Los Ruiz de Alarcón son una de esas grandes
familias de la nobleza conquense, sobre la que todavía queda mucho por
investigar. Los tratados clásicos remontan sus raíces a los tiempos de la
conquista cristiana, apoyándose en un relato legendario que cuenta como la
plaza de Alarcón, inexpugnable hasta la fecha, consigue tomarse por la hazaña
decisiva de un solo hombre que en 1184 realizó lo que parecía imposible. Se
cuenta que Fernán Martínez de Ceballos, fue un caballero que aprovechando la
oscuridad de la noche, escaló por la muralla de la fortaleza con dos dagas. Una
vez situado en la zona superior del muro, consiguió matar a los centinelas que
custodiaban la plaza, para inmediatamente lanzar desde lo alto una escalera que
permitió a los guerreros acompañantes acceder hasta el interior del recinto
enemigo, para que la retaguardia concentrada en la zona externa consiguiera
entrar y finalmente tomar el castillo.
Dejando de lado este relato cebado de heroísmo con el que se creaban los cimientos legendarios de aquellas familias que habían de proyectarse en el ámbito nobiliario, hemos de preguntarnos qué papel jugaron realmente los Ruiz de Alarcón, al menos por lo que concibe a los señoríos de Buenache y Piqueras, puestos que sendos espacios geográficos estaban bajo su custodia desde finales de la Edad Media.
Para comprender esta cuestión, es importante leer el trabajo publicado por Rodríguez Llopis, donde por primera vez, se analiza a fondo el peso e influencia territorial de las grandes familias que controlarán el área meridional de la provincia conquense por aquellas fechas.
El otorgamiento de una pequeña aldea inmediata a Buenache al caballero Garci Ruiz de Alarcón por parte del monarca Enrique III (una vez mostrada su fidelidad contra el Marqués de Villena, junto a la anexión de patrimonio que su hijo Pedro efectuará tiempo después), convertirán a ambos personajes en los que podríamos catalogar de manera oficial, como los primeros amos y señores de lo que sería este lugar. Momento clave para la historia de esta familia, pues creemos que es a partir de ese instante donde radica la proyección de su linaje.
Por otro lado en Piqueras el Castillo, durante el siglo XV se pasaría por un proceso de territorialización similar, recayendo la propiedad de este lugar en manos de Alfonso Téllez-Girón de Valencia y su esposa Blanca Pacheco, tras la donación otorgada por su primo el Marqués de Villena. Trascurridas dos generaciones, la nieta de Alfonso y Blanca, Guiomar Girón de Valencia, casará en 1497 con García Ruiz de Alarcón, señor de Albaladejo (King, 1970, 64). Según las fuentes históricas, este García, y que acabó siendo Señor de Piqueras, era nieto paterno de Pedro de Alarcón y Catalina de Alarcón-Barba. Dicha mujer según se traslada de las crónicas, era hija de Lope de Alarcón (sobrino del primer Señor de Buenache), no obstante la consanguinidad se entrecruzaba mucho más, ya que la madre de Pedro de Alarcón se dice que era la hija del referido primer Señor, por lo que la suegra de Catalina era la prima hermana de su padre.
En resumidas cuentas se establecía una unión de la línea de Albaladejo con la de Buenache, y que generaciones después será la que entroncará con la de los Girón-Valencia.
Ya planteamos las dudas que nos surgieron al
respecto, cuando investigamos la ascendencia paterna de los Señores de
Albaladejo, por existir numerosas inconexiones y elementos poco precisos,
acerca de los antepasados por la línea de varón de García Ruiz de Alarcón, -véase:
Los antepasados paternos de Don García Ruiz Girón de Alarcón (2019)-.
Si analizamos el “collage” genealógico sobre el que hemos trabajado la idea de Rodríguez Llopis, apreciamos como el autor vincula a los Alarcón Señores de Valverde con los de Albaladejo. Ahora bien, el problema a la hora de unirlos, estriba en las dudas que nos plantea el eslabón que los tratados clásicos establecen con los padres de García (el marido de Guiomar Girón de Valencia), siendo un tal Alonso Ruiz de Alarcón y su esposa María Carrillo (supuesta hija de los Señores de Cervera).
Conexión genealógica de la casa de
Alarcón, entre los Señores de Buenache y de Albaladejo, este último luego
integrado con el de Piqueras. Rodríguez Llopis (adaptación, 1998, 52 y 59).
