domingo, 25 de agosto de 2019

Notas sobre algunas familias destacadas de Buenache de Alarcón durante el siglo XVII


Durante el período que va desde finales del siglo XVI hasta las primeras décadas del XVIII, en Buenache de Alarcón apreciamos una situación de bienestar, manifestada durante algunos intervalos concretos, y que fomentó la consolidación de diversos linajes locales, que en muchas ocasiones, siguiendo políticas matrimoniales entre familias del mismo lugar, reforzaron la tenencia de un patrimonio, que les sirvió para proyectarse, dentro de aquel reducido pero provechoso espacio geográfico.

La acumulación de tierras, como la consecución de cargos eclesiásticos por integrantes de las familias o la adquisición de una plaza dentro del Santo Oficio, permitían una situación de medraje social, que retroalimentaba el enaltecimiento de determinados apellidos, que a través de fundaciones o mediante la representación de cargos como las alcaldías o incluso las mayordomías (y que estaban presentes en las numerosas cofradías con las que contó el municipio), remarcaban más si cabe la procedencia de aquellas personas.

Conocemos el caso de algunas familias que a finales del siglo XVI tuvieron cierta influencia, aunque entrado el siglo XVII comenzarán a perder protagonismo, como sucedió con los Alcaraz. Labradores con recursos que entroncaron con otras casas como los Parra o los Hortelano. Por otro lado veremos el polo opuesto con aquellas estirpes que gozaron de una situación de crecimiento permanente, y que resultará inamovible a lo largo de varias centurias. Buen ejemplo serán los Pérez, quienes supieron asociarse de manera continua con los Parra, y que por aquellas fechas ya controlaban las familiaturas del Santo Oficio que había en la localidad.

Serán precisamente estos mismos Parra quienes junto con los Beltrán, de manera simbiótica irán obteniendo un poder importante entrado el XVII (destacando especialmente los primeros), al reservarse un control de determinados puestos. Esto les llevará a estar considerados como una de las familias con mejor calidad de vida dentro del municipio. Sus influencias irán más allá del marco local, dando como resultado numerosos personajes que irán ascendiendo de manera reiterada, enfatizando esta estrategia a través de la Iglesia, puesto que no se conformarán con tener párrocos dentro de Buenache, de ahí que intentarán asentar miembros del linaje en la misma Catedral de Cuenca, consiguiendo puestos favorables dentro del Santo Oficio, que serán positivos para la preservación de su estatus hasta finales del siglo XVII, convirtiéndose así en uno de los apellidos más extensos, ricos e influyentes que había en el municipio. Entrado el siglo XVII, linajes como el de los Cerrillo, Rentero y Coronado comenzarán a cobrar protagonismo (especialmente a partir de la segunda mitad de esa centuria), siendo el prolegómeno de un ascenso que paulatinamente irá calando con el trascurso de las siguientes generaciones.

 Buenachedealarcon.com

Desde mediados de este siglo hasta principios del XVIII, tenemos otras familias igual de importantes y que no podemos pasar por alto, ese será el caso de los Barambio, Piqueras y Hortelano, quienes siguieron proyectándose, aunque sin llegar a moverse fuera de su demarcación natural. Si los Barambio consiguieron ser una de las casas más fuertes a través de sus influencias dentro de las Iglesias de Buenache y Piqueras del Castillo, hubo quien incluso ya llegó a ocupar puestos de importancia en Madrid, como sucedió con el Doctor Barambio. Otra de las líneas menos estudiadas pero no por ello menos importantes, era la de los Piqueras, quienes se proyectaron desde una perspectiva agrícola, ejerciendo como terratenientes locales, que se asociaron en algunas generaciones con la familia Barambio, de ahí que genealógicamente ambas compartan nexos en común. Fenómeno parecido tendremos con los Hortelano, y sobre los que ya hemos dedicado algún artículo, donde el campo de proyección será mucho más variado (párrocos, mercaderes, escribanos, labradores…), y que como todos los restantes controlarán siempre puestos destacados dentro de la política municipal.

No obstante, se vivirá un punto de inflexión durante la segunda mitad del siglo XVII, cuando familias como los Salonarde y los Reyllo, después de haber medrado dentro del ámbito local, traspasarán su área de influencia, y entablarán relaciones con integrantes de la nobleza conquense (ya asentados en la capital), lo que les ayudará a extender su apellido, además de su fama y patrimonio. Los primeros ejecutarán esta estrategia por medio de los Clemente de Arostegui, mientras que los segundos a través de los Castillo y fundamentalmente los Mendoza.

A grandes rasgos y a modo de conclusión, observamos diferentes formas de ascenso social, que en muchos casos resultarán fallidas, englobando sólo de manera pujante no más allá de un par o tres generaciones la buena situación de sus componentes.

Por el contrario otras lo conseguirán durante un tiempo más prolongado, con diferentes variantes, que podían cernirse exclusivamente al ámbito municipal o de sus alrededores,  llegando en el mejor de los casos a cruzar la frontera comarcal, y expandirse sobre un área geográfica más amplia. No cabe la menor duda de que uno de los trampolines que permitía ampliar aquellas fases de crecimiento, eran los cargos vinculados con la Iglesia, así como la tenencia de un patrimonio suficientemente importante, que sirviera como garantía para enlazar con familias de unas condiciones similares, o que ya llevaban aparejada una hidalguía, que obviamente abría muchas más puertas a la hora de conseguir estatus y posibilidades de subir socialmente.

Todas estas casas aquí citadas tendrán en común el haber realizado testamentos, con fundaciones de bienes considerables, además de ocupar puestos destacados dentro de la corporación municipal.

En estos momentos nos encontramos recabando datos de interés sobre las mismas, y que esperamos presentar en breve, para que el lector entienda como y de qué manera fueron sus vidas, pues gracias a referencias documentales presentes en testamentos, escrituras notariales y otro tipo de informaciones de tipo histórico, se puede realizar una radiografía social de los mismos,  que no queda en meros nombres y apellidos, de los que a veces sólo se intuye o cree una parte de su pasado.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).