domingo, 7 de febrero de 2021

Los Sotoca de Villarejo de la Peñuela

El origen del apellido Sotoca en Villarejo de la Peñuela se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando fruto del matrimonio entre Juan Sotoca y María Sainz nacerán dos varones, Alonso y Juan (el mozo). El primero casará con Isabel Moreno, una familia de labradores locales, cuya descendencia adquirirá una representación importante en el lugar, pues el nieto Juan de Sotoca ejercerá funciones como escribano. Mientras tanto, su primo hermano Bartolomé, e hijo por tanto de Juan, casará en dos ocasiones, la segunda con María Redondo Torrecilla.

Recordemos que los Sotoca ya habían enlazando con los Torrecilla en 1643, además de entroncar con casas como la de los Torrijos, y que ya hemos comentado en más de una ocasión que aportaron alcaldes y regidores en este pueblo.

Villarejo era un municipio que desde el siglo XIV había pertenecido al Señorío de los Ribera, ahora por aquellas fechas, insertado en los dominios de los Condes de la Ventosa. A su vez Alfonso Martínez, un caballero de Huete, y que según se relata era gobernador de la fortaleza de esta ciudad, tuvo un vástago llamado Alfón Martínez de Ribera. Éste del mismo modo que su padre ostentó la alcaidía del castillo, casando con su esposa Inés Fernández. El destino de Alfón cambiaría de forma brusca, cuando tras una heroica intervención de resistencia ante la ofensiva de don Juan Manuel (quien pretendía tomar la fortaleza optense), recibió como recompensa por su acto memorable, la donación de la aldea y castillo de Anguix, además del señorío del Villarejo de la Peñuela junto con el de San Pedro Palmiches. Todo esto sucedía en 1328.

Mientras tanto los años irían trascurriendo, hasta que llegamos a un periodo clave, la guerra de sucesión castellana, donde carecemos de información que nos detalle que tipo de situación se estaba viviendo en la localidad. Lo que si se puede afirmar es que por aquellos tiempos sus dominios señoriales estaban en manos de los Ribera, a pesar de que habrá algún cambio de jurisdicción repentino. Y es que durante un periodo este pasaría a convertirse en zona de realengo, para después volver a revertirse en el tipo de señorío precedente.

Resulta difícil calibrar las consecuencias de estas alteraciones en el tejido social de la localidad. No obstante, como ya defendimos con anterioridad, Villarejo era un emplazamiento donde la gente podía gozar de cierta calidad de vida, hecho que posiblemente afectaba en las directrices que se acabarán tomando por parte de sus señores. La buena ubicación del enclave, en un camino a medias que conectaba entre Huete y la ciudad de Cuenca, tuvo que ser crucial, a lo que habríamos de añadir la heterogeneidad de un conjunto de servicios, que ayudarán a explicar porque durante los tiempos del Catastro de Ensenada todavía en este lugar sólo veremos un total de seis jornaleros y ningún pobre de solemnidad.

Creemos que es precisamente en ese escenario del siglo XVI, cuando entra en juego un linaje que sin haber dejado una excesiva descendencia, sabrá aprovechar bien sus bazas. Tengamos en cuenta que en la centuria siguiente veremos como se nombra a Juan de Sotoca, vecino de Villarejo, ejerciendo de notario público en la ciudad de Cuenca y su Obispado.

Representación de Jean Miélot

A finales del siglo XVII leeremos reseñas sobre algunos portadores de las sangre de los Sotoca en los libros de defunciones, es el caso de Bartolomé Sotoca, quien testó ante el escribano Juan de Sotoca, falleciendo en 1684 y citando como sobrino a Juan de Sotoca, además de un hijo llamado Bartolomé Sotoca (el mozo). Cuatro años más tarde se cita la defunción de María Sotoca, viuda de Juan de Torrecilla, quien solicita enterrarse en la sepultura de su hermano Bartolomé Sotoca, e informándonos que uno de sus yernos era Agustín Sainz.

En el año 1692 fallecía María de Sotoca, esposa de Julián López, quien solicitaría enterrarse en la sepultura de su padre Diego Sotoca. Al año siguiente, Juan de Sotoca, y que podría ser el escribano que antes hemos mencionado, efectuaría su testamento ante Andrés de Cañas, quien era natural de Jábaga y ejercía como notario en Villarejo. Éste solicitaría enterrarse en la sepultura de su madre (Ana Martínez), además de 153 misas.

Poco después vemos una asociación de intereses entre los Cañas y los Sotoca, ya que si seguimos el libro de matrimonios, apreciaremos que en 1657 casaba en este lugar Diego de Sotoca con Isabel de Cañas Moreno. Este Diego era a su vez hermano de Juan. Y es que las relaciones se intrincaban mucho más de lo que nos podemos imaginar, puesto que en 1660 María de Sotoca, y hermana de los citados Diego y Juan, casaría con Miguel de Cañas (éste viudo de María Redondo), siendo a su vez hermano de Isabel, la esposa de Diego de Sotoca.

De todo esto, lo que podemos desprender, es que existe una clara conexión matrimonial entre sendas líneas, pues no será casual que ambas se inserten dentro de ese conjunto de políticas tan propias de familias con intereses profesionales, como será el caso del control de las escribanías en este pueblo.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro I de matrimonios (1626-1764), Sig. 113/10, P. 2121

* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones (1623-1764), Sig. 113/15, P. 2126

* Catastro de Ensenada. Cuestionario de Villarejo de la Peñuela. http://pares.mcu.es/Catastro/

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).