Por otro lado tenemos el interrogante que nos plantea Hernando González del Castillo (del que proceden los Señores de Albaladejo y que sí aparece en varias referencias). King (1970, 63) comenta que la compra de Albaladejo (al comendador Alonso de Iniesta) y creación del mayorazgo, quedan atestiguadas por el ms. M-71, fols. 13v-16, y por el ms. M-90, fols. 232-239, respectivamente. Pues en la segunda mitad del siglo xv la propiedad de Albaladejo había pasado por muchas manos: Juan Pacheco, Marqués de Villena, se lo vendió en 1458 a Lope de Alarcón, señor de Valverde y doncel del Rey Juan II (ms. D-14, fols. 123-124); Lope le cedió la villa a su segundo hijo, Pedro de Alarcón, el cual se la vendió a Alonso de Iniesta en 1472 (ms. M-90, fols. 254v-256v). Por lo que “El licenciado Fernán González del Castillo, hijo de Pedro González, heredó de su padre algunas propiedades en Castillo de Garcimuñoz, habiendo medrado, pues hizo un buen matrimonio (su mujer Guiomar de Alarcón, hija de Garci Ruiz de Alarcón, señor de Buenache, quien establece el primer vínculo con los descendientes de Fernán Martínez de Ceballos), comprando la villa de Albaladejo en 1474 y fundando en este mismo año un mayorazgo para su hijo Pedro de Alarcón” (King, 1970, 63).
Esta cita de King es importantísima para entender como pudo llegar hasta los Castillo-Ruiz de Alarcón el mencionado Señorío, ya que de ser así no se incorporó como un herencia de la hija del que fue su adquisidor en 1458, sino que por una compra, que curiosamente la efectúa la prima de éste. El problema que tenemos aquí son las dudas sobre la ascendencia del referido González del Castillo, que es del que procede García. King siguiendo los tratados de genealogía tradicional, bautiza a este personaje como Pedro de Alarcón (y del Castillo), aunque los descendientes de los Señores de Piqueras se refieren al mismo como Hernando del Castillo (y de Alarcón). En lo único en que coinciden ambas versiones es en afirmar que fue hijo de Pedro González del Castillo.
Otro dato que ya casi es indiscutible, es que el apellido Ruiz de Alarcón ha de aparecer entre la ascendencia de los Señores de Albaladejo por algún lado, y eso ha de ser por una de las líneas de las conyugues de estos Castillos, bien sea por la madre de Pedro/Hernando, y que se relaciona con la hija del Señor de Buenache (Guiomar de Alarcón), o por la de la nuera de Pedro González del Castillo, y que se cree que pudo ser la hija de Lope de Alarcón, quien compró Albaladejo en 1458.
Este desorden y caos genealógico, se explica por una clara motivación que tenía como propósito, alterar y esconder datos, que únicamente traerían problemas y disgustos a sus representantes, pensamos por ello como hipótesis, que la artimaña de generar dudas genealógicas, sería gestada y promovida por el mismo García. De ahí que sea a partir de su ascendencia inmediata cuando casualmente surgen todas las lagunas que estamos comentando. Esto cobra sentido si entendemos que a García le tocó vivir en el peor momento que le podía haber sucedido a un descendiente de conversos como él. Si a ello le sumamos el contexto geográfico y personal en el que se movía el personaje, se agravaba más si cabe, y se justificaba la omisión de cualquier dato histórico vinculante con su familia.
Dejando esta cuestión, que como decimos sigue resultando controvertida. Presenciamos como en Piqueras y en Buenache, dos familias portadoras del mismo apellido, llevan a cabo una serie de políticas, que llamarán la atención en alguno de los casos, influyendo decisivamente en los acontecimientos ocurridos en este territorio durante la primera mitad del siglo XVI.
En el caso de Piqueras, García Ruiz de Alarcón, en el año 1508 atacó Valera de Yuso. Su acción debe de enmarcarse en un periodo turbio, y que años más tarde se agudizará con las revueltas comuneras. Durante ese lapso de años (no sabemos si por falta de documentación o directamente por ser así), Francisco de Bazán, alcalde de Requena y Señor de Valera de Abajo, le devolvió la jugada, atacando la villa de Piqueras. La venganza no se hizo esperar, y el Señor de Piqueras con apoyo adicional de gente incluso de la misma Valera, contraatacó semanas después el territorio de Francisco.
Recapitulemos recordando que Bazán era Señor de Valera de Abajo desde 1487 (Cooper, 2019, 201). Además existen una serie de antecedentes a tener en cuenta, y es que Pedro Suárez de Alcalá, enemigo del Marqués de Villena, ya “denunció en 1504 otra fortificación no autorizada en Valera de Abajo, que había llegado a manos del Comendador Alonso de Hinestrosa, suegro del alcalde de Requena Francisco de Bazán” (Cooper, 2019, 208).
