domingo, 8 de junio de 2025

Cangrejos de río y anguilas

En el diccionario geográfico-estadístico-histórico de Pascual Madoz, podemos leer en la descripción referente al río Mayor de Huete, que en sus aguas se crían peces, además de cangrejos y anguilas.

Estos dos animales, aunque a veces cueste verlos en muchos de los ríos de nuestro país, antaño no era tan complicado, tal y como saben muchos de nuestros mayores, puesto que ambas especies, formaban parte de la dieta de muchos antepasados, que con gracia y destreza, sabían donde había mayor posibilidades de encontrarlos. La anguila con su cuerpo serpentiforme, es un animal que tiempo atrás estaba muy extendido en nuestras aguas.

Su facultad para adaptarse a diferentes medios, gracias a su capacidad alimenticia, tanto de pececillos vivos como muertos, además de larvas y gusanos, ayudará a que no resulte tan raro encontrarlas en determinadas zonas fluviales de interior, como ocurriría en el caso de Huete.

Sabemos que estas pueden descender por el curso de los ríos hasta el mar. Su presencia llega incluso a darse en momentos de bajadas violentas de aguas torrenciales, a pesar de que nos encontremos en cauces que permanecen buena parte del año secos, tal y como vimos décadas atrás en el caso de Vinaròs, concretamente hace más de veinte años, cuando se vieron anguilas en la zona de l'Estret tras la descarga de agua por parte de este barranco mediterráneo, con motivo de unas intensas lluvias que se produjeron en la cuenca alta del lecho fluvial.

La capacidad para sobrevivir en pozas o zonas donde hay escasa cantidad de agua, así como en puntos de lodo húmedo, explican que antaño no fuese tan raro toparse con anguilas en barrancos que tendrán poca agua para transportar. Durante las últimas décadas, la sobrepesca a la que se ha visto sometida la especie en los ríos, así como la peor calidad de las aguas fluviales, debido al incremento de los contaminantes que sobre estas se vierten, complican si cabe el crecimiento de su población. Ello sin olvidarnos del problema que puede generar la interposición de presas en medio de los cursos de ríos.


Cangrejo de río y anguila, dos animales muy presentes antaño en las aguas del río Mayor de Huete (IA)

Respecto al cangrejo de río, a pesar de ser menos representativo que siglos atrás, sabemos que en cauces como el río mayor de Huete, todavía es posible encontrarlo. Conocemos el caso vivido en 1998, ocasionado por un brote de tularemia, vinculado con la manipulación de este animal en la zona de Moncalvillo de Huete, y que afectó a varias personas que presentaron síntomas como úlceras en las manos y fiebre, tal y como recoge en su tesis doctoral Carlos Durántez (2019, 43).

Ahora bien, es importante diferenciar entre el cangrejo de río autóctono como el que describe Madoz, respecto los que hoy se pueden ver en buena parte de nuestros ríos, ya que la especie originaria, se ha visto desplazada por el cangrejo rojo americano, el cual es más competitivo y resistente que los que tradicionalmente habitaban estos espacios. De la misma forma, la expansión de algunas enfermedades que los cangrejos americanos portan consigo y que no les afectan, pero si a la variedad autócona, ha propiciado una reducción importante del número de los ejemplares que siempre hubo en nuestras aguas. 

Si a esto le sumamos la pesca excesiva que se dio en tiempos pasados, además de los cambios que en las últimas décadas se han vivido en cursos fluviales de escaso tamaño, tenemos, pues, razones suficientes, para entender como la situación en la que se encuentra esta especie, nada tendrá que ver con la que nos describe Madoz, hace casi ya dos siglos atrás.


David Gómez de Mora


Referencias:

*Durántez Fernández, Carlos (2019). Desarrollo y utilidad de las técnicas de ELISA y quimioluminiscencia para el diagnóstico de la tularemia humana (Tesis doctoral, Universidad de Valladolid).

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

sábado, 7 de junio de 2025

Apuntes sobre el oso pardo

Hablar del oso pardo en nuestro país, es hacerlo de un plantígrado que a lo largo de la historia, no siempre ha sido visto con buenos ojos por diferentes motivos que engloban tanto argumentos de tipo económico, social o de otra índole.

Ello en su conjunto, ha acabado afectando a su población, hasta el extremo de que la especie en el caso español, ha estado casi a punto de desaparecer. La percepción del oso, ha sido por norma general negativa tradicionalmente en la sociedad campesina y ganadera de antaño.

Oso pardo (IA)

A esto cabe añadir actuaciones humanas como la deforestación, y que desde el medievo impactarán ampliamente en el hábitat de la especie (con gran incidencia desde el periodo de la reconquista cristiana). Al mismo tiempo, la preocupación que siempre estuvo presente en las zonas habitadas donde se moverá, agravarán toda esta problemática. Tengamos en cuenta que un macho de oso pardo puede llegar a los 750 kilos de peso, además de 3'80 metros de largo.

