitía disponer de amplios privilegios, incluyendo el de no tener que prestar servicio en momentos de conflictos bélicos.
No cabe la menor duda que la Mesta se podría considerar como el primer gran gremio de la Europa Medieval en el sector de la ganadería. El medio físico de Piqueras y sus características geográficas, permitieron que la explotación animal tuviera un peso destacado. La disponibilidad de recursos para la alimentación de las reses, junto una tradición económica que como veremos, se extendía por otros muchos enclaves de sus alrededores, como en el caso de Barchín del Hoyo (y con el que se establecieron relaciones económicas y políticas matrimoniales muy estrechas, seguramente como resultado de los intereses económicos de ambas localidades), permitieron una fuente de ingresos, en el que la explotación animal fue uno de los cimientos de aquella producción a escala municipal. Esta tradición se extendió hasta no hace mucho tiempo, puesto que Piqueras durante la segunda mitad del siglo XIX, todavía tenía un 20% de sus habitantes dedicados a este oficio.
La Cañada Real Conquense es una de las cañadas de la Mesta que atraviesa las provincias de Cuenca, Ciudad Real y parte de Jaén. Y como decimos, los municipios vecinos de Piqueras y Barchín tenían una serie de intereses bastante estrechos con la preservación de los recursos que se explotaban de aquella actividad.
Otro factor a tener en cuenta, es el contexto climático de la época, y que la mayoría de veces ignoramos a la hora de tratar esta serie de cuestiones. Lo cierto es que el período que se conoce climáticamente como de la Pequeña Edad de Hielo, durante muchas temporadas pudo no facilitar el desarrollo de la explotación pecuaria, un rasgo que ya hemos presenciado en el caso de las tierras del norte de Castellón, y en donde hay una evidente proliferación de denuncias y pleitos por invasiones de terreno, al no abundar la materia prima que alimentara aquellos animales, y donde habríamos de añadir la aparición de bastantes ganaderos que aumentaban más si cabe la competencia dentro del negocio.
Los conflictos por los derechos de los ganaderos fue una constante, que aparece bien reflejada en diferentes artículos trabajados por Ignacio de la Rosa, donde se palpa la problemática que generaba la supervivencia del sector. Ese sería el caso de las dehesas de Alarcón, donde ya se debatió la reciprocidad sobre el derecho del ganado con respecto al término de Iniesta.
Torre de Piqueras del Castillo (elarteencuenca.es)
Las pérdidas que se generaban ante un conflicto de intereses no eran algo baladí Estando directamente relacionadas con otros sectores de la economía municipal, pues no hemos de olvidar que “la crianza de vacas era determinante para proveer de bueyes a la agricultura. Las manadas de vacas también participaban de sus circuitos de trashumancia, por limitados que fueran” (De la Rosa, 2018-A).
Ignacio ya nos remarca la existencia de vecinos que vivían del mismo, así se presencia en el término de Alarcón y que, por las fechas del pleito con la Mesta, era limítrofe sobre los enclaves de Piqueras y Barchín. Parece ser que a partir del siglo XVI se vive una “roturación desbocada que hace desaparecer el monte de uso comunal, pues los nuevos espacios agrarios se han ido conquistando a costa de las dehesas de Alarcón, que debe buscar en otros términos las yerbas y aguas que no encuentra ni en sus términos ni en su suelo” (De la Rosa, 2018-A).
Este nuevo panorama obviamente agravará el asunto, generando una mayor presión entre los ganaderos, ya que en la franja que estamos estudiando la tensión fue continua, con especial fuerza entre los siglos XV-XVII.
La capacidad de influencia de los ganaderos era una realidad, que ya expone Ignacio de la Rosa (2018-B), en su artículo sobre Navodres (en Barchín del Hoyo), al barajar la posibilidad de que la paralización del referido proyecto pudiera deberse al Consejo Jurídico, aunque no sin descartar la presión adicional de unas cuantas familias ganaderas, y que pudieron intrigar en la medida de sus posibilidades dentro de la Corte.
La intransigencia en este marco geográfico por los derechos de pastoreo, se traduce con el cierre de los términos municipales para así evitar la intromisión de ganaderos ajenos a la localidad. Analizar el motivo de este tipo de situaciones es más complejo de lo que pudiese parecer.
No habríamos de descartar que desde la Baja Edad Media, exista un interés en proteger y reforzar estas zonas de pasto, como fuente de recursos sobre el que ir consolidando los nuevos poblamientos que se producen a raíz de la conquista.
