miércoles, 5 de mayo de 2021

Breves notas sobre algunos linajes en territorio conquense durante las guerras civiles castellanas. Nexos políticos y genealógicos

La primera guerra civil castellana (1351-1369) fue un conflicto que se produjo entre los partidarios del rey Pedro I de Castilla, y los de su hermanastro Enrique II de Castilla (de Trastámara). Enrique III (1379-1406) era hijo de Juan I y Leonor de Aragón, además de nieto paterno de Enrique II de Castilla (el vencedor de la primera guerra civil) y de Juana Manuel de Villena, ésta a su vez hija de don Juan Manuel.

Enrique premiará a muchos linajes por su participación en la guerra de Portugal (ocurrida en tiempos de su padre Juan I), como les sucedería a los Ruiz de Alarcón, junto con otras familias que luego consolidarán una parte del corpus de la nobleza señorial conquense, entre las que cabe destacar varias casas con raíces portuguesas y que tras el fracaso castellano en esta contienda, huirán en búsqueda de un refugio en territorio castellano.

Décadas después la sangre volverá a correr durante la siguiente guerra civil castellana (1437-1445), donde se enfrentaron dos bandos nobiliarios que lucharían por el poder en la Corona de Castilla. De un lado tendríamos la parte encabezada por Juan II de Castilla (el hijo de Enrique III), el condestable don Álvaro de Luna y el príncipe de Asturias don Enrique. En la otra parte estaría la liga nobiliaria representada por los infantes de Aragón don Juan y don Enrique, hijos de Fernando de Antequera, rey de la Corona de Aragón y del Reino de Navarra. En un primer momento los infantes de Aragón impusieron su fuerza, aunque la victoria final acabó siendo para el bando realista, en un episodio decisivo que marcará el final del conflicto: la batalla de Olmedo.

Juan Pacheco Téllez y Girón, estaba del lado realista, por ello, y tras involucrarse en la batalla clave, Juan II le otorga el título de marqués de Villena en 1445. A partir de ese momento los Pacheco empiezan a marcar sus diferencias respecto a muchas de las familias de la nobleza territorial. Su poder se acrecenta, de la misma forma que sus ambiciones.

No obstante, la gran guerra que definirá el rumbo de la evolución política y nobiliaria de una parte de las élites de la provincia conquense, se enmarcará en la última contienda bélica de de la sucesión castellana (1475 1479), cuando tras la muerte de Enrique IV (el hijo de Juan II), se disputará el control de la Corona de Castilla entre los partidarios de Juana de Trastámara, hija del difunto monarca Enrique IV de Castilla , y los de Isabel, media hermana de este último.

Juana de Castilla, llamada por sus adversarios «la Beltraneja» y mujer de Alfonso V de Portugal, era la hija de Enrique IV (fallecido en 1474 y conocido con el mote del “impotente”), de quien siempre se dijo que no era vástaga, tal y como remarcaba el apodo que hacía alusión a su supuesto padre: Beltrán de la Cueva, primer Duque de Albuquerque. Diego López Pacheco, Marqués de Villena, decidido partidario de Juana, era hijo del anterior marqués, quien había mostrado su fidelidad al padre de Enrique IV.

En el bando de Juana y que finalmente resultará el perdedor, además de la casa de los Pacheco, veremos a potencias extranjeras como Portugal y Francia. Por la parte Isabelina tendremos a la Corona de Aragón y una parte considerable de la alta nobleza castellana, encabezada por los Mendoza y los Manrique de Lara.


Los Pacheco y los Girón

Que Juan Pacheco fue uno de los grandes protagonistas de la historia del Reino de Castilla durante el siglo XV, es algo que nadie pone en duda. Hijo de Alfonso Téllez-Girón y Vázquez de Acuña, así como de María Pacheco (II Señora de Belmonte), fue el brazo derecho del monarca Enrique IV de Castilla.

Tras haber combatido junto al mismo en la primera batalla de Olmedo, Juan II de Castilla le entrega el título de Marqués de Villena en el año 1445, y que como era sabido, abarcaba parte de los dominios que en el pasado controlaron la noble familia de los Manuel. Juan Pacheco era un hombre orgulloso con miras, y por ello a través de sus alianzas familiares como políticas con otros linajes de su mismo círculo social, llegaría a restaurar y expandir un proyecto territorial muy ambicioso.