Sobre la trágica evolución a la que se vio sometido el oso pardo, veremos que a partir de mediados del siglo XIX, este ya desaparece de los Alpes. En cambio, tanto en los Pirineos como el Cantábrico, conseguiría resistir, a diferencia de otras regiones de la Península, donde entrado el siglo XX ya se acabó desvaneciendo.

Respecto a su distribución durante el siglo XIX en España, José Piñeiro Macerias (2010), en un artículo sobre su población, comenta que “hacia 1820 se veían muy pocos osos en las tierras de Alcaraz y Segura; alguno en el Sistema Central; bastantes en la cadena cántabro-pirenaica; hasta era posible que todavía hubiera algún ejemplar recorriendo el Sistema Ibérico” (2010, 60).

En el caso de Cuenca, comenta que (2010, 62) “Alexandre de Laborde, dejaba anotado durante los primeros años del siglo XIX que, en la Serranía de Cuenca, podían encontrarse las mismas especies de caza mayor que las descritas para las montañas aragonesas”. De este modo se dará por hecho que durante los primeros años del siglo XIX, en la serranía conquense todavía quedaban algunos osos, así como incluso en centurias anteriores, era hasta posible encontrárselos en zonas menos abruptas desde el punto de vista geomorfológico, tal y como podría revelar la toponimia de diferentes enclaves de esta provincia. Por otra parte, respecto al caso conquense, Nores y Naves (pág. 4) comentan que tanto en la provincia de Cuenca y Guadalajara, después del siglo XVI, ya no se hallan menciones del animal.

En el caso de la provincia de Teruel, era incluso posible hallar osos durante el siglo XIX en determinadas zonas. Durante los últimos años, sabemos que en los Pirineos se han reintroducido osos pardos de procedencia eslovena, para de este modo conseguir que la especie se mantuviera.

Oso pardo (IA)

En algunos trabajos del siglo XIX, como para nuestro interés ocurre con el diccionario de Madoz, apreciamos que los principales focos donde se movía el oso, son aquellas zonas adscritas al norte de la Península, tales como Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra y la provincia de Lérida. Otros enclaves lindantes y donde también se tendrá constancia de su presencia por aquel entonces, fueron las tierras de Palencia, León y Burgos.

Es por ello, que en el referido diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de Pascual Madoz de mediados del siglo XIX, podemos aproximar la distribución de este animal incluso por municipios.

En el caso que nos ocupa, hemos querido recoger referencias que se tienen de la especie, en las autonomías de Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha (sin citar el caso de la Comunidad Valenciana, por el hecho de que no había ya ninguna mención sobre este animal por aquellas fechas).


Menciones del oso en el diccionario de Madoz en Cataluña

Localidad

Provincia

Cita textual

Tomo

Abella de la Conca

Lérida

Caza de osos, tejones, jabalíes, corzos, zorros...

Tomo I

Tremp–Urgel

Lérida

...osos, cabras monteses, liebres y perdices.

Tomo I

Valle de Àneu

Lérida

...con bastantes animales dañinos y algunos osos.

Tomo II

Arro

Lérida

...caza de perdices, liebres, cabras monteses, lobos, zorras y algunos osos...

Tomo III

Isil, Boren y Sorpe

Lérida

...lobos, zorros y algunos osos...

Tomo III

Bescaran

Lérida

...se abrigan cabras monteses y osos.

Tomos IV-V

Berros-Subirá

Lérida

...hay caza de liebres, algunos osos y perdices.

Tomo V

Bohí

Lérida

...jabalíes, lobos, osos y cabras monteses.

Tomo IV

Espot

Lérida

...cabras monteses, osos y aves de paso.

Tomo VII

Montgarri

Lérida

Hay osos, lobos, jabalíes, corzos, liebres, perdices...

Tomo XV

Son

Lérida

...hay lobos, zorros y aún algunos osos.

Tomo XV

Seo de Urgel

Lérida

...en los montes... aún se ven osos.

Tomo XVI


Menciones del oso en el diccionario de Madoz en Aragón


Localidad/Zona

Provincia

Cita textual

Tomo

Zona pirenaica

Huesca

...caza de corzos, jabalíes y osos.

Tomo I

Sistema Ibérico

Teruel

...se crían osos, jabalíes y lobos.

Tomo I

Moncayo

Zaragoza

...osos y cabras monteses...

Tomo I


Menciones del oso en el diccionario de Madoz en Castilla-La Mancha


Localidad/Zona

Provincia

Cita textual

Tomo

Sierra de Alcaraz

Albacete

...aún se encuentran osos...

Tomo I

Sierra Morena

Ciudad Real

...osos, lobos, ciervos y jabalíes...

Tomo I

Serranía de Cuenca

Cuenca

...se cazan osos y corzos.

Tomo I

Alto Tajo

Guadalajara

Oso, corzo y jabalí...

Tomo I

Sierras del norte

Toledo

...aún se hallan osos...

Tomo I


A grandes rasgos, apreciamos como ya a mediados del siglo XIX, la provincia de Lérida destaca como área clave, lo que indica su importancia como refugio histórico. Este patrón territorial se complementa con menciones en Huesca, Teruel, Guadalajara o Ciudad Real, confirmando en esos casos una presencia residual y fragmentada.

