domingo, 2 de mayo de 2021

La devoción cristiana en la isla de Nueva Tabarca

La historia de Tabarca no puede entenderse sin analizar previamente la vida de los Marqueses de Elche y Duques de Maqueda: el linaje Cárdenas. Una familia de la alta nobleza, cercana a la Corte, y que desde la época de los Reyes Católicos, vieron como su vida tomaba unos derroteros inesperados.

Sin lugar a dudas un personaje clave en el destino de lo que hoy nosotros conocemos como la isla Nueva de Tabarca, es el aristócrata don Bernardino de Cárdenas y Pacheco, quien mandó construir el castillo de Santa Pola para defender su puerto y disponer de hombres que así pudieran maniobrar hasta la isla en caso de repeler ataques piratas, consiguiendo de esta forma, tener parte del control sobre los bienes patrimoniales que había heredado de generaciones atrás.

El interés por fortificar Santa Pola, llevaría a que posteriormente (siglo XVIII) se ejecutara una defensa factible de la isla, y que con anterioridad siempre había quedado en agua de borrajas, ante los graves problemas de seguridad que suponía su abandono, al hallarse completamente inhabitada 1, convirtiéndose por tanto, en un prolífico nido de piratas y contrabandistas del mar.

Parece ser que Nueva Tabarca no estaba tan dejada a su suerte como podríamos imaginar, ya que tenemos referencias en las que se cita como don Bernardino de Cárdenas y Pacheco, acudía hasta el lugar con motivo de su afición por la caza, pues este territorio se acabaría convirtiendo en un entorno idóneo en el que podía desempeñar todo tipo de actividades cinegéticas. No olvidemos que los bienes de los Cárdenas, venían de su abuelo don Gutierre, quien recibe mediante el favor de los reyes, una serie de territorios por donación perpetua que integrarán el señorío ilicitano, y entre los que se encontraba la famosa isla. A Gutierre, le seguiría su hijo don Diego de Cárdenas y Enríquez, quien casaría con doña Mencía Pacheco, fruto de cuyo enlace nacerá don Bernardino.

Recordemos que Don Bernardino de Cárdenas y Pacheco toma posesión de la isla y sus dominios el 7 diciembre de 1543, y que a la muerte de éste, es su hijo Bernardino (el mozo) quien le continúa el 6 de enero de 1560 (Espinar, 2019, 13). La finalización de la fortaleza y acondicionamiento de Santa Pola, fue un primer paso que mucho tiempo después fomentará la idea de que aquel lugar podía habitarse. Aunque nada más lejos de la realidad, el precio a pagar sería elevado si tenemos en cuenta por el calvario que habrían de pasar las primeras generaciones que se asentaron, una historia recogida en escritos de la época, que alertan de la crudeza con la que habían de afrontar los quehaceres diarios sus habitantes, ante la desoladora falta de medios en el lugar.

Desde luego no sería exagerado decir que la isla era un lugar sumido en la más inmensa de la miserias, testimonio recogido en las crónicas del siglo XVIII, donde se nos advierte la vida precaria de sus gentes. Así lo refleja el párroco de la isla (Manuel Castell) en el año 1809, cuando escribe que 2 “[…] halló que la indicada isla carece totalmente de agua y leña […] pues aunque en el año de mil setecientos sesenta y tantos se formaron un pequeño número de casas y muralla […] desde entonces acá ha ido para menos aquella plaza y vecindario, de suerte que los pocos vecinos que quedaron fueron quemando por necesidad la madera de las puertas, ventanas y techos y por consiguiente se arruinaron las casas; […] El número de vecinos en la actualidad es de diez y ocho a veinte a quienes se les permite pescar […]” (Archivo Histórico Nacional, 1809: Expediente: autorización al párroco). Leyendo estas líneas cualquiera puede hacerse una mínima idea de lo difícil que resultaba poder vivir en un lugar de aquellas características. Un entorno hostil carente de todo recurso de primera necesidad, donde a la falta de agua dulce, había que sumarle el peligro de la piratería.

Obviamente, la exposición en un entorno de esta naturaleza, es motivo más que suficiente para moldear la forma de ser y pensamiento de unos habitantes que autosubsisten dedicándose a la pesca, sin la posibilidad de plantearse una mejora social en el caso de permanecer de manera ininterrumpida en la isla.

