domingo, 24 de marzo de 2024

Los Cézar y los Preciado de Huete. Apuntes sobre sus orígenes religiosos

La historia de la familia Cézar ha sido comentada con detenimiento inicialmente a través de un artículo por el que suscribe la presente redacción, junto con Guillermo Fernández, a raíz de una primera publicación y que presentamos en la revista Historia y Genealogía Nº10 (2021), en la que tratábamos a fondo la cuestión sobre la evolución social de este linaje de la nobleza conquense.

Las raíces de los Cézar o Zeza en estas tierras, arrancan como mínimo a través de textos escritos que nos conducen hasta el Huete del siglo XV, momento a partir del cual esta familia irá medrando, mejorando paulatinamente su posición en algunas de sus líneas genealógicas.

Entre esa centuria y la primera mitad del siglo XVI, nos encontramos en una primera fase en la que el linaje va creciendo y obteniendo poder, a pesar de las limitaciones que como toda familia con un pasado converso se podía encontrar. Es durante la etapa transicional que abarca desde este primer estadio al siguiente, cuando jugará un papel fundamental un linaje local, y que se asociará con esta familia: los Preciado.

Recordemos que García Preciado y Luisa de la Ceza, en 1558 bautizarán a un hijo (AEH, San Esteban), en cuya partida sacramental aparecerá como padrino Cristóbal de la Ceza. Un personaje destacado de la familia, cuyo linaje estaba acusado de arrastrar un pasado converso.

Los vínculos parentales entre los Preciado y los Cézar no eran casuales, pues poco después, veremos referencias que de nuevo estrechan lazos entre ambas casas, en esta ocasión a través del matrimonio entre Juan de la Ceza y Elvira Preciado.

Estos sellaron alianzas matrimoniales en la Iglesia de la Santísitma Trinidad de Huete en 1567 (AEH, Stma. Trinidad), tal y como reza en la partida sacramental del primer volumen, y sobre la cual ya advertimos que podría haber existido una manipulación escrita por parte de una mano intencionada, y que entendemos obró a sabiendas de beneficiar a los contrayentes, al conocer la conversión religiosa de la familia.


Sobre los Cézar

Aunque en el artículo citado inicialmente (2021), comentamos diversas cuestiones relacionadas con el origen converso de los Cézar, en esta entrada quisiéramos añadir reseñas adicionales, procedentes de un expediente del Archivo Diocesano de Cuenca, en el que un testigo efectúa una serie de comentarios, importantes para llegar al fondo de la cuestión.

A través del mismo, el lector puede ser consciente del poder e influencias que jugarán este tipo de linajes, al margen de los rumores e historias que circulaban por el lugar.

Esto lo apreciamos en el legajo 270 del Archivo Diocesano de Cuenca, presente en el fondo de inquisición, nº 3716. En ese expediente, se refleja un proceso fechado en el año 1577 contra Alonso de Montalvo, a colación de una serie de hechos que inmiscuyen a varias casas optenses, entre las que sale a relucir el nombre de los Cézar.

Todo comienza con las declaraciones del referido Alonso, quien (ADC, leg. 270, fol. 2) indica que “el día de San Juan, 24 de junio de este presente año de 1577, estando en las eras, Tomás de Briones, hijo de Juan de Briones, familiar del Santo Oficio; Juan de Ucina, estudiante; Juan Gutiérrez y Alonso Aragón, y el dicho Alonso de Montalvo, zapatero, este dijo no es maravilla que a ese ordenasen, pues yo conozco en esta ciudad de Huete más de cuatro familiares confesos (...) y el dicho Alonso de Montalvo, volvió a decir que juraba a Dios que el había dicho verdad y que el probaría como los que digo eran confesos”.

Seguidamente, se cita que (ADC, leg. 270, fol. 2) “Juan López, vecino de la ciudad de Huete, dijo que unos cristianos nuevos de los que vinieron de Vélez, Reino de Granada, vecinos del dicho Juan López, ciertos días de viernes habían comido hígado y menudo de carnero, y que el dicho Juan López, oliendo desde su casas el guisado había pasado a casa de los moriscos, y los halló comiendo lo susodicho, y los reprendió y le dijeron que no sabían que era viernes, y otro día hicieron lo mismo”.

