viernes, 8 de julio de 2022

La ermita de San Roque de Carrascosilla

San Roque fue un peregrino cuya figura se acabó canonizando en la segunda mitad del siglo XVI, acordándose que la celebración y consiguiente veneración hacia su persona se llevara a cabo el día 16 de agosto. Con el trascurso de los años iremos apreciando como San Roque estará presente en multitud de edificios religiosos de nuestra geografía peninsular, convirtiéndose por ello en uno de los grandes protectores contra la aparición de epidemias o enfermedades contagiosas. Al respecto, no hemos de olvidar que la tradición nos relata que San Roque arriesgó su vida para ayudar a la gente que se vio afectada por los azotes de la peste negra, y que tan dañina resultó en la región italiana en la que él vivía.

Ermita de San Roque (Carrascosilla)

En su labor como curador de enfermos, San Roque acabó contagiándose, por lo que las úlceras y bubones invadieron todo su cuerpo. El estado de salud del peregrino fue agravándose, dándose incluso casi por muerto, por lo que este marchó hacia las afueras de la ciudad donde se encontraba, para morir así en paz. Milagrosamente, consiguió recuperarse gracias a la ayuda de un perro que le traía hogazas de pan a diario, hecho por el que el propietario del animal se acabó percatando, por lo que tras descubrir lo que estaba ocurriendo, se encargó de cuidar al moribundo, hasta que finalmente se recuperó. El peregrino, no desistiendo en su empeño, seguiría haciendo el mismo bien tanto a personas como animales que padecían enfermedades.

Ermita de San Roque (Carrascosilla)

La veneración a San Roque viene extendiéndose desde hace mucho tiempo. Y en este sentido, la pequeña localidad de Carrascosilla, y que tendría que pasar por momentos difíciles (especialmente en periodos de epidemias o prolongadas sequías que disparaban los periodos de carestía y enfermedades), veremos como sus habitantes se encomendaban al santo con mucha frecuencia, acudiendo hasta la ermita, y que como veremos se hallaba en las afueras de la población.

Como solía ocurrir en la mayoría de festividades, la jornada anterior al día 16 de agosto ya se comenzaban a dejar listos los preparativos, por lo que se vivían los primeros actos de la víspera. En estos días se celebraba una pequeña procesión que recorría los dos viarios del municipio, culminándose con una misa y la típica comida entre vecinos donde dulces, bebidas y carne nunca podían faltar.

Todavía antiguos vecinos honrar a su santo, realizando ofrendas que recuerdan como de arraigada estuvo entre sus gentes la devoción a San Roque en esta localidad

La Ermita de San Roque, a pesar de su estado de destrucción, todavía conserva la puerta de acceso, hallándose encarada hacia las casas del lugar. En su interior posee una ventana a cada lado, las cuales le daban mayor luminosidad. Desde el altar se accedía a una habitación más pequeña: la sacristía. La puerta del templo era cuadrada con una medida de 183 centímetros en cada lado. Los muros de la iglesia poseían aproximadamente un grosor de 50 centímetros, así como la puerta de la sacristía contaba con unas medidas de 75 centímetros de ancho por 145 centímetros de alto. Su situación ruinosa, hace que ni tan siquiera se conserve el techo que cubría la zona superior del edificio, pudiendo todavía apreciarse todavía su planta rectangular con unas dimensiones de 4 metros de ancho por 10 metros de largo.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).