Al fin y al cabo se trataba de una modesta sociedad que se movía en un reducido ámbito local, endogámica y abrazada fuertemente a la religión, pues la fe era la única puerta a una respuesta que justificara la importancia de seguir anhelando la esperanza de la llegada de tiempos mejores, a pesar de que las comodidades eran nulas.

Nueva Tabarca era el reflejo de un pueblo volcado en el duro trabajo de la pesca, sumido en unas indiscutibles pautas de ruralización, en el que la única salida a muchos de los interrogantes que acechaban a sus gentes, procedía de la metafísica y la paciencia.

Un entorno tradicional, marcado por una monotonía diaria en torno al oficio, donde se acababan entremezclando las manías y ritos del vulgo ancestral, con una modesta formación cristiana que cuando podía el capellán impartía en sus liturgias. Una vida nada fácil, en la que tal y como comenta en su estudio Arpide, había multitud de dichos y creencias, entre la que podemos destacar una costumbre muy peculiar en el momento del parto, y que se vivía en aquellas casas donde “predominaba el fatalismo, pues rezan al santo de su devoción, encienden velas, practican los siete domingos de San José, etc, todo ello para que la mujer tenga feliz embarazo y mejor alumbramiento” (González Arpide, 1981, 432).

Aunque en los años setenta parece que en el pueblo no hay sanadores ni curanderos, en las mentes de la gente del pueblo todavía persistían numerosas manías, tal y como esa en la que decían como “los niños que nacían desde las diez del Jueves hasta la misma hora del Viernes Santo, eran llamados saludores por tener la virtud de curar las heridas producidas por los perros rabiosos lamiéndolas. Hasta el punto de que se decía que podían guardar en el pecho culebras y lagartos vivos sin que les hirieran” (González Arpide, 1981, 436).

Otra costumbre arraigada y que esperamos estudiar en una futura entrada, es precisamente la preocupación de los habitantes por la necesidad de distribuir elementos protectores en diferentes puntos de la isla. Famosos eran los consejos para evitar el mal de ojo, así como las advertencias de poder verse afectados por los designios negativos de un vecino envidioso.

Parte de estas ideas, y las consecuencias que puede generar el vivir lejos de cualquier zona masificada, generará un caldo de cultivo propicio par la continuación de una sociedad sumida en un mundo de creencias ancestrales, en el que las diferentes imágenes y rituales que vamos a pasar a describir, generan una especie de cóctel, en el que se entremezclan prácticas poco ortodoxas desde la perspectiva católica, junto con las que aguardan un fervor religioso tradicional, y que finalmente se canalizan en la devoción de imágenes como la de la Inmaculada Concepcion, San Pedro, San Pablo, la Virgen del Carmen y la del Rosario.


La Virgen de la Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción es la patrona de la isla, a quien antaño se le dedicaron unos gozos 3 que todavía siguen empleándose, junto con otros a San Pedro y San Pablo. El miedo a los peligros de la mar, y la preocupación de no padecer una muerte sin sufrimiento, se reflejan claramente en el contenido de una parte de estos textos religiosos. La celebración de la Inmaculada coincide precisamente con el día en el que los tabarquinos de Argel fueron liberados, efemérides que se produjo el 8 de diciembre de 1768. Como indica Pérez Burgos (2016, 512), en origen la festividad se conmemoraba el día marcado por el calendario tradicional, no obstante, tiempo después pasará a integrarse con las fiestas patronales de los apóstoles.

Sobre la Inmaculada cabe recordar que el tema religioso es anterior a la natividad de Jesús y deriva de la creencia de que la mujer elegida por Dios para ser la Madre de su hijo debía ser una criatura excepcional y limpia de pecado. Desde la tardía Edad Media, artistas como Giotto que pintaba escenas de textos apócrifos, como el beso de San Joaquín y Santa Ana, donde se dice que concibieron sin pecado a la Virgen, surgen las representaciones de la Tota Pulchra, donde la Virgen se representa de pie, con el cabello suelto y las manos unidas en actitud de rezar y rodeada de los símbolos de las prefiguraciones del Antiguo Testamento; los símbolos de pureza del Cantar de los Cantares: el Sol, la Luna, el cedro, la rosa sin espinas, la fuente, la estrella del mar, el lirio, la rama de olivo, la torre de David y el espejo sin mancha.

