Obviar la relación entre los apellidos Jarabo y Vicente en el municipio de La Peraleja es algo prácticamente imposible, puesto que cualquiera que comience a analizar los vínculos genealógicos que se producen entre ambas familias, comprobará los estrechos nexos establecidos entre sendas estirpes desde siglos atrás. Siguiendo nuestros estudios sobre los linajes locales de este enclave, apreciamos como la casa de los Vicente en muchas de sus líneas estará representada por un conjunto de labradores con disponibilidad de recursos que se acabarán convirtiendo en los principales apoyos de la descendencia de Bonifacio Jarabo, personaje clave a la hora de entender la historia de su familia, ya que del mismo emergerá una parte del apellido y que todavía a día de hoy se extiende por estas tierras.
Recordemos que Bonifacio era el hijo de uno de los grandes terratenientes que había en Gascueña, tal y como se desprende por los comentarios de algunos de los testigos que participarán en el pleito de Preguezuelo entre La Peraleja y Tinajas. Tanto él como sus hermanos gozaron de una buena posición, lo que les permitió arrendar una ingente cantidad de tierras, y que en cierto modo eran credenciales más que suficientes para llegar a un nuevo enclave y conseguir durante una sola generación enlazar con las familias de vecinos más influyentes, además de representar su alcaldía y otros cargos que fortalecerán la imagen familiar. Es obvio imaginar que los peralejeros conocían a su padre Juan, quien como sabemos vivió hasta la segunda mitad del siglo XVI. Y es que las relaciones entre Gascueña y La Peraleja fueron una realidad que constantemente veremos reflejada en parte de la documentación. No olvidemos que en ambos municipios pasado el tiempo se prohibirá el reconocimiento de privilegios nobiliarios entre sus vecinos. Una situación que conjuntamente se repetía en Tinajas, donde la tradición relata que a los hidalgos se le recibía a pedradas. Suponemos que esta actitud de intransigencia hacia la nobleza se produciría en siglos posteriores a la época que aquí estamos estudiando, pues no faltan ejecutorias de hidalguías durante el siglo XVI en dichas localidades.
Tanto Bonifacio, como sus hijos y nietos verían desde un inicio en la familia Vicente una serie de paralelismos sociales con los que potenciar sus miras de futuro. Ambas estirpes eran casas de labradores acomodados tal y como se desprende por los testamentos que hemos podido consultar en varios de los volúmenes de protocolos notariales de La Peraleja. El interés matrimonial por cruzar sendas líneas estaba servido, pues con ello se reforzaba su posición dentro del ámbito local, una estrategia a la par de escasa ambición en el contexto geográfico, pues creemos que ambos linajes no pretenderán extenderse más allá del marco municipal en el que residieron.
Si seguimos la documentación de tipo parroquial, apreciaremos como el origen de los Jarabo radica en Gascueña, concretamente durante el siglo XV. A raíz de ahí el apellido irá expandiéndose por espacios colindantes, hasta extenderse por el ancho del territorio conquense. No siendo casualidad que su aparición en lugares cercanos como Saceda del Río, La Peraleja, Villalba, Caracenilla o Mazarulleque nos conduzcan hacia un mismo progenitor. En el caso de La Peraleja, será Bonifacio Jarabo el difusor de su linaje. Este tras casarse hasta en tres ocasiones, dejará una notable descendencia, destacando la figura de Juan Jarabo Catalán, quien de acorde a las referencias parroquiales mencionadas, celebrará nupcias en 1593 con Juana Vicente del Olmo, fruto de cuya unión nacerá Miguel Jarabo Vicente-Campanero, y que en 1623 casará con Magdalena Rojo de Hernán-Saiz.
Los Vicente como peralejeros nativos, ya habían enlazado con los Rojo y los Olmo, además de otras familias en las que premiará una reiterada endogamia. Recordemos que algunos de sus miembros solaparán el apellido, fundando vínculos que permitirían distinguir una casa de otra, a pesar de que en origen pudiesen venir de un mismo antepasado, de ahí que por ejemplo en el pueblo se distinguirá entre la línea de los Vicente-Rubio y la de los Vicente-Campanero. Detalles más exactos los tenemos en el caso de Juan Vicente-Campanero y Francisca del Olmo, a través de su hijo Miguel, que en 1598 casará con María Sánchez de Tudela, encargándose de la fundación de un vínculo. La endogamia del apellido seguía su curso, como veremos con Juana Vicente-Campanero Sánchez quien casará en 1617 con Miguel Vicente-Rubio, hijo de Francisco Vicente-Rubio y Catalina de Saceda. Como era previsible, una hija de estos últimos celebrará sus esponsales con Juan Jarabo en 1620 (este nieto de Bonifacio), consolidando de nuevo una unión entre ambas casas.
Alianzas matrimoniales entre los Jarabo y los Vicente de La Peraleja (genealogía familiar)
Francisco Vicente, el padre de Catalina y suegro de Francisco Jarabo, sabemos que muere en 1592 mandando enterrarse en la sepultura que poseía su padre, y que se hallaba en la capilla mayor de la Iglesia de San Miguel de La Peraleja. Este solicitó más 500 misas, de las cuales 200 habían de rezarse en el Convento de San Francisco, y otro centenar en el de Santo Domingo de Huete. En 1626 fallecía Isabel Jarabo, mujer de Juan Vicente, con pago de casi un centenar de misas. En 1632 Juan Jarabo muere con manda de 120 misas, ejerciendo hasta ese momento como alcalde ordinario de la población. Durante el año 1668 lo haría Bárbara Vicente, quien solicitará por el descanso de su alma y otros familiares un total de 200 misas. Cifra idéntica pedirá ocho años más tarde Gabriel Vicente y Vicente.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro II de defunciones (1578-1595), Sig. 113/14, P. 2125
* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones (1623-1764), Sig. 113/15, P. 2126
* Archivo Municipal de Huete. Libro nº1 de protocolos notariales de La Peraleja. Año 1591-1592