Consideramos interesante reflejar esta reseña, puesto que nos demuestra como las prácticas religiosas judías y musulmanas eran una realidad en la ciudad de Huete durante la segunda mitad del siglo XVI.

No obstante, el problema estaba en las declaraciones que Alonso de Montalvo seguía reafirmando, y que entroncaban con testimonios como el anterior, cuando indicaba que en Huete había varios familiares del Santo Oficio vinculados con un origen religioso apartado del cristianismo, a pesar de que algunos estaban prestando servicio a la Inquisición, y supuestamente solo por ello, no habiendo de resultar posible que llegaran a ejercer tales cargos.

De Cristóbal de la Zeza o Cézar, Alonso decía que era un notorio confeso de la localidad (ADC, leg. 270, fol. 14 v). Tengamos en cuenta que el relato acusatorio indica que (ADC, leg. 270, fols. 15-15 v.) “el abuelo y bisabuelo del dicho Cristóbal de la Zeza, era natural de la villa de Langa, y por menos precio les llaman los Languillas, y el dicho Cristóbal de la Ceza y a su padre y abuelo que de parte de madre descienden (...) de no ser cristianos viejos, sino descendientes de moriscos, y que este sabe que Juan López de Chillarón, padre de María Gutiérrez, mujer del dicho Cristóbal de la Ceza, fue penada por el Santo Oficio, porque este que le vio traer preso Pedro López de la Barrera, alguacil por medio de un teniente a la razón era la dicha ciudad de Huete le remitía este Santo Oficio en el que fue sentenciado, y le llevaron de la dicha ciudad de Huete y estuvo en pena en la Iglesia de San Pedro, de ella entre tanto se dijo una misa en calzas y jubón, con un cirio en las manos, y una soga de esparto en el pescuezo, y que esto de la pena este se lo ha oído decir públicamente en la dicha ciudad de Huete, y en la prisión, este que le vio porque viniendo con su padre de la ciudad de Cuenca, vio el dicho Juan López Chillarón de Villar del Maestre, con una cadena o grillos, y lo traían con un borrico y por ser el dicho alguacil pariente del padre de este le rogó que no lo metiese de día en esta ciudad, y no sabe lo que el dicho alguacil hizo”. Recordemos como en el expediente del legajo 57, se menciona a María de la Cézar como mujer de Pedro de la Barrera durante la primera mitad del siglo XVI.

En el proceso aparecerán otros nombres (ADC, leg. 270, fols. 16-16 v.) añadiéndose que “María Gutiérrez que había ocho días que murió la fue a ver una hermana del dicho Cristóbal de Ceza, viuda de García Preciado -es decir, Luisa de la Ceza-, y la dicha María Gutiérrez entre otras palabras le dijo, fueron que el dicho Ceza su marido y la dicha viuda y todos ellos eran unos ¿? y que esto lo dijo la dicha viuda de la dicha Ana de la Nava”.

Obviamente quedaba claro que por los precedentes que relacionaban a los Cézar con la Inquisición, así como por las acusaciones que pesaban sobre ellos, junto con la gente de su entorno familiar, que entendamos la insistencia de las palabras de Alonso de Montalvo, contra quien se efectuará un proceso de indagación, en el que obviamente creemos que el Santo Oficio era perfectamente conocedor de lo que el zapatero optense estaba denunciado, especialmente tras reiterar que en Huete conocía “más de cuatro familiares (del Santo Oficio) conversos”.

Escudo de los Cézar. Cinco galeones de oro sobre olas de azur y plata

No obstante, esto no resultará inconveniente alguno, para que este linaje acabase consiguiendo mejorar su estatus, alcanzando una hidalguía que los reconocía como miembros del estado noble, alardeando de un ficticio pasado que los remontaba a finales del medievo con diferentes cargos y gestas dentro del marco geográfico de la Castilla la Vieja, y que obviamente esquivaban cualquier implicación o vínculo con las comunidades conversas del área conquense.


