Que Juan Pacheco fue uno de los grandes protagonistas de la historia del Reino de Castilla durante el siglo XV, es algo que nadie pone en duda. Hijo de Alfonso Téllez-Girón y Vázquez de Acuña, así como de María Pacheco (II Señora de Belmonte), fue el brazo derecho del monarca Enrique IV de Castilla.
Tras haber combatido junto al mismo en la primera batalla de Olmedo, Juan II de Castilla le entrega el título de Marqués de Villena en el año 1445, y que como era sabido, abarcaba parte de los dominios que en el pasado controlaron la noble familia de los Manuel. Juan Pacheco era un hombre orgulloso con miras, y por ello a través de sus alianzas familiares como políticas con otros linajes de su mismo círculo social, llegaría a restaurar y expandir un proyecto territorial muy ambicioso.
Recordemos que tanto su hermano Pedro Girón, como Alonso Carrillo (tío y Arzobispo de Toledo), integraron las cabezas pensantes que marcarían la senda política de Enrique IV. No obstante, y tras sucesivos episodios en los que el linaje fue cobrando mayor protagonismo, llegaríamos al año 1469, momento en el que la infanta Isabel acabaría casando con Fernando de Aragón, algo que fue en contra de los pactos establecidos por Enrique IV, y que darían pie a la Guerra de Sucesión Castellana.
A lo largo de estos años irán apareciendo nombres de personajes que se relacionarán entre sí dentro del seno familiar de Juan Pacheco. Por un lado estaría Gutierre de Cárdenas, Señor de Maqueda y maestresala de Isabel de Castilla, ejerciendo como negociador entre ésta y el Arzobispo Carrillo, ante la negativa de boda con Alfonso V de Portugal.
La historiografía no duda en señalar a Gutierre como uno de los grandes instigadores para que Fernando acabara sellando alianzas matrimoniales con Isabel, de ahí el recibimiento del ingente patrimonio que pertenecía a los dominios señoriales de Elche, y que Isabel había adoptado como dote de su suegro tras afianzar la boda con su hijo Fernando II de Aragón.
Con esta acción los Cárdenas medran socialmente de una forma espectacular. No obstante, lo que el Marqués de Villena no se imaginaría, es que una de sus hijas, acabaría casando con un hijo de Gutierre. Y esto tiene su prolegómeno en el hecho de que Juan Pacheco casaría con la hija del Condestable de Castilla, María de Velasco, de quien nacería Mencía Pacheco, hija póstuma, y que acabaría celebrando esponsales con Diego de Cárdenas (éste ya Duque de Maqueda, e hijo del referido Gutierre).
Para enrevesar más las relaciones entre los personajes que hemos citado, el Marqués fallece cerca de Trujillo en 1474, casando la viuda con Beltrán de la Cueva. Recordemos que Beltrán era el personaje a quien se le asignará la paternidad de la hija de Enrique IV, aprovechando la buena relación que tenía con la reina Juana de Portugal. Fruto de esa supuesta infidelidad nacería Juana (“la Beltraneja”, designada con esa marca despectiva en alusión a su verdadero padre), y de la que Juan Pacheco sería el padrino en su bautizo.
Ya en 1461 Beltrán consigue ganarse la confianza de los reyes, desplazando a Juan Pacheco, y creando por tanto una lucha de poderes, que marcarán sin lugar a dudas el destino de sus vidas en fechas venideras. Tras el estallido de la guerra de sucesión, Beltrán (el supuesto padre de Juana, aunque oficialmente lo era Enrique IV), llegó a enfrentarse a ella en la lucha por la sucesión, posicionándose en el bando de Isabel, combatiendo por ello en sus filas contra los intereses del Marqués de Villena. En 1482, ocho años después de la muerte de Juan Pacheco, como decíamos, éste casó con la viuda María de Velasco.
Recapitulando, la hija del Marqués, Mencía Pacheco de Velasco, y que no dudó en tomar el apellido paterno, casó con Diego de Cárdenas, seguramente muy influenciada por la posición que tomaría su madre tras la muerte de su marido, pues la veremos insertada en el núcleo duro de los Reyes Católicos, y es que no hemos de olvidar que ésta también portaba sangre de los Mendoza, cosa que explicaría todavía más si cabe esa interacción de intereses políticos como sociales dentro de la corte. Diego de Cárdenas, ya con la firmeza que le otorgaba su vínculo con la casa real, sellaría alianzas con Mencía, fruto de cuyo enlace nacerá Bernardino de Cárdenas y Pacheco, quien no dudó en seguir tomando el apellido de su madre, y que como sabemos tras la derrota del bando del Marqués en la guerra de sucesión marcaría un precedente en la historia de la casa.
Recordemos que el abuelo materno de Bernardino de Cárdenas y Pacheco, llegó a controlar en territorio alicantino los dominios y fortalezas de Villena junto con la de Sax. Sabemos que estos enclaves nada tendrán que ver con la descendencia de los Cárdenas, ya que el Marqués de Villena dejó una numerosa prole a través de sus varios matrimonios. Además, Bernardino procedía de una línea alejada de la primogenitura, de ahí que la casa Pacheco quedará como algo simbólico en el seno de los Cárdenas, aunque no por ello rechazándose el apellido, pues recordemos que no era necesario portarlo, ya que la intercalación era una posibilidad muy empleada entre las familias siempre que se quería reclamar una propiedad o en su defecto desvincularse de cualquier nexo que las uniera. Bernardino de Cárdenas y Pacheco, finalmente conseguiría por herencia de su abuelo abarcar los dominios de Elx, junto con los de Crevillent, Santa Pola, y por inclusión la isla de Tabarca.
La historia de estas familias seguiremos estudiándola en un futuro pues a parte de inmiscuir el pasado de las tierras del Vinalopó, son un eslabón necesario a la hora comprender las influencias políticas y consecuencias socioeconómicas que ejercieron en algunas de las localidades que tuvieron bajo su control.
David Gómez de Mora