Imagen de la Virgen de la Inmaculada (isla de Tabarca). Fotografía del autor

Los artistas conocían estos símbolos e iconografías por las letanías que circulaban en Europa desde el siglo XV (gracias a la imprenta). No obstante, de este modelo surgiría otro más difundido, el de María Mulier Amicta sole que estaba inspirado en el fragmento del Apocalipsis (12,1) donde dice: “Y allí apareció una maravilla en el cielo; una mujer vestida con el sol y la luna, a sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Éste era reconocido por el Concilio de Trento, por lo que dicha iconografía alcanzó mucha popularidad, estando muy difundida por los modelos de las estampas que circulaban entre los artistas, presentando siempre unas características formales similares. Las más populares fueron las de Murillo, a partir de la que numerosos pintores copiaron también su diseño, siendo ese el caso de Salvador Maella.

Esta virgen será la patrona del lugar, motivo más que justificado por el que su festividad era uno de los acontecimientos más celebrados en el pueblo. Recordar que el padre Villalta ya informaba de que ésta era muy venerada por todas las mujeres jóvenes de la Isla. Por desgracia no se pueden recabar datos precisos a través del los libros de la iglesia, puesto que el archivo parroquial fue pasto de las llamas junto con el templo tras el estallido de la guerra incivil española.


San Pedro

Otra festividad religiosa era la del 29 de junio, en conmemoración a San Pedro, también patrón del lugar, como posteriormente San Pablo.4 Pérez Burgos (2016, 539) comenta citando a Encarni Rabadán del Olmo, que muy probablemente en origen San Pedro era el único titular de la fiestas del pueblo, habiéndose introducido después San Pablo, tal y como podría reflejar un documento del Archivo Municipal de Alicante, en el que sólo se trata de patrón a San Pedro a mediados del siglo XIX (legajo 1905-4-25/0 -1885-, Archivo Municipal de Alicante). Recordemos que “en la mayoría de las casas se pone durante todo el tiempo del parto (bien en la misma habitación de la parturienta o bien en una inmediata), un cuadro entre dos velones o cirios con estampas de San Pedro y San Pablo o de la Inmaculada” (González Arpide, 1981, 435).

El peso religioso de este personaje no era para menos, especialmente en un hábitat isleño, pues las gentes se identificaban con él por su oficio de pescador. Como ya sabemos, su nombre de nacimiento era el de Simón, y hasta antes de su encuentro con Jesús faenaba en el mar de Galilea.

Iconográficamente se le representa con las llaves, que simbolizan el Reino de Dios o con un gallo en relación a sus negaciones, sin olvidar la cruz como muestra de su martirio, y el báculo que nos recuerda su labor de pastor, o el pez que hace alusión a la narración de los evangelios sinópticos, cuando junto con su hermano Andrés, son invitados por Jesús a hacerse “pescadores de hombres”.


San Pablo

Aunque podría intuirse que San Pablo no acaba convirtiéndose en uno de los patrones de la localidad hasta llegado el siglo XIX, una tradición cuenta que su nombre es precisamente el que acabaría bautizando a la misma ciudad de Santa Pola, tal y como algunos autores han interpretado, de ahí que sería Santa Pola la que tomaría el nombre de la isla, planteando que su antigua etimología (Isla de Santa Pola) deriva de “Paula” en alusión al apóstol Pablo, puesto que la leyenda relata que éste desembarcó en Tabarca.

Cabe matizar desde un primer momento que la visita del apóstol sería casi imposible de creer, ya que como bien sabemos, durante sus trayectos y que tenemos documentados, el más cercano que realizó en dirección hacia aquí, fue cuando se dirigía como prisionero en su cautiverio desde aguas griegas hacia Roma.

Pablo era hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín. Se cree que será justo a partir del año 37 cuando iniciará sus grandes acciones misioneras. Es muy probable que su devoción en la localidad se deba con motivo de la leyenda que se iría extendiendo sobre su llegada, y que pudo haberse creado a finales de la Edad Media.