Creemos que en esta ecuación habría que integrar los intereses ganaderos de los Alarcones de Piqueras, en lo que respecta a la ruta trashumante que desde siglos atrás circulaba junto a su población.
Ya en el trabajo de José Ramón Ruiz-Checa (2015, 200), se nos detalla a través de una tabla informativa, como dentro del área geográfica que conforma el espacio de Valera-Piqueras, precisamente los enclaves de Alcol, Barchín, Chumillas y Valeria, durante el siglo XVI son zonas de Realengo, quedando únicamente como foco Señorial Albaladejo, Piqueras y Valera de Abajo, siendo precisamente las dos primeras titularidad de García Ruiz de Alarcón, mientras que la restante de Bazán, y que ya Cooper, invocando una cita de Gutiérrez Nieto (1973, 190), nos recuerda como Francisco carece de derechos en la villa de Valera de Yuso (Cooper, 2019, 209). Pensamos que dentro de este conjunto de conflictos, entraría el componente ganadero-comercial, ante la preocupación e intereses que García perseguía, además de querer tener conectado un espacio que confortara contundentemente su posición. Recordemos que entre Albaladejo y Piqueras se interponía únicamente el término que estaba en manos de Bazán, donde además éste hacía lo que le placía. Muy probablemente García hubiese ansiado sumar Valera a sus dominios, lo que le habría otorgado un mayor poder estratégico en este marco geográfico, y donde creemos a modo de hipótesis, que podía esconderse parte de esas nefastas relaciones que se originaron entre ambas familias.
Por otro lado, el trato de los Ruiz de Alarcón de Piqueras con sus habitantes fue bastante peculiar, hasta el punto de que llegarán a mezclar su sangre con la de los labradores de la localidad, hecho poco usual para la época. Esta situación obviamente plantea muchas cuestiones acerca de la relación entre los señores y el vasallaje que ofrecían sus vecinos, al menos en este caso concreto.
En 1618 se dilata un pleito entre los Ruiz de Alarcón de esta localidad con sus hermanos de Barchín, el motivo es que un hijo de la Señores de Piqueras acabó yéndose a vivir a la localidad vecina, concretamente don Fernando Girón Ruiz de Alarcón. Siguiendo con la costumbre vinculante de las herencias familiares, éste reclamó los derechos a una capellanía que había disponible en Piqueras para su hijo, sorprendentemente, la familia piquereña, y de la que eran hermanos y primos, prefirió defender y entregar la misma a sus vecinos (a pesar de no guardar ningún nexo de familiaridad o parentesco con ellos), antes que concedérsela a su parentela.
En Buenache por ahora no hemos visto un mismo trato tan cercano entre los señores y sus vecinos, aunque no por ello faltaron allegados favorecidos, como sucedió en este caso con los Lezcano/Lizcano, linaje vasco que acabó siendo ennoblecido, además de ser la mano derecha de sus amos, tal y como se desprende por los apadrinamientos y favores que recibieron. En Piqueras ocurría algo parecido con los Zamora, familia que también ennobleció, y que con el paso de varias generaciones intentaron desvincularse de otra línea genealógica que había en la misma localidad.
Diseño del escudo de la casa de
los Alarcón. historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com
Obviamente los Señores necesitaban contar con casas de confianza que les permitiesen una mayor estabilidad en sus políticas municipales, así como una fidelidad que se demostrara en acciones como la que realizó contra Valera el Señor García Ruiz de Alarcón. Este personaje, caracterizado por su manera de hacer las cosas, no le importaba emprender operaciones de manera personal contra otros nobles que entorpeciesen sus intereses o incluso la misma Iglesia, así nos lo recuerda un documento de 1506, donde se informa de sus derechos y obligaciones por tener una causa abierta tras la acusación que pendía sobre él por parte del Deán y el Cabildo de la Iglesia de Cuenca (AGS).