Sobre los Preciado

Ahora bien, ¿qué sabemos de estos socios y parientes de los Cézar?

Ciertamente hasta la fecha no hemos analizado a fondo la figura de los Preciado en el panorama optense del siglo XVI. Motivo por el que a quisiéramos esbozar algunas reseñas genealógicas, que nos permiten entender un poco mejor quienes eran y con cuales de algunas de las casas optenses, estaban alineados genealógicamente entre mediados y segunda mitad del siglo XVI.

Los datos que adjuntamos proceden de nuestros apuntes genealógicos, en los que salta a la vista un claro vínculo con algunas familias que se moverán dentro del grupo de los linajes conversos, y muy posiblemente asociados a la antigua sinagoga existente en la zona del barrio de Atienza de la ciudad de Huete.

En el año 1567 (AEH, San Esteban) casaban Juan de Zeza y Elvira Preciado (ella vástago de los optenses Cristóbal Preciado y Mari Ruiz). El nombre de los Preciado en Huete ya era conocido por el Santo Oficio conquense cuando sobre Mateo Preciado -el viejo- en 1562 (ADC, leg. 226) pesarán una serie de acusaciones, que nos indican que al margen de estar delicado de salud, debido a las muchas enfermedades que tenía, no se le pudo llamar para ser interrogado, por haber un elevado riesgo de que muriese de camino, por lo que se desplazó hasta Huete desde Saceda del Río el vecino Pedro Rodríguez, encargándose con ello de recabar toda la información posible que aclararan los hechos.

Cuando Mateo fue preguntado sobre las acusaciones que pesaban sobre él, su yerno Marco Rojo, y marido de su hija María Sánchez Preciado, se representará como interlocutor, ya que parece ser Mateo estaba en tan mal estado de salud, que tenía hasta problemas para argumentar su defensa. Mateo se encontraba enfermo de gota, así como de otras dolencias que le impedían caminar, portando por ello un bastón, puesto que no se tenía en pie, además de ser ciego.

Las acusaciones que se señalaban sobre Mateo Preciado eran unos comentarios que ponían en tela de juicio la fe de Dios, pues todo llevaba a pensar que la familia de los Preciado, al igual que los Cézar o Zeza, además de ser conversos, parece ser que de puertas hacia adentro podrían seguir practicando algunos de estos hábitos de su antigua religión.

Tras una serie de detalles recogidos en el expediente, y que reflejan como este tipo de familias parecían no haberse desvinculado completamente de su antigua fe, finalmente se decidirá suspender el proceso inquisitorial, debido al grave estado de salud en el que se encontraba Mateo.

Obviamente, la coincidencia de apellidos o linajes dentro de una misma genealogía, nos hace casi confirmar nuestra hipótesis de que muchas de estas familias, seguían guardando nexos estrechos con su antigua religión, manteniendo cierta posición por los bienes o estatus que habían alcanzado con el paso del tiempo, pero no por ello dejar de ser objeto de acusaciones y envidias, debido al poder que ejercían en aquellos lugares en los que estaban asentados.

David Gómez de Mora


Fuentes documentales y bibliografía:

*Archivo Diocesano de Cuenca. Inquisición. Legajo 57, exp. 837

*Archivo Diocesano de Cuenca. Inquisición. Legajo 226, exp. 2810

*Archivo Diocesano de Cuenca. Inquisición. Legajo 270, exp. 3716

*Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de matrimonios de la parroquia de San Esteban (1564-1656)

*Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de bautismos de la parroquia de la Santísima Trinidad (1534-1613)

*Gómez de Mora, David y Fernández Rabadán, Guillermo (2021). “Los Ceza de Huete (Cuenca). Un linaje de la nobleza local con raices conversas”. Nº 10 de Historia y Genealogía, pp. 171-185

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).