La Virgen del Carmen

A mediados de julio le tocaba el turno a la Virgen de Nuestra Señora del Carmen, que como es costumbre, su onomástica se festeja el 16 de julio. Esta advocación es a la que se acogen los pescadores de la Cofradía de Nueva Tabarca. El fervor cristiano y la vinculación histórica del lugar con el sector marinero, son una combinación perfecta para entender como de importante es la veneración a su imagen religiosa.

El origen de esta advocación surge en el momento de la aparición de la propia orden de los Carmelitas, a fines del siglo XII. Concretamente, en el ermitorio que se erigió en el monte Carmelo (Karmel en hebreo) a cargo del cruzado San Bertoldo de Calabria, en memoria de los profetas Elías y Eliseo.5 Dicho lugar custodiaba una imagen de la Virgen María, la cual seguiría posiblemente los modelos iconográficos bizantinos de vírgenes con el niño en brazos. Pero, según el tipo que nos ha llegado hasta la actualidad, parece ser que esos modelos se podrían concretar en el de Virgen Eleúsa o Virgen de la Ternura, así como el de la Odighitria, que significa “La que indica el camino”. Esta última representa a María con su hijo en brazos a quien señala como camino de Salvación. En cuanto a la Eleúsa, que parece ser la iconografía más difundida, también evoca a la Virgen María con el niño en brazos aludiendo a la maternidad, y a la vez, a la humanidad de María.6

Como toda sociedad católica y marinera, no podían faltar los escapularios de la Virgen, y que hemos estudiado en el caso de las localidades litorales del norte de Castellón. Al respecto sabemos que en cuanto a su uso, hay que destacar un famoso privilegio para los fieles, y que según dice, permitía al portador conseguir directamente el cielo después del sábado siguiente a su muerte, sin necesidad así de tener que alargar su estancia en el purgatorio. Una tradición llena de polémica, puesto que el relato bebe de una bula papal apócrifa, sobre la que se ha venido advirtiendo desde la Santa Sede hace siglos. Precisamente una de las tradiciones que había en la localidad al respecto, es la que indicaba que “si una criatura pace con camiseta, adquiere la propiedad de resistir la fuerza de las balas. Y si es niño, de escapulario” (González Arpide, 1981, 437).

Representación de la Virgen del Carmen (isla de Tabarca). Fotografía del autor

Igualmente, no tenemos que olvidar la preocupación que antaño existía entre las familias de localidades con modelos sociales rurales muy parecidos a los que hemos analizado en multitud de ocasiones, donde la salvación del difunto era una de las máximas prioridades. Obviamente en Nueva Tabarca no iba a ser menos, de ahí que estaba extendida la costumbre que decía como si la madrina que había en el bautizo de un niño, era la misma que aparecía en el casamiento de su madre, en el caso de que a ésta se le permitiese sacar al hijo de la pila en el momento del sacramento iniciático, aquello se traducía con la liberación de una de las almas presentes en el purgatorio (González Arpide, 1981, 439-440).


La Virgen del Rosario

Resultaría imposible pasar por alto las celebraciones de la Virgen del Rosario, y que se conmemoran el primer domingo de mayo. Para conocer el significado de esta advocación tenemos que remontarnos a los orígenes de la orden de los Predicadores (dominicos), más concretamente a su padre fundador, Domingo de Guzmán. Domingo de Guzmán, miembro de la nobleza castellana, abandonó los lujos para dedicar su vida a la predicación y sobre todo a emprender una “cruzada” contra los cátaros en el sur de Francia, allá por el siglo XIII. La primera fundación dominica fue el convento de Santa María de Prulla (Francia), que tenía la misión de acoger a mujeres cátaras convertidas.7 Según cuenta la leyenda fue en este cenobio donde se le apareció la Virgen María a Santo Domingo y, dejándole a éste un rosario, le indicó que lo predicara entre los hombres. El dominico lo enseñó a los soldados que comandaba Simó de Montfort haciéndoles ganar así la batalla de Muret.8

Tiempo después, se revalorizaría el culto a esta iconografía de María, concretamente en el siglo XVI, cuando el papa san Pio V la reinstauró después de la Victoria de la armada española junto con la Liga Santa en la Batalla de Lepanto, y que derrotó a los turcos.9 Así fue como se creó la fiesta de la “Virgen de las Victorias”, y que no sería hasta la época del papa Gregorio XIII cuando cambió el nombre por el de “Nuestra Señora del Rosario”.10