No hemos de olvidar que García era descendiente de los González del Castillo, con lo cual la Inquisición lo tendría constantemente en su punto de mira, especialmente en una etapa tan peligrosa como aquella, cuando las consecuencias de un proceso inquisitorial no siempre quedaban en un pequeño susto, no obstante, como decimos esta situación parecía no importarle mucho. Además, su situación personal no podía ser más compleja, si tenemos en cuenta que su suegro era Juan de Valencia, el mismo personaje que alimentó el proceso inquisitorial de 1491 y que tantas repercusiones negativas reportó a los Castillo. Recordemos que García Ruiz de Alarcón casó con Guiomar Girón de Valencia alrededor de 1497, por lo que su suegro tuvo que ser favorable a la celebración de la boda, ya que falleció en el año 1505. Suponemos que García sabía cómo utilizar sus bazas, y a la vista de su temperamento, atrevimiento y sabio conocedor de su genealogía como de los sambenitos y riesgos que podía asumir, también era consciente de los puntos flacos de la gente que le rodeaba, y en ese círculo obviamente también entraba su esposa y respectiva familia, quien arrastraba múltiples tachas de sangre conversa, comenzando por los Valencia y acabando con los Pacheco.
No sabemos hasta qué punto García calibraba sus
movimientos, aunque la planificación matrimonial de su hijo no le salió nada
mal (a nuestro juicio, lejos de la visión que planteaba King), cuando éste
apalabró su alianza con la prima segunda del Marqués de Villena, Juana Pacheco
de Silva, hija de Luis de Silva Pacheco, Señor de Villarejo de Fuentes, y de
cuya descendencia emanará la Ilustre Casa de los Condes de Cifuentes.
Como acertadamente señala este autor, García Ruiz de Alarcón carga todo el peso de la responsabilidad del futuro económico de sus hijos sobre la familia del Marqués de Villena, cuando en su testamento recuerda que "por cuanto el dicho Sr. Marqués de Villena nos ha mandado que hagamos este mayorazgo, [pedimos] que en su mano quedase la cuantía de maravedís que habernos de cargar en él para casar los otros nuestros hijos e hijas, y para nuestras ánimas" (ms. M-90, fol. 214v).” (King, 1970, 65).
Volviendo a las líneas conjuntas de Piqueras y Buenache, algo que si apreciamos, es una coordinación de ambas casas a la hora de proyectarse socialmente, motivo por el que la creación de una capilla familiar dentro de cada Iglesia de sus señoríos era una condición indispensable para engrandecer y fortalecer su imagen de manera satisfactoria.
En Piqueras sabemos que el párroco García Ruiz Girón de Alarcón, hijo de García y Guiomar, manda su alzamiento en la segunda mitad del siglo XVI tras haber redactado su testamento, dedicándola a la advocación de la Inmaculada Concepción. Por otro lado en Buenache tenemos constancia de que los Ruiz de Alarcón también erigirían una capilla de enterramiento, en este caso dedicada al Apóstol Santiago.
Desde luego no nos parece casual la elección de este icono religioso como representante de la capilla de Buenache, o en la titularidad de la Iglesia de Piqueras del Castillo, ya que intencionadamente los Ruiz de Alarcón promovieron de todas las maneras posibles su relación con el pasado heroico de la conquista cristiana, cimentando su base sobre la tradición de Fernán Martínez de Ceballos. El épico héroe que consiguió vencer a los musulmanes atrincherados en Alarcón, y que guardaba un evidente paralelismo con la tradición del Apóstol Santiago en los tiempos de Ramiro I. De este modo creemos que la vinculación de esta advocación tanto en uno como en otro edificio religioso y en el que los Ruiz de Alarcón eran sus señores, nunca obedeció a los designios del azar. Siendo un granito de arena, que engrandecía más si cabe la imagen ejemplar del linaje caballeresco cristiano y conquistador, que ahuyentaba toda sospecha de un pasado converso.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
-Archivo General de Simancas. CCA, CED, 8, 113-BIS, 1
-Cooper Edward (20019). “Siete episodios de la rebelión de las comunidades de Castilla (1520-1521)”. Madrid Iberoamericana, 272 pp.
-Gómez de Mora, David (2019). “Los antepasados paternos de Don García Ruiz Girón de Alarcón (el párroco de Piqueras del Castillo)”. En: davidgomezdemora.blogspot.com
-King, Willard F. (1970). “La ascendencia paterna de Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza”. Nueva Revista de Filología Hispánica, Vol. 19, Nº1 (1970), 49-86 pp.
-Rodríguez Llopis, M. (1998). “Procesos de movilidad social en la nobleza conquense: la Tierra de Alarcón en la Baja Edad Media”, en Tierra y familia en la España Meridional, siglos XIII-XIX. Francisco González García (Ed.), Universidad de Murcia, pp. 45-85
-Ruiz-Checa, José Ramón (2015). “Torres exentas en el ámbito del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y caracterización constructiva”. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica de València. 640 pp.