Recordemos que tanto su hermano Pedro Girón, como Alonso Carrillo (tío y Arzobispo de Toledo), integraron las cabezas pensantes que marcarían la senda política de Enrique IV. No obstante, y tras sucesivos episodios en los que el linaje fue cobrando mayor protagonismo, llegaríamos al año 1469, momento en el que la infanta Isabel acabaría casando con Fernando de Aragón, algo que fue en contra de los pactos establecidos por Enrique IV, y que darían pie a la Guerra de Sucesión Castellana.

Imagen: escudo de los Pacheco. Nobiliario de Diego Hernández de Mendoza (fol. 169)


Los Ruiz de Alarcón

A finales del siglo XIV nuestros antepasados los Ruiz de Alarcón recibían su compensación por el apoyo mostrado a Enrique III. Su lealtad al monarca frente al Marqués don Alfonso de Aragón, es motivo más que suficiente para ser congratulados, de manera que en 1395 Martín Ruiz de Alarcón acabaría siendo nombrado guarda de la villa de Alarcón y merindad de Iniesta, junto con la jurisdicción señorial de sus propiedades sobre Talayuelas, Valverde y Veguilla de las Truchas. Su hermano Garci Ruiz de Alarcón conseguiría el Señorío de Buenache de Alarcón.

Sabemos que en 1429 Garci había vendido sus propiedades en Tresjuncos, Hontanaya, Fuentes y el Villarejo a María Pacheco, la madre de Juan Pacheco, por 2.700 florines de oro. Además, como señala Pretel, aunque los Ruiz de Alarcón se mostrarán “monárquicos” por regla general (debido al miedo que les acarreaba perder las ventajas feudales adquiridas por el Rey), en ocasiones tuvieron comportamientos ciertamente contradictorios.

Los Ruiz de Alarcón temían un sorpasso de los Pacheco que finalmente se acabó gestando. No obstante, la familia viviría momentos de acercamiento como no es descabellado plantear en tiempos de Lope de Alarcón (el hijo de Martín). Recordemos que Díaz de Montoya es enviado por el infante para convencer a los Ruiz de Alarcón en su compromiso por la causa, o que por ejemplo Rodrigo Pacheco de Avilés acabaría casando con Catalina Ruiz de Alarcón.

Rodríguez Llopis recuerda como paradójicamente habrá Ruices de Alarcón sirviendo desde la Orden de Santiago a Juan Pacheco cuando éste llegó a ser Maestre (y es que Martín Ruiz de Alarcón, Juan Ruiz de Alarcón y Hernando de Alarcón, serán comendadores de Membrilla y Uclés).

Petrel comenta que incluso se podría situar a los Ruiz de Alarcón junto al Marqués de Villena, ya que recibían de él acostamiento para el mantenimiento de sus lanzas.

Al final los descendientes de los Ruiz de Alarcón serán víctimas de las persecuciones inquisitoriales, en parte instigadas y cebadas por su acercamiento al Marqués de Villena, tal y como fue el caso de los Castillo-Ruiz de Alarcón.


Los Valencia

La reina Isabel instaba a Juan Hurtado de Mendoza a que éste tomara las tierras de aquellos caballeros afines al Marqués de Villena, siendo este el caso del Señor de Piqueras, don Juan de Valencia. Todo un personaje polifacético, envuelto constantemente en embrollos.

La fidelidad de los Valencia a los Pacheco estaba legitimada por sus vínculos de sangre. Juan era hijo de don Alonso Téllez-Girón de Valencia y doña María Pacheco (Blanca en otras fuentes), es decir, su padre había recibido en 1456 la villa de Piqueras por donación del que era su primo don Juan Pacheco, el primer marqués de Villena.

No hemos de olvidar que Juan de Valencia se enfrentaría a Señores neutrales, e incluso el que debía ser su futuro suegro, don Hernando del Castillo, acabó interceptándolo en la trama en la que estaba siendo sobornado con la recepción de la alcaldía del Castillo de Garcimuñoz, junto con el lugar de Barchín, 100.000 maravedís anuales y otras mercedes.