Como curiosidad, González Arpide (2012, 160), indica que en Semana Santa “había una procesión, con la imagen de la Virgen del Rosario sacada en andas por las calles principales. Más tarde, en la Plaza Grande, se colgaban unos conejos vivos a los que se les tiraban piedras y aquel que acertase se llevaba uno”.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Espinar Moreno, Manuel (2019). Noticias sobre la historia de Elche II. Don Gutierre de Cárdenas y herederos, señores de Elche, Crevillente y Aspe. Libros EPCCM. Granada

* Cantera Montenegro, Margarita; Cantera Montenegro, Santiago (1998, 42). Las órdenes religiosas en la Iglesia Medieval. Siglos XIII a XV, Madrid, Arco Libros.

* Gómez de Mora, David (2021). “L'escapulari de la Verge del Carme en les terres del nord de Castelló”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

* González Arpide, José Luis (1981). Los tabarquinos: (estudio antropológico de una comunidad en vías de desaparición. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. 868 pp.

* González Arpide, José Luis (2012, pg. 151). “Costumbres antiguas de Tabarca”. Canelobre, 60. Invierno 2012, pp. 150-161

* Martínez Carretero, Samuel (2012). “La advocación del Carmen. Origen e iconografía”, Advocaciones marianas de Gloria: Simposium (XX edición), San Lorenzo del Escorial, 6/9, 2012, pp. 772-775.

* Pérez Burgos, José Manuel (2016). Nueva Tabarca, patrimonio integral en el horizonte máximo. Tesis doctoral. Universitat d'Alacant. 717 pp.

* Reder Gadow, Marion (2012), “La advocación mariana rosariera: la Virgen del Santísimo Rosario”, Advocaciones marianas de Gloria: Simposium (XX edición), San Lorenzo del Escorial, 6/9, 2012, pp. 9-20.


Notas:

1 González Arpide (1981, 2) ya nos comenta que la base de la torre de San José puede datar del medievo, a pesar de que posteriormente se pudo acondicionar y abandonar. Obviamente a partir de esta reseña debemos pensar que no sería descabellado imaginar en la existencia de algún tipo de fortificación anterior a los tiempos en los que Bernardino de Cárdenas organizaba sus cacerías en la isla.

2 González Arpide (2012, pg. 151). “Costumbres antiguas de Tabarca”. Canelobre, 60. Invierno 2012, pp. 150-161

3 González Arpide (2012, 153). Piensa que la autoría de los gozos debe fecharse en el siglo XIX, pudiendo ser su autor “alguno de los párrocos de la isla o quizás alguno de los religiosos en cumplimiento de su trabajo misional”.

4 José Luis González Arpide (1981, 37) nos recuerda que “el poblado de Tabarca, en los libros antiguos denominábase Ciudad de San Pablo”. Al respecto el mismo autor añade que “El 18 de Febrero de 1337, Ramón Berenguer concede licencia al Concejo de la villa de Elche, para edificar una torre en la Isla de Santa Pola, para guarda del puerto de Santa Pola y sus navegantes (AHE, libro de Concejos, nº6, año 1427), este dato es interesante ya que corrobora una vez más la posesión que Elche tenía de la isla”. Parece ser que esta construcción no se llega a materializar, por lo que habrán de transcurrir varios siglos hasta que se acabe ejecutando la obra que hoy conocemos (González Arpide, 1981, 52).

5 Cantera Montenegro, Margarita; Cantera Montenegro, Santiago (1998, 42). Las órdenes religiosas en la Iglesia Medieval. Siglos XIII a XV, Madrid, Arco Libros.

6 Martínez Carretero, Samuel (2012). “La advocación del Carmen. Origen e iconografía”, Advocaciones marianas de Gloria: Simposium (XX edición), San Lorenzo del Escorial, 6/9, 2012, pp. 772-775.

7 Cantera Montenegro, Margarita; Cantera Montenegro, Santiago (1998, 42). Las órdenes religiosas en la Iglesia Medieval. Siglos XIII a XV, Madrid, Arco Libros.

9 REDER GADOW, Marion, “La advocación mariana rosariera: la Virgen del Santísimo Rosario”, Advocaciones marianas de Gloria: Simposium (XX edición), San Lorenzo del Escorial, 6/9, 2012, pp. 9-20.

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).