Distribución del oso a mediados del siglo XIX en la provincia de Lérida

David Gómez de Mora


Bibliografía:

*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid

*Nores, Carlos y Naves Javier. Distribución histórica del oso pardo en la Península Ibérica. Cap. 1, MMA, 14 pp.

*Piñeiro Maceiras, José (2010). “La distribución del oso por la Europa Meridional a comienzos del siglo XIX”. Argutorio: revista de la Asociación Cultural "Monte Irago", año 13, nº25, pp. 58-65

Una trágica historia en Capileira (verano de 1885)

Capileira es una localidad emplazada en lo alto de la zona noroeste de la Alpujarra. Un enclave de singular belleza, reconocido por el encanto de su trama urbana y el paisaje que lo rodea, ubicado a casi una altitud de unos 1500 metros.

El municipio se sitúa en plena zona montañosa, lo que ha propiciado que esta zona fuese históricamente un espacio con abundancia de lobos.

No obstante, la regresión a la que se verá sometido este animal (con especial intensidad a partir del siglo XIX), propiciará que paulatinamente fuese desapareciendo, hasta extinguirse por completo, durante las primeras décadas del siglo XX.

Capileira (foto del autor)

Aun así, la toponimia ha dejado vestigios de su presencia en zonas concretas, como sucede a poco más de diez kilómetros de esta localidad, donde se halla una elevación montañosa bautizada como el Collado del lobo (con un pico emplazado a 3119 metros de altura sobre el nivel del mar).

Sabido era que los lobos frecuentaban las tierras del término municipal de Capileira, por ser esta zona un punto directamente conectado con Sierra Nevada, en el que durante los duros inviernos, cuando la nieve complicaba la obtención de comida a estos animales, no era por ello extraño que se acercasen hasta las inmediaciones del lugar.

Vistas desde Capileira (foto del autor)

Esto sucedía en corrales o cortijos, donde siempre había reses de las que poder alimentarse. Cierto es que no era necesario esperar hasta los duros inviernos para que el animal frecuentase zonas donde había actividad. Por ello los pastores, siempre intentaban estar atentos, no fuese que en algún descuido el lobo se colara dentro de su cabaña ganadera.

La presencia del animal era bien conocida por los habitantes de la zona, hecho que se deduce por un trágico suceso ocurrido en verano de 1885, cuando en una nota de prensa del diario El Defensor de Granada, a fecha de 8 de julio, se informa de un ataque mortal sobre un niño de la población de Capileira:

Comido de lobos: Hace unos días salió de un cortijo de Capileira en busca de un hermano, que a poca distancia se hallaba regando centeno, un niño de unos cinco años de edad. A poco de salir del cortijo arrojose sobre la infeliz criatura un lobo que diese a correr con su presa para devorarla en paraje más oculto. Unos pastores que a gran distancia observaron los movimientos del lobo, corrieron tras él, logrando hacerle soltar al probe niño, ya sin vida, y con una pierna que fue devorada por la fiera”.

Parece ser que poco menos de un año antes, varios lobos se dejaron ver por esta localidad como en otros puntos, generando daños en algunas explotaciones animales. La historia del lobo en estas tierras, es conocida, y reflejo de ello es la presencia de algunos topónimos, que todavía permanecen en parajes o accidentes geográficos, como vemos en Pitres, a través de la hoya del lobo.

David Gómez de Mora

lunes, 2 de junio de 2025

Apuntes sobre Palomera

En Palomera se alza la denominada como casa señorial de la familia de la Cuba (un linaje que entroncó con la ilustre saga de los Clemente de Arostegui). La referida residencia, de porte señorial, hoy se adaptada a las exigencias de una casa de turismo rural, que todavía alberga elementos de interés, que dejan ver el nivel social de sus antiguos propietarios, siendo este el caso del trabajo de cantería que apreciamos en sus sillares, así como algunas de las vigas.

La casa está construida con algunas partes de piedra bien trabajada, tanto en su portada, como ventanas y esquinas. Un material duradero que ayuda al aislamiento térmico, como resistencia al paso del tiempo, además de realzar el estatus de sus antiguos propietarios. Uno de los elementos más llamativos es su tejado, el cual antaño estaría formado por las características tejas árabes de barro cocido. El generoso alero sobresaliente tiene una función clara: proteger los muros de las inclemencias del tiempo (en especial de la lluvia), además de remarcar el poder de quienes residían en su interior.

En la fachada apreciamos ventanas, de diferentes tamaños y disposición aparentemente irregular, así como algunas que se han tapiado. Este recurso, además de aportar intimidad y seguridad, permitía regular la entrada de luz y aire en el interior, adaptándose a las exigencias climáticas del entorno de la Serranía de Cuenca.

La residencia se compone de una planta baja y dos superiores, haciendo esquina, y siendo sin duda la más imponente de toda la localidad. En la zona baja, todavía apreciamos una gran puerta con arco de medio punto. Las ventanas en su día estaban protegidas por la característica forja castellana que todavía apreciamos en las localidades de esta tierra.

David Gómez de Mora