Juan de Valencia murió solo, aislado por los enemigos que fue buscándose a lo largo de su existencia. A pesar de haber dejado un varón descendiente de su segundo matrimonio con María de Ludeña, éste optó por volcar el Señorío de Piqueras en la hija de su primer matrimonio con Beatriz de Villegas, de modo que doña Guiomar acabará representando la tercera generación de señores piquereños. Decir que María de Ludeña abandonó a Juan, de ahí que probablemente éste tuviese claro que su legitima heredera había de ser su hija mayor, quien por cierto casó con don García Ruiz de Alarcón, portador por línea recta de varón de la sangre de los Castillo, esa misma familia a la que Juan guardaba tanto rencor.


Los Acuña

Al igual que los Coello, Pacheco y otras tantas familias, los Acuña llegaron a tierras castellanas huyendo de Portugal, tras haber mostrado su apoyo al rey Enrique III cuando éste revindicaba el trono lusitano.

De entre los personajes que integraron este linaje hay que destacar a don Lope Vázquez de Acuña y Carrillo de Albornoz, quien guardaba parentesco con el Marqués de Villena, pues ambas casas ya habían enlazado. Lope era hijo de don Lope Vázquez de Acuña (primer Señor de Buendía y Azañón) y de su mujer doña Teresa Carrillo de Albornoz (Señora de Paredes, Portilla y Valtablado). Decir que éste participará de forma activa en la sublevación nobiliaria de 1464, al mostrar su apoyo al príncipe Alfonso tras su proclamación como Alfonso XII en 1465. El conflicto como sabemos sólo duró unos pocos años, ya que el candidato a sustituir a su hermano Enrique IV, moriría en 1468.

Para los Acuña Huete era el enclave estratégico desde el que Lope aspiraba a mantener su centro de poder. Consiguiendo ostentar su alcaidía, e impidiendo que Isabel pudiera tomar la posesión del lugar tras los actos de Guisando.

Lope era una figura de peso, y el poder de su familia, reforzado en parte gracias a los enlaces establecidos con grandes casas de la nobleza conquense, le ayudaron a que éste acreditara una buena posición, a pesar de ser contrario en tiempos de guerra al bando de los Reyes Católicos, consiguiendo aun así el perdón regio, además de recuperar propiedades e incluso recibir ingresos.


Los Castillo

La figura de Hernando del Castillo ha sido profundamente estudiada por Ignacio de la Rosa. Personaje crucial en lo que hoy denominaríamos como la historia de la Manchuela conquense, por ser entre otras cosas la cabeza visible de de un linaje converso que estaba bajo la protección por el Marqués de Villena.

Los Castillo habían tejido una serie de alianzas matrimoniales con gente que también giraban alrededor de la órbita de los Pacheco. Unas más allegadas que otras, les permitieron consolidar un grupo de poder, en el que irían acumulándose la tenencia de una serie de territorios, que reforzarían el radio de influencias en la franja de las tierras de Alarcón. Recordemos que Hernando desmantelaría la conspiración en la que estaba inmerso el que a priori debía de ser su yerno, Juan de Valencia.

Éste llegó a ser Alcaide de la fortaleza de Alarcón y Zafra, además de Señor de Altarejos y Perona. Sus hijos celebrarían enlaces de cierta entidad, como sucedería con los Guzmán, los Señores del Provencio, así como los de Cervera y Olivares (Álvarez de Toledo), sin olvidar de los propios Pacheco, ya que su hija María de Toledo acabó casando con el alcaide de Belmonte, don Diego Pacheco.

Paralelamente apreciaremos otras líneas de este mismo apellido en la zona, y que a tenor de nuestras investigaciones genealógicas, como ya expusimos con anterioridad basándonos en varias hipótesis parentales, nos llevan a pensar que buena parte de los integrantes de la familia Castillo habrían de enmarcarse dentro de un mismo linaje converso, al margen de sus estrategias de despiste, con motivo de las repercusiones que podía causarles una mínima relación parental, y es que como veremos tras la instauración de la Inquisición y previa derrota de los allegados al Marqués de Villena, a los Castillo se les perseguirá de forma despiadada, minando cualquier interés o aspiración social que intentara alcanzar clan.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

-Pretel Marn, Aurelio (2011). El Señorío de Villena en el siglo XV . Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses Don Juan Manuel, 534 pp.

-Rodríguez Llopis, M. (1998). “Procesos de movilidad social en la nobleza conquense: la Tierra de Alarcón en la Baja Edad Media”, en Tierra y familia en la España Meridional, siglos XIII-XIX. Francisco González García (Ed.), Universidad de Murcia, pp. 45-85

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).