En este sentido un elemento muy interesante y que sólo ha sido estudiado en la tesis doctoral de José Ramón Ruiz Checa, es la edificación de las torres de defensa del área conquense del Júcar medio, como un elemento arquitectónico que podía adjuntarse a este conjunto de itinerarios o áreas de producción. Pues parece que la gran mayoría de las mismas se edificarían durante los primeros momentos de la instalación cristiana (finales del siglo XII-primeras décadas del siglo XIII). Este tipo construcciones podría evidenciar un tráfico pecuario que en cierto modo estaría asociado a la referida estructura defensiva. Hecho que podemos comprobar en el caso de Piqueras, pues sobre el espacio de su famosa torre, se han efectuado catas arqueológicas donde han aparecido “gran cantidad de cordeles, veredas, trazados medievales, que discurren a los pies de la mayor parte de las torres exentas analizadas, hecho que demuestra el interés de ubicar las torres junto a vías con actividad ganadera” (Ruiz-Checa, 2015, 221).
Ejecutoria sobre el acotamiento de las dehesas de Piqueras (AHN)
Este enfoque debería hacernos plantear que en aquellos puntos donde existen torres defensivas de esta tipología, se habría vinculado de modo adicional, un circuito por el que desde los inicios de la conquista cristiana ya existía una producción ganadera, y que quedaba asegurada por una vigilancia y visión bastante amplia del entorno que ocupaba. En este sentido, “por el centro del núcleo de Piqueras del Castillo, a los pies de la torre de ese mismo municipio aparece la Calle de las Cabañas, con un trazado norte-sur, proveniente de Olmeda y con dirección a Buenache. Por otro lado, aparece un trazo de vía pecuaria inconexa en el término de Olmeda sin conexiones con otros términos. Junto a la torre de Barrachina discurre la Cañada del Reyno, y junto a la torre de Solera aparece otro trazado de vía pecuaria” (Ruiz-Checa, 2009).
No resulta tampoco casual que en una localidad como Barchín, con un evidente pasado pecuario, existiese otra torre de cronología y características similares, tal y como extraemos de nuevo en el trabajo de Ruiz-Checa (2015), conformando una pieza del rompecabezas, que en su conjunto serviría para representar los puntos de explotación animal, que desde el Medievo ya irían estableciéndose sobre este marco geográfico.
En Piqueras sabían de primera mano las consecuencias que podía acarrear entrar en conflicto con un organismo como la Mesta. No obstante, y recapitulando con el inicio del presente artículo, en el año 1589 el promotor fiscal de dicho Concejo ya había emprendido acciones, y presenta un escrito de demanda contra el Concejo y Regimiento de la villa de Piqueras, cuando “dijo que por el termino de la dicha villa pasaban mucha cantidad de ganado a la sierra, y libremente guardando las cosas vedadas pastando las yerbas y bebiendo las aguas sin por ello deber cosa alguna…”., relatando que la zona conocida como de las “Dehesas de Piqueras se vedaban sólo y con ocasión que se daban al abastecedor de las carnicerías de la dicha villa para que con sus ganados paciesen y comiesen”.
De ahí que por lo que se puede desprender de sendos documentos, queda claro que el Concejo de Piqueras “vedaba y coteaba los entrepanes de dicha villa, y lo tenía vedado desde el primer día de domingo de marzo hasta el día de Nuestra Señora de Agosto de cada año y con ocasión de que se les daba a los abastecedores de la dicha villa para que con sus ganados pazcan y coman la yerba de ellos”. A esto habríamos de sumar que los Caballeros de Sierra podrían no haber realizado de forma correcta su trabajo, puesto que más de uno estaría compinchado con el Concejo de Piqueras, tomándose la justicia por su propia cuenta…
Una situación nada favorable para sus vecinos, y por el que se convoca a Juan López como representante del municipio. A posteriori se argumenta desde el mismo que “la dicha dehesa de tiempo inmemorial era dehesa cerrada auténtica y privilegiada, de tal manera que ningún ganado podía entrar en la dicha dehesa”, recalcando que “no podía entrar ningún señor de ganado sino era de abastecedor”.
