Los Reyllo son una de
las familias más influyentes de la nobleza bonachera, que ya reclamaron su
exención de no pechar, al menos desde su asentamiento en la localidad durante
la primera mitad del siglo XVI. Hablar de los Reyllo, es hacerlo de un linaje
sobre el que existen múltiples conexiones con grandes familias de la nobleza
conquense, es por ello que durante estos años hemos intentado indagar
diferentes aspectos que vincularan su parentesco, con otras líneas sobre las
que hemos dedicado varios escritos, y que en su conjunto nos vislumbran las
formas y estrategias mediante las que este tipo de casas de la nobleza rural
relataban la historia de sus antepasados,
para legitimar así unos derechos, que de acuerdo a las normas establecidas les
correspondían.
Una cuestión que a
simple vista puede parecer mera labor de recopilación, pero que conlleva el
surgimiento de numerosos interrogantes, en los que uno aprecia que podía
suponer para un linaje preservar o recordar sus orígenes (ya fuese para bien o
mal), pues dependiendo de una u otra situación, se repetían por activa y por pasiva
sus logros como méritos conseguidos, o en su defecto, se emprendía un arduo ejercicio
de maquillar y esconder de la manera más ingeniosa posible, cualquier resquicio
que probase informaciones negativas que los vinculasen con antepasados judíos o
familias de labradores…, hecho que por norma general solía ser muy habitual.
Según se desprende de
la documentación, los Reyllo comienzan a exigir su reconocimiento como miembros
del estado noble desde los primeros instantes que llegan a Buenache, y de ello
quieren dar constancia en la documentación del siglo XVI, que presentan en la ejecutoria
del linaje fechada en el año 1588[1],
momento a partir del cual inician una campaña de promoción que continuará en
los siglos posteriores, hasta finalmente consolidar un patrimonio destacado,
sellado dentro de un mayorazgo desde el que se proclamarán amos y señores, e
indiscutibles portadores de sangre hidalga.
Cuando llegamos a los
relatos y leyendas que nos hablan sobre el conjunto de méritos que buscaban
argumentar sus privilegios hidalgos, en algunos casos habremos de ser
escépticos como resultado del modus
operandi de muchas familias (bien por haber sido cristianos viejos, o
simplemente conversos), por lo que sus descendientes se ingeniaran variados
mecanismos donde los escribanos jugarán un papel crucial. Es por lo tanto en
ese instante cuando los investigadores hemos de plantearnos la verdadera labor,
que además de informar sobre los datos que se dan en el documento, hay que
complementar con una disertación en la que nos acerquemos al trasfondo de la
cuestión, ya que en ocasiones veremos cómo se incurren en mentiras,
contradicciones o verdades a medias, que pudieron falsearse sólo para ensalzar
o limpiar la imagen del solicitante…, un mero trámite, pero por desgracia
rutinario, entre muchas de las élites que obtienen su reconocimiento nobiliario
siglos después de la conquista cristiana.
Siguiendo el relato
tradicional de la familia Reyllo, sus orígenes se remontaban a Arcas, donde el
progenitor recibiría una Real Carta de Hidalguía, y donde se indica como en la
Iglesia Parroquial de este municipio existía en una zona inmediata a las gradas
del Altar Mayor del lado del Evangelio, una sepultura con letra gótica antigua
en la que estaba escrito y grabado un epitafio en el que rezaba como en ese lugar
descansaban los restos del capitán Francisco Reyllo Mogobrejo, quien murió
sirviendo a los Señores Reyes Católicos en las costas del Rey de Granada, inscribiéndose
debajo un escudo de armas que se dividía en cuatro cuarteles, entre los que se
reconocía un castillo, una flor de lis y en la parte baja derecha contrapuesta
cuatro bandas.
Armas
de la familia Reyllo en Buenache de Alarcón. Imagen proporcionada por Jose
Muñoz Mora
Sabemos que la familia
fue variando su heráldica de acorde a los enlaces que iban celebrando con otras
familias de la nobleza, pues por ejemplo tenemos constancia de la existencia de
otros escudos donde se esculpirá una flor de lis, junto con un castillo en dos
cuarteles, acompañado por un par de lebreles atados a su puerta, además de un
cuartel inferior con cuatro bandas.
Obviamente las armas
referentes al Castillo, harían referencia a la casa de los Castillo conquenses,
los mismos que fueron perseguidos por el Santo Oficio, ya que desde el siglo XV
resultaba casi imposible obviar sus acusaciones de judaísmo, y que en el caso
concreto de este linaje, entroncaban con los Valdeolivas, otra estirpe tachada
del mismo sambenito, y del que los Reyllo supieron distanciarse de forma
satisfactoria. Sin lugar a dudas el papel desempeñado por algunos de sus
descendientes al ejercer como Secretario del Secreto del Santo Oficio, será crucial
al suprimir cualquier tipo de información que resultase comprometida para la
familia.
