domingo, 23 de mayo de 2021

El carlismo en la Serranía de Ronda y el peso de Cañete la Real durante la primera guerra

A lo largo de estos últimos años hemos podido leer diversos trabajos que tratan un poco por encima la influencia del carlismo en el territorio andaluz, sin olvidar las abundantes referencias alusivas a la figura del general Miguel Gómez, quien como es sabido, ahondan principalmente en su biografía militar durante la primera y segunda guerra carlista.

Cabe matizar que todavía queda mucho por escribir en lo que concierne al tema del carlismo andaluz. Sin lugar a dudas, y desde nuestra humilde opinión, el libro de García Villarrubia sigue siendo un referente a tener en cuenta a pesar de los más de cuarenta años que han trascurrido desde su publicación, pues gracias a su trabajo cualquiera puede hacerse una mínima idea sobre la magnitud que el tradicionalismo conseguirá en un territorio, que a pesar de hallarse bastante alejado de los principales caladeros, aportaría su granito de arena al movimiento, y sucesiva influencia en el carlismo manchego.

Como bien indicaba el citado autor “que existían núcleos y personas en todos los pueblos y ciudades de Andalucía, es un hecho evidente que no necesita más comprobación” (García Villarrubia, 1979, 25). Obviamente Cañete no iba a ser menos, una localidad con un alta tasa de jornaleros y pequeños propietarios que no veían nada positivas las medidas liberales que intentaban implantarse en una sociedad rural y profundamente católica como aquella.

Conocemos por tradición oral el alzamiento y compromiso por la causa de muchos de sus vecinos durante la última contienda, no obstante, la situación venía heredada de la primera guerra, donde la Serranía de Ronda y sus alrededores se convertirían en uno de los principales centros de operación, y que sabiamente el general Gómez sabría explotar.

Bandera Generalísima del ejército de Carlos V (wikipedia)

A pesar de la ineficacia militar y desorganización que imperaba en las partidas que se fueron alzando por esta zona, no faltaron agrupaciones formadas por un perfil social bastante homogéneo, en el que pequeños propietarios, artesanos, jornaleros y el clero rural verán su oportunidad para implicarse, llegando tal y como apunta Villarrubia a confundirse con bandoleros andaluces, y que tan en boga habían estado extendiéndose por aquellas latitudes desde mucho antes. Al respecto (1979, 195) comenta que en Andalucía la condición social de quienes practicaban el bandolerismo y los que luchaban por el carlismo, venía casi a ser una misma cosa.

Cañete ya había dado tiempo atrás al nacimiento de algún que otro célebre personaje de aquella calaña, tal y como ocurriría con Juan García Nebrón. Durante el siglo XIX el caldo de cultivo era idóneo, y no es que estemos justificando el posicionamiento sublevado de sus habitantes, pero no resulta extraño que en un municipio donde menos de un siglo antes se nos informa que de las 458 familias que había en el lugar, 383 eran jornaleras (con 73 consideradas como pobres de solemnidad), no debería sorprendernos pues el destino que correrían muchas de sus vidas...

Al respecto, Villarrubia define a la perfección la base de esta problemática en enclaves de estas características sociales, cuando dice que “la raíz del Carlismo hay que buscarla a nivel de conflicto social, teniendo en cuenta para ello la experiencia del Trienio Constitucional y los intentos reformadores de los últimos años fernandinos. Fue la defensa de unas formas de vida que entonces se deterioraron, lo que impulsó a tomar partido a muchos miles de hombres. No significó la defensa de un orden social, político y económico arcaico e injusto, sino de un orden en el que cada individuo tenía su lugar y el sistema sus propios mecanismos de compensación. Con la ruptura liberal las clases populares se vieron inmersas en un sistema tan injusto como el anterior, pero sin las compensaciones que aquél ofrecía” (García Villarrubia, 1979, 179).

¿Es por tanto un error o algo atrevido plantear que en Cañete el carlismo si tuvo bastantes seguidores, fue precisamente por las características sociales de su gente?, desde luego pensamos que no.

Obviamente a todo ello cabría añadir otros componentes, como el factor religioso, pues nadie discute ni tan siquiera en la actualidad la importancia de las tradiciones católicas que aun siguen imperando entre sus gentes. Por lo que es fácilmente comprensible la entrega y apoyo a la causa desde un momento inicial, en un marco geográfico donde el fenómeno ya se había extendido como la pólvora, pues siguiendo las palabras de Villarrubia “la zona de la Serranía de Ronda reunía dos características fundamentales para convertirse en zona principal de operaciones: lo accidentado del terreno y la guerrilla endémica que padecía desde el comienzo de la guerra” (1979, 194).

No cabe duda que la ubicación del municipio en la falda de la serranía, tuvo que ser decisiva a la hora de abrazar el carlismo, de ahí que la suma de la disponibilidad geográfica del entorno, el perfil socioeconómico de sus habitantes, la devoción y el mantenimiento de las tradiciones en un entorno rural como tal, hacían de Cañete uno de los otros tantos lugares de esta región andaluza con todas las papeletas para involucrar a sus gentes a favor de la sublevación.

David Gómez de Mora


Referencias:

*Catastro de Ensenada. Municipio de Cañete la Real

*García Villarrubia, Fernando (1979). Aproximación al carlismo andaluz en la guerra de los siete años (1833-1840). Ediciones EASA

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).