Pensamos que desde Piqueras se optaba por una clara política proteccionista de sus intereses, en donde sólo tenían acceso a las tierras de pasto aquellos ganaderos locales. Un fenómeno que podría relacionarse con la propuesta que efectúa Ignacio de la Rosa en el caso de San Clemente, al referirse que “las villas querían ver lejos a los ganados trashumantes, más si tenemos en cuenta que la disposición de pastos comunales era muy limitada por las restricciones y acotamientos de los pastos pertenecientes a la antigua tierra de Alarcón y que las villas se arrogaban para el uso privativo de sus vecinos” (De la Rosa, 2016).
En el documento se alega por parte de la Mesta “que el dicho Concejo no tenía licencia para vedar ni acotar la dicha dehesa para haberla vedado y quitado el pasto”, por lo que Piqueras tendría que acatar el fallo de la sentencia, y dejar pastar libremente a los ganaderos de las Cabañas Reales cuando estos entraran dentro de su término. Como curiosidad, entre los personajes citados en la documentación, aparecen los nombres de los dos alcaldes de la localidad que había en el año 1590, siendo estos los señores Esteban de Zamora (de familia hidalga) junto Alonso Cavero, así como el regidor Pedro de Buenache.
Una fuente que nos aproxima a la especialización de Piqueras en el sector ganadero, es el Catastro de Ensenada, y de donde podemos ver como del área de influencia “Barchín-Buenache de Alarcón”, esta era en proporción la más importante en términos de explotación animal.
En el referido documento del siglo XVIII se cita que Piqueras posee “la Dehesa Boalar o de la Cañada, que produce pinos (…) y otra por la Dehesa arbitraria o Sierra del Monte, Vallejuelos, Pajaranco y Colmenares…” (pág., 412). Es decir, la geografía física del municipio potencia de por sí este recurso.
Bien es cierto que se especifica como Piqueras no tuvo un ganado fino trashumante, y aunque los datos puedan parecer poco significativos, si los relacionamos con su cifra de habitantes, nos evidencian la tasa más elevada de cabezas de ganado por vecino en comparación con Barchín, teniendo como resultado que en Buenache de Alarcón tocaban a dos cabezas de ganado por vecino, así como en Barchín del Hoyo a 17, mientras que en Piqueras la cantidad asciende a 20.
Si continuamos contrastando las localidades de Piqueras y Barchín, a pesar de que Barchín conseguía doblarla en vecindario, Piqueras controlaba por aquellas fechas la explotación de ganado lanar churro, mientras que Barchín se especializó en el cabrío. Igual de llamativo resulta leer que Piqueras poseías más bueyes, vacas y becerros que Barchín. Cifras que, si se comparan con otra localidad vecina como Buenache de Alarcón, nos evidencian las características económicas de cada lugar. Sabemos que en tiempos del catastro, Buenache tenía una población siete veces más grande que Piqueras, aunque la proporción de cabezas de ganado por habitante era mínima (diez veces inferior a la de Piqueras), lo que se explica por una mayor dedicación a la tierra cultivada, y que ya hemos reflejado en algún artículo a través de los diversos linajes de terratenientes que allí se asentaron.
Con este panorama podemos entender los intereses que los piquereños tenían en conservar sus dehesas, puesto que, al no desarrollar un pastoreo más allá de su término gracias al medio físico disponible, acabaron adoptando un conjunto de medidas proteccionistas, que obviamente tenían como objetivo fortalecer la producción local.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
*Catastro de Ensenada (1749-1756). Archivo Histórico Nacional.
*De la Rosa Ferrer, Ignacio (2016). San Clemente y la Mesta a mediados del siglo XVI. En historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com
*De la Rosa Ferrer, Ignacio (2018-A). Las rutas de la trashumancia de ganados mayores entre Alarcón e Iniesta. En historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com
*De la Rosa Ferrer, Ignacio (2018-B). Navodres en Barchín del Hoyo o las limitaciones de la roturación de nuevas tierras. En historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com
*Piqueras, ejecutoria sobre acotamiento de la dehesa (1590-12-15/1591-1-10). DIVERSOS-MESTA, 158, Nº1. Archivo Histórico Nacional.
*Piqueras, ejecutoria sobre acotamiento de los entrepanes (1590-12-15/1591-1-10). DIVERSOS-MESTA, 158, Nº2. Archivo Histórico Nacional.
*Ruiz-Checa, José Ramón (2009). Ganadería, territorio y arquitectura: estudio de seis torres como elementos de control del territorio en Asimetrías. Universitat Politècnica de València.
*Ruiz-Checa, José Ramón (2015). Torres exentas en el ámbito del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y caracterización constructiva. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica de València. 640 pp.