Los Reyllo del siglo
XVIII habían emparentado con lo más granado de la nobleza conquense, pues desde
su capilla privada dentro de la Iglesia de San Pedro de Buenache, escuchaban
misa los Marqueses de Palacios cuando visitaban la villa, de quien llegaron incluso
a ser familia. Igualmente se vincularon linajes ilustres, tales como los
Villaviciosa, quienes curiosamente fueron Señores de las villas de Reyllo y
Cañizares, sin tampoco olvidar las líneas vinculadas con Órdenes de Caballeros,
como el caso de los Herreros (pertenecientes a la de Santiago) o los Melgarejo
(de la de Calatrava), incluyendo los Mendoza, lo que les emparentaba con los
Conde de Priego, y que en momentos concretos inmortalizarán en sus escudos,
agregando el emblema de “Ave María”. Todo esto se produce tras el exitoso
enlace de Don Diego Alfonso del Castillo y Reyllo (Secretario del Secreto) con
su esposa doña Ana Garcés de Mendoza. No olvidemos que este familia desde los
tiempos del abuelo de Diego Alfonso, había comenzado a medrar dentro de los
escalafones inquisitoriales, pues su padre Don Pedro del Castillo y Reyllo ya
ejerció como Secretario del S.O., además del abuelo Don Diego del Castillo, que
ya entró como familiar del Santo Oficio, y con quien por primera vez aparece el
apellido Castillo, puesto que Don Diego lo recogió de su madre Andrea del
Castillo, combinándolo con el de Reyllo dependiendo de la ocasión o situación
en la que se encontrase la familia.
Escudo
de armas en mal estado presente en Buenache de Alarcón, y que según creemos también
se podría atribuir a los Reyllo, por distinguir en el primer y cuarto cuartel
un castillo, como una especie de bandas en el tercero. Imagen proporcionada por
Jose Muñoz Mora.
Tampoco hemos de
olvidar que la capilla del linaje estaba engalanada con toda la decoración
necesaria para remarcar su estatus, lo que le daba el toque distintivo buscado
para diferenciarse del resto de habitantes. Sabemos que esta obra
arquitectónica se hallaba dedicada a la advocación de Nuestra Señora de la
Concepción, protegiéndose con una reja grande de madera de barniz encarnado que
se remataba con piezas doradas en sus laterales y en las que se sostenían los
escudos de armas, en los que aparecía el castillo, por su descendencia con
Andrea del Castillo, así como la flor de lis y las bandas que veríamos
asociadas al capitán de Arcas. Igualmente no podía faltar un retablo dorado en
el centro con la imagen de la advocación, acompañado por dos altares
colaterales decorados con lienzos pintados.
El lugar de
enterramiento se emplazaba inmediato a la grada del altar mayor, ubicándose al
lado del evangelio un retrato de Don Diego de Reyllo (el que fuera Prior de la
Iglesia Colegial de la villa de Belmonte), que acompañado por un escudo pintado
de la familia, representaba los castillos, flor de lis, junto con las bandas y
divisas de la Inquisición.
Veremos como en los
armoriales, la figura del castillo o de la torre fortificada, se convertirá sin
ningún lugar a dudas en la referencia heráldica que empleará la familia,
variando el modelo, dependiendo de las ramas o entronque que sus representantes
fuesen realizando.
Diversas
representaciones heráldicas de las armas de los Reyllo más simplificadas
Tampoco se nos ha de
pasar por alto que existen testimonios que nos hablan de escudos mucho más
fraccionados, en los que se incluirían emblemas más complejos, pues algunos
podían tener hasta 5 ó 7 cuarteles, como resultado de los linajes que se iban
incorporando y dando renombre a la familia. En ocasiones los veremos con
pechinas que acompañaran la torre fortificada, que como ya hemos repetido, su reminiscencia
heráldica vendría por la línea de los Castillo. Recordemos que Andrea del
Castillo (esposa de Francisco de Reyllo y de Silva, éste nieto del mencionado Capitán
de Arcas), era hija de Antonio del Castillo y Catalina de Valdolivas (en
algunas ocasiones escrita como Baldolinas), sendos linajes conversos, con
sambenitos más que reconocidos en Garcimuñoz como en otras partes de la
geografía conquense.
David
Gómez de Mora
[1]
Existe una Ejecutoria de Hidalguía, con fecha del año 1588 (303-387-16) en la
Real Chancilleria de Granada, donde se alude a que Francisco de Reyllo y Julián
de Reyllo eran hermanos de Juan de Reyllo, en la misma invocan ser caballeros
hidalgos de devengar 500 sueldos.